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Lo siento, no podemos hacer nada. Al escuchar eso nuevamente, dejé salir el aire y cerré mis ojos.
Necesitaba calmarme.
—Respira, Arabella —me dije a mí misma, dejando salir el aire y luego abriendo los ojos para encontrarme con Namjoon—. No me puedes estar diciendo esto de nuevo —le dije entre dientes, frunciendo las cejas. Él dejó salir el aire también.
—Esto no está en mis manos, Arabella. No tenemos más opción que esperar a encontrar el paradero de algunos de ellos. No es fácil encontrarlos, ¡entiende que son los carteles más buscados de toda Corea! —me dijo serio y frustrado.
Sonreí con sorna.
—Entonces, ¿qué hacemos? ¿Esperar? —dije irónicamente—. ¿Esperar a que la justicia... haga justicia? —repetí con ironía, dejando salir una risita nasal—. No seas iluso, Namjoon. La justicia no va a hacer que ellos paguen por lo que le han hecho a Taehyung.
Él apretó la mandíbula mientras yo caminaba hacia él.
—Han pasado dos malditos meses desde que esos criminales le arrancaron la vida a tu hermano —dije seria y con rabia—. ¿Y nadie puede hacer nada? ¿Porque se trata de los mafiosos más peligrosos y buscados de Corea? ¡A la mierda todos ellos y su espera con su miedo! —dije con enojo—. Yo no les tengo miedo —dije entre dientes.
—¿Y qué harás? —me preguntó él, serio—. ¿Te meterás en el mundo del narcotráfico? Porque es la única manera de acabar con ellos —dijo burlón, y yo me quedé en silencio.
¿Serías capaz de convertirte en uno de ellos para vengar a Taehyung?
¿Lo harías?
Ya nada sería igual.
—Eso haré —dije firme, y pude ver el asombro en su mirada cuando abrió los ojos.
—Arabella —salió de sus labios.
—Si tengo que venderle mi alma al diablo con tal de vengar la muerte de Kim Taehyung, lo haré, Namjoon —dije con seguridad, y él asintió—. Tú deberías ayudarme a entrar en ese mundo.
Mi proposición lo dejó pensativo.
—Sabes lo que eso significa, ¿verdad? Toda tu vida va a cambiar por completo. ¡Podrían matarte en el intento! Ninguna mujer ha logrado ser una mafiosa de alta categoría —dijo firme—. ¡No sabes nada acerca de ese mundo, Arabella!
—Entonces, aprenderé —contraataqué—. ¡Si tengo que prostituirme, lo haré! —dije con rabia—. ¡Si tengo que matar, lo haré! ¡Si tengo que crear drogas y venderlas, lo haré! —dije con enojo.
Él alzó una ceja.
—¿Serías capaz de hacer todo eso? —preguntó de repente mi hermano, quien había estado sentado desde el principio en el sofá, escuchándolo todo.
Dejé salir el aire.
—Sí —dije firme—. Ya que la ley no puede hacer nada, entonces tomaré justicia con mis propias manos —dije segura y decidida.
—¿Tú sola harás todo eso? —preguntó mi hermano, levantándose del mueble.
Tragué saliva.
—Sí —anuncié.
—¿Y cómo entrarás si no sabes nada? —atacó Namjoon.
Bajé la mirada. Él tenía razón.
—Caminaré las calles del barrio —dije decidida—. Conseguiré todo lo necesario y aprenderé de ellos —dije—. Todo por Taehyung... me vengaré de sus asesinos.
—Dios mío, jamás pensé decir esto —habló Namjoon, dejando salir el aire y quedándose pensativo, mirándome—. Yo... te ayudaré. —Cuando esas palabras salieron de sus labios, me quedé sorprendida—. Necesitas a alguien práctico, que sepa jugar bien con la ley, alguien que conozca los puntos importantes.
Le sonreí.
—Cuenta conmigo también para lo que necesites, Bella —dijo Hoseok.
—Mejor vayamos a dormir. Creo que mañana será un día agotador —habló Namjoon.
Dejé salir el aire y miré a ambos chicos frente a mí. Un sollozo salió de mí y mis ojos se cristalizaron.
—Hagamos esto... por Taehyung —dije con la voz temblorosa.
Una lágrima cayó por mis mejillas.
—T-Tenemos... que vengar... —dije con una mueca de dolor—. Su muerte... agh —terminé de decir antes de comenzar a llorar descontroladamente. Namjoon se acercó a mí con una expresión de tristeza y me atrajo a su pecho, acariciando mi cabello.
—Oh, Bella... —dijo él en un susurro.
Llevé mis manos a su espalda y me aferré a él mientras me derrumbaba completamente.
—Agh... me lo quitaron... ¡agh! ¡Lo mataron frente a mí! —dije entre llantos, separándome de él con los ojos llenos de lágrimas—. ¡Lo arrancaron de mí, Namjoon! ¡Agh, lo mataron como un perro! —yo estaba derrumbada.
Mi hermano me abrazó por detrás, descansando su cabeza en mí, y me dio besos en la mejilla.
