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ÉXODO (II)

CAPÍTULO 15
Cántico de Moisés y de María

1 Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico a Yo Soy El Que Soy, y dijeron:

Cantaré yo a Yo Soy El Que Soy, porque se ha magnificado grandemente;
Ha echado en el mar al caballo y al jinete.

2 Yo Soy El Que Soy es mi fortaleza y mi cántico,
Y ha sido mi salvación.
Este es mi Dios, y lo alabaré;
Dios de mi padre, y lo enalteceré. Jehová es varón de guerra;

3 Yo Soy El Que Soy es su Nombre.

4 Echó en el mar los carros de Faraón y su ejército;
Y sus capitanes escogidos fueron hundidos en el Mar Rojo.

5 Los abismos los cubrieron; Descendieron a las profundidades como piedra.

6 Tu diestra, oh Yo Soy El Que Soy, ha sido magnificada en poder;
Tu diestra, oh Yo Soy El Que Soy, ha quebrantado al enemigo.

7 Y con la grandeza de tu poder has derribado a los que se levantaron contra Ti.
Enviaste tu ira; los consumió como a hojarasca.

8 Al soplo de tu aliento se amontonaron las aguas;
Se juntaron las corrientes como en un montón;
Los abismos se cuajaron en medio del mar.

9 El enemigo dijo:
Perseguiré, apresaré, repartiré despojos;
Mi alma se saciará de ellos;
Sacaré mi espada, los destruirá mi mano.

10 Soplaste con tu viento; los cubrió el mar;
Se hundieron como plomo en las impetuosas aguas.

11 ¿Quién como Tú, oh Yo Soy El Que Soy, entre los dioses?
¿Quién como Tú, magnífico en santidad,
Terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?

12 Extendiste tu diestra;
La tierra los tragó.

13 Condujiste en tu misericordia a este pueblo que redimiste;
Lo llevaste con tu poder a tu santa morada.

14 Lo oirán los pueblos, y temblarán;
Se apoderará dolor de la tierra de los filisteos.

15 Entonces los caudillos de Edom se turbarán;
A los valientes de Moab les sobrecogerá temblor;
Se acobardarán todos los moradores de Canaán.

16 Caiga sobre ellos temblor y espanto;
A la grandeza de tu brazo enmudezcan como una piedra;
Hasta que haya pasado tu pueblo, oh Yo Soy El Que Soy,
Hasta que haya pasado este pueblo que Tú rescataste.

17 Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad,
En el lugar de tu Morada, que tú has preparado, oh Yo Soy El Que Soy,
En el Santuario que tus manos, oh Yo Soy El Que Soy, han afirmado.

18 Yo Soy El Que Soy reinará eternamente y para siempre.

19 Porque Faraón entró cabalgando con sus carros y su gente de a caballo en el mar, y Yo Soy El Que Soy hizo volver las aguas del mar sobre ellos; mas los hijos de Israel pasaron en seco por en medio del mar.

20 Y María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas.

21 Y María les respondía: Cantad a Yo Soy El Que Soy, porque en extremo se ha engrandecido;
Ha echado en el mar al caballo y al jinete.

El agua amarga de Mara

22 E hizo Moisés que partiese Israel del Mar Rojo, y salieron al desierto de Shur; y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua.

23 Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara.

24 Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber?

25 Y Moisés clamó a Yo Soy El Que Soy, y Yo Soy El Que Soy le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó;

26 y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Yo Soy El Que Soy tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque Yo Soy Yo Soy El Que Soy tu Sanador.

27 Y llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmeras; y acamparon allí junto a las aguas.

CAPÍTULO 16
Dios da el maná

1 Partió luego de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, y vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después que salieron de la tierra de Egipto.

2 Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto;

3 y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Yo Soy El Que Soy en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.

4 Y Yo Soy El Que Soy dijo a Moisés: He aquí Yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que Yo lo pruebe si anda en mi ley, o no.

5 Mas en el sexto día prepararán para guardar el doble de lo que suelen recoger cada día.

6 Entonces dijeron Moisés y Aarón a todos los hijos de Israel: En la tarde sabréis que Yo Soy El Que Soy os ha sacado de la tierra de Egipto,

7 y a la mañana veréis la gloria de Yo Soy El Que Soy; porque Él ha oído vuestras murmuraciones contra Yo Soy El Que Soy; porque nosotros, ¿qué somos, para que vosotros murmuréis contra nosotros?

8 Dijo también Moisés: Yo Soy El Que Soy os dará en la tarde carne para comer, y en la mañana pan hasta saciaros; porque Yo Soy El Que Soy ha oído vuestras murmuraciones con que habéis murmurado contra Él; porque nosotros, ¿qué somos? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Yo Soy El Que Soy.

9 Y dijo Moisés a Aarón: Di a toda la congregación de los hijos de Israel: Acercaos a la Presencia de Yo Soy El Que Soy, porque Él ha oído vuestras murmuraciones.

10 Y hablando Aarón a toda la congregación de los hijos de Israel, miraron hacia el desierto, y he aquí la gloria de Yo Soy El Que Soy apareció en la nube.

11 Y Yo Soy El Que Soy habló a Moisés, diciendo:

12 Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel; háblales, diciendo: Al caer la tarde comeréis carne, y por la mañana os saciaréis de pan, y sabréis que Yo Soy Yo Soy El Que Soy vuestro Dios.

13 Y venida la tarde, subieron codornices que cubrieron el campamento; y por la mañana descendió rocío en derredor del campamento.

14 Y cuando el rocío cesó de descender, he aquí sobre la faz del desierto una cosa menuda, redonda, menuda como una escarcha sobre la tierra.

15 Y viéndolo los hijos de Israel, se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto? porque no sabían qué era. Entonces Moisés les dijo: Es el pan que Yo Soy El Que Soy os da para comer.

16 Esto es lo que Yo Soy El Que Soy ha mandado: Recoged de él cada uno según lo que pudiere comer; un gomer por cabeza, conforme al número de vuestras personas, tomaréis cada uno para los que están en su tienda.

17 Y los hijos de Israel lo hicieron así; y recogieron unos más, otros menos;

18 y lo medían por gomer, y no sobró al que había recogido mucho, ni faltó al que había recogido poco; cada uno recogió conforme a lo que había de comer.

19 Y les dijo Moisés: Ninguno deje nada de ello para mañana.

20 Mas ellos no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron de ello para otro día, y crio gusanos, y hedió; y se enojó contra ellos Moisés.

21 Y lo recogían cada mañana, cada uno según lo que había de comer; y luego que el sol calentaba, se derretía.

22 En el sexto día recogieron doble porción de comida, dos gomeres para cada uno; y todos los príncipes de la congregación vinieron y se lo hicieron saber a Moisés.

23 Y él les dijo: Esto es lo que ha dicho Yo Soy El Que Soy: Mañana es el santo día de reposo, el reposo consagrado a Yo Soy El Que Soy; lo que habéis de cocer, cocedlo hoy, y lo que habéis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para mañana.

24 Y ellos lo guardaron hasta la mañana, según lo que Moisés había mandado, y no se agusanó, ni hedió.

25 Y dijo Moisés: Comedlo hoy, porque hoy es día de reposo para Yo Soy El Que Soy; hoy no hallaréis en el campo.

26 Seis días lo recogeréis; mas el séptimo día es día de reposo; en él no se hallará.

27 Y aconteció que algunos del pueblo salieron en el séptimo día a recoger, y no hallaron.

28 Y Yo Soy El Que Soy dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes?

29 Mirad que Yo Soy El Que Soy os dio el día de reposo, y por eso en el sexto día os da pan para dos días. Estése, pues, cada uno en su lugar, y nadie salga de él en el séptimo día.

30 Así el pueblo reposó el séptimo día.

31 Y la casa de Israel lo llamó Maná; y era como semilla de culantro, blanco, y su sabor como de hojuelas con miel.

32 Y dijo Moisés: Esto es lo que Yo Soy El Que Soy ha mandado: Llenad un gomer de él, y guardadlo para vuestros descendientes, a fin de que vean el pan que Yo os di a comer en el desierto, cuando Yo os saqué de la tierra de Egipto.

33 Y dijo Moisés a Aarón: Toma una vasija y pon en ella un gomer de maná, y ponlo delante de Yo Soy El Que Soy, para que sea guardado para vuestros descendientes.

34 Y Aarón lo puso delante del Testimonio para guardarlo, como Yo Soy El Que Soy lo mandó a Moisés.

35 Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada; maná comieron hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán.

36 Y un gomer es la décima parte de un efa.

CAPÍTULO 17
Agua de la roca

1 Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin por sus jornadas, conforme al mandamiento de Yo Soy El Que Soy, y acamparon en Refidim; y no había agua para que el pueblo bebiese.

2 Y altercó el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua para que bebamos. Y Moisés les dijo: ¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Yo Soy El Que Soy?

3 Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?

4 Entonces clamó Moisés a Yo Soy El Que Soy, diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco me apedrearán.

5 Y Yo Soy El Que Soy dijo a Moisés: Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en tu mano tu vara con que golpeaste el río, y ve.

6 He aquí que Yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel.

7 Y llamó el nombre de aquel lugar Masah y Meriba, por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron a Yo Soy El Que Soy, diciendo: ¿Está, pues, Yo Soy El Que Soy entre nosotros, o no?

Guerra con Amalec

8 Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.

9 Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano.

10 E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado.

11 Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.

12 Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.

13 Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.

14 Y Yo Soy El Que Soy dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo.

15 Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Hashem Nissi;

16 y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el Trono de Yo Soy El Que Soy, Yo Soy El Que Soy tendrá guerra con Amalec de generación en generación.

CAPÍTULO 18
Jetro visita a Moisés

1 Oyó Jetro sacerdote de Madián, suegro de Moisés, todas las cosas que Dios había hecho con Moisés, y con Israel su pueblo, y cómo Yo Soy El Que Soy había sacado a Israel de Egipto.

