III
— dijiste que estaríamos un pequeño rato y ya llevamos cuatro horas acá.
— ¡es genial! me estoy divirtiendo como nunca,
¿no te parece divertido estar acá?
— mi dolor de pies no dice lo mismo.
— hanbin, por eso debes salir más seguido, tu condición física apesta.
— gracias por darte cuenta, no sabes cuanto anhelaba que alguien lo diga.
— ¿por qué te pone feliz eso?
— era irónico matthew, sarcástico, bromeaba.
— mhm, ¿podemos ir al pulpo?
— bueno, ese no luce tan mal.
y no lo hacía, solo era un juego que se elevaba unos cuantos metros mientras giraba al aire, por lo menos no te ponía de cabeza.
agradecido con el de abajo, ¿o era arriba?
— no debí subir a ese juego, me siento tan mareado.
— te pasa por querer subirte a todos los juegos después de comer.
— no es broma, hanbin. creo que se me bajó la presión.
y si, el aspecto de mi amigo daba mucho de que hablar, porque su piel ya es clara y ahora era más pálido que un muerto.
— ya se te pasará, te lo...-
— ¡ni se te ocurra decirlo, sung hanbin!
— te lo dije.
ambos nos mirábamos con los ojos entrecerrados, como perros y gatos, como batman y el wason, como dos sheriff's frente a frente dispuestos a irse a las armas.
— sólo quería divertirme, pero siento que me desmayaré.
— de acuerdo, espera acá sentado, iré a comprarte un dulce.
podré ser tonto pero soy astuto, y el azúcar te ayuda en estos casos.
vaya hanbin, que inteligente eres.
por cierto, mi consciencia y yo somos amigos, él me ama y yo lo amo a él, no estoy seguro de si cuenta como amor propio porque mi consciencia parece otra persona y siempre me llena de cumplidos. me caso con mi consciencia.
cuando llegué al puesto de los dulces, compré dos paletas, porque yo no me iba a quedar sentado viendo como matthew disfruta de un dulcesito. no señores.
también compré un agua, porque la salud también importa.
broma. tenía sed.
— toma, esto te ayudará.
le dí aquella paleta, sabor fresa por cierto, mientras él la agarraba y se la metía a la boca como un niño pequeño.
sonreí, sin darme cuenta lo hice.
— hubiera sido vergonzoso que salgas con el chico que te gusta y te pase esto. tienes suerte de que yo te acompañe.
— umm, ¿doy vergüenza?
— no, bueno ahora un poco, tu aspecto luce demacrado parece que no duermes desde hace semanas, que digo semanas, meses, años.
— ¡ya entendí! luzco fatal, asusto, si me acerco así a alguien saldrá corriendo de lo espantoso que soy.
ups. tal vez exageré un poco.
— noo, para nada, sigues luciendo tierno, demacrado, pero tierno.
— no arreglas nada, ¿lo sabes?
suspiré, uno tratando de ser amable, se dice gracias maldita cerda malagradecida. bueno no, el no es un cerdito, pulga malagradecida, si, queda perfecto.
— lo intento, deberías agradecerme por intentarlo.
— lamento ser yo el que te informe que solo empeoras las cosas, ¿tan mal me veo?
— matthew, ya te dije que te ves bien, además ya no estás tan demacrado, sólo sonríe, eso te hará ver más lindo.
— no quiero, ahora estoy indignado. no,
¿sabes? estoy molesto, enfadado, rabioso, furioso y airado.
vaya, muchos sinónimos en una sola oración.
— cállate... cállate y bésame.
bromeo. siempre bromeo, soy un bromista, me graduaré como el mejor bromista.
— ¿besarte? bueno.
— era brom...-
¡LO HIZO!
adiós a la sociedad, me perdí, me fui, desaparecí, me extravié. no existo más.
porque la pulga esa se había sacado el dulce para agarrarme las mejillas y besarme.
besarme.
a mí.
beso. muak.
su boca y la mía juntas.
¿ENTIENDEN?
no fue malo hey, sus labios sabían a fresa, pero eso no quita el hecho de que me besó. lo voy a denunciar por violación al espacio personal.
y cuando se separó se veía feliz nuevamente, como si no se hubiera enojado hace menos de dos minutos, yo solo quería que me entierren vivo.
— ¡me besaste!
— ¡tú me dijiste que lo haga!
— ¡matthew! ¡era sarcasmo!
— oh...
oh. ¿oh? a qué se refería con "oh"
— no puede ser, ¡me has besado!
—¿tan malo fue el beso?
¿fue malo? no lo sé, en realidad, no sentí ningún tipo de asco o repugnancia, mi interior parecía estar feliz con ello.
— bueno, no... no fue malo, fue lindo pero...-
— si te gustó, entonces no te sigas quejando o... umm, si no ¡volveré a hacerlo!
ya sé que te gusto, pero disimula un poco.
bromeo.
o tal vez... ¿seré yo?
lo dudo, yo solo soy su lamentable amigo al que le tiró una libreta.
— eh, jum.. ¿nos vamos?
— ¡no! tenemos que ir a la rueda de la fortuna.
la rueda de la fortuna, ese juego lleno de parejas cursis y melosas que se besaban cuando estaban en la cima como si fuera lo más hermoso que harán en su tiempo de relación.
— me niego.
— bin, tenemos que ir, ese lugar es lindo.
— ¿y luego? ¿vas a querer que juegue cualquier cosa para darte un peluche?
— ¡cómo no se me había ocurrido! eso es...
¡maravilloso!
¿lo es? Porque en mi mente eso suena tonto.
— ¿puedes regalarme un peluche?
y ahí estaban esos ojos brillando mientras me miraba con la esperanza de que acepte.
— bueno, en el centro hay muchas tiendas de peluches, puedo comprarte uno.
y la ilusión de sus ojos se esfumó.
— no, hanbin, tiene que ser de acá, como un recuerdo.
—¡claro! recuerdo del día donde casi nos desmayamos y vomitamos, que lindo.
— hanbin, hablo enserio. aunque sea uno pequeño, por favor~
— bien, tú ganas, pero será el que yo quiera.
lo fue, un peluche de vaca, porque era el más lindo, quedaba un cerdo y un intento de pollo deforme, más deforme que mi vida social, ahora no bromeo, o tal vez si.
felicidad de matthew = hanbin feliz.
hanbin feliz = día feliz
la fórmula más simple que hallar x en la ecuación.
— bin, hay que ponerle nombre a la vaca.
por un demonio, lo que faltaba.
— ¿a poco se le ponen nombres?
— claro, yo tengo dos, se llaman fuego y pico.
fueron regalos de cuando era pequeño, fuego es un peluche de llama, del animal, es raro que se llame fuego ¿no crees? pero en realidad creo que es lo único que pude pensar al escuchar llama, ya sabes del fuego provienen llamas de calor, ¿entiendes?
— eso creo, y ¿quién es pico?
— pico es un pato, es más fácil entender porqué se llama así. ¿cómo se llamará nuestra vaquita?
— no lo sé, mi perro se llama bisco y yo le quería poner guau-guau, si por mi fuera se llamaría muu.
— uh, entonces puede llamarse muu.
si ustedes pudieran ver su carita de felicidad mientras sostenía ese peluche, entenderían porqué acepto todo lo que me proponga para verlo de esa forma.
un silencio se formó entre nosotros, no era incómodo, matthew parecía estar pensando, yo solo tenía ganas de llegar a mi casa y dormir.
— matt... ¿ya nos podemos ir?
— no, espera. te dije que debíamos ir a la rueda. andale, será el último y nos iremos.
— ¿lo prometes? porque si bajamos de esa cosa y me dices que quieres subir a otro, te golpearé.
— bien, lo prometo.
— wow, bin, se puede ver toda la manzana desde acá.
— tengo sueño.
— ¿no puedes simplemente disfrutar de este juego conmigo?
— va tan lento, que me da sueño.
no bromeo. encima estaba sentado y el dolor de mis piernas no ayudaban, yo necesito dormir 15 horas diarias y hoy sólo dormí 9, quiero hibernar como oso.
— además hay muchas parejas acá, ve la del frente se están comiendo.
— bueno... creo que para eso se sube acá.
pienso, tal vez la persona que creo este juego lo hizo con el fin de que las personas puedan ver y disfrutar las vistas desde lo alto, como para que venga algún idiota a convertirlo en el juego de las parejas más cursis del mundo.
— no, matthew, míranos, nosotros si estamos respetando nuestro espacio y no como ellos,
¿entiendes?
— eso es porque no somos pareja.
panic. ¿qué respondo?
a) quedarme callado
b) no decir nada
c) pretender que no escuché
d) sarcasmo para aliviar el ambiente
¿qué? no, la a, b y c no son lo mismo, lean bien,
¿la d? bueno.
— ¿vas a decir que te gusto y me vas a besar?
un sueño.
momento, momento, momento. ¿le acabo de decir eso a seok matthew? ¿mi torpe, tierno y adorable amigo que no entiende el sarcasmo y lo toma literal?
CUANDO SE DETIENE ESTA COSA.
pensemos, si esta cosa mide como muchos metros y nosotros estamos a una altura de seis, ¿cuántas probabilidades hay de que sobreviva?
matthew me compara con un gato, caeré de pie, ya fue la vida es una.
— pues. me gustas, sí, y estaba esperando a que digas algo de ese tipo porque hanbin ya me cansé.
¿se cansó? si, yo me cansé desde hace dos horas, genio.
— me cansé de fingir no entender tu sarcasmo, no lo entendía al principio pero ahora lo hago.
y ya no puedo seguir actuando como un tonto solo para seguir estando cerca de ti ¿comprendes?
¿ME ENTENDÍA? que momento más gay, nunca tuve un pánico como el que tengo en este momento.
— ¿entonces sí puedo besarte?
oh shit, here we going again.
a) lanzarme del juego
b) decirle que sí
c) ignorarlo rotundamente
d) la opción b
¿cuál ganará?
recuerdo haber visto en una serie que la b siempre es la respuesta. y si, la b siempre es la respuesta.
pero no pude hablar, abría mi boca y la volvía a cerrar, como pez fuera del agua, sintiendo un poco, mucho, dolor al ver como la pulga a mi lado dejaba de mirarme, y hasta parecía querer llorar, porque su labio se había abultado y estaba temblando.
y cuando estaba más decidido a hablar, el juego se detuvo, y si antes hubiera querido salir corriendo, ahora sólo quería volver a pagar ese boleto y subir nuevamente, con matthew.
matthew, él había salido primero y parecía tener prisa.
— ¡hanbin, apúrate!
lo miré y comencé a seguirle el paso, su mirada aún evitaba la mía y había un ambiente incómodo entre ambos.
— ¿te digo algo? olvida lo que dije, tómalo como una broma o no pienses en ello. sabía que no tenía probabilidades de que correspondas, porque mírame, soy patético a tu lado y...-
— bésame.
no es posible, lo dije. LO DIJE, la mayoría me dijo que no podía, me subestimaron, de mi se burlaron, etc.
— ¿qué?
— lo que escuchaste, bésame, ¿no era eso lo que querías?
— si es por lástima, déjame decirte que...-
— ¡maldición matthew!, sólo bésame ¿quieres?
no crean que estoy desesperado, no para nada.
y si antes me sentía un pez fuera del agua ahora me siento como un pez en el agua.
porque matthew lo hizo, me besó. incuso pude sentir como sonreía a pesar de tener los ojos cerrados, podía imaginarme esa bella sonrisa besándome.
un sueño para todos, una realidad para mí.
y me sentí el maldito más suertudo cuando sentí como una de sus manos agarraba la mía, envídienme, todos envidienme.
¿han visto esas películas clichés donde al besarse salen fuegos artificiales? en este caso no salieron, pero podía sentirlos en mi interior explotando uno trás otro.
oh, ¿esas eran las dichosas mariposas? porque eran un poco molestas, no me juzguen, parecía que mi comida estaba girando en mi interior, o tal vez si era eso. no lo sé, no soy psíquico.
y cuando dejó de besarme, quería repetirlo, porque su rostro aún seguía cerca del mío, pero se sentía tan lejano.
su respirar golpeaba mi rostro, y cuando abrí los ojos estaba él y su sonrisa.
su maldita sonrisa.
la sonrisa que permitió que tolerara todo ese tiempo a su lado, la que me mantuvo a su lado cinco largos años.
esa sonrisa que hacía que no pueda enojarme con él o mandarlo al caño, que lograba convencerme una y otra vez para realizar locuras a su lado.
al lado de matthew, la pulga, mi pulga.
¿y sabes qué? somos el piojo y la pulga, y sí, nos vamos a casar. sólo entran los que llevan regalo.
— hanbin, me gustas.
3312! TENEMOS UN 3312!
si mis neuronas eran como personas, podía asegurar que debían estar corriendo de aquí para allá, mi corazón dando brincos, mi estómago girando y mi cerebro dando vueltas.
— ¿podrías corresponder mis sentimientos?
sí, acepto. claro, por supuesto, afirmativo, obviamente sí, sí y mil veces sí.
— ¿hanbin?
— matthew, si te digo que me gustas... ¿nos casaremos?
y escuché su risa, su maldita risa, junto a sus ojitos entrecerrados. tenía la necesidad de agarrar su carita y llenarlo de besos, ustedes no lo entenderían, o tal vez sí.
— me gustaría que primero seas mi novio, aunque casarnos no suena mal.
¿alguna vez quisieron pegarse un tiro? pero en buena onda, ese momento feliz en el cuál no sabes como reaccionar y lo único que piensas es en una bala traspasando tu cabeza, de la emoción claro.
bueno, así me sentía.
— en ese caso, me gustas.
bromeo. digo, es broma pero si no quieres no es broma, brinco brinco.
¡cierto! volvió a besarme.
ahora sí lloren, porque esa pulga enana con cabello de chocolate era mía, de mi propiedad, mí amigo, mi acompañante, mi novio y futuro esposo, claro que sí.
ahora mis piernas ya no dolían, es más, mientras caminaba a su lado, con su mano sujetada a la mía, sentía como si caminara en acogedoras nubes o en un colchón muy suave.
y ese, ese es el efecto matthew.
parece que después de todo era bueno ser sarcástico.
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