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10 ━━━ Back in black.

━━━ ❛ MOMENTUM X ━━━

TONY STARK



—¡Mierda! —chillé, chocando de bruces contra un campo magnético que cubría la base.

¡Lenguaje!

Ahogué una risa. ¿El Cap realmente me había dicho que cuidara mi lenguaje? Aquello había sido monumental, sobretodo porque la situación no era la más idónea para ponerse a corregir las malas palabras.

Con una sonrisa de lado, continué sobrevolando el gélido bosque de Sokovia. La misión era simple: interceptar el castillo donde se encontraba la base de investigaciones de HYDRA, buscar el cetro, y con suerte encontrar el dichoso brazalete. Pero, evidentemente, los tipos no nos iban a recibir con bombos y platillos, y por eso comenzamos a pelear. Esta vez era muy diferente a las anteriores, no sólo porque esta base de HYDRA era mucho más resistente o sus soldados estaban mejor equipados, era porque ésta vez no éramos sólo seis. Los Vengadores tenían una pequeña pero letal invitada que acababa de ver partiéndole la pierna a uno de los tipos.

—Jarvis, ¿qué es lo que se ve por arriba? —preguntó Steve. De fondo escuchaba el motor de la motocicleta en la que estaba andando.

El edificio central está protegido por una especie de escudo de energía —respondió—. La tecnología de Strucker sobrepasa todas las bases de HYDRA que hemos capturado.

Thor comenzó a rugir.

—Aquí debe estar el cetro de Loki. Strucker no es capaz de montar todo esto. Ya era hora.

—¿Tú crees? —Victoria bramó contra alguien—. Malditos bastardos.

Bufé. ¿Por cuánto tiempo estuvimos siguiéndole la pista al cetro, y en consecuencia, a Strucker? Habían pasado meses desde la caída de SHIELD, si algo debíamos reconocerle al científico malvado era que sabía cómo jugar al escondite.

—Ese «ya era hora» está tardando demasiado —intervino Natasha, en medio de un quejido. El sonido de continuos disparos inundó los auriculares de todos.

—Sí —añadió Clint—. Ya se arruinó el elemento sorpresa. Tú sólo dales, Bevs.

—Me halaga que me digas sorpresa —contestó la pelinegra, tras soltar un jadeo entrecortado—. Pero no soy ningún elemento.

Sacudí la cabeza y rodeé el castillo, volando a escasos centímetros del suelo. Unos cuantos soldados aparecieron en mi camino, pero rápidamente me deshice de ellos.

—Un segundo. ¿Que nadie notó que el Cap hace un minuto me dijo «lenguaje»?

—Ya sé —Steve dejó escapar el aire por la boca—. Retiro mis palabras.

Me eché a reír. De soslayo miré a Beverly en medio de un combate cuerpo a cuerpo con tres soldados, justo en las escaleras del castillo. Realmente ella no necesitaba mi ayuda, por mucho que se la hubiera ofrecido.

Señor —me llamó Jarvis—. Están atacando la ciudad.

Negué sin dejar de disparar las descargas de energía de mis manos.

—A Strucker no le importa sacrificar a civiles inocentes... —instintivamente activé el panel de control de la legión en la pantalla—. Usa a la Legión de Hierro.

En serio, ¿cuántas personas estaban a la disposición de Strucker? Me sorprendía la cantidad que entraba y salía de ese castillo, pero ese no era el punto. Tenía que encontrar una manera de desactivar el escudo de energía que cubría la base, teníamos que entrar para allanar el sitio. Con todas las cosas que habían, que la protegían, y con todos los soldados súper equipados, era más que obvio que el cetro se encontraba dentro. Incluso el brazalete debía estar por allí.

—¡Maldita sea, cuando te vea te voy a patear ese trasero! —oí gritar a Beverly. Fruncí el ceño, confundido por su reacción, pero antes de que pudiera decir algo, Steve bramó.

—¡Hay un alterado en el campo!

—¡Le dieron a Clint! —se le unió Natasha, en un chillido sordo—. ¿Alguien puede destruir el búnker? —el gruñido de Hulk, identificable hasta en largas distancias, fue suficiente para que todos intuyeramos que ya se había encargado—. Gracias.

—Stark —masculló el Cap, bastante agitado—, tenemos que entrar, ¡ya!

—Ya voy llegando...

Pum. Uno de los lásers de los soldados me dio justo en la cara metálica. Di una vuelta en el aire, perdiendo un poco el equilibrio y cayendo hasta el suelo pero usando las piernas para frenar y detener el impacto. Usé las descargas de mis manos para arremeter contra los dos soldados que me habían atacado, mandándoles a volar unos cuantos pisos abajo.

—Jarvis, dime, ¿ya llegué? ¿Ves alguna fuente que alimente al escudo?

Detecto una nube de partículas densas debajo de la torre norte.

—Bien. Necesito golpearla con algo —pasé por en medio de uno de los camiones cargados y tomé una pesada parte de él entre mis manos, tomando vuelvo hasta la parte superior del castillo, justo donde estaba el escudo. La arrojé hasta dónde me había indicado Jarvis y sonreí satisfecho al ver el escudo caer—. Bienvenidos, ya pueden pasar.

Continué escuchando todos los movimientos y gruñidos del equipo. Era increíble como Thor podía ser tan ruidoso y como Beverly podía ser tan mal hablada. ¿Cuántas malas palabras se sabía?

—¿Y el alterado? —quiso saber Thor. Steve parecía estar cerca de él.

—Es rápido. Hasta ahora jamás había visto uno igual a él. De hecho, aún no lo veo.

—Clint está malherido —informó Natasha—. Necesitamos una extracción.

—Yo llevo a Barton al jet. Victoria, dale una mano a Natasha —contestó Thor—. Vámonos cuanto antes. Tú y Tony consigan el cetro, Cap. Beverly busca tu brazalete.

—Como digas.

El Cap y Thor intercambiaron un par de palabras referentes a un grupo de los hombres de Strucker que los estaban rodeando, aunque no tardaron en deshacerse de ellos. Al final, Thor volvió a repetir:

—Busquen el cetro, Cap.

—¡Y por lo que más quieras, cuida tu lenguaje! —exclamé, en tono burlón.

—Ya nunca dejará que lo olvide.

No, por supuesto que no lo dejaría olvidarlo.

Atravesé el vidrio de uno de los ventanales y me encontré con otro montón de hombres armados. De verdad que era increíble cuánta gente le servía a Strucker. ¿Si quiera valía el esfuerzo que estaban haciendo al dispararle a mi armadura?

—Señores, mejor hay que charlar —activé las municiones de los hombros, dejando escapar más de una docena de balas hasta los interpelados. Cayeron al suelo, en medio de quejidos—. Qué gran charla.

No, no lo fue.

Aún dentro del traje, avancé dentro de aquel salón repleto de computadoras. En una de las esquinas me conseguí con la guapa pelinegra observando detenidamente a alguien. Había sido bastante rápida su entrada al interior del castillo, incluso había llegado allí primero que yo. Apenas me daba cuenta que todos parecían saber qué era o qué hacía Beverly menos yo. Es decir, era consciente de que su brazalete era vital por algún motivo, pero estaba seguro de que había mucho más detrás de eso. Una mujer de su contextura no podía tener la fuerza para levantar un estante con una sola mano, o para atravesar medio castillo con tanta rapidez y agilidad, como ella acababa de hacer.

Ella no me miró, continuó con la vista pegada a un hombre robusto y de horrendo uniforme gris que estaba de pie frente a una computadora. Así que yo le disparé y lo tumbé al suelo.

—Quisiera tener la atención que le ponías al viejo —le dije, saliendo del traje. Ella me miró y me torció los ojos—. Modo vigía.

—No lo estaba viendo a él. Mira lo que hay en las computadoras.

Alcé una ceja cuando le pasé por el lado. Beverly me siguió en silencio hasta las computadoras, como había indicado, y luego comenzó a mirar con detenimiento el lugar mientras yo le indicaba algo a Jarvis.

—Muy bien, Jarvis, recuerda, lo quiero todo. Y envía copias a Hill en el cuartel.

—Quita esa cara, te vas a arrugar más.

—¿Más?

Beverly me dedicó una sonrisa torcida. Su atuendo negro le quedaba tan ceñido que un par de recuerdos de su cuerpo me nublaban la vista. Suspiré para sacarme el pensamiento de encima, no era nada bueno tener uno de esos en esta situación.

—Sé que esconden algo más que expedientes —murmuré, avanzando por la habitación—. Hey, J, dame escaneo con infrarrojo. Rápido.

La luz rojiza del traje inundó la habitación de forma eficaz, escaneando todos los sitios y paredes que habían. Pronto, Jarvis respondió.

En el muro a su izquierda noto un refuerzo de acero y una corriente de aire.

La pelinegra caminó delante de mí hasta donde Jarvis indicó. Pasé mis manos por los muros, sintiendo las texturas bajo mis manos, buscando lo que mi amigo había dicho.

—Que sea una puerta secreta, que sea una puerta secreta... —empujé el muro y éste se abrió frente a ambos—. ¡Yay!

Unas escaleras se abrieron paso frente a nosotros. Me hice a un lado para que Beverly bajara de primera, estaba seguro de que si alguien salía de ese túnel y nos disparaba, ella resistiría más el impacto que yo.

—¿Qué es este lugar? —murmuró, conteniendo el aire y sin dejar de caminar. Nos encontrábamos en un pasillo ancho que estaba en penumbra, era bastante largo en comparación a todas las habitaciones compartidas que habían en el interior del castillo. Estaba vacío, completamente desolado, daba la impresión de que todos habían abandonado el sitio o no todo el mundo tenía permitido entrar aquí.

—Esto —comencé—. Es probablemente lo que estamos buscando.

Beverly se detuvo en medio de un enorme umbral. Entonces, yo sentí que la presión del aire disminuyó descomunalmente.

—Tengo a Strucker —informó Steve, a través del auricular.

—Sí... Y yo tengo... Algo más grande.

Tragué saliva cuando Beverly me dedicó una mirada furtiva. Una de las enormes naves chitauri contra las que habías luchado en Nueva York se encontraba tendida justo encima de nuestras cabezas, ocupando gran parte de todo el espacio de la sala. Habían un montón de mesas repletas de distintas hojalatas y partes de algo, en una inclusive se encontraba uno de mis trajes de la legión.  Un par de computadoras se encontraban encima de una repisa, pero más allá de eso, el cetro brillaba en todo su esplendor sobre una mesa especialmente para él. En el pequeño mesón de al lado, un imponente brazalete de color plata en forma de serpiente se extendía sobre él.

Contuve el aliento. A mi lado, Beverly dejó escapar un suspiro de alivio.

—Oh, mi hijo, ¡al fin! —echó a correr hasta el brazalete—. Cómo te he echado de menos.

Sonreí de lado.

—Thor... Tengo el cetro en la mira.




De pronto, una sensación de pesadez y entumecimiento se extendió por todo mi cuerpo. Sentí que la escena donde estaba había cambiado, como si tuviera algo respirándome en la nuca. Desvíe la vista del cetro hacia detrás de mí, y cuando lo hice, el pánico inundó cada espacio de mi pecho. La nave chitauri estaba viva y estaba gruñendo sobre mí, volando justo sobre mi cabeza. Di un respondo de miedo hacia atrás y choqué contra la mesa donde estaba el cetro, siguiendo con la vista el enorme monstruo que nadaba por allí.

Mis ojos se encontraron cara a cara con una hilera de cuerpos agonizantes sobre el suelo. Pero no se trataban de cuerpos cualquieras, eran los cuerpos del equipo. Uno a uno, desde Hulk atravesado con unos palos, los fallecidos cuerpos de Natasha, Clint y Thor, el escudo roto del Cap, hasta el mismo en estado de agonía frente a mis pies. Me incliné ante su cuerpo, a lo que él abrió los ojos y me tomó de la mano cuando intenté tomarle el pulso. Me exalté por el miedo.

Pudiste... salvar... —su cuerpo se detuvo y su voz se desvaneció. Steve había muerto en mis manos. Sus ojos no se cerraron, pero estaban vacíos, sin vida. No había nada más allí.

«¿Por qué no hiciste más?»

Ahora no sólo había una, sino al menos tres naves chitauri estaban atravesando el agujero de gusano que los dirigía a Nueva York. Sentí que el estómago me llegó a los pies, en el momento en el que un ataque de pánico se extendió por toda mi columna. 




Unas suaves manos me tomaron de las mejillas obligándome a abrir los ojos. Me sobresalté al mirar el rostro de Beverly, la cual me observaba con manifiesta preocupación. Tomé sus manos, que aún se encontraban en mis mejillas, e inhalé un poco de aire. La sensación de pesadez y entumecimiento desapareció ante el cálido tacto de sus manos. Sin soltarme de su agarre y sin soltarla a ella, miré por encima de mi hombro asegurándome de que aquello que había visto no era real. Que no estaba pasando. Cuando me cercioré que todo estaba bajo control, la miré de nuevo. Pasé una mano suavemente por su brazo y sentí el duro metal de su brazalete pegado a su muñeca derecha. Sin embargo, cuando miré sus ojos, estos ya no eran de color oscuro.

Estaban azules. Como un zafiro.

—Tony... —musitó, con calma—. ¿Te encuentras bien?

Asentí enérgicamente y di un paso hacia atrás.

—¿Tienes tu brazalete? —ella asintió—. Entonces estamos listos.

Estiré mi mano derecha al aire, esperando que la mano del traje se adheriera a mi brazo, y cuando lo hizo, tomé el cetro en mis manos. 




💎💎💎



Hice un esfuerzo por no pensar en lo que había pasado mientras volábamos a casa. Me concentré en los controles del quinjet, trazando el camino de regreso y escuchando las leves conversaciones que el resto del equipo mantenía mientras Clint continuaba en la camilla, bastante malherido. Mientras que Natasha y Bruce hablaban del éxito de la canción de cuna, Steve, Thor y Beverly tenían una entretenida conversación al final del jet. Victoria, por otro lado, estaba pegada al teléfono hablando con el tomate que tenía por hija.

Natasha se aclaró la garganta.

—Thor, reporte de Hulk.

El asgardiano se acercó a ellos y blandió los brazos con satisfacción.

—La entrada a Hel hoy resuena con los lamentos de sus víctimas —aplaudió complacido, a lo que la pelirroja le lanzó una mirada envenenada. El rubio, rápidamente, intentó arreglar lo que había dicho—: Pero no son lamentos de los muertos, no... Son lamentos de heridos, muchos gemidos, uh... Ah, quejas diversas por casos de tobillos torcidos y, eh...

—Corta —aconsejó Rogers.

Negué con la cabeza y miré un aviso en la pantalla. Estiré el cuello para intentar mirar a Banner y llamarlo.

—Banner —le dije—. La doctora Cho viene desde Seul, ¿puede instalarse en tu laboratorio?

—Eh, sí, uh, ella sabe dónde está todo.

Asentí y me dirigí a Jarvis.

—Dile que se preparare, Barton necesita todo el tratamiento.

Eso haré señor.

—Jarvis, toma el control —ordené, soltando los controles y poniéndome de pie.

Avancé por el quinjet, estirando mis extremidades. Me sentía bastante cansado y ansioso, pero el hecho de haber recuperado el cetro me tranquilizaba mucho. Y no solamente a mí, pues el ambiente de relajación se extendía por todo el jet. Beverly también parecía muy complacida de tener su brazalete de vuelta, pues no dejaba de mirarlo o acariciarlo con sus manos.

Me acerqué al par de rubios fortachones que estaban de pie frente al cetro, observándolo con manifiesta satisfacción. Le dediqué una mirada furtiva a Beverly antes de dirigir mi atención a los corpulentos.

—Se siente bien, ¿a qué no? —me tomé el hombro derecho con la mano izquierda—. Lo hemos estado buscando desde que SHIELD colapsó. No que las peleas no hayan sido entretenidas, pero...

Thor sonrió levemente y asintió.

—No, pero esto, al fin cierra el círculo.

Steve negó con la cabeza.

—En cuánto averigüemos para qué más lo usaron —sentenció—. Tampoco sabemos qué hicieron con el brazalete de Beverly. Lo que nos lleva a ella no mostrándonos qué hace ese pedazo de joyería. Y no sólo estoy hablando de armas, ¿desde cuándo Strucker mejora a los humanos?

—Banner y yo lo examinaremos antes de que viajes a Asgard —me volví a Thor—. ¿No hay problema? —él estuvo de acuerdo—. Sólo hasta la fiesta de despedida. Te quedarás, ¿no?

—Por supuesto. Toda victoria se honra con un festejo.

—Sí, ¿quién no ama un festejo? ¿Cap?

—Si con esto le ponemos fin a los Chitauri y a HYDRA, entonces sí, a festejar.

Asentí y miré el cetro antes de echar un vistazo a atrás.

—¿Qué hay de ti, femme fatale? —llamé a Beverly. Ella alzó la mirada y me sonrió divertida—. ¿Te gustan las fiestas? Porque te invito a una.

—¿Me estás pidiendo que vaya contigo, Tony?

Thor y Steve se echaron a reír.

—No tienes tanta suerte —le dije.

—Pero yo sí —añadió Thor—. Yo puedo ir contigo.

Bien. No esperé que eso tomara ese camino. Y no, no me agradaba ni una pizca. El motivo, sin embargo, era un total misterio.

—Eso sería bonito —Beverly esbozó una enorme sonrisa.

—Pero primero enséñanos qué hace ese brazalete, Bevs —pidió Steve—. Estamos esperando.

La aludida se puso de pie, alejándose de la silla en la que estaba y acercándose a nosotros. Una sonrisa torcida se abrió paso por su rostro al tiempo que se quitaba la chaqueta. Traté de que mi vista no fuera a parar a un sitio específico de su torso, pero fue imposible. Ella, por otro lado, tenía algo más en mente. Alzó su brazo derecho y el brazalete comenzó a enroscarse sobre su piel, como si la serpiente cobrara vida propia. Al final, este terminó en la punta de sus dedos, y la serpiente terminó por convertirse en un palo de dos metros de largo tan afilado como una espada y con cabeza de serpiente.

Bueno, eso respondía muchas cosas.





***

N/A: Hola señoritas y esposas de sus crushes 

Feliz #LunesDeSapphire, ¿cómo se encuentran hoy? Espero que todo el shock y el sufrimiento después de ver Iw haya disminuido un poco, aunque les aseguro que yo sigo contra el suelo, lmao

Con este capítulo oficialmente inicia la Era de Ultron y con eso llegamos a la mitad de la primera parte de Sapphire (: ¿qué les ha parecido el capítulo? Estoy extremadamente emocionada por las cosas que se vienen a partir de este cap kajsjaksj, ¡lo que se viene para #Tonerly está fuerte! Estoy impaciente de que lo lean aksjaj

Bueno, ya no las aburro más. Nos leemos soon hermosas<3


Tonys virtuales para todas


Ashly se despide x


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