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Cincuenta y uno: Drogas.

Cinco días han pasado desde que Jungkook quedó al descubierto. Cinco días, donde las voces en su cabeza se hicieron tan potentes, que lo orillaron a perderse en el mar de las drogas y el exceso de alcohol. Se convirtió en la sombra de lo que alguna vez fue.

No es consciente de su cuerpo, no sabe ni dónde se encuentra, solo sabe que se subió a su auto de madrugada y de milagro llegó a su destino, sea cual sea, no le interesa. Simplemente, no quiere estar solo en estos momentos.

Toca la puerta frente suyo sin controlar su fuerza, mientras llama a un nombre que ni él mismo escucha.

― ¡J-jiMin! ¡JiMin, ábreme! ― Llama una y otra vez, mientras golpea la puerta con su palma extendida, insistiendo tanto que la puerta termina siendo abierta, rebelando a un hombre alto y de ropa negra.

― ¿Ocurre algo, señor? ― No recibe respuesta alguna por parte de Jungkook, y este termina desmayándose en sus brazos. ― Mierda. ― Lo sujeta con una mano y con la otra enciende el intercomunicador en su hombro. ― Jaesun, ¿Me escuchas?

― Fuerte y claro. ― Dicen del otro lado del intercomunicador.

― ¿Tú dejaste entrar al señor HaeJoon a la mansión? ― Cierra la puerta principal y empieza a arrastrarlo hacia el interior de la casa. ― Porque debe estar muy ebrio, o muy drogado.― Dice con desagrado.

― Sí, lo dejé entrar. Le dije que esperara en la entrada para poder acompañarlo hasta el interior, mientras aparcaba su auto... Pero al parecer no me esperó.

― ¿Crees que sea buena idea que esté aquí?

― ¿Piensas echarlo a la calle? La jefa nos mataría si algo le pasa en ese estado.

― Tienes razón. Prefiero verla enojada por verlo en este estado, que sufrir las consecuencias que traería dejarlo en las calles por su cuenta. ― Suspira viendo el cuerpo de HaJoon tendido sobre el sofá de la sala de estar principal. ― Bien, eso era todo, gracias.

― No fue nada.

Cortó la comunicación y colocó sus manos en la cadera, observando al hombre inconsciente en el sofá. Suspira nuevamente, y se encamina hasta la habitación de Lalisa, para avisarle sobre la  inesperada visita de Kim HaJoon en un claro estado de alcoholismo elevado.

― Uh...

Empieza a abrir los ojos poco a poco para acostumbrarse a la luz a su alrededor, al parecer ya es de día. Un horrible dolor de cabeza se presenta en su cuerpo cuando recupera la plena consciencia, y sisea por el dolor. Trata de llevar una de sus manos a su cabeza, pero el sonido de unas cadenas y la sensación del metal frío contra su piel lo detienen. Baja la mirada y puede encontrar sus muñecas siendo apresadas por unas esposas.

― Qué mierda... ¿Dónde estoy? ― Mira de lado a lado.

Maldice en su mente cuando reconoce el lugar. Ayer prometió no embriagarse hasta delirar, pero no cumplió su propia palabra y fue a parar a la mansión Manoban. Justo en ese momento, la puerta de la habitación de Lisa se abre, interrumpiendo cualquier tipo de pensamiento.

― Ya estás despierto, Kim.

― ¿Porqué tengo esposas? ― Pregunta, siseando nuevamente por el dolor de cabeza. Se acomoda en la cama de la mujer, para así verla mejor.

Rie un poco. ― También es un placer verte luego de todos estos días, HaJoon. ― Camina hasta él con los brazos cruzados, y se sienta a su lado. ― Tienes esposas porque así lo quise yo.

― ¿Acaso tienes miedo de que me escape? ― Le reta formando una sonrisa sarcástica en sus labios.

La mujer borra su sonrisa coqueta y adopta una expresión neutra que, de algún modo, intimida a HaJoon. Ella se cruza de piernas y coloca una de sus manos en el muslo derecho de HaJoon, quien trata de alejarse del contacto, pero el agarre de Lalisa se afianza, manteniendo su pierna en el mismo lugar.

― Es exactamente la razón por la que llevas esposas. ― Le regala una sonrisa ladeada. ― Veo que quieres escapar de mí. Y si quieres saber sobre anoche, te contaré. Llegaste de madrugada, y llamando por un nombre que no recuerdo muy bien...

Mierda.

― Creo que era JiMin... ¿Lo recuerdas?

Frunce el ceño, tratando de disimular la incomodidad creciente en su pecho,  cuando escucha el nombre de su aún esposo salir de esos labios pintados de negro. Como si fuera incorrecto, como un completo sacrilegio su nombre.

― No recuerdo nada. ― Miente, porque sí recuerda haber llamado con desesperación su nombre, pero es un recuerdo borroso.

― Por supuesto que no recuerdas nada, eso pasa cuando tomas sin medida. ― Borra todo gesto de su rostro. ― ¿De quién es el nombre? ― Insiste a pesar de ya saber la verdad y el rostro que oculta aquel nombre. ― ¿Quién es JiMin? ― Pregunta con falsa inocencia, porque ella ya sabe la respuesta a esa pregunta.

― No tengo idea. ― Responde simplemente, cruzándose de brazos y bajando la mirada.

Luce como un completo despechado, con las ojeras bajo sus ojos y los labios resecos como toque final a su desgraciada existencia. Por otro lado, la mujer cambia de posición, colocándose en el regazo de HaJoon. Y, a pesar de que este se rehúsa a mantener contacto físico y visual con ella, Lisa no se rinde tan fácilmente, y toma de las mejillas su rostro, para que la vea de frente.

HaJoon frunce el ceño. ― ¿Qué haces?

― ¿Por qué huyes de mí, Kim? ― Se acerca peligrosamente a su rostro. ― Solo quiero escuchar la verdad.

― ¿Quieres la verdad? ― Gira su rostro y se libra del agarre que Lisa mantenía en sus mejillas. ― Estoy harto y cansado de todo, pero sobre todo de mí mismo. No tengo tiempo de estar aquí, tengo cosas más importantes que hacer. Con permiso.

El hombre se levanta abruptamente y Lisa cae a un lado de la cama, viéndolo con una mueca burlona en el rostro. Arregla su vestido y, mientras HaJoon la mira desde arriba, sonríe de lado.

― ¿Consideras drogarte algo importante que hacer? ¿Más importante que estar aquí, conmigo? ― También se coloca de pie, quedando frente a frente con el hombre.

― Muchísimo más importante. Dar a parar aquí, fue un error que cometí por haberme tomado demasiado, mas no tengo nada que hacer aquí... contigo. ― Se da media vuelta con la intención de avanzar hasta la salida de la habitación.

Es entonces, cuando Lisa empieza a reír, erizando los vellos en el cuerpo de HaJoon. No hace falta que ella diga nada, él se queda inmóvil en su lugar, esperando por su siguiente movimiento. Asimismo, sintiendo un presentimiento en su pecho, algo le dice que debe huir, más se queda de pie en el mismo lugar, dándole la espalda a la mujer.

― Es divertido verte así.

― ¿A qué te refieres? ― Gira su cuerpo para darle la cara a la mujer.

― Tan desesperado en irte, y actuando tan evasivo conmigo, como si estuvieras en el poder de rechazarme. ¿Aún no lo entiendes? ― Se coloca se pie y camina hasta él, tomándolo de la corbata y acercando sus rostros. ― Yo soy la que manda aquí, Jungkook.

Su corazón se detiene cuando escucha su nombre salir de aquellos labios negros. Esto no puede estar pasando, lo niega una y otra vez en su cabeza. ¿Cómo sabe su verdadero nombre? ¿Acaso se lo dijo estando ebrio?

Si ella lo sabe, significa que...

― ¿Qué pasa? ¿Creíste que no me daría cuenta que eras un maldito espía? No fuiste tan listo como pensaste. ― Niega con una sonrisa ladeada, disfrutando ver sufrir a Jungkook, batallando en su mente y sin saber qué hacer.

Ella es el depredador, y él una insignificante presa.

Lo sé todo. ― Susurra cerca de su oído. ― NamJoon contribuyó y es un buen socio.

― No... ― Finalmente habla, alejándose abruptamente de la mujer. ― ¡NamJoon es mi aliado! Él no podría-

Pero lo hizo. Y fue una buena decisión, porque tú no fuiste más que una decepción para ambos. ¿Qué tanto quería obtener? Tuviste tantas oportunidades para asesinarme y cumplir tu parte del trato, pero no lo hiciste... ¿Qué más querías, Jungkook? ― Ríe negando con la cabeza. ― No puedo creer lo parecido que eres a tu abuelo, y mira dónde está ahora... Tres metros bajo tierra.

― No soy como él. ― Baja la mirada y aprieta los puños, sin saber hacia dónde correr.

Para alejarse de esta realidad que se está escapando entre los dedos. Todo se derrumba sobre su moribundo cuerpo, ya no tiene control, y ni las drogas ni el alcohol pueden cubrir el dolor.

― Niégalo todo lo que quieras, pero sabes que es verdad. Ambos querían más de lo que podían tener. Él pudo delatarte, sin embargo, quería jugar contigo y se confió demasiado. Ahora, está sepultado, y tú irás por el mismo camino, ¿Acaso no lo ves?

Jamás tuvo control.

― Yo soy la que tiene el control.

― Entonces... Entonces solo mátame, acaba conmigo y evitate problemas...

― No cielo, no puedo hacerlo. ― Se acerca para elevar su mentón y mirarlo a los ojos. ― Me eres un juguete divertido.

― ¿No quieres vengar a Nichkhun? Yo ayudé en su asesinato.

Ejerce presión en su mentón. ― Un disparo limpio en la cabeza no bastará, no te mereces el camino fácil. Tú pagarás, tú y Kim pagarán, pero todo a su debido tiempo...

― ¿No te estás confiando demasiado? ― Coloca una mano en su mejilla y lentamente baja por su cuello, hasta que repentinamente la toma por el cuello con fuerza. Sonríe de lado y lame su labio inferior. ― Podría deshacerme de ti ahora mismo, y arreglaría mi trato con Kim.

A pesar de las circunstancias, Lisa mantiene su sonrisa ladeada, disfrutando del momento. ― Oh, ¿C-crees que es tan fácil? ― Habla ahogadamente, y toma una profunda inhalación antes de volver a hablar. ― N-NamJoon ya te vendió... Tengo a tu hermano cautivo, Jeon.

Repentinamente la suelta y ella cae al suelo, recuperando el aliento, pero sin quitar esa asquerosa sonrisa de sus labios negros. Su mirada es juguetona, sabe que, en tan solo un par de palabras, le quitó toda valentía a Jeon Jungkook.

Acaricia su cuello. ― No te diré dónde lo tengo, y si me matas, jamás sabrás dónde está. Al contrario, mis hombres tienen la orden de asesinarlo a él y a toda tu familia si me llegas a matar.

― Tú... ¿Cómo-

― NamJoon ya era mi socio cuando tu querido hermano, quiso hacer un trato con él para salvarte el pellejo. Cayó en la trampa. ― Ríe por lo bajo, levantándose del suelo con cuidado.

― Mierda. ― Lleva ambas manos a su cabeza. ― ¡Mierda! ― Gritó con frustración. ― Que imbécil... Que imbécil fui...

― Vaya que lo fuiste... Creías tener tanto poder, que no te diste cuenta de lo que realmente estaba pasando, ¡Qué patético! ― Ríe.

― Ahora, escúchame bien, Jeon. ― Lo señala, recibiendo aquellos ojos grises sobre los suyos. ― Harás todo lo que yo te diga, tendrás que estar a mi lado hasta que me aburra de ti, ¿Entendido? O jamás volverás a ver a tu hermano, y mucho menos a tu ex esposo.

Siente las lágrimas acumularse en sus ojos. ― Él aún es mi esposo.

― Por favor, Jungkook. ― Niega con la cabeza, para ella su declaración suena completamente ridícula a este punto. ― Luego de las fotos que recibió, cortesía mía por supuesto. ― Coloca su mano en su pecho. ― Dudo mucho que quiera volver a estar contigo, Jeon.

― Tú... ― Se acerca peligrosamente.

― Tengo información sobre los Park. ― Jungkook se queda estático en su lugar, con las pupilas temblando ante nueva la información. ― Y eso incluye a tu esposo e hijo. Los tengo en la mira, Jungkook.

¿En qué momento la vida de su familia se colocó sobre la mesa? 

― No, no, no... 

― No puedes hacerme daño Jungkook. Con una sola orden mía asesino a tu familia, y a tu hermano también. ― Coloca sus manos en sus caderas. ― Así que piénsalo bien... ¿Harás lo que te digo?

Todo es su culpa. Absolutamente todo es su culpa, y él lo sabe bien. Es la peor escoria que pudo haber pisado este mundo. Se merece todo lo que Lisa quiera hacer con él, incluso contra su voluntad. Se lo merece completamente, o al menos eso dice él.

― Está bien... Lo haré.

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