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Cuarenta y tres: Quédate.

¿Como están?

Puede notar que su voz es ronca, puede deducir que es por culpa de los cigarrillos. Su padre tiene el mismo problema cada que fuma de más.

― Estamos bien. ― Vuelve su mirada a la cabaña. ― Estamos en un lugar seguro.

¿Cuándo volverás a casa?

Jungkook espera su respuesta pero JiMin se queda callado, el silencio se hace presente en la llamada. JiMin en ese momento siente la necesidad de cortar, sabe a dónde llevará esa pregunta, y él aún no está listo para conversar sobre su matrimonio. No fue buena idea seguir la conversación, debió colgar cuando supo que se trataba de su esposo.

¿JiMin?

― Escucha Jungkook, aún necesito tiempo para pensar en nuestro matrimonio.

Podemos hablarlo.

― Jungkook-

Puedes venir a casa, podemos hablarlo y llegar a un acuerdo. Lo he estado pensando mucho, solo quiero hablar. No te presionaré a nada, incluso si ahora te niegas mi oferta seguirá en pie... Te extraño.

― ¿Solo quieres hablar?

Solo eso, incluso puedes venir con Taehyung si te sientes mejor así.

Observa el lago tan extenso mientras piensa si estaría bien acceder o no a su oferta. No perdería nada intentando hablarlo con su esposo, tal vez sea la mejor decisión puesto que aún no ha pensando en nada, ¿Verdad?

Es eso o volver a la cabaña al lado de Taehyung y su hijo para distraerse y así escapar de la charla pendiente consigo mismo sobre su matrimonio. Sobre terminar o salvar su relación de diez años junto a su esposo, padre de su hijo.

¿Porqué tiene que ser tan difícil? piensa frustrado enterrando sus uñas en la tela de su sudadera. Aún inseguro accede a su oferta. ― Está bien.

¿Cuándo?

― Hoy en la tarde estaré ahí. ― Cuelga la llamada sin esperar una positiva del otro lado de la línea.

Entra a casa, se coloca un saco del perchero a la entrara, toma las llaves y se monta en el coche. Se queda unos segundos pensando en qué está a punto de hacer, pero aleja sus dudas y se estira hasta la guantera para tomar un mapa de ahí para no perderse en el camino. Enciende el motor, arranca y en unos segundos deja tras suyo las marcas de los neumáticos sobre la tierra.

Taehyung sale de la cabaña con Seiji en brazos al escuchar el sonido del automóvil, pero llega muy tarde, no encuentra rastros de JiMin ni del coche. Maldice en voz baja, sin tener una idea de lo que acaba de pasar. Casi inmediatamente despierta su teléfono vibra en su pantalón y decide tomarlo, es un mensaje de JiMin.

"Hablaré con Jungkook, cuida a Seiji por mí" lee. Apaga la pantalla de su celular y suspira viendo hacia la dirección donde se fue el automóvil.

Luego de aparcar el auto frente a la residencia decide tomarse unos minutos antes de salir del coche. Con las manos aún en el volante inhala y exhala profundamente, preparándose para lo que sea que vaya a pasar ahí dentro. No ha visto a su esposo en casi un mes.

Ajusta el espejo retrovisor para verse a sí mismo, arregla su cabello y se arma de valor para salir del coche, camina con cuidado pues olvidó su bastón en la cabaña y no quiere terminar en el piso, a pesar de estar mejorando su enfermedad aún debe ser precavido.

Cruza el jardín hasta llegar a la puerta principal, una vez ahí toca el timbre puesto que no tiene sus llaves con él. Espera unos minutos y es recibido por el señor Lee, quien lo mira con sorpresa y una sonrisa amable surca su boca.

― Joven Park, es un gusto volver a verlo. ― Se hace a un lado para dejarlo pasar.

― Igualmente. ― Le regala una pequeña sonrisa.

Observa sus alrededores, todo está sumamente silencioso, la única luz que alumbra el lugar es una lámpara en la sala principal.

Mira al anciano. ― ¿Dónde está Jungkook?

― Aquí estoy.

Se queda quieto en su lugar, por un momento los nervios se disparan por su cuerpo y extrañamente se siente intranquilo. Gira sobre su lugar y ahí está Jungkook en el marco de la sala con las manos en sus bolsillos y una expresión cansada en su rostro. No sabía como explicarlo, parecía un especie de fantasma con la piel pálida y las ojeras bajo sus ojos.

― Me retiro, si desean algo estaré en la cocina. ― El anciano se despide, JiMin asiente hacia él y finalmente se retira.

Cuando vuelve la mirada a su esposo este tiene una mano estirada hacia él para que la tome, indeciso extiende su mano y Jungkook la toma con cuidado, dejando un beso en el dorso de esta.

