Capítulo 1- El negocio.
Iba rumbo a la empresa, había decidido conducir ella en esta ocasión porque eso la ayudaba a no pensar. Sonaría extraño, porque lo era, pero Dogyeom en serio prefería mantenerse fuera de su mente tanto como se le posibilitara. Se había acostado con Seungh-ah, la primera vez había sido escandalosamente satisfactoria para sus sentidos, a tal punto que Dogyeom se creyó verdaderamente afectada a un nivel de sentimientos, pensando que quizás Seungh-ah fuera el indicado para sus planes. El problema vino luego de eso.
No tenía nada que ver con Moojin y su estúpida alfarería zalamera alrededor de Seungh-ah, sino, por el contrario, era precisamente la falta de emociones que su presencia causaba en ella lo que la hacía frustrarse. Se creyó enamorada, o a un inicio de estarlo, pero el tiempo fue pasando, los encuentros sexuales aumentaron, al igual que las pláticas menos profesionales, y de alguna forma, eso había tirado por la borda cualquier duda de sus carentes sentimientos. No amaba a Seungh-ah, no como debía, no como creyó, y esa realidad dolía.
Hubiera sido todo más sencillo si se pudiese enamorar de él, si simplemente eso que sintió aquella noche no hubiese desaparecido luego, pero había pasado y ahora, por primera vez, Dogyeom no sabía cómo enfrentar una situación involucrada a su vida romántica y sexual. Las cosas siempre habían sido simples y claras, pero había intimado con un amigo y trabajador suyo, eso arruinaba todo a la hora de decirle que lo que tenían debía de terminar. No era conocida por temer hacer las cosas, pero ella misma había creado falsas expectativas.
Era poco probable que Seungh-ah entendiera que no había sido a propósito, que ella misma se creyó enamorada por un momento, pero luego su mente había dejado de sentirse así y al final la realidad había pesado más. Con el recorrido anterior de amoríos que su secretario le conocía, iba a pensar que había sido un juego sucio de ella, aun cuando una de sus mayores características era siempre dejar las cosas claras desde el principio. Ese había sido el problema, ella no había establecido ningún límite exacto entre ellos y ahora no tenía cómo salir, a qué aferrarse.
Detuvo el auto en el parqueo y respiró hondo antes de tomar su bolso negro con toda la información importante para el día y salir. Avanzó por el parqueo como dueña del lugar, con aire regio e ignorando al mundo a su alrededor, como había hecho siempre, adentrándose en el edificio lujoso con el cordial saludo de sus porteros y yendo directamente al elevador. Cuando las puertas se cerraron, Dogyeom estudió su imagen unos instantes, disfrutando de sus pantalones oscuros holgados, altos por la cintura, la blusa beige y la chaqueta gris a cuadros grandes blancos que le daban un aire imponente de refinamiento, luciendo su altura con tacones sencillos de un color beige mate.
Acomodó su cabello suelto, pasando un mechón por detrás de su oreja izquierda, una manía nerviosa que normalmente tenía controlada, y salió pisando con firmeza cuando las puertas se abrieron. Sus ojos dieron primero con la recepcionista, que musitó el mismo saludo diario que ella apenas devolvía, y luego lo vio: vestido tan profesional como siempre, esperándola afuera de su oficina, una carpeta de documentos en su mano, su expresión concentrada y profesional. Él era todo lo que ella podía desear, y aun así no era suficiente para satisfacerla. Ese era el problema, la verdadera raíz de su frustración, que ella seguía teniendo hambre aun comiendo, por decirlo de una forma no vulgar.
—Buenos días —saludó Dogyeom, adelantándose al saludo matutino diario, pero evitando mirarlo directamente, tenía que tratar el tema, pero no en la oficina.
—Buenos días —dijo Seungh-ah, caminando rápidamente detrás de ella y adentrándose en la oficina.
—¿Tenemos todo listo para la firma del contrato en la reunión con Go Corporation? —preguntó Dogyeom, soltando en bolso al lado de su escritorio y sentándose.
—Los documentos están terminados, se enviaron copias al presidente y la junta de Go Corporation, solo falta que ellos den el visto bueno para la firma —explicó Seungh-ah, colocando delante de Dogyeom la carpeta con documentos y hablando mientras ella los analizaba.
—Haremos la reunión al final de la mañana, avísales que la adelantaremos, así evitamos inconvenientes —ordenó Dogyeom, leyendo los puntos del acuerdo y quedando complacida con el negocio.
Su concentración se vio interrumpida por el sonido del celular de Seungh-ah, quien rápidamente se excusó para atender, pues era su línea de trabajo. Durante lo que duró la llamada, Dogyeom se permitió observar a Seungh-ah, apreciar la manera en que su cuerpo vestía la ropa, sus gestos comedidos, sus rasgos suaves, y dentro de ella su sentido alfa gruñó ante la idea de que estaba tan jodida que ni aun así había logrado sentir nada duradero. «Al final tendré que ir con un terapeuta» pensó para sí misma.
—Tenemos un problema —afirmó Seungh-ah, colgando la llamada y mirándola aprensivamente. Dogyeom dejó de lado cualquier pensamiento referente a su vida personal de inmediato, centrándose solo en su secretario.
—¿Qué sucede? —preguntó preocupada, Seungh-ah no era dado a poner expresiones así de urgentes.
—La llamada de recién era la secretaria del señor Go Hyun-mo, mayor activista de Go Corporation. Al parecer les ha llegado en la mañana una contrapropuesta mucho más beneficiosa que la nuestra, ya han firmado. Perdimos el negocio —explicó Seungh-ah de forma lenta, con cierto recelo de lo que se venía.
La ira corrió líquida por su cuerpo en pocos segundos, cualquier turbación o duda desapareciendo, en su mente quedó solo la imperiosa necesidad de saber quién había osado a acercarse a la compañía que iba a negociar con la suya, más aun considerando que todos los medios de comunicación habían seguido las posibles negociaciones por más de una semana. Sus manos impactaron en la mesa en un golpe sordo, mientras todo su cuerpo se incorporaba de un movimiento fluido y rápido, Seungh-ah podía reconocer el enojo casi palpable que emanaba de ella.
—¿Quién demonios fue? —gruñó la pregunta entre dientes, soltando todo el aire de sus pulmones en un suspiro sin fuerzas cuando recibió la respuesta.
⚜
—Voy a admitirlo, Nirali, no pensé que eso fuera a funcionar —comentó Jung-wa, sirviendo un vaso de whiskey para ella y otro para sí mismo, regresando a su lado y ofreciéndole el contenido.
—Por supuesto que no lo pensaste —repuso ella, negando con la cabeza en dirección al vaso—. Estamos en horario de trabajo.
—Bien podrías relajarte un poco, hemos conseguido un negocio impresionante, el jefe estará contento —argumentó Jung-wa, sonriendo y haciendo que Nirali sintiera un escalofrío bajar por su espalda cuando vio todos sus dientes.
—Primero que todo: no conseguimos nada, yo lo conseguí; y segundo: me da igual, seguimos en horario de trabajo —afirmó ella, poniéndose de pie y alejándose de Jung-wa rápidamente, sus pasos silenciosos con los mocasines negros sobre la alfombra hicieron que el hombre la perdiera de vista un instante, cuando se giró para colocar el vaso rechazado en la vidriera.
—Ahora, Nirali, no puedes en serio esperar que el jefe crea que hiciste tú sola todo el trabajo —comentó él, con un aire casual que le restaba importancia al asunto—. Eres una omega y yo soy un alfa.
—¿Qué tiene que ver eso con nuestro rendimiento? —rebatió ella, apoyándose sobre el buró de la esquina mientras escaneaba la habitación, viendo la chaqueta negra con delicadas líneas blancas, que iba a juego con su pantalón de tiro alto semiholgado, en el sofá al lado de la puerta. Si quisiera correr, tendría que dejarla.
—Todos saben que los omegas no pueden superar a los alfas —aseguró Jung-wa con seguridad, una sonrisa sardónica en sus labios mientras avanzaba lentamente hacia ella—, pero siempre podemos llegar a un acuerdo que haga que yo contemple tu nombre mientras le explico al jefe cómo logramos cerrar el acuerdo.
—¿Un acuerdo de qué índole? —preguntó Nirali, su mano derecha cruzándose con la izquierda y subiendo con sus dedos a reacomodar el cuello de tortuga de su blusa negra oscura de mangas tres cuartos, mientras los dedos de su otra mano jugaban con los aros del cinturón de metal que ella traía.
—Digamos que… me gusta mucho tu piel color caramelo y me encantaría probar si es tan dulce como parece —respondió Jung-wa, estando delante de ella y usando un tono lujurioso que erizó los vellos del cuerpo de Nirali en el segundo en que sintió el aire mezclarse con el olor de las feromonas.
Ella no dijo nada, se limitó a permanecer estática mientras Jung-wa acunaba su rostro con sus manos, acercando sus labios a los de ella. El grito angustioso resonó firme contra las paredes, Jung-wa quedó arrodillado en el suelo, sosteniéndose sus partes íntimas mientras se retorcía de dolor; Nirali lo miró desde su altura, que no era mucha, pero mientras él la mirase desde el suelo, su metro con setenta centímetros se vería lo suficientemente imponente.