2 Y tomó Jetro suegro de Moisés a Séfora la mujer de Moisés, después que él la envió,

4 y a sus dos hijos; el uno se llamaba Gersón, porque dijo: Forastero he sido en tierra ajena;

4 y el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: El Dios de mi padre me ayudó, y me libró de la espada de Faraón.

5 Y Jetro el suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de este, vino a Moisés en el desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios;

6 y dijo a Moisés: Yo tu suegro Jetro vengo a ti, con tu mujer, y sus dos hijos con ella.

7 Y Moisés salió a recibir a su suegro, y se inclinó, y lo besó; y se preguntaron el uno al otro cómo estaban, y vinieron a la tienda.

8 Y Moisés contó a su suegro todas las cosas que Yo Soy El Que Soy había hecho a Faraón y a los egipcios por Amor de Israel, y todo el trabajo que habían pasado en el camino, y cómo los había librado Yo Soy El Que Soy.

9 Y se alegró Jetro de todo el bien que Yo Soy El Que Soy había hecho a Israel, al haberlo librado de mano de los egipcios.

10 Y Jetro dijo: Bendito sea Yo Soy El Que Soy, que os libró de mano de los egipcios, y de la mano de Faraón, y que libró al pueblo de la mano de los egipcios.

11 Ahora conozco que Yo Soy El Que Soy es más Grande que todos los dioses; porque en lo que se ensoberbecieron prevaleció contra ellos.

12 Y tomó Jetro, suegro de Moisés, holocaustos y sacrificios para Dios; y vino Aarón y todos los ancianos de Israel para comer con el suegro de Moisés delante de Dios.

Nombramiento de jueces

13 Aconteció que al día siguiente se sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde.

14 Viendo el suegro de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde?

15 Y Moisés respondió a su suegro: Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios.

16 Cuando tienen asuntos, vienen a mí; y yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes.

17 Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces.

18 Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo.

19 Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Está tú por el pueblo delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios.

20 Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde deben andar, y lo que han de hacer.

21 Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez.

22 Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo.

23 Si esto hicieres, y Dios te lo mandare, tú podrás sostenerte, y también todo este pueblo irá en paz a su lugar.

24 Y oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que dijo.

25 Escogió Moisés varones de virtud de entre todo Israel, y los puso por jefes sobre el pueblo, sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez.

26 Y juzgaban al pueblo en todo tiempo; el asunto difícil lo traían a Moisés, y ellos juzgaban todo asunto pequeño.

27 Y despidió Moisés a su suegro, y este se fue a su tierra.

CAPÍTULO 19
Israel en Sinaí

1 En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí.

2 Habían salido de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte.

3 Y Moisés subió a Dios; y Yo Soy El Que Soy lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel:

4 Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a Mí.

5 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.

6 Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.

7 Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Yo Soy El Que Soy le había mandado.

8 Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Yo Soy El Que Soy ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Yo las palabras del pueblo.

9 Entonces Yo Soy El Que Soy dijo a Moisés: He aquí, Yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras Yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre. Y Moisés refirió las palabras del pueblo a Yo Soy El Que Soy.

10 Y Yo Soy El Que Soy dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos,

11 y estén preparados para el día tercero, porque al tercer día Yo Soy El Que Soy descenderá a ojos de todo el pueblo sobre el monte de Sinaí.

12 Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá.

13 No lo tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte.

14 Y descendió Moisés del monte al pueblo, y santificó al pueblo; y lavaron sus vestidos.

15 Y dijo al pueblo: Estad preparados para el tercer día; no toquéis mujer.

16 Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento.

17 Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte.

18 Todo el monte Sinaí humeaba, porque Yo Soy El Que Soy había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera.

19 El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante.

20 Y descendió Yo Soy El Que Soy sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Yo Soy El Que Soy a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió.

21 Y Yo Soy El Que Soy dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a Yo Soy El Que Soy, porque caerá multitud de ellos.

22 Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Yo Soy El Que Soy, para que Yo Soy El Que Soy no haga en ellos estrago.

23 Moisés dijo a Yo Soy El Que Soy: El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque Tú nos has mandado diciendo: Señala límites al monte, y santifícalo.

24 Y Yo Soy El Que Soy le dijo: Ve, desciende, y subirás tú, y Aarón contigo; mas los sacerdotes y el pueblo no traspasen el límite para subir a Yo Soy El Que Soy, no sea que haga en ellos estrago.

25 Entonces Moisés descendió y se lo dijo al pueblo.

CAPÍTULO 20
Los Diez Mandamientos

1 Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:

2 Yo Soy Yo Soy El Que Soy tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.

3 No tendrás dioses ajenos delante de mí.

4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.

5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque Yo Soy Yo Soy El Que Soy tu Dios, Fuerte, Celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

7 No tomarás el Nombre de Yo Soy El Que Soy tu Dios en vano; porque no dará por inocente Yo Soy El Que Soy al que tomare su Nombre en vano.

8 Acuérdate del día de reposo para santificarlo.

9 Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;

10 mas el séptimo día es reposo para Yo Soy El Que Soy tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.

