02 ━━━ Dead girl walking.
━━━ ❛ MOMENTUM II ❜ ━━━
—Aquí huele a muerto.
Miré a Barton a través de la pantalla. Él arrugó la nariz y blandió el arco con una sonrisa ladina, para después volverse y mirar a Romanoff, que estaba entretenida buscando una buena arma en uno de los compartimientos del quinjet.
—Ni siquiera te has bajado, Legolas —respondí, dándole un sorbo al vaso de whisky que tenía en mi mano—. Adentro debe oler peor. Quizás hay dos muertos. Quizás tú puedas ser el tercer muerto.
—Muy gracioso, voy a vivir mil años, le pedí a Thor que me diera el secreto de la eterna juventud.
—¿Y por qué no al fósil que está sentado junto a Tony?
Romanoff se puso de frente a la pantalla y sonrió con sorna. Rogers, que efectivamente estaba a mi lado, dejó escapar un suspiro de cansancio y se puso una mano en la barbilla.
—Si hubiera sabido que iban a contar chistes habría mandado a Sam a la misión —les dijo, ocasionando que los aludidos se echaran a reír.
—¿Qué necesidad hay de ponernos serios? —Romanoff se encogió de hombros—. Probablemente no encontremos nada aquí.
—Como es usual —añadió Barton—. Ya me duele la cabeza de escuchar a Thor quejarse porque no encontramos el cetro aún.
Steve me miró y alzó una ceja.
—¿Podrían por favor terminar la misión y volver a la torre?
—Enseguida, jefe —respondió Natasha, para después saltar del quinjet, con Barton pisándole los talones.
Sacudí la cabeza y tomé un chocolate que estaba en el bolsillo de mi pantalón. Le di un mordisco y luego me volví hacia Rogers.
—¿Quieres ir por una hamburguesa?
—Eso es mejor que quedarnos aquí —se encogió de hombros al levantarse—. Tú pagas.
—Yo siempre pago.
—Por eso me gusta salir contigo.
💎💎💎
Me había comido una buena hamburguesa y llevaba mucho tiempo de pie cuando Hill apareció en la sala. Apenas habían pasado unas cuantas horas desde que habíamos hablado con Barton y Romanoff, y en realidad dudaba mucho que hubieran sido capaces de encontrar algo de ayuda en ese club nocturno de Manhattan. Más bien, estaban tardando bastante, quizás se quedaron de fiesta, digo, yo lo hubiera hecho. Aunque ese club en particular era uno universitario, y podía apostar cualquier cosa a que Barton no tenía oportunidad con una universitaria. Romanoff, por otro lado, tenía oportunidad con quién quisiera.
Aquello me dio risa.
—¿De qué te ríes? —me preguntó Banner, en medio de un balbuceo.
—Me imaginé algo gracioso.
Rogers suspiró. Moví los brazos intentando eliminar los calambres, eran alrededor de las tres de la mañana y me sorprendía la capacidad de resistencia que tenía la gente en esta torre. A ninguno le afectaba no dormir, sin embargo, lo único que sí afectaba e irritaba eran los rugidos de león que soltaba Thor cada tanto.
—Romanoff llamó —avisó Hill—. Trae a alguien. Dice que será un interrogatorio interesante.
—¿Interrogatorio? —arqueé una ceja—. ¿Qué somos ahora? ¿El FBI? A nosotros nos pagan un poquito más.
Thor aplaudió.
—¡Al fin! ¿Noticias del cetro?
—Aún no lo sabemos —respondió Rogers—. Pero será mejor que subamos.
Bruce hizo una mueca de disgusto y negó con la cabeza.
—Sin ofender, pero prefiero quedarme en el laboratorio. No me gusta ver a Natasha interrogando personas.
El rubio asgardiano soltó una risotada que inundó la habitación. De hecho, si había sido gracioso. Estaba seguro que no era el único que le temía a Romanoff.
—No te preocupes, Bruce Lee. Te mantendremos informado, incluso subiremos los vídeos a YouTube —le dije, avanzando hasta la puerta.
Él se echó a reír. Steve se puso de pie de inmediato y sacudió los hombros, uniéndose a mí en la salida, mientras que Thor nos seguía de cerca. Hill se hallaba en el extremo más alejado de la sala. Se negó a acercarse a nosotros alegando que la respiración de Thor la ponía nerviosa, lo que encontraba totalmente ridículo considerando que se trataba de una mujer que vivía pegada a Nick Fury. Pero, ese no era el tema. Romanoff apareció con Barton un par de minutos después, y efectivamente, no se encontraban solos.
Probablemente no era el momento más apropiado, pero me fue imposible no percatarme de la apariencia física de su acompañante, ¿o debería decir, capturada? De cualquier manera, aquella mujer no solamente captó mi atención en ese momento, porque ambos rubios fortachones desviaron la vista directamente ante ella. Sabía perfectamente lo que estaban pensando —porque yo también estaba pensando lo mismo. Me conformaré con decir que era muy atractiva, y eso no podía significar nada bueno.
—¿Qué tenemos? —quiso saber Victoria Clare, entrando a la habitación y haciéndonos girar hacia ella—. Más les vale que sea bueno porque estaba durmiendo.
—Es una criminal —respondió Rogers, aclarándose la garganta.
—¿Cómo estás tan seguro? —alcé una ceja.
—Por algo está esposada, ¿no crees?
Rodé los ojos.
—A todos nos han esposado.
—Le estás dando demasiado crédito —observó Thor.
—Trato de ser parcial.
—Espera, tienes algo... Ah, sí, es baba —soltó Victoria, al tiempo que rodaba los ojos—. Idiota.
Me eché a reír pero no le respondí a ninguno, más bien me volví para mirar a Barton que venía con una mueca de desagrado en el rostro. Romanoff, por su parte, se había quedado dentro del cubículo con aquella inusualmente bella criminal.
—Siento que me disloqué algo —se quejó Clint, tomando asiento en una de las sillas de la esquina. Alzó la cabeza y nos miró con curiosidad, hasta dedicarnos una de sus sonrisas torcidas—. ¿Están viendo a esa pelinegra? Mató a más de diez hombres de HYDRA completamente sola. Creo que me agrada, ¿le gustará Friends?
Victoria silbó.
—¿Alguna habilidad especial?
—Debe tener una para haber hecho eso —se apresuró a intervenir Rogers.
—O tal vez es una especie de Romanoff —me encogí de hombros.
—¿Dos Romanoff? ¿Qué es esto, el purgatorio? —respondió Clint—. Nah, Tasha pone su dinero en la mesa a que Rusia no está involucrado. Más bien está curiosa y medio maravillada, lo que sea que signifique eso. No hay ningún indicio de habilidades especiales, armas, entrenamiento agudo, tampoco creemos que sea extraterrestre.
Como era costumbre, Thor rugió.
—¿Señales del cetro?
—El sitio estaba destrozado para cuando llegamos. Nos costó más de lo que quiero admitir encontrar a esa mujer.
—¿Qué hay de los civiles? —inquirió Steve—. Se trataba de un club nocturno.
—Despejado. Al parecer sí se suscitó una fiesta, pero lo desalojaron por orden del dueño a eso de las tres y media de la madrugada.
—¿Quién es el dueño? —Victoria preguntó extrañada.
—Algún viejo, no lo sé —Clint se aclaró la garganta y se volvió para mirar a Hill—. ¿Puedes averiguar más al respecto?
La castaña asintió antes de salir de la habitación.
—Eso es extraño —dije—. ¿Por qué tendría HYDRA una sede en la parte superior de un club nocturno?
—¿Para pasar desapercibidos? —sugirió Rogers—. No tiene mucho sentido.
—O tal vez estaban buscando algo —añadió Thor.
—O a alguien —terminó Victoria, posando sus ojos en la pelinegra que estaba hablando con Natasha dentro del cubículo—. ¿Qué información tenemos de ella?
Desplegué el menú de información en el panel de la sala y chasqueé la lengua. Ahora bien, ese no era el historial de una criminal, sino todo lo contrario. Pero el carácter de la situación era totalmente opuesto, así que en primera instancia no entendí nada al respecto.
—Beverly Anne Blackwell —conté en voz alta—. Treinta y dos años, cirujana de guardia en el Hospital Metro-General de Nueva York. Vive con sus abuelos, padre fallecido y madre fuera del país. ¿Qué clase de criminal vive con sus abuelos y es doctora?
—Mmmhmmm —musitó Victoria. La castaña se mostró particularmente escéptica—. Sin rastro de antecedentes penales, ninguna enfermedad, excelentes calificaciones y visita a su madre todos los veranos en Suiza.
—Esto no tiene sentido —masculló Thor.
—¿Podemos escuchar lo que habla con Natasha? —pidió Steve.
Clint asintió y apretó un botón que nos permitió escuchar lo que Natasha estaba diciendo en ese momento. Me detuve a detallar las facciones de la guapa pelinegra. Sus ojos, por otro lado, parecían tener un brillo particular debajo de aquella luz blanquecina. De color marrón, menos oscuros que su cabello y más claros que su atuendo. El cabello lo tenía desparramado sobre los hombros y un tanto desordenado, seguramente había tenido una noche atareada, lo deducía por la apariencia cansada y desgastada.
—Sigo esperando una explicación —le instó Romanoff, en tono severo—. Me gustaría saberlo todo.
—Ya te lo he dicho todo —replicó ella. Su voz me inundó los oídos de una forma bonita, tenía ese tipo de timbre suave que suele estremecer a la gente, profundo y lento—. No tengo más nada que aportar.
—Mataste a más de diez hombres —le recordó la pelirroja.
—Bueno, ellos trataron de matarme primero. Me parece un trato justo.
—¿Cómo lo hiciste?
—Ya te he dicho que les disparé con una de sus mismas armas. Fue en total defensa propia.
—No hay señales de tus huellas en sus armas —masculló Natasha—. Y más importante, ¿por qué habría HYDRA de querer algo contigo?
Beverly Blackwell le dedicó una sonrisa torcida y se enderezó.
—No lo sé. Pero si los van a buscar, yo voy.
—¿Por qué habría de llevarte con nosotros? —Natasha alzó una ceja.
—Porque se llevaron algo que me pertenece.
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