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Capítulo 8- La propuesta.

Sus ojos se quedaron fijos en la pantalla, observando de más el nombre de aquel contacto. Extrañaba a Seungh-ah, había sido su compañero durante demasiados años, no era una inútil sin él, pero sentía parte de su vida vacía. Sabía que había cometido un error al acostarse con quien siempre fue su amigo, ella verdaderamente había creído que había más entre ellos que solo feromonas e instintos, pero fue la extraña mezcla del momento junto con los sentimientos de amistad de años que la hicieron confundirse, y el precio había sido demasiado alto. Dejó escapar un suspiro antes de pasar al siguiente contacto y marcar; si no podía hablar con Seungh-ah, al menos podría asegurarse de que estuviera bien.

—Me preguntaba cuándo llamarías —comentó Mujin al contestar la llamada, sonando calmado y tan amigable como siempre.

—Supongo que era de esperar que pudieras preverlo —repuso Dogyeom, acomodándose en el asiento de su oficina y girando hacia el gran ventanal que se encontraba a su espalda, no había estado prestando atención a los papeles de cualquier forma—. ¿Cómo está él?

—Está mejorando, es un proceso lento, pero al menos ya no se queja de ti todo el tiempo y solo se emborracho en tres ocasiones, todas bajo mi supervisión —explicó Mujin, Dogyeom alcanzó a escuchar como abría una puerta y luego volvía a cerrarla—. Ahora se encuentra leyendo un libro de finanzas, no sé qué le encontrará de entretenido, pero es una mejora considerable.

—Me alegra que estés allí para evitar que haga algo tonto —comentó Dogyeom, sintiendo culpa y tranquilidad a la vez. Seungh-ah lo estaba pasando mal, pero no estaba solo, en algún momento la superaría.

—Siempre quise evitar problemas para él, una lástima que no pude detener el daño que se hicieron.

—Yo misma me hice esto, y le hice esto a él —rebatió Dogyeom, apretando sus dedos sobre el celular, dejando salir su frustración consigo misma.

—Todos nos confundimos, todos cometemos errores, no te tortures por lo que pasó, Dogyeom. Seungh-ah no querría eso —las palabras de Mujin, medidas y pasivas, lograron traer calma dentro de Dogyeom, que veía alguna ligera luz de esperanza al fondo del pozo oscuro en el que ella misma se había metido.

—Llamaré de nuevo para saber de él en unos días, tengo trabajo que hacer ahora —anunció, girando nuevamente hacia el escritorio y notando que su mente se hallaba mucho más despejada en ese momento.

—Esperaré tu llamada y estaré al tanto para él, no te sobrecargues demasiado, no es bueno para la salud —dijo Mujin, haciendo que Dogyeom alcanzara a escuchar una sonrisa en su voz antes de colgar.

Dejó el celular a un lado y acomodó con sus dedos los mechones sueltos que caían de su moño perfectamente elaborado, ajustando el cuello de su camisa azul oscura mientras miraba con añoranza en derredor, extrañaba tener a Seungh-ah allí, pero entendía si él no quisiera verla más nunca. Pese a todo, Dogyeom lo que más deseaba era que él se recuperara. Dos toques en la puerta la sacaron de su ensimismamiento mental, haciéndola acomodarse adecuadamente en su asiento antes de aclarar su garganta.

—Adelante.

—Disculpe, señorita Park —dijo la secretaria, adentrándose en la oficina—. La señorita Kaif ya ha llegado.

—Díganle que pase —ordenó, viendo a su secretaria retirarse e incorporándose totalmente, saliendo de detrás de su escritorio, alisando su falda beige combinada con sus tacones altos y llevando sus dedos en un gesto nervioso hacia el collar de perlas que portaba ese día.

La puerta se abrió, mostrando la figura envuelta en amarillo que mostraba seguridad hasta en el más mínimo de sus gestos. Nirali usaba un traje de dos piezas de un tono claro que insinuaba inocencia, contrastando en total con su expresión salvaje y altanera, haciendo resaltar más su piel. Su rostro estaba enmarcado por los mechones ondulados que escapaban de la trenza de espigas que caía en un lateral y su maquillaje sencillo solo destacaba sus ojos verdosos. En algún momento a medida que avanzaba hacia Dogyeom, la rubia sintió como si toda ella orbitara alrededor de Nirali, no podía apartar la atención de la mujer ni así lo intentara, y eso era tan nuevo y refrescante como aterrador.

