Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

62 ━━━ Destiny fullfiled.


╔═══════════════════╗

CAPÍTULO FINAL

╚═══════════════════╝


BEVERLY BLACKWELL



—Viernes, estatus —pedí en tono sofocado.

Solo están inconscientes, jefa. Llegó a tiempo.

Irremediablemente resoplé llena de alivio, pero no experimenté ninguna sensación de tranquilidad. Me limité a seguir con la mirada al frente y a apretar el palo entre mis dedos, presa de la ansiedad e insensible de pura rabia. El siseo furioso de Victoria me llegó a los oídos como si se tratara de una televisión en mala sintonía, mientras que no hubo ningún tipo de manifestación perceptible de parte de Crystal.

El panorama era espantoso, pero aún así no conseguía atisbar la ubicación de lo que habíamos venido persiguiendo. El complejo estaba destrozado, bombardeado hasta volverlo una progresión irreconocible de escombros y llamaradas. Incluso el cielo se había teñido bajo los colores de la tierra, añadiendo una percepción apocalíptica de guerra a un escenario de por sí agónico. Paladeé la amargura en el interior de mi boca cuando detallé en un lánguido movimiento de cabeza los rescoldos de la dura refriega que seguro acababa de tener lugar en todo esto. Más allá de los alarmantes cuerpos inconscientes de Tony, Steve y Thor, alguien se regocijaba por ello.

La figura conocida del gigante de rostro purpúreo se volvió lentamente, reparando en nuestra presencia a pocos metros de él, sin mostrar algún signo de vacilación en su postura. Porque, en realidad, ¿por qué debía dudar? Ni siquiera temer. Esos niveles de sentimientos quedaban para nosotros, todos los que nos plantábamos para detenerlo. Y mirarlo fue desagradable, porque tan pronto como sus ojos lóbregos fueron escudriñándonos una a una, toda la explosión de recuerdos imposibles de borrar me azotó hasta hacer que mi corazón se saltase un latido completo. Todas mis pesadillas se alzaron junto a él y caminaron a mi encuentro.

Siseé con frustración cuando Thanos se acercó más a nosotras. La prominente espada de metal plateado filoso dio un giro gradual entre sus dedos, y esta acción ocasionó una serie de reacciones en cadena a mi lado. Victoria flexionó los brazos y dio un ligero paso hacia adelante, preparándose para batear —si no hubiera hecho eso, yo no me hubiese percatado de que hasta su habitual armadura de rojo broncíneo había regresado—, y Crystal levantó la barbilla con el semblante ensombrecido. Los ojos le chispearon como si una tornado estuviera pasando en medio de ellos.

Una mueca cargada de suficiencia torció su gesto.

—Un presente en el que las deudas se han saldado —dijo con la voz dura. El tono de su voz lúgubre fue capaz de proporcionar una alteración en mi ritmo cardíaco, sobretodo cuando decidió posar la mirada en Victoria y en mí—: Pero no por completo. Las peores cualidades son las que más voluntad tienen para resistir el paso del tiempo. Esta vez ustedes dos tendrán el mismo destino que su madre, no voy a perdonarles la vida.

Victoria mantuvo una expresión incognoscible y tranquila cuando contestó:

—Te sobreestimas a ti mismo.

—¿Nunca te dijeron que tenías que meterte con alguien de tu tamaño? —espeté, ladeando la cabeza un poco. Algo no se le puede negar: definitivamente tenemos la misma naturaleza necia y agria de Althea.

Y eso él lo notó perfectamente bien.

Thanos levantó el mentón con aire orgulloso antes de proferir un grito de avistamiento a lo que estaba a punto de suceder.

—Es como verla a ella... ¡Y eso me enferma!

Los hechos pasados me pusieron alerta de inmediato, por eso estaba muy atenta cuando Victoria dio el primer salto hacia la reyerta.

Antes de que Thanos pudiera aproximarse completamente a ella, la castaña lo retrajo con un recio choque de sus brazaletes. La onda de luz cegadora y ardiente que emanaba de ella lo hizo retroceder apenas un poco, pero fue suficiente para que yo alcanzara a blandir el brazalete alrededor de mis dedos y alternar un nuevo ataque en un lapso de tiempo bastante cerrado. Los recuerdos de la pelea en Titán me dejaron una enseñanza marcada: ve por las piernas. Y eso fue precisamente lo que hice. El filo de la serpiente rasgó la superficie de la piel de su pierna derecha e hizo que una rodilla golpeara el suelo ante el corte. Thanos se recuperó con suma rapidez y nos propinó un buen par de golpes que no dejaron de doler, pero a través de los frenéticos movimientos pude taclear un poco. Afortunadamente para nuestra parte, Crystal supo aprovechar la ventana y levantó los brazos al tiempo que sus grandes ojos brillaban con coraje, haciendo que una ráfaga atemorizante de agua azulada destellante arrasara con todo lo que tenía a su paso.

Sin embargo, eso no fue suficiente. Thanos se reincorporó de inmediato y giró la espada a una velocidad imperceptible para repeler el recio ataque de la pelirroja. Pero mientras el Titán confrontaba los ataques frontales de Crystal, Victoria aprovechó para saltar desde arriba y enredar su brillante lazo dorado alrededor de todo su cuello. Me asombró la manera en la que clavó los pies al suelo y se impulsó con una tenacidad sin precedentes para girar sobre su eje y levantar al gigante del suelo, estrellándolo contra un montículo de escombros ardientes. Tenía que aprovechar el pequeño vórtice de su posición en el suelo, así que blandí el palo por encima de mi cabeza y me preparé para lanzar.

—¡Espera! —me gritó Crystal—. ¡Al mismo tiempo!

Victoria y yo intercambiamos una mirada rápida antes de que la comprensión chispeara en nosotras en simultáneo.

Bueno, supongo que eso podía funcionar.

Victoria tomó el primer asalto, repitiendo la acción de los brazaletes cruzados, y yo le seguí de cerca. Enterré la punta del palo en la tierra y dejé que toda la corriente chispeara desde mis venas y saliera expulsado a través de la tierra. A estos dos ataques se le sumó el poderoso estallido que solía generar Crystal, ocasionando que las tres energías se mezclaran en una sola y le dieran un golpe duro al pecho de Thanos. Estaba completamente segura y ni siquiera me ponía a vacilar al pensar que el ochenta por ciento de ese trabajo de aturdirlo provino de Crystal; nosotras solo lo adornamos.

Y sabiendo muy bien que Crystal era la que aturdía, Victoria y yo nos dimos a la tarea de tratar de inmovilizarlo. El lazo dorado se enredó en sus piernas y el brazalete, ahora despartado, se envolvió alrededor de su cuello. Le hicimos una seña con la cabeza a la pelirroja para que hiciera su parte, y esto consiguió una mínima muestra de dolor del gigante. Un rugido devastador llegó hasta nuestros oídos y finalmente pude encontrar lo que estaba buscando desde el principio. La maldita bestia que nos había volado la montaña también estaba aquí, justo como lo había advertido Amethyst.

Pero esto nos desconcentró y la ráfaga de energía caliente que emitía Bacchus nos estalló encima.

Caí sobre el duro suelo y me golpeé la cabeza con algo de hierro. Dios mío. El cuerpo entero me dolía como si me hubieran estado golpeando por días enteros y apenas había recibido puñetazos por parte de Thanos, y ahora el ataque mortal que ejerció el monstruo sobre todas. Había olvidado por completo lo adolorida que me había dejado la batalla en Titán, porque esto se sintió como una escena de repetición entera.

Me obligué a recordar que tenía que abrir los ojos, porque esto apenas estaba comenzando. Pero yo fui la que recibió gran parte del impacto de Bacchus, porque era la que estaba de espaldas cuando lo lanzó, y esa era la razón absoluta por la que me sientía tan desorientada en ese instante.

Alguien me dio un golpecito en el rostro.

—Vamos, Bevs, necesito refuerzos —jadeó Steve, con la respiración agitada y el rostro sucio y ensangrentado.

Resollé y traté de abrir los ojos, encontrándome con el cuerpo de Steve igual o peor de esparramado que el mío en el suelo.

Con la mente hecha un lío fui consciente de varias cosas en ese momento. Habíamos caído dispersas, en direcciones opuestas y muy lejos de nuestra posición original. Yo había sido lanzada cerca del rubio, y estaba segura de que mi golpe era el que lo había despertado. Steve se veía fatal, pero no solo eso: en su mano izquierda estaba el escudo, partido a la mitad, y en la derecha se hallaba el martillo de Thor. ¿El martillo de Thor? ¿Aquí? ¿Eso no estaba roto? Le fruncí el ceño a la imagen.

Necesité de un segundo completo para tranquilizarme.

—Estamos jodidos —le dije entre dientes.

—Tú siempre me das esperanzas —repuso él en tono resignado.

—Dije que estamos jodidos —repetí tras tomar una bocanada de aire—, no que no fuera a pelear contigo.

Su gesto se contrajo en un mohín de aceptación. Asintió solemnemente, dio una vuelta para poner los codos sobre la tierra y tratar de levantarse. Él la tenía tan difícil como yo, y eso me hizo recordar que Steve y yo éramos bastante similares en estos casos, en cuanto a fuerza y resistencia se refería, de la misma manera en la que Thor y Victoria iban a la par. Y pensando en eso también, ¿dónde estaban y por qué no los veía? Tampoco alcanzaba a ver a Tony. Pero para verlos te tienes que levantar, me reprendí de manera ominosa.

Empecé a tomar el impulso para incorporarme, ignorando deliberadamente la aguda punzada de dolor en mi cabeza, pero de nuevo la voz de Thanos me sacó del trance.

—En todos mis años de conquista, violencia, masacre, nunca fue personal —declaró. La tonalidad ominosa que envolvió sus palabras me dio náuseas. Apreté los dientes y me tomé de unas piedras para incorporarme, encontrándome con su odiosa cara de nuevo—. Pero aquí se acaba de mezclar mi única causa personal... Y los errores no están permitidos. Mi ajuste de cuentas ha llegado antes, pero esta vez no puedo dejarlas vivir. Así que lo que voy a hacerle a su exasperante y testarudo planeta... Lo voy a gozar, como no lo pueden imaginar.

Porque vaya suerte la nuestra, ¿verdad? Justamente se había mezclado en este tiempo el Thanos que aborrecía con todo su ser a Althea, el que buscaba cobrarle todo lo que le debía, el que venía de un tiempo en el que no estaba ni siquiera un poco cerca de ganarle. ¿Y qué era lo primero que veía al llegar aquí? A las dos hijas de la mujer que se había encargado de joderle un porcentaje de su existencia que, además, también tenían de su lado lo que tanto ansiaba: las malditas gemas. El escenario no hacía nada más que empeorar. Y de paso, también maldita Amethyst, que sabía que esto venía hacia nosotros.

Tuve que tragar saliva con mucha fuerza y dificultad. Una presión de pánico me abatió la sangre completa cuando mis sentidos se dispararon y se me ocurrió echar un vistazo detrás de Thanos. Deseé no haberlo hecho al instante.

Yo no conocía esa silueta de la mujer morena que ahora reposaba encima de Bacchus, pero tomando en cuenta la manera en la que sostenía a la bestia y por el collar plateado que colgaba de su cuello, intuí que se trataba de la mujer detrás de las historias que nos contó Anima Mea. Un destello azul también me caló los huesos, pues ahí se encontraban tres seres que había visto antes. Pero se trató de algo muy contradictorio: hace cinco años, Tony y Peter se deshicieron del anciano de piel grisácea, al igual que con el gigante de colmillos afilados, y yo le había cortado la cabeza a Neptune Auberon. Y sin embargo allí estaban, liderando el batallón que descendía de la gran nave espantosa que sobrevolaba el cielo gris. Cayendo de a una, una especie de domos en forma de triángulo puntiagudo empezaron a caer sobre el campo más alejado, liberando de a poco una legión entera e inverosímil de criaturas igual de monstruosas.

Steve dejó escapar un gruñido bajo entre los dientes y, tambaleándose, se puso de pie. Me estiró su mano para que yo la tomara y pudiera apoyarme de él lo que me faltaba para enderezarme.

El Capitán América destrabó la correa de su escudo quebrado mientras dejaba escapar un alludio entrecortado, apresurándose por avanzar hacia el final del campo, preparándose para todo lo que venía. Tomé una profunda bocanada de aire, volviendo a liberar el palo y presionando mis dedos contra el metal con fuerza. A esa distancia fui capaz de observar mejor. Crystal estaba ayudando a Tony a incorporarse, mientras que Thor tenía a Victoria sostenida con un brazo pues estaba un repentino estado grogui.

No puedes echarte para atrás, me dije a mí misma. No importa que te estés muriendo de miedo, no importa lo atemorizante que sea ese ejército, por ningún motivo, por nada del mundo puedes retroceder.

Aunque estaba segura de que las posibilidades quedaban aplastadas en cero, no iba a hacerlo. Aunque m quemara el pecho y me ardieran los ojos, no iba a echarme para atrás. Cada vez que fui pateada me levanté, me recuperé, y esta no sería la excepción. No tenía solo que ver conmigo y yo lo sabía. Todos los años de esfuerzo no eran en vano; tanto luché por llegar a la última pelea antes del completo descanso y finalmente llegó. La tenía frente a mis ojos. Así que eché los hombros hacia atrás, alcé la barbilla y respiré hondo. Si así será, que así sea entonces.

Ocurrió algo en ese segundo infinitesimal. Mi piel se erizó en respuesta a alguien estímulo ajeno, lejando, imperceptible ante mis ojos. Pero pude oírlo, y Steve también.

¿Cap? Cap, soy Sam, ¿me escuchas? A tu izquierda.

Tuve que llevarme una mano a la boca para ahogar el grito de sorpresa. Esa era la voz de Sam, no había duda alguna, pude reconocerla incluso aunque sonó distorsionada a través de los intercomunicadores que se ubicaban en nuestros oídos.

Y su voz solo fue un avistamiento, pues tan pronto concluyó, a la izquierda de Steve, detrás de nosotros, un flameante portal naranja se fue abriendo de a poco. Cuatro figuras emergieron de él, que si bien para mí eran casi desconocidas, aún así era capaz de ubicarlos. Podía recordar a Okoye, la general de Wakanda, y también a T'Challa de nuestro infortunado encuentro en Berlín hace muchos años, pero así también pude comprender que sus dos acompañantes, una joven de rasgos similares al hombre, era su hermana. Y la que sostenía su mano, la bonita muchacha de cabello negro intenso y piel de alabastro, esa era su reina.

Steve me apretó el antebrazo, como si no creyera nada de lo que estaba viendo. Y la verdad es que yo tampoco lo creía. De verdad pudieron traerlos a todos de vuelta, el intento valió la pena.

Se me escapó un sonido exultante y la respiración se me aceleró cuando, detrás de ellos, la silueta de Sam salió disparada en el aire y una secuencia de portales colorida se abrió en todo el espacio encima del primero.

No cabía en mí misma de la alegría cuando un portal, procedente del viejo planeta Titán, dejó salir a Strange, a todos los guardianes, y a Peter junto a Vera. La niña pelirroja esbozó una gran sonrisa en dirección a Steve y este no pudo contener su expresión de genuino alivio y regocijo. Más aún: cuando un portal adjunto a este se abrió y la figura de Makenna descendió  de él junto a Amethyst, ante la mirada de Strange, yo casi tuve que pellizcarme para decirme que era real. Yo sabía que esa no era mi Harper por completo, pero me sonrió de la misma manera en la que ella lo hacía y tuve que inclinar la cabeza ante la repentina necesidad de sollozar.

Un estallido de gritos de guerra retumbó al mismo tiempo que más y más personas salían de los portales. Desde lo más recóndito de la galaxia hasta aliados más cercanos, todos se unieron en un mismo lugar para brindar el apoyo en esta guerra esperada. Pude reconocer solo unos rostros, no en su totalidad. Wanda, Bucky Barnes y Wong fueron a los que más rescaté de todos. Debajo de todos los escombros también salió Scott Lang en su forma de gigante, trayendo consigo a Clint, Bruce, Rocket, Rhodey, Silena y Samantha.

Stephen Strange se detuvo a mi lado y no me miró cuando rezongó:

—Se te quedó algo cuando la trajiste.

Le puse mala cara.

—Anda tú a tratar de mantener esas puertas abiertas y me dices si lo traes todo sin fallos.

—Dulce —me dedicó una expresión de lo más elocuente—. Va a ser difícil recuperarlo, y sabes que Makenna no me soporta.

—Pero ambos tienen algo en común por la que los dos se preocupan: Harper —le recordé.

Decididamente saqué la atención del hechicero cuando sentí una mano metálica presionar mi cintura. Antes de que pudiera reaccionar apropiadamente al tacto, los labios de Tony presionaron los míos a su vez que me acunaba el rostro con las manos.

—¿Estás bien? —preguntó ansiosamente—. Acabas de darme un susto de muerte, no podía verte.

Le sonreí sin mostrar los dientes. El sentimiento que me generaba verle la cara, escucharlo, mirar esos ojos y que me tocara no podía ser eclipsado ni por un millón de moratones, ni porque estuviera exhausta, ese sentimiento era todo lo que necesitaba para recobrarme.

—Lo siento —pongo mi mano en su frente—. Todo está bien, y a ti también te veo bien, así que respiro. Hay que terminar con esto.

—No les pago para eso —aulló Victoria, pasando delante de nosotros hasta colocase al lado de Steve.

