Nadie volvería a olvidar su nombre, Yeison Kalimikarian, el joven callado de primer semestre de medicina en la Universidad. Cabello lacio, castaño claro y con algunas canas sobresalientes a pesar de sus cortos 21 años, ojos café y una personalidad no demasiado proactiva.

Yeison es un joven muy fuerte a nivel psicológico ya que, aunque no tiene demandas en las situaciones fuertes, de su silencio siempre escapan las palabras adecuadas para que todo salga de acuerdo a sus planes. Como un artista a punta de pinceladas hace una obra de arte, o como aquel que con poner un minuto las manos sobre el piano puede reescribir toda la partitura creando algo nuevo.

Muy pocas parejas amorosas se habían conocido en la vida de Yeison antes de los acontecimientos que se desencadenaron en el mes de Marzo, a mitad del primer semestre.

Desde el comienzo del semestre en el mes de Enero Yeison había comenzado a experimentar experiencias peculiares, una atracción física más allá de lo normal hacia las personas con mayor intelecto. Le excitaban aquellas chicas cuyo potencial intelectual sobrepasaba el suyo y amaba aún más cuando ninguna de ellas escondía sus dotes, su conocimiento, que se notaba que era mucho más abundante lo que poseían en su cerebro que en su cuerpo.

Y no es para mal interpretar, Yeison tenía por compañeras a mujeres realmente hermosas y de cualquier raza imaginable en un país en el que abundan las mujeres de todo tipo. La belleza iba desde las afroamericanas, hasta las asiáticas, pasando por las rubias de porte europeo y las inigualables latinas; un abanico de posibilidades. Y él podía admirar la belleza física de cada una de ellas, pero la explosión real llegaba en el momento en el cual cualquiera de aquellas chicas sacaba a relucir el gran intelecto que poseían, y no era para menos en una carrera como la de medicina.

Aunque Yeison sabía que la rebeldía es lo que más atrae a este tipo de chicas, él quiso hacer uso de sus propios dotes para atraerlas. Puso en práctica sus mayores conocimientos en matemáticas, las chicas lo miraban con admiración, querían estar cerca de él para que les explicara aquellas cosas en las que ellas podían trabarse y él era todo un As.

También demostró ser un genio innato en biología, un diestro con el bisturí en las prácticas de laboratorio, lo cual le sirvió de mucho para ganar puntos con unas cuantas chicas. "Ayúdame a mejorar mi manejo de los instrumentos de laboratorio y yo te ayudo con el tuyo, amigo" le decían las chicas, dejando escapar sonrisas pícaras que Yeison no pudo evitar.

Yeison salió con varias de esas chicas, cine, comidas, sexo, cosas que el universitario no pudo evadir. Pero llegó un punto en el que se sintió insatisfecho con lo que hacía, él quería sentir algo más, experimentar más a fondo en su sapiosexualidad.

Poco a poco en la facultad de medicina de la universidad algunas de las chicas más sobresalientes comenzaron a desaparecer. La situación fue alarmante, las autoridades comenzaron a buscarlas por toda la ciudad pero ninguna de ellas aparecía. Muchas de las chicas que aún quedaban comenzaron a crear rumores acerca de Yeison, y es que las chicas antes de desaparecer habían salido con él. Ya ninguna quería salir con él; excepto ella.

Jenny Suárez, una chica blanca de cabello negro azabache y unos ojos de un café intenso estaba recién llegada de su Colombia natal y se sentía inevitablemente atraída por Yeison. Con esta chica se saltó el protocolo, nada de cine o citas en sitios de comida caros, solo una invitación a su casa a ver Netflix con unas pizzas y refresco.

Yeison le había pedido a Jenny que llegara a su casa cerca de las 6 de la tarde para que así tuvieran tiempo de ver una película más u otras cosas. La chica se sentía insegura de ir sola a su casa, pues en el transcurso del día ya le habían contado de las misteriosas desapariciones de las citas de Yeison. 

Ella decidió pedirle a su amiga Blanca que la acompañara, al menos a dejarla fuera de la casa del chico. Llegaron mucho antes, a eso de las 4:30pm, todas las luces estaban apagadas, excepto una, la luz del baño superior. 

Se oía un ruido que venía de ese lugar y las chicas decidieron treparse por un árbol que estaba junto a la ventana para ver qué sucedía; y lo que vieron las dejó shock. El suelo del baño tenía huellas de sangre desde la puerta hasta la bañera blanca de mármol. Un blanco que ya no era tan blanco pues tenía manchas de sangre por doquier, y dentro de ella, bañándose en un agua rojiza, estaba Yeison que hablaba a susurros en una voz tan baja que era inaudible, pero se notaba una suavidad en su voz mientras levantaba su mano izquierda en la cual sostenía un cerebro humano, el cual comenzó a lamer, "¡EL SABOR DE LA INTELIGENCIA!" gritó.

Las chicas casi se desmayan al ver esto y una de ella soltó un grito despavorido; y claro, Yeison la escuchó. Mientras ellas trataban de bajar, él se vestía y bajaba a toda prisa a encontrarlas. Encendió las luces y abrió la puerta. Dentro podía vislumbrarse varios cuerpos desnudos de las chicas que habían ido a su casa en el último tiempo. Los cuerpos estaban disecados y colgados en las paredes como trofeos.

Las chicas comenzaron a huir, a correr a todo lo que daban sus piernas mientras él las seguía. Se oyó un grito de dolor; la amiga de Jenny había tropezado y caído, su pierna se había enredado en unas ramas en el suelo. Jenny se detuvo a desenredar aquello, diciéndole "Calma, ya casi está listo y podremos huir"... Pero nada más pudo decir, Yeison apareció detrás de ella y atravesó su espalda hasta el corazón dejándola sin vida en un segundo. Blanca sabía lo que se venía, en unos minutos más se convertiría en un trofeo más en la sala del sapiosexual.