—Buenos días, señorita Park —saludó Nirali, no se inclinó hacia adelante ni tampoco extendió la mano y eso, aunque quizás fuera infantil, trajo cierta felicidad a Dogyeom, porque parecía un saludo más informal, como si el baile benéfico hubiera creado cierta confianza entre ambas.

—Me alegra verla de nuevo, señorita Kaif. Por favor, tome asiento —indicó, señalando hacia el sofá que había en una esquina y siguiéndola; no hablarían de nuevo con el escritorio de por medio, si Dogyeom podía lograr cualquier tipo de acercamiento entre ellas, lo intentaría.

—Espero que se acostumbre a verme, pasaré mucho tiempo aquí mientras este proyecto dura —comentó Nirali, sentándose y deslizando su mirada por el cuerpo de Dogyeom mientras esta se acomodaba en el sillón frente a ella.

—Eso no será difícil, y pensé que ya nos tratábamos de forma más amigable —comentó Dogyeom, cruzando las piernas e inclinándose hacia un lado, no perdiendo el momento en que los ojos de Nirali se desviaron de su rostro por apenas un instante.

—Estamos en el trabajo ahora —rebatió Nirali.

—Pues tomemos un momento y finjamos que no es así. ¿Cómo estás? —preguntó Dogyeom, dejando de lado el coqueteo que la caracterizaba y mostrando la preocupación genuina que se había quedado sembrada en ella desde aquella noche. Nirali respiró profundamente, soltando el aire lento mientras se relajaba contra el espaldar del sofá.

—Mejor —aseguró con firmeza—. Me ayudaste en ese momento y eso fue muy bueno para mí. Visité a mi terapeuta en una cita de emergencia algo cara, pero que valió totalmente la pena, y te puedo confirmar que ya estoy bien.

—Me alegra saberlo, me desesperó un poco no poder tener noticias tuyas después de cómo te vi esa noche —confesó Dogyeom, decidiendo guardar para sí misma el detalle de que había pagado para conseguir el número de Nirali, pero que había decidido no usarlo al final pues había pensado que la mujer podía tomárselo de mala manera.

—Lo cual me trae a otro asunto importante —comentó Nirali, jugando con sus dedos distraídamente antes de mirar a Dogyeom de la forma más sincera que había hecho, sin contar la mirada del balcón—, gracias por pagar en nombre de las Empresas M luego de mi partida. Mi jefe quedó complacido creyendo que ambas hicimos juntas la donación y se encuentra feliz, lo cual significa que yo conservo mi trabajo sin faltas y con un expediente limpio.

—Era lo menos que podía hacer por mi socia más reciente —respondió Dogyeom, restándole importancia. Lo cierto es que ella solo había pensado en ahorrarle problemas a Nirali.

—Igualmente, me gustaría poder agradecerte de alguna manera. Por ridículo que suene, considerando que podrías tener el mundo con solo chasquear los dedos, si hay algo que quieras y que yo pueda darte, quiero devolver el favor —explicó Nirali, sus ojos mostrando una transparencia tan similar a la de aquella noche que Dogyeom no pudo evitar evocar los recuerdos de la cercanía entre ellas, sintiendo sus manos picar ante la necesidad de tocarla. Cerró las manos discretamente en puños, fingió que no pasaba nada.

—Acepta una invitación a cenar, sin segundas intenciones, solo quiero conocerte mejor. Entiendo que podemos ser amigas al menos, ¿no? —propuso Dogyeom, sintiendo algo amargo subir por su garganta ante la palabra amigas, pero sabiendo que eso era lo mejor. Tenía que ir lento, no podía volver a cometer el mismo error que con Seungh-ah y confundir sus propios sentimientos.

—¿Sin segundas intenciones? —remarcó Nirali, alzando una ceja de forma acusatoria.

—Lo prometo —afirmó Dogyeom, levantando ambas manos en señal de paz mientras veía a Nirali sonreír quedamente.

—Está bien, una cena esta noche, invitas tú, el lugar lo buscas tú, todo lo que yo haré será presentarme y estar lo más dispuesta posible a conocernos mutuamente. Si luego de eso no quiero volver a verte, tendrás que respetarlo y de cualquier forma mi favor estará saldado. ¿Tenemos un trato? —negoció la mujer, estirando el brazo hacia Dogyeom de forma relajada.

