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El día en el qué Luzu conoció a Quackity, él menor no lo había mirado, ni escuchado, ni siquiera un segundo, por más que el mayor lo había saludado con suavidad, Quackity no se encontraba conectado con el mundo ese día.
–Oh, él es mi hermano del medio–había dicho Rubius, él tenía otro hermano además de Quackity, Titi, pero no se encontraba en la casa en ese momento.
– Tiene autismo, no te va hacer caso.
Ese día, Luzu tenía dieciséis años, y Quackity tenía catorce, su estado aún estaba en autismo severo, estaba en su mundo la mayoria del tiempo, y la única persona que reconocía completamente era a su padre, y otras veces a Rubius y a Titi, aunque tambíen los ignoraba de vez en cuando.
Algo qué Rubius le explicó después, es qué Quackity era adoptado, tenía el apellido de otra familia y había sido abandonado una y otra vez, primero por sus padres biológicos, y después por sus otros hogares, nadie sabía cómo tratarlo y Quackity cada vez confiaba menos en las personas y también su autismo empeoraba un poco más.
Con el paso del tiempo, y con las visitas a la casa de su mejor amigo, Luzu comenzó a observar a Quackity con mayor y mayor curiosidad.
Debía admitir qué el menor era muy tierno.
Tenía el cabello pelinegro, y lo llevaba bastante largo, era difícil cortarlo porque no le gustaba, así que solo esperaban a que él no lo aguantara y dijera que lo quería distinto.
Le gustaban las estrellas, tenía posters de constelaciones por todo su dormitorio, junto con libros de astronomía.
También le gustaban las cosas con brillos, porque para él parecían estrellas también.
Su color favorito era el azul y solía coleccionar cosas de ese color, y su programa favorito era "El Universo" qué pasaban en un canal de ciencias, también le gustaban algunas peliculas de ciencia ficción pero que no tuvieran mucha violencia, Quackity odiaba la violencia.
Casi nunca hablaba, incluso cuando parecía hablar solo, no hacía ni un ruido, era prácticamente mudo.
Luzu había conocido a Quackity en muchos aspectos, sin qué Rubius le dijera nada, y sin qué Quackity lo hubiera notado a su lado siquiera una vez.
Rubius no era de pasar mucho tiempo con Quackity, no lo odiaba, no le caía mal, no era malo con él, es sólo qué nunca había logrado conectar con el menor del todo, así que intentaba pasar poco tiempo y enfocarse en otras cosas, solía evitarlo también, principalmente en los momentos dónde sentía no tener paciencia para nadie o cuando se molestaba.
Y fue un día en dónde Rubius estaba especialmente molesto, porque su celular nuevo había desaparecido, Luzu estaba con él y negaba haberlo escondido en forma de broma, en qué Quackity conoció a Luzu finalmente.
Fue cerca de dos años después de que Luzu conociera a Quackity, el mayor tenía dieciocho y el menor dieciséis.
Mientras el Pelinegro buscaba por toda la casa con cara de que iba a matar a alguien, a Luzu se le ocurrió la brillante respuesta a los diez minutos de empezar el drama por el celular perdido, y comenzó a buscar al menor por toda la casa, hasta encontrarlo en su cuarto, con el celular de Rubius entre sus manitos.
Vió con una sonrisa como jugaba con la funda de esta, era de color azul claro, tenía agua y brillos flotando en esta, Veggeta era un idiota si creía qué Quackity no se quedaría con la funda y el celular incluido.
Con algo de nervios, se agachó frente a él, para hablarle por primera vez.
– Quackity, eso no es tuyo– los deditos del menor se detuvieron, supo que lo había escuchado, estiró sus manos hacía el teléfono y lo tomó con suavidad, sin hacer fuerza, sólo apoyando sus dedos sobre este, no sabía cómo reaccionaría el pequeño al contacto físico.
– ¿Me lo das? Rubius lo está buscando.
Quackity comprendió y dejó que tomara el teléfono, pero después se dió cuenta qué lo quería y qué no podia dejarlo, se estaba entreteniendo demasiado, un sonido quejoso como un pequeño llanto escapó de él al frustrarse, sin poder dejarlo ni quedárselo.
–Muy bien, Quackity, muy bien–mencionó el mayor, y con un leve tirón se llevó el móvil, una vez que ya no estuvo en sus manos Quackity,se sintió mejor y en un reflejo alzó la vista hacia él.
Por primera vez en su vida, Luzu y Quackity se miraron a los ojos, los ojitos del menor eran marrón oscuro, los del mayor eran hermosos rubí.
Luzu vió a Quackity sonreír, sus ojitos se cerraron un poco y sus manos se agitaron de felicidad.
El mayor no pudo evitar sonreír con él, totalmente encantado de esa primera vez qué Quackity conectaba con él.
Quackity sintió su rostro más caliente al verlo hacer aquel gesto, no sabía por qué.
Era esa sonrisa que enseñaba sus dientes delanteros y esos ojitos que le provocaron emociones que le gustaron, llevó sus manos hacia sus mejillas con fuerza para apagar ese calor, al golpearse sintió dolor pero estaba acostumbrado a regularse con eso, así que se sintió más aliviado, pero quién no entendió aquello fué Luzu, qué su sonrisa se borró.
– Quackity, no te golpees así...– llevó sus manos a las del menor, acariciándolas suavemente, los ojitos de Quackity lo volvieron a mirar pero se sintió extraño, cómo si lo mirara con miedo, así que se separó de él, llevándose el celular de su amigo, al voltear de nuevo hacia él antes de salir del cuarto, Quackity ya había vuelto a su mundo.
Fué hasta el cuarto de Rubius, donde él seguía molesto y no le hablaba a nadie mientras miraba el suelo cruzado de brazos.
– Toma– comentó Luzu, extendiendo el celular hacia él.
– Sí lo tenías tú, te odio, ¿Todo el puto día–?
– Lo tenía Quackity, no me jodas, ¿No se te ocurrió que tú funda le iba a gustar demasiado y se lo llevaría?
– ¿Qué tiene mi funda?– Rubius la miró, viendo el líquido y los brillos algo desacomodado aún por el resiente toqueteo.
– Es azul, a Quackity le gusta mucho el azul, tiene brillos y a él le gustan las estrellas, además se puede quedar horas jugando con el agua que tiene, estaba haciendo eso cuando lo encontré.
Rubius se quedó mirándolo un momento, y se preguntó dónde sabía tanto de su hermano, muchas veces Quackity era un misterio para los demás y no podrían comprenderlo por más que lo intentarán, estaba algo sorprendido.
– Bueno, tienes razón– le respondió, finalmente miró la carcasa y suspiró.
–Toma– la quitó rápidamente. – Dásela a Quackity.
– ¿Yo?
– Sí, tú– Respondió Rubius, se ve qué seguía estando enojado, Luzu rodó los ojos con fastidio, tomó la funda y fue por segunda vez al cuarto del menor.
Quackity seguía allí, ordenando sus cositas de color azul en las estanterías, tenía muchísimas cosas diferentes, le gustaban las cosas pequeñas porque podía juntar muchas, tenía desde tapas de botellas, dinosaurios de juguetes, accesorios como anillos y aros, útiles escolares y un par de flores azules tambíen, pero solía tirarlas a la basura cuando se marchitaban y cambiaban a color marrón.
–Quackity.
El menor no reaccionó a su voz, así qué Luzu se acercó a él de todas formas, colocándose a un lado y mostrándole la funda de celular que tanto le había gustado, poniéndola a la altura de sus ojos, haciendo qué Quackity la viera enseguida.
Lo vió sonreír de nuevo y tomó la funda entre sus manos, y por un momento se quedó allí, esperando que lo mirará, pero no lo hizo.
Sonrió con algo de pena, en verdad le encantaría conectar con él, pero no era fácil.
– De nada, Quacks– dijo Luzu, al retirarse.
– Gra-cias.
En verdad no esperaba que hubiera una contestación, y tuvo que detenerse un segundo para mirarlo sin creer que había escuchado su voz después de tanto tiempo de sólo silencio.
Con una sonrisa, conforme, demasiado feliz por algo que no debía ser tanto, se fue a casa sintiendo como si hubiera ganado un premio.
Che, me acabo de dar cuenta qué tengo la misma funda qué Rubius JAJA.
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