Una taza de café caliente recién hecho fue dejada cuidadosamente sobre una mesa, y luego levantada nuevamente para que su contenido fuera degustado y su delicioso sabor y aroma complacieran en su totalidad al cliente que, satisfecho, asintió agradeciendo al menor que sonrió encantado.

Su trabajo estaba hecho, nuevamente, todo resultó de maravilla y pudo retirarse con los ánimos por el cielo en ese instante.

Ese pequeño esqueleto hacía un trabajo increíble, siempre tan atento y dedicado a ofrecer el mejor servicio posible a cada uno de los que cruzaran la puerta de su café. Le conocían como "Ccino", y le quedaba como anillo al dedo.

El capuchino es un café perfecto para cualquier ocasión, dulce, y hasta considerado elegante. Ccino era agraciado y definitivamente encajaba perfecto en la cualidad de "dulce", siendo un encanto si se trataba suficiente con él. Y había algo que le proporcionaba muchos puntos más a su favor: gatos. Ccino atendía un café temático, donde los gatos rondaban de un lado a otro y se dejaban mimar por los clientes; él los cuidaba con su vida y si era necesario dejaba todo lo demás por mantenerlos sanos. ¿Quién no consideraría lindo a alguien con un amor tan profundo por los animales?

Ccino era adorable, inocente y amable.

Mantenía sus labores con gran efusividad, sirviendo un vaso de caramel macchiato decorando con el caramelo para darle una buena presentación, acto seguido tomar una bolsita de papel donde guardó un croissant y un muffin. Decoró la bolsa con un lindo listón y habiendo ya tomado todo, se acercó de vuelta a la barra para entregar el pedido a una monstruo conejo que agradeció con una sonrisa al pagar.

Es tipo de gestos amables mantenían a Ccino tranquilo con su trabajo, lo estaba haciendo bien, ¿no?

Miró alrededor, todos parecían satisfechos por el momento y eso le dejó un breve momento para dedicarse a limpiar el mostrador y retirar una de las bandejas, ya debía aprender que los croissant siempre eran lo más vendido y debía aumentar la producción de éstos. Tomó su cuaderno de notas adhesivas para escribir aquel recordatorio y pegarlo cerca de la caja registradora.

Un tintinear le hizo voltear, más no había nadie en la puerta. Aunque de inmediato se acercó al borde de la barra para asomarse, "escondido" ahí estaba aquel otro esqueleto que le miró sonriente al ser descubierto, y al salir de ahí se acercó dándole un choquecito de dientes al ahora risueño Ccino.

— Bobito, ¿crees que no notaría que estabas ahí? Me has jugado la misma broma para asustarme ya dos veces esta semana —comentó tras separarse, riendo bajito para no llamar más la atención; tan sólo su pareja lo hacía suficiente siendo tan importante.

— ¿De verdad? Lo olvidé... hey~, te vi anotando algo~, ¿ya estás aprendiendo de mí? —bromeó, siendo apartado ligeramente por el menor que ahora estaba con los pómulos teñidos de un tono mora.

— Si fuera así, anotarías de una vez que no vas a asustarme si sigues gastando la misma jugarreta una y otra vez —el contrario asintió sacando un lápiz y anotando en su bufanda —... hey, Ink, ya extrañaba verte... ¿quieres lo de siempre?

— Ah, ¡claro que sí! A eso vengo, además de pasar tiempo contigo —se saltó la barra sin pudor alguno para dirigirse a tomar una taza. Ccino de inmediato fue a limpiar.

Ink sirvió un clásico café latte, para luego tomar chocolate líquido y comenzar a trabajar. Había encontrado emocionante el hacer dibujos sobre algo que no fuera papel, y de hecho, fue así como empezó a tratar con Ccino.

Ver los dibujos simples pero perfectos del menor al hacer lo que los clientes y él llamaban "arte en latte", fue algo casi hipnótico, y quiso intentarlo de inmediato. Iba a diario para hacer varias tazas que luego Ccino y él debían beberse. Pero no era incómodo, es más, fue esa curiosidad la que los unió en un principio, y ahora... ¿quién hubiera imaginado que terminarían en una relación bastante pacífica? Digna de Ccino pero que se creería imposible para el artista.

— ¿Qué tal? —tomó la taza y la llevó cerca de Ccino —Esta vez hice algo que me gusta mucho~

— ¿Tu pincel? —bromeó volteando a verlo, el artista negó, mostrándole la taza con un adorable dibujo de él, de inmediato abrió sus cuencas sorprendido mientras un nuevo rubor más intenso aparecía adornando su rostro —¡Ink, qué atrevido! —chilló cubriéndose el rostro.

El artista sonrió dejando de lado la taza para darle besos, buscando calmarlo.

En definitiva, el arte en latte era una de las formas en que Ink y Ccino podían coincidir... y demostrarse cosas que con palabras podría serles difícil.

Como creadora de esta ship, les exijo que le den amor (?