La carta
Hace mucho tiempo, en una tierra mística y poderosa, existió un reino, el cual era dirigido por un joven prodigio, que a muy corta edad había sido coronado como Rey.
Tras la muerte de sus padres, y con su abuelo enfermo, no le quedó de otra más que tomar el mando, pues era peligroso dejar a su gente sin un líder, sin la protección adecuada, el mal que siempre acechaba podría extinguir todo aquello que sus antepasados habían forjado.
Muchos se sintieron nerviosos e inseguros con aquella decisión, ¿pues qué podrían esperar de un chico que apenas había cumplido los 16 años?. Pero para su sorpresa aquel Rey demostró tener una gran audacia, un instinto prometedor, al igual que una inteligencia indomable.
Por desgracia para los habitantes, aquel rubio también había mostrado un lado peligroso, era caprichoso, cruel, poco paciente e infantil. Sin alguien que de verdad le pusiera límites claros, las personas debían tener cuidado con su lengua, porque en cualquier momento podrían perderla.
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En aquel mundo, existían 6 importantes dominios.
El más antiguo de todos era "Isonade" regido por un hombre de piel azul y aspecto de tiburón. Lo particular de ese reino es que se encontraba bajo el agua, y por supuesto sus habitantes poseían habilidades relacionadas con el mar.
El territorio más estable era "Karasu", dirigido por un joven de enormes ojos oscuros y ojeras pronunciadas. Su gente era capaz de manipular el fuego, trabajar con lava y brindarle a los turistas hermosos espectáculos con cristales.
Luego estaba el reino de "Reiu", era protegido por tres fuertes guerreros, que se rumoraba que habían sido guiados por gran y sabio maestro, qué les otorgó la el don de la sanación, que iba más allá de lo físico.
También estaba el dominio de "Kodoku", una nación que se centraba en la magia y la práctica del ilusionismo. Se corrían fuertes rumores de que los residentes de ese lugar habían podido darle vida a objetos. Lo más extraño de todo es que se desconocía por completo quién era el gobernante.
Por supuesto, el lugar con más riquezas, prosperidad y armamento, era el del joven Rey. Localizado en medio de grandes montañas, el reinado de "Zekkei", había sido el responsable de traer a las personas abundancia, riqueza y comodidad. Eran los únicos que tenían la habilidad de mover la tierra, trabajar en minas y moldear a su antojo el metal. Sin mencionar que gracias a la habilidad del rubio, eran capaces de distribuir los encargos por el aire.
Por último estaba la región de "Gebu", el país más pequeño, pero sin duda el más letal de todos. Cada rincón de ese sitio era terriblemente tóxico y mortal. Conformado por serpientes, entre otros animales venenosos, el lugar era casi intocable. Su dirigente, era un hombre maduro, con piel tan blanca como la nieve y ojos llamaban a la muerte.
Pero a pesar de sus claras diferencias, cada uno de esos brutales individuos, se las habían arreglado para que todos lograrán tener una convivencia pacífica. Esperando que así continuarán las cosas por muchos siglos. Sin saber que una fuerte tormenta desataría la ira en el corazón de los seres humanos, y todo comenzaría por una simple rebeldía.
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En un glorioso castillo, en la cima de la torre más alta, descansaba su majestad, rodeado de las más finas sábanas, en un cuarto lleno de muebles elegantes y cuadros llamativos.
Con algo de pereza, el chico de hermosos ojos azules se incorporó para notar que en la esquina de su dormitorio, se encontraba su fiel lacayo, el cual llevaba en las manos una toalla.
-¡Buenos días su alteza, Tobi se siente muy feliz de poder servirle esta mañana!- saludó un hombre alto, que portaba una extravagante máscara en la cara.
Deidara le dedicó una pequeña sonrisa antes de ponerse de pie.
-¿Mi baño ya está listo?, hm-
-Por supuesto que si, su majestad, Tobi personalmente se lo ha preparado, justo como le gusta, con sales y pétalos de rosa- el mayor se hizo a un lado, para que así pudiera escoltarlo.
Ambos caminaron con calma, hasta llegar a ese cuarto lleno de perfumes.
Sin ningún tipo de pudor, el rey que ya tenía 21 años, se despojó de su bata de seda, dejando su cuerpo expuesto.
Con cuidado entró a la tina, apoyando su espalda en el borde, disfrutando de la sensación en sus pies y de todos esos magníficos olores.
Tobi se colocó de rodillas, para tomar el cabello de su superior, y lavarlo con mucha delicadeza.
Deidara cerró los ojos satisfecho con las atenciones que le brindaba su sirviente.
Lo cierto era, que solo ese sujeto de personalidad infantil tenía derecho a acercarse tanto a él. Desde el momento que llegó arrastrándose a su reino casi muriendo, había despertado en él Rey una pequeña chispa de compasión, que con los años, se volvió aprecio y actualmente podría describirse como cariño.
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Una vez que el menor se cambió y alistó sus armas, paseo por los jardines de su propiedad, sólo para descubrir que en medio de sus preciadas flores, reposaba un chico de cabellera plateada y sonrisa torcida, el cual portaba el nombre de Hidan.
A simple vista no lo parecía, pero era el guardia más importante.
La relación entre ambos se dio cuando eran unos niños. A los oídos del pequeño rubio llegó una interesante noticia, y es que en un pequeño pueblo, un grupo de personas religiosas había experimentado por años hasta otorgarle a uno de los suyos la inmortalidad.
Deidara demandó a sus padres que le trajeran en persona a ese chico como un especie de obsequio y así pasó. A las pocas semanas, Hidan con apenas 14 años fue entregado al príncipe, como si de un juguete se tratase.
Aunque eso no molestó en lo absoluto al inmortal, ya que gracias al poder del rubio, este le había dado muchos privilegios y una gran vida dentro de ese palacio.
Con los años, se hicieron mejores amigos, después Deidara comenzó a verlo como un hermano, uno por el cual daría la vida, porque sabía que ese religioso mataría a quien fuera solo por verlo feliz.
El joven Rey agitó su cabeza regresando al tiempo actual, para posteriormente tirarle una fuerte patada a su guardián, justo en la cabeza.
-¡AHHHHHHH!, ¡ERES UN MALDITO HIJO DE PERRA!- gritó con fuerza el mayor sintiendo que un hilo de sangre recorría su cara.
-Deja de echar a perder mi vegetación, hm-
Y sin aviso, el fanático se le fue encima al chico, haciendo que ambos rodarán por el césped. A los pocos minutos los forcejeos y gritos, se volvieron risas y diversión.
Hidan era el único en toda la tierra que se atrevía a retar a su alteza sin temor a ser ejecutado. Además de que sería una simple pérdida de tiempo, era consciente de que había entrado en la lista de las posesiones más valiosas del Rey.
Al terminar su pequeña disputa, ambos recorrieron los amplios corredores, en donde cada individuo que pasaba, se inclinaba hacia ellos, como símbolo de respeto.
Pero en medio del camino se toparon con los consejeros, unos gemelos que habían sido maldecidos y marginados por la sociedad, cerca del Reino de fuego.
Otros fenómenos que Deidara añadió a su colección.
-Equipo Zetsu, ¿qué los trae por aquí?, hm-
-Lo hemos estado buscando por todas partes mi señor- dijo Shiro cargando algunos papeles.
-¿De verdad?, díganme que no es algo tan urgente, porque ya casi es hora de tomar el té, hm- comentó el menor, recordando que ese día servirían tarta de fresa.
-Me temo que sí majestad, llegó una carta desde el reino de "Kodoku"- Kuro le extendió el papel a su superior.
El ruido y el platinado intercambiaron miradas, claramente confundidos, ¿por qué el líder más ermitaño tendría la necesidad de darle un mensaje?.
Deidara se dispuso a leer el recado, quedando en shock.
-Dice que quiere hacernos una visita, hm-
Aquí les traigo el capitulo nwn ❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️❤️✨️✨️❤️✨️❤️✨️ espero les guste.
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