Capítulo 6.- Otro guerrero en la contienda.
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ADVERTENCIA ; CONTENIDO EXTREMADAMENTE MÓRBIDO
SE RECOMIENDA DISCRECIÓN
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Había caído la noche y vestigios de la brisa veraniega, que consigo arrastraban los aromas del musgo, savia, leños y tierra mojada. Así como el chocar de las aguas contra el salitre del cual estaban cubiertas las murallas por lo alto de las torres de Conwy. Situadas al borde del peñasco, no muy lejano a los puertos de Ciswy;
Era la pálida silueta de cierta graciosa y adorable muchachita, que tras las delgadas cortinas su espalda desnuda en los bordes de la gran tina discretamente recargaba, y de mirada perdida y barbilla firme, tan altiva. Los labios trémulos sutilmente entreabrían y en un fino como afónico y entrecortado gemido, con gran esfuerzo su garganta contenía.
Desconcertante era el brillo de sus ojos y mojados los cabellos que escondían el rubor de sus mejillas. Un tanto por natural vergüenza, otro por el hipocrás.
Y entre el perfume de agua de sándalo, el humo delgado del incienso, hojitas de muérdago, olorosas especias y flotantes pétalos de rosa. Que, contra la vesania y el furor de sus arrebatos de un clandestino amante, parecía que luchaba; del ancho de los hombros, la espalda sus delgados dedos, con las uñas aferraba. De vez en cuando le con el tirar de su larga melena lo apartaba. Sus manos fallidamente lo intentaban. Y como un vaivén sobre él se balanceaba. No obstante; Eran los vientos septentrionales que por la ventana abierta se colaban y los huesos le calaban.
Bien es cierto que el ocaso de un maravilloso verano de buenas cosechas puede enturbiar los flaméticos corazones de aquellos que viven con la incertidumbre de si alcanzarán a probar siquiera otro trozo de pan para mañana, figurar el florecimiento de las bayas o la cosecha de las rosas en mayo. Pues significa la hambruna y la enfermedad, el sueño y la oscuridad. Normal es que un marinero, aún antes de desembarcar, con la vista fija a los muelles si volverá de nuevo con sus hermanos a casa de su padre, o si le quedará a lo menos padre. Una de cada tres personas por lo menos perdía a un amigo o miembro de la familia a causa de la colectiva desgracia del invierno. La tristeza y la nostalgia eran los sentimientos que muchas veces helaban la sangre, y el fétido aliento de la muerte ya podía a lo lejos aspirarse y hacían los poros erizarse.
No obstante, a pesar del anuncio del otoño, antesala a las penurias del invierno, Asmos estaba caliente...
Se había emborrachado en el éxtasis con el vino de sus deleites. No era la primera vez que gustaba de divertirse un poco con alguna de sus presas, antes de mostrarse tal cual es, de modo que aquella hermosa doncella de rizada cabellera, mejillas sonrosadas y sonrisa gentil tampoco sería la excepción. Y sin embargo, allí se hallaba; consumido por la ternura de su rostro y el fulgor de su mirada; el brillo de una peculiar inocencia que sólo se encuentra en los ojos de un niño, mismo que se pudre con el tiempo.
Y no fue más que el apasionado beso que acalló consigo los labios de la joven, cuya lágrima por las mejillas resbalaba, al tiempo en que consiente era como su carne era atravesada por las afiladas garras que a los costados del dorso profundas se enterraban, y hueso por hueso rápidamente fracturaban... Como si no fuese nada.
Y aunque ella no gritara, o el sangriento líquido tan rojo por las cuencas de sus ojos emanara, por su frágil cuerpo resbalara y entre el agua caliente se mezclara, pues aquél simple beso que el demonio se negaba a terminar le impidieron siquiera intentarlo.
Y no hubo más que el seco crujido de sus huesos, así el silenciado quejido que desgarraba y esparcía lo que albergaba en sus entrañas, seguidos de la sensación de como la fuerza abandonaba el calor de su ser. Fue en un último y borroso vislumbre de conciencia en que logró contemplar la hórrida naturaleza en la más bella y engañosa de sus caras en el violáceo tinte de sus ojos penetrantes que cínica y triunfante le sonreía, como siempre lo hacía, a su vez que de los bordes a pasos elegantes de las orillas en un impulso él emergía...
Y sin embargo, al contemplar arriba el plateado reflejo de la luna, que tan radiante por los cielos emergía y eran un séquito de estrellas, pequeñas lumbreras que una a una se encendían y en las tranquilas aguas un lago negro, se veía como una guardia furiosa le seguían... y aún en la noche más oscura, al cerrar los párpados, las olas de recuerdos le invadían, a la vez que sumamente atento, los detalles del retrato de Veðrfölnir, grabado en el dorado emblema como hipnotizado veía y con los dedos los relieves metal sentía.
Un tranquilo como melancólico suspiro fue evocado de sus fauces, al tiempo que, negando suavemente con la cabeza, para sí mismo sonreía. No obstante, fue el siseo de unos pasos, así como la extraña y muy efímera presencia de algo que creyó moverse entre la hierba sus agudos sentidos alertaron y súbitamente sus ojos, girando la barbilla, se voltearon.
Más fue al percatarse de que sólo se trataba de un simple y pequeño lince, los hombros se relajaron. Fue de este modo como nuevamente guardó la medalla en el bolso, que, cruzado traía y a la altura de la cadera al moverse se mecía. Extendió su capa y prosiguió con su marcha.
Y mientras caminaba tan sereno, a orillas de las heladísimas cascadas cercanas a los parajes de Uball-Land. Era la avizora mirada que bajo el peso de la bruma y la opacidad de su manto se ocultaban, de lejos le observaba, al tiempo que como alguien que se complace de nadie más que de sí mismo, una socarrona sonrisa a su presa dedicaba...
Hacía tan sólo poco más de cinco meses en que ardua búsqueda había comenzado, en que mesurado y con recelo vestigios de su rastro desde hace mucho había encontrado;
Y como suele ser usual, luego de la agradable calidez de un esplendoroso año, donde uno solía maravillarse al contemplar las mañanas en que los rojos tejados centellaban, y en lo alto de las copas, ramas y casas, los pájaros cantaban, y las lilas, rosas y gardenias perfumaban no sólo en los jardines del palacio.
Mercaderes y viajeros, traídos Oriente, Cartago, Egipto y la vieja Mesopotamia, juraban nunca haber visto algo tan parecido al zoco de una ciudad árabe.
Y al pasearse por las abarrotadas calles, y perderse en los laberínticos callejones de los mercados, o bien explorar a las afueras. No importaba en realidad a donde fueseis, porque aún de noche, el fuego de los cirios, farolas y antorchas resplandecía como las estrellas en el cielo. Y cada jornada, aportaba siempre un abanico de placeres, y en todas partes parecía notarse en muchos el vicio y una carnal concupiscencia, y se gastaba sin mesura, a pesar de que el tesoro del reino sufriese un declive en sus finanzas. Sólo bastaba con aumentar el porcentaje de los impuestos aquí y allá, subir el precio de las rentas, la aprobación en elevar la alza de las multas, valerse del chantaje y la amenaza y acusaciones falsas, o rotar menos de un par de cabezas; Se organizaban torneos y justas. Los bailes, partidas de caza, fiestas y burdeles. Los puertos galos gozaban de jovial aspecto, pues poco faltaba para el Samhain.
Y sin embargo, eran las rojas mareas que por aquellas fechas, y como el advenimiento del presagio, ante el brillo de la lumbrera menor y el fulgor de las estrellas, escharchas, o tal vez similares en todo al destello azulado del vitriolo la penumbra iluminaban y las mareas, en la arena su huella dejaban.
Era el suculento olor de la harina tostada, jengibre, estofado de cordero, dulces mieles y manteca que el aire de la taberna perfumaba. Y entre el agite del pandero de la gitana, el resueno de las flautas y la música de cuerda de una discreta arpa. Cuatro tarros la bandeja unos con otros chocaban y sutiles rastros del embriagante néctar de la bebida por el tope desbordaban, al tiempo que avanzaban;
—¡Jaque al rey! - una vigorosa guerrera con aires de victoria exclamaba, a la vez que con los dedos su pieza por los cuadros negros diagonalmente dibujaba.
Y así hubieron transcurrido esos dos el siguiente cuarto de hora, entre banales relatos de inolvidables aventuras, no necesariamente provistas en el arte de la guerra, sarcásticas rimas y narración de extraños cuentos, o tal vez más que leyendas. Y entre todos los comensales, arrumbado a una esquina de la mesa de fondo, en compañía de seis soldados y el extranjero bardo llamado Daly, quien al igual que su gemela vestidos de igual manera estaban, se hallaba él;
—Ya veo... - y a diferencia de todos, atentos observaban el choque de dos fuerzas, como viendo una verdadera guerra, a la expectativa todos estaban. Éste, por el contrario de la mirada a su libro apenas y quitaba. Y era el destello sombrío del matiz en la danza de las flamas que su blanca piel opacaba y bajo la oscura tela del azulado jubón de cuero y manga acuchillada, sus cabellos contrastaban —Os propongo algo, os perdono la afrenta y daré esta partida por empate si tomáis la oportunidad de retractaros. - y sonriéndole de oreja a oreja, tranquilamente contestaba. Gracioso trato había hecho previamente con la dama, quien orgullosa de haberlos vencido a todos ellos se jactaba. Ronda gratuita y veinticinco denarios serían de quien ganara.
Mas la doncella, aunque de delicado aspecto, pero vestida con las ropas de cuero y ceñida a la cintura la cintura estoque de caballero. Respondiéndole el gesto y ladeando la cabeza, a rendirse se negaba. Pues ambiciosa y zaina también era.
Y para cuando terminase de darse cuenta, el joven su alfil había a una esquina desplazado y una pieza reclamado;
—Vuestra torre es mía. – le decía, al tiempo que la conmocionada muchacha las cejas doblegaba y el ceño fruncía —Esto no os pasaría si hubieseis dejado vivir a mi reina y dado un mejor uso a vuestro caballero. – proseguía. Su adversaria, por su parte y al verse de nuevo acorralada, con el peón se protegía. No obstante, al momento en que previo a reclamar la victoria se preparaba y todos con la sangre ardiente gustosos observaban. Fue el azotar de las puertas, así como el crujir de la madera y la firmeza de los pasos. Un viento helado entonces fue hallado, y con voz de mando que callaba a las demás y opacaba la música de ese lugar. Sólo una cosa de sus roncos labios anunciaba;
—¡HAN MATADO A LA PRINCESA!
Las caras de todos al oírles se voltearon y lo que estaban haciendo por un momento dejaron. El joven se limitó a ver de soslayo a la pareja de hermanos, a su vez que, con un nudo en la garganta y los ojos consternados, contemplaban la escena como petrificados;
Y como por instinto, las guardias presentes, oyendo la voz de uno de los encolerizados comandantes, varios de ellos al mismo tiempo se reincorporaron. Otros tantos, carraspearon, pues al tragar el amargo vino o cerveza se ahogaron y con la comida como que se atragantaron, las bebidas al suelo tiraron y a las cortesanas de encima se las quitaron.
El superior, junto con un pequeño séquito de soldados por los suelos, entre todos avanzaron. Y a diferencia de las cabezas bajas, mirada dolida y rostros apesadumbrados, este se detuvo en medio de la sala, afilado era el corte de su barba y enfierecidos los ojos que con singular repulsión en uno se posaron;
Un apuesto y galante muchacho de bello semblante, pero completamente constipado y de aluna manera, consigo mismo decepcionado. Su nombre era Kenneth, hijo de Amelia de la casa Malvinias. Hacía poco más de tan sólo una semana de la celebración oficial de su nombramiento como caballero y el más joven hasta ahora, puesto a custodiar a la menor de las hijas del reino.
El pobre hombre estaba tan asombrado que no le dio tiempo ni de quejarse cuando el soldado mayor lo hizo tambalearse, al romperle el labio con tremendo puñetazo. Dándose cuenta de las verdaderas consecuencias de su fracaso. No dijo nada en su defensa, como tampoco emitió queja al sentir la saliva del escupitajo mancharle la cara, o emitió demasiados sonidos tras los próximos embistes y pisotones directo a los costados y la mandíbula;
—¡AHORA LEVANTAOS! – y eso hizo, apenas el otro que maldecía y mil blasfemias con su boca, en contra del iniciado profería, le mostró la espalda, y adelantándose unos pasos dio la orden, y los guerreros avanzaron y pasando de largo, con gran pena a Sir. Kenneth observaron...
Y en silencio los comensales esto atestiguaron; Aquella noche, mientras unos apostaban y de culpables placeres carnales en el frío de la noche se abrazaban. En los templos, previo a las noches de Samonios celebraban, lumbreras con aceite ya colgaban y de telas, plumas y maquillajes las gentes se ataviaban, y en el modesto palacio de Offa no muy lejos preparativos a una gran fiesta a preparar apresuraban. Pero no sólo a estos se les aguadó la fiesta;
En menos de una hora, una hija de la nobleza fue hallada desnuda y muerta mientras tomaba un baño en sus aposentos; Apareció con la espalda toda desollada, completamente desgarrada, como por el ataque de un animal hambriento, o tal vez alguna otra criatura en especial. Aún podían, en los huesos apreciarse los vestigios de la marca de sus garras, estas le habían roto varios huesos y desacomodado las vértebras... literalmente rota por la mitad, desde el pecho hasta la pelvis.
La habían hallado dos de sus jóvenes damas quienes había mandado previamente por más vino, compota de rojos frutos y el favorito de sus pasteles de caza. Las cuales, entre agudos gritos y el azote contra el suelo de translúcidos cristales contra el piso resbaloso y humedecido piso de piedra. Palidecidas, y entre lágrimas dieron alerta a los guardias y estos a los altos mandos.
Cierto muchacho de larga capa y azuladas vestiduras a base de empujones ahora se hallaba abriéndose paso a base de inoportunos permisos y bruscos empujones. Para aquellos momentos, en los puertos y avenidas aledañas al atrio del castillo estaba peor que una romería;
Y de no haber sido por su natural agilidad, y la viveza en sus movimientos, así como lo larguirucho que resultaba su delgado cuerpo, no hubiera alcanzado si quiera el pararse de puntitas o el estirar del cuello sobre las cabezas, que ya por su estatura sobrepasaba las de la inmensa mayoría de los hombres.
No es que fuese tan amante de los chismes o la curiosidad turbase el equilibrio de su estoica neutralidad. Pero cosas como estas muy pocas veces suelen verse con regularidad.
Los lanceros y escuderos rápidamente formaron un cordón para mantener a las multitudes alejadas del atrio del castillo. No obstante, en todas las ventanas se apiñaban cabezas y se colaban curiosos. Lámparas de mano y antorchas resplandecían entre la niebla y la oscuridad como estrellas en el cielo.
Al acercarse lo suficiente, apenas y pudo ver cuando un avejentado y acongojado caballero cubría con el propio velo de su capa los expuestos restos de la occisa; Era tan deplorable y frágil el estado del cadáver que bastó más de cuatro y seis personas que la tuvieron que sacar por partes. No es de sorprenderse que, más de uno... ¡Oh!, Incluso hubo guardias que en sus cascos de sólo verla vomitaron.
Y mientras en la corte las vestiduras se rasgaban y en las cabezas, los extranjeros cenizas se echaban, no todos por tristeza, sino por el doblego de sus planes y el foso de la avaricia; Pues más amaban la unión y consigo las riquezas del hijo del rey de Skye... ¡Y tan sólo una semana para que este desembarcara a la boda!
Una altiva y singular sonrisa, como de aquél que se vanagloria de su propia astucia se dibujaba en los labios del demonio, quien con la cabeza gacha y encorvado caminar, escondido bajo el negro lienzo de una capa, y entre la muchedumbre, oculto y tan campante escapaba.
Y sin embargo, era esa sensación extraña, una corazonada en la forma de un súbito hormigueo en la espalda del sujeto misterioso, que al observar detenidamente la escena y los restos de la difunta doncella lo abrumaban y una amarga intriga de él se apoderaban;
Hacía más de cuatro semanas que por diversas fuentes había visto y enterado a cerca de los extraños asesinatos y la desaparición de un apuesto joven de las comarcas colindantes, pero y aunque una parte suya siempre lo buscase, en un principio no hizo de esto mucho caso, pues sólo se trataron de uno que otro campesino, lacayos y simples mulatos que de sus amos seguro se escaparon. No obstante, hubo algo en las muertes que desde hace tiempo llamó particularmente su atención;
—Esa manera de matar... - Alucinado, para sus adentros musitó. Y tan serio, por largos minutos mirando al frente se quedó...
Aconteció así, que ni siquiera largo rato pasó cuando el cuerpo del principal de los relevos a la torre principal del techo, en los confines de su cuarto, colgado se encontró. Pero ni un pelo de Kalen nadie halló.
Aunque entre unos pocos se rumora que de luto y a atento al funeral de lejos, solitario se le vio.
Mil historias en retratos, malas lenguas y canciones quedaron en memoria y para la posteridad de ese fatídico momento. Hordas de mercenarios y espadachines a sueldo sedientos de jugosas recompensas tampoco se hicieron esperar. Nadie mejor que él, testigo presencial y en carne de todas estas cosas, os podría contar el anecdótico relato de las tragedias venideras luego del tumulto y el escándalo suscitado no sólo en los alrededores de los pueblos costeros y comarcas Galesas en los difíciles tiempos que se vinieron después...
Y fue así como, seducido por las materiales ínfulas de vanagloria, emprendió pronto viaje en pos de las noticias esparcidas por viajeros y mercaderes, en dirección a Cúige, situado un poco más al noreste de Ciswy, no muy lejos de los peligrosos senderos de los acantilados de las nubladas montañas de Kall-Armud, donde habitan, según dicen, los da'sacht, hijos de los Laithach, Lianter para los elfos. Y en lo alto de la cima tienen su nido los Aquël, y entre ellas, bajo cuevas emergen en la noche los Thuhir, que como pequeños vampiros sobrevuelan y en las rocas, árboles y la maleza reptan y deambulan como los Ssil. ¡AY DEL POBRE INFELIZ, VALIENTES O MUY ESTÚPIDOS DESAFORTUNADOS QUE TUVIESEN LA OSADÍA DE AVENTURARSE EN SOLITARIO POR ESOS PÁRAMOS DESCONOCIDOS, PARA NO VOLVER JAMÁS! ¡PUES SUS CARNES SERÍAN DEVORADAS, O BRUTALMENTE PROFANADAS Y SU SANGRE ALIMENTO DE TODO TIPO DE ABOMINABLES ESPERPENTOS!
Noticias que lo llevaron tres semanas más tarde en dirección a la gran biblioteca de los registros en la plaza pública de Muriell, en Cúige. Sagrado recinto de conocimientos de las guerras antiguas, guiado hasta allí entre su inicial travesía en el mercado de los esclavos y más tarde llevado hasta las calles cercanas al atrio de los archivos, lugar donde tenían sus despacho todos los escribanos, pero a puertas cerradas y a precio de oro, en algunas trastiendas y subterráneas cámaras de la misma biblioteca, podéis encontrar todo tipo de materiales y libros con recetas de brujería, y echar un vistazo a las supuestos ejemplares clandestinos, traídos de Ionia, Isindireyya y Meteora, dejados y celosamente guardados por los viejos maestros, todos ahora muertos o absortos en la locura que muchas veces conllevan abismos de los saberes prohibidos.
Y entre todos estos hubo tres que llamaron asombrosamente su atención; "El libro de los muertos de Thot", "La danza de la muerte; Canciones y leyendas de los Flaurus", y "El grimorio de la espina negra", estos dos últimos redactados por un allegado seguidor de la bruja Morgana y una recopilación de extractos de las notas de cierto árabe que según supo en anteriores viajes, terminó por suicidarse no muy recientemente. De los cuales, hubo un relato incompleto que de veras de interesó, y también una página alguien, sin duda alguien lo bastante conocedor, sabiamente arrancó. Negando con la cabeza, para sus propios adentros eso le divirtió...
Luego de revisar las inscripciones entre líneas y al reverso de los mapas, no tardó demasiado en retornar su investigación que tres semanas después terminó por llevarlo a los vestigios de la extinta capital del imperio Rha'z. Y puedo ahorrarse cinco días de camino si tan sólo hubiera doblado por el atajo a orillas de las hirvientes aguas que corren en el riachuelo de Gor, entre los altos montes de Creag-Dhragon, pero no lo hizo.
Sino que siguió cada uno de los pasos del malvado perpetrador, y con ello por las extensas cordilleras se Heinem se adentró. Donde muy tarde se enteró que, con cuatro días de anticipación, con las manos manchas y robando un caballo esa misma noche se marchó. No obstante, testimonios de dos muertos y una mujer enorme recolectó, y el muro de la casa de baño se rompió. Algo que sin duda y con una ceja levantada, minucioso inspeccionó.
Y al tercer día, luego de rebuscar entre los pergaminos y la pila de documentos, valiéndose de engaños y de sobornos para el corrupto secretario, consiguió llevarse consigo una copia de las cartas, manifiestos escritos del antiguo verdugo de Orestes, alguna vez cercano al elfo Ingwë, fundador de la no tan extinta secta de adoradores de la antigua serpiente Katar. Y por más que insistió y de preguntas sobre la visita del que buscaba, lo atosigó, respuesta que complaciente no encontró.
Sin más tiempo que perder consiguió recopilar más datos sobre el reciente atraco al parar en la taberna, más abajo en cierto pueblo cercano al pie de la montaña, que produjo dos muertos, lisiados y la amenaza de un posible regreso por esos lares. Y a pesar de que al principio no fuera para él de mucha relevancia, le resultó imposible ignorarlo. Pues viajero o no, era de lo que todos hablaban y aunque uno quisiese, se enteraba. Así como del juramento de venganza que como iluminada por la divina providencia o con boca de profeta con gran odio los guerreros declaraban.
Y entre alardes de valor y la soltura en su confesión, hubo algo que sin duda en las confesiones de la dama y el tendero que, aun de postura encorvada, debajo de los pliegues de su capa y con la vista absorta en el oscuro reflejo de las velas y el humo de su cálido aliento impregnar al confuso espejo que proyectaban las ondas generadas por la vibración en el alcohol de su bebida, al empuñar nuevamente las agarraderas del tarro;
Una mujer de gran estatura y elegante porte. Enorme, tan fuerte como una montaña... Y bella como sólo lo puede ser el alba, que contoneaba las caderas y dichosa entre risas con los mercaderes bromeaba y hasta se regocijaba, al tiempo que sutilmente se levantaba las enaguas y se acomodaba de mejor manera el cinto con la espada.
¿Quién hubiese sabido que cruel sentencia a manos de ese bribón le esperaba?
Y todo esto, él atentamente escuchaba, a su vez que estos con unos cuántos guardias reales comentaban.
Fue así de la barra se levantó, y esa misma tarde partió hasta las sendas orientales, en dirección a Zed-Higar, destino intermedio, antes de llegar tras las puertas de Ann-Annon. Sin embargo, y a pesar que por muy poco se les adelantó, fue por los concejos de la criada y esposa de un cazador que supo de la más reciente desaparición, así como advertencias de viajeros y pregones, no muy lejos del pueblo donde había alquilado alojamiento.
De ese modo su destino inesperadamente se torció, esta vez en rumbo a los caminos que llevan más sur, hasta llegar por a Tricasses; Eso sin antes haber hecho forzosas escalas en respectivos pueblos y aldeas, un tanto para el descanso de su entumecido cuerpo, pues el frío naturalmente le debilitaba sus fuerzas y calaba los huesos;
Curioso es, luego de un largo y el más esplendoroso de los años de júbilo y derroche, donde abundaban todo tipo de excesos sin inhibiciones, flores de cortejo y clandestinos ardores, época de los amores, como también de los bastardos que pasarían luego a llamarse entre los ancianos de estas generaciones como "los buenos tiempos", y el inicio de "los malos tiempos", "El año del invierno largo", donde la comida escaseaba, las agonías venideras al sueño de la hambruna, la muerte y la enfermedad eran cosa de todos los días y las madres secretamente a los infantes se comían, o bien, a los más pequeños como esclavos, a alguien que pudiese alimentarlos los vendían. Algunos nobles incluso a los perros se comían y por menos que una pieza de pan o retazos de pellejos y menudencias de carne las doncellas y algunos varones, a cualquiera se ofrecían.
A menudo es el pueblo que sufre por más tiempo las desgracias de la mala decisión y codicia de sus gobernantes. Era como si de entre el polvo de la tierra, el clamor de los huesos de la princesa hubiese sumergido a más que a su pueblo en el más crudo de los letargos, donde la tiniebla proliferaba y la sed de Morrigan de pronto se incrementaba, y la ira de los Dioses, hasta las copas se colmara.
Allí obtuvo uno de los primeros bocetos que más tarde pasaron a ser exhibidos en el centro de las plazas públicas, a la entrada de los pueblos, o bien divulgados por la boca de voceros, guardias y los bardos. Con cautela y disimulo, tuvo la oportunidad de escuchar las alianzas y secretas reuniones entre mercenarios y ladroncillos de poca monta, que entre todos se planteaban rutas y estrategias mientras los altos discutían con incrementar aún más el precio a su cabeza.
Y aconteció que, por las malas nuevas y rumores sobre macabros avistamientos en Thuroth, se vio obligado a partir con otras dos malditas semanas de camino, pudiendo correr el riesgo de caer enfermo o no, ya que las bajas temperaturas enserio le afectaban, había ocasiones en que como un tísico carraspeaba, pues la garganta se le resecaba, la piel como que se le azulaba y los miembros congelados constantemente se amorataban. Mucha gente, al ver a uno tan flaco tambalearse, creyéndolo tuberculoso se espantaban y de lejos lo trataban, a un lado se hacían unos a otros cuando pasaba, y eso a él en gran manera disgustaba, debido a que la investigación le dificultaba.
Pero, nada que sentarse junto al fuego, unos tarros de gros o tal vez zambullirse un rato en agua caliente, tan sólo en un par de hora lo regresasen temporalmente a una relativa normalidad. Pero queriendo o no terminó por enterarse de todo lo que quería había de saber a cerca de los estragos suscitados en la noche donde la malicia humana, así como la ira y el dolor de la más grande de las miserias estalló y al mal despertó. Y fue con los moribundos, únicos que en ese tiempo que sin miedo se acercaban y a cambio de la cura de sus dolencias con el amarguísimo néctar de sangre azul, no necesitó de mucho en realidad para que le dijeran lo que anhelaba escuchar.
No dudó en salir con el rozar de los pálidos destellos a primera hora por la mañana, pues el camino era largo y mejor es aprovechar el tiempo que os brinda la luz que quedarse a merced de las tinieblas. No le sorprendió en demasía encontrar aquellos retazos de tela aún prendidos a la punta de las gruesas ramas y copas fracturadas de los troncos, que, y empujadas por el soplido de los vientos entre la nieve se escarcharon y en silencio agonizaron, trozos de cuero humedecido y los posibles restos de lo que una vez fue un arco y regadas flechas del extraviado carcaj. Y a la vez que de cuando en cuando se agachaba y el manto nevado una a una encontraba, y sin saberlo.. A un oscuro y misterioso sendero lo guiaban.
Sin embargo, al desviarse con ligereza por el boscaje, que llegó a toparse de cerca con los acantilados que daban consigo la borrosa vista al congelado arrollo al fundo del hondo y empinado barranco. Fue cuando caminando, con algo tropezó. Y al otear el plateado destello de un brillo metálico lo que la intriga despertó. En cuclillas por unos segundos permaneció y sepultado entre la nieve, de varios días... algo muy especial se encontró. Y una ligera sonrisa fugazmente en sus labios se formó.
Luego de guardarlo entre sus cosas, por la cuesta con sumo cuidado descendió, más nada lo suficientemente relevante encontró. Con pocos días de retraso, y muy tarde se enteró del terrible asesinato de la curandera en una de las aldeas colindantes a Thuroth, así como de la captura y el apresamiento del supuesto descuartizador en los calabozos de Äirne Benn. De igual modo, también y casi al mismo tiempo de otro cuerpo hallado en los andares rumbo a las tierras del norte. Más de uno al saber esto se asombró y él no fue del todo la excepción, y bien cierto es que esto por largo rato sus cuestionamientos confundieron, Incluso hasta en infiltrarse y realizar una secreta visita e intercambiar un par de preguntas con el llamado asesino de doncellas, se planteó. Pero nada de lo que pudo haber hecho o no sirvió de mucho, pues, justo cuando se encaminaba a ello, el destino sus planes nuevamente frustró. Esa misma noche, el brujo de la cárcel con cuatro de los más peligrosos reos.
Noticias, más noticias al poco tiempo a cerca de emboscadas, violentas muertes y familias masacradas, mujeres y niñas calcinadas o bien descuartizadas, y del precio de los designios de estas almas desalmadas. Así como del arresto y acribillamiento de algunos de estos, no por boca del pueblo, sino de uno de los principales responsables del despliegue de todo esto;
Viéndose mareado, en el medio de una compleja encrucijada. Le siguió así la pista por varias semanas más; Y mientras en silencio, con las manos enfundadas bajo los pliegues de la ropa, o bien, tiritando se abría paso entre la fronda, en el mutismo de esos cálidos suspiros muchas veces se detuvo a pensar, puesto que no le faltó tiempo para detenidamente meditar si en verdad no cometió un grave error y el posible rastro perdió.
Pero al hallar la pluma blanca en el cadáver de la doncella... Supo que había tomado el camino correcto...
Y a su vez que éste al asecho estaba; Asmos a pie tranquilamente andaba. Y en la soledad que siempre y guardando un decoroso silencio, a su espalda más de una vez le acompañaba, y los recuerdos le abrumaban. En ocasiones encontraba bastante interesantes algunos rasgos de los humanos que le intrigaban, a pesar de considerarlos como por mucho muy inferiores, débiles y de extrañas costumbres. Algo que sin duda, muchos de su misma raza no se atreverían a admitir jamás.
Devolvió nuevamente con nostalgia la vista a la cara de la luna, que, sobre las altas copas, entre pinéas, hayas, abedules y robles, majestuosa, encima de los montes como una candela ella se alzaba y a los hijos de la noche señoreaba, antes de perderse entre la bruma y volverse uno con la nada.
Una extraña mezcolanza de osadía y la maravilla fue articulada en el fulgor de su mirar. Y fueron los aires que constantemente del capuchón del manto, la cabeza le descubrían; agraciado era su afilado rostro y rubios los escharchados cabellos, que, un poco más crecidos le caían por debajo de los hombros, dando la ilusión de seguir permaneciendo blancos. Hechizante el negro abismo de las pupilas de sus ojos, así como la gentileza que adornaba al contemplar las cuencas de esos orbes como el cristal, aunque de gentil no tenía nada. Y si os preguntáis si en verdad la amaba, misterio es y misterio sea tal vez por siempre, pero en verdad os digo que ni siquiera le dedicó ni una última mirada.
Fue de ese modo que, mientras uno se alejaba, el otro su trote aceleraba y a manera de un felino de los gruesos troncos se aferraba y ágilmente de las ramas más fuertes, cual mono se agarraba, o bien, prolongados saltos entre las copas altas daba. Era el apresuro de sus pasos, así como la fiera determinación prevaleciente en el vislumbre de sus ojos que, entre la opacidad de las sombras y el silencio sepulcral, tan discretos vigilaban.
No obstante, era esa pútrida y demoniaca esencia que a veces a Asmos impregnaba y su sentido agudizaba; Pues desde hace buen tramo le escuchaba. Y aún de espaldas, con la mirada al frente atento al mecido de las hojas, el crujir de la madera y el nítido sisear de los pasos en el arrastre del calzado, él estaba. Y sin embargo, los párpados cerraba y tan lentamente su pecho ensanchaba, si se concentraba; Inentendibles susurros de una voz notaba y hasta los suspiros captaba, y eso de gracia le llenaba;
—Así que .... – Y no hubo más que una arrogante sonrisa articulada de las fauces del demonio, al tiempo en que desenfundando con disimulo su daga, la vista tranquilamente volteaba, para toparse de frente con la mirada fría de aquellos inexpresivos ojos rapaces que, como dos fantasmas que ante él, de la penumbra emergían y sus poros nuevamente erizarían, puesto que mejor que nadie le conocían.
Descendió así, con la cabeza apoyada en una de las rodillas. Y era ese viejo manto lo que su delgado cuerpo le cubría y su rostro parcialmente de Asmos se escondía.
—V'yíen y v'yíen... –Rompió el silencio por fin la criatura, quien por sutiles instantes detenidamente a observarlo se limitaba y titubeando, palabra al verlo tan de cerca, con gran asombro apenas palabra pronunciaba, y sin embargo... negando con la cabeza, gustoso le miraba. —Oh, vaya... Con que seguís con vida. - Pero cuando este se reincorporó, Asmos un largo paso retrocedió.
—Honestamente... – Y fue al mismo tiempo que se levantó, que la brisa invernal su cabeza descubrió; Esculpido era su afilado rostro y rubios los abundantes, como lizos cabellos que le caían por apenas encima de los hombros. —Estoy sorprendido de que no os hayan matado antes – hizo una pausa, al mismo tiempo de que a la izquierda involuntariamente, discretamente se volteaba. Y esas azuladas pupilas en la nada se clavaban, y en su semblante siempre inexpresivo se reflejaban, como quien ve algo más allá que una simple enramada, o tal vez el enigma de secretas añoranzas. —Siempre creí que habíais muerto de una buena vez... – dijo con desdén.
—¿Y ahora qué? ¿Venís de hablarme de cuántas noches pasasteis en vela pensando en mí? – habló el demonio, un tanto burlón.
—Tampoco os ilusionéis. – Contestó. A su vez en que, rebuscando entre el manto, de sus ropas un objeto las manos le entregó. —Veo que os gusta mucho la comida fina...
—Ay, Lucifer... - suspiraba. Y mientras la plateada y decorada campanilla como un péndulo de la delgada cadenita colgaba, un delicado tintineo mecido por el viento resonaba. Y era la inexplicable como socarrona sonrisa que en Asmos se formaba.
—Lo obtuve de uno de mis viajes a Gales, obtenido de primera mano con el soborno de uno de los guardias esa vez que me infiltré en los aposentos de la princesa. – y tan sólo para avivar viejos rencores —Y la muy puta no notó la diferencia... hasta creo que se la pasó mejor. – Era la mofa, así como la pizca de ese amargo veneno en la aspereza de su voz. El otro solamente se rio;
—Está bien-.. lo admito. ¿Pero qué os puedo decir? – por un momento, y para recuperar el aliento calló. —Hay algunas cosas que ni el exilio quitan. – no obstante, era la ira y el desprecio latentes en el articular de su mirada. —Bueno, no es como la última vez, al menos esta vez ella sí me dejó entrar por la puerta de en frente.. – y como una daga punzante, le volvía a pinchar en la vieja herida sangrante. Y ante ello, lucifer se disgustó, pero en silencio permaneció, precavido, ante cualquier ataque, la navaja oculta bajo sus ropas apretó;
—Ya, basta de bromas, Asmos. - musitó.
—¡Pero por qué tan serio? – Pero el demonio, notando todavía la acrecentada molestia prosiguió —¿Cuánto tiempo ha pasado sin vernos? ¿Quinientos? ¿Mil? ¿Cinco mil? ¿Qué tal si os invito un buen trago y me contáis como lo habéis pasado todos estos años? – y justo cuando este lentamente hacia él avanzó, y con una sola mirada de esos ojos azules, le fulminó. El demonio blanco se estremeció, pues a su ira le temió. —¡Oh, vamos! No me digáis que seguís enojado por acostarme con vuestra novia. ¡Superadlo, Lifer! – Así era como solía a llamarle a su ex compañero de tropas en los tiempos de la guerra, y a modo poco menos cariñoso entre todos aquellos, para abreviar su nombre completo. —¡La zorra se follaba a lo que fuera! ¡No por nada decían que si la espada tuviese...! ¡Esperad! ¡Si la espada se la enterré yo! – y tremenda risotada la que en sus fauces apenas contuvo, y sin embargo al verse de frente con el labio partido y la rojiza marca yaciente ahora en el ardor de su mejilla derecha por la bofetada de Lifer, su garganta titubeó. Pero sabiendo que su cometido logró, gustoso la recibió;
—Siíl az yrezrel khar you zehir, Az zeh tholier kif mäih fëroh seo myar... - No obstante, herido y con la mano puesta en la parte lastimada, desafiándolo, su veneno esparció.
—Lucidla como os plazca. Al grano, no tengo tiempo para esto. – enaltecido, con repugnancia ciertamente lo miró. Y por muchas cosas ocurridas incluso mucho antes en su turbulenta amistad, sólo un viento fuerte bastó, y ni vestigios de lo que fueron alguna vez quedó. Y desdoblando el arrugado papel, en la cara se lo mostró. —¿Habéis oído hablar de él? – interrogó.
Y al contemplar los grabados y el detalle del boceto, su lengua se cortó. Y el habla por un segundo enmudeció, mas fueron las llamas del odio y singular resentimiento el que su alma en ese instante consumió;
—¿Qué? ¿Lo queréis tanto, Lifer? – Sin embargo, fue aquella irónica que con gran desprecio en los labios esbozó. —Más de uno reclama por su cabeza... – rio un momento para sí. —Una buena ¿No lo creéis? -inquirió, a modo de sarcasmo. —Un excelente chivo expiatorio, si es lo que queréis decir. Aunque... - hizo una pausa, al tiempo en que la vuelta se dio y la melena se acomodó. La espalda súbitamente le dio, y con él lentamente, entre la nieve caminó y derecho, aún más en el bosque sumergió—Yo no lo buscaría tanto por asesino, sino por verriondo y por mirón. – y con tan sólo acordarse, el ceño frunció, los párpados por un segundo cerró y los puños apretó. Era la molestia, así como el hartazgo en el tono de su voz. Lucifer, ante ello se extrañó y de reojo lo miró. —Larga historia, Lifer. – Y por más que seguro estaba de que tal vez su acompañante nada de esto del todo comprendería, o la razón a cerca de su comentario. Cierto es que tampoco gozaba del mejor humor para contársela. Hastiado, simplemente suspiró. —Lo vi por última vez, hace como dos meses en los caminos que llevan a Äirne Benn, si es lo que os interesa tanto. – sentenció. —Logré que me perdiera el rastro. Digamos que.. un señuelo no sentó mal. Ya sabéis... El clásico truco del anzuelo para mantenerlo por un tiempo ocupado. – De barbilla firme y labios temblorosos, profundamente respiró y de nuevo continuó. —Maté a una campesina como siempre lo hago y la dejé tirada en el bosque... – explicaba, al tiempo en que hacia este se volteaba. —¡Pero mirad! El secreto es que de ella no tomé nada – le dijo, refiriéndose al rostro y la esencia de su alma. —Supuse que buscaría a una chica en esos rumbos que cumpliese con dichas características, por eso en cambio yo busqué después a... Un hombre, no hui. Otra desaparición sería muy sospechosa, así que... Suplanté su identidad por algo de tiempo, y cuando fue el momento indicado... Me largué. – relataba, manteniendo consigo cierto aire de presunción. Le fue casi imposible soltar una que otra risilla, de alguna manera todo esto le causó algo de gracia. —Y aquí me tienes ahora... ¿Y sabes qué es lo más gracioso? Que yo no tuve que hacer nada, el imbécil fue el que se metió la soga al cuello solo al tomar el arma y ser descubierto con el maldito cadáver...
—Ya veo.. – con calma contestó. No obstante, era una ligera sonrisa lo que al mirarse las caras en el rubio se formó. Se limitó a apreciar la leyenda y el monto de la recompensa que yacían abajo del dibujo. Y mientras atento le escuchaba, en su mente, como quien siente un mal presagio, estrategias sobre ello reflexionaba. —¿Tenéis idea de dónde puede estar?
—Os acabo de decir que hace dos meses lo perdí. – poniendo los ojos en blanco, con total calma respondió.
Mas, era entre el susurro de los vientos y el silencio sepulcral que el gruñido de una voz entrecortada, sobre la roca apenas y se escuchaba. Y como una bestia nocturna, esbirro del abismo, un hijo de las sombras tras la maleza asechaba, de las ramas se agarraba, pues de la empinada cuesta sus botas resbalaban. Y sigiloso en lo alto a su presa vigilaba...
—Y aunque lo supiera, no creo que quiera salir en un buen rato. – El demonio blanco, hablando continuaba. —No sois el único que busca su cabeza, Lifer. La guardia real, los magos, todos los mercenarios... hasta en las fronteras de Avalon, los elfos lo andan cazando...
—... –No dijo nada, para este punto, ya no sonreía. Sino que en sus adentros mil conjeturas deducía, al tiempo que hubo algo que al vislumbrar entre la ventisca y el zarandeo constante de las ramas, los huesos tiritaban y sus poros erizaban.. —Pues creo que deberías comenz..- y cuando seguro del todo estaba y señal de alerta daba. Fue el filo de una flecha lo que su hombro derecho atravesó, y de no haber sido porque a tiempo se movió y la segunda a su compañero bajo el muslo le dio. Asmos repentinamente desequilibrado, y por el impulso de Lifer, al suelo de inmediato cayó.. Y Walter de las penumbras rápidamente saliendo tras de ellos, con arco y flecha se le vio;
—Nos volvemos a encontrar, ladrón de cuerpos... – Con voz calmada, pero de ojos enfurecidos le miró. Dark entonces de reojo a Lucifer vio, y antes de que se le ocurriera siquiera su arma desenfundar, la muñeca, junto con la cadera prensó.
—¡Oh! Mi viejo amigo, el cazador... – no obstante, y a pesar del dolor. Con ambas manos al suelo para tratar de levantarse se apoyó. —No sabía que me extrañabais tanto...– y mientras de reojo le vio, con sarcasmo y entrecortadas risillas. Esto al mercenario, sin duda en gran manera molestó y otra más a la pierna del demonio disparó. Asmos, por su parte, los rasgos consternó. — Espero no os hayáis puesto celoso – se mofó —¿Sabéis? Yo tampoco me he olvidado de vos...
—¿Pensáis seguiros riendo? - Otros dos flechazos a la espalda le dio. Lentamente, hacia estos sin bajar el arma caminó. Pero Asmos continuó;
—¡Oh, vamos! Sabéis que voz sois mi salvación...- con ironía comentó, refiriéndose a la situación de su inculpado acosador. —Ella sólo fue una simple diversión – Y mientras tanto, ahí yacía él.. de espaldas tumbado, apenas girándose para tratar de contemplarle en su máximo esplendor. Fue de este modo en que a lifer una mirada de complicidad fugazmente dedicó. — Az thiriv siah nkor... - Jadeante, apenas y susurró. Era el temblor de sus miembros, así como la sangre que goteaba de sus labios, pues le habían traspasado el estómago. —Sólo... - un quejido lastimero de sus labios evocó. —Recordad los buenos momentos... acordaos de nuestro encuentro en el baño...- Y no hubo más que cierto aire de sorpresa, así como del asco y consternación que en su agonizante amigo al verlos resplandeció. Sin embargo, cuando el hechicero lo suficiente para asegurarse en atravesarle la cabeza y matarlo de una vez por todas, sacando otra flecha del carcaj se acercó. El demonio se burló. Acto seguido, las piernas súbitamente abrió. Esto a Walter, quien de pie estaba casi encima suyo, sin duda desequilibró y tambaleó.
Valioso segundo que Asmos no desaprovechó, y rápidamente una de sus extremidades hacia arriba levantó, y una patada trasera en su entrepierna le propinó;
—Nada personal, amigo...- Débilmente pronunció. Y aunque en gran manera flaqueó, pues a la cadera también le disparó, aún poseía atisbos de fuerza suficiente para obligarlo a retroceder.
El cazador, por su parte, apenas y consiguió reaccionar para bajar el golpe, haciendo uso del arco, tomar su pierna y estamparla en las rocas bajo la nieve. Por causa de las lesiones, la pérdida de sangre y el hecho de que la articulación en el anca era un punto importante para la movilidad de las partes de abajo, lastimó. Al demonio debilitó, eso no significa que el daño, aunque mínimo, no recibió.
Y sin embargo, gracias a esa pequeña distracción que Lifer con la otra mano, la flecha incrustada en la palma de un solo tajo se arrancó. Y no hubo más que el contenido aullido de dolor que entre dientes reprimió, así como el llanto que de sus mejillas entonces resbaló. Fue así como rápidamente a la pierna de su enemigo, cual serpiente a la pierna izquierda se aferró, hacia sí para desequilibrarlo lo jaló y la misma punta, en venganza por el costado le enterró. De este modo, por la nieve se arrastró. Puede que la vida no lo hubiese dotado de la fuerza propia de una criatura como Asmos, pero si era mucho más veloz...
El hechicero se retorció y con sorpresa las pupilas achicó. No obstante, su ira no frenó y con el demonio forcejeó; como pudo, de un codazo con la zurda lo golpeó. Pero este, aunque desorientado del arco con la izquierda se agarró, y con tan sólo empujarlo, con gran fuerza lo estrujó y el cuerpo inferior se rompió. Pese a ello, aturdido y desorientado, debajo del abrigo y los pliegues del largo de su capa, tal cual era ante el mercenario en un segundo se mostró y de reojo su verdadera forma le mostró. Dark con la punta de la articulación, sobresaltado, dio otro empellón. Pese a ello, antes de alejarse, la punta de sus garras Lucifer le enterró, y el tejido de la pierna consigo desgarró...
En cuanto a Asmos, simplemente para tomar un poco de prudente distancia se arrastró. De igual manera y diferente a la vez, luchaba a su manera por no desfallecer, aprovechando repentinos y valiosos instantes para tratar de respirar, tarea que se le había vuelto más complicada. Pues comenzaba a sentir que se ahogaba en su propia sangre, la cual estaba vomitando con desesperación y sus manos rompían, o bien empujaban hacia adentro el astil de las flechas que lo habían perforado, teniendo que meter los dedos en la herida, aumentando el suplicio. Un método extremadamente tortuoso, pero efectivo para retirárselas y conseguir que el líquido hemático fluyera y los coágulos se formasen para acelerar el proceso de regeneración. Finalmente logró quitarse dos o tres, dejar que Lifer lo matase, funcionó como una buena distracción. Le darían por lo menos algo de tiempo para pensar, aunque no lo suficiente para coger el aliento necesario;
Y mientras esos dos forcejeaban, el demonio blanco seguía escupiendo sangre. Aprovechando para cargar los pulmones todo lo que podía.
Y cuando Dark la daga entre sus ropas desenfundaba y el demonio sin miedo, en el suelo con cuchillo en mano, con la mira fija en postura defensiva para enfrentarlo se preparaba. Fueron voces del infierno, seguido del destello de una luz cegadora, así como el rugido de un estruendo lo que resonó a la distancia;
—¡Bajad vuestras armas! – Y en tan sólo un par de segundos después, les fueron audibles los cascos de los caballos, el tintinear de los metales junto con el chocar de los aceros, para luego verse emboscados y en semicírculo acorralados por una horda de soldados de la guardia real...
Fue entonces cuando Lucifer, en una última jugada, y antes de que alguien hubiese notado las azuladas escamas que de la mano le emanaban y con la ropa y la negrura de la noche a la luz de las candelas, apenas y camuflajeaban, así como de las garras con las que el puñal empuñaba, rápidamente adquirió de nuevo forma humana. Y eran los abundantes cabellos que, enmarañados, cual flequillo la frente le tapaban y el tercer ojo le ocultaba;
—¡Ayudadme os lo suplico, que me ataca! - Dijo él para persuadirlos.
—¡BAJAD EL ARMA! – Era la orden de la mujer del caballo que a los guerreros comandaba; Fiero su hermoso rostro y largos los ondulados cabellos que bajo su casco encima de mis hombros desbordaban. A su izquierda Aldair, Sir. Kenneth y Douglas estaban, mas si miráis a su izquierda encima de corceles blancos un viejo y un joven se hallaban; Vestido de pieles de zorro, túnicas verdes con flores de hilos plateados, ataviado de joyas, un dorado Lauburu de su pecho colgaba y con dedos enfundados de varios anillos portaba. Mientras que el otro, opacas ropas y un libro en las manos llevaban. Lady Meredith con ellos custodiando cabalgaba.
Y al verse sitiado y por una docena de arqueros apuntado, no tuvo más opción que tirar la navaja y maldiciendo para sus adentros poner despacio las manos en alto;
—¡ME RINDO! – y asombrando a todos, cuyas caras sorprendidas y ciertamente confundidas por un segundo discretamente se miraron, mas fue la malicia que en él inmediatamente sospecharon...—¡POR LOS DIOSES OS LO JURO, ME RINDO! – ya se había escapado en peor estado de la cárcel, ¿Qué más daría volver a intentarlo otra vez?
—¡PRIMERO APRESADLE! – dijo ella. De este modo, y aunque nerviosos tres fornidos guerreros, unos por mandato, otros al frente simplemente empujados; Armados con lanzas, arco y hacha. Y entre ellos al frente, iba Ingrid, hija de Nahb, hermana de Kaellen. De entre todos la más valiente, no se turbaba ante el asecho de las bestias o del letargo más oscuro, como tampoco de él ni de nadie. Le fue dado, pues, la tarea de ser la primera en acercarse, y rápidamente por la espalda rodearla, para poder sujetarle y encadenarle.
—¡Postraos! – Ordenó la guerrera. Al tiempo en que su diestra lentamente rozaba el hombro derecho de Walter, mientras los otros de frente todavía caminaban y a distancia rodeado con las flechas le apuntaban...
Sin embargo, fue al jalarle de las ropas cuando este hacia ella se volvió y una macabra sonrisa, a su vez de un fuerte codazo a la cara, hacia adentro, del lado contrario, que lo tomó, eso por un instante la mareó, pudiendo rápidamente y en menos de siquiera un segundo su brazo ligeramente levantó y bajo para meterse se agachó, quedando así de tras de ella. Su diestra velozmente sujetó, mientas que, con la zurda, su cuello enganchó y apretando con más fuerza hacia atrás a su rehén jaló;
—¡QUE NADIE SE MUEVA O LA PUTA SE MUERE! – amenazó. De la misma forma que al tronco de un árbol la columna rozó.
Y no hubo más que la turbación, el enfado, la pena y el estupor. No obstante, y aún previendo que algo como esto pasaría, su líder tuvo que tomar una difícil decisión;
—¡DISPAREN! – y docenas de flechas fueron lanzadas al tenor del compás de su voz.
Walter, usándola como escudo con ella inmediatamente se cubrió y fue de este modo que Ingrid se murió. Jamás se supo con exactitud que fue exactamente lo que la mató, si las estocadas que penetraron la armadura, traspasando su carne y su corazón, o el relámpago que con el extender de sus manos Cerdrick, el viejo mago invocó. Pero de lo que segura estoy, es que al joven Kaellen hasta el final de sus días esto remordió y nunca, ni a nadie, se lo perdonó.
Un lamento, loco de ira y muerto de dolor a los cielos clamó, y un conjuro de su libro, sollozante recitó; y parte de unas gruesas raíces de los árboles de la tierra surgió, y bajo ella su camino rápidamente prosiguió.
Sin embargo, el brujo oscuro, alcanzó a atisbar cuando el hombre mayor sus brazos levantó y haciendo ademán de quien se aferra a un arma invisible, en la punta de los dedos enfundados de oro vislumbró, como destellos de una gran luz a emanar empezó. Y consciente de esto, este de inmediato, y escondiéndose tras el griego árbol, se escondió, ya a la hora en que el trueno contra la madera impactó. Y como alma que lleva el diablo, aun cojeando huyó. Pues temía de los hechiceros que con los guardias descubrió.
Pese a ello, eso a los caballeros sin duda enfureció. Y fue a Sir. Kenneth a quien más esto indignó, de este modo, galopando con Aldair y su señora, Lady Bryenna se les adelantó. Cuando apenas su figura entre la maleza a lo lejos distinguió, la jabalina con fuerza le lanzó.
Si bien esta al blanco acertó. Fue debido al frío, la noche y niebla espesa, lo pedregoso y grumoso del terreno, o posiblemente el desequilibrio que a veces provoca montar a caballo, a medida que aumentaba la distancia, el lanzamiento desaceleró, esta al menos al tocar su espalda lo lesionó. Fue la cota de malla que, estropeada morir ahí mismo lo salvó.
Creyendo haberlo matado, Bryenna aceleró y de todos para buscar como rodearlo se separó. Pero nada encontró. No obstante, este aprovechó todo a su favor y entre los arbustos o tras los troncos para embestirla se escondió, y con la misma lanza que uno le lanzó, cuando ella bajaba por la cuesta este de frente, tras de un árbol salió y la picó. Pero ella percatándose de ello, a duras penas lo esquivó. Con todo esto, por supuesto que la desequilibró y del equino cayó, y este asustado corrió. Dark pensó que eso a lo mejor le serviría al resto de la ropa como distracción.
Y aún en el suelo, no le temía ni a la muerte ni al dolor, pues tumbada de lado, como un tronco a la derecha giró, y un segundo ataque evadió. Saliéndose del blanco, y teniéndolo ella tomando ventaja de eso, la pierna extendió, y con el empeine debajo de la rodilla izquierda lo pateó. El hechicero se desequilibró, pero no flaqueó. Este de inmediato a ella vesánico se volvió y contra suya arremetió. No obstante, esta aprovechó y con una defensa media la trayectoria de la lanza desvió, y tomándola con firmeza, sujetó. Con él por ella forcejeó, hasta que por fin comprendió que sería inútil contender con un hombre tan terco como él. Y fue de e este modo de la propia fuerza de Dark se aprovechó, pues mientras el hacia así la jalaba y tratar de darle por fin trataba, esta queriendo desarmarlo lo esquivaba;
Decidió entonces que lo mejor sería valerse de aquello y ligeramente tirar de ella, para con sus manos empujarla hacia él mismo, haciendo que la culata del arma lo impactase y con la mandíbula chocase, por tal motivo ella lo desorientase y aunque no se la quitase, al menos le diese esos valiosos segundos para alejarse y pensar como diablos reincorporarse.
Fue así como la fémina dio un segundo y tercer golpe para que el agarre aflojase y esta pudiese la lanza arrebatarle. Cambió rápidamente de esta forma la postura con la que la tomaba, para hacer que el filo a él por fin le apuntara, aunque torpemente, apenas y pudo picotearle ligeramente en los testículos para amenazarle, al menos eso le daría tiempo para todavía más apartarse y rápidamente levantarse.
Y cuando ella de una vez estuvo por todas, teniéndolo arrinconado, adolorido y con la boca sangrante, dispuesta para con la punta la cabeza atravesarle. Fue la luminiscencia cegadora, así como el retumbo de los relámpagos dirigidos a ella para, y después argumentando que por error calcinarla viva con él, lo que los obligó a retroceder todavía más. Pues fueron los gritos y los quejidos los que varios de la tropa, preocupados enserio los atrajeron.
El siguiente rayo impactó contra un árbol, y cuando Bryenna abrió los ojos, el tronco y las copas del gran pino había frente suyo caído y el asesino de doncellas desaparecido...
Y no hubo más que el odio, así como esa inmensa frustración de todos al saber que, en la confusión, este de ella había huido...
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NOTAS DE AUTOR;
-Veðrfölnir es una bestia de la mitología nórdica, uno de los cuervos/alcones mágicos de Odin que le servía de mensajero y se sentaba en las copas del mundo de Yggdrasil, si no me equivoco era para ellos como "la tierra de los dioses".
-Uball-Land, en la antigua lengua gala se traduce como "huerto de manzanas".
-El denario, es usada para denominar popularmente una medida (antiguamente una moneda de plata, según tengo entendido que circulaba en la antigua grecia/roma) equivalente a lo que se le pagaba a un capesino/jornalero por un día de trabajo.
- Cuando digo "estoque de caballero", y que quede claro extremistas... no me refiero al uso sexista de esa palabra para referirme a los varones, sino al cargo militar.(y además, las camisas acuchilladas ni los estoques en la vida real se popularizaron, o se pusieron de moda hasta el siglo Xv y esta obra está ambientada como a inicios de del siglo X o XII.... Detalles, detalles.)
-Y aclaro las etimologías de la palabra "árabe", provenientes del griego antiguo "araps" y viniendo desde mesopotamia "arabu", que quiere decir "del desierto".
- Como saben, china, india y egipto fueron de las primeras civilizaciones en existir, que no les extrañe que se hagan mención de ellas, son incluso más antiguas que en la línea temproal donde se ambienta la historia. (y ni hablar de los sumerios, la más antigua ahora conocida. Claro que hubo incluso más..)
- El samhain era una festividad celta en otoño donde se celebraba a la muerte. (y que siglos después evolucionó a lo que conocemos como Halloween)
-da'sacht, es una forma de llamar a los demonios en la antigua lengua gala, así como en mi obra Allëh-Azhot menciono la straducción y un pequeño catálogo de razas de demonios que actualmente he mencionado; Laithach (que en el idioma élfico de J.R Tolkien, era como se els decía a las arañas gigantes), son los descendientes de las mujeres araña. Loh- Aquël, se denomina a las arpías como raza. Thuhir, una forma genérica en el idioma demoniaco para nombrar a los vampiros en general (En honor a Tolkien, derivado de la vampiresa Thuringwethil, cuyo significado en la lengua sindarín es "mujer de la sombra secreta"). Ssill, es como se denomina a los de la raza reptil (y más que razas,s e catalogan por sus características fisicas y su apariencia).
- Los sitios mencionados como; Offa, Cúige y Meteora, realmente existen en la vida real, los dos primeros son lugares en inglaterra (del primero actualmente sólo quedan ruinas) y el segundo, se ubica en Grecia.
-Hago una sutil referencia a Abdul alhazred, en un homenaje a H.P Lovecrafth. Como también a R.R Martin, ya que Creag-Dhragon, traducido del escocés al español significan literalmente "Roca-Dragón". que es un lugar existente en su mitología, canción de fuego y hielo.
-Az thiriv siah nkor... en la lengua de los demonios se traduce a "Tengo una idea", la otra frase rara.. es más una especie de burla; "Siíl az yrezrel khar you zehir, Az zeh tholier kif mäih fëroh seo myar...", se traduce como " Y quiero que lo sepas, usaré esto como prenda de honor!" (y homenaje a Cersey Lanister).
-El luburú/lauburu, es un simbolo celta que representa al Dios del sol (si no me equivoco). Pero su significado es la luz sobre la oscuridad..
-Skye es una isla, situada entre inglaterra y francia... Creo, pero el chiste es que es una isla inglesa.
Aclaraciones;
Este capítulo si me fue algo complicado, por todos los elementos que fueron integrados, así como el cambio de puntos de vista (y también sirve com un "mini-resumen" de todo lo que ha pasado en los anteriores).
Debo admitir que Lucifer no es un personaje de mi completa autoría (Aunque yo fui la que diseñó su "físico", podría decirse. También aclaro que en aprte, fue un sutil homenaje a mi eprsonaje de una de las sagas de videojuegos (y animes, mangas..) favoritas.. Beelzebumon/Beelzemon, antagonista de Digimon.) Fue en un principio creado por mi amigo y prestado, quien por motivos de anonimato prefiere hacerse llamar Enderman, por no mencionar su nombre real. A quien dedico no sólo este capítulo, sino todo el libro completo (hasta donde va..).
..Y las preguntas prevalecen; ¿Quién es Lucifer y que reelevancia tendrá para la trama este "Enigmático personaje? ¿Qué es lo que verdaderamente prentende? ¿Qué pasará con Dark? Y la más importante de todas.. ¿Cuánto tiempo tardará en recueprarse su pene (Digo.. de tando golpe, desgarre y pinchazos de lanza XD) ?.... ESO AVERÍGÜELO, EN OTRO "EMOCIONANTE" CAPÍTULO DE ..¡sANGRE Y ACERO!.. SU PARODIA PORNO FAVORITA.... XD
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