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1: Un Niño.

Seokjin abrió lentamente los ojos, la luz del amanecer filtrándose a través de las gruesas cortinas de la habitación. Por un momento, permaneció quieto, confundido y desorientado, hasta que el calor de las mantas y el suave peso del peluche en sus brazos le recordaron dónde estaba.

Giró la cabeza hacia un lado y no pudo evitar reír en silencio al escuchar los suaves ronquidos de Jungkook, su boca ligeramente abierta mientras descansaba plácidamente. Taehyung, a su otro lado, roncaba un poco más fuerte, con una mano extendida sobre la cama como si estuviera protegiéndolo incluso en sueños. Cuando se giró hacia el centro de la cama, vio a Yoongi. El rey vampiro dormía más tranquilo, sus ronquidos apenas perceptibles, pero lo suficiente como para hacer que una pequeña sonrisa se formara en los labios de Seokjin.

El omega abrazó su peluche con más fuerza y miró hacia las ventanas. La luz del sol iluminaba suavemente las gruesas cortinas de terciopelo, proyectando un brillo cálido en la habitación. Por primera vez en mucho tiempo, no sentía frío ni hambre. Por primera vez, estaba caliente y cómodo, en una cama que parecía un sueño hecho realidad.

Su pequeño corazón se llenó de gratitud. No sabía qué le depararía el futuro con estos tres vampiros tan distintos, pero en ese momento, estaba agradecido de no estar solo.

Se estiró un poco, disfrutando la suavidad de las sábanas, y susurró para sí mismo.

— Por fin... por fin estoy calientito.— Jungkook murmuró algo en sueños, y Seokjin reprimió una risa. Luego, apoyó la cabeza en la almohada, decidido a disfrutar un poco más de ese raro momento de paz, mientras el nuevo día comenzaba a brillar.

.  .  .

El jardín del castillo estaba lleno de risas, el aire fresco cargado con la calidez de una escena alegre. Seokjin corría entre los arbustos, sosteniendo un pequeño lazo rosa que las vampiras habían atado cuidadosamente en su cabello esa mañana.

— ¡No me atrapan, nonnas!— gritó, su risa pura resonando mientras sus pequeños pies descalzos pisaban la hierba.

Las cinco vampiras, a quienes Seokjin había comenzado a llamar cariñosamente "nonnas," lo seguían con sonrisas genuinas. Aunque eran figuras elegantes y misteriosas, no podían resistirse al encanto del pequeño omega.

— ¡Cuidado, Seokjin! ¡No corras tan rápido o podrías caerte otra vez!— dijo una de ellas, pero no pudo evitar reír al ver la energía interminable del niño. Jungkook y Taehyung observaban desde un banco cercano, pero no pasó mucho tiempo antes de que el más joven de los vampiros se uniera al juego.

— ¡Yo seré el monstruo que atrapa a los niños!—  declaró Jungkook, poniéndose de pie y comenzando a perseguir a Seokjin con pasos dramáticos.

— ¡No, Koo hyung, no!— chilló Seokjin, sus ojos brillando mientras corría más rápido, escondiéndose detrás de una de las vampiras que extendió los brazos para protegerlo. Taehyung, que hasta ese momento había estado disfrutando del espectáculo en silencio, finalmente se levantó y se unió al juego.

— ¡No lo dejaré solo, Jungkook! Si quieres atraparlo, tendrás que pasar por mí primero.

La risa de Seokjin se intensificó mientras observaba cómo Taehyung fingía enfrentarse a Jungkook. El pequeño omega estaba feliz, rodeado de cuidado y amor, y por primera vez en mucho tiempo, se sentía libre.

Después de un rato, cuando todos estaban cansados y listos para descansar, Seokjin se sentó en el césped con las vampiras alrededor. Una de ellas le acarició el cabello suavemente mientras otra le limpiaba la suciedad de las mejillas.

— Nonnas, ¿jugaremos mañana otra vez?.— preguntó con ojos llenos de esperanza.

— Por supuesto que sí.— respondió una de ellas con una sonrisa maternal, mientras Taehyung y Jungkook se dejaban caer al suelo, agotados pero felices.

Desde una de las ventanas altas del castillo, Yoongi observaba en silencio el jardín. Sus ojos, acostumbrados a la penumbra, se suavizaron al ver la escena que se desarrollaba abajo. Allí estaba Seokjin, el pequeño omega, con una sonrisa tan amplia que parecía iluminar incluso la mañana más brillante.

El niño corría de un lado a otro, dejando un rastro de risas y pequeños pétalos en el aire. Su cabello, normalmente ordenado, ahora estaba adornado con flores de todos los colores, colocadas con torpeza pero llenas de intención. Su ropa estaba manchada de tierra y césped, y un par de hojas sobresalían de su camisa.

Yoongi dejó escapar una leve risa, algo raro en él, al ver cómo Jungkook intentaba atraparlo mientras Taehyung jugaba al héroe protector. Las cinco vampiras no se quedaban atrás, riendo y participando como si fueran niños también.

El rey apoyó una mano en el marco de la ventana y suspiró, sin apartar los ojos de Seokjin. Era extraño cómo ese pequeño ser, frágil y roto cuando lo encontraron, estaba empezando a llenar el castillo con una calidez que no se había sentido en siglos.

— Es un desastre. — murmuró Yoongi, aunque el tono en su voz no contenía reproche, sino algo que se parecía más al orgullo. — Un desastre hermoso.—  Se quedó ahí un momento más, observando cómo Seokjin caía de espaldas en el césped, riendo mientras Jungkook lo levantaba como si fuera un trofeo.

— Disfruta mientras puedas, pequeño.— pensó Yoongi para sí, su mirada endureciéndose un poco. — Pero no bajaré la guardia. Nunca más permitiré que algo te lastime.— Con ese pensamiento, el rey vampiro se alejó de la ventana, dejando la risa de Seokjin resonar en sus oídos mientras descendía hacia sus aposentos, decidido a garantizar que ese niño siempre estuviera seguro.

.  .  .

Seokjin estaba sentado en una enorme silla frente a Yoongi, balanceando los pies que apenas tocaban el suelo. Miraba fijamente al vampiro rey, sus grandes ojos brillantes de curiosidad.

— Si eres el rey, ¿entonces qué son Koo hyung y Voo hyung?.— preguntó, inclinando la cabeza. Yoongi, que estaba revisando unos documentos, levantó la mirada con una ligera sonrisa.

— Ellos son grandes duques. Están por debajo de mí, pero tienen mucho poder y autoridad.— Seokjin frunció el ceño, pensando en eso.

— Entonces... ¿qué soy yo?.— El rey vampiro dejó el pergamino a un lado, mirándolo con algo de diversión en sus ojos oscuros.

— ¿Qué eres tú, pequeño?.— murmuró, fingiendo reflexionar. Luego, con un movimiento de su mano, apareció una pequeña tiara adornada con piedras preciosas. La sujetó con cuidado y se la colocó en la cabeza al omega, inclinándose para observar su reacción.

— Un príncipe, por supuesto.— dijo con una sonrisa suave. Pero Seokjin arrugó la nariz, sus mejillas inflándose en señal de protesta.

— ¡No, princesa!.— exclamó, cruzándose de brazos con firmeza. Yoongi parpadeó, sorprendido por la corrección, y luego dejó escapar una risa baja que resonó en la sala.

— ¿Princesa, eh?

— ¡Sí! Las princesas son bonitas y llevan vestidos.— dijo Seokjin, señalando la tiara como si ya estuviera en su papel.

— Entonces, princesa será.— respondió Yoongi con un tono solemne, inclinando la cabeza en un gesto de respeto. — Nuestra princesa del castillo.— Jungkook y Taehyung, que acababan de entrar a la sala, se detuvieron al escuchar eso. Al ver la tiara en la cabeza de Seokjin, ambos se miraron y luego estallaron en risas.

— ¿Qué pasa aquí?.— preguntó Jungkook entre carcajadas.

— Conozcan a la princesa del castillo.— respondió Yoongi, señalando a Seokjin, cuya cara se iluminó con orgullo.

Taehyung se arrodilló exageradamente frente a Seokjin, tomando su pequeña mano y dándole un beso en los nudillos.

— Es un honor servirte, princesa Seokjin.— Seokjin soltó una risita encantada, sintiéndose el centro de atención mientras los tres vampiros, cada uno con su propia personalidad, lo colmaban de afecto y bromas.

—Si eres nuestra princesa, entonces necesitas joyas dignas de tu título —dijo Jungkook mientras sacaba una cajita negra de terciopelo, revelando un collar de perlas blancas con un pequeño colgante en forma de flor de loto. Lo colocó con cuidado en el cuello de Seokjin, quien tocó el colgante con admiración.

—Y no puedes ser una princesa sin un anillo —añadió Taehyung, mostrando un anillo de plata con un pequeño zafiro rosa, simbolizando la inocencia y la dulzura de Seokjin. Lo deslizó en el dedo del omega mientras decía con una sonrisa— Ahora sí, nuestra flor de loto tiene todo lo necesario.

Seokjin, emocionado pero algo tímido, miró los regalos y luego a los tres vampiros.

—¿De verdad soy su princesa? —preguntó con un rubor en las mejillas.

—Siempre lo serás —respondió Yoongi con serenidad, mientras Jungkook y Taehyung asentían.

.  .  .

Yoongi llegó al solitario bosque donde vivía la hechicera, una figura enigmática que rara vez interactuaba con el mundo exterior. Al entrar en su cabaña, un aroma a hierbas y magia antigua impregnaba el aire. La hechicera, una mujer de cabello plateado y ojos como brasas, lo miró con curiosidad.

—¿Qué deseas, rey vampiro? —preguntó con voz rasposa mientras mezclaba pociones en un caldero.

—Necesito una semilla especial, una que crezca junto con un niño y nos indique el momento en que podremos casarnos con él —explicó Yoongi con calma, aunque su mirada seria revelaba la importancia del pedido. La hechicera dejó de remover su caldero y asintió lentamente.

—Eso es posible, pero necesitaré un vínculo físico con el niño. Su sangre será el catalizador que hará que la planta crezca al ritmo de su vida. Sin ella, la magia no funcionará.

Yoongi había previsto esto. Sacó un pequeño frasco de cristal que contenía unas gotas de sangre. Recordó la noche en que había obtenido la muestra; Seokjin dormía profundamente en su cálida cama, y Yoongi había aprovechado para morder con cuidado su brazo, extrayendo solo lo necesario. Había limpiado la herida para que el omega no sintiera ningún malestar al despertar.

—Aquí tienes. Es sangre fresca del niño —dijo, extendiendo el frasco. La hechicera tomó el recipiente y lo observó con detenimiento, sus labios formando una leve sonrisa.

—Con esto será suficiente. La semilla que crezca será especial, y cuando florezca, será señal de que el omega está listo para unirse a ustedes. Pero recuerda, rey vampiro, esta planta también es un reflejo del bienestar del niño. Si el omega sufre, la planta lo mostrará. Cuida de él como si de su vida dependiera.

Yoongi asintió solemnemente, entendiendo el peso de la responsabilidad que acababa de asumir. Cuando la hechicera entregó la semilla, Yoongi regresó al castillo.

Yoongi sostuvo la pequeña semilla entre sus dedos pálidos, observándola con atención bajo la luz de las velas de su despacho. La hechicera le había advertido que era mágica, capaz de crecer al ritmo de Seokjin, pero también de reflejar su estado emocional y físico. Sin embargo, algo lo detenía. Mientras sus pensamientos lo consumían, un suave golpe en la puerta lo sacó de su trance. Era Jungkook, quien entró con una mirada de curiosidad.

—¿Ya la plantaste? —preguntó el gran duque, señalando la semilla en la mano de Yoongi. El rey negó con la cabeza, cerrando los dedos alrededor de la pequeña esfera.

—No. Quiero esperar. Quiero que Seokjin esté con nosotros cuando lo hagamos. Este es un símbolo de nuestra unión, y él merece ser parte de ello desde el principio.— Taehyung apareció detrás de Jungkook, su rostro sereno pero preocupado.

—El niño ha tenido muchas pesadillas últimamente. Quizá esto pueda ayudarlo. Plantar algo juntos podría darle consuelo, algo que lo conecte con nosotros más allá de las palabras.— Yoongi asintió, sus ojos oscuros brillando con determinación.

—Así será. Cuando Seokjin tenga un buen día, cuando sus sueños oscuros no lo atormenten, lo llevaremos al jardín. Plantaremos la semilla juntos, y cada vez que la cuidemos, él sabrá que nunca estará solo.

Esa noche, Yoongi guardó la semilla en un pequeño cofre adornado con grabados de rosas y lunas, colocándolo en su escritorio como un recordatorio constante.

Días después, una tarde soleada en la que el pequeño omega parecía más animado, jugando con las "nonnas" en el jardín, Yoongi, Jungkook y Taehyung decidieron que era el momento adecuado.

—Seokjin, ven aquí un momento —llamó Yoongi con su voz tranquila pero firme. El niño se acercó corriendo, su cabello rubio brillando bajo el sol, y miró al rey con curiosidad.

—¿Qué pasa, hyung?.— Yoongi se agachó a su nivel, sacando el cofre con la semilla.

—Tenemos algo especial que hacer juntos. Vamos a plantar esta semilla, pero no es una semilla cualquiera. Es mágica, y crecerá contigo. Cuando florezca, será un signo de algo muy importante para nosotros.— Los ojos de Seokjin se iluminaron de emoción y curiosidad.

—¿Qué florecerá?

—Una peonía —respondió Taehyung, arrodillándose a su lado.

—Blanca y hermosa, como tú —añadió Jungkook con una sonrisa, revolviéndole el cabello.

Con cuidado, los cuatro comenzaron a cavar un pequeño agujero en una parte especial del jardín. Seokjin, lleno de entusiasmo, colocó la semilla en la tierra con sus pequeñas manos, mientras los tres vampiros lo ayudaban a cubrirla suavemente.

— Ahora solo debemos cuidarla —dijo Yoongi mientras Seokjin miraba la tierra con ojos llenos de esperanza—. Como te cuidamos a ti.— El pequeño omega sonrió, sintiendo por primera vez en mucho tiempo que tenía un hogar, un lugar donde su corazón estaba protegido.

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