24 de diciembre de 10 a 11 pm
❄sαntα tєll mє❄
En el capítulo anterior de Santa tell me...
"-Mira, mejor deja el tema de las notas que es Nochebuena, tengamos la nochecita tranquila."
Esto es un pequeño resumen para los cerebro mejillón que no se acuerden de nada de lo qué pasó:
La familia Babidiblú Ledelo ha estado toda la tarde preparando la cena de esta noche tan especial.
Paz, la madre, estaba estresadísima porque ninguno de sus hijos estaba preparando nada y lo estaban dejado para el último momento, menos Pedro que fue el primero en meterse en la ducha, cosa que enfadó Alejandra, la cual había tenido que prescindir de utilizar su vestido porque Pablo, el hijo menor, se lo había manchado de turrón. La chica acabó sacando a su hermano del baño con un golpe bajo, literalmente, y así consiguió convertirse en la segunda persona en ducharse ya que Paula y Penélope descartaron la idea cuando vieron la tremenda movida que se había generado cuando ellas venían tan tranquilas de jugar al Parchís. Entonces Penélope se fue a ayudar a su madre, Paz, que seguía completamente nerviosa y preocupada por cómo saldría todo, y Paula puso rumbo a su habitación para cantar una canción de Ariana Grande que su hermano confundió con la tortura de un pobre burro. Tras ochenta y ocho "joder" después dieron las diez, el timbre sonó y a todos los miembros de la familia se le pusieron los huevos por corbata. Todo esto y mucho más que no he podido contar fue lo que pasó en el primer capítulo de: ¡Santa tell me!
.
Tras retumbar por toda la casa el timbre de la puerta, toda la familia se reunió en el recibidor y en absoluto silencio fueron avanzando lentamente hacia la gran puerta de madera contrachapada y barnizada en color marrón abedúl, modelo "Jag har en smärta i röven" que adquirieron en Ikea por el increíble precio de 298,87€ blindada y con mirilla montada con cristal de hasta tres aumentos a elegir. Aunque Paz siempre había preferido el modelo "Jultomten berättar" con mirilla de visión 3D, pero su marido no accedió a gastarse 568,61€ solo por ese detalle caprichoso.
Alejandra estiró el brazó y posó su mano en el picaporte.
-Venga -suspiró la chica-. Una, dos y...
-¿Pero qué es esto? -saltó Paz-. ¿Las campanadas de Nochevieja? Deja de hacer el gilipollas y abre ya, coño.
Alejandra ejerció fuerza sobre el picaporte para hacerlo descender y cuando tiró de él hacia ella se encontró con algo inesperado.
-¿No hay nadie? -preguntó retóricamente la madre-.
Tras unos segundos de silencio por la sorpresa Penélope rompió el hielo.
-Habrán llamado y salido corriendo para hacer la broma.
-Mamá, mamá -llamó Paula-. Escucha, hay ruido en la cocina.
Los cinco volvieron a mantenerse callados para agudizar el oído.
-Es verdad, hay alguien -dijo Pedro.
-¿De qué habláis? -gritó Pablo-.
-¡Calla! -Susurraron chistándole.
-Hijos, quedaos aquí, no os mováis, coged cada uno algo con lo que defenderos y no hagáis ruido.
-No, mamá -dijo Alejandra asustada-. No puedo dejarte ir sola.
-Tienes razón, ven conmigo -La madre le agarró el brazo y tiró de ella.
-No, no, ni de coña, ¡qué hablas! -La chica dio un respingo liberándose de las garras de su madre-. Si lo he dicho por quedar bien, nada más.
-¿Ah, sí? Pues ahora vienes conmigo, por gilipollas.
-Joder, espérate, tendremos que coger algo para defendernos, ¿o vas a reducirle a bofetones?
-No, claro que no.
-Pues entonces -Alejandra se acercó al paragüero de la entrada y tomó de él una espada.
-¿Desde cuándo tenemos una espada en el paragüero? -preguntó la mujer con cara de extrañeza.
-No lo sé, la cosa es que nos ha venido bien. Venga, vamos para alante. Sin miedo.
-Espera un momento -Paz se dio la vuelta clavando la mirada en sus otros hijos-. ¿Habéis cogido algo para defenderos?
-Sí, mamá -respondió Pablo levantando una caja desgastada con decoración navideña.
-¿Qué es eso?
-Polvorones -informó Pedro-. Los que sobraron el año pasado que pensabas colarles a los invitados que viniesen a visitarnos estas navidades.
-Ah, bien, bien -dijo ahora la madre ya más tranquila.
