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16: Una Inmortalidad Compartida.

Después del emotivo reencuentro, los cuatro estaban sentados juntos en el gran sofá del salón, con SeokJin aún rodeado por los brazos protectores de sus esposos. Había tantas preguntas rondando en su mente, pero también estaba abrumado por el amor que sentía en ese momento.

Yoongi fue el primero en romper el silencio, su tono solemne pero lleno de ternura.

— SeokJin, hay algo importante que debemos explicarte.— Taehyung, con una mano suave sobre la de SeokJin, continuó.

— Cuando los tres te mordimos para compartir nuestro lazo de vida contigo… tu cuerpo cambió. Ahora compartimos nuestra inmortalidad contigo.— SeokJin los miró, con los ojos muy abiertos.

—¿Inmortal? ¿Yo?.— Jungkook asintió con una sonrisa tímida, inclinándose un poco hacia él.

— Sí, ahora eres como nosotros. Eres parte de nosotros… para siempre.

El omega parpadeó, procesando lentamente sus palabras. Sus ojos vagaron hacia sus manos, como si esperara encontrar algún cambio evidente en ellas, pero seguían siendo las mismas.

—¿Cuánto tiempo pasó desde que… eso ocurrió? —preguntó finalmente, su voz teñida de incredulidad. Yoongi respondió con calma, aunque su expresión mostraba un dejo de preocupación.

— Un mes. Te recuperaste lentamente, pero sabíamos que despertarías cuando tu cuerpo estuviera listo.— SeokJin lo miró fijamente, sus labios entreabiertos mientras absorbía la información.

—¿Un mes? —repitió, asombrado. Luego, bajó la mirada hacia su vientre cuando un rugido resonó desde su estómago, rompiendo la tensión. SeokJin se sonrojó, y una pequeña risa nerviosa escapó de sus labios—. Ahora entiendo por qué tengo tanta hambre…

Se llevó una mano al vientre, que gruñó de nuevo en respuesta, como si confirmara sus palabras. Sus esposos no pudieron evitar reírse ante su reacción, aliviados de ver su personalidad brillante comenzando a resurgir.

—Deberíamos prepararte algo de comer —dijo Jungkook rápidamente, levantándose, mientras Taehyung asentía con entusiasmo.

—Y que sea mucho —añadió SeokJin, con una sonrisa traviesa—. Tengo un mes de hambre acumulada.

Yoongi, quien aún estaba sentado al lado de SeokJin, lo miró con ojos llenos de cariño y tomó su mano.

—Lo que sea que necesites, dulce luna, siempre te lo daremos.— SeokJin sintió un calor extendiéndose por su pecho al escuchar las palabras de Yoongi, y su sonrisa se amplió mientras respondía:

— Con ustedes aquí… no necesito nada más.

Después de terminar su comida, SeokJin se recostó en el sofá, disfrutando de la calidez del fuego en la chimenea y la compañía de sus esposos. Sin embargo, había una duda que no podía ignorar más. Se sentó lentamente, con los ojos fijos en Yoongi.

—¿Qué pasó con Eunha? —preguntó, su voz suave pero cargada de curiosidad.

Los tres vampiros intercambiaron miradas, como si esperaran a que uno tomara la iniciativa para responder. Finalmente, Yoongi se levantó con elegancia, caminando hacia una vitrina oscura en una esquina de la habitación. Abrió la puerta de vidrio y sacó un pequeño frasco adornado con grabados plateados.

Dentro, flotaba un corazón oscuro y marchito, atravesado por pequeñas dagas de plata que lo mantenían inmovilizado. Yoongi regresó al lado de SeokJin, sosteniendo el frasco frente a él con calma.

— Esto es lo que le pasó a Eunha —dijo con un tono grave, pero sus ojos brillaban con determinación—. Cuando ella te estaba comiendo, la maté. Arranqué su corazón y me aseguré de que nunca pudiera volver a nacer.

SeokJin miró el frasco con una mezcla de asombro y horror, su respiración se volvió lenta mientras procesaba las palabras de Yoongi.

—No te preocupes, princesa —continuó Yoongi, su voz suavizándose mientras colocaba una mano reconfortante sobre la de SeokJin—. Ella ya no volverá a lastimarte.

Jungkook y Taehyung, que estaban sentados cerca, asintieron en silencio, sus rostros serios. Era evidente que todos compartían el mismo odio hacia Eunha por haber lastimado a su omega.

SeokJin apartó los ojos del frasco para mirar a Yoongi, sus labios temblaban mientras una mezcla de alivio y gratitud inundaba su expresión.

—Gracias… por protegerme —susurró, y su mirada se desvió hacia los otros dos vampiros—. Gracias a los tres.

Taehyung se inclinó hacia él, tocando suavemente su cabello ahora brillante.

—Siempre te protegeremos, SeokJin. No importa qué.— Jungkook agregó con una sonrisa tranquila:

—Ahora eres nuestro mundo, ninnie. Nadie volverá a tocarte.

SeokJin apretó sus manos juntas, sintiendo la calidez de su amor envolviéndolo. Aunque todavía se sentía abrumado por lo que había pasado, el saber que sus esposos harían cualquier cosa por él le dio una nueva sensación de seguridad.

.  .  .

SeokJin caminaba entre los estantes de la tienda, observando con curiosidad las filas de productos humanos mientras sus esposos lo seguían a poca distancia, cargando las bolsas que él les iba dando. Era una dinámica que SeokJin había adoptado rápidamente: él elegía, y ellos obedecían sin quejarse, felices de complacerlo.

Mientras elegía un frasco de miel, una voz conocida interrumpió su tranquilidad.

—Oh, si no es el hermoso omega que conocí la última vez —dijo el alfa con una sonrisa confiada mientras se acercaba.

SeokJin levantó la vista, frunciendo el ceño al reconocer al hombre. Era el mismo alfa que había coqueteado con él antes y que había llamado "abuelos" a sus esposos.

—¿Qué quieres? —preguntó SeokJin, cruzando los brazos. El alfa se inclinó un poco, intentando parecer encantador.

— Quería preguntarte si has reconsiderado mi propuesta. Todavía puedo cortejarte, ya sabes.

SeokJin dejó escapar una carcajada incrédula, sacudiendo la cabeza.

— No, gracias. Estoy casado con los "abuelos" que mencionaste antes. Y, para que lo sepas, mi nombre no es solo SeokJin. Es Min Jeon Kim SeokJin.— El alfa parpadeó, sorprendido por la respuesta, pero su sorpresa rápidamente se convirtió en enojo.

— Un omega casado con tres alfas. ¿Qué clase de omega prostituto eres? —espetó, su tono lleno de veneno.

SeokJin se quedó en silencio por un momento, sus ojos entrecerrados mientras procesaba las palabras. Luego, levantó la barbilla con orgullo, enfrentándolo sin miedo.

—Qué alfa más tacaño eres, viniendo aquí a coquetear con omegas jóvenes cuando tienes familia en casa. Al menos yo sé qué es el compromiso y la lealtad, algo que tú claramente no entiendes.

El alfa abrió la boca para responder, pero antes de que pudiera decir algo, Yoongi, Taehyung y Jungkook se acercaron, rodeando a SeokJin con miradas heladas.

—¿Hay algún problema? —preguntó Yoongi con calma, pero su tono transmitía una amenaza apenas contenida.

—¿Estás molestando a nuestro omega? —añadió Taehyung, cruzando los brazos mientras miraba al alfa con desprecio.

Jungkook simplemente sonrió, pero sus colmillos ligeramente visibles enviaron un mensaje claro.

El alfa retrocedió, levantando las manos en señal de rendición.

—Nada, nada. Solo hablábamos.

Sin decir una palabra más, se giró y salió apresuradamente de la tienda. SeokJin dejó escapar un suspiro de alivio, pero no pudo evitar sonreír con satisfacción.

—Qué fastidio de hombre —murmuró, mirando a sus esposos—. Creo que es hora de irnos antes de que vuelva con más tonterías.

Yoongi le acarició el cabello, sonriendo suavemente.

—Hiciste bien en defenderte, dulce luna.

Taehyung le dio un beso rápido en la frente.

—Siempre estaremos aquí para protegerte, pero nos encanta verte tan valiente.

Jungkook, aún sonriendo, le entregó una bolsa.

—Tú elige lo que quieras. Hoy es tu día, ninnie.

SeokJin se sonrojó ligeramente, pero no pudo evitar sentirse amado y protegido mientras continuaban comprando juntos.

.   .  .

SeokJin llegó a la elegante mansión de Jimin, una hermosa construcción rodeada de jardines florecidos. Jimin lo recibió con una sonrisa brillante y lo llevó al salón principal, donde una bandeja con té y pastelillos ya los esperaba.

—¿Y bien? —preguntó Jimin con una ceja levantada, estudiando la expresión radiante de su amigo—. Tienes esa cara de quien quiere contar algo importante.

SeokJin se sonrojó ligeramente, bajando la mirada mientras jugueteaba con la taza de té entre sus manos.

—Bueno... —empezó con timidez, su voz casi un susurro—. Por fin... pasó.

Jimin parpadeó, sorprendido por un momento, antes de que una sonrisa astuta se extendiera por su rostro.

—¿"Pasó"? ¿Te refieres a que Yoongi por fin te... tocó?— SeokJin asintió, el rubor en sus mejillas volviéndose más intenso.

—Sí, por fin —admitió, sin poder contener una pequeña sonrisa—. Fue tan... hermoso.

Jimin se inclinó hacia adelante, claramente interesado.

—Quiero todos los detalles.— SeokJin soltó una risita nerviosa, pero no podía contener la felicidad que desbordaba en sus palabras.

—Fue como un sueño. Yoongi había preparado todo: la habitación estaba llena de pétalos de rosas, velas encendidas, y había dulces sobre la mesa. Todo se sentía tan especial... tan único. Me trató con tanta delicadeza, Jimin, como si fuera el tesoro más preciado del mundo.

Los ojos de Jimin se suavizaron mientras escuchaba.

—¿Y cómo te sentiste?.— SeokJin apoyó la taza de té en la mesa y se llevó una mano al pecho, como si aún pudiera sentir el amor en su corazón.

—Me sentí amado, cuidado... completamente suyo. No solo fue algo físico; fue como si nuestros corazones se conectaran de una manera que nunca imaginé. Me sentí en las nubes completamente.— Jimin sonrió ampliamente, tomando la mano de SeokJin.

—Estoy tan feliz por ti, Jin. Te mereces todo eso y más. Sabía que Yoongi tenía un lado romántico escondido por ahí.

SeokJin dejó escapar una risa ligera, recordando los momentos tiernos de la noche anterior.

—Lo tenía bien escondido, pero sí, fue perfecto. Y ahora, siento que nuestra luna de miel apenas está comenzando.

Jimin suspiró, apoyándose en el respaldo del sofá con una sonrisa traviesa.

—Bueno, espero que los otros dos no se queden atrás. Tienes tres esposos, después de todo.— SeokJin se rió entre dientes, aunque su rostro volvió a ruborizarse al imaginar lo que podría venir.

—Uno a la vez, Jimin. Uno a la vez.

SeokJin tomó un sorbo de té, tratando de evitar el tema, pero Jimin no podía resistir la oportunidad de bromear.

—Y después serán los tres contra ti, Jin. —Jimin rió, apoyándose cómodamente en el sofá mientras observaba cómo SeokJin se ruborizaba hasta la punta de las orejas.

—¡Cállate, Jimin! —SeokJin agitó las manos con nerviosismo—. ¡Todavía estoy intentando acostumbrarme a la idea de tener tres esposos, no me metas más ideas raras en la cabeza!

Jimin soltó una carcajada, claramente disfrutando de la incomodidad de su amigo.

—¿"Raras"? —dijo, alzando una ceja con picardía—. SeokJin, esos tres vampiros literalmente te cuidaron cuando eras un mocoso de seis años, y ahora... bueno, ahora probablemente quieran hacer de ti un mocoso de nuevo.

—¡Jimin! —exclamó SeokJin, cubriéndose el rostro con las manos para ocultar el evidente rubor que subía por su cuello.

—Vamos, no te hagas el inocente. —Jimin tomó un pastelillo y lo mordió con tranquilidad—. ¿Cómo es posible que no estés acostumbrado a tener tres vampiros completamente devotos a ti? Si yo fuera tú, ya tendría a tres hijos en camino.— SeokJin dejó escapar un jadeo incrédulo, mirándolo con los ojos muy abiertos.

—¿¡Tres hijos!?.— Jimin asintió con total confianza, aunque su sonrisa traviesa decía que solo estaba divirtiéndose.

—Gracias a la sangre que ahora corre por tus venas, probablemente solo venga uno en camino a la vez, pero oye, eso no quita el punto.

— No hay nada en camino, Jimin. —SeokJin trató de sonar firme, aunque su tono desesperado lo traicionó—. ¡Aún estoy intentando adaptarme a esta vida, y tú ya estás planeando un ejército de vampiros bebé!.— Jimin soltó otra risa, encogiéndose de hombros.

—Bueno, alguien tiene que pensar en tu futuro. Además, esos tres deben estar volviéndose locos por ti. Me sorprende que te hayan dejado venir aquí sin pelearse primero por quién iba a escoltarte.

SeokJin suspiró, llevándose una mano a la frente mientras negaba con la cabeza.

—No puedo contigo, Jimin.

—Oh, claro que puedes —replicó Jimin, alzando su taza con una sonrisa juguetona—. Y espero la invitación al baby shower cuando llegue el momento.

SeokJin dejó caer la cabeza sobre la mesa, derrotado por completo, mientras Jimin continuaba riendo, disfrutando de su pequeña victoria.

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