Capítulo 5- La petición.
Dogyeom esperaba pacientemente en el restaurante, Mina le había pedido sus minutos del horario de almuerzo para estar juntas y, por algún motivo que Dogyeom desconocía, había accedido. «Porque eres imbécil» ese reclamo de su consciencia había permanecido vigente desde que había aceptado la invitación y a lo largo de toda su mañana de trabajo; la verdad era que Dogyeom sí era consciente de sus motivos: sus planes no habían cambiado y conocer a Mina profundamente, esperando que surgiera algo más, seguía estando dentro de sus proyectos, la ruptura de su relación profesional y de amistad con Seung-ah, y la aparente fascinación con una desconocida, no podían intervenir en eso.
—Buenas tardes, disculpa la demora —dijo Mina, alisando su vestido celeste de porte cortés y elegante, y tomando asiento delante de Dogyeom.
—Buenas tardes, y no te preocupes, comprendo que el tráfico a esta hora es terrible —concedió Dogyeom, viendo al camarero acercarse para dejar los menús—. Quiero el especial del chef para el almuerzo y un vino tinto, el de sugerencia.
—Yo también —se apresuró a decir Mina, devolviendo el menú y sonriendo ante la mirada curiosa de Dogyeom.
—Bueno, Mina, ¿algún motivo especial para pedir reunirnos? —preguntó Dogyeom, prestando total atención a Mina en ese momento.
—No es que tenga que tener un motivo para querer verte —negó Mina, callando mientras el camarero regresaba, abriendo la botella de vino para ellas y sirviendo las dos copas antes de retirarse—, pero esta vez sí es por algo.
—Tú dirás —indicó Dogyeom, dándole un trago a su copa.
—Hay un evento benéfico la semana que viene, es un baile que tendrá una subasta posterior; lo organizan unos conocidos y están invitados grandes líderes corporativos, tú invitación ha de llegar con la del resto de tu familia, pero yo quería invitarte personalmente, como mi cita —propuso Mina, esperando paciente la respuesta mientras desviaba la mirada, avergonzada.
—Entiendo —Dogyeom respiró profundo de forma moderada, escondiendo el gesto ante Mina; esto era lo que buscaba: más encuentros, mayor cercanía, los sentimientos podrían surgir más adelante, sí surgían—. Me parece excelente, iremos.
—Muchas gracias —Dogyeom podía ver la emoción de Mina, el brillo en sus ojos, la delicadeza de sus gestos cuando trajeron los platos, lo suave de su forma de comer, por algún motivo, estuvo decepcionada.
El resto del almuerzo se rodeó de una charla banal que tenía como objetivo profundizar en su relación interpersonal, pero Dogyeom tenía que admitir que apenas si prestaba atención, por suerte había aprendido desde pequeña a moderar sus gestos para que pareciera estar escuchando a sus acompañantes, aun si los ignoraba fervientemente; para cuando regresó a la casa familiar, por una necesaria charla con Dojun sobre Seung-ah, quien todavía seguía sin aparecer después de la conversación en su apartamento, Dogyeom se sentía más agotada de lo que había estado en mucho tiempo, incluso había cancelado las citas vespertinas por el intenso dolor de cabeza que tenía.
—Forzarte no te hará nada bien —comentó Dojun, alcanzándole una taza de té y sentándose frente a ella.
—El esfuerzo mata las excusas —rebatió ella, dándole un trago al té y sobándose las sienes con los dedos, ejerciendo presión para alivianar la tensión.
—Pero solo cuando es reconfortante el resultado —puntualizó él, ganándose una mirada abrazadora de su hermana.
—¿Qué estás insinuando? —preguntó ella de forma acusadora, viendo a su hermano tomar de su té antes de negar con la cabeza.
—¿No has tenido noticias de Seung-ah? —Dojun escogió voluntariamente ignorar la pregunta de su hermana y Dogyeom lo agradeció, podía notar que aquella conversación no llevaría a nada.
—No —negó ella, descansando la cabeza en su mano, apoyando el codo en el reposamanos del sillón.
—Dale más tiempo, lo necesita si estaba tan enamorado de ti —comentó él, su tranquilidad irritando a Dogyeom.
—Debí de haberlo notado antes —reclamó ella, una protesta contra su propia ingenuidad; nunca quiso hacerle daño, ella simplemente no sabía que él la quería.
—Entender los sentimientos humanos, de otros o propios, no es realmente tu fuerte, hermana —señaló Dojun, mirándola de forma compasiva, Dogyeom no tenía fuerzas ni para enojarse.
—Como sea, estoy demasiado confusa ahora y atareada gracias a mi secretaria incompetente, así que no tengo tiempo de andar lidiando con sentimientos humanos —rebatió ella, dejando su té a medias e incorporándose.
—¿Qué harás entonces? —preguntó Dojun, permaneciendo pacientemente sentado y viendo a Dogyeom alejarse hacia la puerta.
—Esperar a que aparezca, hasta entonces, dedicarme a lo mío —y con esa afirmación, Dogyeom se fue.
⚜
Estaba en su oficina terminando unos trámites, hacía tres días que la firma de los contratos se había efectuado, Nirali había estado viendo todo a través de un cristal espejo, y no se perdió el momento en que aquellos ojos dorados vagaron por la habitación buscándola, desde entonces la financiación de los proyectos había empezado, lo cual la había mantenido ocupada en todo momento. Dos toques en la puerta y la llamada de su secretaria la hicieron detener su lectura analítica.
—Adelante —accedió, viendo la puerta abrirse y a la joven de cabello cobrizo entrar.
—Perdone, señorita Kaif, el señor Mung manda a llamar por usted directo a su oficina —anunció la muchacha, inclinándose ligeramente en una disculpa por la interrupción.
—Entiendo, puedes ir tranquila Eun-ah, y ya te dije que puedes decirme Nirali, no tienes que tener tantas formalidades —explicó Nirali, acomodándose el blazer beige, a juego con el pantalón, al incorporarse y dirigirse fuera de la oficina.
—Es que no me acostumbro —dijo Eun-ah, avanzando con ella por los pasillos—. Iré a recoger los documentos de la oficina de Recursos humanos.
—Déjame saber si hay algún problema —pidió Nirali, despidiéndose de la chica y tomando el ascensor hacia la oficina del señor Mung, reacomodando el pequeño escote de su blusa blanca de tirantes que iba metida dentro del fajín del cinturón, haciéndola más recatada aun; no daría pie a ninguna habladuría.
—Señorita Kaif, el señor Mung la está esperando —avisó la secretaria del jefe, indicándole que siguiera directo a la oficina. Nirali no dudó ni por un momento, abriendo la puerta de forma discreta y adentrando la mitad de su cuerpo.
—Señorita Kaif, bienvenida, pase —dijo el señor Mung apenas la vio, poniéndose de pie para recibirla.
—Buenos días, señor, ¿sucede algo? —preguntó Nirali, permaneciendo de pie e intentando abreviar la conversación, ella realmente tenía revisiones que terminar que él después revisaría, y que iba a exigir en tiempo.
—No, solo quería extenderte una invitación —explicó el señor Mung, alcanzándole un sobre blanco y exhortándola a abrirlo, encontrando dentro una invitación con letras doradas para un baile y subasta benéficas—. Si bien el objetivo es honorable, su trasfondo es dar una pista segura para negociar abiertamente en un ambiente no legal. Yo estaré en América después de este viernes para terminar los arreglos de la sucursal que estuvimos hablando, como bien sabes, pero alguien debe ir para representar a la empresa.
—¿Usted desea que sea yo? —cuestionó Nirali, incrédula, mirándolo impactada.
—Nadie mejor que mi trabajadora más talentosa, has demostrado un talento inigualable para convencer a las personas, creo que es el medio ideal para ti. Que te vean, que sepan quién eres, ya ellos harán el resto solos —explicó el señor Mung, retomando su asiento—. Le pedí a mi esposa que estuviera atenta de enviar a nuestra modista para buscarte algo adecuado para el ambiente, pero que se acomode a tus gustos, ese gasto corre por mí.
—Señor, no podría aceptar semejante generosidad —rebatió ella, detestaba que le pagaran las cosas.
—Piénsalo así: si no te lo pago a ti y vas por nosotros, tendía que pagarlo para mis dos hijas, mi hijo mayor, mi mujer y yo, me es más económico de cualquier manera, y cuenta como uniforme de trabajo, pero igual te lo quedarías después —repuso él, desechando cualquier negativa que Nirali tuviera; ella verdaderamente consideró negarse, pero el razonamiento de su jefe no era equivocado, e igual iría representando a la empresa, no podía arriesgar la imagen.
—Entendido, gracias por la confianza, señor Mung —aceptó, una ligera inclinación mostrando su agradecimiento antes de que él le permitiera retirarse.
Mientras regresaba a su oficina, Nirali meditó todas las oportunidades que aquella fiesta podría conllevar: una buena imagen si se hacía una donación sustanciosa, contactos nuevos y bases para negocios gratificantes, era ciertamente una gran idea. Se dejó caer en el asiento sin gracia, su cuerpo empezaba a notar el cansancio de tanto estrés y trabajo encima, pero ella no podía y no iba a disminuir su ritmo, necesitaba seguir así para poder alcanzar su objetivo, así que, por el momento, no dejaría lo que hacía.
Cuatro horas de arduo trabajo después, el sonido de su teléfono con una notificación por parte de Byeol captó su atención, leyendo el mensaje donde la invitaba a un café helado y algo de comer; con solo leer la oferta, el estómago de Nirali le recordó que no comía nada desde el desayuno, haciéndola soltar un suspiro y enviando una confirmación antes de recoger sus pertenencias y salir de la oficina. Se despidió amablemente de Eun-ah y salió hacia el parqueo, montándose en su auto y conduciendo por veinte minutos antes de llegar a dónde su amiga la había invitado, una cafetería cerca del centro de la ciudad.
—¡Ya llegaste! —exclamó emocionada Byeol, lanzándose a abrazarla inmediatamente y atrayendo atención indeseada sobre ellas.
—Sí, sí, ya estoy aquí —dijo Nirali, dándole palmaditas en la espalda con su característica reticencia al contacto físico afectivo.
—Ven, estaba esperando por ti para ordenar algo —comentó la joven, tomándola de la mano y tirando de ella hacia una de las mesas—. ¿Qué vas a ordenar?
—Un frapuccino y un sándwich grande —respondió Nirali, hablando directamente con la camarera que se les había acercado.
—Yo quiero lo mismo, pero el sándwich mediano —indicó Byeol, esperando a que la camarera se fuera antes de darle un golpe en el dorso de la mano a Nirali, su mirada volviéndose severa—. Volviste a saltarte el almuerzo.
—Estaba ocupada —justificó Nirali vagamente, tomando su celular para buscar información sobre el baile benéfico—. ¿Qué sabes de esto? —preguntó, mostrándose la pantalla a Byeol y cambiando exitosamente de conversación.
—Será una gala con una subasta, donde la élite de las empresas andará rondándose para crear nuevos socios, está financiada por Industrias Lee —explicó Byeol, no perdiéndose la forma en que la piel de Nirali se erizaba ante su último comentario—. ¿Estás bien?
—Sí, solo no lo esperaba —aseguró Nirali, apagando su teléfono y centrándose en la comida que la camarera acababa de traer.
Durante un rato ambas se dedicaron a hablar sobre el día de Byeol, la cual estaba invitada al baile para que cubriera el evento para la revista principal, algo que a ella la emocionaba. Nirali compartía la felicidad de su amiga, dentro de su reservado carácter, asintiendo en los momentos correctos y sonriendo cuando Byeol se carcajeaba. Luego de una pequeña discusión sobre quién pagaba, que Nirali ganó con el argumento de “gano más que tú”, ambas se pusieron de pie, dispuestas a salir del local y tomar rumbo a sus casas.
—¿Nirali? —Byeol sintió a su amiga detenerse, su cuerpo tenso y expresión curiosa mientras sus ojos estaban fijos en un chico omega con gafas redondas que estaba dos mesas más allá, hablando con un alfa pelinegro—. ¿Lo conoces?
—¿Qué? No, solo… —Nirali respiró hondo, sintiendo ese característico olor llenar sus pulmones. «Huele como ella»
—¿Nirali? —insistió Byeol, sacándola de su ensimismamiento y atrayendo la atención del omega que Nirali miraba, haciendo que esta volteara rápidamente hacia su amiga.
—Nada, vamos —dijo, tomando el brazo de Byeol y saliendo apresuradamente de la cafetería.
«Debí de imaginarlo, e incluso sino fue así, eso no es mi problema» y mientras se alejaban, siguió repitiendo ese pensamiento, interiorizándolo profundamente hasta convencerse.
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Y allí lo tienen, por esta semana eso es todo, espero que les haya gustado y alcance sus expectativas.
Por favor, déjenme saber en un comentario qué opinan al respecto y nos leemos la semana que viene😊😊😊
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