17 ━━━ Should I stay or should I go.
━━━ ❛ MOMENTUM XVII ❜ ━━━
BEVERLY BLACKWELL
Con la llegada de la noche, gran parte de la tensión que había en el ambiente decayó. Me sentí deseosa de quitarme toda esa sensación de miedo que me había quedado encima después del incidente en el barco, y lo cierto era que Tony había contribuido de manera asombrosa en eso. El gesto que tuvo conmigo en la tarde había sido la cosa más asombrosa y gentil que hubiera presenciado jamás. Y la verdad era que la forma en la que habíamos dada por concluida la conversación también había sido digna de admirar.
No dejó de sorprenderme ni por un instante, y por eso no puse resistencia a lo que se suscitó luego. Si ya lo había hecho antes sin haber recibido un trato de ese calibre, ahora era mucho más emocionante ser parte de ello. Para sorpresa de todos, Nick Fury, el ex director de SHIELD, se apareció en la casa de Clint al caer la noche. Al parecer había estado hablando unas cosas con Tony, puesto que el pelinegro había estado cortando leña con Steve en el patio para después desaparecer en el granero por un rato largo. Cuando regresó no estaba sólo.
Estábamos en el comedor de la casa Barton, hablando acerca de la situación de Ultron, cuando Clint me pasó un sándwich de queso fundido. Le sonreí ampliamente y comencé a comer.
—Me sorprende que esa niña malcriada haya accedido a trabajar con ustedes —comentó Nick Fury, lanzándome una mirada inexpresiva.
Steve estaba tomando un vaso de agua cuando escuchó aquello, así que se atragantó un poco.
—¿Conoces a Beverly?
—Por supuesto que la conozco —respondió obvio y avanzó hasta la cocina, donde busco los utensilios necesarios para preparase un sándwich.
—El tipo se apareció en mi instituto vestido como Blade el caza vampiros cuando tenía quince y me dijo que quería llevarme a unas «instalaciones seguras» para personas como yo —expliqué, dándole otro mordisco a la comida—. No me cayó la idea.
—Me pateó en la cara y salió corriendo —relató Fury, sacudiendo la cabeza—. Incluso me pinchó el ojo con un dedo. Ahí entendí que podía cuidarse sola y le dije a Hill que no volveríamos a buscar a ese pequeño monstruo.
Rápidamente todos comenzaron a reír, pero yo me sentí un poco avergonzada por la historia. Vamos, era una niña aún y le tenía pánico a las personas en su mayoría. Si un hombre con parche vestido de negro se me aparecía en frente era obvio que iba a huir.
—Esa es la historia más interesante que escuché después del «lenguaje» de Steve —se burló Victoria, sentada en la mesa junto a Romanoff.
—¿Eso te parece gracioso? —Tony alzó una ceja—. A mí me parece más gracioso aún que tú, viejita, no has admitido que Steve es el padre de Vera.
La castaña le enseñó los dientes en una sonrisa sarcástica y le lanzó un vaso de plástico que había sobre la mesa. Yo estaba junto a Tony, así que metí la mano para atraparlo antes de que se estrellara en su cara.
—¡Me lo lanzaste, vieja! —chilló Tony, indignado. Victoria se encogió de hombros.
—Sabía que Beverly lo atraparía.
Romanoff se echó a reír suavemente.
—Dudo mucho que Steve pudiera hacer bebés estando en el hielo —murmuró.
Steve, por su parte, rodó los ojos pero se estaba riendo. Parecía estar muy acostumbrado a esa conversación.
—¿Podemos concentrarnos?
En respuesta, Fury avanzó hacia nosotros con aire despreocupado. En su rostro había una mueca de leve satisfacción, como si estar de vuelta en el juego lo complaciera.
—Ultron los sacó de combate para ganar tiempo —habló—. Mis contactos dicen que está construyendo algo, y por la cantidad de vibranium que se llevó no creo que sea una sola cosa.
—¿Y de Ultron que sabes? —inquirió Steve, cruzado de brazos en el umbral.
—Ah, es fácil rastrearlo. Está en todas partes, se multiplica más rápido que un conejo en primavera. Pero eso no nos ayuda a desentrañar alguno de sus planes.
Miré a Tony, que se había movido de mi lado para ponerse a lanzar dardos. Estaba escuchando con atención lo que decía Fury, pero no nos miraba. Al final, fue quién preguntó:
—¿Aún trata de robar los códigos?
—Sí, todavía —replicó Fury, untando mantequilla en su sándwich—. Pero no ha tenido ningún progreso.
El pelinegro se volvió hacia nosotros.
—Descifré las defensas del Pentágono jugando en la escuela —alardeó, sin ningún toque de sutileza.
—Sí, contacté a todos nuestros amigos en el Nexus y pregunté —murmuró Fury. Steve los miró confundido.
—¿Nexus?
—El concentrador mundial de la internet en Oslo —Bruce, que había permanecido en silencio durante un buen rato, fue quien terminó por explicar aquello—: Todo byte de información fluye por ahí. Es el acceso más rápido del mundo.
—¿Y qué te dijeron? —le preguntó Clint a Fury, mirando un par de dardos en sus manos.
—Su meta son los misiles —explicó Fury—. Pero alguien está cambiando los códigos.
—¿Quién?
Cuando Tony hizo la pregunta, Clint lanzó dos dardos que le pasaron por encima de la nariz y fueron a dar al punto medio del tablero. Vaya que sí tenía puntería el desgraciado. El castaño se encogió de hombros, orgulloso de su hazaña.
—Un desconocido.
Victoria silbó, negando con la cabeza.
—¿Por qué le cambiaría los códigos?
—¿Tenemos un aliado? —preguntó Natasha, sacudiendo la cabeza con el ceño fruncido.
Nick Fury torció el gesto.
—Ultron tiene un enemigo, que no es para nada la misma cosa.
—Sigue siendo beneficioso —murmuré, cruzándome de brazos. Fury se encogió de hombros en mi dirección.
—Aún así pagaría por saber quién es.
—Debería visitar Oslo —comentó Tony, acercándose de nuevo al comedor—, y buscar al desconocido.
Natasha pegó la vista a la mesa del comedor para después torcer los labios, contrariada.
—Nos alegra que llegaras, jefe, pero cuando te vi creí que tendrías algo más que eso —le dijo, tras soltar una exhalación.
Fury abrió los brazos de forma obvia.
—Así es, los tengo a ustedes. Antes solía tener ojos en todas partes, oídos cubriendo el mundo. Recibieron toda la tecnología que imaginaron, pero eso se acabó. Y ahora, sólo está nuestro ingenio y nuestra voluntad de salvar al mundo. Ultron dice que los Vengadores son lo único que se interpone en su misión, y quiera o no admitirlo, su misión es devastar la tierra. Quiero que lo enfrenten. Superen a ese robot bastardo.
—A Steve no le gusta que insulten —canturreó Natasha en tono socarrón. Steve la miró indignado y se inclinó hacia ella.
—¿Tú también, Romanoff?
Yo suspiré. Fury torció el ojo y tomó asiento en la mesa junto a Natasha y Victoria, mientras que yo caminé para recostarme de una de las paredes.
—¿Qué es lo que quiere? ¿Qué pretende?
—Volverse mejor —replicó Steve—. Mejor que nosotros. Está fabricando cuerpos.
—Sí, de personas —concedió Tony. Alargó su mano hasta mi estómago cuando me paré a su lado, y trazó una línea sobre él. Me estremecí ante su tacto, así que me mordí el labio—. El cuerpo humano es ineficiente. Biológicamente hablando somos obsoletos. Pero él sigue intentando.
—Cuando ambos lo programaron para proteger a la humanidad de verdad fracasaron —repuso Natasha.
Bruce se quedó mirando, por un segundo, un dibujo de una mariposa que había depositado la hija de Clint sobre la mesa. El doctor observó con detenimiento la imagen por un largo instante, para luego levantar los ojos hacia nosotros.
—No necesita protección. Necesita evolucionar —dijo—. Ultron quiere evolucionar.
—¿Cómo? —quiso saber Fury.
—¿Alguien estuvo en contacto con Helen Cho?
* * *
La deducción acertada de Bruce con respecto a Ultron nos había alertado a todos. Una vez más nos preparábamos para la batalla, pero nos dividiríamos. Esta vez era muy distinta a la última, puesto que ahora no había más opción que ganar o perder. Si Ultron se hacía más fuerte entonces no habría vuelta atrás, y todo habría acabado. La lucha habría sido en vano si no lo deteniamos antes de que lograse evolucionar. Con ese pensamiento en mente, nos pusimos en marcha de nuevo. Steve ya se estaba paseando por el vestíbulo de la casa, uniformado como capitán, para cuando yo bajé las escaleras.
—Me llevo a Natasha y a Clint —le avisó Steve a Tony. El pelinegro venía caminando en dirección a él, poniéndose un reloj—. Tengo un plan, pero quisiera saber si tú te vas a llevar a Beverly. Me gustaría contar con toda la fuerza bruta. Después de todo, nos vamos a encontrar con Ultron.
