Cincuenta y dos: Emboscada.
― Perfecto. Ahora quiero que me confirmes un par de cosas.
Sonríe con sorna y camina hasta la mesita de noche al lado de su cama, y de ahí toma su teléfono móvil. Jungkook se queda en su lugar, procesando lo que acababa de pasar, mientras ella inicia una rápida llamada. Siente que se encuentra contra la espada y la pared, sin encontrar otra salida más que obedecer a Lalisa en todo lo que quiera, diga y desee. Desde ahora, se convertirá en su prisionero, porque es ella quien lleva en mano las cadenas que rodean su cuello, y que él mismo colocó.
Lisa termina su llamada y no pasa mucho tiempo hasta que los dos hombres que recibieron a Jungkook en la madrugada, entran por la puerta. La mujer se coloca en medio de ambos, y les hace una seña para que se acerquen y tomen a Jungkook por los brazos. Se resistió al principio, viendo a Lisa sin entender el porqué era sujetado de esa forma, y como si ella leyera su mente, contestó:
― Como dije, necesito confirmar cierta información, ¿Y quién mejor que tú? ― Ladea el rostro con su sonrisa burlona. ― No puedo dejar que te escapes, te conozco, sé que tratarás de hacerlo.
― Conoces a Kim HaJoon, más no a mí.
― Ya lo veremos. ― Se da media vuelta y camina hasta la salida. ― Oh, por cierto. Denle una cálida bienvenida a Jungkook, ¿Entendieron?
Entendió el mensaje ― Dije que te obedecería, esto no es necesario. ― Frunce el ceño, tratando de zafarse por segunda vez.
― Dije que no dañaría a tu familia, pero jamás te incluí en el trato. ― Ríe negando con la cabeza. ― Tu estancia aquí será un infierno, y apenas empezamos. ― Mira a los dos hombres altos hombres que apresan los brazos de Jungkook. ― Traiganlo a mi oficina cuando terminen.
Sin decir más tomó la perilla y salió de la habitación, dejando a sus escoltas con la total autoridad de "darle la bienvenida" a Jungkook, lo que claramente se tradujo en moretones violáceos en su torso, una ceja rota y un labio partido.
Cuando terminan con él, es llevado a la oficina de Manoban.
― Veo que se divirtieron. ― Los recibe sentada sobre su escritorio, con las piernas cruzadas y una copa de vino en mano. ― Dejenlo en la silla.
Baja de su lugar, dejando la copa de lado, y camina hasta llegar a un herido Jungkook, que mantiene una mano en sus costillas con una mueca de dolor.
― ¿Cómo te sientes? ¿Listo para contestar un par de preguntas?
― S-solo dilo... ― Gruñó apretando los dientes por el dolor.
Ríe por lo bajo, la imagen de un Jungkook herido y humillado le es sumamente divertida, y aún no llega la mejor parte. Reprime su sonrisa, las preguntas empiezan, todas tratando de confirmar la información que le fue brindada por Gguk, y cuando es así, sonríe en grande, complacida al saber que puede pasar al siguiente paso en su plan.
Se acerca a Jungkook y le da una fuerte bofetada en el rostro, volteando el rostro por la fuerza. ― Eso es todo. ― Se aleja.
Una de sus escoltas le entrega su teléfono, ella mantiene su sonrisa y lo lleva a su oreja. ― Confirmado, hay que repasar los detalles. ― Le dice a alguna persona al otro lado de la línea.
Jungkook por su parte se queda en completo silencio. Su mejilla golpeada hormiguea así como todo su cuerpo, y además siente que su cabeza va a explotar en cualquier momento; sin embargo, no presta atención al malestar físico, porque su mente está demasiado ocupada pensando en las preguntas que, obviamente fueron hechas para confirmar el paradero de los Park de manera sutil.
A él no le quedó de otra más que responder con la verdad, después de todo, si quiere mantener a su familia con vida más le vale ser honesto con Lalisa... Aunque implique un inminente ataque a los Park.
Uno de los hombres de Manoban aparece por la puerta de la oficina, y ella se acerca con las manos en las caderas. Empiezan a hablar entre ellos, pero Jungkook no puede escucharlos mucho por más que quiera, lo único que logra entender es el final de su conversación secreta.
― ¿Entonces tienes a todos listos para esta noche?
― Así es, solo necesitábamos su confirmación sobre la localización.
―¿NamJoon mandó lo que le pedí?
El hombre asiente, ella hace una seña para que se retire y así él obedece, saliendo de la habitación luego de una rápida reverencia. Lisa se coloca frente a Jungkook, quien parece tener la respiración acelerada.
― ¿Qué pasa? ― Lo obliga a alzar el mentón, logrando que se vean a los ojos. ― ¿Estás nervioso? No deberías.
― ¿Qué estás planeando, Manoban?
Toda sonrisa desaparece de su rostro, no responde a su pregunta. Se acerca a sus escoltas y les susurra algo que Jungkook no es capaz de oír. Antes de que pueda hacer o decir algo, es golpeado en la cabeza y cae inconsciente, siendo lo último que escucha, los tacones de Lalisa caminando hasta la salida.
Cuando despierta, escucha voces a su alrededor, y puede reconocer luego de un par de segundos la voz de Manoban, junto a uno de sus escoltas. Mantiene los ojos cerrados y el cuerpo inmóvil, es mucho mejor que pretenda seguir inconsciente para escuchar su conversación, ya que después de todo necesita información.
―...Pensó que se trataba de la mansión de los Park, pero luego fuimos informados sobre un error. Estaba a nombre de Woong la propiedad, pero no era suya la casa, sino una de sus hijas. Intentamos secuestrar a esta persona, pero fue muy tarde, ya se había mudado. ― Jungkook puede escucharla reír por lo bajo y pasa saliva con nervios. ― Ahora me doy cuenta que, en aquella casa vivía Jungkook junto a su esposo.
Entonces, aquel bombardeo que puso en peligro la vida de su familia, que lo impulsó a idear aquel plan ambicioso que corrompió su mente, y llevó a estas circunstancias... ¿Todo fue a causa de los Manoban?
Abre sus ojos a medias viendo que, efectivamente, está amarrado en una silla, en la sala de estar de la mansión. Al frente suyo hay una chimenea encendida en medio de la oscuridad que reina la habitación, y Lalisa junto con su escolta parecen estar en la puerta detrás suyo, fuera de su alcance visual. Vuelve a cerrar sus ojos con fuerza al escuchar nuevamente sus voces, pero esta vez acercándose a la fogata, porque escucha sus pisadas pasar al lado suyo.
― Él falló, pero yo no lo haré. ― Siente sus pasos acercarse a él, y repentinamente sus cabellos rubios son tomados con brusquedad y jalados hacia atrás, obligándolo a abrir los ojos y apretar la mandíbula por el dolor. ― Despierta, no querrás perderte esto. ― Lo suelta y camina frente suyo donde se cruza de brazos.
― ¿Ahora qué quieres?
Toda sonrisa y expresión se borra de su rostro, luciendo sombría. ― Ya lo verás.
El horrible sonido de un tono de llamada incremente la tensión e incertidumbre del lugar. Lisa, al chasquear los dedos y extender la palma de su mano, aquel hombre con el que hablaba se acerca a ella, para colocar su teléfono en su palma. Ella lo toma y, esbozando una sonrisa, pronuncia...
― Háganlo.
Aquella orden enciende las alarmas dentro de su cabeza, sintiendo la desesperación correr por sus venas. No tiene idea de lo que está pasando, pero aquella mirada satisfecha solo le indica que algo muy malo está por pasar.
― Cuando tenga la evidencia en mis manos, te la enseñaré. Por ahora, disfrutaré de MI momento. ― Camina hasta el sillón paralelo a la chimenea, deleitándose con una copa de algún licor.
Con los nervios en su sistema, la impulsividad se hace presente. ― ¿Qué hiciste? ― Gruñe arrugando la nariz, tratando de zafar sus brazos de la soga que los apresa. ― ¿Tiene que ver con mi familia? ¿Con los Park?
― Qué poca paciencia tienes, Jeon. ― Ronronea, dándole un trago a su copa de licor.
― ¿Colocaste bombas? ¿Qué hiciste? ― Lisa solo ríe por lo bajo, desesperando a Jeon quien necesita una respuesta ante el dolor en su pecho. ― ¡Dijiste que no les harías daño! ¡Espero que cumplas tu palabra! ¡¿Me oíste?!
Trata de zafarse con más fuerza, y como consecuencia la silla se mueve violentamente de lado a lado, a punto de ceder ante su agresividad. Entonces, cuando Lalisa se coloca de pie abruptamente y estrella su copa de licor contra la pared más cercana, genera un estruendo que calla a Jeon de una vez por todas.
Su cuerpo frente a la chimenea genera una sombra que cubre por completo a Jeon. ― Eres tan molesto... Pero aún así, te mantendré conmigo porque sé que lo odias. ― Divaga en voz baja, y Jeon no puede entenderle. ― ¿Bombas? ― Repite negando con la cabeza. ― No es mi estilo, yo prefiero la planeación.
― ¿De qué hablas?
― Woong sabrá que se siente ser el único sobreviviente en tu familia...
Jungkook se queda con las palabras en la garganta, atoradas por la impresión que le ha causado las palabras de Manoban. Su corazón deja de latir con tanta fuerza y parece detenerse, y su sangre como su cuerpo congelarse.
― ¿Y mi familia? ― Es lo único que puede pronunciar.
― Cumpliré el trato.
Pero Jungkook no puede confiar en ella, más solo se queda callado, sin saber qué decir, porque ya no tiene el poder que le permitía ser igual e incluso superior a Manoban.
Aunque, quizás jamás lo tuvo.
Lalisa volvió a su asiento en silencio, con una sonrisa de satisfacción en el rostro, mientras la mirada de Jungkook cayó en las llamas del fuego que ardía en la chimenea. Y al mismo tiempo, en la mansión de los Park al otro extremo de la ciudad, era Woong quien mantenía la mirada fija en la chimenea, con un cigarrillo en mano en la parcialmente oscura sala de estar.
El silencio es interrumpido cuando la puerta es abierta con delicadeza. Woong escucha los pasos dirigirse hacia él, hasta que terminan a su lado, ahí es cuando alza la mirada, encontrando a su esposa con una sonrisa suave, quien toma asiento a su lado y reposa su cabeza en su hombro.
― Ya habíamos hablado sobre fumar dentro de casa... ― Ella ríe, sinceramente no está de humor para iniciar una discusión.
― Perdón. ― También ríe suavemente, estirando su cuerpo para apagar el cigarrillo en el cenicero sobre la mesita de estar. ― Prometí dejarlo unos días, pero he estado muy estresado.
― Lo dejaré pasar por esta vez. ― Se acurruca contra su pecho, mientras Woong pasa su brazo por sus hombros para plantar un beso en su cabello. Aquello sorprende a Azami, quien lo mira incrédula. ― ¿Acabas de darme un beso? ― Ríe suavemente, pero pronto su pequeña sonrisa se desvanece cuando ve la preocupación en sus ojos. ― ¿Estás bien?
― ¿Te sorprende tanto un beso?
― No sueles ser así. ― Niega y lleva una de sus manos a su mejilla.
Coloca una de sus manos sobre la de su esposa, sintiendo el frío anillo de bodas en la palma de su mano, y sonríe ligeramente. ― Lo sé, debería darte muestras de afecto más seguido. Perdón, linda.
― Siempre has sido así, no me molesta. ― Suelta una risita y se separa un poco de él. ― Vine a avisarte que ya está lista la cena, todos están en la mesa, ¿No quieres venir?
― No me siento de buen humor, tengo un dolor de cabeza impresionante. ― Se queja sobando su sien.
― ¿Estás seguro? ― No recibe respuesta y tuerce la boca. ― Entiendo que la desaparición de Gguk nos tiene a todos muy tensos, pero pasar tiempo con nosotros te haría bien. Has estado aislado desde hace días. ― Toma sus manos y lo mira a los ojos.
― Ahora realmente no me encuentro en condiciones, linda. ― Ella suspira, sabiendo que es imposible convencerlo de lo contrario. ― Pero prometo desayunar juntos, ¿Te parece bien? ― Ella alza las cejas y forma una tenue sonrisa en sus labios, asintiendo alegre.
― Me parece perfecto.
Azami se levanta con su sonrisa, susurra un "Te traeré luego la cena", y camina hasta salir de la habitación, dejando la puerta entreabierta.
Woong vuelve a quedar en completo silencio y, escuchando las voces de su familia de fondo, cae poco a poco en un sueño profundo, sin imaginar lo que vendría después. El reconfortante sonido de su familia cenando a la lejanía, con los cubiertos chocando contra los platos, y riendo por algún chiste inventado, pronto se transformó en una completa escena de terror.
Abre los ojos con absoluto terror cuando escucha el desgarrador grito de sus hijas, y el llanto de su esposa. Salta de su asiento, mientras escucha que los platos caen contra el piso y se rompen, terminando de acelerar su corazón con absoluto miedo. Rápidamente se dirige hasta la caja sobre la chimenea donde guarda su arma de fuego, y con esta en mano corre hacia el pasillo, mientras un fuerte "¡No!" se escucha proveniente de Azami.
La escena que lo espera al llegar le rompe el corazón en mil pedazos. Baja por completo la guardia. Su esposa está en el suelo, con un cuchillo contra su cuello siendo sujetada del cabello por un hombre en traje negro y pasamontañas, tan solo pudiendo ver sus ojos. Aguanta la respiración cuando ve en los ojos de Azami el absoluto terror, y abre sus labios para articular su nombre con voz temblorosa.
― W-woong...
Todo pasa en cámara lenta.
― Papá. ― Sunhye lo llama entre lágrimas desde el suelo temblando por el miedo. Las lunas de sus gafas rotas en el suelo, y con el cabello alborotado.
― ¡Cuidado! ― Escucha la advertencia de su esposa.
Pero no reacciona a tiempo, y uno de los hombres con pasamontañas lo golpea por detrás, con la empuñadura del arma. Su cuerpo cae inconsciente contra el suelo, con una herida abierta en la cabeza mientras su familia lo llama con desesperación.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro