Prólogo
Camino a paso acelerado por el pasillo del edificio. Bien pudiera aparecerme en el lugar, pero la verdad es que amo llegar dramáticamente a todas las escenas que se me presentan. Ya saben, derrumbar puertas con los pies o con un simple gesto de mi mano...
Me encanta fastidiar las tareas sucias de los seres oscuros. Agarrarlos infraganti...
No saben lo gratificante que es.
—Yo primero —se adelanta Agustín.
Pongo los ojos en blanco.
Se sigue tomando en serio la tarea de cuidarme, o al menos eso quiere intentar. Pues ignora que yo soy quién lo cuida ahora, a todos. Ya soy una Dominus, lo que quiere decir que además de mantener el orden entre el cielo, la tierra y el infierno. Soy su protectora.
—Yo de segunda —anuncia Daria.
Bufo.
Ahora que mi amiga es un lobo y es fuerte, cree que es indestructible.
Con la reacción de estos dos ante una cacería de seres oscuros, la pregunta que me hago a diario es: ¿Acaso ser Dominus me hace inútil?
Se supone que tengo más poder que cualquiera en éste mundo y me tratan como si fuera lo más frágil sobre la tierra.
Los sigo con sumo cuidado por el pasillo que da con el departamento, en el que escuchamos los gritos de la chica.
Los estamos siguiendo desde el supermercado. No es que seamos cazadores de sombras como Jace, Isabelle y Alec. Lo que sucede es que no dimos cuenta de que hacer toda la limpieza posible sobre la tierra facilitaría el trabajo.
Verán, estos últimos meses, me he dedicado a depurar un poco la tierra en vista de que las puertas del infierno están abiertas, esto quiere decir que todo el que caiga en él no se mantendrá allí, sino que regresará a joder aquí una y mil veces hasta que Cerbero regrese a su posición en las puertas como guardián del infierno, junto con los ángeles de la muerte claro está. Se nos han ocurrido muchas cosas buenas y con la ayuda de Betta, hemos creado una especie de sarcófago. En el, pueden entrar las almas sucias y retorcidas o bueno, al menos allí las atrapo. Esas almas como lo son las de los demonios, vampiros, brujas, hombres lobo, duendes, etc... Cualquier ser demoníaco y malvado que exista y que se puedan imaginar, también los que ni su imaginación procesa. Pero quiénes tienen un boleto VIP para peste sarcófago son los seres malvados de corazón, porque aunque no lo crean, nos hemos topado con seres oscuros de buen corazón. Y sí, todos tenemos corazón.
Éste sarcófago detecta su nivel de maldad, y si es demasiada, pues absorbe su alma con una simple palabra que articulo. La función en sí, es que éste artefacto retenga esa alma hasta que las puertas del infierno se mantengan cerradas y puedan ser enviados allá sin que regresen a la tierra, como debe ser.
El sarcófago tiene un nombre adjudicado por Diaria, pero no lo recuerdo ahora.
—¡Ahhhhh! —escuchamos el quejido de la joven.
Siento como la adrenalina recorre mi cuerpo, éstas situaciones me ponen alerta. Agustín quién ya me conoce inclusive más que mi desaparecida madre, gira hasta mi y me da la orden:
—Control.
Suspiro.
No me puedo controlar cuando algo me molesta, cuando observo algo indignante. Bueno, seguramente algún día podré, pero todavía no sé hacerlo. Hace unas semanas hice explotar una bóveda de seguridad, donde un par de Nefilim estaban robando joyas a una señora de cuarenta años, multimillonaria. Me dio tanta rabia que me puse como ahora, y terminé llenando de fuego el lugar.
—¿Sabes? Cuando estás enojada, tus ojos se ponen de color naranja.
Frunzo el ceño ante el comentario de mi amiga.
Pero rápidamente, cambio de expresión, porque resulta que Agustín ya irrumpió en el departamento sin avisar, dejándome sin mi momento dramático. Es lo único bueno de estos casos y él me lo quita. Ha dado una patada a la puerta, algunas estacas de madera vuelan por el lugar. Cómo les dije, amo el drama. Aunque no lo haya ocasionado yo. Saca de su abrigo una daga de plata, por supuesto que la sostiene con guantes especiales o de lo contrario se quemaría porque su piel de licántropo no la tolera, y mientras Daria tiene puesto un collar hecho de ajo, recién me enteré que es cierto eso de altera los sentidos de los vampiros, los debilita por unos segundos mientras puedes actuar. Y sí, ésta noche lidiaremos con un vampiro.
¡Abdón! Te necesito...
Ya, sal de mi mente.
Últimamente pienso mucho en él. Es como si estuviera dentro de mi cabeza. Como si tuviéramos un vínculo... ¿Todavía?
Sacudo la cabeza. Qué idea más idiota.
—¿Pero qué demonios? —dice la chica.
Está tendida en la cama, desnuda. No es la escena que esperaba, pero sé que los seres oscuros suelen tener rituales extraños. Así que no me extrañaría que haya sido seducida para después matarla y regodearse con su sangre.
El vampiro, da vuelta hasta nosotros extrañado y sus pupilas se dilatan. Sus horrendos amarillentos y desordenados colmillos afuera de su boca, dejan caer una especie de baba verde azulada que gotea en el suelo, y algunas chispas de esa sustancia, caen en los pies de la chica.
ASQUEROSO.
—¿Sabías qué cepillando tus dientes con regularidad eso no sucede? —lo aconsejo.
Retiro de mi cuello con fastidio una cadena de plata, previamente remojada en agua bendita, que contiene un pequeño frasco. No es un tótem. Es el sarcófago del que les hablé. Ésta acción ya es tan familiar para mi, tengo aproximadamente unos quince meses haciéndola.
—¿Cuál es tú última petición? —añado.
—Espera —interviene la chica, mientras enrolla su cuerpo en la sábana.
Es como que si estar desnuda frente a nosotros, tres desconocidos, fuera algo muy común para ella.
¿Qué le sucede al mundo?
Yo apenas y puedo salir con shorts a la calle.
—Es mi novio, y yo sé que es un vampiro.
—¡¿QUÉ?!—soltamos Daria y yo al unísono.
—Tenemos juegos de roles, para mantener nuestra vida sexual activa—añade la chica.
Golpeo mi frente, y en esa acción me lastimo con uno de los anillos que llevo.
—¿Eso es todo? —opina el vampiro.
«Esto parece novela mexicana» escucho los pensamientos de Daria.
—Disculpen la intromisión—, ofrece Agustín después de un incómodo silencio —hasta luego.
Los sostengo a ambos por los hombros mejor irse y no seguir pasando pena. Hago que nos aparezcamos en mi casa.
—¿Pero qué rayos? —Daria no puede salir del asombro.
—Averiguamos mal —informo.
—¿Pero qué íbamos a imaginarnos nosotros? Cada día veo cosas más locas...
—¿Qué puede ser más loco que esto?
Me señalo.
La verdad... Es que me odio. Odio todo esto.
Ya sé que odio lo cliché, lo que es igual. Pero en serio anhelo mi vida. Mi monótona y estúpida vida. El pan quemado de mamá, su jugo con mucha sal. Extraño a mamá. Ya ni la puedo sentir, a la abuela tampoco.
Inclusive, extraño a Patrick. Esa endemoniada de Kriss se lo llevó.
—Debes aprender a dominarte —aconseja Agustín, mientras revisa en el freezer.
—No hay carne, toda se la comieron ayer —me adelanto a informar con fastidio.
Aparezco en mi habitación.
Segundos después, Daria toca la puerta. Sé que es ella por su olor.
—Pasa.
Gira, el pomo y se adentra.
—Pensaba que estarías desnuda.
Ya estoy cambiada. Tengo puesta una bata, como pijama.
—Ya sabes que todo lo hago hiper rápido, y eso también lo odio.
—Sé que te molesta que Agus te diga eso, pero tiene razón... Debes saberte controlar—se aclara la garganta para sonar lo más sutil posible— deberías aprender, es solo una sugerencia.
Rodeo los ojos.
—¿Cómo es que me voy a controlar con tanta responsabilidad por delante? Creo que a éstas alturas puedo darme el lujo de ser susceptible, al menos un poquito.
—Una vez, sí. ¿Siempre? No está bien... ¿Sabes? Nadie más que yo odia lo que soy. Tener que mentirle a mis padres, borrarles la mente... No eres la única que se alejó de cosas comunes y yo tampoco escogí esto, Aeris. Tú adolescencia no es la única que fue interrumpida. Sin embargo, hago lo posible por sobrellevar todo esto. Al menos tú no dependes de una maldita luna cada tantos meses, de carne cruda e inyecciones odiosas que te dejan sin aliento.
Se pone de pie, y se detiene en el umbral de la puerta de espaldas a mi:
—La muerte de Abdón no solo te está afectando a ti... Agus era su mejor amigo, a veces deberías ver a tus costados. No solo eres tu la que sufre.
Se va.
Aquí quedo, sola en la habitación. Hecha más mierda, más de lo que ya me sentía.
¡Gracias Daria!
Ha sido un largo día. Mañana toca ir a clases. Y seguir con la tarea de encerrar seres oscuros desobedientes. ¡Viva mi vida!
¡Y viva el sarcasmo!
Me acomodo en la cama. Hoy tampoco cené. Con eso serían ochenta días sin probar bocado. Me he dado cuenta de que no necesito comer para poder vivir. Ni siquiera necesito agua. Cosa demasiado extraña. A veces me dan ataques de ansiedad, pero la comida no es algo indispensable para mi.
«Aeris, te amo... Volveré por ti»
Cierro los ojos y me acurruco para estar cómoda.
Ignorando la voz de Abdón en mi cabeza.
💝
I'm back bitches...
Kisses, A.
Okno. JAJAJAJAAJAJA (Broma apta solo para quiénes leyeron y/o vieron PLL)
Bien, gracias por seguir aquí 💖 no tengo palabras para agradecerles, jamás me alcanzarán. Espero mucho de ésta novela, y estoy segura de que ustedes también.
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