01
Un nuevo día laboral. Este sería mejor que el anterior, se aseguraría de lograrlo.
Sarang despertó gracias a la alarma que tenía en su mesa de luz, esas dos horas habían sido milagrosas. Lamentaba mucho no ser capaz de apagar sus pensamientos estúpidos a la hora de dormir.
Puso sus pantuflas de conejo en sus pies y salió del cuarto, encontrándose con Kangkang, su fiel compañero perruno. El chiquillo movía su colita, feliz de encontrarsela de camino a la cocina.
Mientras su mascota desayunaba, ella aprovechó a ducharse y parecer no tan muerta.
Un poco de corrector, protector labial y un suave delineado. Le gustaban sus ojos cuando llevaban delineador, se veían más abiertos y despiertos, simplemente le encantaba.
Lavaria sus dientes después del desayuno. Desayuno que no fue muy tardío ni preparado, solo una manzana y un vaso de agua.
Ya con su uniforme, corrió nuevamente al baño, dónde cepilló sus dientes y acomodó un poco su cabello.
Fue rápido por sus tacones negros y los puso, no sin antes poner algunas curitas en las heridas que tenía. Por suerte eran bajos y no le dolían tanto los tobillos al finalizar la jornada, pero desearía no usarlos.
Kangkang estaba recostado en el solcito, con sus ojitos cerrados y casi dormido. Pero despertó al escuchar a Sarang con las llaves en la mano.
---- vuelvo luego del almuerzo, adiós Kangkang.
Obviamente no recibiría respuesta, pero ya se había hecho costumbre despedirse de él.
Hacia calor, bastante calor. Aunque lo bueno de esta estación eran las flores, los colores. Se veía todo más vivo y hermoso.
Si bien prefería el invierno, podía apreciar la primavera sin problema alguno.
El autobús llegaría pronto, a las 08:15 en punto, según aquel reloj..
Miró su celular unos segundos, notando que ya casi no tenía batería. Que idiota, olvidó ponerlo a cargar.
Bueno, ese veinte porciento debería durar hasta el fin del día.
Tal como decía el reloj, llegó el autobús puntal. Subió y pagó el boleto, encontrando un asiento en el lado de la ventana.
Se sabía el camino de memoria, ya llevaba dos años en la empresa como secretaria de uno de los jefes. Se encargaba de organizar citas, realizar llamadas, derivar algunas, solucionar problemas con los horarios y sin hablar de recordarle constantemente a su jefa que tenía alguna cita, reunión o debía dar un comunicado.
Había sido difícil para ella adaptarse, lo era en la actualidad.
No tenía amigos en la oficina. Solo se la pasaba en el mostrador, acomodando clips, broches, haciendo impresiones, comiendo uno que otro snack y comenzando con el revuelo luego de la hora de almuerzo o cuando entraba una llamada.
Tiffany, su jefa, se la pasaba en el exterior pero siempre dejaba a su hija Joohyun a cargo. La muchacha era algo seria y fría, no malvada o egocéntrica, pero si le intimidaba un poco.
Aún no se daba el tiempo de conocerla, pero las pocas veces que charlaron puede decir que Joohyun era amable y muy prolija con su trabajo/ el trabajo de su madre. Simplemente cada una hacia su trabajo y no le hablaba a la otra a menos de ser necesario.
Salió de sus pensamientos al comenzar a reconocer los negocios recién abriendo, tenía que bajarse en la próxima parada.
Pidió permiso a su compañero de asiento y se quedó cerca de la puerta, esperando junto con otra señora.
La reconocía, ella era la dueña de una panadería muy hermosa que estaba cerca del edificio, siempre la mandaban a comprar allí.
---- buenos días.
No pudo evitarlo, simplemente la saludó cuando sus miradas se encontraron. Sarang era así, saludaba a todo aquel que reconociera.
Tenía esa costumbre, aún con veintitrés años, no podía quitársela. Su abuela era así y, al ser criada por ella, tenía ciertas cosas pegadas de ella.
Las personas no solían hacer eso. Solo se saludaban por respeto y gentileza, solo si se conocían y había cierto grado de confianza o era alguien superior a tí.
Por eso no se sorprendía si no le respondía, era lo normal. Ya sabía lidiar con ese pequeño dolor en su corazón, directamente no afectaba. Pero no quitó que agradeciera al chófer antes de bajar, aunque fue en voz muy bajita pada no recibir miradas extrañadas.
La señora solo se despidió con una pequeña venía y se fue por el lado contrario, Sarang sonrió un poco.
Con cuidado de algunas piedritas, llegó a la empresa, notando que Kim Jungwoo estaba en la entrada.
Sabía que ambos tenían la misma edad, pero él no hablaba con nadie de la empresa. Solo hacia su trabajo como seguridad y ya.
---- Buenos días. - susurró al pasar por su lado.
Pero se llevó una grata sorpresa.
---- Buenos días, Cho.
Sus pies se detuvieron, sorprendida por aquella respuesta. Sus tacones dejaron de sonar en aquel blanco suelo y volteó un poco, para asegurarse que fue a ella.
---- ¿E-Es a mí..? - se señaló, aunque Jungwoo seguía en la misma posición, dándole la espalda -
---- ¿Ves a alguien más?
Corroboró, porque existía la posibilidad de que no fuese dirigido a ella.
---- ehm..- carraspeó - no.
---- ten un buen día.
Sarang sonrió y asintió, olvidando que no le veía y siguiendo su camino luego de responder un pequeño "tú también."
Definitivamente, este sería un mejor día.
Llegó a su escritorio rojo, prendiendo la computadora y acomodando las carpetas que ayer olvidó.
Sacó de su bolso un pequeño paquete con galletitas caseras, ayer mismo las había hecho.
Espero a que fuese la hora y dejó su puesto unos segundos para ir donde los oficinistas y buscarlo.
Hacia varios minutos que escuchaba algo de revuelo en otras zonas del edificio, pero tenía que primeramente acomodar horarios para poder ir.
Sus pies se movieron con lentitud hasta el piso específico de oficinistas, su garganta se secó al ver las decoraciones en las paredes y una caja blanca de pastelería en la mesa.
Finalmente encontró de dónde venia el ruido, era de una sala de reuniones. Había música y risas, personas divirtiéndose y..
---- ¡Feliz cumpleaños, querido Taeil!
Moon Taeil, trabajaba hace más tiempo en la empresa. Con él había tenido algunas conversaciones en el almuerzo, para él eran las galletas.
Recordaba el cumpleaños de su único cercano en al empresa.
Pero estaban todos escondidos, no la habían invitado y eso le dolió.
Hasta vio a Jungwoo en la misma sala. Sí, Jungwoo. El mismo que le saludó en la entrada, el que le deseó un buen día y tuvo la oportunidad de avisarle de tal reunión, pero no lo hizo.
Porque Sarang siempre era excluida, siempre fue así.
Solo Taeil fue amable y ella pensó que tal vez le caía bien, pero no.
Porque cuando alguien te cae bien, lo invitas a tu celebración de cumpleaños, ¿Verdad? Aunque sea sorpresa, invitas a todo el piso.
Sarang mordió su labio inferior, alejándose de apoco y finalmente volteando, para escapar de allí.
Pero alguien parado a unos centímetros de ella, le hizo detenerse. Solo que no podría mirarlo a los ojos, estos estaban algo lagrimosos.
---- disculpe. - hizo una reverencia y siguió su camino, corriendo un poco el último trecho antes de sentarse en su silla y distraerse en la computadora.
Aquel hombre, se acercó a la sala de reuniones, abriendo abruptamente y ganandos la mirada de todos.
---- ¿Les pagan por estar holgazaneando?
Todos se movilizaron cómo ratas, guardando todo y apagando la música antes de salir uno por uno.
---- están en el trabajo, no en su casa. - volvió a hablar, está vez viendo a todos en sus lugares - que no se repita, porque no me temblará la mano para despedirlos. ¿Oyeron?
--- Si, Señor.
Sarang estaba en su escritorio, mirando con pena aquel vídeo de limpieza. Eso la distraía, pero ahora solo en su cabeza estaba lo visto previamente.
No le habían avisado y ella, en su estupidez extrema, pensó que podría regalarle un paquete de galletas caseras a Taeil.
Ugh..
Iba a salir una de las lágrimas, pero el teléfono sonó. Rápido detuvo el vídeo y atendió, cambiando su voz por una muy amable y atenta.
---- Buenos días, secretaria Cho Sarang, ¿En qué puedo ayudarle?
---- Sarang, habrá una reunión a las ocho y cuarto en la sala catorce. - Bomi habló del otro lado - no llegues tarde.
---- estaré alli. muchas gracias, hasta luego.
Tiffany aún no llegaba, esta vez se encontraba en el país, así que la vería después de mucho tiempo.
Miró por la ventana, solo se veía una parte del edificio frente a la empresa, separados por una calle muy transitada.
---- dejaste esto.
La mismo voz, dejó en la mesa aquel paquete con galletas.
Esta vez alzó la mirada y pudo encontrarse con quién había chocado más temprano.
---- o-oh, gracias. - inclinó su cabeza un poco, tomando con cuidado sus galletas - las olvidé, lo siento.
---- uhum. - metió las manos en sus bolsillos - ¿Sabes a qué hora llega Tifanny?
Ahora sí alzó la mirada, tal vez era alguien que tenía una cita. ¡Dios! ¿Y si era alguien que si tenía una cita con la señora Tiffany? Ugh..
Bueno, ser esposa del jefe de la empresa tenía sus ventajas. Comenzaba a trabajar en un horario más tarde que el del resto, pero ella debía estar desde temprano.
Sus ojos se encontraron con el rostro del otro, viéndose más redondos desde el punto de vista del hombre. Sarang no lo reconoció, y lo hizo notar al entrecerrar sus ojos un poco.
Le veía cara conocida, pero..¡No la culpen!
---- ¿Tiene una cita? - revisó los horarios, tal vez algún nombre..- normalmente llega unos cinco minutos luego del horario. Pero si tiene una cita..
Raro, porque en caso de tener una, ella llegaba antes para ordenar su sala y prender un hermoso incienso de vainilla.
---- ¿Debería? - alzó un poco su ceja izquierda -
Sarang asintió suave, juntando sus labios en una línea.
---- volvió de un largo viaje y tiene todo el horario ocupado, lo mejor es pedir una cita. - sus manos tomaron una lapicera y una libreta - puede anotarse aquí y le daré una cita.
El castaño negó, comenzando a alejarse.
---- vendré en otro momento.
---- oh..- sonrió un poco - claro, hasta luego.
Sarang volvió a su trabajo, a.k.a mirar videitos de gatos en Youtube. Con eso en mente, no notó al chico mirarla con curiosidad.
Era extraño para él que, primero, no le reconociera y después, siguiese siendo amable luego de como la encontró en un primer momento.
Él estaría enojado si le pasara, eso. Pero ella solo volvió a su puesto, con una cara triste que rápidamente cambió al llevarle aquella galletas que dejó caer en un escritorio.
---- ¿Cuál es su nombre? - preguntó en dirección a su secretario, Jaemin -
---- ¿Ella? - cuestionó con su típica sonrisa - es la secretaria de la señora Tiffany.
---- hmm..- asintió, mientras esperaba el ascensor - investiga. Iré con mi padre, quiero un americano con doble shot.
---- enseguida.
Dedicado a MomitoHirai porque me apoya en mis delirios místicos.
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