― Vamos a mi oficina.

JiMin asiente sin decir nada, ¿Qué podría decir de todas formas? ¿Que lo extrañó? ¿Que lo odia? ¿Que necesita una disculpa?

Lo sigue sin decir nada, pensando a mil por segundo pero su garganta tiene un nudo que le impide tan siquiera hablar. En el camino puede ver botellas vacías de alcohol y cajetillas de cigarrillos vacías sobre la mesa de la sala, luego en la cocina y finalmente en su oficina, que parece un auténtico desastre, como si una bestia hubiera acabado con la pulcritud que caracterizaba la oficina de su esposo.

Toma asiento frente al escritorio, Jungkook va detrás de este. Se toma la libertad de escanear el lugar, sintiéndose extraño, como si no estuviera en su propia casa, todo está tan desordenado y con un fuerte olor a licor que le hace arrugar la nariz.

― Sé que está algo desordenada, pero no he tenido tiempo de limpiar. ― Se excusa.

― Pudiste pedírselo a la señora Young.

― No permito que nadie entre aquí, tengo documentos importantes y dinero.

JiMin parpadea confundido. ― ¿Desconfías de las personas que han trabajado para nosotros por más de diez años?

― No puedo correr ningún tipo de riesgo, más que nada ahora que estoy con la soga en el cuello. ― Pasa las manos por su rostro con frustración.

JiMin ve con pena a su esposo, ya no podía reconocerlo, era tan diferente, tan extraño para él, pero al mismo tiempo tenía la necesidad de cuidarlo. No sabe lo que quiere, fue mala idea llegar con la cabeza hecha un garabato, Jungkook tampoco se ve en condiciones para hablar de su matrimonio.

― Tal vez no es el mejor momento para hablar... Volveré con mi hijo, hablemos en otra ocasión. ― Se levanta decidido a irse pero Jungkook se coloca de pie.

― Se que en estos momentos luzco como un demente, pero realmente quiero hablar.

Suspira y vuelve a tomar asiento. ― Está bien, te escucho.

Jungkook vuelve a sentarse y cruza las manos sobre el escritorio. ― Antes que nada, ¿Están a salvo? ¿Cómo está Seiji?

Sonríe sin gracia. ― ¿Ahora sí te importa tu hijo? Te recuerdo que no estuviste presente en su nacimiento ni en sus primeras semanas de vida.

― Sé que he sido un imbécil todo este tiempo. Terminamos en malos términos la última vez que nos vimos, pero quiero que sepas que sí me importan ambos... Todo lo hice por ustedes.

Baja la mirada. ― Quisiera creerte... Pero ahora debo velar por la seguridad de mi hijo, esto ya no se trata de nosotros, es sobre él.

― JiMin-

― No Jungkook, no puedo aceptar una simple disculpa luego de tantos meses de mentiras que terminaron acabando nuestro matrimonio, ¿No ves la posición en la que estás? Una disculpa no arregla nada. ― Niega irritado, ¿Viajó desde la cabaña hasta aquí para una simple disculpa?

Frunce el ceño. ― ¿Entonces qué quieres?

― ¡Necesito hechos, no palabras! Te creí por meses y aún así me ocultaste la doble vida que estabas llevando. ― Frota sus muslos con inquietud bajo la atenta mirada de su aún esposo.

Jungkook se queda en silencio y se levanta del sillón de cuero y busca en los cajones del escritorio donde saca una carpeta amarilla.

― Entonces déjame explicarlo todo, sin mentiras, te contaré todo lo que estuve haciendo y todo lo que planeo hacer. ― Desliza la carpeta hasta que JiMin la toma en manos. ― Primero pregunta lo que quieras y yo responderé.

― Bien. ― Abre la carpeta, dentro hay imágenes y documentos. ― ¿Qué es esto? ¿Porqué me lo das?

― Una copia de la información que le mandaba a tu padre al inicio de la misión. Es evidencia de todo lo que he estado haciendo estos meses, como el ataque a Nichkhun Manoban que logré con ayuda de los Kim.

― Recuerdo haberlo visto en televisión... Así que fuiste tú. ― Pasa saliva. ― No sabía que trabajabas con los Kim.

― Sí, gracias a ellos tuve las armas y las escoltas necesarias. Aunque el plan era matar a su esposa también, pero ella sobrevivió.

JiMin le da una ojeada a las imágenes y las fechas en estas, eran cargamentos, tomadas a lo lejos, fotos de hombres que puede reconocer como socios de su padre y mucho más. Los documentos señalaban transacciones y tratos entre mafias.

― ¿Todo esto se lo diste a mi padre?