11 Porque en seis días hizo Yo Soy El Que Soy los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Yo Soy El Que Soy bendijo el día de reposo y lo santificó.

12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Yo Soy El Que Soy tu Dios te da.

13 No matarás.

14 No cometerás adulterio.

15 No hurtarás.

16 No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.

17 No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

El terror del pueblo

18 Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos.

19 Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos.

20 Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.

21 Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios.

22 Y Yo Soy El Que Soy dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros.

23 No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis.

24 Altar de tierra harás para Mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde Yo hiciere que esté la memoria de mi Nombre, vendré a ti y te bendeciré.

25 Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanarás.

26 No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él.

CAPÍTULO 21
Leyes sobre los esclavos

1 Estas son las leyes que les propondrás.

2 Si comprares siervo hebreo, seis años servirá; mas al séptimo saldrá libre, de balde.

3 Si entró solo, solo saldrá; si tenía mujer, saldrá él y su mujer con él.

4 Si su amo le hubiere dado mujer, y ella le diere hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo, y él saldrá solo.

5 Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre;

6 entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre.

7 Y cuando alguno vendiere su hija por sierva, no saldrá ella como suelen salir los siervos.

8 Si no agradare a su señor, por lo cual no la tomó por esposa, se le permitirá que se rescate, y no la podrá vender a pueblo extraño cuando la desechare.

9 Mas si la hubiere desposado con su hijo, hará con ella según la costumbre de las hijas.

10 Si tomare para él otra mujer, no disminuirá su alimento, ni su vestido, ni el deber conyugal.

11 Y si ninguna de estas tres cosas hiciere, ella saldrá de gracia, sin dinero.

Leyes sobre actos de violencia

12 El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá.

13 Mas el que no pretendía herirlo, sino que Dios lo puso en sus manos, entonces Yo te señalaré lugar al cual ha de huir.

14 Pero si alguno se ensoberbeciere contra su prójimo y lo matare con alevosía, de mi altar lo quitarás para que muera.

15 El que hiriere a su padre o a su madre, morirá.

16 Asimismo el que robare una persona y la vendiere, o si fuere hallada en sus manos, morirá.

17 Igualmente el que maldijere a su padre o a su madre, morirá.

18 Además, si algunos riñeren, y uno hiriere a su prójimo con piedra o con el puño, y este no muriere, pero cayere en cama;

19 si se levantare y anduviere fuera sobre su báculo, entonces será absuelto el que lo hirió; solamente le satisfará por lo que estuvo sin trabajar, y hará que le curen.

20 Y si alguno hiriere a su siervo o a su sierva con palo, y muriere bajo su mano, será castigado;

21 mas si sobreviviere por un día o dos, no será castigado, porque es de su propiedad.

22 Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y esta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces.

23 Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida,

24 ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie,

25 quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.

Leyes sobre responsabilidades de amos y dueños

26 Si alguno hiriere el ojo de su siervo, o el ojo de su sierva, y lo dañare, le dará libertad por razón de su ojo.

27 Y si hiciere saltar un diente de su siervo, o un diente de su sierva, por su diente le dejará ir libre.

28 Si un buey acorneare a hombre o a mujer, y a causa de ello muriere, el buey será apedreado, y no será comida su carne; mas el dueño del buey será absuelto.

29 Pero si el buey fuere acorneador desde tiempo atrás, y a su dueño se le hubiere notificado, y no lo hubiere guardado, y matare a hombre o mujer, el buey será apedreado, y también morirá su dueño.

30 Si le fuere impuesto precio de rescate, entonces dará por el rescate de su persona cuanto le fuere impuesto.

31 Haya acorneado a hijo, o haya acorneado a hija, conforme a este juicio se hará con él.

32 Si el buey acorneare a un siervo o a una sierva, pagará su dueño treinta siclos de plata, y el buey será apedreado.

33 Y si alguno abriere un pozo, o cavare cisterna, y no la cubriere, y cayere allí buey o asno,

34 el dueño de la cisterna pagará el daño, resarciendo a su dueño, y lo que fue muerto será suyo.

35 Y si el buey de alguno hiriere al buey de su prójimo de modo que muriere, entonces venderán el buey vivo y partirán el dinero de él, y también partirán el buey muerto.

36 Mas si era notorio que el buey era acorneador desde tiempo atrás, y su dueño no lo hubiere guardado, pagará buey por buey, y el buey muerto será suyo.

CAPÍTULO 22
Leyes sobre la restitución

1 Cuando alguno hurtare buey u oveja, y lo degollare o vendiere, por aquel buey pagará cinco bueyes, y por aquella oveja cuatro ovejas.

2 Si el ladrón fuere hallado forzando una casa, y fuere herido y muriere, el que lo hirió no será culpado de su muerte.

3 Pero si fuere de día, el autor de la muerte será reo de homicidio. El ladrón hará completa restitución; si no tuviere con qué, será vendido por su hurto.

4 Si fuere hallado con el hurto en la mano, vivo, sea buey o asno u oveja, pagará el doble.

5 Si alguno hiciere pastar en campo o viña, y metiere su bestia en campo de otro, de lo mejor de su campo y de lo mejor de su viña pagará.

6 Cuando se prendiere fuego, y al quemar espinos quemare mieses amontonadas o en pie, o campo, el que encendió el fuego pagará lo quemado.

7 Cuando alguno diere a su prójimo plata o alhajas a guardar, y fuere hurtado de la casa de aquel hombre, si el ladrón fuere hallado, pagará el doble.

8 Si el ladrón no fuere hallado, entonces el dueño de la casa será presentado a los jueces, para que se vea si ha metido su mano en los bienes de su prójimo.

9 En toda clase de fraude, sobre buey, sobre asno, sobre oveja, sobre vestido, sobre toda cosa perdida, cuando alguno dijere: Esto es mío, la causa de ambos vendrá delante de los jueces; y el que los jueces condenaren, pagará el doble a su prójimo.

10 Si alguno hubiere dado a su prójimo asno, o buey, u oveja, o cualquier otro animal a guardar, y este muriere o fuere estropeado, o fuere llevado sin verlo nadie;

11 juramento de Yo Soy El Que Soy habrá entre ambos, de que no metió su mano a los bienes de su prójimo; y su dueño lo aceptará, y el otro no pagará.

12 Mas si le hubiere sido hurtado, resarcirá a su dueño.

13 Y si le hubiere sido arrebatado por fiera, le traerá testimonio, y no pagará lo arrebatado.

14 Pero si alguno hubiere tomado prestada bestia de su prójimo, y fuere estropeada o muerta, estando ausente su dueño, deberá pagarla.

15 Si el dueño estaba presente no la pagará. Si era alquilada, reciba el dueño el alquiler.

Leyes humanitarias

16 Si alguno engañare a una doncella que no fuere desposada, y durmiere con ella, deberá dotarla y tomarla por mujer.

17 Si su padre no quisiere dársela, él le pesará plata conforme a la dote de las vírgenes.

18 A la hechicera no dejarás que viva.

19 Cualquiera que cohabitare con bestia, morirá.

20 El que ofreciere sacrificio a dioses excepto solamente a Yo Soy El Que Soy, será muerto.

21 Y al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.

22 A ninguna viuda ni huérfano afligiréis.

23 Porque si tú llegas a afligirles, y ellos clamaren a Mí, ciertamente oiré Yo su clamor;

24 y mi furor se encenderá, y os mataré a espada, y vuestras mujeres serán viudas, y huérfanos vuestros hijos.

25 Cuando prestares dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portarás con él como logrero, ni le impondrás usura.

26 Si tomares en prenda el vestido de tu prójimo, a la puesta del sol se lo devolverás.

27 Porque solo eso es su cubierta, es su vestido para cubrir su cuerpo. ¿En qué dormirá? Y cuando él clamare a Mí, Yo le oiré, porque Soy Misericordioso.

28 No injuriarás a los jueces, ni maldecirás al príncipe de tu pueblo.

29 No demorarás la primicia de tu cosecha ni de tu lagar. Me darás el primogénito de tus hijos.

30 Lo mismo harás con el de tu buey y de tu oveja; siete días estará con su madre, y al octavo día me lo darás.

31 Y me seréis varones santos. No comeréis carne destrozada por las fieras en el campo; a los perros la echaréis.

CAPÍTULO 23

1 No admitirás falso rumor. No te concertarás con el impío para ser testigo falso.

2 No seguirás a los muchos para hacer mal, ni responderás en litigio inclinándote a los más para hacer agravios;

3 ni al pobre distinguirás en su causa.

4 Si encontrares el buey de tu enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo.

5 Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien le ayudarás a levantarlo.

6 No pervertirás el derecho de tu mendigo en su pleito.

7 De palabra de mentira te alejarás, y no matarás al inocente y justo; porque Yo no justificaré al impío.

8 No recibirás presente; porque el presente ciega a los que ven, y pervierte las palabras de los justos.

9 Y no angustiarás al extranjero; porque vosotros sabéis cómo es el alma del extranjero, ya que extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.

10 Seis años sembrarás tu tierra, y recogerás su cosecha;

11 mas el séptimo año la dejarás libre, para que coman los pobres de tu pueblo; y de lo que quedare comerán las bestias del campo; así harás con tu viña y con tu olivar.

12 Seis días trabajarás, y al séptimo día reposarás, para que descanse tu buey y tu asno, y tome refrigerio el hijo de tu sierva, y el extranjero.

13 Y todo lo que os he dicho, guardadlo. Y nombre de otros dioses no mentaréis, ni se oirá de vuestra boca.

Las tres fiestas anuales

14 Tres veces en el año me celebraréis fiesta.

15 La fiesta de los panes sin levadura guardarás. Siete días comerás los panes sin levadura, como Yo te mandé, en el tiempo del mes de Abib, porque en él saliste de Egipto; y ninguno se presentará delante de Mí con las manos vacías.

16 También la fiesta de la siega, los primeros frutos de tus labores, que hubieres sembrado en el campo, y la fiesta de la cosecha a la salida del año, cuando hayas recogido los frutos de tus labores del campo.

17 Tres veces en el año se presentará todo varón delante de Yo Soy El Que Soy el Señor.

18 No ofrecerás con pan leudo la sangre de mi sacrificio, ni la grosura de mi víctima quedará de la noche hasta la mañana.

19 Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la casa de Yo Soy El Que Soy tu Dios. No guisarás el cabrito en la leche de su madre.

El Ángel de Yo Soy El Que Soy enviado para guiar a Israel

20 He aquí Yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que Yo he preparado.

21 Guárdate delante de Él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque Él no perdonará vuestra rebelión, porque mi Nombre está en Él.

22 Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que Yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.

23 Porque mi Ángel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir.

24 No te inclinarás a sus dioses, ni los servirás, ni harás como ellos hacen; antes los destruirás del todo, y quebrarás totalmente sus estatuas.

25 Mas a Yo Soy El Que Soy vuestro Dios serviréis, y Él bendecirá tu pan y tus aguas; y Yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti.

26 No habrá mujer que aborte, ni estéril en tu tierra; y yo completaré el número de tus días.

27 Yo enviaré mi terror delante de ti, y consternaré a todo pueblo donde entres, y te daré la cerviz de todos tus enemigos.

28 Enviaré delante de ti la avispa, que eche fuera al heveo, al cananeo y al heteo, de delante de ti.

29 No los echaré de delante de ti en un año, para que no quede la tierra desierta, y se aumenten contra ti las fieras del campo.

30 Poco a poco los echaré de delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra.

31 Y fijaré tus límites desde el Mar Rojo hasta el mar de los filisteos, y desde el desierto hasta el Éufrates; porque pondré en tus manos a los moradores de la tierra, y tú los echarás de delante de ti.

32 No harás alianza con ellos, ni con sus dioses.

33 En tu tierra no habitarán, no sea que te hagan pecar contra Mí sirviendo a sus dioses, porque te será tropiezo.

CAPÍTULO 24
Moisés y los ancianos en el monte Sinaí

1 Dijo Yo Soy El Que Soy a Moisés: Sube ante Yo Soy El Que Soy, tú, y Aarón, Nadab, y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y os inclinaréis desde lejos.

2 Pero Moisés solo se acercará a Yo Soy El Que Soy; y ellos no se acerquen, ni suba el pueblo con él.

3 Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de Yo Soy El Que Soy, y todas las leyes; y todo el pueblo respondió a una voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Yo Soy El Que Soy ha dicho.

4 Y Moisés escribió todas las palabras de Yo Soy El Que Soy, y levantándose de mañana edificó un altar al pie del monte, y doce columnas, según las doce tribus de Israel.

5 Y envió jóvenes de los hijos de Israel, los cuales ofrecieron holocaustos y becerros como sacrificios de paz a Yo Soy El Que Soy.

6 Y Moisés tomó la mitad de la sangre, y la puso en tazones, y esparció la otra mitad de la sangre sobre el altar.

7 Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Yo Soy El Que Soy ha dicho, y obedeceremos.

8 Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del Pacto que Yo Soy El Que Soy ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas.

9 Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel;

10 y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno.

11 Mas no extendió su mano sobre los príncipes de los hijos de Israel; y vieron a Dios, y comieron y bebieron.

12 Entonces Yo Soy El Que Soy dijo a Moisés: Sube a Mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles.

13 Y se levantó Moisés con Josué su servidor, y Moisés subió al monte de Dios.

14 Y dijo a los ancianos: Esperadnos aquí hasta que volvamos a vosotros; y he aquí Aarón y Hur están con vosotros; el que tuviere asuntos, acuda a ellos.

15 Entonces Moisés subió al monte, y una nube cubrió el monte.

16 Y la gloria de Yo Soy El Que Soy reposó sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió por seis días; y al séptimo día llamó a Moisés de en medio de la nube.

17 Y la apariencia de la gloria de Yo Soy El Que Soy era como un fuego abrasador en la cumbre del monte, a los ojos de los hijos de Israel.

18 Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches.

CAPÍTULO 25
La ofrenda para el tabernáculo

1 Yo Soy El Que Soy habló a Moisés, diciendo:

2 Di a los hijos de Israel que tomen para Mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda.

3 Esta es la ofrenda que tomaréis de ellos: oro, plata, cobre,

4 azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras,

5 pieles de carneros teñidas de rojo, pieles de tejones, madera de acacia,

6 aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático,

7 piedras de ónice, y piedras de engaste para el efod y para el pectoral.

8 Y harán un santuario para Mí, y habitaré en medio de ellos.

9 Conforme a todo lo que Yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis.

El arca del testimonio

10 Harán también un arca de madera de acacia, cuya longitud será de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio.

11 Y la cubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y harás sobre ella una cornisa de oro alrededor.

12 Fundirás para ella cuatro anillos de oro, que pondrás en sus cuatro esquinas; dos anillos a un lado de ella, y dos anillos al otro lado.

