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Veggeta era él acompañante terapéutico de Quackity, estaba con él cinco días a la semana, unas cuatro horas, el joven era muy amoroso, y le encantaba su trabajo, también le gustaba hablar al respecto y Luzu aprovechó eso para saber más de Quackity y de su condición
- Quackity...¿Él será así toda su vida? ¿Todo el tiempo?- le preguntó un día, estaban en un parque, habían salido a una caminata, sólo ellos tres, y estaban descansando un poco, Quackity estaba en su mundo, como de costumbre, y hacía un rato se había metido en medio de un partido de fútbol y tuvieron que apartarlo antes de que lo golpearan con la pelota sin querer, el pequeño joven no se había dado cuenta de nada.
Veggeta suspiró, se ajustó un poco su moñito que mantenía apartado a su largo cabello pelinegro.
- Espero que no, sinceramente, él es muy disperso, y ya tiene dieciséis, esta grande, debería estar al menos un poco mejor, para que la cosas sean más fáciles...Ya casi es un adulto.
- Porqué si él sigue así va a necesitar de alguien que lo cuide toda su vida- comentó Luzu.
- Ni siquiera mira la calle antes de cruzar, moriría sin alguien qué lo vigile todo el tiempo.
El chico asintió.
- Sí, pero él es muy difícil, es díficil de tratar...No se ha conectado con el mundo y creo que es por qué nada del exterior le interesa, no tiene ninguna razón para estar fuera de si mismo.
-¿No es porqué le da mucho miedo? Es por eso que no se relaciona.
>> Rubius siempre dice que él ha confiado demasiado en quienes lo han abandonado y que ya no quiere confiar en nadie más.
Veggeta negó.
- No, no, esa es una de las razones, y yo también lo pensé así al principio, pero es Quackity nunca ha tenido ningún interés, ninguna razón para querer ser parte del mundo.
>> Y una de verdad, no juntar cosas azules, no ver un programa de TV de estrellas.
>> Ellos encuentran una razón que los impulsa a mejorar, a salir adelante. A veces es que se dan cuenta que los demás crecen, se dan cuenta que sus hermanos mayores ya tienen un trabajo y una casa propia y ellos se quedaron atrás, después de eso ellos quieren intentar todo para hacer lo mismo, o lo que pueden.
>> Es cuando aparecen las crisis, las de verdad, las fuertes, esas qué Quackity nunca tuvo.
- ¿Cómo es eso?- preguntó Luzu.
- Depende de cada uno. Ellos sienten una gran cantidad de ansiedad, y a veces huyen creyendo que pueden escapar de aquello, otras sólo se quedan en un lugar y se hacen pequeños, a veces se golpean, pero siempre terminan llorando y gritando, pero mucho, gritan como si los estuvieran rompiendo por dentro.
Luzu se sintió asustado de sólo imaginarlo.
-¿Y qué hay que hacer sí eso pasa?
- Le decimos "contención", sólo para ponerle una palabra bonita, normalmente los abrazamos con fuerza, y si es muy fuerte hay que tirarlos al suelo y apretarlos lo suficiente como para que no se puedan mover, ni golpearse, ni lastimar a otros, se cansan de pelear y es cuando se calman. Eso hacemos con los niños que tienen crisis, Quackity es pequeño pero es muy grande para que yo pueda hacer con él.
-¿Y sí somos dos?
Veggeta sonrío, le gustaba qué otros se interesaran por temas fuertes y delicados como aquellos.
Tratar con personas con TEA o con cualquier otro trastorno igual o más severo, no era para todos y muchas veces le dejaban todo el trabajo a él, porqué él era la especialista.
En realidad, debían de incluir a las personas como Quackity en la vida cotidiana de los demás, como algo que formaba parte de aquello, debían hacer unas excepciones con él, pero no apartarlo y dejarlo con una terapista como si fuera su niñera.
-Sí somos dos, estaría bien- Respondió.
- Aún así...A Quackity no le va pasar estas cosas, ¿No?- preguntó Luzu, recordando qué él menor nunca había tenido una crisis.
- Quizás cuando Quackity tenga una razón para conectarse al mundo, un interés, al principio estaría lleno de crisis, porque él no conoce nada de lo que estaría pensando ni qué hacer.
>> Entonces sí, le pasarían muchas de esas cosas.
Luzu estaba algo triste por aquello, y preocupado, no quería qué Quackity siendo tan especial sufriera por eso.
- Pero es lo que le ha tocado, Luzu - dijo el pelinegro, sabiendo lo que pensaba por su expresión.
- Es lo que tiene que enfrentar si quiere vivir su vida sin que alguien lo vigile todo el tiempo, es necesario para que pueda salir de ese estado.
Escucharon unos pasos correr hacia ellos y miraron a Quackity, que se acercaba con una sonrisa, se detuvo frente a Veggeta y alzó sus manitos para mostrar lo que había encontrado: unas flores azules, un encendedor azul y un arete azul, nuevas pequeñas cositas para su colección.
- Son muy lindas Quackiry- dijo el chico con emoción. - ¿Me los das?
Quackity negó con un ligero puchero y se llevó las cositas lejos del alcance de la terapeuta, quien imitó su puchero y se cruzó de brazos.
- Qué malo que eres -mencionó, en un tono infantil de berrinche, a lo que Quackity rió, divertido de ser "malo".
Sus ojitos miraron un momento los de Luzu, y como de costumbre, el mayor alzó su mano y lo saludó suavemente, sin responder aquello, Quackity se dió media vuelta y volvió a correr lejos.
- Te está mirando, Luzu, está conectando contigo.
- ¿Tú crees?
Veggeta asintió con una sonrisa.
- Es muy lindo cuando comienzan a conectar con alguien más.
Mientras aquellos dos hablaban de lo especiales y selectivos que son aquellos cómo Quackity para algo tan simple como mirar a alguien a los ojos significaba un nivel de confianza y seguridad bastante alto... El pequeño Quackity seguía mirando el parque, caminando lento y buscando, ya lo conocía, por eso estaba cómodo caminando por allí, de ser un lugar nuevo le asustaría.
Notó unas flores azules bastante grandes, pero estaban en un carro junto con más flores más grandes y de distintos colores, de lejos le gustaban, pero eran muy grandes para su colección, así que solo las admiró un rato sabiendo que no podía llevarlas.
De la nada un chico tomó una de las flores azules, junto con un par más, un señor las envolvió con un papel, y luego de darle algo se llevó sus flores en papel.
Siguió la figura de esa persona, quién fue hasta dónde una chica con un vestido rosa claro que también le gustó, parecía estar esperando, entregándole las flores y luego haciendo un gesto qué Quackity había visto un par de veces con otras personas, pero le parecía bastante íntimo y había que acercarse demasiado como para realizarlo.
La chica besó los labios de aquel extraño mientras apretaba el papel con las flores contra su pecho.
Se veía bonito.
Y quería hacerlo.
De nuevo, fue en búsqueda de más flores, no buscó las más pequeñas, está vez busco un poco más grandes, total, no serían para su colección.
- ¡Quacki! ¡Es hora de ir a casa! - gritó Veggeta a lo que el nombrado negó, aún tenía que encontrar un papel para envolver sus flores.
- Quackity, se hace tarde, hay que ir a casa, ya va ser de noche y no te gusta que esté oscuro.
Con eso sus ojitos miraron al cielo, que estaba teñido en naranjas, rojos y rosas, sus manitos se aletearon con nervios.
- Sí, ya sé, tranquilo qué estás conmigo - Veggeta se acercó a él para tomar su mano. - Aquí tengo tu cuaderno de dibujo y tus lápices.
Su rostro se iluminó al ver el cuaderno y se preguntó por qué no lo había pensado antes, tomó entre sus manitos y buscó una hoja libre, arrancándola sin mucho cuidado y luego envolviendo el pequeño ramo de flores azules.
Rió al verlo, le había quedado muy bonito.
- ¿Qué es eso, Quacki?
- Flores - respondió, mostrando su pequeña obra. - Regalo.
- ¿Es un regalo? - Quackity asintió, mirando su ramo. - ¿Para quién?
El pequeño Quackity extendió el ramo hacia quién quería regalar, sus ojitos lo miraron sin dudar ni un segundo y Luzu estaba seriamente sorprendido de que tan de golpe, y tan de la nada, Quackity tenga ese gesto con él.
Veggeta estaba boquiabierto, y no pudo evitar sonreír al ver el rubor crecer en las pálidas mejillas del pelinegro.
- Gracias, Quacks, son muy bonitas - musitó Luzu, en un tono calmado, más de lo que él se encontraba en realidad, se sentía nervioso y halagado.
Tomó el ramo con una mano, tocando la manito de Quackity y muriendo de ternura por lo bonita que era.
De nuevo, al verlo sonreír, al verlo con su regalo cerca de su rostro para oler las flores, con aquel rubor en sus mejillas, Quackity volvió a sentir esa abrumadora emoción que lo recorría completamente, lo hacía temblar y hacía que sintiera mucho calor, especialmente en su rostro, y sus manos comenzaron a golpear sus mejillas para apagar esa emoción.
- No, Quackity - Veggeta habló fuerte y tomó por las muñecas, el menor se detuvo y la miró sin comprender por un segundo. - No, nada de golpearse. A casa. Vamos.
Quackity no respondió con ningún gesto, sólo comenzó a caminar en dirección a su casa como si nada, Veggeta tomó su mano para controlarlo mientras el pequeño se perdía en su mundo.
- No es la primera vez qué Quackity se golpea así, al menos no conmigo, suele hacer eso cuando me mira por más de dos segundos - dijo Luzu, recordando otras veces.
Veggeta rió un poco.
- Está confundido, por eso lo hace, no sabe por qué siente calor en sus mejillas y se golpea.
- ¿Dices qué lo hace por qué se ruboriza?
- Diría que sí - respondió asintiendo. - Ellos no reaccionan de la misma forma que haría otra persona, muchas veces solo tienes que pensar lo más absurdo que se te ocurra y quizás tengas más posibilidades de acertar.
Luzu asintió levemente, sus ojitos miraban el ramo qué Quackity le había regalado.
- ¿Qué harás con las flores?
- Las guardaré en un libro, y cuando se sequen las pintaré de azul.
- Sin duda muy lindo - dijo el terapeuta, asintiendo, y Luzu solo pudo pensar que Quackity era lindo.
Lamento que algunos lectores viejos se confundieran al principio ver qué era Veggeta el hermano de Quackity, pero cambió a Rubius, ya qué me eh dado cuenta qué las personalidades combinan, (no eh dormido bien y por eso no los eh corregido, eso causó confusión en ustedes), pero ya está arreglado😸.
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