—Calma, por favor —me pidió en un susurro.
Namjoon me miró.
—Acabaremos con esas escorias —dijo él, y yo asentí lentamente.
—¿Pero cómo los traeremos a nosotros, o exactamente a ti? —habló mi hermano, lo cual me puso a pensar—. ¿Cómo haremos para llegar a ese mundo? ¿Cómo te liarás con los mafiosos más buscados?
Esto era una gran incógnita.
¿Cómo llegaré a esos hombres?
—No... había pensado en eso —dije en un susurro.
El silencio reinó entre nosotros.
—Yo sí —habló de repente Namjoon, haciendo que ambos lo miráramos—. Y creo que sé cómo llegaremos —sus palabras captaron toda nuestra atención.
—¿Cómo así? —pregunté yo.
—Antes de que Taehyung muriera, tuvimos una charla —yo asentí—. Y en medio de esa charla, me habló de una investigación que él mismo hizo —fruncí el ceño.
—¿Una investigación? —dijo mi hermano, algo confundido.
Namjoon asintió.
—Así es. Él estaba investigando todo acerca de los narcos, ya que debía entrar como infiltrado, ¿recuerdan? —nos preguntó y asentimos.
—¿Pero qué tiene que ver esa investigación con lo que necesitamos? —le pregunté, limpiando mis lágrimas.
—Pues, ahí tenía todos los bares, clubes nocturnos, direcciones de mansiones, del lavado de dinero... en fin, tenía cada lugar donde ellos frecuentaban. Y él quería asistir a uno de ellos con frecuencia hasta tener la oportunidad de entrar en su cartel.
Me quedé procesando todo.
¿Entonces ellos descubrieron a Tae y por eso lo mataron?
—¿Y dónde están esos papeles? —preguntó Hoseok.
—No lo sé. Solía guardarlos en el sótano, según me dijo —cuando escuché eso, algo en mí se activó.
El sótano.
El sótano.
《En el sótano encontrarás todo lo que necesitas》
Recordé cuando me dijo eso.
—¡El sótano! —dije impactada pero dudosa, y ambos me miraron.
—¿De qué hablas? —preguntó Hoseok, pero yo solo me di la vuelta y comencé a caminar a paso rápido.
Ellos me siguieron.
¿Él sabía que esto ocurriría?
¿Cómo todo puede encajar tan bien?
—Detente, Bella —habló Namjoon cuando bajé las escaleras.
Cuando vi esos libros ahí, fui rápido hacia el libro de piel color carmesí y lo quité.
Enseguida vi el botón que tanto ansiaba ver.
—Iremos en su búsqueda. ¿Tú sabes dónde están? —me preguntó Hoseok y lo miré para asentir.
La librería presente se abrió como una puerta y pasamos rápido.
El estudio de Taehyung se vio enseguida, con sus papeles ordenados.
—¿Dónde pudo haberlos metido? —preguntó Namjoon.
Conociendo la mente de Taehyung, él era muy cuidadoso. No lo dejaría a simple vista.
—Busquen una caja fuerte o un cajón bajo llave —dije desesperada.
Taehyung era muy inteligente, sé que esos papeles están bien escondidos.
Ya era más de media noche y aún seguíamos en la búsqueda de esos papeles.
Yo sudaba sin parar, pero eso no me importaba.
—No hay nada —dijo Namjoon agotado.
Nos paramos juntos los tres, uno al lado del otro.
—¿Dónde cojones los habrá metido? —habló Namjoon, frustrado.
Dejé salir el aire, recorriendo el lugar con la mirada.
Miré un cuadro con una foto mía sonriendo y pasé de largo...
Espera... el cuadro.
—Ya sé dónde está —dije entusiasmada, corriendo hacia el cuadro.
—Namjoon, quita el cuadro —demandé, y él frunció el ceño.
—¿Crees que esté ahí? —me preguntó, caminando hacia mí.
—No lo creo, estoy segura —le respondí. Él nada más llegó, tomó el cuadro entre sus manos y lo quitó.
Enseguida se vio una caja fuerte.
—Mierda —dijo Hoseok, caminando hacia nosotros sorprendido—. Estuvo frente a nosotros todo el tiempo —habló.
—¿Y ahora? —preguntó Namjoon.
Me quedé mirando.
—Probemos fechas de cumpleaños —dije, y comenzamos.
Nada, nada daba resultado. No se abría la puta caja.
Estábamos muy frustrados porque ningún número la abría.
—Me doy por vencida —dije yo.
Hubo un silencio entre nosotros. El cansancio poseía nuestros cuerpos.
—¡La boda! —habló Hoseok de repente, casi gritando.
—No, la boda no —dijo Namjoon.
¿Pero por qué no? Si Taehyung parecía saber que todo sucedería. ¿Quién sabe si su día más importante era nuestra boda?
—Sí, la boda —dije yo, comenzando a poner los números.
Cuando puse el último número, dejé salir el aire.
Enseguida se escuchó el pitido de que aceptamos.
Abrí la puerta de la caja fuerte y nuestras miradas se clavaron en lo que había ahí adentro...
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