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9: Primer Celo.

Era una noche tranquila en el castillo, pero el ambiente seguía siendo tenso. SeokJin llevaba semanas evitando a Yoongi, Jungkook y Taehyung, manteniéndose ocupado en la academia o en la casa de Jimin y NamJoon. Aunque dolidos, los tres vampiros habían respetado su distancia, conscientes de que cualquier intento por acercarse podría empeorar las cosas.

Esa noche, sin embargo, algo diferente ocurrió. Cerca de la medianoche, un grito desgarrador resonó en los pasillos del castillo:

— ¡Mamá Seulgi! ¡Mamá Irene! ¡Mamá Wendy! ¡Mamá Yeri! ¡Mamá Joy! —La voz de SeokJin temblaba, desesperada, llenando cada rincón con su eco.

Yoongi, que estaba trabajando en su despacho, se levantó de inmediato, su corazón latiendo con fuerza. Jungkook y Taehyung, que estaban en la biblioteca, dejaron caer los libros que tenían en las manos y corrieron hacia la habitación de SeokJin. Cuando llegaron, encontraron la puerta cerrada, pero el aroma en el aire lo decía todo: el primer celo de SeokJin había comenzado.

Dentro de la habitación, SeokJin estaba acurrucado en el suelo, abrazando a sus peluches con fuerza. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, y su rostro estaba enrojecido por el calor que lo envolvía.

—¡Quiero a mis mamás! —sollozó, su voz quebrándose—. Ellas siempre cuidaban de mí... siempre estaban aquí cuando me sentía así...— Yoongi apoyó la mano en la puerta, escuchando con el corazón apretado. Nunca lo había escuchado tan vulnerable. Sabía que no podía entrar sin el permiso de SeokJin, pero tampoco podía dejarlo solo en ese estado.

—Jin... —susurró Yoongi con suavidad, su voz llena de preocupación—. Déjame ayudarte, por favor.

—¡No! —gritó SeokJin desde el otro lado de la puerta—. ¡No quiero verte! ¡Quiero a mis mamás!.— Jungkook y Taehyung se miraron, ambos con expresiones de angustia.

—Esto no está bien, hyung —murmuró Taehyung, mirando a Yoongi—. Si no hacemos algo, podría lastimarse.— Yoongi asintió lentamente, sus ojos llenos de determinación.

—Llamen a Jimin y NamJoon. Díganles que traigan a las mamás de SeokJin al castillo. Haré lo que sea necesario para que se sienta seguro.

Mientras tanto, dentro de la habitación, SeokJin lloraba desconsoladamente, el dolor emocional y físico de su primer celo mezclándose en una tormenta abrumadora. Aunque estaba furioso con Yoongi, Jungkook y Taehyung, en ese momento lo único que deseaba era el consuelo de las personas que siempre habían estado ahí para él.

—Mamá Seulgi... Mamá Irene... —susurró entre lágrimas, cerrando los ojos con fuerza—. Por favor, vengan...

SeokJin se retorcía en el suelo, abrazando su vientre con fuerza. Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras un dolor intenso lo atravesaba, como si algo lo golpeara desde dentro.

—¡Mamá Seulgi! ¡Mamá Irene! —gritó entre sollozos, con la voz temblorosa. Los cólicos eran tan fuertes que apenas podía respirar.

Aferrándose a sus peluches, SeokJin sintió como si su cuerpo estuviera en guerra consigo mismo. El calor de su celo era insoportable, pero el dolor era aún peor.

—¿Por qué... por qué me duele tanto? —susurró, llorando con desesperación.

Afuera, Yoongi, Jungkook y Taehyung escuchaban los sollozos y gritos de SeokJin. El aroma de su celo se había vuelto más intenso, mezclándose con el amargo olor de su angustia.

—Esto no es normal —dijo Jungkook, con el ceño fruncido—. Tiene que estar sufriendo mucho.

—¿Qué hacemos? —preguntó Taehyung, mirando a Yoongi con preocupación. Yoongi apretó los puños, sintiéndose impotente. Quería entrar, quería ayudarlo, pero sabía que SeokJin no lo permitiría.

