Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

39 ━━━ Isolation.

━━━ ❛ PANDEMONIOUM I ━━━

BEVERLY BLACKWELL




La criatura de rostro purpúreo me observó con detenimiento, a la espera, mientras estaba sentado sobre un asiento de duras rocas grises. Era gigante, mucho más de lo que yo era, incluso más alto que Hulk. Su armadura iba desde los tonos morados hasta los dorados, y en su cara una helada expresión mortal me hacía sentir cohibida.

—¿Estás lista para venir a casa, Zafiro? —me preguntó, y de sus palabras emanaba un desconcertante tono dulzón.

Lo miré, sin comprenderlo aún.

Yo no te conozco.

Hemos sido separados, pequeña —asintió, de acuerdo con sus propias palabras. La forma en la que las dijo me hizo estremecer—. Pero pronto estaremos juntos de nuevo —sentenció, en voz baja. Yo tragué saliva.

Él me sonrió.

Bajé la vista a mis pies, y me di cuenta de que estaba descalza sobre algo rojo y pegajoso. Me tomó más tiempo del que normalmente lo haría darme cuenta de que era sangre, y cuando volví la cara en busca de la criatura purpúrea, ya no estaba. En su lugar, los cadáveres de Althea, Victoria y Tony estaban arremolinados unos con otros.







Me desperté sobresaltada, con el grito sofocado contra la almohada. El corazón me latía a una velocidad atemorizante y durante los primeros segundos, sólo pude cerrar los ojos. En mi cerebro, la viva imagen del gigante brillaba con exagerada intensidad, por encima de todo lo demás. El sentimiento de devastación que había comenzado a abrirse paso en mi pecho ocasionó que al aire se me atorara en la garganta, haciéndome jadear. Me sentí temblar, para segundos más tarde darme cuenta de que chispas azules volaban por encima de mis dedos. Otra vez no...

Entonces, sentí una delicada caricia en mi brazo derecho y unos labios suaves contra mi cuello. Y como reacción instantánea, las chispas se desvanecieron, el miedo desapareció y el latido de mi corazón volvió a su ritmo habitual.

—Está bien... no pasa nada, sólo fue un sueño —murmuró Tony, pasando su brazo por mi cintura y apegándome más a él. Di la vuelta sobre mí misma y me abracé a él, reposando mi cabeza en su pecho mientras él besaba mi pelo.

Sólo fue un sueño, repetí en mi interior. Y era cierto, eso no era algo que hubiera estado pasando, pero era tan recurrente, tan aterrador...

—Sigues teniendo pesadillas —observó en un murmuro, sin dejar de abrazarme. Yo asentí y cerré los ojos.

—Pesadilla, en realidad. Es la misma todas las noches, sólo con escenarios diferentes.

—Todos tenemos pesadillas —me apegó un poco más a él—. No tienes por qué temer, muñeca. Yo no dejaría que nada malo te pasara.

Pero si no es por mí por quién temo, quise decirle, pero las palabras se me quedaron pegadas en la mente y no las canalicé hacía mis cuerdas vocales.

Ahogué un suspiro.

—Lo sé... —volví a cerrar los ojos—. Ya está amaneciendo, eso significa que ya te tienes que ir.

—No tengo por qué irme. Puedo quedarme.

—Sabes que sí tienes que irte...

Se hizo el silencio, apenas roto por el sonido de nuestras respiraciones profundas. Él continúo acariciando rítmicamente mi espalda, metiendo la mano por debajo de la tela de la pijama. Al contacto, su piel me quemaba, como si estallara en llamas de sólo que él me rozara. El susurro que hacían sus labios mientras el dejaba castos besos sobre mi cuello me hizo estremecer entera, volvió a acelerar mi corazón, pero ésta vez por una buena razón. Me hizo temblar, como si de tan sólo poner sus manos en mí nos fusionáramos en una sola persona.

Era en momentos como estos en los que me resultaba muy fácil olvidar que alguna vez hubiéramos podido estar separados, o que algo malo hubiese pasado. De tan sólo tenerlo así, acariciándome, abrazándome, me daba la sensación de que hubieran transcurrido mil muertes y ahora, después de tanto tiempo, apenas empezaba a vivir. Porque por la manera en la que me estrechaba contra él, la manera en la que me besaba, me hacía sentir como si nada más tuviera sentido.

Acercó su rostro al mío y depositó un beso sobre mi frente. Abrí los ojos, y me encontré con él mirándome, de una manera que se me asemejó mucho al anhelo. Como si le gustara mucho lo que estaba viendo.

—No me quiero ir —murmuró al final.

—Pepper, Rhodes y Happy te están esperando —contesté de la misma manera—. Iría contigo... pero Harper se va a poner a gritar si me voy antes de lo previsto... y Victoria llega en la tarde...

Tony resolló y me abrazó de nuevo.

—Pero te voy a extrañar, y a Edward... Te vas a quedar con todos, hasta con Vera.

—Tony, sólo será una semana.

—No me gusta.

—Mmhmmm...

Hace tres días que habíamos venido a Hiron para echarle un vistazo al estado de salud de Harper, que se encontraba en un deterioro que sólo aumentaba. Desde que hace un par de meses le diagnosticaran un tumor cerebral de extraño comportamiento, las cosas sólo se habían puesto peor. Todos habíamos intentado miles de cosas para atisbar el origen de la enfermedad y así tratar de encontrar la cura, pero habíamos fallado estrepitosamente en todos los intentos. Y ahora que el monstruito había terminado de perder casi toda su fuerza, estábamos en vilo, con los nervios de punta y el corazón en un puño.

Así que habíamos decidido venir, con la intención de quedarnos al menos una semana, pero Tony tenía que irse antes pues tenía asuntos que resolver en Nueva York.

—Antes de que me vaya tengo que preguntarte algo —me dijo, dándome una vuelta para que quedara encima de él.

—A ver, dispara.

—Alguna vez has soñado que... Hum... Vas al baño y...

—¿¡Te orinaste encima!? —me separé de un respondo exagerado—. ¿Ahora voy a tener que usar los pañales de Edward en ti?

Tony me lanzó una almohada.

—Graciosa, pero no. No es eso. Es que a veces uno sueña cosas, y son reales, ¿no te ha pasado?

—No, ni quiero que me pase —mascullé, recordando mi pesadilla recurrente. Del tiro se me bajó la presión.

—Bueno, pero sí es posible —me torció los ojos—. Y es que, pues, he soñado que tú... estabas... así como... muy embarazada... ¿Estás embarazada?

Ay, carajo. Estuve segura de que había puesto una cara de horror, porque el terminó haciendo una mueca avergonzada.

Me aclaré la garganta.

—No... lo sé.

—¿Existe la posibilidad? —los ojos oscuros le chispearon emocionados, y eso fue como si me clavaran una estacada en el corazón. Se inclinó hacia adelante, y me tomó las manos para plantar besos sobre ellas—. Se sintió muy real, te lo juro. Era una niña, le habíamos puesto Sarah y...

¿Sarah? ¿Sarah, como la madre de Steve? Mierda. No le hice el comentario, pues sabía que era un tema sensible, pero me desconcertó mucho la elección del nombre. Sobretodo porque de seguro que lo había hecho de manera inconsciente.

—Espera —lo detuve, inclinándome hacia él y abrazándolo por los hombros—. Deten tu auto, cara de metal. Más despacio.

Él volvió a torcerme los ojos.

—¿Estamos embarazados?

—No, no estamos embarazados.

—Pues deberíamos estarlo —refunfuñó.

—Eso no está bueno —suspiré—. No, cariño.

—Pero en serio quiero otro —dejó caer su cara hasta mi hombro derecho, simulando dramatismo exagerado—. Podríamos ser un cuarteto magnífico, y Edward ya no estaría sólo. Yo estaría muy feliz de plantar la semilla, si me lo preguntas, el proceso sería espléndido. Me luciría como cuando planté la semilla de Edward.

Me eché a reír entre dientes.

—No creo que debamos discutir esto ahora mismo.

—Bien, cuando vuelvas a Nueva York lo discutimos —sentenció. Se enderezó de nuevo, me besó la frente y luego agregó en un susurro—: Me vas a decir que sí.

No le contesté... porque realmente dudaba que eso que me estaba pidiendo, pudiera pasar de nuevo.





* * *


Para cuando llegó la noche, Tony ya se había ido, y los demás llegaron.

Harper se removió con fatiga sobre su cama.  El pelo entero le cubrió el rostro, y al parecer le molestó, porque se volvió loca para ponerse una coleta. Victoria, Natasha y Wanda, que acababan de llegar a Hiron hacia menos de dos horas, estaban apoltronadas sobre el sofá de la castaña. Mi hermana mayor —se me hacía muy extraño emplear ese término ahora, pero poco a poco me iba acostumbrando— estaba entretenida con Edward. Le hacía mimos, le besaba el rostro, y mi hijo se reía en consecuencia. Los demás, que incluían a Vera, Steve, Visión y Sam, estaban todos en algún sitio de la ciudad.

Les gustaba Hiron, pues aquí no había gobierno que estuviera detrás de ellos. Aquí, Steve, Victoria y Vera podían volver a ser una familia. Wanda y Visión podían pasear por las calles tranquilamente, y Sam podía hacer lo que quisiera (como conquistar hironianos). Estaban a gusto, y en paz, y eso me reconfortaba.

Edward gorgoteó una risa. Mi hijo que crecía tanto con el paso de los días. Se había pegado una buena estirada en el último mes, tanto que ya no tenía mucho la pinta de un bebé de seis meses, sino de un año. No tenía por qué preocuparme, pues entraba dentro del rango «normal» debido a que llevaba no sólo mi sangre, sino también la de Victoria y la de Althea.

Pffff. Si me hubieran dicho que yo terminaría siendo la hija de una diosa, seguro que me habría ido a un psiquiátrico de inmediato. Era molestoso para mí cargar con ese título y todo lo que acarreaba ahora, porque desde que se me rompió el brazalete y mi verdadera madre se vio obligada a sacarme las runas del cuerpo, cualquier habilidad que hubiera tenido antes quedó reducida a polvo y se elevó hasta los más altos niveles existentes. Si pensaba que antes era subnormal, pues ahora lo era al mil por ciento más. Apenas y había aprendido a controlar mi fuerza, por eso me volaban las estúpidas chispas cada vez que sufría una alteración emocional, por las estúpidas corrientes naturales. Por el jodido viento que ahora me había acarreado el título de diosa.

Y tampoco era muy fácil para mí eso de evitar las alteraciones emocionales, si aún no me gustaba que me tocaran, específicamente el género masculino. Sólo me dejaba tocar por Tony, y nada más. Ni siquiera cuando conseguía ver a Steve podía aguantar más de tres segundos un abrazo de saludo. Aún me estremecía y me causaba pánico el tacto, me aterraba y me hacía recordar cosas que preferiría olvidar. Esto se me estaba haciendo mucho más difícil de lo que pensé, y mi mente estaba que me pedía vacaciones.

Pero hacia mi esfuerzo, y ahora tenía mucho más de donde agarrarme para no perder el último tornillo que me quedaba. Althea se había estado comportando como una madre ejemplar, Nadine había dejado de joder y estaba más condescendiente que nunca. Mis abuelos estaban contentos y tranquilos, tenía una sobrina increíble como lo era Vera, mi hermana mayor era la mejor de todas, y tenía a Tony y a mi hijo. Lo único que desequilibraba la balanza era que el monstruito estaba enfermo, porque sino, todo hubiera estado bien. Y sería perfecto si mi hermana, su novio, y el resto de mis amigos no tuvieran que andar de fugitivos.

Pero obviamente nada podía ser perfecto, por ningún motivo. Y si yo no tuviera pesadillas tan aterradoras, quizás mi paranoia no fuera en aumento. Porque no importaba qué hiciera, la criatura de color púrpura siempre iba a estar allí, en mi cabeza, haciéndome chirriar de miedo.

—¿A Tony se le pasó el berrinche por el segundo hijo? —me preguntó Harper, sacándose el pelo de la espalda.

—Deja de estar moviéndote, por amor a Dios —la reprendió Victoria—. Te vas a arrancar todo lo que te colocaron en la espalda si sigues así.

Harper torció los ojos. Tenía unas buenas ojeras, y su rostro estaba tan demacrado que ahora sus mejillas estaban retraídas y opacas. Se me arrugaba el corazón de sólo verla así.

—Estoy bien —sorbió por la nariz—. ¿Senna les hará una cena de bienvenida? Yo quiero bajar.

—No puedes, yo te guardo pastel —murmuró Wanda, dedicándole una leve sonrisita.

—Senna se está portando muy bien al dejarnos quedar aquí —agregó Natasha, sacudiendo la cabeza—. Aún así, tenemos que cambiar algunas cosas. Estamos igual, hay que alterar las apariencias un poco.

Edward se puso quejoso encima de Victoria, así que me levanté para ir a buscarlo. Me sonrió al verme.

Harper agregó:

—Deberían teñirse, me encantaría ver a Victoria de rubia. Y probablemente muera pronto, así que deben conceder mis deseos.

—No te vas a morir —le gruñí.

Este tema me calentaba los nervios y ella lo sabía, aún así se empeñaba en sacarlo. Suspiré un minuto después.

—¿Tony te pidió otro hijo? —quiso saber Natasha, tomando el primer comentario de Harper. Yo asentí con desgana—. Uy, ¿y eso cómo salió?

—¿La verdad? Pues está emocionado, y no quiero romperle la burbuja.

Wanda se echó a reír entre dientes.

—Por eso no voy a tener hijos nunca.

—Lo dice por otra cosa, cariño —la interrumpió Victoria.

—¿Cuál cosa? —Natasha frunció el ceño.

Vacilé, y me pregunté si no sería mejor que me metieran un pie en la boca.

No había tocado este asunto con nadie, en absoluto, pero Victoria lo sabía porque estuvo presente el día del suceso. La había obligado a cerrar el pico y a no hacer ningún comentario al respecto, pero ahora sería prácticamente imposible evitarlo. Al menos no con Tony queriendo plantar otra semilla.

—¿Bevs? —Harper me llamó en voz baja.

Pensé que me podría reír un poco pero no pude, terminé poniéndome seria. Reflexioné sobre el tema, en verdad, y me di cuenta de lo terrible que sonaba ahora que lo sopesaba en verdad.

Peor aún.

—Después de lo que pasó con Vladimir, la doctora Cho se dio cuenta de que estaba embarazada, pero eso ya lo sabían —les conté—. Perdí ese bebé, y pude recuperarme de los golpes, pero...

Natasha ladeó la cabeza.

—¿Pero?

—Hubo daño severo internamente por lo que hizo Vladimir. Cho dijo que no era muy probable que yo pudiera quedar embarazada otra vez.



























Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro