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𝕆𝕔𝕙𝕠

Capítulo 8
Hasta aquí llegamos

A primera hora de la mañana, el detective Son fue a la casa de Bang SolAh, no podía esperar por la orden para detenerla, no podía seguir perdiendo el tiempo cuando la vida de una persona podía estar en peligro, aquel caso del incendio en casa de la familia Bang había sido extraño, SolAh fue la única en sobrevivir, sus exámenes psicológicos indicaban que no era normal como el resto, la pequeña tenía ciertas dificultades para expresar emociones, tenía cierta disociación en ellas, lo malo era bueno y lo bueno tenía que ser agresivo para que le gustara. El detective Son había revisado más a fondo sobre ella encontrando parte de esos diagnósticos, ahora que SolAh era adulta todos esos tratamientos habían quedado en el olvido.

Los rumores entre los policías sobre el caso muchas veces fueron que ella misma asesinó a sus padres antes de producir el incendio teniendo sólo ocho años. La pareja había muerto de sobredosis, consiguieron las inyecciones, al parecer consumir droga era cotidiano en ambos, el incendio fue inexplicable hasta la fecha. ¿Una niña podía provocar todo eso?

—¿Señorita Bang?—tocó la puerta cuando el timbre ya no era suficiente. Nadie respondía, al ser una de las casas más retirada en el vecindario decidió rodearla intentando mirar por las ventanas. Adentro estaba oscuro, lo que alcanzaba ver era por la luz del exterior—Creo que no está en casa—su suerte cambió cuando una de las ventanas se encontraba abierta.

Siguiendo su instinto de policía entró a ella recordando perfectamente el incendio. Era irónico que esa chica viviera en la casa donde sus padres perdieron la vida, cuando el detective fue con su compañero hace dos semanas los vecinos se negaron a hablar sobre ella. Parecían temerle. Habían algunas cosas en la cocina como ingredientes, tazas, vasos, evidencia de que los usaba. Miró las escaleras decidiendo subir, sabía que se metía en problemas haciendo eso.

La madera crujía un poco al caminar por el corto pasillo, habían dos habitaciones que tenían sus baños propios. Un cuarto se encontraba vacío con algunas cajas, en el baño de esa habitación había un botiquín lleno de fármacos, jeringas y agujas esterilizadas. JooHyuk reconoció el nombre de algunos contenidos en esos pequeños frascos, eran sedantes.

La puerta de la otra habitación estaba abierta, allí pudo ver las sogas en la cama junto a una cadena en el suelo. La bandeja en la mesa de noche tenía comida intacta, como si nadie la hubiera tocado. El armario estaba lleno de ropa de hombre, el baño se encontraba con la bañera llena de agua, todo apuntaba a algo malo, sin perder el tiempo marcó el número a la comisaría.

Estaba seguro que Bang SolAh tenía secuestrado a Jeon JungKook.

—¿Seguro que se pondrá bien?—preguntó la pelinegra más que preocupada. Había llevado a JungKook a un doctor que conocía que trabajaba con medicina natural, solía recibir a los enfermos en su casa. Tuvo que subir al idol al auto con dificultades, era muy pesado.

—Este muchacho necesita alimentarse como debe, está muy deshidratado, cuando el cuerpo baja sus defensas es más propenso a enfermarse de cualquier cosa—el hombre era un anciano que tenía experiencia en el efecto de las hierbas. Vivía a una hora del pueblo, la tecnología no era lo suyo, lo que necesitaba lo plantaba en su casa en medio del campo siendo más efectivo según él, SolAh sabía que no reconocería a JungKook—Por ahora bajaremos la fiebre, cuando despierte no dudes en avisarme.

—Gracias, doctor.

El hombre salió de la habitación dejándolos solos. SolAh bajó más las mangas del chico cubriendo sus muñecas maltratadas, se sentía tan terrible de verlo enfermo, por su culpa estaba así, ¿Acaso no podía cuidar de nadie porque terminaba arruinándolo?, recogió el pañuelo de la frente del chico, lo sumergió en el bol de agua y al exprimirlo con sus manos volvió a colocárselo. JungKook estaba acostado sobre algunas colchonetas en el suelo, una manta cubría su cuerpo dejando sus brazos por fuera a ambos costados de él.

—JungKookie, debes despertar, ¿Sí?—susurró esperando que la escuchara—Si no despiertas las cosas serán peores para ambos, despierta por mí, ¿Sí?

Como era de esperarse, no tuvo respuesta alguna.

JungKook despertó totalmente desorientado, se sentía mareado además de débil, miró aquella habitación distinguiendo a SolAh dormida con la cabeza recostada de la pared. El muchacho notó que podía moverse, no estaba atado, ¡Podía escapar!, debía hacerlo sin importar lo mal que se sintiera. Hizo un enforme esfuerzo para levantarse del suelo, se tambaleó un poco con algunos mareos, dejó el pañuelo de su frente sobre la almohada teniendo cuidado al caminar junto a la pelinegra, deslizó aquella puerta a un lado saliendo a un jardín que desconocía por completo. ¿Dónde estaba?

—Veo que despertaste—un anciano se dirigió a él—Todavía te ves mal, muchacho.

—¿Dónde estoy?, ¿Quién es usted?, no, olvídelo, ¿Tiene un teléfono?—se vio muy aterrado—Tiene que llamar a la policía ahora, por favor.

—Tengo un teléfono algo viejo...

—No importa, ¿Dónde está?

El hombre lo llevó a la sala sin comprender todavía. JungKook sentía su corazón latiendo rápido y podía jurar que su fiebre se había disparado de nuevo, el anciano le trajo un teléfono viejo que servía sólo para llamadas o mensajes. Sus manos temblorosas marcaron el número de emergencias mirando hacia la puerta cada segundo, se sentía mal, pero la adrenalina lo motivaba a ser rápido.

Las palabras salieron rápido de la boca del idol, apenas se entendió el mismo, no sabía la dirección por lo cual el anciano se la dio. Unos toques a la puerta le hicieron levantarse del mueble, en cuanto la mujer del otro lado de la línea le pidió no colgar la puerta fue deslizada a un lado. JungKook se escondió detrás del sofá. SolAh encontró al doctor allí mostrándose algo preocupada.

—¿Ha visto al chico que traje?—preguntó.

—¿Oh?, no, ¿No se supone que dormía en la habitación?—fingió no saber caminando hacia ella. Conocía a SolAh por algunas veces que iba a verlo cuando se sentía enferma, si ese muchacho estaba tan asustado era por algo, ¿Cómo escuchó que se llamaba?, ¿Jeon JungKook?, ¿No era uno de esos idols famosos que solía escuchar incluso en sus clientes?

—No está. ¿Seguro que no lo vio, doctor?

JungKook cubrió su boca con su mano, estaba teniendo las ganas de vomitar. Tantas emociones juntas no lo ayudarían en ese momento. SolAh miró el sofá levantando una de sus cejas, ¿Había alguien allí atrás?

—Aquí no hay nadie, muchacha, ¿Por qué no vas a buscarlo?, no es bueno que ande solo y enfermo—la llevó a la puerta saliendo con ella. JungKook salió de su escóndite incorporándose, terminó vomitando nada ya que no había nada en su estómago, las arcadas eran desagradables. Limpió su boca con la manga de su camisa, sólo había salido saliva de su boca, la puerta se deslizó siendo abierta de nueva. SolAh sonrió de lado teniendo un fierro en su mano, apuntó a JungKook con éste.

—¿Qué crees que estás haciendo, JungKookie?, estás enfermo, debes descansar.

—Aléjate de mí—su mano se aferró al teléfono que seguía con la llamada activa.

—Vamos, tenemos que irnos a casa.

—No iré contigo a ningún lado, estás loca.

—Claro que sí, loca por ti, ¿Cuántas veces debes escucharlo?—avanzó peligrosamente. JungKook rodeó el sofá y acercó el teléfono a su oreja.

—Por favor, deben venir rápido.

—La llamada ha sido registrada. La policía va inmediatamente allí, señor Jeon.

SolAh intentó golpearlo con el fierro. Al esquivarlo el teléfono cayó al suelo, JungKook la detuvo, sostuvo el fierro arrebatándoselo de las manos. Lo arrojó lejos y la empujó hacia el mueble teniendo más fuerza que ella incluso enfermo. Corrió a la puerta tropezando con el anciano inconsciente en el suelo.

—¿Ahjussi?—movió sus hombros.

—¡JungKookie!

El chico corrió hacia el auto que estaba frente a la casa. El auto de SolAh. Sintió angustia cuando las estúpidas puertas no se abrieron al estar selladas. Se preparó para correr incluso sin fuerzas, la idea se vino abajo cuando un disparo se escuchó tomándole desprevenido. No estaba herido, al mirar a SolAh ésta sostenía un arma en su mano apuntándolo específicamente.

Había llegado al límite.

Antepenúltimo capítulo

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