"Celo"
Bien, definitivamente no podía faltar un escenario para esta cosa que resulta usada con tanta frecuencia como los calcetines que en este momento alguno de ustedes, queridos lectores, puede tener puestos en este momento.
Así es... hoy veremos la situación de la reproducción, hoy veremos un escenario relacionado con... el celo.
Uno de los escenarios que o toleras u odias, a menos que realmente te gusten por el simple hecho de que verás a la pareja haciendo el delicioso, dándose como caja, como cajón que no cierra, o quién sabe de qué otra forma le llama al acto de la reproducción. El punto es que simplemente es ese momento donde la calentura llega para quedarse por un muy, pero MUY largo rato.
Y ya para empezar con el escenario de hoy, comenzaremos a describir como un olor perteneciente a lo que se podía identificar como café con leche, llegó a ser percibido por nuestro ya conocido "A", cuando pasó por fuera del cuarto de su pareja.
—¿Puedo pasar? —preguntó respetando su espacio y privacidad, como toda persona que se le puede considerar decente lo haría.
—Seh, pasa —se escuchó por el otro lado de la puerta. Un tono casi somnoliento, incluso cansado. Parecía que el único esfuerzo que hacía, era para mantenerse despierto; y no para resistir la calentura que por alguna razón nadie podría controlar en alguna historia genética.
A los segundos, el alfa entró y encontró a su novio hecho bolita en una manta lo suficientemente grande como parecer un tamalito. El aroma de su pareja estaba llenando casi la mayoría del cuarto. Y ante ese hecho, "A", hizo lo siguiente... cubrirse la nariz, porque por muy agradable que sea el aroma a cafecito con leche, también rozaba lo asfixiante.
—¿Cómo te sientes? —preguntó el más bajo de los dos mientras se le acercaba, agachándose a la altura de la cama para acariciar la cabeza de nuestro tranquilo "O". Preguntar antes de hacer cualquier maldita tontería, era lo que todo "macho alfa, pecho lampiño", para colmo literalmente en esta ocasión, debería hacer.
—Podría estar mejor —respondió cerrando los ojitos mientras sacaba la cabeza de la manta—. Estos días son molestos.
—¿Por qué no tomaste tus supresores? —preguntó con dulzura, ahora cubriendo su nariz con la tela de sus mangas.
—A veces me aburre tomar tantas pastillas. No estoy de humor para salir hoy, así que no hay problema —dijo con tranquilidad. Mostrando que las veces en las que no se utilizaban los medicamentos, no necesariamente debía ser por el poder del guión, en donde hasta parecían eliminar la existencia de los inhibidores. En esta ocasión, fue nada más por decisión propia—. O al menos, no lo hubo hasta que recordé cómo se sentía esta cosa... —una decisión que resultó ser más molesta que otra cosa, quizás estúpida... ¡Pero propia de todos modos! Punto.
Y ante esa revelación, "A" soltó un suspiro, pensando en cómo ayudar a su novio. A los segundos, una muy buena idea cruzó por su mente. No pudo evitar sonreírle. Otra cosa que toda persona debería hacer...
—¿Te traigo algo de beber? Si necesitas algo, no dudes en decirme —comentó de inmediato. Mimar y cuidar a su pareja en momentos como esos era lo adecuado. ¿Qué más se podría hacer? ¿Coger?... era una posibilidad, pero ninguno de los dos parecía estar de ánimos para esos.
¿Qué? ¿Acaso es solamente la calentura del celo la que decide si uno está de ánimos para cojer? Hasta los animales en esos periodos de tiempo mandan a la chucha a cualquiera que trate de acercarse con intensiones reproductivas. ¿Ejemplo? La gata de la narradora, esa bolita de pelos te gruñe por solamente existir. ¡Y como en este caso, ambos son humanos, pues con mayor razón alguno de los dos puede decir "No gracias, no tengo ganas hoy. A mimir"! No es tan difícil de entender ¿Verdad? No, no lo es.
—Quiero algo dulce —respondió el omega con una sonrisa.— Y también tomar algo frío. No me quiero levantar, creo que me siento mal.
—¿Te parece un pastelito? ¿Qué tal uno de fresa? —propuso tranquilamente, sonriéndole aún con dulzura.
—Me conoces tan bien, cariño —dijo contento por aquella idea. El amaba el dulce, más si es que eran fresas, cerezas o cualquier fruto rojo. Allí un pequeño dato random de uno de nuestros protagonistas.
—Lo sé, amor —concordó antes de darle un beso en la cabeza y ponerse de pie para salir de la habitación y conseguirle su comida—, descansa.
—Gracias —y luego de eso, cayó en la almohada.
Bien, ya mucha dulzura por ahora. Demasiada.
Sorprendente que en lugar de hacer alguna burla hacia los clichés de cómo un par de personas perfectamente sensatas, perdían el control y no hacían el mínimo esfuerzo para pensar con la cabeza de arriba y no con la de abajo; nos enfocaramos en otra manera de pasar el celo, en lugar de solamente hacer el acto de la "foshación", "reproducción", el "delicioso". ¿Por qué no se puede ver esto más seguido? Es tierno ¿No? Ver cosas así es un cambio de aire.
Quizás a nadie len interese, pero bueno...ya vimos el celo de un omega aquí, ahora falta ver el de nuestro querido "A".
Un día normal, en el que el más tranquilo de la pareja, empezó a sentirse mareado y hasta con temperatura. Pudo ser un resfriado, gripa, fiebre solamente... ¡Pero tanto ustedes, como yo, sabemos que no es el caso!
—Maldición ¿Llegaba hoy? —preguntó sentado en el sofá, con su pareja a su lado; quien tuvo la suerte de estar como nuevo, luego de dos días.
—Eso parece —comentó acercándose para aspirar su aroma de una manera similar a la de un perrito que recién estaba conociendo a un humano. El dulce aroma de la cerezas lo hizo suspirar con satisfacción— ¿Quieres mimos? ¿Te traigo un supresor? —preguntó dispuesto a ayudarlo a pasar ese periodo tan desagradable de tiempo.
—Hmm... quiero ir a la cama —dijo cubriendo su rostro con su mano izquierda.
—Ahora te llevo —respondió el omega, aprovechando su musculatura para incluso cargar a su novio hasta su habitación. "A" parecía estar en mejores condiciones que cuando él estuvo en celo, pero eso no le detenía de tomarlo en sus brazos para ahorrarle un posible agotamiento.
Poco le tomó llevarlo a la camita, incluso llegó a acurrucarse junto a él por simplemente tener la gana de hacerlo. Con su pareja dejando ir un dulce aroma a cereza, no le molestaba la idea de quedarse acurrucado junto a él.
—Qué pena que llegara en mi día libre —se lamentó el alfa al ver que tendría que aguantar las altas temperaturas de su cuerpo por las próximas horas del día, quizás también por parte del día siguiente.
—Si fuera en días de trabajo, hubieras faltado con gusto ¿No? —comentó su novio sonriente.
—Sep. O me hubiera tomado la medicina cuando correspondía, sabes que odio esto —respondió abrazando al de cabello oscuro. Incluso soltando un suspiro.
—Lo sé, pero mira el lado bueno, es solamente un día —dijo dando palmaditas en su espalda— y si quieres, también te voy a consentir... ¿Tienes ganas de...?
—Nop, de eso no... no hoy. Me arde la cara, creo que estoy mareado y no se puede hacer a gusto —habló levantando la cabeza por un segundo, para luego volver a apoyarse en el pecho del omega.
—Hm... de todos modos, creo que ni hay preservativos —dijo ahora otro punto importante para mantener relaciones. Sin protección, no haría nada, independientemente de si llega a ser el activo o el pasivo. ¿Por qué mencionar esto? Solamente para recordar que son versátiles.— ¿Hay algo que me quieras pedir?
—Seguir aquí, y mimos. Muchos mimos—respondió antes de recibir un beso en la cabeza.
—Consideralo hecho —aseguró dándole un firme abrazo, disfrutando del aroma a cerezas.
Ya con eso estaría listo el tierno escenario de hoy.
Y si quieren saber su hicieron el acto de la procreación, pues seh. Lo hicieron luego de conseguir protección. ¿Contentos? Allí la intimidad de pareja, que en otros libros se describiría con lujo de detalles. Detalles que terminarían siendo los más puercos y apasionados posibles.
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