—Bien, puedes llevártela. Yo volaré a Nexus con Victoria, luego los alcanzamos.
—No soy un objeto, chicos —les recordé, sonriéndoles irónicamente—. Pero me voy con el Cap.
Ellos menearon la cabeza. Yo dejé escapar un suspiro mientras que los tres comenzábamos a caminar hacia la salida.
—Si Ultron está construyendo un cuerpo... —aventuró Steve.
—Será más poderoso que nosotros —completó Tony—. Tal vez que todos juntos. Un androide diseñado por un robot.
Steve dejó escapar un suspiro con aire nostálgico.
—Extraño mucho los días en los que lo más raro que la ciencia había creado era a mí —se lamentó.
Hice una mueca. En ese momento, Fury bajó las escaleras del segundo piso al tiempo que se ponía una chaqueta negra sobre los hombros. Tenía una sonrisa medio burlona en el rostro y no pude evitar pensar que ni siquiera la amenaza de un robot asesino logró perturbar la calma de Nick Fury.
—Dejaré a Banner en la torre —avisó—. ¿Me puedo llevar a la señorita Hill?
Tony se encogió de hombros.
—Es toda tuya. Aparentemente.
—¿Y qué vas a hacer? —preguntó Steve.
El hombre del parche terminó por acomodarse la chaqueta con aires exagerados y esbozó una gran sonrisa torcida.
—No lo sé, algo dramáticos. Espero.
Steve dejó escapar una leve risa y siguió a Fury hasta las afueras de la casa. Yo me volví para mirar a Tony cuando también nos encontramos afuera, el cual me miraba con ojos entrecerrados. Le dediqué una buena sonrisa y me acerqué más a él. Más adelante de nosotros estaba el quinjet, listo para ser abordado.
—Planeaba llevarte a Nexus conmigo —musitó, haciendo una mueca. Yo le toqué la mejilla, quitándole una pelusa.
—Ya ves. Steve quiere toda la fuerza bruta.
—Podríamos hacer un intercambio. Yo le doy a Victoria y tú te vas conmigo.
Me reí, sintiendo como él me tomaba de la cintura y apegaba más a él.
—Eso suena interesante —murmuré, a punto de inclinarme hacia sus labios.
Entonces, en se momento, sentí el fuerte golpeteo de una corriente de aire abatirme la piel. Abrí los ojos, dando un brinco hacia atrás para alejarme de Tony, pero fui incapaz de verlo. Ya no estaba viendo la casa de Clint frente a nosotros, pues algo muy raro me estaba pasando. Sólo fui capaz de distinguir el serpenteo de un montón de colores, como un arcoiris, abrirse paso a mi alrededor, como si estuviera en el ojo de un huracán. Parecía un tornado que me succionaba hacia arriba, alejándome del suelo y del sitio donde estaba. Estuve dentro de aquel torbellino de colores en lo que me pareció un latido de corazón, para luego aterrizar sobre mis pies en el suelo de nuevo.
Pero no estaba en la casa de Clint.
Recorrí el lugar en el que ahora me encontraba con la vista, aún atormentada por aquella sensación arrolladora a la que acababa de ser sometida. Estaba segura de que iba a vomitar por el impacto. La vaciedad de la realidad me carcomió los nervios, como si fuera un perro jugueteando con un hueso. Ese lugar me causaba una extraña sensación de repetición que era atemorizante, sobretodo porque no tenía ni la más mínima idea de dónde me encontraba. ¿Qué había sido eso tan extraño? Dirigí la vista bajo mis pies, donde me encontré con una marca enorme, que me rodeaba por completo, grabada en la tierra del suelo. Alcé la cabeza y me encontré con un techo de piedras que se arqueaban sobre mí como un túnel vivo. Era una cueva. Pasó un segundo más hasta que me encontré de frente con alguien conocido.
—¿Qué te pareció el viaje, preciosa? —me preguntó Thor. Lo miré, enfurruñada, y quise darle una patada por haberme hecho eso.
—¿No pudiste escoger otro momento? —pregunté, siseante. Él me miró y se hizo el desentendido.
—Lo siento, ¿acaso interrumpí algo?
Apreté los dientes. Él estaba muy enterado de lo que acababa de hacer, pero eso no respondía por qué demonios me había mandado a volar lejos de la granja.
—Explícame cómo me trajiste aquí —le pedí, recobrando la compostura—. Y espero que tengas un buen motivo para haberlo hecho. Steve necesita mi ayuda en Seul.
Lo detallé detenidamente. Se había amarrado el cabello en una improvisada coleta, y no había señal de su traje asgardiano. En su lugar, vestía de forma común y corriente. Una chaqueta negra y unos jeans desgastados. Se veía incluso más llamativo de esa manera, tan guapo como celestial.
—Le pedí a Heimdall que te trajera, porque en serio necesito tu ayuda. De no ser así habría dejado que fueras con Rogers a Seul —me contestó, tomando mi mano—. Estamos en la cueva Norn, en busca del agua de las visiones.
Exhalé, procesando con cuidado aquella información.
—¿Buscando qué, exactamente?
—Aquí vamos a buscar la clave para derrotar a Ultron. Necesito regresar a mi sueño, pero para entrar en esas aguas debo romper una barrera. Ahí entras tú.
—¿Cómo que «ahí entro yo»?
Una vehemente sonrisa se abrió paso por su rostro, y supe, que estaba a punto de meterme en un lío tremendo.
—¿Tienes tiempo usando esa habilidad? —me preguntó, apretando suavemente nuestras manos entrelazadas—. ¿O sólo lo has hecho un par de veces?
—No te entiendo, rubio —dejé escapar el aire por la boca.
Escuché unos pasos detrás de nosotros, y pronto se apareció un hombre de mediana edad de aspecto desgastado. Nos miró, y soltó un buen suspiro antes de caminar delante de nosotros.
—¿Es ella de quien me hablaste? —le preguntó a Thor, a lo que el rubio asintió. Me dio un leve jalón sin soltarme la mano para que camináramos detrás de él.
—Ella es Beverly, Selvig. Estoy seguro de que puede romper la barrera. Beverly, este es el doctor Selvig, un buen amigo mío.
Alcé la cabeza, aún caminando, para detallar la cueva a la que me había traído Thor. Estaba tan frío el lugar que se me erizó la piel. Aquello se veía tan tétrico, ya inmersa dentro del túnel me daba la impresión de que se trataba de algún lugar mítico. Aunque no dejaba entrever a dónde nos dirigíamos.
—Thor —lo volví a llamar—, ¿puedes explicarme?
El asgardiano resopló.
—Pensé que eras consciente de lo que podías hacer, pero ya veo que no.
—En castellano, por favor.
—Es justo aquí —anunció el doctor Selvig, agarrándose de las piedras como si estuviera a punto de desmayarse por lo que estaba viendo—. El agua de la visión.
Tragué saliva, repentinamente nerviosa. Observé cómo el doctor daba un par de pasos delante de nosotros para depositar en el suelo un especie de cofre.
—En cada reino existe un reflejo —murmuró Thor, echando un vistazo a su alrededor—. Si los espíritus del agua me aceptan, puedo regresar a mi sueño y encontrar lo que no vi.
—Aún no entiendo qué barrera quieres que rompa y cómo planeas que lo haga —le insté, recelosa. Thor me soltó la mano y se inclinó sobre la orilla de las aguas, mirándolas de forma detenida.
El doctor Selvig soltó un suspiro.
—No le has explicado, ¿cómo crees que va a resultar esto? Los que entran en esas aguas, las leyendas, no terminan bien. Eso, contando que sobrevivan al pasar la barrera.
Esa cueva me dio una mala espina terrible, mucho más por el misterio que se cargaba Thor al no querer decirme nada. Me dieron ganas de vomitar en el momento en que mis ojos se pasearon por las rocas y una extraña sensación de repetición y pánico me subió por la columna. Apreté los puños contra los costados de mi cuerpo y volví a mirar a Thor, que también me estaba mirando.
—Necesito que seas lo suficientemente fuerte como para romper la barrera —me dijo, quitándose la chaqueta y seguidamente la camisa.
¿Ahora cómo se suponía que me iba a concentrar en otra cosa que no fuera aquel torso esculpido por dioses? Tenía ganas de tocarlo, y estuve segura de que él se dio cuenta.
—¿Te gusta lo que ves?
—Silencio —sacudí la cabeza—. Sigues repitiendo una y otra vez lo de una barrera pero no me estás explicando nada, estúpido.
El rubio se quedó mirándome otro segundo.
—Cuando tuve tu brazalete para desinfectarlo del veneno me di cuenta de algo —explicó—. El metal con el que está hecho es similar al de mi martillo, lo que indica que viene de Nidavellir. Luego, Victoria nos explicó su origen, y tuvo más sentido aún. Sin embargo, tu vara mágica está conectada contigo, pero tus habilidades no vienen explícitamente de ella.
—Estás implicando que puedo hacer algo por mi cuenta y sin el brazalete —fruncí el ceño, confundida. No tenía nada de sentido eso que estaba diciendo, prácticamente yo no podía vivir sin mi brazalete.
—Steve me comentó algo de lo que fue testigo la noche que fueron a buscarte al Bronx —me dijo, acercándose más a mí—. Él dijo que una corriente fue capaz de mandar volando a dos docenas de hombres.
—Sí, lo hice con el palo. ¿Cuál es el punto? Siempre he podido hacer eso.
—El «palo» como tú le dices, era inútil en ese momento. Había sido tan afectado por el veneno que no funcionaba para nada más que transformarse, pero no te lo dijimos porque pensamos te ibas a mantener alejada de él hasta que estuviese limpio.
Me quedé mirando a Thor, con las cejas fruncidas debido a la confusión. ¿No servía? ¿Qué quería decir con que no funcionaba? Yo sólo lo había usado igual que siempre, aunque estaba más débil, no hice ninguna alteración en su uso.
—Perdóname —le dije, con voz aturdida. Thor estiró su mano frente a mí y yo la tomé—. Vas a tener que ser más específico.
—¡Vamos, Beverly, no puede ser que nunca te hayas fijado! Victoria lo notó la primera vez que te vio, y yo lo comprobé cuando miré el brazalete.
Pestañeé.
—Voy a necesitar traducción.
El doctor Selvig, aparentemente ofuscado por mi limitado nivel de entendimiento, se acercó también a nosotros y me señaló para luego hacer lo mismo con las aguas míticas.
—Lo que Thor trata de decirte es que es una sarta de mentiras que puedas manejar las corrientes naturales a través de tu «palo» —explicó, bostezando—. Ese artilugio, por cómo me lo describió, sólo puede brindarte vitalidad.
—¿Por qué crees que sentiste una corriente eléctrica cuando trataste de levantar mi martillo? —me preguntó Thor, con una ceja alzada—. No estabas usando tu vara mágica en ese momento.
Yo puse mala cara.
—¿Cómo que «corrientes naturales»?
—Ay, Beverly —Thor bufó—. Quítate el brazalete. No lo necesitas para lo que estamos a punto de hacer. Ven, mira el medio del agua, y dime si eres capaz de ver unas líneas refulgentes sobre ella.
A regañadientes, le hice caso. Me saqué el brazalete de la mano y se lo pasé al doctor Selvig, que gustoso lo tomó. Agucé la vista hacia dónde me señalaba el rubio, pero en un principio no fui capaz de ver nada de lo que él me describía. Sin embargo, luego de dos intentos, ante mis ojos aparecieron un grupo de líneas refulgentes que moraban encima de las aguas. Tuve que parpadear para verlas de forma nítida, pero ahí estaban.
—Las veo —susurré, sorprendida—. ¿Tú las ves?
—No, yo no tengo ese don. Por eso te necesitaba. Sólo tú puedes abrirlas para que me dejen pasar, ¿estás lista?
—¿Cómo lo hago? —le pregunté, alzando la cabeza en su dirección.
De pronto, Thor me dio un abrazo. Me envolvió contra su pecho y depositó un suave beso sobre mi coronilla. Aunque me tomó por sorpresa, se lo devolví, enrollando mis brazos alrededor de su torso desnudo. Cuando me soltó, me miró directamente a los ojos y esbozó una tenue sonrisa.
—Gracias por acceder —musitó—. Ahora sólo necesito que las toques, las líneas estarán alrededor de la orilla. Cuando las toques, vas a recibir una buena descarga que espero seas capaz de soportar. Tendrás que avisarme el momento para entrar al agua y debes retenerlas durante todo el tiempo en el que esté dentro.
—Qué maldito embaucador eres, rubio. Por eso me abrazaste, sabías que me estabas mandando al infierno.
Él se echó a reír roncamente y caminó hasta las aguas.
—Tú puedes, Bevs. Dale con todo.
Puse los ojos en blanco y caminé hasta él, quedándome en el borde y entrecerrando los ojos para mirar las líneas. A mi lado escuché a Thor resoplar.
—¿No crees que deberíamos estar en igualdad de condiciones, y deberías quitarte la camisa también?
Le palmeé la espalda.
—Tú no tienes tanta suerte.
—Comiencen, entonces —nos pidió Selvig.
Yo asentí.
Cuando Thor se inclinó de nuevo en la orilla, y yo agucé la vista para determinar las líneas alrededor de las aguas, lo feo comenzó. En el momento en el que mis manos tocaron la primera línea, una descarga de electricidad me quemó la piel tan abrasadoramente que sentí que me iría hasta el suelo. Sin embargo, no me permití soltarlas. El golpe de fuego me abatió de la misma forma en la que se sentiría estar en el ojo de un huracán, pero me obligué a resistir aquella sensación desgarradora que me estaba quemando la piel. Cerré los ojos, en un vago esfuerzo por apaciguar el dolor, pero era casi imposible. Sentí que algo explotó dentro de mí cuando los abrí de nuevo, y vi una buena abertura hacia las aguas.
Seguí empujando contras las líneas, tratando de mantenerlas abiertas, pero era casi un acto reflejo. En serio me dolía. Intentaba alejarlas para que Thor pudiera pasar, trataba de aguantarlas y al mismo tiempo me esforzaba por no dejar que el fuego me aplastara por completo. Pasó un largo rato hasta que por fin pude ver una brecha entre las líneas y el agua.
—¡Ahora! —le grité.
* * *
Thor me había llevado volando desde la cueva hasta la vuelta a la torre, en Nueva York. Estaba cansada como el infierno, pero sí había funcionado aquella táctica suicida. El rubio fue capaz de volver a su sueño, a su visión, y lo que vio fue la respuesta a todo lo que estaba pasando. Sin embargo, no teníamos ni idea con lo que nos encontraríamos al volver, aunque nos hacíamos una idea. Si lo que Thor había visto en su visión era real, entonces eso significaba que Tony había tenido razón durante todo ese tiempo. Eso sería casi reconfortante si lo que estaba pasando no fuera tan monumentalmente aterrador. Ahora se suponía que Thor le diera vida a aquello que debía ser Ultron, y con lo que debíamos contar ahora para ganar la batalla.
Ahora que varios puntos se habían aclarado tenía la impresión de que esto era lo correcto. Pero nos llevamos una buena sorpresa al llegar a la torre.
Thor me dejó en el suelo para poder dar un salto hacia el arca, pero en ese mismo instante mis ojos se toparon con Wanda Maximoff a punto de atacar a Tony con su bruma roja.
—Yo no haría eso si fuera tú, brujita —murmuré, apretando el palo entre mis manos y apegando la punta afilada a su cuello. Ella me puso mala cara.
Después de eso, toda mi atención se volvió hacia Thor. Alzó su martillo, invocando el poder de sus rayos, para así alimentar la carga del arca en la que el cuerpo se estaba creando. Para darle vida. Aquello parecía sacado de Frankenstein.
—¡Espera! —gritó Bruce.
Pero Thor lo ignoró. Después de haber cargado el martillo con suficiente energía, lo blandió hasta el arca, inundándola de sus rayos y haciendo que la carga se completara. Cuando se detuvo, todos lo miramos expectantes. Bajé el palo del cuello de la muchacha al mirar que el arca explotó y mandó a Thor a volar hacia atrás. El rubio se puso de rodillas, al igual que todos, sorprendido por lo que acababa de salir de ahí. El tipo rojo se miró a sí mismo durante un instante, pero procedió a atacar a Thor. Pero no pasaba nada, y el rubio lo sabía, por eso le hizo una seña a los demás para que guardaran la calma y se detuvieran.
La visión se contempló a sí mismo en los cristales de la pared de enfrente de la torre. Casi al mismo tiempo, su cuerpo rojo y robotizado se vio cubierto por una especie de armadura de color gris. Cuando por fin se halló en calma, levitó hasta nuestro encuentro. Observé a Thor poner el martillo sobre una de las mesas al mismo tiempo que Tony me tomaba de la mano y me apegaba a su cuerpo.
—¿Estás bien? Fue el maldito surfista el que te sacó de la granja, estoy seguro —me susurró, con cuidado. Ya se había quitado la armadura de encima, por lo que medio le sonreí.
—Todo está perfecto. Y sí, evidentemente fue él.
Él asintió para luego dirigir su vista al tipo rojo, que nos miró con sumo cuidado antes de hablar.
—Lo lamento —se disculpó—. Eso fue... extraño. Gracias —dijo, mirando a Thor con un leve asentimiento de cabeza.
Él fortachon exhaló, exhausto. Sólo bastó una mirada por parte del rojo hacia el rubio para que a sus espaldas creciera una prominente capa dorada, bastante llamativa.
—Thor —masculló Steve, irritado—. ¿Ayudaste a crear esto?
—Tuve una visión. Un remolino que succiona toda esperanza de vida, y en el centro, está eso —señaló la gema que ahora se encontraba en la frente de la visión.
—¿Qué? ¿La gema? —intervino Bruce.
—Es la gema de la mente —le respondí yo, después de inhalar.
—Una de las seis gemas del infinito —prosiguió Thor—. El poder más grande del universo, incomparable en sus capacidades destructivas.
Steve puso mala cara.
—¿Y por qué permitiste...
—Porque Stark tiene razón —lo interrumpió el otro rubio.
—Oh, es el fin de todos los tiempos —murmuró Bruce.
—Los Vengadores no derrotarán a Ultron...
—No sin ayuda —añadió el rojo.
Steve seguía bastante enfurruñado con lo que estaba pasando. Estaba rígido, con el ceño fruncido y los puños apretados. Eso es lo que pasa cuando vienes de otra época, no confías en nada.
—¿Por qué tu visión se oye igual que Jarvis? —resopló Rogers.
Tony dio un paso hacia adelante, incapaz de contener el aliento.
—Porque reconfiguramos la matriz de Jarvis y creamos algo nuevo —respondió, caminando alrededor de la visión, contemplándolo con cuidado.
—Estoy harto de cosas nuevas.
—No todos somos de los cuarenta —murmuré, asegurándome de hacerlo de forma tan baja que nadie pudiera oírme.
Frente a nosotros, la visión caminó con una agilidad de movimientos impresionante. Parecía flotar sobre el piso.
—Creen que soy hijo de Ultron —aventuró, con la voz neutra. Miró a Steve estrechamente.
—¿Y no?
—No soy Ultron. Ni tampoco Jarvis. Soy... Yo soy.
Me había olvidado por completo de que Wanda Maximoff estaba ahí, así que me tomó por sorpresa el momento en el que habló y me percaté de la presencial de su hermano también en la sala.
—Yo entré en tu mente y sólo vi aniquilación —se dirigió a él, con recelo.
—Entra de nuevo —la invito, cortésmente.
Clint, que no había salido hasta ese momento, bajó hacia nosotros con cara de pocos amigos hacia el par de gemelos.
—Su sello de aprobación me importa un bledo —bramó contra ella, evidentemente molesto por su presencia.
Thor sacudió la cabeza y se puso en el medio de todo.
—Sus poderes, los horrores en nuestros sueños, Ultron también, todo es obra de la gema de la mente. Y no se compara con lo que puede desencadenar. Pero si él está de nuestro lado...
—¿Lo está? —instó Steve, de mala gana—. ¿En serio? ¿De nuestro lado?
La visión consideró su respuesta un instante.
—No creo que sea tan simple.
—Pues más vale que lo vuelvas simple pronto.
—Estoy del lado de la vida. Ultron no lo está, él quiere extinguirla —replicó.
—¿Y que estás esperando? —cuestionó Victoria.
¿Dónde tenía la cabeza? Tampoco había sido consciente de que Victoria se encontraba allí. Me pregunté cómo se estaría sintiendo, es decir, ella tenía una hija que la esperaba en casa. Este tipo de situaciones debían ser sumamente estresantes para ella. Pero más importante aún, ¿con quién dejaba a Vera? ¿Tenía una niñera especial para estos casos, a la cual llamaba cuando sabía que debía ir a salvar el mundo? Seguro le pagaba buen sueldo.
—A ustedes —respondió la visión.
Thor volvió a hablar.
—¿Dónde?
—Sokovia —contestó Clint—. Y tiene a Nat con él.
Sokovia. Repetí las palabras en mi cabeza llena de ansiedad. ¿Acaso mis abuelos no habían dicho que se iban a Sokovia? Una sensación de entumecimiento me recorrió el cuerpo ante la idea.
Bruce avanzó hasta la visión, con la desconfianza escrita en sus rasgos.
—Si nos equivocamos contigo... —comenzó—. Si eres el monstruo que Ultron esperó que fueras...
—¿Qué van a hacer? —inquirió, echando una mirada alrededor de todos. Se hizo un silencio—. No deseo aniquilar a Ultron, él es único y está sufriendo. Pero cubrirá la tierra con ese dolor, así que debe ser destruido. Toda forma que ha construido, toda rastro de su presencia en la red. Tenemos que actuar ahora, y ninguno de nosotros lo logrará sin los otros. Tal vez sí soy un monstruo, si lo fuese no sé si me daría cuenta. No soy igual a ustedes, y no soy lo que desean, así que posiblemente ustedes no confíen en mí. Pero hay que irnos.
Finalizó su monólogo con un giro que nadie esperó, pero que sin duda nos dejó impactados. La visión tomó en su mano el martillo de Thor, alzándolo con gentileza y sencillez. Se me cayó la mandíbula de la impresión, al igual que a los demás. Thor tomó el martillo, aún desconcertado con lo que acababa de pasar, para después aclararse la garganta.
—Ya oyeron —avanzó hasta Stark y le palmeó el hombro—. Bien hecho.
—Tres minutos —anunció Steve—. Reúnan todo.
Todos nos pusimos en movimiento rápidamente. Subí corriendo hacia mi habitación para cambiarme la ropa en tiempo récord. Me lavé el rostro y me amarré el cabello en una coleta alta, tratando de sacarme los mechones salvajes que aún quedaban pegados a mi rostro. Contemplé el brazalete, que ya estaba de vuelta en mi mano derecha, y lo acaricié con detenimiento. El alivio que había sentido había sido reemplazado por una ansiedad tremenda, sobretodo ahora que la realización de mis abuelos estando en Sokovia me había golpeado de frente.
La decisión se había tomado y ahora nos marchábamos a la batalla. No sabía cómo sentirme al respecto, pero esperaba que llegáramos con tiempo de sobra. Busqué mi teléfono y marqué el número de mi abuelo, pero no respondió. Mi abuela no tenía uno así que no había más por donde intentar. Incluso intenté llamar a Nadine, a ver si sabía algo, pero ella tampoco respondió. Un sentimiento de pánico me heló la sangre en el cuerpo, pero me obligué a sácarmelo de encima. No podía tener esos pensamientos, por ningún motivo. Si ellos estaban allá entonces yo los iba a salvar antes de que algo malo pasara.
Bajé más frenética que antes hasta el quinjet, dónde sólo faltaba Clint. Miré a Tony, que acudió a mi encuentro tan pronto me vio llegar. Mi rostro debió haber estado hecho un desastre para que el pusiera esa mueca al verme.
—¿Qué te pasó? —murmuró, acariciándome la mejilla izquierda. Yo solté el aire por la boca.
—Mis abuelos están en Sokovia.
Tony frunció los labios.
—Los vamos a sacar, muñeca. Te lo prometo. Iré a hablar con Steve acerca del plan y le diré esto, él lo pondrá como prioridad, no tienes de qué preocuparte.
Yo asentí, contrariada. Me dieron náuseas así que me moví del lado del pelinegro para tomar asiento junto al platinado de Pietro Maximoff, el cual me devolvió la mirada curioso. Probablemente aún recordara mi gancho derecho contra su nariz, pero no me arrepentía. Inhalé, tratando de calmarme, pero el sentimiento de devastación que tenía encima no me dejaba tranquila. Sólo esperaba que todo saliera bien.
—Debiste preguntar antes de sentarte —me dijo Pietro. Yo alcé una ceja.
—¿Mi gancho derecho fue demasiado sutil para tu nariz?
Él se rió entre dientes. Qué acento más raro tenían ese par de hermanos. Me quedé en silencio otro rato, observando todo sin hacer movimiento alguno. Steve, Bruce y Tony estaban discutiendo algo en el frente del quinjet. Thor estaba conversando con la visión, pero había volteado segundos antes a mirarme y me había lanzado un beso que Tony notó, así que el pelinegro tomó una de las palancas sueltas que habían en la caja de herramientas del suelo y se la lanzó al rubio por la cabeza.
Rodé los ojos. Qué estúpidos eran.
Cuando Clint se halló dentro del quinjet, Steve inspiró profundamente para hablarnos a todos:
—Ultron sabe que vamos. Tal vez sea un campo de batalla, ese es nuestro trabajo, pero el pueblo se Sokovia es inocente. Nuestra prioridad es sacarlos. Sólo quieren vivir sus vidas en paz, y es algo que no podrán hacer hoy. Nos esforzaremos para protegerlos, y haremos lo necesario. Hallaremos lo que Ultron construyó, hallaremos a Romanoff y despejaremos el campo. Mantendremos el combate entre nosotros —hizo una pausa prolongada, buscando aire—. Ultron nos cree monstruos, lo que está mal en el mundo. No sólo debemos derrotarlo, sino mostrar que no es así.
***
N/A: Feliz #DomingoDeSapphire señoritisimassss
¿Cómo se encuentran hoy? Yo súper emocionada, no sólo porque llegamos a los 22k sino porque ya sólo quedan dos capítulos para el final de la primera parte lasjjdhsh ¿no les emociona?
Anyway, ¿qué les ha parecido? Ahora si se viene lo fuerte bc el siguiente es sólo en la batalla de sokovia y ya se pueden imaginar todo lo que pasara alli </3
La encuesta de hoy es: ¿cuál ha sido su momento favorito del capitulo?
Las leo e.e y las amo tambien, gracias por darle amor eterno a mi Bevs<3
Nos leemos en el siguiente
Tonys virtuales para todas
Ashly se despide xx
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