-Vamos, con dos ovarios -Alejandra se hacía la valiente-. Avancemos.
Las dos féminas dieron dos pasos y...
-¡Ay, mamá, que no puedo! ¡Que vamos a morir...! -La chica empezó a dar pequeños saltos de ansiedad y ya comenzaba a presentar ragos de un llanto cercano-. ¿Por qué no le compraría el romero a la gitana del polígono? -se arrepentía.
-Cállate ya -ordenó Paz con un codazo.
Ambas reanudaron el paso y finalnente llegaron a la puerta de la cocina.
-¿Qué hacemos? -susurró la hija.
-Yo creo que lo mejor es aparecer por sorpresa, así le pillamos desprevenido y atacamos.
-Está bien -aceptó-. A la de tres; una, dos, y...
Antes de decir "tres" Alejandra se coló en la cocina de un salto y vio como su madre corría en dirección contraria abandonándola a su suerte.
-¿Alejandra? -dijo una voz.
-Pa-papá -La chica seguía algo traumada por la situación de nervios que acababa de vivir-. ¿Qué haces aquí?
-He llamado a la puerta y tardábais una eternidad en abrir. Así que hemos entrado por la puerta de atrás.
-¿Cómo que "hemos"?
-Claro, nuestros invitados.
-¿Qué invitados?
-¡Paco! -gritó Paz sorprendida entrando por la puerta de la cocina seguida de sus hijos-. ¡Eras tú!
-Sí, cariño -Ambos se saludaron con un efímero beso-. ¿Quién si no?
-No, no, estaba claro que eras tú...
-¿Qué hacen nuestros hijos con una espada y las manos llenas de polvorones?
-Eh... -La mujer se quedó sin palabras buscando una excusa-. Estaban jugando a...
-¡Al Trivial Pursuit! -saltó Alejandra.
-Ya... ¿y a eso se juega con espadas y polvorones?
-Em... Ah... Ay, Paco, los juegos de ahora están muy avanzados en tecnología, déjales tranquilos -dijo la madre.
-Sí, ¿quieres jugar papá? -ofreció Pedro bromeando.
Paz y Alejandra se quedaron heladas y le dedicaron a este una mirada asesina que asustó al chico.
-No, gracias -denegó Paco produciendo en su mujer e hija un suspiro de tranquilidad-. No podemos hacer esperar a nuestros invitados.
-Ah, ¿que han venido contigo también? -Eso era algo que Paz no esperaba.
-¡Familia! -llamó acompañándolo de un silbido-. Venid aquí.
Por la puerta empezó a entrar gente de una en una.
-La tía Paloma y el tío Pepe-El padre los iba presentando de uno en uno.
La familia corrió a saludarlos entre besos y abrazos mientras Paco continuaba diciendo nombres.
-La abuela Pilar -Apareció una mujer de pelo canoso y que caminaba lentamente que fue bien recibida por todos.
-El primo Pascual y las primas Patricia y Perla.
La casa empezaba a llenarse de gente.
-El tío Pelayo y su nueva novia, Petra.
-Yo ser Petra -decía marcando mucho las erres-. Completo por solo 80€ -La joven le tendió una tarjeta al tío Pepe y se pasó la lengua por el labio superior. Ante aquella insinuación el hombre tragó saliva perplejo.
-Un vagabundo que me he encontrado en la puerta del Mercadona.
-¡Hola, gente! -saludaba un hombre sucio y con un viejo gorro de lana en la cabeza-. Me llamo Antonio.
-Ay, menos mal -dijo Alejandra-. ¡Al fin uno que no empieza por la puta P! Ya me sentía rara...
-Pero me llaman Pudri -agregó el mendigo a sus palabras.
-Anda a la mierda -dijo con una mirada de odio.
-Y por último -El padre se disponía a presentar a los últimos invitados-. Vais a alucinar eh... ¡La Pantoja y su hijo, Paquirrín!
Ambos entraron por la puerta dejando a todos boquiabiertos.
-Buenas noches, familia -saludaron educadamente.
-Entonces, vamos a pasar lista que somos muchos: Yo, Paco -se autoseñaló-. Paz, Paloma, Pilar, Pepe, Pascual, Perla, Patricia, Petra, Pelayo, Pudri, Paula, Pablo, Penélope, La Pantoja, Paquirrín, Pedro y Alejandra.
-En serio, me siento desplazada -informó Alejandra.
-¿Por qué, hija? -preguntó el padre.
-¿Aún no te has dado cuenta, papá? ¡Por mi nombre!
-¿Qué le pasa? -preguntó sin saber a qué se refería su primogénita-. Ah, ya, tiene demasiadas letras.
Alejandra tomó aire y cerró los ojos para no explotar en ese momento.
-Si por eso te llamamos Ale, da una pereza decir tu nombre entero...
-Déjalo papá -pidió con una sonrisa-. Mejor déjalo -La chica apretó los puños intentando liberar tensión.
Tras esto, los dieciocho comensales se sentaron alrededor de una gran mesa en el salón y... esperad un momento queridos lectores, voy a hacer una cosa, ahora mismo vuelvo.
.
"¡Productor!" grité llamando a la persona que me paga por narrar.
"¿Qué quieres, Daniel?" me preguntó con cara de pocos amigos.
"Verá, tenemos en el cuento ni más ni menos que dieciocho personajes" informé.
"¿Y? Que más da" me contestó restándole importancia el grave asunto.
"Pues da mucho, productor, no puedo narrar una historia corta con tanta gente. Los lectores se van a hacer la picha un lío."
"Pues que se jodan"
"¿¡Pero qué dice!?" exclamé anonadado.
"¿No te quejabas tú el otro día de que ni te votaban ni te comentaban y te hacían de lectores fantasma?"
"Bueno sí, vale. Pero aún así son mis lectores y a lo mejor no votan pues porque se les olvida... o porque no tienen Internet en ese momento".
"Daniel, no te votan porque no les está gustando el cuento."
"¡Uy! ¡Qué ataque más gratuito, señor productor!"
"Demuéstrame que les gusta o te tendré que despedir."
"¿¡Qué!?" me quedé loquísimo en ese momento.
"Y con lo de los personajes, no sé, haz lo que quieras. Échales de la historia."
"Veré lo que puedo hacer, jefe." Solté un suspiro y me puse manos a la obra.
.
Una vez todos estaban ya sentados y poniéndose de comer hasta el cu... digo; llenos, las conversaciones entre toda la gente ya empezaban presentarse sobre la mesa.
-¿Y qué hace usted aquí, señora Pantoja? ¿No estaba en la cárcel por robar en Marbella?
-Perdone pero eso es mentira, yo nunca he robado, le caí mal al juez y me sentenció por ello -La tonadillera, que estaba chupando la pata de un cangrejo, dejó escapar un eructo-. Uy, perdonen, perdonen, me se ha escapado, lo siento -se disculpó por la impertinencia ante todos los demás comensales-. Como iba a diciendo, yo jamás, ¡jamás!, he cogido dinero que no fuese mío.
-Vale, vale -La mujer intentó calmar a la gitana-. ¿Pero le han dejado salir ya de la cárcel? Qué pronto, ¿no?
-No del todo -La Pantoja y Paz acercaron las cabezas para tener una mayor confidencialidad-. Me he fugado.
-¿¡Que se ha escapado!? -susurró la mujer fuertemente.
-He aprovechado mientras una de las presas cantaba villancicos en el comedor y me he tirado por la ventana. Mi hijo me ha recogido y justo nos hemos cruzado en una gasolinera con su marido Paco. Ya ve, el hombre me ha reconocido, me ha invitado a cenar y claro, he aceptado, yo me debo a mis fans -Tras pronunciar la palabra "fans" un trozo de cangrejo salió disparado de la boca de la Pantoja aterrizando en la cara de Paz-. Ay, perdone, esto es mío -La tonadillera tomó el perdigón marino de la mejilla de la mujer y se lo volvió a meter en la boca-. Y eso es todo, básicamente. Ahora me tocará huir a un país de esos perdidos en los que no me reconozcan y vendré a visitar a mi familia de vez en cuando. Que ya ve usted lo que me importa esta panda de retrasados, mire a mi hijo qué pena da -Las dos mujeres giraron la mirada para ver como Paquirrín devoraba un pollo entero-, el pobre se cree "diyeis" de esos... mi pequeño del alma, con su piel de canela...
-Muy interesante su historia -Paz no podía dejar de mirar cómo el hijo de la tonadillera engullía el pobre pollo.
-Oiga, los pateses estos están buenísimos -dijo la Pantoja señalándolos-. ¿Dónde los ha comprado?
-Es foie-grass...
Hay que ir quitando personajes. Enviando policía...
El timbre de la puerta sonó de nuevo.
-¡Polícia! ¡Abra la puerta! -gritó un hombre aporreando la puerta.
-¡Hijo! -llamó asustada la tonadillera a Paquirrín, el cual zampaba con las manos un pastel de coliflor con bechamel-. ¡Rápido, vámonos, vienen a por nosotros!
La Pantoja y el joven se levantaron corriendo de la mesa y salieron por la puerta, mas pocos segundos después el hijo volvió a aparecer en escena para agarrar una lasaña de carne, cinco tabletas de turrón e irse otra vez por donde había entrado.
-¡Polícia! -La puerta volvió a ser aporreada-. ¡O abre o nos vamos! -amenazó sin sentido alguno.
-¡Ya va, ya va! -Paz se levantó de la mesa y tomó las llaves para abrir-. No me sea impaciente...
La mujer abrió y se encontró con un hombre más feo que un bulldog chupando un limón vestido de agente de policía.
-Buena noches -saludó enseñando la placa-. Hemos recibido un chivatazo sobre la estancia de la Pantoja en esta casa.
-Uy, ¿y quién ha sido? -preguntó ofendida por la anónima traición.
-Lo siento, señora, no puedo facilitarle información confidencial.
-Ha sido la Sole ¿verdad? La de en frente... Si es que qué hija puta que es -Paz no le guardaba especial cariño a su vecina-. Pero esto no va a quedar así eh, ya lo verá ya, ¡le voy a quemar los cuatro pelos que tiene! -La mujer puso un pie fuera de la casa dispuesta a ir en ese instante a discutir con su vecina.
-Haga el favor de tranquilizarse, mujer -El policía la frenó-. Entonces, le formulo, ¿ha estado aquí la Pantoja o no?
-No, no. Qué dice... ¿qué va a hacer esa señora en mi casa? ¿Cenar con mi familia en Nochebuena? No diga tonterías por favor. Mejor pase y véalo usted mismo -Paz condujo al hombre hasta el salón donde toda la familia comía tranquilamente.
-¿Lo ve? No hay nadie.
-¿Alguno de ustedes ha visto por aquí a la Pantoja en algún momento? -preguntó el hombre en voz alta para que todos le escuchasen
-No, no, no, no... -negaron todos al unísono acompañándolo de un gesto con la cabeza.
-Está bien, entonces tendré que hacerles interrogatorios individuales uno a uno para...
-¡Se ha ido por ahí señor agente! -gritó Alejandra señalando la puerta trasera de la casa-. Si corre un poco les alcanza.
-¡Alejandra! -le gritó la madre en señal de queja.
-¿Qué? Es que me daba pereza que me interrogase...
El policía echó a correr y cuando iba a salir por la puerta su paso se vio frenado por Petra.
-Completo por solo 80€ -La joven le tendió una tarjeta y le guiñó un ojo.
-¡Detenida! -dijo el hombre.
-¿Detenida por qué? -saltó el tío Pelayo al ver que se llevaban a su nueva novia.
-Por puta, Pelayo -informó Paloma secamente-. Te la detienen por puta.
-Ah, bueno... -El hombre le dio poca importancia y siguió comiendo en paz.
-Tú venir conmigo -ordenó la prostituta agarrando a Pelayo por la manga de la camisa-. Tú deber dinero.
-Ah, ¿usted también tiene que ver con esto? -preguntó el agente-. Véngase conmigo también, hombre.
Antes de que Pelayo pudiese decir nada, ya estaba abandonando la casa de los Babidiblú Ledelo junto con su "novia" Petra y el policía encargado de buscar a la Pantoja y su hijo Paquirrín.
-Bueno, no pasa nada -dijo Paco intentando quitarle hierro al asunto-. Aún somos 14, sigamos disfrutando de la cena.
De repente, el móvil del tío Pepe empezó a vibrar y este lo descolgó:
-¿Diga? -El hombre tragó toda la comida que tenía en la boca mientras atendía a lo que le decía la llamada-. ¿¡Qué!? ¿Que han entrado en casa a robarnos? Voy para allá.
-¿Qué pasa Pepe? -preguntó su mujer Paloma.
-Que nos ha tocado la lotería, no te jode. ¿Es que no me has oído?
-¿¡Que nos han entrado a robar!?
-Sí que eres lenta...
-¡Deja de atacarme y arranca el coche!
-Sí, sí, pero no tengas prisa, tenemos que esperarnos al siguiente capítulo para ver qué pasa.
-Yo no puedo esperar, Pepe.
-Pues te jodes y esperas -sentenció su marido.
Fin por hoy. En unos días os sigo narrando que ahora estoy muy cansado. Y recordad chicos, para noches de desenfreno, mañanas de Ibuprofeno. Se acabó.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro