Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 11.-Relatos de hospicio, parte tres:

  ---------------------------------------------

 ADVERTENCIA; CONTENIDO EXTREMADAMENTE MÓRBIDO.

SE RECOMIENDA DISCRECIÓN.

-----------------------------------------------

                                                                              III

Tras las puertas del Talvhiot;

Era el cantar de los grillos y con el caer de la noche, la luz de dos candelas brillaban tenuemente a la distancia entre la espesura de la niebla y la inmensidad del bosque. De modo que, apaciguando los calores y reviviendo las memorias difusas imágenes en la reminiscencia de sus adores. Un fruto fermentado de bimbrillo caía del plato, manchando la bandeja de plata, junto a los restos de su compota de higos...

Tres días transcurrieron pasados los desafortunados sucesos a la par del gran incendio y la reina Boudicea ahogaba suspiros entre sábanas de seda, arqueando la espalda desnuda, reprimiendo leves gemidos, bebiendo otro largo sorbo de su cáliz, importándole en realidad muy poco los modales o las gotas resbalando por el cuello, cayendo sin discreción hasta la cintura, manchando de rojo los relieves de esos voluminosos pechos... Desconocía la hora y por ratos perdía por mucho la noción del tiempo. Se habían terminado todo el perfumado vino de romero, rosas, granada en el cántaro de cristal y comido todo el estofado de venado, aderezado con azafán y hojas de laurel. Ni siquiera oyeron los gritos, o el galope de los caballeros que se elevaban lejanos, aproximándose a los lares del castillo.

Luego de haber consolidado la más importante de sus alianzas matrimoniales entre su hija Brigette y Glorfindel, que aún conservaba el título de príncipe de Ore-Nad, ubicación estratégica si deseáis tener domino completo, a largo plazo, del Sir-Ësgal y algunas rutas usadas para el pase de las especias y el contrabando del Opio controlar... En fin. Tras aquella racha de largas jornadas, enfrentando crudos inviernos y acaloradas disputas en la mesa de negociaciones, siendo testigo de numerosos improperios y desplantes de la Tari Medusa, coronada recientemente como reina de Amrum-Chebith, buena mujer... Si tan sólo ser buena fuese cualidad suficiente. Que los dioses se apiaden Avalon...Y para colmo de los males...

Decidió pues, descansar esa noche en la pequeña fortaleza de Gellmont, más al noreste de Icenurm. Mandando a llamar consigo al más hermosos de sus lacayos, el elfo Beriedain; esculpido era su rostro y rubios los cabellos que caían lizos, cual rio, escurriendo por los brazos, cayéndole por la delgada cintura hasta la espalda de ese desnudo y escuálido, pero atlético cuerpo...

Y allí estaba él, acorralado en sus caderas, entre jadeos y esclavizado por los instintos. Hacía mucho tiempo en que ninguno de los dos tenía la oportunidad de aliviar un poco las tensiones, y al menos para alguien como él, del fiero rostro de aquella soberbia y preciosa pelirroja, ni la maldición de su recuerdo, jamás se pudo deshacer...

Y de espaldas, entre esas musculosas piernas, el elfo Beriedain nuevamente empezaba la faena desde la planta de sus pies...O eso era al menos lo que las figuras tenues, difusas tras el velo del dosel, perfumes y esencias aromáticas permitían a duras penas reconocer...

No obstante, cuando el vino en su torso se regaba, este como un perro ansioso degustaba. La columna ella arqueaba y perdida suspiraba y los párpados apretaba, víctima de los furores y el fuego de sus entrañas, fue el ruido chirriante de los cerrojos de la puerta, junto el vibrar del acero de las armas, así como el ruido tosco de las pisadas, lo que ninguno se esperaba...

Se trataba de tres guardias, una dama y dos varones, Miembros de su escolta, quienes, titubeantes. Sir. Harriell venía con ellos. Temerosos a su furia apartaron súbitamente la mirada.

Estaban tan enfrascados en los deleites que cuando se dieron cuenta, ya era demasiado tarde, los caballeros entraron sin permiso ni asomo a los aposentos y no hubo tiempo siquiera de separarse. Tan sólo una sábana Boudicea tomó para taparse...

Y al escuchar atenta las desastrosas noticias. No hubo más que la ira y la exacerbación en el verde mar de su mirar. Jadeantes, absortos y fatigados, habían cabalgado por horas, trayendo consigo malas nuevas del palacio; otro cadáver llegó a ser hallado, a la par que del tormentoso incendio, dejando consigo varios muertos y heridos, no muy lejos a la ciudadela y los terrenos del Arundel, afortunadamente las llamas no lo tocaron. El supuesto niño demonio, no se sabía ya nada, como si la tierra misma se lo hubiese tragado. También de la misión fallida de lady Bryenna y la masacre de los montes del santuario la pusieron al tanto, el asesino de doncellas había escapado...

De la orden de retirada dada por Melvin, a medio sitio, y las maniobras de sabotaje. Cierto caballero de atractivo semblante, larga y oscura melena, al final agregó, alegando que ahora yacía arrestado, bajo rigurosa vigilancia e interrogatorios confesó detalles de un caso de conspiración, en los que al iluminado, como principales responsables de sus tormentos señaló...

Sir. Harriel de reojo, levantando discretamente la mira, contempló como la monarca se levantó, y cogiendo la espada que tenía a su izquierda, los dientes apretó. La vuelta, viendo a la ventana se dio, y fue el reflejo de los matices rojos de la fogata, así como de aquellos cobrizos y rizados cabellos que, cayendo por esa blanca, ancha y firme espalda, pasando de ese buen par de caderas, como llamas del infierno le pareció. Y oyendo el crujir de los leños por un momento tuvo la impresión de que reventó y algo, cayendo al suelo, haciendo un ruido sordo, explotó... Lo siguiente que se oyó, era el retumbo de esa poderosa voz, tan potente cual rugido de león;

¡¡TRAEDME AL IMBÉCIL!!

Nunca lo olvidó. Porque, no sólo a las aves y los perros espantó, y más allá del castillo se escuchó...

Y cuentan las malas lenguas que al saber de esto, Lady Bryenna se alegró; viendo surtidos los efectos de lo que más tarde formarían una serie de sutiles escarmientos, culminando en un resultado aún más devastador, ella por primera vez en mucho tiempo, genuinamente sonrió y en sus adentros regocijo.

Y allí ahora se encontraba él, aún con a oscuras, de madrugada, con el cabello suelto, crespo y sin peinar debajo de la capucha y los pliegues del mano de terciopelo negro que, cayéndole por el cuerpo, preso del frío, negábase a quitar. Se había puesto encima, como pudo, la sotana y apenas le dio tiempo de mal acomodarse en el carro las sandalias. Apenas le dio tiempo de mal acomodarse las sandalias, pues con las prisas no le dejaron ni eso.

Se hallaba así, escoltado por tres de los más robustos miembros del cortejo, y con ellos tres magos más. Atravesaron el inmenso patio del castillo, subiendo las escaleras de piedra, perdiéndose entre lúgubres pasillos, bajo los soportales, y conocidos corredores que, pese a haberlos recorrido durante décadas, le resultaron apabullantes, encontrándolos bajo el manto nocturno hasta desconcertantes. Pero más que eso, sus pensamientos no habían cesado y constantemente, durante todo el trayecto en la litera del carro, en una manera de aplacar la natural e incandescente cólera de la reina, como también el que le diría o si encontraría un modo de persuadirla, si es que llegaba a intuir hasta donde ella de esto ya sabía.

No obstante, demasiados pensamientos le consumían y los temores le remordían, más que ello, era el qué sería de su destino y de la obra de sus manos al verse arrinconado y traicionado por aliados de su propia compañía. Desempeñando papeles que ninguno, claramente se creía.

Una singular angustia le sobrecogió cuando por el rabillo del ojo a dos varones con hermosos atavíos y trajes adornados con pieles vio, estos se cuchichearon algo que no entendió, a su vez que le examinaron con aire burlón. Se trataba de caballeros de la guardia real, procedentes del Talvhiot.

En fin, el mago se sobresaltó cuando por un instante sintió como un miembro de la escolta del brazo, conduciéndolo por la puerta de hierro, lo jaló. Y fue allí cuando la vio...

Hermosa, soberbia, altiva y poderosa.

Un candelabro alumbraba la mesa de documentos y pergaminos que Boudicea acababa de examinar.

Y ahí estaba ella, ya vestida y ataviada, puesto el vestido azul y las colgantes cadenillas de ovales con esmeraldas, incrustadas en las guirnaldas en su corona de reina. Bebiendo tranquilamente su vino y con el filo de su espada, sujeta al cinto, aún enfundada.

Por el salón, junto a los ventanales, a paso lento se paseaba. Mientras que, inexpresiva, aguardaba el alba.

Cuatro guardias del séquito, como siempre, la custodiaban. En compañía del gigante Ëinar y Beriedain, este a contra esquina se recargaba.

Una poco sutil mueca de repulsión y asco en las facciones del iluminado Cedrick fueron articuladas, al tiempo en que se adentraba. De pies a cabeza al elfo examinaba, viéndolo con saña... ¡Oh, esto era el colmo!

De semblante serio, pero riendo muy para sus propios adentros, despacio avanzaba. Una ceja, irónico, arqueaba. En vano buscó palabra, súplica o reproche alguno para objetar lo que pasaba, pues la reina ya se le adelantaba, recordando inmediatamente que en postura favorable no se encontraba...

—¿Sabéis por qué os he mando a llamar a mi presencia? - Dijo ella serenamente. Lentamente un par de pasos de distancia entre ellos acortó y Cedrick retrocedió.

—De algo tengo noción... - Contestó. Sin embargo, con la mirada fija en el elfo, de soslayo los bordados de plata en el verde tinte de sus ropas, a la luz de la luna contempló. Y entre dientes injurió. — Pero decidme vuestra petici...

—¡ARRODILLAOS! – Y no fue más que el rugido y el estruendo feroz, seguido de un ahogado gemido de lamentación;

Ëinar gritó, pero antes de que siquiera se aproximase o, el guardia de atrás en pensar siquiera, lo golpease. La monarca de un barrido al talón izquierdo, al mago sabio tumbó y no requirió en realidad gran esfuerzo, pues a humillarse lo obligó. De este modo, Boudicea su espada de doble filo desenfundó y a la cabeza le apuntó...

—Mi reina... – Y pese a que, por la sorpresa titubeó, el alma de Cedrick no se turbó. —Clemencia, os lo suplico por favor...- Ni mucho menos en el fuego del verdoso escarabajo de esos ojos como la lanza se perdió. —¿Por qué me habéis hecho esto? ¿En qué os he ofendido yo? Si he hallado gracia a vuestros ojos y servidor fiel he sido al Rey Pastagus y Druso, padre de vuestro difunto marido. ¿Por qué ultrajar de esta forma a los amigos? – Y en efecto, de tres reyes como concejal había servido, y seguros hasta ese día en la corte que llegaría a ver al cuarto...

—¿Ignoráis acaso que engañasteis y con esbirros de Morgana y mis enemigos por años conspirasteis? – dijo ella.

—Calumnias son, my lady... - En cuanto a Cedrick, desde hacía ya buen tiempo temía algo como esto, y desde entonces, y sabiendo el alcance de lo que sabía de sus maquinaciones, y conociéndola, ya había preparado posibles respuestas. —Mentiras. Viles palabras para desacreditar el esfuerzo que he dado a la corona. ¿Quién os enturbiado la calma y robado el sosiego, despertando la ira en vuestro corazón? ¿Qué rufianes le han dicho semejante villanía? ¿Cómo creería las palabras venenosas de seres tan viles como lo son aquellas dadas por crueles brujos y tentadoras criaturas que sólo buscan su propio beneficio o saciar la lujuria desmedida de sus señores demoniacos? Yo siempre he servido al reino, ni una vez he flaqueado ante un enemigo y jamás me he visto sucumbir ante las terribles abominaciones de la magia. Y si no es así... ¡Pues que vengan! ¡Traedme a quienes me acusan e injustamente me condenan, de frente los confrontaré y en sus propias mentiras os confundiré! – y aún en evidente desventaja, mantenía la calma. — ¿En qué os he fallado y qué hice para merecer ahora el desprecio de mi reina?

La dama, entonces... Por un instante titubeó y el filo, puesto al cuello, de su espada le tembló. Las cejas, en un gesto imperceptible, doblegó. Y por más que detestasen admitirlo, tenía razón. Porque aún en la vileza de sus tropelías, nunca les dio motivos ni razón para dudar de la lealtad y eficacia en el liderazgo del concejo y ni el gremio fracasó. Sino que a los intereses de la real casa de los Lachlan protegió, al reino con uñas y dientes defendió, y los oscuros secretos bien guardó.

—El ejemplo más reciente sería en la captura del famoso asesino de doncellas. - Aunque lo dudo, no por mucho tiempo el gusto al sabio le dio. Pues la firmeza y rigidez en la belleza de esos rasgos de marfil recuperó. — Enterada estoy de la masacre del santuario y la muerte de los hijos de mi primo... - Resulta qué, tanto el hijo del concejal cuyo cadáver se encontró y la princesa de Galés, sobrinos tercero y segunda son. Y hacía varios meses que dejó a Cedrick a cargo de la investigación y admitido a esa susodicha cazadora Bryenna, favorita y propuesta por su hermano, el príncipe de Kenow.

¡Confesadlo, traidor! – El mariscal Ëinar de lejos exclamó. Se han confiscado documentos, pergaminos y cartas acerca de alianzas con seres oscuros e intercambio de información! ¡Vuestro lacayo, Melvin lo confesó!

Cedrick en silencio le observó y con esos ojos rapaces, una cosa en claro le dejó. Pues de todos, el menos activo en esto fue el que participó, y si es que era de sacar los trapos sucios al sol, bien sabido es que hasta los bellacos, entre ellos tienen su código de honor... El iluminado secamente rio, y Ëinar la lengua se mordió...

—¿Y que os garantiza que las escribí yo, o acaso adivinos ya sois? – Le replicó.

—Melvin os delató. Reconocen vuestra letra y también otras que vuestro escribano redactó para vos. – El elfo, sosegadamente, viendo la escena, recargado desde lejos, agregó.

—¡Pues interrogad al escribano y al concejo que diga si las firmé o no! ¡Traed al estrado a los secretarios! ¡Revisad entonces si tienen o no mi sello, o si efectivamente firmé yo...! – Y ahora resultaba que el cachorro con el cual juega la reina, cuyo siempre es tirado por ella, cual crin de caballo, como noble corcel, fiero relincha, olvidando que no pasa de un simple cerdo, una mula sin gracia que ella monta para su diversión...—¡Eso hasta vos lo decís bajo tortura! - ¿Quién le ha dado permiso a ese vulgar artesano de hablar? ¿O es que la reina no se anima a ponerle un bozal? En estos tiempos, cualquiera ya se siente con derecho de igualar... — ¡Yo no tengo la culpa de la ineptitud de la ineptitud de esa sucia mangurriana, la peor de entre todas las bellacas! ¡Es una zorra! – Y sobra explicaros de quién más pestes hablaba — ¡Fiera y salvaje a la hora del combate, de modos bruscos, pero incapaz de cargar el peso que implica organizar a su propio ejército! – Así pues, regresando la vista a la gobernante, un paso al frente a ella se acercó. Pues la misma le otorgó el permiso de pararse. —¡Y frente a su majestad lo dejo en claro... Yo no participé, ni mucho menos aprobé esa acción! - mintió. — ¡Fue ella misma, la que por su terquedad paneó la fallida emboscada! - De este modo, y todavía gozándose del privilegio que implica su posición, hasta a la propia reina se permitía a veces regañar —Ved los resultados, mi reina. Os dije que dijeseis no a las pretensiones de vuestro menor hermano que por despecho erra poniendo piezas, sacando humo por las fauces. – Y en efecto, Acthurius de Kenow... ¿Qué habría yo de deciros de lo que se dice de este apuesto, pero impetuoso príncipe? ¿De su orgullo? ¿Esa ternura, opacada por la terquedad? ¿Lo fácil que hierve en cólera? Ay, si hasta se le había metido en la cabeza que se había enamorado de a distancia de su sobrina Lady Cordelia, y desfallecido en pena al arribar a Conwy y encontrarla destazada y muerta... O tal vez la desilusión de ver perdidos los condados de Offa y Gwynedd, reclamándolos de antaño por suyos... — Lo de Melvin no sé nada. Pero eso hasta vos, bajo tortura, incluso las mismas palabras que ordenan que digáis habláis... - A Ëinar se dirigió.

—Señor... – y sin embargo, uno de los escribanos que asisten al verdugo, le interrumpió. —Nadie le tocó, el confesó todos sus crímenes y delató cómplices por temor al suplicio. – Y la ira de Cedrick, interiormente desbordó; los dientes apretó, así como su mirada bajó, pues irreconocible se tornó;

—Pues que arda en fuego, o que el tribunal dicte su merecido tormento. Yo no cederé ante calumnias o improperios... - Sin previo aviso, vehemente, contra suyo se volvió. Y al secretario tembló, porque tal cual si fuera una orden, con esa firmeza y sin titubeo alguno a su amigo condenó.

Y fue allí cuando nuevamente se postró, y a las enaguas de la reina, jalando del vestido con flores bordadas se aferró, y pareció que en llanto, por misericordia suplicó;

—Ved aquí que desdichado soy, con calumnias y mentiras... Buscando hacerme despreciable, cuando pudo se me atacó... Pero si estos años como humilde servidor han hallado gracia ante sus ojos y despertado la amistad y el estima que, cual si fueséis mi hija siento por vos ... Apelo a la piedad que hay en vuestro corazón. Dadme tan sólo trece días y os juro que, si no capturo a desgraciado hechicero, empaladme o desollarme en alas como el águila o el thondor, si eso sirve para el bien del reino y salvaguardar vuestro honor... - Y pese a que, ella se turbó e instintivamente retrocedió, contemplándole los ojos empapado, cierta compasión en el alma estocó;

—Tenéis siete ...- Sin embargo... No le creyó, y estoicamente respondió. —Estáis pendiendo de un hilo. Ni un error más, Cedrick. – Sentenció. De esta forma, la orden de llevárselo y escoltarlo bajo suma y extrema vigilancia declaró. ¿Lo último que vio? Tan sólo fue a la reina darse media vuelta, ofreciendo por completo la espalda, y hacia su amante, atisbando los primeros rayos del lucero filtrándose por la ventana, regresó...

Ya era medio día y ni el calor de la mañana llegaba a los largos pasillos de los sótanos del castillo Talvhiot, a las afueras de la ciudad, no muy lejos del palacio real. Apenas a cuatro horas de camino.

Nombrado así por el nombre de su fundador, mismo que fue mandado a arreglar hace tan sólo ciento cincuenta años. El palacio negro, llamado así entre la chusma de los vulgos, debido al tipo de roca de cantera con el que se construyó, donde apenas y penetraba el sol, y el frío que, según dicen... aún en el verano, adentro era aún más atroz;

Repleto de soberbios muebles esculpidos, puertas adornadas y ornamentos en las columnas talladas, revestidos sus muros con telas floreadas en oro y plata.

Y, sin embargo... La humedad el aire impregnaba y el olor a muerte en las inmundas mazmorras se respiraba.

Lady Bryenna el paso apresuraba. Con antorcha en mano, avanzaba así por las galeras subterráneas;

Azules eran sus ojos y ondulados los bucles castaños cayendo por la espalda. De semblante firme, las voces ignoraba, al tiempo en que el resonar de sus pisadas, así como el golpetear de las celdas y diversos murmullos, se mezclaba. Y no hubo más que el retumbo de los gritos, agudos alaridos que, de entre todos se escuchaba y hasta en el alma traspasaba.

Se adentraba pues, por anchos y profundos corredores, bajo el curvado techo de pedernal, donde hasta las sombras ansiaban escapar.

Y de pronto, el olor a acre, con el empujar de la puerta se empezó a acrecentar. Ni siquiera ella, estando acostumbrada lo pudo tolerar, puesto que se dispuso sutilmente a voltear y fugazmente la nariz arrugar. No obstante, lo peor fue el humo negro, carbón encendido que sus compañeros disponiánse a quemar y con pinzas agarrar.

Uno de los verdugos balbuceó un saludo al verla llegar, mientras que ellos los otros, apenas y se molestaron en otear. Tan sólo siguieron con la encomendada comitiva de torturar y de las confesiones, tras un escritorio sentarse y anotar;

Y allí estaban ellos, colgando del techo, atado por cadenas de las manos en la garrucha, o bien, sujeto a una silla, latigueado y con los pies quemados en espiral, mientras el tercero yacía en el potro, temblando de frío y ansiado finalmente de esta pesadilla despertar, sin saber que los verdaderos horrores empezarían a comenzar...

— ¿Ya han hablado? – Y echándoles el primer vistazo, de reojo. Luego de haber dejado en uno de los soportes. Su ceja arqueó. Y al jefe de los inquisidores se dirigió.

—Nada relevante, señora. – Calmada y sosegadamente respondió. Bryanna, más que enojarse... Podría decirse que se decepcionó y un largo suspiro dio. Sin embargo, prosiguió;

—Oh, ya veo...Nunca falta un contratiempo. Supongo que amerita redoblar un poco los esfuerzos... - Dos largos pasos avanzó. Detuvóse un segundo, distinguiéndolos mejor —Volved a vuestras casas y váyanse de aquí... - La espalda les dio, y hondeando la melena, el listón de sus cabellos soltó, y sonrió. —No dudo de vuestra efectividad. Habéis servido bien y comprendo igualmente que estos días habéis tenido mucha presión y trabajo por hacer. Tomaos el día, descansad. Jugad con vuestro perro, pasad tiempo con los niños o haced felíz a la mujer...– No obstante, aún entre esa risita, la compostura conservó. —En cuanto a mi... Digamos que... creo que llegó la hora de.... Poner algo de mi parte. – Insinuó, y no fue más que cierto toque siniestro en el su voz. El verdugo dudó y con extrañeza la miró. Bryanna lo notó, pero no le importó. — No os preocupéis, os prometo que de esto nadie se enterará... - afirmó. Sin estar muy seguros, aunque mayormente tranquilos, asintieron y por la puerta, despidiéndose se fueron—Una cosa más... - No obstante, la voz de la cazadora, antes que el último saliera, lo frenó. —Buscad a Sir. Douglas y traedlo hasta acá. – finalizó, al tiempo que sólo escuchó como, yéndose corriendo.. las llaves de la celda, sobre el escritorio las dejó.

Bryanna, estando sola de oreja a oreja, macabramente los labios torció... Y lentamente, de sosplayo, contra ellos se volvió;

—Muy bien, caballeros... - les habló, al tiempo que hacia uno de ellos despacio caminó. —Podemos hacer esto de la manera fácil o difícil....- Por un segundo calló. Y sin previo aviso, cogiendo de los cabellos al que estaba colgado, a mirarla le obligó. —Pero por favor... escoged la difícil....

Y he aquí que era Kevin;

—Que los dioses os maldigan y vuestra maldita alma atraviesen con cuchillas y sea maldito el lugar donde caigáis mu...- Y aún lacerado y parcialmente deshollado a cauda de tantos latigazos, declaró. Y no fue más que el sollozo, así como los quejidos en el entrecorte de esa enronquecida voz que por pequeños instantes, haberla oído antes Bryenna tuvo la impresión... Y de ese peculiar escalofrío, tan extraño y jamás sentido antes la invadió. Pues en verdad os digo que nunca las olvidó. No obstante, en respuesta, lo golpeó;

—¡Así me gusta!...- riendo, prosiguió. —Si no os resistís un poco, esto no sería divertido... O tal vez sí...- Y era la sangre que escurría del ya hinchado rostro del malhechor la que, con un segundo puñetazo... incluso sangre de la frente, cayendo por su faz... Como lágrimas de rojas pareció — Ahora... ¿Qué me decíais? – No conforme con ello, hacia atrás, con rudeza, de los pelos lo jaló y este gritó. Luego de varios años, aún antes de servir en galeras del verdugo, a recibir toda clase de injurias y maldiciones, de algún modo los gajos del oficio la acostumbraron. Hacía falta una abnegada convicción, entregada al servicio del pueblo, algo de estómago y dureza de corazón. De no ser así, ninguno llegaría a ser apto para esta repudiada labor.

—Podéis chuparnos las bolas...– A la cara le escupió. Y tremenda bofetada se ganó.

—Se dice, sí señora... - ordenó. Y desde hacía ya varias semanas desde la fecha de su captura, resultando de aquella salvaje y violenta persecución en los caminos a Hallasat, dejando a dos lisiados y un muerto, acribillado por flechas en su lugar. Fueron encadenados y puestos nuevamente prisioneros en una de las carretas, o bien cambiados constantemente las celdas conforme a las rutas que había de tomar. Habíalos dejando con vida, pues sus confesiones ayudaron por muchos días a localizar y seguir el rastro de Dark. Y cuando se pensaba que no servirían de nada o ya tenían programada la fecha para ejecutar... El más peligroso de los cuatro restantes, junto con una truanesa de la inexpugnable cárcel consiguieron escapar —Y ahora me diréis... ¿Dónde está?

—¡¿Y yo que diablos voy a saber?! ¡Está loco! ¡Ya no sé ni cómo piensa él! – replicó, alzando la voz. —¡¿Por qué no cerráis la boca y os sacáis las tetas de una buena vez?! – Y no fue más que el rubor de la sorpresa, así como la singular e incómoda vergüenza, hormigueándole las partes bajas, seguido del acero a flor de piel.

—No... Creo que tengo una idea mucho mejor...- Lo que ocurrió fue que Bryenna sacó su afiladísima navaja y rasgó de un tajo las capas de tela que ahí le tapaban —Me han dicho que del grupo sois el más rudo y valiente... - Con una mano, el filo del metal le acariciaba, mientras que con la obra... A verla a los ojos obligaba, y sonriéndole de maneras para muchos no muy extrañas, le dejó entrever lo que en realidad deseaba.

—Y a mí que sois la ramera más sucia traída de los mares... - Y aunque la piel se erizó, o a pesar de que por la humedad, bajo el recinto llegaba a sentirse aún más de ese frío atroz, un calor de pronto por el vientre bajo, calándole los huesos, quemándolo por dentro, no se turbó. Y no hubo más que una mueca de asco, así como el desprecio que por ella sintió.

Y no fue sino el agudo grito en lo que la voz grave se convirtió, junto con las lágrimas saladas que incontenibles, corrieron. La enfadada guerrera, en escarmiento, el testículo izquierdo apuñaló y la sangre, por las piernas hasta el suelo goteó.

—Vamos, si no soy estúpida... – entre dientes, al oído le susurró. Mientras que del cuello, con fuerza le estrujó. —Sois quien lleva más tiempo con él ¿Y decís que no lo conocéis? ¿Pues qué clase de amigo sois? – y regalándole preciados segundos de respiración, le soltó. A continuación, otra bofetada le propinó.

—P...¡Perra! – retorciéndose, en medio de quejidos, maldiciendo no sólo a su suerte o el cruel destino, la insultó. No obstante, a Bryanna no le importó.

—Venga...- Y esbozando aquella pícara y vesánica sonrisa, la cuchilla desde el cuello, pasando por los hombros culminando más allá debajo del ombligo, delicadamente le rozó. Más al sentir la mano de la mujer, descendiendo, como quien busca encontrar algo en el más íntimo rincón, esa parte le sobó. Kevin, sin querer enardeció y ese conocido cosquilleo a él volvió.... Y sin previo aviso, el dedo en la herida le metió... —Debe haber algo que hayáis olvidado decirnos... Una marca, una seña o evidencias... - Y con tan sólo verle, parecía que el alma le sacó, puesto que en un esclavo lo volvió, objeto viviente sometido esa mórbida diversión. —Tengo tiempo de sobra, creedme que podemos seguir así todo el día... Tan sólo pensadlo, ¿En qué partes ahora voy a cortar...?

—Da igual si lo hacéis, vuestro tiempo perdéis. Porque ni los dioses mismos pueden saber... - recuperando atisbos del aliento perdido, con la garganta enronquecida, tiritando y sudando frío, contestó. —Ya os he dicho que no lo sé. Y ni en todos los años de conocerle, ni yo le he llegado a entender. - Prosiguió —Está loco y hace lo que quiere. Le seguimos porque es bueno en lo que hace, un maestro del sigilo y el escape, nos comparte del botín. En raras veces muestra signos de cordura, pero sus planes por muy estúpidos funcionan... Si él quisiera, ya nos hubiese liberado y con verdad de mi boca os digo que no sé por qué diablos no se le ha ocurrido...

—¿Y qué me decís del brujo? – inquirió. De alguna manera, de todos era uno de los pocos que le empezaba a caer mejor. —¿De casualidad no piensa venir a rescataros como a él? - Se mofó. A pesar de ello, a ese carácter hosco y sarcástico de antaño se acostumbró. Y no hubo más que el aire de consternación, junto con vestigios de un gran temor y su aún agraciado rostro, al mencionarlo palideció.

—¿Me veis cara de adivino, mujer? - Objetó. —Nada más de halla de lo que les dije que vi y oí sé. - y en efecto, luego de separarse de él, pues sus caminos se separaron pasando de los lares de Mabon, huyendo la lanza de Hëol, escapando de la furia del maldito hechizo de las cuevas en los bosques Ar-Hedhel. Pero ninguno tuvo en ese momento certeza de serie de infortunios que a cada uno con el tiempo, por separado, más tarde les llegarían a acontecer. —Ése tío estaba cubierto de vendajes, con plantas, espinas y cuarzos. Tuvimos que desollarlo vivo para despegarle las vendas fundidas en sangre, carne y piel.... Más tarde me di cuenta que no fueron puestas para curarlo o protegerse. Sino que esos cristales nos protegían a nosotros de él. – Por varios segundos enmudecía, no obstante... aun tardándose, con el relato proseguía. —No sabéis a lo que os enfrentáis... Ni lo sé. - Claros eran sus ojos y rojiza la melena que caía a los costados con el esconder de su cara. —Inmaginadlo, si estaba como un perrito lastimado envuelto apenas en harapos cuando le sacamos. y quién sabe como carajos pudo aguantar el dolor de ser despellejado vivo, porque lloraba y se mordía tanto la lengua y reprimía los gritos que de la garganta, flemas con sangre continuamente vomitaba. ¡Por los cuervos de Morrigan! Comparado a lo que nos habéis hecho, no duele nada. - y viéndola de frente, con el brillar de las pupilas la desafiaba y en articular de tan peculiar sonrisa, de sus fauces risas secas soltaba. —No le conocéis, es la clase de hombre que los pesares de la vida lo hacen más fuerte, o más bastardo e indolente. Y cuando lo cargábamos, era como si un demonio sonriese, y llanto, el miedo y la venganza le complaciese...

—En hora buena... - Había lidiado con toda clase de seres abominables, matado demonios con las manos, así como también deleitado en mórbidos placeres habiendo presenciado sus miradas suplicantes misericordia deseando. Tanto que, al verlo y tenerlo en frente, supo a no más que un loco con espada, realmente se estaba enfrentando. —¡Me habéis hecho el día! Pero gracias por hacerme reir... ¡¿Demonio?! ¿Es enserio? ¿Un demonio? – Hizo una pausa. De este modo, la compostura recuperó, y señalándose el contorno de la cara con el dedo, muy seriamente habló. —¿Queréis saber cómo obtuve esta cicatriz?- Y fue así como, se desabotonó el jubón y los listones del corpiño, bajo la cota se sacó. Parte del escote y las marcas de estrías encima de tajos, producto de violentos zarpazos le mostró. Kevin calló;

Y cuando, en la salvaje hermosura de esos penetrantes ojos azules se perdió. Bryenna el ceño frunció, y pese a la tosca expresión fúrica que adoptó, aún preciosa la halló. No obstante, su mira bajó., Y algo extraño bajo los pliegues de las mangas, oculta con las sombras, apenas visible por el tenue brillo de las flamas; una herida todavía fresca y roja como la carne viva, visible tras las amoratadas fisuras, debido a la posición en el momento que de la barbilla lo tomó. Los párpados abruptamente abrió y esa pesada bruma le abatió. El ruido de la puerta abrirse oyó y entonces volteó...

—¿Me llamaba, my lady? – y cuál fue la incómoda sorpresa, así como el sonrojar de sus mejillas cuando por fin notó que Sir. Douglas sin avisar pasó.

—Uh... - Del prisionero inmediatamente se separó, y con torpeza, usando el brazo, y atando como podía los nudos del jubón, el pecho le cubrió. —Llegáis tarde... - Tratando de sonar seria carraspeó. El caballero, efímero, sonrió y e irónico, una ceja alzó. No necesitó más que bajar la cabeza para comprender algo de aquella comprometedora situación.

—Es mejor siempre tarde que nunca ¿No? - Y podría decirse verla desnudarse a la hora de torturar a uno que otro preso ya no le sorprendió. Bryanna bufó;

—Bueno, ya no importa... - Y ofreciéndole la espalda, media vuelta se dio. De este modo, a pasos lentos hacia el infortunado Brandon, quien yacía atado al potro y por el tormento desmayado, se aproximó. —Ayudadme con estos... - Ordenó, mientas al otro, sin cuidado alguno abofeteó. —¡Eh, vos! – Exclamó. El pobre desgraciado, muy mareado, a duras penas los párpados entreabrió. Y no hubo más que el silencio abrumador cuando desde arriba, borrosamente distinguió la imagen de una mujer que con el entrecierre de los ojos, rígida y estoica, quien altivamente, desde arriba lo observó...

Brandon, leves quejidos emitió. Pues, para el propio infortunio supo que esto no era otra alucinación.

—¿Habéis despertado ya?¿ O quizá deban ser necesario otro par de bofetadas más?.. -Asombrosa llegaba a ser su calma y sosiego al hablar, junto con esa total frialdad a la hora de interrogar. El adormilado criminal, apenas consiguió palabras inentendibles titubear. —Bien, porque os necesito consiente para lo que en carne propia sufriréis... – Dijo Bryenna. Acto seguido, el cuello giró y la mira a Douglas, el cual descolgaba a Kevin, de soslayo dirigió. –No.  A él no le toquéis, de ese yo misma me encargaré después...- Por instantes calló, y antes que el caballero hiciese otra cosa, le indicó —¿Sabéis? Pensándolo mejor, enseñadle un poco de lo que se les hace a los de su clase en Kenow... - entre dientes rio.

—Como ordene, mi señora... - y sonriéndole suspicazmente, la poca ropa que llevaba encima, a Kevin de un tajo las arrancó, sólo bastó de un simple tirón...—Será todo un placer... - Con esa macabra risa seca, a manosearle lascivamente empezó... Y desde aquél día, no sólo el pelirrojo la odió desde el fondo de su alma y corazón.

Y aunque en vano con Douglas, aún atado inútilmente forcejeó y la inmensa repulsión en las facciones se formó, de mil y un formas contra ellos blasfemó, sólo ser aventado con furia vehemencia rebotando contra la esquina y el suelo de pedernal. La espalda se golpeó y tan fuerte la forma tan salvaje que lo estampó, que hasta la columna y varios huesos le tronaron...

Desde arriba vio con todo detalle la gigantesca figura del gordo hombre que, cual gigante se acercó, a pasos toscos en el piso resonó. De ahí, muy poco o nada su destino le importó, ni siquiera cuando, poniéndolo de rodillas, de una patada a ofrecerle más que la espalda le obligó.

—Bueno, queridos varones- Lady bryenna, por su parte, antes de empezar a torturar a Brandon habló. - Por lo general hablaría para negociar lo que deseo saber, pero... Ni tenemos tiempo para esa mierda, así que...- Los dedos chasqueó — Douglas...

Lo siguiente que se oyó fue el desabrochar de los cintos y el rápido deshacer de los nudos de su pantalón. Y no hubo otra cosa que el aullido, ese afónico y desesperado rugido que a más de uno estremeció.

Sin embargo, la cazadora rio. Y vaya que oír sus súplicas y maldiciones le agradó, puesto que frente a ello se tocó y el escote por completo de abrió, importándole muy poco el pudor.

—Tranquilo, puedo hacer más placentera esta experiencia – Y con la parte plana de la navaja, las partes privadas del aterrado Brandon acarició y frotó, buscando someterlo a distintos estímulos para inducirlo tarde o temprano a una erección. Y cuando estuvo cercana a su punto, entonces el listón de su pelo para hacerle un torniquete utilizó y muy fuerte los apretó, y me han dicho que más que gustarle, hasta le dolió... —Bueno... Al menos para mí lo será...

Fue así que lo montó y por largos minutos no hubo más que los ecos del fragor, pues con el filo de la cuchilla, en los brazos, axilas y caderas, obligándolo a moverse apuñaló. Kevin tan sólo contempló el cuerpo de la joven guerra que en vaivén, bajo el largo de las faldas se balanceó. De vez en cuando percibió algo que tronó, debido a que, con la fricción, no sólo los músculos y tendones del miembro le desgarró. Sino que el arma nuevamente en la carne enterró y Brandon en la profunda agonía, su espalda arqueó y las cuerdas tenzó. No obstante, por causa de los acertados cortes en los músculos de los costados, aún más le hirió. Y en verdad que hasta sintió como, mientras Bryanna daba voces de excitación, al prisionero partes del tejido mismo de la piel y los huesos se le desprendió. Y no hubo más que el grave y profundo clamar de su dolor.

Palabras le faltaron para describir el horror entre repetitivos picores y  movimientos, junto con el abominable gesticulo de los monstruosos deleites que, incluso al propio Kevin, no deseándolo le impregnó, porque tan inmundo todo aquello le pareció, ya que no conforme con sobajarlo de esa forma, a mirar les obligó. Y entre el frío y el calor, en un atisbo vislumbró la expresión suplicante de su amigo, que con lágrimas en los ojos, sin decir nada, mucho comunicó.

¿La estáis pasando bien? - Mofándose preguntó.

Más que el infeliz bastardo que os embarazó... - Pese a ello, el gusto no le dio, pues en el orgullo, su punto más débil la atacó. Y consiguiendo su cometido, os digo que de muchas cosas turbias se entera uno en la prisión, esto de sobremanera la enfureció. Otra estocada se ganó.

Oh, vamos... Sed amable y decidnos... - con cuchillo en mano, con perforarle la quijada le amenazó. —¿A qué os sabe la venganza y la traición? – inquirió. —Porque debéis saber que vuestro camarada os delató y dijo que por buena plata, para cubrir su pellejo os entregó.

—¡Mentiras! ¡Calumnias de vuestra sucia boca! – Replicó. En efecto, tuvo la razón. Con viles palabras y falsas acusaciones, poniéndolos en contra ella por semanas intentó. Pero hasta Brandon sabía que por más desvariado, demente o despiadado que fuera su amigo, jamás pudo tacharle de traidor —Maldito seáis Jason por dejarnos. Maldito Wallter – con voz entrecortada, en medio del llanto musitó — ¡Y maldito forastero de las extrañas cuchillas, y la puta que os pario...! - y de sólo a un hombre de su agonía culpó. Esto a la dama le llamó peculiarmente la atención, y a las vociferaciones los oídos agudizo;

—¿Y quién era él? – le preguntó, puesto que de otro integrante en la fuga nunca se enteró, ni cadáver alguno entre los acribillados encontró.

Preguntad a alguno de los vuestros si le vio, si fueseis tan viva sabríais que de seguro una emboscada desde antes nos tendió...- Aconteció que a los pocos días de distanciarse del mercenario, he aquí que con Lucifer, en medio del boscaje, sentado a un lado, sobre una gran roca, bajo la bruma se encontraron y sin saberlo, con un demonio pactaron, rebuscando en sus ropas, un raro elixir, dijose de escamas y cola de dragón les ofreció, y a cambio de que a los pocos días les regenerase las heridas. Ellos le brindaron valiosa información sobre el paradero de Dark, así como de su cambio de dirección y del camino que tomó.

No obstante, Lifer su parte no cumplió, y ya no siéndoles de mayor utilidad los vendió y apuñalándolos por la espalda, de una patada, cuesta abajo a una barranca los empujó, y dejándolos sin nada, a merced de sus enemigos los traicionó. Y oyendo este relato, aún sin mencionarlo... Algo no le cuadró y la mala espina incrementó...

Y Kevin, de una sola cosa entonces se acordó, y fue allí cuando por fin comprendió... Y esto, su agonía prolongó, pues para siempre le atormentó y hasta el día de su muerte, en pesadillas le atormentó...

Pero de aquello que os conté y lo que pasó, muy de lejos me enteré. Y probablemente las dimensiones del embrollo nunca del todo averiguaré, o siquiera en mis años de vida alcance a entender, porque si de algo os juro es que nada es seguro de lo que ocurre tras las puertas del Talvhiot...











-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

NOTAS DE AUTOR;

-  Glorfindel, nombre propiamente masculino, traducido al españól (del lenguaje élfico creado por J.R Tolkien) significa; "de rubios cabellos".

-Hago referencia a cierta costumbre la edad media, en el cual se creía que los higos poseían propiedades afrodisiacas.

-Hago referencia a la tragedia romántica entre Ëol, el elfo oscuro y Arethel Art-Feinel, quien llegó a matar a su esposa con una lanza envenenada (de ahí uno de los poemas). Así como la tragedia de su hijo Maeglin, villano del Silmarillion (de la saga del señor de los anillos), misma que igual mencioné sutilmente con la bruja tamar, inspirándome en ëol para crearla.

-Beriedain es un personaje creado por mi querido amigo Leandro y prestado para este libro. Cuyo nombre fue inventado por él, atribuyéndole el significado de "espina de plata".

-Puse sutiles guiños a Maurice Druan, uno de mis autores favoritos, creador de la saga de los reyes malditos (muchos dicen que tengo mucha influencia de R.R MArtin, pero yo me inspiré más en maurice Druan con su saga)

-Hago mención a las rutas terrestres del comercio en la edad media, en especial con el comercio de opio (una droga muy común, traída del oriente. Su consumo, en algún comienzo llegó aprohibirse, peor prohibido o no, el nercotráfico se las arreglaba y se decía (se dice ahora) que quien controlaba las rutas comerciales (las cuales eran jodidamente importantes) y en especial el tráfico de opio, lo llegabas a controlar todo, en realidad. (opor lo menos lo referente a esa zona), qu es un paso importante entre mabos reinos

- hago igualment eun guiño a la historia de mi país, México, con la tortura de la quema de pies, método utilizado como suplico para el emperador Cuauthemoc por los conquistadores españoles, esperando que confesase donde tenía escondido todo su oro. Cuenta la leyenda que mientras al emperador Cuauthemoc lo torturaban y le preguntaban donde estaba todo ese oro Azteca secreto, el se negó a confesar y dijo "Es que a caso me tienen en un lecho de rosas?"

-"la garrucha", es otra forma de mecionar al "péndulo", el mismo método con el que torturaron a Dark.

Aclaraciones;

Quiero agradecer  a todos por su pacienica y por haberse tomado la molestia de leeer. Agradezco igualmente a mis amigos; Henry, Shine (que me dio ideas), a mi amigo Rod y a mi amigo Lucas, los cuales me aportaron tips para este capítulo. Esta última escena en especial, se me hizo un poco más complicada, ya que nunca había escrito un "femdom". Pero era una escena que ya tenía varios meses planeando o debatiéndome si ponerla o no. La polémica escena de una mujer violando a un hombre.

Si me lo preguntan, este método de violación funciona... Podría, ya he explicado antes que algunos strippers llegan a usar este método para simular tener el pene erecto durante los "shows". Sí, muchas veces requiere una "estimulación" previa, que no necesariamente a un hombre puede.. agradarle. Se han llegado a arrestar alguna smujeres violadoras (sí, es muy poco usual) que usan este método para violar a un hombre. Generalmente dormidos o inducidos mendiante drogas para forzar igualmente la... bueno, ustedes saben. Esta escena, sinceramente representó algo muy complicado apra mi, al final decidí optar por el clásico de incluirle elementos del bdsm (Se me hizo muy difícil, creo que trabajé más en esta escena que en las otras), aunque .. fue complciado. Incluso llegué a entrevistarme con una dominatrix apra pedirle asistencia.

En fin... la moraleja de esta historia; NO hagas pactos con demonios (o ecibas medicamentos de dudosa procedencia) o terminarpas igual o peor que El bryan, el kevin y el brandon.

"Jamás hagas pactos con demonios, porque siempre saldrás perdiendo, aún si después de todo obtienes lo que quiero, porque el precio verdaderamente alto es" (le pasó a Tamar, y le pasó a Dark, le pasó igual al Bryan, Kevin y Jason, y Brandon)

Y las preguntas prevalencen "Logrará Cedrick salvarse de la cuerda floja?" "logrará Bryanna consumar su venganza? "dónde está el "yeizon"?" "¿cuáles son las verdaderas intenciones de lifer?"  tendrá algún día la reina un mmento para follar en paz?... Eso averígüelo en otro "emocionante" capítulo de "sangre y Acero", su telenovela porno favorita (?)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro