Capítulo 5
El perfil de Facebook enviado por Joshua fue estudiado por Sydney por un par de días. Su foto era la de una chica rubia, de ojos claros, haciendo un signo de paz con la mano. Su nombre, "Lisa Light". (Un juego de palabras con la frase "It's a lie", o "Es una mentira.")
El sicario lo usó para encontrar a Quaker y establecer una "amistad" con él.
Su idea era engañarlo usando la identidad de la niña, manipularlo hasta que cayera en su trampa, y luego matar al desgraciado en algún sector mal alumbrado de un parque público.
Sabiendo que el sujeto prefería tener sus encuentros con menores de edad en la noche, en lugares desiertos, donde los padres de su víctima no pudieran hallarla, montar este plan le resultó fácil.
Se lo explicó a Joshua a través de su chat y obtuvo su permiso para llevarlo a cabo, mientras el encuentro fuera realizado en un parque específico, en una hora específica, designada por el DPI.
—Y si Quaker no acepta mi propuesta? —Sydney le respondió al director.
—Lo hará. Y si no lo hace, sé que podrás convencerlo de todas formas.
El militar respiró hondo.
—Okay.
—
Sydney sedujo a Quaker mucho más rápido de lo que él mismo había previsto.
Se presentó ante su objetivo de manera casual, al inicio. Le dijo al sujeto por chat que le había gustado mucho algunas de las fotos en su perfil, en especial las que había tomado en su viaje al atracadero de Rochefort, al frente del mar.
Quaker respondió con la misma casualidad, agradeciendo su aprecio.
Sydney aumentó la tensión al decirle que lo encontraba apuesto... "Con todo el respeto".
El pez se comió a la carnada sin dudarlo. Y al cabo de tres días, ya había concordado con la sugerencia de "Lisa" de que ambos se encontraran en persona, en el parque Falkes, a las nueve de la noche. Supuestamente, para que pudieran "conversar" con más libertad y conocerse mejor.
El tiburón estaba listo para el festín.
---
Sydney decidió divertirse con esta misión. Se compró una peluca, vestido, bolsa, tacones e incluso medias de malla, para ir al encuentro completamente disfrazado. Nunca pensó que lograría cumplir su sueño de hacer Drag en vida, pero ahora que la oportunidad se le había presentado, no se la perdería por nada.
Manejó al parque con una sonrisa satisfecha en el rostro, escuchando una playlist que Joshua le había enviado el día anterior, para "motivarlo" en su trabajo.
La gran mayoría de las canciones no estaban en inglés, sino en español. Al preguntarle por qué este era el caso, el hombre solo le dijo que estaba practicando el idioma, pues quería irse de vacaciones a Cancún dentro de los próximos cinco años.
—Quién sabe, a lo mejor me llevaré a Aeacus Arioch conmigo —Joshua le escribió, siguiendo sus palabras con un emoji de un guiño.
Sydney se rio, pero no estaba nada molesto por la idea.
Sabía que sería un sueño imposible, el salir de su país con una identidad falsa, pero al menos era una escena bonita de imaginarse.
Además, Sydney podría no ser un conocedor eximio del idioma, pero si sabía hablar algo de español, tanto por haberlo estudiado en el colegio, como por haberlo aprendido a la rápida mientras servía en Ardhimat. Por lo que pudo irse al parque cantando a gritos, con las ventanas de su automóvil cerradas y el aire acondicionado prendido al máximo.
Y estaba disfrutando la música bastante, hasta que un particular verso de una de las canciones, llamada "Matador", resonó por sus oídos.
"Viento de libertad, sangre combativa
En los bolsillos del pueblo la vieja herida
De pronto el día se me hace de noche
Murmullos, corridas y el golpe en la puerta
Llegó la fuerza policial"
Él ya había oído aquella canción antes, en su estancia en Ardhimat. Uno de sus colegas de batallón, Juan Santos, se la había mostrado. Le había explicado que la canción hablaba de un revolucionario buscado por la policía, la cual finalmente lo mata. Sabía, por lo tanto, que su contexto y significado no se aplicaba ni un poco a su propia vida.
No obstante, este verso y todos los otros que lo siguieron lo hicieron volver a aquel maldito desierto, contra su voluntad. Su sonrisa se borró de su rostro. Sus ojos alegres se cubrieron con el manto negro del pánico. Y de un minuto a otro, Sydney ya no estaba viendo la calle a su frente, sino una carretera de arena y piedra, llena de soldados enemigos apuntando sus armas hacia él, listos para matarlo.
Tan solo volvió a sí cuando la canción fue interrumpida por un mensaje de Joshua. Al pestañear y despabilar, alcanzó a enterrar su pie en el freno del auto y evitar un choque con un taxi. Por poco no lo hizo, eso sí.
Tragando saliva, él miró al reloj. Aún eran las ocho y media. Por eso mismo, aparcó el vehículo en la acera más cercana y se tomó algunos minutos para tranquilizarse. Abrió la guantera, sacó de adentro un frasco de calmantes que se había conseguido sin el permiso de Joshua, y mascó tres pastillas de una sola vez. Su corazón estaba disparado, su visión borrosa, manos temblaban y su estómago se había enredado en mil nudos. No tenía otra opción a no ser medicarse. Tenía una misión que completar y no podía dejar que un puto flashback lo detuviera.
Cuando se convenció de que estaba concentrado y lucido lo suficiente, abrió su chat con el director y revisó qué exactamente él le había escrito:
"Si quieres, cuando termines la misión puedo ir a tu departamento y podemos terminar de ver The Hunger Games... solo si quieres 👉👈🥺"
Sydney tragó saliva. Corrió una mano por su rostro, quitándose el sudor de encima.
"Okay."
Fue su respuesta corta y concisa.
Luego de eso bloqueó su celular y respiró hondo, antes de continuar manejando. Llegó al parque a las ocho y cuarenta y cinco. Con su pistola escondida bajo un abrigo largo, el rostro cubierto por los mechones de una peluca rubia sintética y por unos anteojos rosados gigantes, él salió del auto y caminó hacia el lugar donde se encontraría con Quaker. Se sentó en una banca, con la espalda volteada hacia la entrada del parque, y aguardó la aparición del maldito, con la adrenalina haciendo a su cuerpo temblar.
Así que sintió una mano en su hombro y escuchó la voz del canalla, llevó una mano a su pistola, se volteó y lo miró, a los ojos.
Matthew Quaker era un sujeto escuálido, de rasgos angulares, que se salvaba de ser calvo por una cantidad minúscula de cabellos en su cabeza. Llevaba puesto unos lentes de aviador demasiado grandes para su rostro y una chaqueta cortavientos blanca, tan vieja que llegaba a parecer beige.
—Tú no eres Lisa —él dijo al instante, y Sydney se rio.
—Sorpresa, hijo de puta.
Con un movimiento rápido de su mano, agarró su arma y le disparó al desgraciado en el hombro. Quaker gritó, perdió el equilibrio y se cayó al suelo. Rápidamente el sicario se levantó sobre sus pies y le dio otro disparo, de esta vez al pie, para evitar que se escapara.
Pero el sujeto, en su desespero y agonía, comenzó a arratrarse por el sendero mientras aullaba de dolor, pensando que tal vez -y solo tal vez- lograría llegar a la salida del parque y rogarle a alguien por su ayuda.
Desde el inicio, este fue un intento inútil de sobrevivencia. Patético, incluso.
Sydney vio que, mientras se arrastraba, el celular del hombre se había salido de su bolsillo. De inmediato, él lo recogió y abrió la cámara. El dispositivo estaba bloqueado, pero el aplicativo estaba disponible en su pantalla de bloqueo. Así que el sicario comenzó a grabar al rídiculo "escape" del sujeto con cierta fascinación macabra.
Cuando ya se había complacido lo suficiente con aquella sanguinaria visión, él apuntó la cámara hacia el rostro de Matthew, levantó su arma hacia su cabeza, y dijo:
—Le quiero mandar un mensaje a todos los malditos cerdos que frecuentan el mismo website que este repugnante pedazo de mierda... ¿Saben lo que sucede con los niños que ustedes abusan y traumatizan? —indagó, y sin importarse por las plegarias de Quaker, jaló el gatillo—. Crecen.
Sydney terminó el vídeo ahí. Guardó el celular del sujeto en su propio abrigo, junto a su pistola, agarró al cádaver como pudo y lo arrastró al lago del parque. Lo lanzó al agua como si fuera todo menos un ser humano. Vio al muerto hundirse en las tinieblas con una expresión neutral, fría, y al sentirse satisfecho al fin con su trabajo, volvió a su vehículo.
Al manejar de vuelta a casa, decidió no escuchar música. No quería arriesgar tener otro flashback mientras huía de la escena del crimen.
Apenas llegó a su departamento y él se desvistió, se quitó la peluca, los tacones, y se sentó con un exhalo cansado sobre la silla de su escritorio. Prendió su computadora, logró desbloquear el celular de su víctima usando sus limitados conocimientos de ciber seguridad y luego de una hora de trabajo silencioso, consiguió publicar el video que había gravado en el website de pornografía que Quaker frecuentemente visitaba. Lo hizo usando la cuenta del fallecido, para humillarlo una última vez y para dejarles claro, a todos sus otros "colegas", lo que los aguardaba si no se arrepentían de sus pecados en breve.
Así que el vídeo termió de subirse, Sydney lanzó el celular adentro de un vaso de agua, para evitar que fuera rastreado o hackeado. Luego, lo secó y lo molió a pedazos con un martillo, tirando sus restos destrozados a la basura.
Al cabo de quince minutos, Joshua le había enviado un audio:
—¡¿ESTÁS DEMENTE?! ¡Te dije que NO puedes exhibirte! ¡Que todas tus misiones deben ser discretas! ¡¿Y vas y publicas ese puto vídeo en internet?!
El sicario no se molestó en lo absoluto por su rabia.
—No me arrepiento de nada.
El director le mandó más quince audios gritándole.
Media hora se pasó desde el último y el timbre del departamento tocó. Con una expresión de curiosidad y recelo, Sydney agarró su arma y fue a abrir la puerta. No se esperó ver a Joshua, en persona, de pie del otro lado. Otra vez más, traía comida consigo.
—¿Qué haces aquí? ¿No que me odias?
—Como profesional, sí —Le entregó las bolsas de plástico—. Como tu amigo... —Sonrió—. Estoy muy feliz por lo que hiciste.
—Pero...
—El alcalde estaba sentado a mi lado cuando publicaste el vídeo. Tuve que reaccionar de mala manera para que él no me despidiera ahí mismo. Pero créeme... —Se rio—, ver a Quaker rogando por su vida y luego muerto le añadió diez años a mi vida.
Sydney, lentamente, le sonrió de vuelta. Le hizo una seña para que entrara al departamento, y puso su cena sobre la mesa de centro de la sala.
No lo quería decir en voz alta, pero descubrir que Joshua había estado mintiendo hizo lo mismo por su vida.
---
Un sketch rápido que hice de Joshua:
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro