6. Lencería y..., ¿castigo?
—¡Es un malnacido! -comienza a gritar nada más ingresa, andando presurosa hasta la sala. —¿¡Qué se piensa!? ¿¡Que vale más que el resto!? ¿¡Qué la vida de sus hijos no es nada!? ¡Jugando con ello así sin más! ¡Es despreciable!
Así como entró se marcha cerrando la puerta de su habitación de un portazo en lo que, la familia molesta mira en su dirección, el padre, receptor de toda aquella palabrería detiene la acción de ambas mujeres de su familia de seguirla, tragandose la colera de recibir dicha falta de respeto de una intrusa.
Su hijo mayor es el único que ingresa a la misma habitación, donde una vez fuera de la vista de su gente muestra una sonrisa petulante lejos de molestarse con la actitud de su compañera, a quien escucha farfullar a la par que se desprende de su calzado.
—¿Que tanto sonríes? -expresa aún malhumorada prosiguiendo su parloteo, aventando sus zapatos cuando una mano masculina le levanta el rostro al sujetarla del mentón deborando así su boca con rudeza.
Con ella sobre el colchon, deleitandose de su boca percibiendo los jalones a su cabello, rasguña la pierna sobre la gruesa tela que las cubren escapandose un gruñido de su garganta al escuchar el jadeo de su chica. Cuando el par de manos femeninas estan por descender, él las sujeta con firmeza posicionandolas sobre la cabeza, con su mano libre desabotona el pantalón e introduce la mano bajo la tela otorgandole de placer que estimula a ambos, mirarla y escucharla es algo que disfruta, y que no necesariamente implica algo carnal.
Satisfecho sonríe al verla llegar a su primer orgasmo no demorando en desnudarla; sin embargo, lo que ve al desprenderla de la prenda superior capta su atención, el diseño se diferencia mucho de lo que suele utilizar, una prenda de encaje que no duda en admirar. Quizás su chica no es alguien voluptuosa o con afinidad de mostrar mucha piel, pero ama su explosivo caracter, así como esas curvas que solo ella posee. Pero aquella prenda y esas tiras que sobresalen de su pantalón... Vaya que es una muy grata sorpresa.
—Ayaz...
La silencia posando un dedo sobre sus labios, en segundos se encuentra contemplando aquel conjunto de lencería demorando más tiempo del necesario admirando cada centimetro de su cuerpo, con ella levemente sonrojada por exponerse de aquella manera.
Con el rostro de él oculto entre su cuello, inhalando el aroma que ella impregna las manos femeninas dejan sutiles caricias en el cuero cabelludo masculino disfrutando de aquel contacto con los ojos cerrados, percibiendo sutiles caricias en su cuerpo y dedos que se entrelazan con los cordones de sus bragas. Un beso en su cuello le produce una sonrisa, un jadeo al ser apretujado uno de sus gluteos, con la mirada de uno sobre el otro.
—Olvidate de eso -murmura fundiendose en un pasional beso.
Pero, ¿cómo hacerlo si temía perderlo cuándo aquello ocurrió? Dejandose llevar opta por dejarlo pasar centrandose en las sensaciones que la recorren hasta ver en su chico aquella mirada que tanto le encanta. Con el brazo rodeandole del cuello los gemidos no se hacen esperar producto del vaiven que los une, arañandolo cuando esta a nada de explotar, pero su expresión crea otra reacción.
—Dios...
Un gruñido, un pellizco y un grito de su parte la hacen abrir los ojos, para cuando lo hace con mucha facilidad su cuerpo gira sobre el colchón dejandola boca abajo, una caricia entre sus gluteos aún sobre la tela le produce un jadeo.
—Expresión equivocada.
Murmuran a su costado percatandose de su error, ella y sus expresiones humanas. Otro sutil grito sale de su garganta.
—Para la próxima esa zona descubierta.
—Ayaz... -jadea enterrando el rostro en la colcha siendo envuelta por otro cúmulo de emociones y gemidos intermitentes, así como temblores en su cuerpo ante la nueva experiencia.
—Ayaz... Ah demonios... -exhala sin aliento.
—Mucho mejor, mi humana.
Dandole tiempo de acostumbrarse le provee de caricias en la espalda gozando de la vista, sus manos se van desviando, mientras una masajea uno de sus senos la otra juguetea en su entrepierna, guíado por el placer que a ella le provoca inicia con el vaiven, lento y suave hasta moverse con rudeza dentro de ella llevandola una vez más a su infierno; o por el contrario, tocando ambos el cielo.
—Eres un maldito -exclama exhausta casi adormilada.
Con una sonrisa en los labios le remueve un mechón humedo del rostro para contemplarla.
—Con gusto me quedo con mi dulce maldición.
—Bruto.
Sonríe hasta verla relajar su respiración.
Una sonrisa decora su rostro al despertar, su alado demonio le provee de deliciosas caricias que no duda en disfrutar, al menos hasta que sabiendo ella ya ha despertado libera uno de sus senos del corpiño que la cubre para degustarlo, lo que hace con uno lo repite con el otro descendiendo posteriormente otorgandole una dulce y explosiva mañana, cuando pretende besarla ella se cubre con una risa que lo contagía.
—Será mejor que no salgas -baja de la cama tomando su pantalón —, iré por el desayuno.
—¿Por qué no debería ir? -pregunta una vez sentada acomodandose el corpiño.
—Siguen molestos, le has faltado el respeto a mi padre, supuestamente debería castigarte.
Uxue enarca una ceja al escucharlo, ¿castigarla por decirle sus verdades?
Ayaz sonríe al acercarse.
—Mi mundo es diferente, aunque cada familia se maneje diferente el hombre siempre tendrá la autoridad ante todo, por lo que faltarle al respeto puede resultar fatal. Corrí el rieago de no hacerlo al elegirte.
—No de haber resultado del todo humana.
—Te conocí siendo altanera, no pretendía cambiar eso.
Antes de marcharse aclara.
—No se te ocurra vestirte.
—No necesitas hacerlo -expresa una coqueta voz a su lado a quien siquiera le dirige la mirada —, solo dime lo que quieres y te lo preparo.
Evita la caricia que pretende darle y un suspiro frustrado resuena a su lado. Cuando termina la chica llama a su hermano quien toma lugar en la mesa nada más le ponen el plato.
—Sabes que no deberias hacerlo -recalca molesta su madre al verlo nuevamente en la cocina. —Ella deberia estar atendiendote o dejar que tu hermana lo haga.
Prefiere ignorarlos así como sus constantes cuchicheos hacia su humana.
—¿A dónde vas? -pregunta su hermano al verlo encaminarse en dirección contraria a su cuarto, concretamente a la del menor.
—A tomar prestado lo que me has robado -responde guardando en su bolsillo unas correas para luego tomar la bandeja rumbo a su habitación.
Al ingresar frunce el ceño al verla colocandose unas bragas, deja el desayuno sobre la cómoda, la hace girar hacia él y sin más las rompe dejandola consternada.
—¡Oye!
—Dije sin vestirte.
—La otra estaba rota -funfurruña en voz alta. —Me las has roto todas -reniega mostrandole la prenda.
Una sonrisa socarrona es su respuesta, la toma entre sus brazos y con suma facilidad la deja sobre la cama colocandose a horcajadas de ella impidiendo se marche, cuando esta por hacer lo mismo con su nuevo corpiño se detiene al escucharla.
—Ni se te ocurra -lo amenaza.
Tan solo ríe y opta por quitarselo sin dañarlo.
—¿Qué haces? -reniega en un intento de cubrir su desnudez, pero él toma una de sus muñecas colocandole una de las correas, misma que pasa por uno de los barrotes del respaldo. —¿Qué...?
—Se supone que estas siendo castigada.
—¿Aún?
Su expresión de asombro se relaja cuando Ayaz le muerde el labio fundiendose en un beso apasionado donde sus lenguas danzan, posando su mano libre sobre la mejilla masculina, en lo que la mano que no retiene la suya incursiona en su cabidad provocandole jadeos.
—Podemos seguir jugando y hacerles creer que estás siendo castigada -le habla al oído seductoramente sujetando su otra muñeca, una vez sujeta con la respiración entrecortada ella lo mira.
—Cómo demonios se les va hacer creer eso -alza la voz solo para él, renuente a ese juego.
—Tan solo quejate, grita, se sumamente escandolosa -emite proporcionandole de besos y caricias en su cuello hasta dar con el lobulo de su oreja.
—N-no vas a persuadirme.
Jadeante se deja hacer rindiendose a su merced.
—Solo quejate como si apenas te las estuviera colocando.
—¿¡Qué haces!? ¡Sueltame! ¿¡Qué demonios haces!?
Ríe para sí mismo y sujetandola del mentón vuelven a fundirse en un largo beso.
Antes de llegar a mas se detiene.
—Primero debes comer algo.
—¿Atada?
Sin esperarlo recibe un bocado de algo degustandolo, de aquella manera comienzan a desayunar hasta que él se entretiene besandole el cuello.
—Ayaz...
—Cierra los ojos.
—¿Cómo se supone que desayunare si los cierro?
—Solo hazlo -susurra.
Sentada contra el respaldo de la cama, con ambos brazos detrás de su cuerpo, atada, con él sobre ella a horcajadas desliza un dedo exactamente por el centro de su anatomía analizando cada centimetro de su cuerpo, una vez a tomado una desición toma uno de los recipientes que ha traído de la cocina y lo vierte sobre ella causando se remueva a causa del frío, posteriormente lo degusta, mientras más lo hace comprende por que a ella le encanta llevarlo a cabo.
Durante el atardecer, uno al lado del otro sin ninguna sabana cubriendo su desnudez la aprecia, sus ojos cerrados, su respiración pausada, ambos brazos frente a ella, su cabellera desparramada, sumamente tranquila. Con la yema de sus dedos contornea su silueta sin dejar de admirarla, verla ahí, en su antigua habitación parece incluso irreal, es todo lo contrario a lo que antes era, antes de conocerla ni siquiera se planteaba el formar una relación, ese primer día que la vio parloteaba su desprecio hacía los demonios cuando básicamente curaba las heridas de aquellos que decia repudiar, una chica altanera, intocable producto de sus padres, pero con luchas internas que sabia ocultar.
Acercandose el anochecer Uxue despierta, reniega al ver que, acertadamente la han dejado sin ropa interior; por lo tanto, se encaminan a comprar lo necesario, en el interior del lugar, hurga en la sección de las bragas cuando Ayaz llama su atención.
—Por supuesto que no, no tendré nada metido entre las nalgas -refunfuña.
—No pensabas lo mismo ayer.
Abre la boca ante la sorpresa cerrandola al recordar la situación inundandole la vergüenza.
—¡Cállate!
Es lo último que dice antes de ignorarlo estallando él en una carcajada.
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