—Lo tenemos —aseguró la rubia, tomando la mano de Nirali con la suya y sacudiendo firmemente, cerrando sus planes. Una sonrisa traviesa y con confianza brillando en el rostro de ambas.

—He de suponer que mi número de celular no le es desconocido, ¿me equivoco? —Nirali alzó una ceja y sonrió arrogante mientras miraba a Dogyeom, quien dejó escapar una sonrisa suave de culpabilidad, aunque era obvio que no se sentía culpable.

—No te equivocas, pero asumo que tú también tienes el mío —repuso Dogyeom, acomodándose en el asiento de forma relajada, controlando el curso de la conversación en la misma medida que Nirali. Era un juego peligroso que las dos sabían llevar bien.

—Envíame la dirección del sitio cuando lo tengas escogido, estaré allí —aseguró Nirali, adoptando una posición relajada sobre el sofá, mostrando la misma confianza que Dogyeom.

—Siempre puedo recogerte —sugirió la rubia, viendo la sonrisa retadora que adornó los labios de Nirali mientras ella la miraba a través de las pestañas oscuras.

—Mejor centrémonos en el trabajo.

El resto del día transcurrió entre conversaciones sobre los negocios que habían establecido con Go Corporation y las labores que Nirali desarrollaría durante su estancia en las Empresas Park, Dogyeom se presentó voluntaria para darle un recorrido por el recinto, algo que trajo sorpresa entre los trabajadores, pero que estos supieron disimular mientras les era presentada la señorita Nirali Kaif, quien llevaría a cabo labores importantes para el desarrollo de la empresa y a quien le deberían respeto y obediencia en la misma medida que a Dogyeom, según las palabras de la rubia. En el momento en que Dogyeom dejó a Nirali en su respectiva oficina, que estaba en la planta inmediatamente debajo de suya, sintió como si una parte de ella se enfriara.

No quería admitirlo enteramente, todavía tenía miedo después de lo que había pasado, pero Dogyeom no podía negar que su atracción hacia Nirali iba más allá de solo deseo. La mujer le intrigaba, la preocupaba, la desafiaba y en todo momento estar cerca de ella era como subir y bajar una montaña rusa, con instantes de tensión y paz entremezclándose hasta crear un mareo placentero que se mezclaba con el miedo a lo desconocido, con la sensación de caída libre. Pensando en todo eso, no fue una sorpresa para Dogyeom detenerse delante del espejo del baño de su oficina y encontrar sus mejillas sonrojadas y sus ojos brillantes, era extraño para ella verse así, no recordaba que le hubiera pasado antes, y, sin embargo, aquella mujer había logrado eso. Dogyeom sonrió.

Logró realizar su trabajo el resto del día sin inconvenientes, pese a que ya no tenía a Seungh-ah para ayudarla en muchas cosas y eso la había sobrecargado, Dogyeom siempre había sido una jefa eficiente y sabía esforzarse cuando debía. No obstante, el buen humor que la acompañaba sí era una nueva experiencia en su totalidad, especialmente después de que en el horario de almuerzo lograra hacer una reservación para la noche en uno de sus restaurantes favoritos, donde tendrían privacidad y seguridad de que nadie las estaría espiando, y el ambiente era lo suficientemente acogedor para mantener una conversación de amistad, o llevarla a una zona más romántica si se diera el caso.

Cuando el anochecer llegó y el horario de trabajo estuvo culminado, Dogyeom prácticamente saltó de su asiento, saliendo de la oficina velozmente y avanzando hacia su auto. Condujo por la ciudad al límite de velocidad, desesperada por llegar a su casa, donde se tomó su tiempo para darse un baño apropiado y luego arreglarse, colocándose un vestido azul, que se ajustaba como corsé a su torso y caía con corte lateral que dejaba ver su pierna derecha. Tomó los aretes largos de diamantes y acomodó su cabello con las ondas perfectamente marcadas antes de perfumarse y salir de la casa, enviando un mensaje al número de Nirali con la dirección.

Estaré allí en media hora.

El juego empezaba.

*************
Entonces, holi de nuevo, ahora viene un capítulo de desarrollo para la relación de estas dos imponentes mujeres.

¿Amistad? ¿Tentación? Habrá que probar a ver qué pasa, pero espero que hayan disfrutado este capítulo y que disfruten el siguiente que subí, porque después de estos empiezan a aparecer los problemas.

Quien advierte no traiciona 🤷🏻‍♀️😁.

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