—No me pagas nada —rechistó mi esposo con los labios torcidos en un mohín ofendido—. Yo te pago a ti.

Me percaté de algo en ese momento.

—¿Dónde están Nat y Hals?

Un espasmo doloroso recorrió el rostro de Tony, y eso me confundió mucho más. Fruncí los labios, lista para seguir insistiendo, pero un estridente rugido me hizo girar la concentración a lo que estábamos haciendo. Todos empezaron a aglomerarse detrás de nosotros, dejando de manera muy consciente a Steve y a Victoria en la punta. La línea en la que yo me encontraba estaba conformada por Clint, Bruce, Tony, Crystal, Thor, Steve y Victoria, que básicamente era la que dirigía.

Tony selló su casco y volvió la cara metálica por un segundo para preguntarme:

—¿Estamos juntos en esto?

—En todo.

Porque justo así había sido y así se sería.

Pero cuando lo vi tomar su posición de batalla, mi mente rememoró de forma insoportable todo lo acaecido la noche anterior. La despedida que había grabado, la resignación en sus ojos ante un posible futuro trágico y la manera en la que me pidió aceptar todas las probabilidades de un desenlace desafortunado. Eso provocó que todo el aire de alegría que había acumulado gracias a la oportuna de llegada de todos se desvaneciera. Una vez esta batalla diera inicio, uno de los dos quizás no la libraría. Y yo no temí por mi propia integridad. Se me aceleró el corazón y de pronto me dieron ganas de huir, noquearlo y llevármelo lejos de todo este desastre hasta un lugar donde el sacrificio no fuera una opción. Pero no podía hacer eso, porque sabía que así estaba la cosa. Si la situación se daba, yo no iba a poder evitarlo. Porque precisamente era eso: la situación se iba a dar, y no estaba en la naturaleza retroceder, tampoco en la mía. ¿Qué podía hacer? ¿Resignarme por completo o pelear lo inevitable? No, me dije. Lo que tienes que hacer es ser fuerte. Si me resquebrajaba, si me rompía o si dejaba que el miedo me ganara, él lo iba a saber, y gracias a eso reconsideraría todas sus acciones. Yo no podía hacerle eso al mundo. Tenía que ser fuerte.

Y en una progresión a ese hecho, Steve invocó el martillo de Thor —¿o ahora debería llamarlo, el martillo de Steve?— y se preparó para dar la señal que desencadenaría la masacre.

—¡Vengadores! —exclamó a toda potencia—: Unidos.

El grito de Thor hizo que todas las líneas reaccionaran al mismo tiempo y por primera vez. Un gruñido voraz recorrió las filas de nuestros enemigos cuando Thanos blandió la gigantesca espada para indicar que también cargaran a la batalla.

Pronto, todo se convirtió en una carrera apresurada en la que el choque lo daba el más ágil. Tony voló por encima de mi cabeza y Crystal barrió una fila entera de criaturas escamosas con un movimiento de manos magistral, mientras que Victoria dio un salto que acabó reventando en una onda expansiva igual de letal. El brazalete giró y yo también lo hice con él, dando una vuelta completa mientras avanzaba sobre mí misma y el filo del palo rasgaba de manera audible una cantidad espeluznante de bestias. No supe con exactitud quién había arremetido contra la más grande, Bacchus, pero si vi a Scott Lang propinar buenos puñetazos a las que se alzaban en el aire.

Las desventajas de ser un combatiente mano a mano, de no tener poderes mágicos o poder volar, es que te involucras en las peleas de manera más personal y, por supuesto, los daños tienden a ser mayores. Me encontré con Thor a la mitad del campo y este también empezó a girar conmigo, en sincronía, barriendo satisfactoriamente con las líneas enemigas.

Algo muy extraño sucedió entre tanta vuelta y tanta sacudida.

—Esto no es mío —le dije. Levanté a Rompetormentas que por algún motivo estaba en mi mano derecha y me pareció muy liviana.

Thor se miró su mano también, donde estaba mi palo.

—Dame mi hacha, este palo es muy flaco —refunfuñó. Ambas armas expedían una fibra de corriente alrededor de su metal.

Le lencé una miradita burlona y se produjo el intercambio rápido, haciéndolo volar lejos de allí.

Algo me golpeó la cabeza por andar de distraída, pero me reincorporé rápido.

—Jodeme —mascullé, repentinamente irritada.

Neptune Auberon me sonrió con la barbilla alzada.

—No te preocupes —murmuró Calypso Auberon, aterrizando justo delante de mí y mirándome de reojo con seguridad—. De él me encargo yo.

Me hice a un lado para dejar que los hermanos Auberon se alistaran en una pelea que distaba de ser fraternal.

—¡Necesito ayuda! —gritó Vera desde algún lugar.

Levanté la cabeza para ver dónde demonios estaba, y la encontré encaramada sobre un coso volador.

—¿Cómo demonios llegó allá arriba? —resopló Bruce, cayendo a mi lado tan pronto escuchó el grito de la niña.

—No lo sé, pero hay que bajarla de ahí. Lánzame.

El hombre verde me miró no muy convencido.

—No quiero que Tony me grite.

Puse los ojos en blanco.

—Yo puedo soportar la caída, ella no, por eso la vas a atrapar cuando la empuje. ¡Lánzame!

—Si Tony me grita es tu culpa —farfulló antes de tomarme con la gran mano verde libre y lanzarme como si fuera una bola de béisbol.

¿Y dónde demonios se supone que estaban todos los que volaban? Más les valía estar muy ocupados.

Solté el brazalete para clavarlo con fuerza en el costado de la criatura y obtener un poco de equilibrio para empujarme hacia arriba y poder llegar a su lomo. Ni siquiera dejé que la niña me dijera algo cuando le di un empujón redondo, haciéndola caer directo sobre Bruce. Suspiré. ¿Ahora cómo bajaba de aquí?

Sin duda alguna a esta altura se apreciaba muchísimo mejor la pelea. Steve y Thor parecían un par de imparables con el hacha y el martillo, de igual manera que Victoria y Crystal. Pero lo que realmente llamó mi atención fue la simultaneidad con la que Strange y Makenna se movían, uno junto al otro, espalda con espalda, sin dejar por ningún momento que los enemigos se retrajeran. Interesante.

—¿¡Qué hacemos con Nemea!? —gritó Victoria desde abajo.

Me pongo ambas manos a cada lado de la boca, simulando un megáfono, para que pueda escuchar mi respuesta:

—¡Hay que llegar a Bacchus!

—¡Tenemos que quitarle el collar! —repuso Crystal en el mismo tono de voz—. ¡No vamos a tener otra oportunidad!

Mierda, es cierto. Steve y Thor cayeron junto a ella únicamente para intercambiar armas.

—Nosotros nos encargamos de las gemas y ustedes del collar —indicó Steve—. ¿Cómo matamos a la bestia?

Victoria lanzó la espada como si fuera un boomerang a lo lejos, y cuando regresó de nuevo a su mano respondió:

—Con el collar.

Tony aterrizó junto a ellos... ¡Que venga a bajarme de aquí! Me resbalé, solté un grito agudo y me tuve que agarrar de un espacio abierto entre los costados del monstruo para no caer al suelo. Consideré en un segundo las implicaciones de soltarme. No me iba a doler mucho, pero sí lo haría de todas formas. Si me quedaba arriba quizás no tendría que hacer más nada. Mmmhmm...

—¿Quién dejó al basilisco libre? —oí preguntar a Tony.

Crystal levantó la mano.

—Culpable.

—Pues tenemos que detenerlo. Y hay que mantener esas gemas en movimiento y... ¿¡Qué demonios se supone que haces allá arriba, Beverly Anne!? ¡Te fuiste de fiesta y no me invitaste!

Le dediqué una mirada furibunda.

—¿¡Te parece que lo estoy disfrutando!? ¡Bájame de aquí ahora mismo! ¡¡Bájame!!

—Agárrate, muñeca.

Cuando lo vi saltar para dirigirse a mí me solté, sabía que me atraparía, y efectivamente lo hizo. Me envolvió con sus brazos metálicos y sobrevoló con cuidado hasta dejarme en el suelo.

—Muchas gracias —agradecí con una leve reverencia.

Tony sacó la cara del casco y alzó una ceja.

—Esto no fue gratis. Me debes.

—Bien —esbocé una sonrisa socarrona—. Te pago esta noche.

El interpelado abrió los ojos como platos y también la boca, pero esta última fue de una manera más ligera y anonadada. Soltó un sonido de grata sorpresa y resopló.

—Tengo trabajo que terminar —y salió volando de allí de nuevo.

No hubiera esperado que las cosas pudieran ir más rápido, pero sorprendentemente así fue. Apenas tuve un microsegundo en libertad cuando ya me había visto atestada hasta lo inverosímil de criaturas por todos lados, así que me di a la tarea de comenzar a atacar sin detenerme. Corté, desgarré y despedacé tanto que apenas fui consciente de lo que se suscitaba a mi alrededor. A lo lejos percibía muchos gritos, aullidos y también rugidos, de entre los que más destacaban eran los de Thor (que parecía un león enjaulado), al igual que los soniditos de batalla que solía hacer Victoria cada vez que se lanzaba a pelear con alguien, como un grito de guerra agudo pero resonante. Claro que, de vez en cuando, estas emisiones eran altamente opacadas por los bramidos que emitía Bacchus y también las demás criaturas.

En un segundo bastante corto me di cuenta que la persona que estaba llevando la pelea contra Nemea era Makenna. Había una muchacha de pelo verde, que había visto junto a Wanda momentos antes, que se estaba encargando de proporcionar ataques con una llamativa bruma verde esmeralda a la gran bestia. Recordé su rostro de las largas listas de desaparecidos pero no memoricé su nombre. También vi a Silena Vassos correr como alma que lleva el diablo, y a la bonita reina de Wakanda pelear con una fiereza inesperada contra una decena de monstruosas criaturas. También vi a Clint y a Samantha correr a toda velocidad.

Me tomó un minuto completo, pero comprendí el motivo detrás de todas las carreras. Ellos estaban tratando de llevar las gemas a un lugar, y ellas trataban de alejar el collar de las garras de Bacchus.

Y Crystal iba decidida por el collar cuando entró en la visión periférica de Thanos.

Me saqué de encima de un tirón a los que me estaban atacando y eché a correr a toda velocidad en su dirección cuando la espada de Thanos arremetió contra el cuerpo de la pelirroja y la hizo caer, revolcándola en el suelo con una fuerza sin precedentes. El brazalete se encogió, actuando de manera totalmente independiente de mis comandos, cuando yo vi lo que trataba de hacer Thanos: cortarle la cabeza con la espada. Me deslicé por el suelo, sintiendo el agarre del metal serpenteando en mi puño cerrado, como si estuviera tratando de recubrir mi mano completa, y me metí en medio de ambos cuando la hoja se halló a centímetros del cuello de Crystal.

Detuve el filo con mis manos y vi lo que trataba de hacer el brazalete. La serpiente advirtió esto y me dio un medio para detener el ataque mortal. Thanos soltó un rugido profundo desde su pecho ante la súbita pared con la que se acababa de encontrar y empujó más hacia adelante.

—¡Ve! —le insté a Crystal entre dientes—. ¡Busca ese collar ahora!

El gigante de rostro purpúreo dejó escapar otro gruñido penetrante y afincó más la espada en mi mano, pero yo me planté en el suelo como una roca y también empujé en dirección contraria. La serpiente palpitó y una fibra de corriente recorrió su metal de manera sorda cuando la fuerza que ejercía empezó a seguir efecto. La lucha de fuerzas entre Thanos y yo solo duró un par de segundos, porque en el momento en el que se percató de que yo estaba repeliendo la suya, trató de soltar una mano. Pero yo hice lo mismo, con mi mano izquierda desnuda continué retrayendo el filoso metal y con la derecha, donde el brazalete se envolvía y desprendía corriente, le atesté un puñetazo en el rostro que lo hizo tambalear.

