8: Tal para cuál.
Seokjin 15 años.
A medida que Seokjin crecía, su espíritu travieso y alegre seguía siendo el mismo, aunque algo en su mirada había cambiado. Tenía quince años, y aunque su risa seguía iluminando el castillo, quienes lo conocían bien notaban que algo no estaba del todo bien.
En el jardín, una peonía que había florecido radiante desde que llegó al castillo comenzaba a marchitarse. Las hojas estaban pálidas y caían lentamente, una clara señal de que algo estaba mal. Yoongi fue el primero en notarlo.
Una tarde, mientras Seokjin jugaba con Jimin y Namjoon en el jardín, Yoongi entró a su habitación y se detuvo frente a la planta. La observó con preocupación mientras acariciaba suavemente los pétalos desgastados.
—Esto no es solo una planta, princesa —susurró para sí mismo—. Es una extensión de tu corazón.
Esa noche, mientras todos cenaban juntos, Yoongi observó a Seokjin con más atención. El omega seguía siendo travieso, bromeando con Jungkook y robando dulces de la mesa, pero había momentos en los que su sonrisa se desvanecía, como si estuviera luchando contra pensamientos oscuros.
Finalmente, después de la cena, Yoongi decidió hablar con él. Llevó a Seokjin al jardín y señaló la peonía.
—¿Sabes lo que significa que esté así? —preguntó suavemente. Seokjin bajó la mirada, evitando sus ojos.
— Quizás no la cuidé lo suficiente...— Yoongi negó con la cabeza, arrodillándose frente a él.
—La peonía está conectada a ti, Ninnie. Si ella se marchita, es porque tú no estás bien.
Seokjin tardó un momento en responder. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas mientras confesaba.
—A veces... me siento perdido. Sé que todos me quieren, pero tengo miedo. Miedo de lo que pasó antes, miedo de que vuelva... de no ser suficiente para todos ustedes.— Yoongi lo abrazó, envolviéndolo en sus brazos con toda la calidez que podía ofrecer.
—Nunca pienses eso, Seokjin. Eres suficiente, más que suficiente. Y no importa lo que pase, siempre estaremos aquí para protegerte.
—¿Incluso si cometo errores? —preguntó con un hilo de voz.
—Incluso entonces. Los errores no te hacen menos importante para nosotros.
Esa noche, Yoongi, Jungkook y Taehyung decidieron ayudar a Seokjin a recuperar su fuerza emocional. Cada uno aportaría algo: Yoongi le enseñaría a canalizar sus miedos, Jungkook le daría clases de combate para que se sintiera más seguro, y Taehyung lo acompañaría en actividades creativas para que volviera a conectar con su alegría.
Al día siguiente, Seokjin se despertó con una pequeña sorpresa. Al lado de la peonía, habían colocado una nueva maceta con otra peonía, aún en brote. Junto a ella, una nota de Yoongi decía:
"La fuerza de un corazón no está en evitar que las cosas se marchiten, sino en tener el valor de hacerlas florecer de nuevo. Eres más fuerte de lo que crees, princesa."
Con el tiempo, Seokjin empezó a sanar, y las dos peonías en su habitación se convirtieron en un símbolo de su crecimiento y recuperación. Aunque seguía siendo travieso y mimoso, había ganado una nueva fortaleza interna, gracias al amor incondicional de quienes lo rodeaban.
. . .
Desde hacía días, Seokjin parecía diferente. Su brillo habitual se había apagado, y aunque seguía participando en las actividades diarias, todos podían notar que algo lo preocupaba. Yoongi especialmente lo observaba con atención: Seokjin pasaba largos ratos perdido en sus pensamientos, jugando distraídamente con los pliegues de su ropa o mordiendo sus labios con fuerza.
Una noche, mientras todos dormían, Seokjin tuvo un sueño perturbador. En medio de un paisaje oscuro y nebuloso, la ex prometida de Yoongi apareció frente a él, con una sonrisa burlona.
—Ah, veo que no conoces tan bien a tu estúpido prometido —dijo con tono venenoso—. No te preocupes, pequeña princesa, yo te enseñaré quién es realmente.
Seokjin intentó responder, pero la vampira lo rodeó, acercándose peligrosamente. Sus palabras eran como veneno, sembrando dudas y miedos en su corazón. Cuando despertó, estaba empapado en sudor, su respiración entrecortada.
Los días siguientes, su comportamiento comenzó a cambiar. Ya no buscaba a Yoongi como antes, evitaba sus abrazos y palabras cariñosas. Pasaba largos ratos en silencio, mordiéndose inconscientemente los labios hasta que un día, mientras Yoongi revisaba documentos en el salón, notó un hilo de sangre cayendo del labio inferior de Seokjin.
—Seokjin —dijo con urgencia, acercándose—, ¿qué hiciste?
Seokjin, al darse cuenta, trató de limpiar la sangre rápidamente, pero Yoongi lo detuvo, tomando su rostro con delicadeza.
—Déjame ayudarte.— Sin embargo, para sorpresa de Yoongi, Seokjin lo apartó bruscamente.
—No, yo puedo hacerlo.— Yoongi quedó helado por la reacción. Había algo más detrás de las palabras de Seokjin, algo que no podía entender aún.
—Ninnie, ¿qué te está pasando? —preguntó suavemente, tratando de acercarse nuevamente. Seokjin bajó la mirada, incapaz de sostener su mirada.
—Nada... no pasa nada. Estoy bien.
Pero Yoongi sabía que no era cierto. Esa noche, decidió entrar en los sueños de Seokjin, algo que no había hecho nunca antes, pues respetaba la privacidad del omega. Al entrar, lo vio atrapado en la misma escena con la vampira, escuchando sus palabras llenas de odio y mentiras.
—No puedo creer que confíes en él, ¿realmente crees que eres algo más que una mascota para él? —se burlaba la vampira, sus ojos brillando con crueldad—. Él nunca te amará como tú crees.
Yoongi salió del sueño de inmediato, furioso y decidido a proteger a Seokjin a toda costa. A la mañana siguiente, enfrentó a Seokjin con delicadeza, decidido a romper las dudas sembradas en su mente.
— Ninnie, sé que alguien está jugando con tus pensamientos. Lo vi, lo sentí en tus sueños. Esa vampira quiere que desconfíes de mí, que te alejes... pero quiero que sepas que jamás permitiré que te hiera o te manipule.
Seokjin, con lágrimas en los ojos, finalmente confesó.
—Ella me dijo cosas horribles, Yoongi... que no soy más que un juguete para ti. Y una parte de mí... tiene miedo de que sea cierto.
Yoongi lo abrazó con fuerza, acariciando suavemente su cabello.
— No eres un juguete, Seokjin. Eres mi luz, mi todo. Lo que esa vampira dice son mentiras porque sabe que juntos somos fuertes. No voy a permitir que te quiebre.
. . .
Una noche, mientras Yoongi revisaba documentos en su despacho, Seokjin entró con el rostro tenso, los ojos vidriosos pero llenos de determinación. Yoongi levantó la vista, dejando los papeles a un lado, al notar la seriedad de su prometido.
—Ninnie, ¿qué sucede?.— Seokjin se cruzó de brazos, como si necesitara protegerse de lo que estaba a punto de decir.
— Siempre me dijiste que confiara en ti, que podía contarte cualquier cosa... pero ahora soy yo quien necesita respuestas.— Yoongi se puso de pie, acercándose lentamente.
—Puedes preguntarme lo que quieras.— Seokjin tragó saliva antes de hablar, su voz temblorosa pero firme.
— ¿Fuiste tú quien inició la guerra?
El silencio de Yoongi fue corto, pero se sintió eterno. Finalmente, asintió.
—Sí, fui yo.
Seokjin respiró hondo, luchando por mantener la calma, pero la segunda pregunta ya estaba en su garganta, quemándole.
—¿Y fuiste tú quien... quien se comió a los niños en los orfanatos?
Esta vez, Yoongi no respondió de inmediato. Cerró los ojos, como si el peso de la verdad fuera demasiado para cargar. Finalmente, asintió de nuevo, su voz grave y llena de arrepentimiento.
—Sí, lo hice.
Las palabras golpearon a Seokjin como un mazazo en el pecho. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas mientras sus piernas temblaban.
—¿Cómo pudiste? —susurró, antes de levantar la voz, llena de dolor—. ¿Cómo pudiste hacer algo tan horrible?
Yoongi intentó acercarse, pero Seokjin retrocedió, sus pequeños puños golpeando el pecho de Yoongi con desesperación.
—Dime que no —gritó, con la voz quebrada—. Dime que fue un accidente, que estabas bajo tus poderes, que tenías hambre y no podías controlarte. ¡Dime algo que justifique esto!
Yoongi sostuvo las muñecas de Seokjin, deteniendo sus golpes, pero no con fuerza. Sus ojos oscuros se encontraron con los de Seokjin, llenos de arrepentimiento, pero también de la verdad que no podía negar.
—No estaba fuera de control, Seokjin. Lo hice consciente, con todos mis sentidos.
Seokjin se quedó inmóvil, su mirada reflejando puro horror y decepción.
—Eres igual que ella —susurró, su voz apenas audible, pero cargada de veneno—. Ella torturaba a sus víctimas, y tú... tú hiciste algo peor. ¿Cómo pude pensar que eras diferente?
Yoongi bajó la mirada, incapaz de sostener la intensidad del dolor en los ojos de Seokjin.
—Lo sé —dijo en voz baja—. No espero que me entiendas ni que me perdones.
—¡No quiero entenderlo! —gritó Seokjin, retrocediendo—. ¿Cómo puedo mirar a alguien que hizo algo tan monstruoso?
Seokjin temblaba, su voz rota por la mezcla de rabia y dolor. Pero antes de salir corriendo, se detuvo y levantó la mirada para mirar directamente a Yoongi, con lágrimas rodando por su rostro.
—Entonces... —su voz temblaba, apenas audible, pero cargada de significado—. ¿Lo sigues haciendo, o te arrepientes?
Yoongi, incapaz de responder de inmediato, sintió el peso de la culpa arrastrándolo. Seokjin continuó, su tono volviéndose más fuerte, más desgarrador:
—¿Fuiste tú el que inició todo mi infierno de niño?
Antes de que Yoongi pudiera hablar, la puerta se abrió de golpe, y Jungkook y Taehyung entraron, alertados por el alboroto. Sus miradas fueron de preocupación al ver a Seokjin llorando, pero este los miró con una mezcla de reproche y decepción.
—Y ustedes... —Seokjin alzó la voz, apuntándolos con un dedo tembloroso—. Ustedes lo siguieron. Lo ayudaron.
Jungkook dio un paso adelante, con la intención de explicar, pero Seokjin lo interrumpió antes de que pudiera hablar.
—Son crueles. Sin corazón. Igual que él.
—Seokjin, no entiendes—intentó decir Taehyung con voz apaciguadora, pero Seokjin dio un paso atrás, retrocediendo como si no pudiera soportar estar cerca de ellos.
—¡No me digas que no entiendo! —gritó, su voz quebrándose. Se secó las lágrimas con fuerza, aunque estas no dejaban de caer—. Solamente se detuvieron porque el remordimiento los alcanzó. Pero no cambia lo que hicieron.
Miró a los tres, sus ojos rojos por el llanto, llenos de una mezcla de furia, decepción y un profundo dolor.
—Son crueles... y sin corazón.
El silencio que siguió fue como un cuchillo atravesando el aire. Seokjin no esperó una respuesta. Con pasos apresurados y torpes, salió corriendo de la habitación, dejando a Yoongi, Jungkook y Taehyung en un estado de conmoción.
Yoongi se dejó caer en su trono, con la mirada perdida en el suelo. Jungkook y Taehyung intercambiaron una mirada llena de culpa, sus rostros marcados por el peso de las palabras de Seokjin.
—Lo arruinamos... —murmuró Jungkook, rompiendo el silencio.
—Él nunca nos verá igual —agregó Taehyung, su voz apenas un susurro.
Yoongi cerró los ojos y apretó los puños, sabiendo que las palabras de Seokjin habían sido la verdad más cruel que había enfrentado.
. . .
Desde aquella noche, Seokjin había cambiado. Se levantaba temprano, evitando cualquier encuentro innecesario con Yoongi, Jungkook y Taehyung. Pasaba las mañanas en la academia, esforzándose más que nunca en sus estudios de magia, y al caer la noche, se quedaba en la casa de Jimin o NamJoon. A diferencia de antes, cuando regresaba al castillo con una sonrisa o algún relato divertido, ahora lo hacía en completo silencio, solo para encerrarse en su habitación.
Los tres vampiros notaron el cambio inmediatamente. Jungkook intentó abordarlo primero, hablándole con su tono juguetón habitual.
—Jinnie, ¿te ayudo con tus libros?
Pero Seokjin no levantó la mirada. Siguió organizando sus cosas antes de responder, frío como el hielo:
—No hace falta, Jungkook-hyung.
La falta del apodo cariñoso fue como una daga en el corazón del vampiro. Seokjin había dejado de llamarlos "Koo-hyung", "Voo-hyung" o incluso "Yoonie rey". Ahora solo usaba términos formales: "Jungkook-hyung", "Taehyung-hyung" y "su alteza".
Taehyung intentó acercarse de otra forma, llevándole uno de sus dulces favoritos que había encargado especialmente para él. Se lo dejó en la mesa del comedor con una sonrisa.
—Jinnie, pensé que esto te animaría un poco.— Seokjin se detuvo frente al dulce, mirándolo durante unos segundos antes de responder:
—Gracias, Taehyung-hyung, pero no tengo hambre.— Los dos vampiros intercambiaron miradas de preocupación, mientras Yoongi observaba desde su trono, en completo silencio.
Una noche, cuando Seokjin regresó al castillo más tarde de lo habitual, Yoongi decidió enfrentarlo. Lo interceptó en el pasillo que conducía a su habitación.
—Seokjin, ¿podemos hablar?.— Seokjin se detuvo, pero no lo miró directamente. En cambio, su voz fue firme y cortante.
—¿Qué desea, su alteza?.— El tono formal hizo que Yoongi retrocediera un paso, como si lo hubiera golpeado físicamente.
—¿Es esto lo que piensas hacer? ¿Ignorarnos para siempre?.— Por un momento, Seokjin pareció vacilar. Sus manos temblaron levemente mientras sostenía su bolso, pero pronto se recompuso.
—No estoy ignorándolos. Simplemente no tengo nada que decirles.— Y con eso, pasó junto a Yoongi, cerrando la puerta de su habitación detrás de él.
Esa noche, mientras los tres vampiros se reunían en silencio en el salón, la ausencia de los apodos cariñosos y la frialdad de Seokjin pesaban sobre ellos como una losa.
—Lo perdimos —murmuró Taehyung, dejando caer la cabeza entre las manos.
—No. —La voz de Yoongi era baja, pero decidida—. Aún no. Haré lo que sea necesario para recuperar su confianza.
Jungkook miró a Yoongi con escepticismo.
—¿Y si no quiere volver a confiar en nosotros?.— Yoongi apretó los puños, mirando hacia el pasillo que llevaba a la habitación de Seokjin.
—Entonces no lo merecemos.
Las noches en el castillo se habían vuelto insoportables. Desde que Seokjin comenzó a ignorarlos, una pesada sensación de culpa invadía los pasillos y habitaciones, pero lo peor era cuando el sol se ponía.
Cada noche, los sollozos de Seokjin rompían el silencio. Yoongi, Jungkook y Taehyung, con su agudo oído vampírico, escuchaban claramente cómo lloraba en su habitación. Al principio, pensaron que con el tiempo dejaría de hacerlo, que el dolor se calmaría, pero noche tras noche, las lágrimas de Seokjin se volvían más desgarradoras.
—¿Por qué? —susurraba Seokjin, su voz quebrada por el llanto—. ¿Por qué tenía que ser así?
Yoongi se recargó contra la pared fuera de la habitación de Seokjin, cerrando los ojos mientras escuchaba con el corazón apretado. Por dentro, quería entrar y consolarlo, pero sabía que no sería bien recibido.
Desde dentro, los murmullos continuaron:
—Son mis cuidadores... mis protectores... pero ellos... ellos son el problema... —Seokjin sollozaba, hablando entrecortadamente con los peluches que lo rodeaban en la cama—. Si hubiera sido un huérfano... no habrían dudado en comerme...
Jungkook y Taehyung, que también habían oído esas palabras, estaban en la biblioteca. Ambos estaban inmóviles, sentados frente a una mesa llena de libros de magia antigua, pero ninguno podía concentrarse.
—No puedo con esto, Tae. —Jungkook rompió el silencio, apretando los puños—. No puedo escucharlo llorar todas las noches sabiendo que somos la causa.
Taehyung no respondió de inmediato. Miró fijamente el libro frente a él, sus ojos brillando con un ligero rastro de lágrimas no derramadas.
—Seokjin tenía razón —murmuró finalmente—. Somos crueles. No importa cuánto intentemos justificarlo... lo que hicimos no tiene perdón.
Mientras tanto, en el pasillo, Yoongi permaneció inmóvil. Cada lágrima y palabra de Seokjin era un golpe directo a su corazón. Recordaba la primera vez que Seokjin lo había llamado "Yoonie rey" con una sonrisa tan brillante que parecía iluminar el castillo entero. Ahora, ese mismo Seokjin lloraba por culpa de él.
Dentro de la habitación, Seokjin abrazó a uno de sus peluches con fuerza, cerrando los ojos mientras las lágrimas seguían corriendo por su rostro.
—Si no fuera por ellos, tal vez ahora estaría feliz... tal vez no tendría miedo de ser devorado.
Yoongi apretó los puños con fuerza, sintiendo cómo la culpa lo consumía. "Tengo que hacer algo", pensó, pero sabía que cualquier intento por acercarse a Seokjin en ese estado podría ser contraproducente.
Esa noche, los tres vampiros no pudieron dormir, atormentados por las palabras de Seokjin que resonaban en sus mentes. Cada lágrima de su "princesa" era un recordatorio del abismo que se había creado entre ellos.
. . .
En un salón oscuro del castillo, Yoongi estaba frente a su ex prometida, la tensión entre ellos era palpable. La vampira, con una sonrisa llena de malicia, se recargó en una de las columnas de mármol, cruzando los brazos mientras lo miraba con desdén.
—¿Por qué tan tenso, querido rey? —preguntó con burla—. ¿Es por tu preciosa princesa? Oh, ¿o debería decir... tu pequeño humano roto?
Yoongi la fulminó con la mirada, su mandíbula tensa mientras intentaba controlar su temperamento.
—No te atrevas a mencionarlo —gruñó—. Ya has causado suficiente daño.
La vampira soltó una carcajada que resonó por todo el salón.
—¿Daño? Oh, Yoongi, cariño, yo solo mostré la verdad. Si es tu prometido, debería conocer todo sobre ti, ¿no crees? —Se acercó lentamente, su sonrisa creciendo aún más malévola—. Lo gracioso es que ni siquiera le mostré lo peor.
Yoongi no respondió, pero su cuerpo entero se tensó. La vampira notó su reacción y continuó, disfrutando de cada palabra.
—¿Qué pensará tu pequeño humano cuando se entere de todo? No solo de los niños en el orfanato, sino de las masacres que ordenaste, de las mentiras que tejiste para mantener tu trono, de los pactos que hiciste con otros clanes para ganar guerras... —Hizo una pausa, inclinándose hacia él—. Oh, querido rey Min, tu pasado está lleno de cosas mucho más turbias que comerte a unos pobres huérfanos.
Yoongi apretó los puños, sus colmillos asomándose mientras la ira hervía dentro de él.
—Cállate —espetó, su voz baja pero cargada de peligro.
La vampira soltó otra carcajada, como si su amenaza no significara nada para ella.
—¿Por qué? ¿Temes que tu querido Seokjin no pueda mirarte de nuevo a los ojos cuando sepa lo que realmente eres? —Se inclinó un poco más, susurrando con burla—. ¿O temes que te abandone? Porque, francamente, ¿quién podría amar a un monstruo como tú?
Yoongi dio un paso hacia ella, su aura oscura llenando el salón.
—No vuelvas a acercarte a él.
La vampira retrocedió un paso, pero aún mantenía su sonrisa burlona.
—Oh, tranquilo, querido rey. No necesito acercarme a él. Ya planté la semilla de la duda. Ahora, solo es cuestión de tiempo antes de que esa adorable princesa decida que no vales la pena.
Con un giro elegante, la vampira se dirigió hacia la salida, lanzando una última mirada a Yoongi antes de desaparecer.
—Recuerda, Yoongi, los secretos siempre salen a la luz. Y cuando eso pase, estaré disfrutando del espectáculo.
Cuando la vampira se fue, Yoongi quedó solo en el salón, su mente atormentada por sus palabras. Sabía que Seokjin estaba sufriendo, y cada segundo que pasaba sin poder arreglar las cosas lo destrozaba más.
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