― Sí, lo hacía. Hace un tiempo dejé de trabajar con él. ― JiMin alza la mirada hacia él, pero antes de que pregunte él se adelanta a explicar. ― Digamos que teníamos intereses diferentes. ― Arregla la corbata mal hecha en su cuello. ― Cumplí mi parte del trato con Woong, ayudé a que rescatara la mafia de tu familia dándole información de los Manoban.

― ¿Mi padre aceptó que ya no trabajes para él? Eso no suena algo que él haría...

― Lo hizo, tuvo que entender por las buenas. ― JiMin jura haber sentido escalofríos cuando la mirada de Jungkook tuvo ese brillo rojizo en sus irises grises, un destello de locura tal vez.

Cierra la carpeta y la deja en el escritorio. ― Jungkook... ¿Por qué aceptaste hacer esto? ― Había un profundo sentimiento de tristeza en sus ojos.

― No tenía otra opción, estábamos en peligro y no podía permitir que te hicieran daño.

― ¿Realmente querías protegernos o solo viste la oportunidad para tener poder? ― Jungkook se queda callado, y JiMin tomó su silencio como una respuesta bastante clara. ― ¿Cuando piensas acabar todo esto? ― Pregunta derrotado.

― Pronto.

JiMin vuelve a tomar la carpeta, recuerda haber visto el rostro de una mujer entre las fotografías. Cuando le encuentra se la enseña a Jungkook. ― ¿Es ella?

Siente un sabor amargo en su boca cuando menciona el nombre de aquella mujer frente a su esposo, pero reprime ese malestar. ― Sí, se llama Lalisa Manoban.

JiMin vuelve a mirar la foto de la mujer de labios negros, y siente algo dentro suyo removerse ante una duda. ― Jungkook, ¿Porqué no la mataste antes? ¿Por qué te toma tanto tiempo matarla cuando a su esposo lo asesinaste hace meses?

Jungkook no esperaba una pregunta así, pero prometió responder a cada una de sus dudas.

Así que no queda de otra más que...

― He tratado de hacerlo, pero puedo morir si doy un paso en falso, todo toma su tiempo.

Mentir, por supuesto.

Porque no puede decirle a su esposo que es amante de aquella mujer, que no quisiera matarla porque disfruta del poder que ella le brinda. Porque ha experimentado lo que es vivir libremente sin los límites que dibujó con su mente quebrantada por los traumas y las heridas emocionales que jamás sanarán.

― Vuelve conmigo JiMin, pronto todo acabará, lo prometo.

Adora la libertad que ha tenido al lado de Manoban, pero una parte suya quiere desesperadamente que JiMin se quede con él, no quiere perderlo, extraña su presencia, ¿Pero realmente lo extraña a él o simplemente extraña tener a alguien esperándolo en casa?

― No puedo quedarme contigo, un "pronto" no es suficiente. Fue mala idea haber venido hasta aquí por nada.

Entonces las alarmas en su cabeza suenan cuando JiMin se levanta rápidamente y da media vuelta para caminar hasta la salida, pero una mano toma su muñeca y pronto queda apresado entre los brazos de Jungkook. Frunce el ceño y coloca sus manos en su pecho para tratar de alejarse, pero se detiene cuando Jungkook coloca sus manos en sus mejillas.

JiMin puede sentir sus palmas frías contra su piel, y se percata de que ya no usa aquellos guantes de encaje que tanto amaba. ― Quédate. ― Pide suavemente.

Extraña tener a alguien que lo espere en casa, sin darse cuenta de lo dañino y egoísta que es ese pensamiento. Tiene una amante y aún así quiere conservar a su esposo, porque una parte dentro suyo no está satisfecha.

― Jungkook-

Pero es callado por un beso en los labios, uno que lo toma por sorpresa, es un tacto suave de labios contra labios.

¿Hace cuánto que no besaba a su esposo?

Sus ojos se llenan de lágrimas y cierra los ojos para corresponder al beso, cegandose por el amor que le tiene a su esposo. Se deja llevar porque no puede evitarlo, Jungkook es y siempre ha sido su más grande debilidad. Por un momento quiere sentir que su esposo no ha cambiado, que aún lo ama, que no es un imbécil que hirió su corazón y su matrimonio.

Cuando se separan JiMin llora contra su pecho y Jungkook lo consuela acariciando su espalda. ― Dame un poco más de tiempo, acabaré con todo esto y te demostraré que puedes confiar en mí.

Toma sus mejillas para que JiMin lo vea a los ojos y conectan sus miradas por segundos que parecen eternos. Y ahí es cuando JiMin asiente suavemente.

― Tienes una última oportunidad, pero si lo arruinas no dudaré en borrarte de mi vida.

Realmente espera no arrepentirse, pero algo dentro suyo le dice que acababa de firmar su sentencia.

Que ganas de darle un sape a JiMin, pero me aguanto.

- Mgg.

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