—Llamen a Jimin y NamJoon —ordenó Yoongi, su voz firme pero cargada de angustia—. Y traigan a las madres de SeokJin aquí. No podemos dejarlo así.

Dentro, SeokJin seguía llorando. Cada cólico era como una punzada que lo hacía doblarse sobre sí mismo.

—¿Por qué me duele tanto? —repetía, su voz apenas audible—. ¡Quiero a mis mamás! Ellas siempre sabían qué hacer...

En un momento de desesperación, SeokJin agarró una almohada y la apretó contra su rostro, intentando sofocar sus propios sollozos. Pero el dolor no se detenía, y las lágrimas seguían cayendo. Cuando finalmente llegaron Jimin y NamJoon, junto con las madres de SeokJin, Yoongi no esperó para explicarles la situación. Seulgi fue la primera en acercarse a la puerta, llamando suavemente:

— Jinnie, cariño, soy mamá Seulgi. Estoy aquí. Por favor, déjanos entrar.— Al escuchar su voz, SeokJin levantó la cabeza, sus ojos hinchados por el llanto.

—¿Mamá...? —susurró, con un rayo de esperanza en su voz.

—Sí, mi amor, estamos todas aquí —dijo Irene desde el pasillo—. Déjanos entrar para ayudarte.

Con manos temblorosas, SeokJin se arrastró hacia la puerta y la abrió lentamente. Cuando vio a sus madres, rompió en un llanto aún más profundo, dejándose caer en sus brazos.

—Me duele tanto... —sollozó, mientras Seulgi lo sostenía con cuidado—. Mamá, me duele...

—Lo sé, Jinnie, lo sé —susurró Seulgi, acariciando su cabello—. Vamos a ayudarte, mi niño. Ya no estás solo.

Mientras lo llevaban a la cama para cuidarlo, Yoongi observaba desde la distancia, su corazón apretado al ver lo vulnerable que estaba SeokJin. Una determinación renovada surgió en él: haría lo que fuera necesario para protegerlo, incluso si SeokJin seguía odiándolo.

SeokJin estaba recostado en su cama, su rostro aún húmedo por las lágrimas mientras sus madres se reunían a su alrededor. Seulgi sostenía una compresa caliente que colocó con cuidado sobre el abdomen de SeokJin, quien dio un leve quejido, pero pronto sintió el alivio del calor calmando su dolor.

—¿Qué... qué está pasando conmigo? —preguntó SeokJin con voz temblorosa, mirando a sus madres con ojos confusos y brillantes por las lágrimas.

Irene se sentó junto a él, acariciando suavemente su cabello.

—Cariño, estás atravesando tu primer celo —explicó con dulzura—. Es algo natural para los omegas como tú. Tu cuerpo está cambiando, preparándose para lo que significa ser un omega adulto.

—¿Por eso me duele tanto? —preguntó SeokJin, apretando la compresa contra su abdomen mientras sentía una punzada más leve.

—Sí, cielo, los primeros son los más difíciles —dijo Wendy, sentándose al otro lado de la cama con una taza de té caliente en sus manos—. Pero estamos aquí para cuidarte. Este té te ayudará a relajarte y a calmar un poco el dolor.

SeokJin tomó la taza con manos temblorosas y sorbió un poco. El sabor era suave y reconfortante, y el calor le ayudó a aliviar la tensión en su cuerpo.

—Escucha, mi amor —dijo Seulgi mientras ajustaba la manta sobre él—. Lo que sientes ahora puede ser abrumador, pero no tienes que enfrentarlo solo. Siempre estaremos aquí para ti, y si necesitas algo, solo dilo.

Joy, que estaba observando desde el pie de la cama, agregó con una sonrisa tranquilizadora:

—Además, cada omega es diferente. Aprenderás a entender tu cuerpo y a cuidar de ti mismo. Esto es solo el principio, pero prometo que será más fácil con el tiempo.

SeokJin dejó escapar un pequeño sollozo, sintiendo un nudo en la garganta al escuchar sus palabras.

—Gracias... gracias por estar aquí. No sé qué haría sin ustedes.

Yeri, que había permanecido en silencio hasta ahora, se acercó con un pequeño frasco de esencia de lavanda.

—Esto también puede ayudarte. Coloca un poco en tus muñecas o en la almohada. Te ayudará a relajarte y a dormir mejor esta noche.

SeokJin asintió mientras Yeri aplicaba un poco en sus muñecas, el aroma calmante llenando el aire.

Mientras las madres de SeokJin seguían cuidándolo, Yoongi observaba desde la puerta. No se atrevió a entrar, sabiendo que su presencia podría ser demasiado para SeokJin en ese momento, pero su corazón se apretaba al verlo tan frágil.

SeokJin miró hacia la puerta por un momento, notando la figura de Yoongi. Aunque seguía enojado con él, no pudo evitar sentir una pequeña chispa de seguridad al saber que estaba allí, vigilándolo desde la distancia.

Finalmente, agotado pero un poco más tranquilo, SeokJin se acurrucó entre sus mantas mientras las voces tranquilizadoras de sus madres lo rodeaban.

. . .

A la mañana siguiente, SeokJin estaba sentado en la sala junto a Irene, Wendy y Joy, aún cubierto con una manta. Su rostro seguía mostrando señales de agotamiento, pero al menos estaba más tranquilo. Seulgi colocó una taza de té frente a él, mientras Yeri lo miraba con una sonrisa tranquilizadora.

—Cariño, creemos que es momento de explicarte un poco más sobre lo que pasó anoche —dijo Irene con suavidad, sentándose a su lado—. Lo que tuviste fue tu primer celo. Es algo que ocurre en todos los omegas cuando su cuerpo comienza a prepararse para estar con un alfa.

SeokJin los miró con ojos grandes, aún confundido.

—¿Prepararme? ¿Qué significa eso exactamente? —preguntó, frunciendo el ceño mientras tomaba un sorbo de su té.

—Significa que tu cuerpo está empezando a producir feromonas más fuertes, lo que puede atraer a los alfas —explicó Seulgi con cuidado—. Pero no te preocupes, amor. A tu edad, todavía eres muy joven para pensar en cosas como un vínculo o una relación con un alfa. Lo que pasó fue solo el comienzo de un cambio natural en ti.

Wendy tomó la mano de SeokJin y continuó:

—Además, queremos que sepas algo importante: este tipo de situaciones afecta únicamente a los alfas. Los vampiros, como Yoongi, Jungkook y Taehyung, no se ven afectados de la misma forma. Ellos tienen un control perfecto sobre sus instintos.

—¿Entonces Yoongi no... no siente nada cuando estoy en celo? —preguntó SeokJin con cierto alivio. Joy negó con una sonrisa tranquilizadora.

—No, cariño. Los vampiros son diferentes. Sus sentidos son más agudos, pero no reaccionan a las feromonas de la misma manera que los alfas normales. Así que no tienes que preocuparte por eso.

SeokJin asintió lentamente, procesando toda la información.

—Entonces... ¿esto seguirá pasando?

—Sí, pero no será tan intenso como anoche —explicó Yeri, colocando una mano en su hombro—. Ahora que sabes lo que es, puedes aprender a manejarlo. Y siempre estaremos aquí para ayudarte.

SeokJin suspiró, sintiendo que una parte de su preocupación se disipaba. Sin embargo, aún tenía una pregunta en mente.

—¿Y qué pasa si algún día no puedo controlarlo?

Seulgi sonrió y le acarició el cabello.

—Por eso es importante que aprendas a conocerte y a confiar en nosotros. Nunca estarás solo, SeokJin. Estamos aquí para protegerte y para asegurarnos de que estés bien.

SeokJin miró a sus madres con lágrimas en los ojos, pero esta vez no eran de miedo ni dolor, sino de gratitud.

—Gracias... por todo.

Mientras SeokJin terminaba su té, en el fondo de su mente sabía que todavía había mucho que entender, pero por ahora, se sentía un poco más preparado para enfrentar esta nueva etapa de su vida. SeokJin estaba sentado en el sofá de la sala, rodeado de sus madres. Había lágrimas contenidas en sus ojos mientras hablaba con la voz temblorosa.

—No puedo quitarme de la cabeza lo que dijo la ex prometida de Yoongi... lo que ellos hicieron. Él mismo lo admitió, mamá —dijo, mirando a Irene, quien lo escuchaba atentamente.

—Cariño, sabemos que es difícil de entender —respondió Irene mientras le acariciaba el cabello con ternura—, pero a veces las cosas no son tan simples como parecen.

—¿Qué quieres decir? —preguntó SeokJin, limpiándose los ojos con las mangas de su suéter. Fue Seulgi quien habló esta vez, su tono más serio pero lleno de comprensión.

—Lo que Yoongi hizo, las guerras, los huérfanos... no lo hizo porque quisiera. Lo hizo porque tenía que hacerlo. La vida que llevaba no era su elección, Jin. Era una obligación para asegurar el futuro de su clan y de todos los vampiros que dependían de él.

SeokJin frunció el ceño, aún dolido pero con curiosidad.

—¿Obligación? ¿Cómo puede alguien estar obligado a hacer cosas tan horribles?

—Porque no tenía opción, cariño —dijo Wendy con suavidad—. Cuando eres un líder, especialmente de una familia como la de Yoongi, a veces debes tomar decisiones que son crueles y difíciles para proteger a los que amas. Eso no significa que le haya gustado hacerlo.

Joy asintió y añadió.

—Él no es perfecto, y no intentamos justificar todo lo que hizo. Pero Yoongi ha cambiado. Dejó todo eso atrás por ti, SeokJin. Porque tú le diste una razón para ser mejor.

SeokJin bajó la mirada, sus dedos jugueteando nerviosamente con el borde de la manta que tenía sobre las piernas.

—Pero... ¿y Jungkook y Taehyung? Ellos también participaron...

Yeri tomó su mano y dijo.

—Sí, lo hicieron, pero también era su deber como guardianes. Ellos no te lo han dicho, pero cargan con un gran peso en sus corazones por las cosas que hicieron en el pasado. Por eso son tan protectores contigo ahora. Quieren compensarlo de alguna manera.— SeokJin apretó los labios, procesando todo lo que acababa de escuchar.

—Entonces... ¿ustedes creen que debería perdonarlos?.— Irene le dio un abrazo cálido, rodeándolo con sus brazos.

—Eso depende de ti, amor. No tienes que perdonar si aún no estás listo. Pero al menos intenta entender su historia. Habla con ellos cuando te sientas preparado. Tal vez descubrirás que no son tan crueles como piensas.

SeokJin dejó escapar un suspiro tembloroso, sus ojos llenos de confusión y dolor.

—Es que... todavía duele, mamás. Me cuesta verlos como antes.

—Es normal, mi amor —dijo Seulgi, besándole la frente—. Tómate tu tiempo, y recuerda que estaremos aquí para apoyarte, pase lo que pase.

SeokJin asintió lentamente, sintiendo que un pequeño peso se aligeraba en su pecho. Todavía no estaba listo para enfrentarlos, pero las palabras de sus madres habían sembrado una semilla de duda sobre su enojo. Tal vez, solo tal vez, había más en su historia de lo que él creía.

. . .

SeokJin estaba sentado frente a Joy en una habitación oscura y tranquila. El ambiente estaba cargado de tensión. La vampira lo observó con sus ojos carmesí, que brillaban con un leve destello místico.

—¿Estás seguro de que quieres saber la verdad? —preguntó Joy con una voz suave pero solemne.

—Sí —respondió SeokJin, aunque su voz temblaba ligeramente—. Quiero entender por qué Yoongi hizo lo que hizo... pero no puedo perdonarlo sin saberlo.

Joy asintió, entrelazando sus dedos sobre la mesa frente a ellos.

—Muy bien. Pero debo advertirte, SeokJin, lo que vas a ver no será fácil de digerir. El pasado y el futuro son crueles en su propia manera.

Ella extendió una mano hacia él.

—Tómame la mano y cierra los ojos. Te mostraré lo que habría ocurrido si Yoongi no hubiera tomado esa decisión.

SeokJin vaciló un momento, pero finalmente tomó su mano. En cuanto lo hizo, sintió un frío helado recorrer su cuerpo, como si lo arrastraran a otro lugar.

Cuando abrió los ojos, se encontró en una escena completamente diferente. Estaba en el orfanato, pero este no estaba en ruinas ni incendiado como Yoongi había admitido. En cambio, estaba bajo el control de un grupo de vampiros enemigos. Los niños estaban encadenados, pálidos y temblorosos, con la mirada vacía de aquellos que habían perdido toda esperanza.

—Esto es lo que habría pasado si Yoongi no hubiera intervenido —dijo la voz de Joy, que resonaba en su mente como un eco distante—. Los vampiros enemigos tomaron el orfanato, no para destruirlo, sino para convertir a los niños en esclavos y ganado.

SeokJin observó, horrorizado, cómo los vampiros obligaban a los niños a trabajar hasta el agotamiento, mientras otros eran utilizados para alimentarse. Vio a un pequeño, de no más de cuatro años, desmayarse por el hambre, solo para ser arrastrado por uno de los guardias.

—¡Basta! —gritó SeokJin, apartando la mirada—. ¡No quiero ver más!

Pero Joy continuó.

—Tienes que entender, SeokJin. Yoongi tomó una decisión horrible, sí, pero la alternativa habría sido aún peor.

La escena cambió de nuevo. Ahora SeokJin veía a Yoongi, joven y lleno de dudas, enfrentándose a sus consejeros.

—Si no destruimos el orfanato, ellos lo tomarán y harán cosas peores. No quiero hacerlo, pero... no veo otra opción —decía Yoongi, con una mezcla de dolor y determinación en sus ojos. De vuelta en la habitación, SeokJin soltó la mano de Joy y retrocedió, respirando con dificultad.

—¿Entonces...? ¿Lo hizo para salvarlos de algo peor? —preguntó, sus ojos llenos de lágrimas. Joy asintió lentamente.

—Lo hizo porque sabía que, aunque su decisión sería terrible, al menos les ahorraría una vida de sufrimiento. Nadie salió ganando, SeokJin. Esa es la carga que Yoongi ha llevado todo este tiempo.

SeokJin se hundió en la silla, su mente dando vueltas.

—Aún así... sigue siendo tan cruel...

—Lo es, pero a veces los líderes tienen que cargar con la crueldad para proteger a otros. Ahora tú decides, SeokJin. ¿Puedes vivir odiándolo por algo que hizo para evitar algo peor?

SeokJin no respondió de inmediato, pero sus lágrimas seguían cayendo. Dentro de él, la lucha entre el odio y la compasión comenzaba a tomar una nueva forma.

. . .

Era de noche, y el castillo estaba en silencio, excepto por el suave crujir de las llamas en las antorchas que iluminaban los pasillos. SeokJin, con el corazón latiendo con fuerza, caminaba sigilosamente por los corredores. Había pasado semanas ignorándolos, pero esa noche no podía más. Necesitaba respuestas, no podía vivir con las dudas y el rencor en su corazón.

Llegó al gran salón, donde Yoongi, Jungkook y Taehyung estaban reunidos, revisando documentos y mapas estratégicos. Desde las sombras, SeokJin los observó, tratando de calmar los temblores en sus manos antes de dar un paso al frente.

—Quiero respuestas —dijo, su voz firme pero cargada de emoción. Los tres levantaron la mirada, sorprendidos al verlo allí. Jungkook fue el primero en levantarse, preocupado.

—SeokJin, ¿qué haces aquí a esta hora? Deberías estar descansando— dijo con suavidad.

—No —lo interrumpió SeokJin, con los ojos llenos de determinación—. No quiero descansar, quiero la verdad. Necesito escucharla de ustedes. ¿Por qué lo hicieron? ¿Por qué hicieron cosas tan horribles?

Yoongi dejó los documentos a un lado y se inclinó hacia el respaldo de su trono, mirándolo con una mezcla de cansancio y tristeza.

—¿De verdad quieres escucharla, SeokJin? —preguntó Yoongi, con un tono bajo pero cargado de peso—. Porque una vez que lo sepas, no hay vuelta atrás.

—¡Ya no hay vuelta atrás desde que me lo dijeron! —gritó SeokJin, apretando los puños—. Solo quiero saber por qué. No quiero excusas ni mentiras, quiero la verdad.

Yoongi suspiró profundamente y asintió.

—Está bien, si eso es lo que quieres.

Jungkook y Taehyung intercambiaron miradas antes de tomar asiento nuevamente, como si supieran que lo que venía no sería fácil de escuchar.

—Hicimos cosas horribles porque era lo único que podíamos hacer para sobrevivir —comenzó Yoongi, su voz grave resonando en el salón—. No lo justifico, pero en aquel entonces no teníamos el poder que tenemos ahora. El mundo era un lugar cruel para los nuestros, y los enemigos no dudaban en utilizar cualquier debilidad en nuestra contra.

—¿Y eso incluía comerse a niños y destruir orfanatos? —interrumpió SeokJin, con lágrimas en los ojos.

—Incluía hacer sacrificios para proteger a los nuestros —respondió Yoongi, su mirada fría pero llena de pesar—. No tienes idea de lo que significaba ser el líder en ese tiempo, SeokJin. Si no lo hacíamos nosotros, otros lo harían, y de formas mucho peores.

Taehyung intervino, su tono más suave pero no menos cargado de culpa.

—No sabíamos cómo detenerlo, SeokJin. Yo estaba en el ejército de Yoongi en ese entonces, y lo seguí porque creía que no había otra manera de salvarnos.

—¿Y tú, Jungkook? ¿Qué excusa tienes? —preguntó SeokJin, mirándolo con los ojos llenos de lágrimas.

Jungkook bajó la mirada, apretando los puños.

—Yo era joven, SeokJin. Crecí en ese caos y nunca cuestioné las órdenes de Yoongi. Lo veía como un salvador, como alguien que sabía lo que hacía... Pero con el tiempo, vi lo que esas decisiones nos hicieron a nosotros y a los inocentes. Por eso nos detuvimos. Por eso juramos protegerte y no volver a cometer esos errores.

SeokJin los miró a los tres, su pecho subiendo y bajando con rapidez mientras trataba de procesar todo lo que acababa de escuchar.

—¿Protegerme? —dijo con amargura—. Ustedes son la razón por la que tuve que ser protegido en primer lugar.

Yoongi se levantó de su trono, dando un paso hacia él.

—Tienes razón, SeokJin. Nosotros somos los culpables de mucho. Pero lo que hicimos en el pasado no define lo que queremos hacer ahora. Si quieres odiarnos, estás en tu derecho. Pero no vamos a dejar de tratar de redimirnos, aunque eso nos lleve toda la eternidad.

SeokJin lo miró, con lágrimas rodando por sus mejillas.

—No sé si podré perdonarlos... Pero no podía seguir sin escuchar esto.

Sin esperar una respuesta, SeokJin salió corriendo del salón, dejando a los tres vampiros en un silencio cargado de culpa y arrepentimiento. SeokJin corría por los pasillos del castillo, con lágrimas empañando su vista. No sabía a dónde iba, solo quería alejarse de todo. Pero, detrás de él, Yoongi, Jungkook y Taehyung lo seguían, llamándolo desesperadamente.

—¡SeokJin, espera! —gritó Yoongi, su voz firme pero llena de angustia.

Finalmente, lo encontraron en uno de los jardines del castillo, sentado junto a la fuente, con las rodillas abrazadas contra su pecho. Jungkook y Taehyung se detuvieron a cierta distancia, dándole espacio a Yoongi para acercarse primero.

—SeokJin... —murmuró Yoongi, caminando con cautela hacia él—. No voy a obligarte a escucharme, pero quiero que sepas algo que no he contado a nadie más que tus madres y Jungkook y taehyung.

SeokJin no respondió, pero tampoco se movió. Era suficiente para Yoongi.

—Sabes que mi compromiso con Eunha fue un desastre. Lo que no sabes es lo que tuve que hacer para deshacerlo. —Yoongi se arrodilló frente a él, tratando de captar su mirada—. Mi padre, el rey en ese entonces, era su amante. Todo el compromiso era una farsa para que ella se acercara al trono.

SeokJin levantó lentamente la cabeza, sorprendido por sus palabras.

—¿Qué...?

—Eunha no solo era cruel; era ambiciosa. Si ella tomaba el trono, todo el reino habría caído en un caos. Guerra tras guerra, hambre, destrucción... —Yoongi hizo una pausa, su voz quebrándose un poco—. Sabía que no había forma de detenerla mientras mi padre estuviera de su lado. Así que tomé la decisión más difícil de mi vida: maté a mi propio padre para proteger el reino y evitar que ella se apoderara del trono.

El silencio que siguió fue abrumador. SeokJin lo miraba con una mezcla de incredulidad y pena, tratando de procesar lo que acababa de escuchar.

—¿Mataste a tu padre? —susurró, como si no pudiera creerlo.

—Sí —admitió Yoongi, su voz apenas audible—. Lo odié por lo que hizo, por lo que permitió, pero también era mi padre. Esa decisión me marcó para siempre. Pero si no lo hubiera hecho, Eunha habría destruido todo lo que amo, incluyendo este reino... e incluyendo a ti.

SeokJin bajó la mirada, jugando con un hilo suelto de su ropa mientras las lágrimas caían silenciosamente por sus mejillas. Finalmente, habló, con una sonrisa amarga en su rostro.

—Sabes... mis papás me abandonaron en la guerra y jamás me buscaron. —Soltó una risa vacía—. Creo que todos aquí tenemos problemas con los padres, ¿no?

Yoongi lo miró con un dolor indescriptible, sabiendo que esa broma era un escudo para esconder su verdadero sufrimiento.

—SeokJin... no quiero que pienses que estoy justificando todo lo que he hecho. Solo quería que supieras la verdad. No espero tu perdón, pero quiero que entiendas que todo lo que he hecho, incluso las cosas horribles, fue para proteger lo que más me importa.

Jungkook y Taehyung finalmente se acercaron, sentándose junto a SeokJin, aunque manteniendo una distancia respetuosa. Taehyung habló primero, con una voz suave.

—SeokJin, no somos perfectos. Cometimos errores, errores enormes, pero todo lo que hacemos ahora es por ti. Queremos ser mejores, aunque sea tarde.— SeokJin los miró a los tres, sus emociones aún enredadas y su corazón lleno de dudas, pero en el fondo, una pequeña parte de él comenzaba a entender.

—No sé si puedo perdonarlos... —murmuró, su voz temblando—. Pero creo que puedo intentar entender.— Los tres vampiros asintieron, respetando sus palabras y sintiendo un leve alivio. No era un perdón, pero era un inicio.

Yoongi suspiró profundamente, levantando la mirada al cielo oscuro lleno de estrellas. Luego, miró a SeokJin, su expresión seria pero cargada de sinceridad.

—Todo esto pasó cuando cumplí cien años, SeokJin. —Hizo una pausa, dejando que sus palabras tomaran peso—. Taehyung apenas estaba entrando en los noventa, y Jungkook tenía setenta. Éramos jóvenes... para vampiros, al menos. No lo sabíamos todo, ni teníamos el juicio que tenemos ahora.

Jungkook y Taehyung bajaron la mirada, como si las palabras de Yoongi trajeran recuerdos dolorosos.

—Míranos ahora —continuó Yoongi, su voz más firme—. He vivido trescientos años, Taehyung tiene doscientos, y Jungkook ha alcanzado los cien. Para nosotros, cien años es apenas la adultez. Todo lo que hicimos en ese entonces fue desde la ignorancia y el miedo, aunque no lo justifique. Hemos madurado desde entonces.

SeokJin lo miraba en silencio, procesando lo que acababa de escuchar. Para él, esos números eran inimaginables. La vida humana era tan corta en comparación, y sin embargo, a pesar de sus siglos de vida, ellos también habían cometido errores terribles.

—¿Madurado? —preguntó finalmente, su voz teñida de dolor y sarcasmo—. ¿Cómo puedo saber que lo que dices es verdad? ¿Que no volverán a hacer algo así?

Taehyung fue el primero en responder, con un tono lleno de arrepentimiento.

—No podemos cambiar lo que hicimos, SeokJin, pero hemos pasado siglos intentando enmendar nuestros errores, ayudando a quienes pudimos. No volveríamos a cometer las mismas atrocidades.

Jungkook asintió, añadiendo con suavidad:

—Nos tomó mucho tiempo entender el peso de nuestras acciones. Pero lo entendemos, SeokJin. Y lo lamentamos más de lo que las palabras pueden expresar.

Yoongi dio un paso más cerca de SeokJin, sus ojos oscuros fijos en los de él.

—No te pido que nos perdones. No tienes que hacerlo. Pero quiero que sepas que todo lo que hacemos ahora es por ti. No somos los mismos vampiros que éramos hace dos siglos.— SeokJin apretó los labios, sus manos temblando ligeramente. No podía negar que sentía el dolor y la sinceridad en sus voces, pero el peso de sus acciones aún le parecía insoportable. Finalmente, bajó la mirada y murmuró.

—No sé si algún día podré perdonarlos. Pero... escuchar esto ayuda un poco.

Los tres vampiros intercambiaron miradas de alivio. Sabían que no era un perdón, pero al menos era una grieta en el muro que SeokJin había construido entre ellos.

SeokJin se quedó en silencio por unos momentos, todavía procesando todo lo que había escuchado. Luego, parpadeó lentamente, mirando a Yoongi con una mezcla de incredulidad y diversión.

—Entonces... ¿trescientos años? —preguntó, arqueando una ceja—. ¿Y ustedes dos tienen doscientos y cien?.— Yoongi asintió, algo confundido por el cambio de tono en SeokJin. Taehyung y Jungkook también intercambiaron miradas, preguntándose qué pasaba por la mente del omega.

De repente, SeokJin dejó escapar una risa corta y burlona.

— ¡Wow! Así que estoy rodeado de abuelos. —Se llevó una mano a la boca para contener otra risa, pero no lo logró—. ¿Cómo es que tres ancianos como ustedes todavía están pensando en casarse con un joven y apuesto omega como yo?

Los tres vampiros lo miraron, primero sorprendidos, y luego ofendidos.

—¡Viejos! —exclamó Taehyung, cruzándose de brazos y fingiendo estar herido—. ¡Yo no soy viejo, SeokJin!

—¡Tampoco yo! —añadió Jungkook, frunciendo el ceño—. Apenas llegué a la adultez vampírica.

—Y trescientos no es tanto —intervino Yoongi, intentando defenderse con dignidad—. He conocido vampiros con más de mil años que todavía tienen buena apariencia.— Pero SeokJin simplemente los ignoró, cruzándose de brazos con una sonrisa juguetona.

—Claro, claro, digan lo que quieran. Pero yo soy un joven omega de quince años, lleno de vida. Mientras tanto, ustedes están al borde de la jubilación.

—¡Eso es ridículo! —protestó Yoongi, aunque una pequeña sonrisa empezó a asomar en sus labios.

—¿Jubilación? —repitió Jungkook, claramente ofendido pero también aliviado por el cambio en el ambiente.

—¿Nos está llamando inútiles? —preguntó Taehyung, aunque sus ojos brillaban con algo de diversión. SeokJin soltó una carcajada más fuerte esta vez, su expresión traviesa iluminando el ambiente sombrío que había dominado la conversación hasta ahora.

—No dije eso... pero tampoco lo niego.

Los tres vampiros se miraron entre sí, compartiendo una sonrisa de alivio. Aunque SeokJin todavía estaba dolido, este momento les dio esperanza de que, poco a poco, podrían recuperar su relación con él.

Finalmente, Yoongi suspiró dramáticamente, llevándose una mano al pecho como si estuviera herido.

—Bueno, señor "joven y lleno de vida", espero que recuerdes quién te salvó la vida la última vez.

—Lo recuerdo, Su Alteza. —SeokJin le guiñó un ojo antes de girarse hacia la puerta—. Pero eso no cambia que sean unos viejitos.

Y con eso, salió del cuarto, dejando a los tres vampiros detrás, divididos entre la risa y la ofensa.

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