Naturalmente eso lo hizo enojar. Me enseñó los dientes en una muestra de ira y soltó la espada, me tomó de una pierna y me estrelló contra los escombros con todas sus fuerzas. Propició una patada en mi estómago y luego un puñetazo en mi cara, de la misma manera en la que yo lo hice. Eso me rompió la nariz y quién sabe qué otro hueso, estaba segura. 

La misma muchacha de pelo verde que peleaba con Bacchus me lo sacó de encima en ese momento.

Me enderecé, aún en el suelo, y me llevé los dedos hasta la cabeza y después a la nariz. Cuando me los miré me di cuenta de que estaba sangrando de manera alarmante. El golpe me bajó todo el sulfuro del sistema. Ya no sentía ni una pizca de adrenalina, y eso me permitió vislumbrar el panorama desde otra perspectiva, una que dejó en evidencia la cantidad de personas que estaban muriendo de nuestro bando. Con la respiración entrecortada traté de levantarme, pese a que estaba perdiendo mucha sangre y eso me mareaba.

Me levanté en vano, porque justamente y por algún motivo que desconocí, la ostentosa nave que sobrevolaba el cielo empezó a disparar sobre todo el campo de batalla. Cerré los ojos, esperando la descarga, pero todo lo que sentí fue un par de brazos metálicos envolverse alrededor de mi cuello y una mano del mismo material tomarme de la cabeza para resguardarme.

Tony y yo permanecimos así hasta que las descargas cesaron. Sacamos la cabeza para ver qué sucedió, y nos encontramos con que los proyectiles ahora apuntaban hacia el cielo.

—Viernes —la llamó él—. ¿A qué le disparan?

—¡Algo acaba de atravesar la atmósfera superior!

Me ayudó a ponerme de pie.

—¿Estás bien? Te dieron un buen revolcón —observó él. Se sacó el casco y me miró con el ceño fruncido—. Estás sangrando mucho —añadió en voz bajita, pasando los dedos metálicos por mi nariz.

Negué lentamente y pegué los ojos al cielo.

—Estoy b... ¡Es Danvers!

El fulgor dorado que desprendía la Capitana Marvel iluminó el sombrío cielo y arremetió como una bola de luz imparable contra la nave gigantesca, destrozándola por completo y dejándola caer sobre la gran represa.

Y casi al mismo tiempo que eso sucede, otro destello cegador cayó a varios metros de donde nos encontramos. Una luz púrpura envolvió la presencia de tres personas más. Algo en mi cabeza hizo click en ese instante. Para eso era que Halley estaba utilizando el comunicador. No pude evitar reírme entre dientes.

Shannon Stryder también llegó y trajo consigo a Natasha y a Halley.

—¿Vas a estar bien sola? —me preguntó Tony, percatándose de otra situación en la distancia. Yo asentí tranquila.

—Ve.

El interpelado me tocó el rostro una última vez antes de salir disparado hacia el cielo.

—¡Oye, muñeca! —gritó la incorregible de Halley—. ¡Suelta eso y ven acá! ¡Tú también, vieja!

Sacudí la cabeza y empecé a moverme con dificultad hacia su encuentro. Natasha me pasó corriendo por un lado.

—Una hora sola y mira como te dejaron —comentó con una mueca graciosa.

Le torcí los ojos.

—Anda a echarle un ojo a tus hijos, hace rato no los veo.

—Para allá mismo voy.

Victoria estaba envolviendo a Halley en un abrazo mientras que Crystal sonreía complacida cuando llegué con ellas.

—Maldita Halley —la llamé en tono irritado—, ¿siempre tienes que tener un gran momento?

La rubia me apuntó con el dedo.

—Háblame así de feo de nuevo y te beso.

Le di un empujoncito leve.

Solo lo decía por molestar, porque en verdad no era capaz de describir el alivio que sentí de verlas a ambas sanas y salvas. El hecho de que Tony no me hubiera contestado la pregunta al inicio de todo esto me hizo recrear un montón de locas teorías en mi cabeza, pero ahora me sentí muy bien de saber que solo se trataron de ideas descabelladas. Ambas estaban bien y aquí. Ahora tenían que contarme la historia de qué anduvieron haciendo, pero primero de debíamos terminar con todo esto.

El insoportablemente conocido bramido de Bacchus resonó con potencia bajo una gruesa capa de humo a lo lejos, lo que provocó que todas nos giraramos para verle. Tragué saliva sonoramente. El collar ahora estaba en su pecho,  y gran parte del batallón de Thanos se arremolibó delante para protegerlo. La legión era encabezada por Nemea y Neptune.

—No podemos tomar el collar, atacar a Bacchus y lidiar con el ejército al mismo tiempo —advirtió Crystal.

—Necesitamos refuerzos —jadeé. El mal humor regresó a mí como una helada ventisca.

—Los tienen —concedió Halley sin dejar de sonreír.

Alcé una ceja. Bueno, Shannon sí era de muchísima ayuda, pero resultó que no estaba hablando de eso.

La primera en caer fue Vera, que le sonrió divertidamente a su madre. Makenna le siguió muy de cerca, aún generando esa sensación de hormigueo por la vívida imagen de Harper en ella. Shannon se movió junto a Halley, con su acostumbrada apariencia chispeante, y la muchacha de pelo verde que me había librado de Thanos cayó junto a ella. Samantha y Silena aparecieron a la vez, como parte de un todo, y a ellas se les unió la reina de Wakanda y Calypso Auberon. La última en unirse fue una menuda muchacha de pelo cobrizo y piel pálida. A ella me pareció verla con Bucky Barnes bastante rato antes, pero no estaba segura.

Todas clavaron los ojos en la castaña que se hallaba a mi lado, pero esta no mostró ninguna advertencia de reacción. Le palmeé el hombro y después de lo apreté.

—Te seguimos, super mujer.

Mi hermana mayor desenfundó la espada, haciendo que el sonido del metal filoso dé el aviso antes de hacernos una seña con la cabeza a todas.

—A mi señal —ordenó. Tan mandona y tan bonita.

Lentamente comenzó a caminar, con Crystal y conmigo a cada lado de sus costados y las demás detrás de nosotras. El batallón de enfrente también dio el salto a toda potencia.

Fue bastante difícil llegar a la bestia, y esa fue la primera vez en la que realmente la atacamos con fuerzas combinadas, y ni siquiera así fue suficiente. La única esperanza que había estaba en ese collar y ahora se encontraba incrustado en lo más profundo de su pecho. Todas las demás hicieron un trabajo espléndido acabando con el ejército, el problema seguía siendo Bacchus. Ni mi fuerza acompañada por la resistencia de Victoria y el poder de Crystal era tan impetuoso como para siquiera rasgarle algo. No se podía.

Todo fue peor a partir de ahí, especialmente cuando una descarga colorida volvió a arremeter contra nosotras y nos sacó de combate con un efecto prácticamente instantáneo. No duramos ni medio segundo de pie ante eso.

Yo ya estaba amoratada, sangrando y golpeada hasta el cansancio, así que esa poderosa descarga sólo me hizo añicos. Esta vez caí encima de un montón de escombros de hierro forjado que hicieron estragos contra mi columna, así que me costó muchísimo más reponerme. Mis sentidos se nublaron a tal punto en el que no podía oír nada y empecé a ver borroso. Todo a mi alrededor se distorsionó y mi canal auditivo parecía estar siendo sofocado por un gran pedazo de algodón para evitar que escuchara algo, pero había sido por el golpe, no por nada más. A través de las náuseas y el vértigo pestañeé, tratando de hacer un esfuerzo por aguzar la vista y enfocar algo, pero no funcionó. La cabeza me palpitaba muchísimo.

No podía ver nada y tampoco podía oír. Esa realización hizo que me dieran ganas de llorar, porque me sentí bastante inútil y eso me frustró. Mi cuerpo tampoco parecía estar respondiendo adecuadamente, sobretodo ante el dolor lacerante en mis costillas. Ahí debía tener más de una fractura.

Levántate.

¿Siempre apareces cuando me siento a punto de morir, mamá?

Levántate, Zafiro. Levántate ahora mismo.

No me mandonees, esto es tu culpa. Thanos quiere matarnos por ti, tú la libras porque ya no estás, pero nosotras estamos aquí recibiendo la golpiza.

Yo misma me caí mal por haber comprendido el sentido detrás de su aparición nada más al escucharla. Victoria ya la había estado escuchando antes, incluso me pregunté por qué yo no había podido hacerlo también. Tal parecía que a ella solo le gustaba hablar conmigo cuando me veía a punto de perder la batalla.

¡Levántate!, insistió con más vehemencia que antes.

No puedo, pensé con pesar. No puedo hacerlo. Mi cuerpo no responde y mis sentidos tampoco.

Zafiro, yo no entregué mi vida para que tú renuncies a la tuya tan fácilmente. Necesito que te levantes, necesito que seas fuerte. Necesito que ayudes a tu hermana.

Como no era suficiente con la ceguera y la falta de audición, se me instaló un horrendo nudo en la garganta y me costó mucho respirar.

La escuchaba decirlo muy fácil, mandarme era sencillo, pero yo de verdad no podía hacerlo. Por primera vez no podía levantarme y eso me aterrorizó más que cualquier otra cosa. Me desesperé y empecé a temblar, aterrada de no poderme mover. Esto era lo que más había temido: la pieza del miedo, la que no terminaba de encajar por completo en mí misma, había pateado todas las demás del tablero y se había quedado reinando sola en mí. Y yo nunca había podido vencer mi miedo, solo conseguía aplazarlo de vez en cuando, sobretodo cuando estaba con Tony, pero nunca lo derroté. Y ahora me estaba pasando factura.

No soy lo suficientemente fuerte para hacerlo.

Lo eres, discrepó su voz cantarina, empañada por un tono tristón. ¿Tienes miedo?

.

Eso está bien, preciosa. Eso está muy bien, porque el miedo te hace humana. Te hace mucho más de lo que yo jamás fui, murmró en voz baja. Pero si el miedo a no ser lo suficientemente fuerte  te domina ahora, tu corazón no va a soportar el miedo a la pérdida, y tú y yo sabemos, Zafiro, que más que quererlo debes serlo. Tienes que ser fuerte porque esto todavía no ha terminado. El miedo solo es un incentivo para recordarnos que seguimos vivos.

Inspiré hondo.

Mamá... yo solo quiero descansar.

Está cerca, mi vida. El descanso está muy cerca. Solo tienes que resistir un poco más. Te lo juro.

Apreté los ojos con fuerza, traté de tomarme de los escombros en los que estaba tirada, y jadeé en busca de aire. Aún me encontraba sumamente aturdida, pero cuando me giré, pude entender por qué Althea quería que me levantara.

Thanos estaba cargando en mi dirección. Apenas fui capaz de propinarle una indeble patada en las piernas, porque aún así este me tomó del brazo me alzó en el aire. A través del pánico y por encima de su hombro noté que Victoria gritó algo en la distancia, pero no escuché qué era. Echó a correr y lanzó su espada hacia el Titán, pero este la atrapó sin siquiera girarse a ella.

Cerré los ojos y me preparé mentalmente para lo que venía... Sentí la afilada punta de la espada de Victoria clavarse a la altura de mi pecho, pero esta fue amortiguada por algo más.

Solté un grito de horror a su vez que empezaba a sollozar sin poder creer lo que veía.

Era Victoria. Era mi hermana. El cuerpo de mi hermana se había metido entre la espada y mi pecho, eso había amortiguado. Antes de que pudiera hacer algo más que gritar, Thanos me la sacó de encima como si no fuera nada y la lanzó a lo lejos. Una cosa es hacerte a la idea de que vas a morir, aguardar la muerte pacientemente en medio de un valle de lamentos, pero otra muy distinta es verla pasar frente a tus ojos, llevándose a alguien más que no eres tú.

Yo estaba preparada para morir, pero no lo estaba para ver a Victoria hacerlo.

Una sucesión completa de exclamaciones de horror llenó el campo cuando se percataron de lo ocurrido y de lo que seguramente ocurriría de nuevo. Yo no me moví, hubiera recibido la muerte dichosa si Thor y Steve no hubiesen arremetido contra Thanos en ese momento.

Me arrastré por el suelo, me levanté y me caí muchas veces, pero no me detuve hasta que no llegué donde habían dejado tirado su cuerpo. Sus ojos todavía estaban abiertos cuando llegué hasta a ella. Me sentí... No lo sé. No sé cómo me sentí, no pude explicar la profundidad del vacío o la magnitud del dolor. Este venía en cifras desconocidas para mí, se redoblaba en cantidades que no creí existentes. Era un dolor irreal.

—No me dejes —le rogué en medio de sollozos, tomándola por los hombros y abrazándola con desesperación. La envolví con mis brazos, toqué su sangre con mis manos y junté su rostro con el mío—. ¿Por qué tenías que hacer eso? ¿Por qué? ¡Maldita sea, dime por qué, Victoria, por qué! —grité. Un aullido de dolor escapó de mis labios—. No me dejes, no me dejes... Tú también no...

Me balanceé hacia adelante y hacia atrás con ella, sollozando de manera horrorosa, mientras me mantenía abrazada a su cuerpo sin vida.

La cabellera naranja de Vera me cayó en frente un segundo después. Tuve que cerrar los ojos con fuerza para no verle la cara.

—¿Ma... mamá? —musitó de manera entrecortada, con la voz rompiéndose en la última sílaba de la palabra. Sus manos chocaron en la sangre del cuerpo de la castaña, y lo supe porque la sentí bambolearnos—. Mamá —insistió—. Esto no es gracioso, mamá. ¡Mamá! ¡Mamá, por favor! ¡No, no, no, no! ¡¡Mamá!!

Tuve la impresión de que el tiempo se detuvo, pero claro que solo era cosa mía. Yo solo... dejé de prestar atención. Aún oía los gritos, los goloes, los chillidos, pero no los veía. Dejaron de importarme por completo.

Pero entonces, cuando pensé que sencillamente ya no podía dolerme más, una luz me obligó a girar. El campo entero se vio envuelto por ese repentino destello y, por alguna razón, todos empezaron a desvanecerse. No nosotros, ellos.

Allí fue donde lo vi. Tony había chasqueado los dedos. Y el dolor se transformó. Eso ya no era dolor, eso era estar muerta en vida.

Yo en serio nunca estuve destinada a tener un final completamente feliz, ningún ser en todo el universo planeaba permitirme tenerlo. Yo siempre tenía que perder algo, siempre había un precio que pagar, siempre me arrebataba algo porque sencillamente yo no podía ser feliz por completo porque, por algún motivo que era incapaz de alcanzar, mi felicidad generaba alguna especie de desbalance cósmico y hacerme sufrir era la única manera de que todo estuviera bien equilibrado. ¿Pero en serio tenía que quitarme tanto?

Él lo había advertido, ¿verdad? Al principio lo había dicho, que no nos iba a dejar ir con vida, que su ajuste de cuentas se había adelantado. Él lo había dicho y lo había cumplido. Volvió a ganar otra vez, se alzó de nuevo sobre todo lo demás e impuso su voluntad por encima de la realidad. Thanos había sido mi pesadilla y no descansó hasta cumplir todos los escenarios a los que había temido.

Mi respiración se detuvo bruscamente y no sentí nada. Quizás porque había entrado en un estado de shock demasiado intenso, quizás porque solo así iba a ser capaz de lidiar con este escenario. Cuerda no hubiera podido enfrentarme a esto, ni en un millón de años. Mis piernas se movieron automáticamente, actuando por inercia, y me llevaron hasta donde él se encontraba. No miré a los lados, no reparé en nadie, tampoco distinguí rostros. No me importaba nadie más. Traté de buscar mi corazón, llevándome una mano al pecho para sentirlo, pero no había nada. Era como tener una caja vacía e inhabitable que solo sirve para retener aire, pero nada más.

Tony se había detenido a reposar junto a un montón de escombros, y no sé cómo lo hizo, pero me sonrió nada más al verme llegar.

—Hola, muñeca —bisbiseó de forma casi ininteligible. Presioné la palma de mi mano ensangrentada contra su reactor y él la atrapó con la suya—. No más miedo, ¿si? —agregó en un etéreo murmuro.

Signos vitales graves —anunció Viernes.

¿Y qué hacía? No podía decirle que no me dejara, aunque me estaba muriendo de ganas por hacerlo. No podía romper a llorar frente a él, no podía dejarle ver lo mal que me estaba dejando. Yo no podía hacerle eso por nada del mundo, simplemente no podía. Y eso solo lo volvió una completa tortura para mí, porque no podía gritar. No podía golpear nada ni descargarme con alguien, no podía llorar hasta quedarme seca ni mucho menos rogarle para que no me abandonara.

Sus ojos castaños me miraron apagados pero llenos de añoranza, con la media sonrisa asomada en su boca. Llevé mi mano libre hasta su cara y acaricié dulcemente su mejilla, inclinándome para besarle la frente.

—No más miedo —convine, y esbocé una sonrisa solo para él—. Te amo... Gracias por todo lo que hiciste por nosotros.

Y cuando sus ojos se cerraron y el reactor se apagó, ahí yo ya no pude contenerme. Todo dejó de tener sentido. 










You can rest now...
🦋💙✨

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro