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Capítulo 5.- Destinos entrelazados, parte tres.

                                                                                         III

Los crímenes del amor;

Al pasar de la noche, cuando la primera luz del alba emergía de entre las montañas, y era el rocío de la mañana el que proclamaba el retorno de Belenus, quien lleno de luz se alzaba al horizonte y su presencia iluminaba todo el valle de Nortfolk, avivaba toda hierba verde y despertaba de su letargo a toda bestia de la tierra, y aunque su calidez aún no se hacía del todo presente ante tan cruda época del año, y sin embargo era la aurora que se vislumbraba por un vaivén bailando graciosamente, alejando a la noche, su mirada entonces asomaba entre las copas de los árboles y se colaba sin aviso bajo los bordes de las ventanas.

Desde muy temprano las puertas habían sido abiertas, tanto para recibir el calor de la mañana, como también para dar inicio sus actividades diarias; Era el humo de las chimeneas, así como el galope de las bestias que poco a poco se hacía constante en las concurridas calles de Thaal, y a pesar de ser un pueblo relativamente pequeño, no lo era el movimiento que en este se realizaba.

Se podía apreciar campesinos, cazadores y grupos pequeños de personas deambular de aquí y allá, gente de todas las edades, niños, jóvenes y a veces hasta ancianos, que al serles despojados de sus principales fuentes de trabajo o alimento, no les quedaba mayor remedio que salir al bosque e implorar por clemencia por el pronto regreso de Ostara, sin embargo incluso el corazón más devoto puede verse palidecido ante las fuerzas de la naturaleza y la voluntad de los dioses.

Así había pasado todo el invierno, la primavera y por el comienzo del verano para Asmos, cuya silueta yacía oculta tras aquellas entreabiertas ventanas, de rostro inexpresivo y labios mudos en calma se hallaba. Había visto muchas veces pasar las cuatro estaciones, espesarse la nieve y los bastos prados galios, incontables veces testigo de la apertura de las yemas de los árboles a orillas del Aliakmon, y brillar el sol desde lo alto de las colinas de Cnosos, y desde entonces nada había cambiado para él, así había sido y así debía de ser. Normalmente se mantenía inmutable ante los cambios de estación, pero esta vez el invierno se le había hecho mucho más largo.

Y allí estaba él; Observante, divagante entre sus más profundos pensamientos, revestido entre el reflejo de as flamas y el silencio sepulcral, era la nostalgia que en su soledad afloraba el recuerdo de glorias pasadas, así como el hartazgo y la frustración, una bruma de los más desagradables sentimientos, y en cierto modo ¿Por qué no?, también algo aburrido.

Hacía apenas un rato que la había visto marcharse en manos de quien sabe que pobre infeliz;

Los leñadores, conocedores mejor que nadie de su oficio, sabían de antemano podrían ser mejores para cortar y cuya madera no estropease a causa de tan crueles inviernos. Así mismo ocurría con los cazadores, y aunque los frutos de su trabajo resultasen de mayor provecho en días más cálidos, también era cierto que no era la primera vez que debían conseguir presas durante los tiempos frío.

Aunque los asunto que tuviese esa mujer con el hombre al cual llamaba esposo, cuya esencia ahora era de su entera posesión, le tenía sin cuidado; Se había levantado desde muy temprano, apenas poco antes del alba, y consigo al blanco demonio con quien sin saberlo el lecho nocturno compartía.

Y no fue hasta ser consciente de sus bruscos movimientos y los sutiles ruidos se hicieron constantes, fue entonces que con lentitud Asmos abrió los ojos; apretaba con cansancio sus párpados y tuvo que pasar algunos cuantos segundos para que sus delicadas pupilas dilatasen y otros más para que se adaptaran a la tenue iluminación de la única vela que alumbraba dentro de la choza, y aunque su naturaleza no le imposibilitase la completa percepción, aún en la absoluta obscuridad, el fulgor, aún por muy pequeño que fuese era dirigido de forma directa hacia los ojos, debido a la cercanía, para luego encontrarse así con una hermosa figura femenina, la cual con apuro buscaba entre las sombras el resto de sus ropas:

Eran sus rubios cabellos los que resplandecían haciéndolos ver como el oro mismo y ante la pálida luminiscencia de la habitación, estos daban la impresión de tonalidades rojizas y cobrizas en su larga y desordenada melena.

Y por un momento no halló palabra alguna, más fue el calar de sus huesos, así como cierta impresión en su mirar, eran los prolongados escalofríos los que súbitamente recorrieron la columna del demonio, quien yacía aún tendido y tiritante sobre el lecho;

¿Os ocurre algo, querida?- inquirió él. A lo que ella de inmediato su mirada se volvió;

Perdón, no quise despertaros. – habló por fin.

¿Os marcháis? – preguntaba Asmos, al tiempo en que la observar inclinarse con ligereza para coger su espada.

Iré de cacería, entre más pronto puede que regrese más rápido. – respondió.―No os preocupéis por mí.– comentó la dama. ―No.., por favor, no os esforcéis demasiado - en cuanto al demonio, lentamente cobraba cierto impulso para tratar de reincorporar los espalda, y sin embargo ella otra vez se inclinó ante él, con el fin de ponerse a su mismo nivel, obligándolo a volver a recostarse. ―Con esas heridas, es mejor para vos descaséis el día de hoy, Juanjo. - era la lindeza en sus facciones, así como la firmeza de su áspera, pero no menos dulce voz que por un instante evocó en ella cierta nítida imagen del recuerdo, y de lo que tal vez pudo haber sido de la ninfa de Mercia, ahora vuelta una con las flores nacientes de los prados a orillas del Dother. ―No iré sola, volveré antes del atardecer...-hizo una pausa ―Os quiero.. – acto seguido, besó la frente de su esposo, para luego nuevamente apartarse.

Asmos decidió limitarse a permanecer callado, viendo en silencio como se justaba el ancho de su cinto, cogió pues su capa, sin antes asegurarse el carcaj a la espalda y de haber tomado el viejo arco que descansaba sobre la mesa. Fue así como por última vez, antes de pasar por el umbral de la puerta su mira volteó para verle, para luego sin más más retirarse.

Y mientras este debatía en diálogos internos, este ya había dado media vuelta, alejándose pues de la ventana. No tenía ninguna razón para quedarse, y sin embargo lo había hecho. Era el dolor de sus heridas el que aún seguía prevaleciente, pero más que las heridas de su cuerpo, estas eran mucho más profundas y difíciles de mitigar en su enaltecida soberbia, error que desde el principio hasta el último día de su vida habría de pagar a precio de sangre; una de las lecciones aprendidas en el calor de las guerras era el nunca subestimar al enemigo por muy débil o frágil que este parezca, y Asmos muchas veces tendió a olvidar.

Y allí estaba él; Aguardando a la espera, se planteaba alternativas, las mejores estrategias si es que quería deshacerse de su perseguidor de una vez por todas, pues temía de que aún siguiese tras su pista, si algo había aprendido muy bien era que hierba mala nunca muere, y el que os quiere irá a buscaros, y vaya que ese bastardo le quería, realmente le quería..

Su atención entonces fue posada al caldero que con anterioridad había puesto al fuego, del cual pequeñas y ligeras nubes de vapor empezaban a brotar de este;

Al verse completamente solo, se vio forzado a tener que preparar su propia comida, ya que su muy querida y apreciada esposa, no le había dejado más que un pequeño cesto con raíces y desabrida carne seca sin sabor o gracia alguna, sin que antes hubiese tenido tomar un trozo y esperar a que la sal de esta se quitase.

Se dirigió así a tomar asiento frente a la mesa, de esta forma había estado haciendo algo de tiempo, y a su vez en que observaba el burbujeo del ardiente caldero, no pudo evitar ver entre las llamas el reflejo de sus mejores años de victoriosas batallas y guerras ganadas, sus angustias, sus anhelos y la vesania de su alma podrida;

Podría decirse que desde hacía ya algo de tiempo que esa era realmente su principal función, pues no había hecho más que ser paciente y aguardar, aguardar a que la mala suerte pasara y el calor de mayo floreciese otra vez, a que el olvido consumiese su memoria y los amargos frutos de su venganza madurasen lo suficiente, podía prever como esto acabaría y el veneno sigiloso de su ponzoña tarde o temprano surtiría efecto a sus enemigos, pero había que tener paciencia, pues un imperio no se creaba en un solo día, ni Troya ardió sino hasta cuando esta se creyó inexpugnable.

¡Oh, bella espartana! ¡Cuán cálido es tu abrazo! ¡Radiante es tu luz y traicioneros tus ardores!

Y tomando un poco de agua que quedaba del cántaro, y siendo para su tranquilidad, este sirvió su contenido en un recipiente de madera, mismo en el primero sumergió sus manos, que al primer contacto de su blanca piel con el agua fría, esta naturalmente se estremecieron, más eso no turbó al demonio, este se la pasó primero por la cara, la frente, y cuando nuevamente sus yemas recorrieron en largo de sus sedosos cabellos, un suspiró escapó de sus labios y no pudo evitar fruncir el ceño ante el recuerdo y el prevaleciente disgusto que albergaba dentro suyo, y sobre todas las cosas; Con gran tristeza había tenido que renunciar a su larga y hermosa cabellera...y odiaba a Dark por eso.

De muchos nombres entre dientes maldijo aquél desafortunado encuentro, lo maldijo a él y se maldijo así mismo...

En cuanto a su partida, era algo que al menos por ahora tal vez fuese más prudente aplazar.

Y sin embargo fueron las voces y el galope de los caballos que por un instante irrumpieron inoportunos en su soledad, más no se incorporó sino hasta cuando los escuchó tocar tierra, claramente habían venido a buscarle, ni siquiera había sido necesario un segundo golpeteo contra la madera, pues Asmos había abierto ya la puerta, encontrándose de frente con la penetrante mirada del bello, pero no menos severa la expresión de un rostro femenino;

Al principio había creído que se trataba de su "esposa", quien pudo haber vuelto mucho antes de lo acordado, pero para cierta sorpresa no se había tratado de ella, sino de dos jinetes que había reconocido muy bien, pues los había visto apenas ayer;

―Juanjo..- y fue el repentino estupor que por un instante tomó acalló la voz de la mujer, cuya mirada instintivamente fue desviada con ligereza a sus pies.

―¿Qué es lo que queréis, querida? – inquirió el demonio, se había limitado a observarla con cierto inusual detenimiento.

―Lo lamento mucho, amigo..-dijo ella.

―Claudia, ¿A qué se debe esta reunión?

―Se que no estáis en condiciones, pero tendréis que venir con nosotros. – interrumpió así el segundo. Se había acercado un poco más hacia ellos.

―¿Qué ha pasado? – preguntó un extrañado Asmos ante tan peculiar situación.

―Me temo que hay cosas que es mejor que vayáis para verlo – prosiguió ella ―Hay cosas que simplemente es mejor que os enteréis no por nuestra boca.

―Justo ahora me agarraron en un mal momento.. – dijo la criatura, quien por un segundo volvió su mirada al interior de la morada, alerta del hirviente caldero.

―Lo sentimos, pero ya habrá tiempo para eso más tarde, además or daremos algo de ron y salchichas de cordero en lo que viajáis con nosotros.

―Esperadme, iré por una capa..

De este modo, y sin haber intentado volver más incómoda la situación el demonio accedió a acompañarles, pues insistente era su presencia, como tampoco tenía demasiados ánimos para innecesarias discusiones.

Y continuaron así, contrarios a la dirección del viento. Este se mantuvo callado todo el resto de viaje, perdido entre la fugas imagen de las calles de un decadente y pequeño pueblo, de reojo observaba el humo de las chimenea, ya fuese para preparar pan, venderlo o para el intercambio de suministros por otros que les fuesen de mayor utilidad, así como algunos artesanos y unos pocos mercaderes, dedicados a sus labores cotidianas.

Pero aún en el más abrumador de los silencios, Asmos se mantenía siempre taciturno, debía admitir que no pudo evitar sentir algo de curiosidad por aquello que acontecía, aunque sinceramente, debido la expresión en sus rostros y el comportamiento, había deducido que no eran nuevas bastante gratas.

Y para cuando el caballo detuvo su galope, pudo contemplar, un poco más de cerca, aquella gran chimenea, divisable a la distancia, y aunque por el momento no exhalaba humo alguno, era de suponer que debido a su tamaño, esta podría pertenecer a la casa de un herrero, pero esta vez no fue así, se trataba de algo, un poco más sencillo. Una alfarería;

Decidieron pues, desmontar, y a su vez que habían ofrecido ayuda para facilitarle bajar del caballo, rápidamente las miradas de todos se desviaron, ante la voz de aquél bello joven quien había aguardado impaciente su llegada, con los ojos fijos en las ventanas y que ahora hacia ellos con vehemencia su paso apresuraba;

―¡Hermano! -le nombraba, a la vez que este rápidamente se acercaba, era mayormente apreciable aquellos agráciales rasgos, aún infantiles, casi un hombre. ―Hermano, habéis llegado... -hablaba, entrecortado, y aunque ágiles eran sus piernas, ante ellos se detuvo para recuperar el aliento. Era el rubor que coloreaba la blanca piel de sus mejillas, misma que contrastaba con sus obscuros cabellos. ―¿Estáis bien?... -inquirió.

Asmos sin embargo calló, ciertamente extrañado y confundido al principio, no estando del todo seguro de a quién se refería, aunque a falta de una respuesta de alguno de sus acompañantes y de no haber sido por tan acertada pregunta, tal vez hubiese tardado un poco en captar. Recuperó así la compostura;

―He estado mejor.. – respondió, en aparente cordialidad.

―Me dijeron que os habían atacado los lobos...-comentó el muchacho, cuya mirada ahora se alzaba para observar a quien creía su pariente, quien al descubrir por un instante su cabeza, pudo haber jurado que sus facciones se habían alargado o tal vez su rostro adelgazado y afilado por tan sólo un poco más, algo que tal vez prefirió atribuir a la crudeza del invierno y el trabajo.

―Bueno, aquí me tenéis...- El demonio entonces dejó caer entonces su mano sobre la cabeza del joven, alborotando suavemente sus cabellos, gesto que para muchos podría interpretarse como una muestra de afecto, aunque algo sorpresiva para el chico, pues el tamaño de sus manos eran grandes, y aunque delgadas...no menos pesadas y fuertes que las de un herrero. De reojo le miró extrañado pasarse de largo y seguir con los otros su camino.

Y conforme entraban, fue el olor a arcilla, leños y cenizas de carbón que en ese momento su olfato embriagó con apenas asomarse a la puerta, mismos que, junto a la humedad y el característico olor a sangre fresca, que por más efímero que fuese, no había pasado por alto ante los agudos sentidos de la criatura, cuya vista había desviado al torno que yacía entre las vasijas, como del horno colindante con la esquina, su atención por un momento se centró en aquella singular pieza de alfarería, no es que hubiese algo demasiado especial en ella, ni los detalles de la pintura algo bastante sobresaliente, y sin embargo... su sencillez era magnífica y bien labrada.

Quién diría que hasta los humanos son capaces de hacer cosas bellas a partir de lodo.. – Pensaba en sus adentros. Había torcido los labios, y fue la contracción de sus pulmones, en una risa reprimida, en silencio se mofaba ante semejante ironía que a veces se le presentaba. Gesto que tal vez hubiese pasado inadvertido por sus bien llamados amigos, más no para el joven adolescente que no había tardado mucho en alcanzarlos.

Continuaron así, pasando por la tienda hasta llegar al área donde se hallaba el área de la cocina, lugar donde se hallaba un hombre, de rojos cabellos y mirada baja;

―Veo que han vuelto – habló así el misterioso hombre, quien al percatarse de su presencia irguió de inmediato su postura - ¿Cómo estáis, Juanjo? – dedujo que podría tratarse del artesano, al estar envuelto en el aroma del barro y el fuego.

―Mucho mejor ahora ..- contestó Asmos, cuidadoso siempre en su hablar.― ¿Qué me decís de vos? ¿Qué es lo que ha pasado?

―Alana...-respondió sin más. ― Ella...- Entrecortada era su voz y el desconsuelo latente en su mirar, no más que la culpa y el pesar de la vergüenza, revuelto con la ira natural que muchas veces sentía al ver a su cuñado.

―¿Cómo está? –Y ante dicha interrogante no hizo falta palabra alguna, que el leve inclinar de su cabeza, gesto que para Asmos fue respuesta suficiente. Fue así como el alfarero lentamente los guio hacia el dormitorio donde esta yacía, y conforme avanzaban el demonio pudo detectar mejor la procedencia del olor;

―Vuestra madre espera, Juanjo.. - comentó ―¿Cómo está ella?-inquirió entonces.

―Le buscamos, Haakon -interrumpió la dama que los acompañaba ―Pero no pudimos hallarla.

―¿No vino Ëinen con vos, Juanjo?. – continuó el, a su vez que la puerta empujaba.

―No.. – Contestó Asmos estoicamente, cuya principal atención apenas entraron se ciñó sobre las tres personas que en el cuarto de hallaban, de las cuales dos se hallaban con vida; Una era vieja y en sus brazos cargaba a un niño, el otro más joven. Y entre tan abatidos guardianes se hallaba ella; Hermosa,.. ausente, tendida sobre sangre y hojarasca, cubierta de hallaba entre burdas cobijas. Pálida era su piel y negros sus lizos cabellos.

Fue el mutismo de sus lengua, así como el calar de sus huesos los que por un instante evocaron el recuerdo aún reminiscente de su rostro, de su risa y de su pena;

Lentamente hacia a ella avanzaba, y por aquél breve instante, la obscuridad fue llena con su luz, y el cuarto pareció ser aún más grande; flores talladas adornaban sus muros de mármol, y sin fin de batallas narraban sus muros.

Y entre las blancas rosas, orquídeas y lirios se hallaba ella, radiante.. perfecta; revestida de oro y las más finas telas; Inerte sobre aquél hermoso pedestal.

Un fuego sutil presto discurrió, consumiendo sus adentros al contemplar la belleza de su rostro, pálido quedó. Ante ella entonces se postró y no hubo sonido alguno más que el de su propia respiración, y en secreto "la perla" la llamó.

Rápidamente se compuso. Y a pesar de estar inmerso en los recuerdos, se mantuvo siempre consiente de su alrededor; Con elegancia lentamente hacia ella caminó, su vista suavemente inclinó, y desde arriba se limitó a contemplar el cuerpo de lo que supuso que debería ser su hermana, guardando siempre decoroso silencio.

Fue cuando entonces recordó con nitidez las palabras de la esposa: Aconteció pues, que la bellísima mujer había muerto pocas horas después de haber dado a luz, en la calma de la noche, más de ello nadie se percató sino al salir el alba.

―No pudimos encontrarla – y fue la voz aún dulce del muchacho la que de vuelta le trajo de sus divagaciones ―Pero Mael dijo que había ido a buscar a Ëinen, no deben tardar en llegar.

―¡No mencionéis el nombre de esa, en mi presencia! -interrumpió la iracunda mujer, la cual hasta ahora había permanecido callada – ¡¿Quién ha sido el que la ha invitado?!-Y a así como una herida fiera, que ruge con más fuerza cuando siente su agonía, a pesar de su edad y del estado en que esta se encontraba, aún podía daba certeros zarpazos. ― Si no fuese por ella mi hija todavía seguiría...- Y sin embargo su alma fue rota de nuevo entre sollozos. Entregó así al niño, a quien desde ese día sería su nodriza, esposa del mayor de los hermanos, la cual salió tan rápido de la habitación como había entrado, para que pudiese calmarle. ―¡Oh! Mi hija, mi pobre hija.

Y a pesar del exasperación de la dama, el rostro del mal llamado Juanjo permanecía apacible;

Se había limitado a recargarse en la pared, cercana a la puerta. Viendo y escuchando cuanto podía, con inusual atención analizaba con detenimiento la situación, en un intento por entender mejor el comportamiento, así como las reacciones de dichos sujetos y no generar sospecha alguna en conversaciones futuras;

Desconocía casi en su totalidad las condiciones o como había sido causada la muerte de la mujer, y si es sincero, muy poco podría importarle.

Escucha y calla... - Era la orden que los mayores suelen dar a los más pequeños, y así como en la infancia un padre instruye a su hijo para hacer frente a este mundo tan cruel, Asmos de igual había aprendido a sobrevivir valiéndose de la más importante de las lecciones que pocos podían realmente valorar...El arte del silencio.

Y al pasar del tiempo, se consiguió apaciguar el enfurecimiento de tan atribulada madre, trayendo consigo aquella abrumadora tranquilidad, mas no la paz. Y entre tan tensa situación, nadie se atrevió a pronunciar palabra alguna luego del cese de su llanto, pues por un momento todos habían hallado cierto alivio entre el agobio;

Y sin embargo fue el repentino tirón de su camisa lo que nuevamente desvió la atención del demonio, quien al percatarse de su presencia se había vuelto para verle;

―Juanjo - En voz baja le había hablado, cuidadoso al principio de ser escuchado ―Os pido perdón, hermano. Se que a nuestra madre no tuvo gran amor por vuestra relación con ..– hizo entonces una pausa, prefería abstenerse en presencia de su progenitora.

―No os preocupéis, lo entiendo.. – respondió Asmos.

―A pesar de lo que ha pasado con nuestra hermana, me alegro que vos estéis bien – Comentó, ―Me hace feliz saber que a pesar de vuestras heridas, los lobos no os mataron..

―¿Es cierto eso, Juanjo? – y muy a pesar del miramiento de su hablar, era no obstante el peso de estas que no fueron mudas ante los oídos de Haakon, quien no muy lejos suyo se encontraba.―¿Fuisteis atacado por bestias salvajes? – inquirió así el artesano, quien hasta ese momento desconocía por completo de la condición de su cuñado.

―¡¿Cómo qué os han tacado?! - de pronto la replicante voz de la mujer que en ese instante se hizo presenta, al tiempo en que su mirada posaba sobre el segundo de sus hijos.

Y no fue más que el silencio sepulcral que tan incómodo se había vuelto, seguido de las furtivas miradas de dos guerreros que de inmediato fueron puestas sobre el muchacho, quien rápidamente había puesto la mano sobre su boca, consiente de su imprudencia;

¡En hora buena!, Ahora les esperaba responder al mar de preguntas, siendo arrastrados por la marea de consternación y preocupación de la ya alterada mujer, seguido de reproches y más preguntas aún, después de todo lo que les había costado tranquilizarla. Todo gracias a ese mocoso.

Sin embargo fue la voz de Asmos la cual rompió con el mutismo. Despacio caminaba, quedando justo frente a ella. Puso así ambas manos sobre los cansados hombros de la fémina:

―No quería decíroslo, madre – Dijo, acentuando la última palabra con tal suavidad y calidez que podría incluso calmar a cualquiera ―Habéis pasado por tanto, no deseaba preocuparos.. -hizo entonces una pausa, culminando así en un abrazo. Muy a pesar de las molestias físicas en el demonio―Como podéis ver, aún sigo aquí...

Aconteció que poco había pasado después del mediodía, cuando el sol con su menguante poderío disminuyese, aun cuando se alzase sobre lo alto de las aguas del firmamento y Ëos nuevamente parecía morir. Y sin embargo al mirar por la ventana, le fue posible a la distancia vislumbrar aquella figura que poco a poco se hacía presente; Entre aún frondosos árboles y la naciente maleza de los emblanquecidos parajes, y era como si se abriesen los caminos de par en par para ella, y era la brisa invernal que empujaba sus dorados cabellos hacia atrás. Y no hubo más que el galope del caballo que junto con el crujir de las ramas y el cantar de los vientos los que anunciaron su llegada. Eran sus sonrosados dedos los que fuertemente se aferraban a la cintura del jinete que la acompañaba, pues no había venido sola.

Más fue el relinche del corcel que al detenerse sus nombres para los oyentes proclamó, poco antes de que fuese audible como estos bajaban del lomo de la bestia. De este modo fue el apresuro de sus pasos y el quebranto de su voz lo que para todos les fue fácil deducir de quién se trataba tan atenta visita.

Y no obstante, apenas atravesó el umbral de la segunda puerta que daba de la tienda a la sala, sus pasos fueron detenidos por una imponente figura femenina que en el medio se había interpuesto para recibirla;

―No, Ëinen. – dijo ella ―Os lo pido por favor, es mejor que no entréis. – Azules eran sus ojos y ennegrecidos sus cabellos y a pesar del tono suave de su voz, no había disminuido la firmeza en sus palabras ― No es el mejor momento. - Advirtió.

―¡Tampoco fue bueno que trajerais a Juanjo en semejante estado! – replicó la otra, que hacia ella un largo paso avanzó ― ¡¿Por qué le habéis buscado? - ¡Debisteis haber ido por mi primero para poder acompañaros!

―Bajad la vos, os lo suplico. -Y ante tal provocación, Claudia no se turbó, más de nuevo exhortó― Os juro que de esto discutimos otro día. -sentenció.

―¿Cómo os a través? -Inquirió la rubia.

―¿Y vos cómo osáis aparecer ante mi presencia a aparecer ante mi presencia? – Irrumpió así la mayor de las mujeres, que a causa de los fuertes murmullos de tan ávida conversación. Esta se había levantado iracunda y vehemente de la habitación. ― ¿Primero os arrebatáis la vida a mi hija y ahora también estuvisteis por dejar morir a mi hijo por vuestra ineptitud? -Fruncido era su ceño y furtiva su mirada.―¿Cómo pudisteis traerla, Mael? – su vista entonces dirigió al mayor de los hermanos, el cual tras ella había entrado, puesto que se había retrasado con el resguardo del caballo. ―Si bien sabéis que no es bienvenida..- recriminó.

Sucedió, pues que a la joven esposa había sido la última en permanecer al cuidado de una flaquearte y desfalleciente muchacha, quien en su agonía había suplicado por su compañía. No obstante, apenas los ojos cerraba tuvo que dejarla.

A pesar de su edad, la fuerza de su voz, así como la bravura de su espíritu prevalecían aún ardientes en sus cansados ojos cafés, grande era la dureza de sus palabras que Ëinen había preferido morderse la lengua para no faltarse el respeto a su encolerizada suegra, a su vez que retrocedía. Y no hubo siquiera quien tratase de interponerse.

Semejante alboroto no había pasado inadvertido por el ojo avizor del demonio, quien yacía quieto bajo el marco de la puerta, su vista entonces se posó sobre los ambarinos ojos de la más joven de las mujeres, quien de soslayo inquieta le miraba. Y sin embargo Asmos su atención por un momento desvió a la liebre que muerta colgaba aún del bolso de la rubia. Alzó entonces una ceja; Era entendible que en tan cruda época del año fuese lo único que hubiese podido conseguir, liebre o ciervo.. cualquier caza resultaba buena, y aun así, cien siervos darían su espalda por tan sólo una maldita liebre. Debía admitirlo, estaba impresionado.

Y fue entonces cuando supo lo que tenía que hacer; De esta forma Asmos se acercó y a los oídos de la vieja susurro;

―Querida madre, os lo suplico..- hizo una pausa ―Nuestra amada hermana ha muerto y es por eso mismo que al menos debe presentar sus respetos, os pido que le permitáis al menos ese último capricho a ella. – E implorantes eran sus ruegos, más socarrona la sutileza de su voz.

En cuanto a Mael, este rápidamente se había interpuesto entre la vista de las dos;

―Madre, os pido que os calméis -hablaba así el mayor – Lamento haberla traído, pero tenía que decirle, aunque vos no la améis, es familia ahora.

―¡Ella nunca será de mi familia! -sentenció ella. ―¡Desde que llegó sólo ha traído desgracias! ¡La marca de la muerte le fue le puesta por los dioses mismos!

―Perdonadme Ëinen -dijo el hombre ―Se que os tomasteis la molestia en dejaros conducir hasta aquí, pero ahora os pido que esperéis un rato afuera.

―Lo entiendo, Mael.. – Contestó, al tiempo que una disgusta y cabizbaja rubia daba súbitamente la media vuelta, ocultando el coraje de su ruborizado rostro, regresando así por donde vino.

Y no hubo más que la pesada bruma que reiteradamente volvía a hacerse presente apenas cruzase el umbral de la puerta, sus lenguas entonces fueron mudas y sus piernas quietas. Y aunque el demonio no hubiese podido apreciar la expresión en su semblanza, también era cierto que poco le hizo falta ser sabio para notar la ruptura de su voz y el dolor en sus palabras ante tan apasionado recibimiento.

No pasó demasiado tiempo para que uno de los hombres, quien hasta hacía muy poco había permanecido sentado, con la mira puesta sobre el suelo abrupto se reincorporase, para luego marcharse, sin antes dirigirse a los presentes. Llamando consigo la atención de la abominable criatura que sin saberlo entre ello se encontraba, sin más su vista volteó a una afligida madre de rostro palidecido, endeble era su postura y de flaqueaste su enturbiado corazón;

―Disculpadme, creo que necesito un poco de aire.. - dijo él. No pasó demasiado para que luego del uno saliese el otro...

De rostro exacerbado y de pasos vacilantes era la marcha Ëinen, quien con apresuro se esmeraba por alejarse de tan triste lugar. Eran las lágrimas que incontenibles desbordaban de su mirar, mismas que se esforzaba por difuminar de su bello rostro con el frote de sus manos.

Y cuando creyó haber llegado lo suficientemente lejos, está por un momento su paso frenó, y bajo la sombra de un árbol esta por fin lloró, más fue el eco de su voz que a la distancia la alertó. Fue de este modo en el que la joven dama su postura reincorporó y con su manga sus llantos secó, más para desdicha suya este desde antes ya la había hallado. Ëinen con ligereza tras el tronco se asomó, mas no pudo encontrarle sino hasta sentir el peso de su mano posarse sobre su hombro derecho, y fue el agudizar de sus sentidos ante la menor de las probaciones, así como el estremecimiento de sus poros al contacto con el cálido exhalar de su aliento, y en sus adentros se maldijo, y no hubo más que el sobresalto; Con gran fuerza arremetió en contra de quien creía su enemigo con un certero codazo ya fuese a los costados, rematando con un tremendo pisotón, a su vez que casi por instinto lo empujó permitiéndole de el apartarse, no obstante la rubia contra él se volvió, topándose así con un adolorido joven, de espolvoreados cabellos y encorvada postura, que ante tan duro golpe lanzó un entrecortado quejido y sobre la nieve soltó el cántaro que consigo llevaba, más este por fortuna no se rompió;

―¡Hakkon! - Exclamó. De inmediato le reconoció; Se trataba de su cuñado, el cual previamente el árbol rodeó y sin darse cuenta por sorpresa la tomó. ―Oh, Hakkon..¡Sabéis mejor que nadie no debéis sorprenderme así!..-y más que un reproche, su voz por un instante pareció suavizar.

―Ëinen.. - la nombró.

―¿Qué es lo que deseáis ahora? – inquirió la mujer, que sin moverse intranquila y severa le miraba.

―¿Por qué huis? Si tan pronto os marcháis..- y una vez recuperado parte del aliento continuó ― os suplico que al menos me permitáis acompañaros un rato.. – prosiguió el hombre, al tiempo en que lentamente a la rubia se acercó;

―¡No os acerquéis a mí! – Defensiva como siempre, esta de el retrocedió. ―No necesito de lástima, mucho menos de la vuestra..

―Al menos permitidme deciros que lo siento.. - y grande era su orgullo, así como la evidente indignación dibujada en las facciones de la fémina, no más que las penas de su entristecido corazón. Era el llanto que a pesar de la arrogancia de su ser resbalaba de sus sonrosadas mejillas;

―Dais asco...¡Me días asco! ―hirientes eran sus palabras, más aquello no menguaba la voluntad de muchacho que al mismo tiempo en que parecía alejarse, este con pasos largos lentamente a ella se acercaba;

―¿Qué me decís de vos, Ëinen?

―¿Lo sentís? -hizo entonces una pausa ―¡Luego de haberos burlado de mí cuando la desposasteis y aun estando con ella... ¿Y ahora venís a mí a decirme que lo sentís?! – contestó la enfurecida mujer.

―¡Por favor, escuchadme antes! - exclamó.

―Era mi amiga, mi hermana..- y ante dicho manifiesto, Hakkon permaneció quieto y seriamente contestó;

―¡Yo también la quería, Ëinen! - prosiguió ― Era una buena mujer, y a pesar de que a su lado fui feliz, nunca he olvidado lo que pasamos juntos y de lo que pudo haber sido.

―¡¿Cómo os atrevéis?! -reclamaba ella ―¡¿Cómo podéis ser tan egoísta?! - No importaba cuanto reusase o cuanto se resistiese, pues por cada paso que daba era como si el avanzase por dos.

―Sí, fui u egoista..- y para este punto ambos se hallaban frente a frente, separados a menos de un codo de distancia ― Quise tenerlas a ambas, ser feliz y no perder nada, pero ahora que ella se ha ido. Sólo tengo a mi hijo recién nacido y también me preocupe mucho por lo que le paso a Juanjo. -por un instante se detuvo ―La diferencia es que el os tiene a vos -hablaba así el artesano, quien conociéndola previno el golpe de su diestra que para su rostro había dirigido―Todos cometemos errores Ëinen..

―Sois despreciable...- y no fue sino hasta cuando ambas narices se rozaron y su puño con firmeza apretó. Más austera podía ser su voluntad para no ceder a dicha situación. Decidida estaba a atestarlo con un segundo golpe por parte de su zurda, cuando entre la espesura del bosque era su voz la que entonces se hizo presente;

―Supongo que debo agradeceros- sus miradas veloces desviaron y sus cuerpos separaron al visualizar la figura de quien creía su marido emerger de entre los arbustos ― Aunque, en verdad os digo que mi intención nunca fue preocuparos. - y fue el susto, así como la abrumadora vergüenza que en ese momento la invadió;

―¿A caso interrumpí algo? – inquirió Asmos, del mismo modo en que irónico observaba como sus rostros palidecieron y con disimulo bajaron la cabeza, ninguno de los dos se había atrevido a pronunciar palabra alguna.―¡Oh, Por los dioses! ¡¿Estáis bien?!-  Gesto ante el cual inevitablemente el demonio sus labios con ligeramente torció, siendo conocedor de todo cuanto había podido ver y a lo escuchar. ―Parece que hubierais visto un espectro..-pero de ello prefirió no hablar. Sólo bastaba verles, los tontos por si solos se habían delatado, y divertido estaba con ello;

―Habíais dicho que traeríais un poco de agua del pozo para apaciguar la congoja de mí ..madre. - hizo una pausa, dirigiéndose ahora al hombre de mirada turbia y ondulados cabellos ―Vi que tardabais tanto en llegar, supuse que necesitabais ayuda – continuó hablando el demonio.

―Ehh..Sí, así es -respondió, titubeante ― Y lamento tanto mi demora, en el camino encontré a vuestra esposa, supongo que me distraje un tiempo charlando con ella.

―Es bueno que aún sigan llevándose tan bien - comentó el usurpador, quien aunque apacible fuese la expresión de su rostro, no dejaba de ser ciertamente intimidante―Aunque pensándolo mejor.. quizás debáis llevar el agua vos mismo..- de este modo fue como el alfarero sin dudarlo de mala gana a solas los dejó;

Una preocupada, así como naturalmente apenada podía estarlo una esposa ante tan bochornosa situación su cabeza agachó y reojo lo miró;

―Juanjo, yo..

―Cariño..- no obstante el demonio súbitamente la interrumpió ―No os preocupéis por nada, comprendo lo incómodo que para vos fue lidiar con mi madre. ¿Os parece si nos vamos?.

y durante el resto del camino nadie pronunció palabra alguna a cerca de lo sucedido, no se dijo nada en realidad. Sino transcurrió en lo que para la dama fue como el más pesado de los silencios, de cuando en cuando con ligereza a su lado se volteaba, más ni el menor atisbo de enojo o represión en su rostro pudo hallar, pues la vista del demonio extraviada, altivo era su porte y lentos sus andares por aquellos invernales paisajes; Y de forma abrupta sus miradas se cruzaron, para nuevamente volver a separarse.

Continuaron así hasta llegar a su destino;

Era el olor a leña quemada, junto con aquél peculiar a aroma de las hierbas silvestres que para los sentidos de la joven fueron por completo perceptibles con apenas ingresar a la choza, pudiendo divisar aún entre los pocos vestigios de luz con peculiar atención al caldero aún colgante del extinto fogón. Rápidamente se adentró, para encender consigo una pequeña linterna, su mirada inevitablemente desvió hacia cierto recipiente que yacía en la mesa del comedor, y fue la duda la que entonces la invadió;

―Juanjo..-habló por fin la dama, dirigiéndose a quien había de nombrar como su marido, el cual yacía a su espalda ―¿Vos habéis hecho esto? -preguntó, a lo que Asmos asintió al instante;

―Pero..¿Desde cuándo sabéis cocinar? – Continuó ella, era el asombro, así como cierta extrañeza que por un momento la había hecho intuir. Con detenimiento examinaba el contenido de la hoya, así como el estado de la carne la cual previamente había sido puesta a desalar, y que sin embargo aún faltaban algunos pocos pedazos de tan preciado mineral impregnadas todavía en esta.

―Bueno...- y fue ante tan precaria situación en la que el demonio por un momento titubeó, consiente de su error ―Os había visto a vos y a mi madre hacerlo muchas veces – y sin embargo de prisa este se compuso, pues si de algo se podía decir de los demonios era que eran verdaderos maestros de las mentiras, acusaciones que no siempre resultaban del todo equivocadas.

―¿Fue Claudia, cierto? - Firme era su voz, y más que la intriga, eran las ágiles deducciones apreciables en el brillo de sus ojos amarillos.

―¿Disculpa? – dijo Asmos, un tanto confundido.

―No intentéis engañarme, Juanjo -continuó, suave y dulce era su voz, su fruncido ceño oculto estaba bajo el largo de su fleco ―Ella vino a buscaros esta mañana, se muy bien que vos no pudisteis haber hecho esto solo.

―Si, así es. -respondió sin más -Pero podéis estar tranquila..- muchos eran los momentos en los que él había de pensar en cómo manipular las palabras correctas, aunque si de esta vez tuviese que hablar, ni siquiera había tenido la necesidad, ella misma había distorsionado todo a su favor.

―Juanjo..- decía ella ―Respecto a lo ocurrido el día de hoy con..

―Oh, cariño.. -y mientras Ëinen refunfuñaba en sus adentros, Asmos de ella se reía. ―Ha sido un día muy duro para ambos, entiendo vuestro sentir, pero creo que lo mejor sería para vos algo de calma – comentó la criatura, indispuesta por completo a continuar con tan superflua conversación.―Sería una pena si dejases que esta comida se echarse a perder ¿No es cierto?

Ëinen sin embargo se mantuvo callada, pues poco tenía que reprocharle luego de lo ocurrido, pero hipócrita hubiese sido de haberlo hecho. Muy bien sabía que de no haber sido por su intromisión ella pudiese haber hecho algo casi o igual de deshonroso de no haberse encontrado presente.

Pasó así la tarde y llegó la noche;

Y fue entre la el sigilo que sólo la noche misma podría brindarle, Asmos yacía tiritante, y mientras una inconsciente Ëinen a su figura se aferraba, apacible ante todo, eran sus rubios cabellos los que este con delicadeza acariciaba, al tiempo en que con la otra apreciaba con detenimiento los detalles de tan fino emblema. Negó así con la cabeza y una sonrisa fue dibujada en sus facciones;

Y aún después de tanto tiempo, era la imagen de su rostro la que siempre retornaba constante a su memoria; Durante toda la noche, en sueños tuvo la sensación de que sólo podía pensar en ella; corriendo por los jardines, cerca de los campos de manzanos a orillas del Dother.

Y pensar que os parecéis tanto..-hablaba para sus adentros. Era el prevaleciente recuerdo de tan embriagantes sensaciones lo que muchas veces su corazón estocaba;

Pero el destino muchas veces podía ser bastante extraño; Lentamente se forjaba con cada paso y nadie sabe cuál de sus actos, sembrados al azar habrán de germinar un evento tan descabellado, tan efímero y tan exquisito, como si de una delicada flor se tratase. Y ninguno pudo haber entonces imaginado que aquél estrecho camino lo hubiese llevado a encontrarse con tan hermoso y preciado manjar.

¡Oh! El ansia de poder disfrutar una vez más la dulce fragancia de aquel fruto que madura con el tiempo.

Luego de la llegada de la cosecha y degustar de tan exquisito elixir,  no hubo más que hacer que marcharse, y ahora el destino nuevamente ponía en sus manos tan exquisitos placeres, y si de algo estaba seguro, al mirar el fulgor de las llamas en el reflejo de la plata, que el destino le proveería la forma de llegar hasta él;

Rägvanald..¿No es así?







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Notas de autor;

-Ostara es la diosa celta de la primavera.

En ella se alzan los restosdel palacio de Cnosos, el más importante del periodo minoico y el más conocidode los complejos arqueológicos desde su descubrimiento en el siglo XIV.

-Hago una sutil referencia a la novela de la iliada y la odisea, escritas ambas por Homero. DIchas novelas narraban la guerra en Troya. También hago otra sutil referencia a Helena de Troya, también conocida como Helena la espartana.

-Ëos es la diosa griega de la aurora, cuentan en su mitología que abría las puertas del averno y salía de su hogar al borde del océano que rodeaba el mundo para anunciar a su hermano, el Sol. a la que hago también una sutil referencia al comienzo de este capítulo.

-Hago una poco sutil referencia a Lady Fiona, perosnaje de las notas de "La noche del lamento de las olas". (o como mis amigos cercanos y yo la bautizamos de cariño "masoquista-chan" XD)

Aclaraciones:

-Este capítulo admito que fue algo más lento que los anteriroes, pero como verán fueron planteados algunos aspectos psicológicos de Asmos y a otros personajes, menciono también de forma sutil parte de su pasado y algunas motivaciones que inspiran a este misterioso y extraño personaje, espero y sea de su agrado. La verdad después de tanta violencia gráfica, escenas grotescas, cosas con una carga muy ..bueno, se necesitaba un momento de cierta "tranquilidad".

-Quiero dar un agradecimiento especial a mi querido primo Henry, por brindarme algunos tips y concejos y el haberme ayudado con parte de este capítulo,  por su cariño, su amistad y por el apoyo brindado, te quiero.

-También quiero dar gracias a la revista Crash Art Magazine (y la principal razó por la que decidí posponer la fecha de publicación de este capítulo en especial), que el día 28 de febrero del año 2017 dedicó un pequeño artículo sobre esta obra, es un honor para mi y les agradezco de todo corazón. : http://disenautas.mx/

También podrán hallar su página de facebook con el mismo nombre que mencioné "Crash Art Magazine".

-A mis amigas Shine y Patricia, a quienes bautizé como "directrices" de imagen XD, por sus lindos dibujos.

Aquí anexo un mapa dibujado hace tiempo por mi de la tierra ficticia, quise dibujarla en base a lso mapas antiguos (y que quede claro que la parte de la derederecha debería haber estado pegada a la de la izquierda,  pero se me olvidó recortarlo y pegarlo). Como es posible observar (lamento la baja calidad y además aún no se termina) se ven las tierras de bretania, conformadas por la galia, los curnales, cataci,atrevantes.. y otros reinos celtas, también se observan (algunas islas, tales como yo señalo en notas que espero msotrarles luego) las islas de Man, Vanim y la isla de Skye. más al norte está Avalon y luego Mingard, más al sur este se encuentra Alejandría y otros domisnos del sur, se nota la región mediterránea. También al noreste está Albion, mucho más al este se encuentran las tierras bautizadas como Jonias (que serían los dominos orientales, equivalentes a japón, china, mongolia, india) ;

No se si se puede visualizar bien, pero incluso me tomé el tiempo apra dibujar a lápiz los 3 grandes ríos; Dother, Dain, Dur y el lago Cartman, también marqué con puntos las Montañas de Heinem y las tierras de Razhug Nakal (y las tres capitales de Avalon). También puse la localización a Albion y las otras tierras del sur.

01/03/2018; Y las preguntas prevalecen; ¿Quién es la misteriosa chica que sale e los recuerdos de Asmos y qué reelevancia tiene para la trama? ¿Quién diablos es la rubia?  ¿Logrará Dark W.D probar su inociencia?, y la pregnta mas improtante y que todos nos haces; ya sabemos que tan duro se la metió a Asmos, pero ahora.. ¿Qué tan duro le piensan dar a Räg? XD

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