—¿Ustedes los alfas ven a una omega, emigrante de la India, y automáticamente lo primero que piensan es en todas las formas en que puedo chantajearla para que folle conmigo? ¿O esa asquerosidad solo la haces tú? —preguntó ella sarcásticamente, recogiendo su largo cabello castaño oscuro en una coleta baja y acercándose al ordenador que había sobre el escritorio— No desestimo el talento de algunos de ustedes, pero otros no son más que lacras que se creen la gran cosa por las feromonas que sueltan.
Nirali encendió la pantalla del ordenador, revelando la cámara que en todo momento había estado grabando. El video mostraba el acoso sexual de Jung-wa y la extorsión a la que quiso someterla con toda claridad. Nirali pasó toda la información para el dispositivo USB que traía en uno de sus bolsillos y luego subió el video a internet, poniéndolo a disponibilidad de quien quisiera verlo.
—Lo peor es que, en su mayoría, los que son como tú son predecibles y puedes saber cuándo, dónde y hasta cómo van a atacarte —continuó ella, acercándose a Jung-wa, que se encontraba sobre sus manos y rodillas intentando incorporarse—, pero espero que esta experiencia te dejase claro que nada es seguro, y que puede que la próxima vez que te encuentres a una omega bonita con ojos verdes, también sepa cómo ponerte en el lugar que te mereces. Escoria —Nirali avanzó hasta el sofá, tomando su chaqueta y colocándosela, soltándose el cabello nuevamente y tomando el ordenador consigo—. Buena suerte encontrando trabajo después de que el video se haga viral, necesitarás uno para pagar el abogado, te estoy demandando por acoso sexual en el trabajo y chantaje.
No dijo más nada, para cuando Jung-wa logró ponerse de pie, Nirali Kaif avanzaba por los pasillos de la empresa a paso firme y seguro, mirando al frente con posesión del lugar, sabiéndose el objetivo de todas las miradas en ese momento. «Un obstáculo menos» pensó, tachando de su lista mental al cretino que había querido “adiestrarla” desde el momento en que había llegado a la compañía hacía tres meses.
Tenía apenas veinticinco años, era omega y, para completar, era hindú, tenía todo lo que no le gustaba a los jefes coreanos: juventud y corta experiencia, emigrante y de la raza débil entre las castas de feromonas. Con todo en su contra, Nirali siempre había sabido demostrar su verdadero valor, enfrentándose a alfas arrogantes, estudiando el triple que sus compañeros, para tener la capacidad de aceptar los desafíos a los que siempre se enfrentaba, y demostrarles que ser emigrante no era equivalente a ser una lapa de la sociedad que la rodeaba, como mucho de ellos, aun siendo nacidos allí, sí eran.
Había conseguido el trabajo gracias a la recomendación de la empresa donde había hecho sus pasantías durante tres años de Universidad y luego había cursado en ella dos años y medio de trabajo crudo. Para su desfortuna, Roshan industries iba a hacer una fusión con una empresa japonesa y no podían permitirse mantenerla en su puesto de trabajo, por eso su jefe, agradecido por los años de servicio y ganancia, la propuso de inmediato para la vacante en las Empresas M, propiedad de Mung Min-oh, un viejo amigo que no negó el darle la oportunidad de demostrarle qué podía hacer.
Mientras su mano tocaba con seguridad la puerta de su jefe, su mente pensaba en todas las formas en que su futuro había cambiado con solo diez minutos, a partir de ese momento su verdadero talento sería innegable para todos, sabiendo que su prueba de fuego había sido superada, el trabajo era permanentemente suyo. Una sonrisa ladina se formó en sus labios.
—Adelante –dijo la voz masculina dentro. Nirali entró.
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Aquí está la presentación de personajes. A la diosa de Dogyeom ya la conocen, pero se muestra el contraste entre ella y Nirali, quien lo tiene más difícil al vivir en Corea considerando todas sus condiciones, y siendo omega.
Hay cosas que se irán revelando a medida que vayan leyendo, pero al menos ya tienen una idea de cómo es la personalidad de Nirali y cómo desarrollarían un intercambio ellas dos.
Ah, por último, yo nunca escojo los nombres al azar, siempre significan algo😉.
Dicho esto, bienvenidos a lo que yo llamo la Pequepinkypitufialdea, espero que les guste. Votar es opcional, si creen que lo merezco, háganlo, pero lo que sí pido es que comenten, aunque sea una sola vez, para dejarme saber qué opinan de lo que escribo, por favor. 💖💖💖💖.
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