13 Harás unas varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro.

14 Y meterás las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca con ellas.

15 Las varas quedarán en los anillos del arca; no se quitarán de ella.

16 Y pondrás en el arca el testimonio que Yo te daré.

17 Y harás un propiciatorio de oro fino, cuya longitud será de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio.

18 Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio.

19 Harás, pues, un querubín en un extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos.

20 Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines.

21 Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que Yo te daré.

22 Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que Yo te mandare para los hijos de Israel.

La mesa para el pan de la proposición

23 Harás asimismo una mesa de madera de acacia; su longitud será de dos codos, y de un codo su anchura, y su altura de codo y medio.

24 Y la cubrirás de oro puro, y le harás una cornisa de oro alrededor.

25 Le harás también una moldura alrededor, de un palmo menor de anchura, y harás a la moldura una cornisa de oro alrededor.

26 Y le harás cuatro anillos de oro, los cuales pondrás en las cuatro esquinas que corresponden a sus cuatro patas.

27 Los anillos estarán debajo de la moldura, para lugares de las varas para llevar la mesa.

28 Harás las varas de madera de acacia, y las cubrirás de oro, y con ellas será llevada la mesa.

29 Harás también sus platos, sus cucharas, sus cubiertas y sus tazones, con que se libará; de oro fino los harás.

30 Y pondrás sobre la mesa el pan de la proposición delante de Mí continuamente.

El candelero de oro

31 Harás además un candelero de oro puro; labrado a martillo se hará el candelero; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores, serán de lo mismo.

32 Y saldrán seis brazos de sus lados; tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado.

33 Tres copas en forma de flor de almendro en un brazo, una manzana y una flor; y tres copas en forma de flor de almendro en otro brazo, una manzana y una flor; así en los seis brazos que salen del candelero;

34 y en la caña central del candelero cuatro copas en forma de flor de almendro, sus manzanas y sus flores.

35 Habrá una manzana debajo de dos brazos del mismo, otra manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos del mismo, así para los seis brazos que salen del candelero.

36 Sus manzanas y sus brazos serán de una pieza, todo ello una pieza labrada a martillo, de oro puro.

37 Y le harás siete lamparillas, las cuales encenderás para que alumbren hacia adelante.

38 También sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro.

39 De un talento de oro fino lo harás, con todos estos utensilios.

40 Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.

CAPÍTULO 26
El tabernáculo

1

Harás el tabernáculo de diez cortinas de lino torcido, azul, púrpura y carmesí; y lo harás con querubines de obra primorosa.

2 La longitud de una cortina de veintiocho codos, y la anchura de la misma cortina de cuatro codos; todas las cortinas tendrán una misma medida.

3 Cinco cortinas estarán unidas una con la otra, y las otras cinco cortinas unidas una con la otra.

4 Y harás lazadas de azul en la orilla de la última cortina de la primera unión; lo mismo harás en la orilla de la cortina de la segunda unión.

5 Cincuenta lazadas harás en la primera cortina, y cincuenta lazadas harás en la orilla de la cortina que está en la segunda unión; las lazadas estarán contrapuestas la una a la otra.

6 Harás también cincuenta corchetes de oro, con los cuales enlazarás las cortinas la una con la otra, y se formará un tabernáculo.

7 Harás asimismo cortinas de pelo de cabra para una cubierta sobre el tabernáculo; once cortinas harás.

8 La longitud de cada cortina será de treinta codos, y la anchura de cada cortina de cuatro codos; una misma medida tendrán las once cortinas.

9 Y unirás cinco cortinas aparte y las otras seis cortinas aparte; y doblarás la sexta cortina en el frente del tabernáculo.

10 Y harás cincuenta lazadas en la orilla de la cortina, al borde en la unión, y cincuenta lazadas en la orilla de la cortina de la segunda unión.

11 Harás asimismo cincuenta corchetes de bronce, los cuales meterás por las lazadas; y enlazarás las uniones para que se haga una sola cubierta.

12 Y la parte que sobra en las cortinas de la tienda, la mitad de la cortina que sobra, colgará a espaldas del tabernáculo.

13 Y un codo de un lado, y otro codo del otro lado, que sobra a lo largo de las cortinas de la tienda, colgará sobre los lados del tabernáculo a un lado y al otro, para cubrirlo.

14 Harás también a la tienda una cubierta de pieles de carneros teñidas de rojo, y una cubierta de pieles de tejones encima.

15 Y harás para el tabernáculo tablas de madera de acacia, que estén derechas.

16 La longitud de cada tabla será de diez codos, y de codo y medio la anchura.

17 Dos espigas tendrá cada tabla, para unirlas una con otra; así harás todas las tablas del tabernáculo.

18 Harás, pues, las tablas del tabernáculo; veinte tablas al lado del mediodía, al sur.

19 Y harás cuarenta basas de plata debajo de las veinte tablas; dos basas debajo de una tabla para sus dos espigas, y dos basas debajo de otra tabla para sus dos espigas.

20 Y al otro lado del tabernáculo, al lado del norte, veinte tablas;

21 y sus cuarenta basas de plata; dos basas debajo de una tabla, y dos basas debajo de otra tabla.

22 Y para el lado posterior del tabernáculo, al occidente, harás seis tablas.

23 Harás además dos tablas para las esquinas del tabernáculo en los dos ángulos posteriores;

24 las cuales se unirán desde abajo, y asimismo se juntarán por su alto con un gozne; así será con las otras dos; serán para las dos esquinas.

25 De suerte que serán ocho tablas, con sus basas de plata, dieciséis basas; dos basas debajo de una tabla, y dos basas debajo de otra tabla.

26 Harás también cinco barras de madera de acacia, para las tablas de un lado del tabernáculo,


27 y cinco barras para las tablas del otro lado del tabernáculo, y cinco barras para las tablas del lado posterior del tabernáculo, al occidente.

28 Y la barra de en medio pasará por en medio de las tablas, de un extremo al otro.

29 Y cubrirás de oro las tablas, y harás sus anillos de oro para meter por ellos las barras; también cubrirás de oro las barras.

30 Y alzarás el tabernáculo conforme al modelo que te fue mostrado en el monte.

31 También harás un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será hecho de obra primorosa, con querubines;

32 y lo pondrás sobre cuatro columnas de madera de acacia cubiertas de oro; sus capiteles de oro, sobre basas de plata.

33 Y pondrás el velo debajo de los corchetes, y meterás allí, del velo adentro, el arca del testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el santísimo.

34 Pondrás el propiciatorio sobre el arca del testimonio en el lugar santísimo.

35 Y pondrás la mesa fuera del velo, y el candelero enfrente de la mesa al lado sur del tabernáculo; y pondrás la mesa al lado del norte.

36 Harás para la puerta del tabernáculo una cortina de azul, púrpura, carmesí y lino torcido, obra de recamador.

37 Y harás para la cortina cinco columnas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro, con sus capiteles de oro; y fundirás cinco basas de bronce para ellas.

CAPÍTULO 27
El altar de bronce

1 Harás también un altar de madera de acacia de cinco codos de longitud, y de cinco codos de anchura; será cuadrado el altar, y su altura de tres codos.

2 Y le harás cuernos en sus cuatro esquinas; los cuernos serán parte del mismo; y lo cubrirás de bronce.

3 Harás también sus calderos para recoger la ceniza, y sus paletas, sus tazones, sus garfios y sus braseros; harás todos sus utensilios de bronce.

4 Y le harás un enrejado de bronce de obra de rejilla, y sobre la rejilla harás cuatro anillos de bronce a sus cuatro esquinas.

5 Y la pondrás dentro del cerco del altar abajo; y llegará la rejilla hasta la mitad del altar.

6 Harás también varas para el altar, varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de bronce.

7 Y las varas se meterán por los anillos, y estarán aquellas varas a ambos lados del altar cuando sea llevado.

8 Lo harás hueco, de tablas; de la manera que te fue mostrado en el monte, así lo harás.

El atrio del tabernáculo

9 Asimismo harás el atrio del tabernáculo. Al lado meridional, al sur, tendrá el atrio cortinas de lino torcido, de cien codos de longitud para un lado.

10 Sus veinte columnas y sus veinte basas serán de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata.

11 De la misma manera al lado del norte habrá a lo largo cortinas de cien codos de longitud, y sus veinte columnas con sus veinte basas de bronce; los capiteles de sus columnas y sus molduras, de plata.

12 El ancho del atrio, del lado occidental, tendrá cortinas de cincuenta codos; sus columnas diez, con sus diez basas.

13 Y en el ancho del atrio por el lado del oriente, al este, habrá cincuenta codos.

14 Las cortinas a un lado de la entrada serán de quince codos; sus columnas tres, con sus tres basas.

15 Y al otro lado, quince codos de cortinas; sus columnas tres, con sus tres basas.

16 Y para la puerta del atrio habrá una cortina de veinte codos, de azul, púrpura y carmesí, y lino torcido, de obra de recamador; sus columnas cuatro, con sus cuatro basas.

17 Todas las columnas alrededor del atrio estarán ceñidas de plata; sus capiteles de plata, y sus basas de bronce.

18 La longitud del atrio será de cien codos, y la anchura cincuenta por un lado y cincuenta por el otro, y la altura de cinco codos; sus cortinas de lino torcido, y sus basas de bronce.

19 Todos los utensilios del tabernáculo en todo su servicio, y todas sus estacas, y todas las estacas del atrio, serán de bronce.

Aceite para las lámparas

2

0 Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas, para el alumbrado, para hacer arder continuamente las lámparas.

21 En el tabernáculo de reunión, afuera del velo que está delante del testimonio, las pondrá en orden Aarón y sus hijos para que ardan delante de Yo Soy El Que Soy desde la tarde hasta la mañana, como estatuto perpetuo de los hijos de Israel por sus generaciones.

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