CAPÍTULO 6 - Un regalo
Narrador omnisciente
La espalda de Danny dolía horrores, además sentía como si el aire a su alrededor hubiera sido reemplazado por polvo.
Abrió los ojos y se sorprendió al verse tirada en el suelo, junto a la cama en dónde se había acostado.
¿Acaso se había caído? No, ella no era tan inquieta al dormir, eso sin contar que también tenía una almohada bajo su cabeza.
Se puso de pie con extrañeza pero eso se desvaneció al ver a Gregory dormido en donde hace un par de horas había estado ella.
Ese maldito la había tirado de su cama y como si su cinismo no hubiera sido suficiente, le había dado una almohada como regalo de consolación.
Se fue el baño para traer agua, pero decidió que ese truco era muy viejo y muy poco para lo que se merecía.
Así que fue a la cocina, no tenían comida, absolutamente nada, pero en cuanto vio una maceta con las plantas marchitadas, sonrió.
Tomó toda la tierra que había dentro, la mezcló con agua caliente hasta crear un lodo muy espeso y oloroso debido al abono que alguna vez pusieron.
Sonrió con malicia al verlo profundamente dormido cuando volvió a la habitación.
—Gregory cielo, despierta —le susurró en el oído.
Él se removió pero no despertó.
—Gregory amor mío... —volvió a decir y una sonrisa arrogante se formó en la cara del rubio.
—Sabía que me amabas en secreto —presumió antes de abrir los ojos pero deseó no haberlo hecho, ya que en cuanto lo hizo, algo lo mojó desde la cabeza hasta la cintura—. ¡Maldita loca! —gritó saltando fuera del colchón.
—Eres un idiota, no había necesidad de tirarme al piso. Bastaba con que me despertaras y me dijeras que esta era tu habitación.
—Eres una malagradecida, al menos te di una almohada ¿no?
—Imbécil.
Él iba a responderle pero su teléfono sonó, callándolos a ambos.
—¿Sí? —respondió él, cuidando de que su celular no se embarrara de lodo.
Danny pudo ver como su expresión furiosa, cambiaba a una preocupada y regresaba a una aún más furiosa.
—Si serás estúpido Balthazar —escupió—. ¿Como se te ocurrió dejarla sola en ese lugar? Mejor dime en donde estás, para ir a ayudarte y rescatarla.
—¡Rusia! ¡Me estás jodiendo ¿verdad?! —replicó—. Mejor no te muevas, si regresas sólo, date por muerto, porque si ellos no te matan, lo haré yo mismo, idiota.
—Quédate ahí, tomaré un avión lo más pronto posible —dicho esto, colgó y miró a Danny de nuevo antes de arrugar la nariz—. ¿Qué es ese asqueroso olor a estiércol?
—Eres tú —contestó ella seria y él dio un paso más cerca—. Mejor ve a bañarte, lo necesitas. No debemos desperdiciar tiempo.
Gregory bufó molesto antes de ir a su armario y tomar una toalla.
—Esto no se quedará así, rizada —amenazó encerrándose en su baño.
A Danny no lo importaba mucho su venganza, solo le quedaba la satisfacción de haberlo hecho.
Además, sabía que de ahora en adelante, todo sería más difícil y no tendría más momentos para bromas.
* * *
(Scarlette)
No podía creerlo, me negaba a hacerlo.
—¿Qué es esto? —exigí con voz ahogada mientras me alejaba del ataúd.
—Un regalo, querida.
—¿Un regalo? ¡¿Acaso quieres joderme?! —solté brusca—. ¿Como es posible que lo tengas todavía contigo? Él... murió —dije con dificultad. Era Dwight, completamente inmóvil y con un elegante traje azul.
Hubiera pensado que estaba dormido, de no ser porque su pecho no se movía. Además, no se veía como cualquier vampiro que mataban, con las venas sobre saliéndose de su piel y aspecto púrpura, no. Él estaba normal, como cualquier otro día y aún más atractivo. Si eso era posible.
—¿Co... cómo? —pregunté temblorosa y ella sonrió complacida.
—Magia, Oklinazz se encargó de conservar su cuerpo antes de la siguiente luna llena. Cuando pase ese tiempo, Dwight se volverá cenizas para siempre. A menos que... —se detuvo.
—¿A menos que qué?
—Que uses la piedra para traerlo de vuelta —propuso sonriente—. Pero claro que no puedes usarla siendo humana, ya que ese objeto fue inventado para nuestra especie.
—Ya entiendo, todo esto es una trampa para que acceda a ser parte de tu clan.
—Si fuera una trampa, su cuerpo no estaría en buen estado.
—No te creo, mientes —dije furiosa aguantando las ganas de llorar, no lo haría frente a ella.
—Como quieras, sin embargo sabes muy en el fondo que en estos casos, yo sería incapaz de mentir —susurró ahora seria.
—Pues no seré una de ustedes, eso no es algo que Dwight hubiera querido.
—Oh Scarlette, al parecer no lo amas como aparentas.
—Si lo amo o no, no es tu problema —rugí.
—¿De verdad prefieres no sacrificarte que tenerlo de regreso? Piénsalo, estarían juntos otra vez.
—¿Y tu dejarías que esté conmigo que contigo? ¿Como puedo asegurar que no querrás matarme después de que haga lo que me pidas?
—Porque te necesito, como puedes recordar, eres la única capaz de usar la piedra. Además, devolverías el Wellyntong muerto a los otros, así podrán ser de nuevo la familia que siempre fueron —dijo rodando los ojos.
Yo vacilé, de verdad que estaba considerándolo. Traerlo de vuelta, ya no dudaba que fuera posible con todo lo que me había pasado antes.
Pero no quería depender de la sangre y volverme un monstruo sádico, al igual que como le había pasado a Balthazar antes de conocer a Gabrielle.
No quería ser una de las criaturas que antes cazaba y mataba.
Pero sí había una cosa que podía hacer, y eso era matarme después de traer a Dwight. Un suicidio, pero prefería mil veces eso, antes de ser algo que odiaba.
—¿Cómo puedo asegurar de que en verdad regresará? —cuestioné en voz baja.
—Te doy mi palabra, ¿y sabes algo? Yo jamás la rompo.
No sé lo que me empujó a creer en ella. Tal vez fue su expresión totalmente seria, o que de verdad quería pensar que él volvería, sin importar las consecuencias.
—De acuerdo —dije al fin—. Seré una de ustedes.
—Así que tendré una nueva aprendiz —dijo Radrick con satisfacción mientras llegaba junto a su hermana.
—No, será la mía. Yo la transformaré —corrigió Friggia sonríendome—. Avisa a Oklinazz que prepare todo.
Con eso, él salió por una puerta seguido por demás chupasangres.
—Por el momento, debo de darle rapidez a esto. No me arriesgaré a que te arrepientas.
En un abrir y cerrar de ojos, ella estaba frente a mí. Con los colmillos de fuera y los ojos rojos. Se veía terrorífica.
Sin embargo, también hipnotizante, ya que no podía apartar mi mirada de ella, hasta que la misma puerta por la que se había ido Radrick se abrió, dejando a la vista a ese hechicero de piel oscura con una copa de bronce en sus manos.
—Por lo visto ya estabas preparada —comenté mirándola de nuevo.
—Alguna parte de mí, me dijo que aceptarías. Todo por amor ¿no?
—Tú no tienes ni idea de lo que significa esa palabra.
—Créeme Scarlette, yo estuve enamorada alguna vez. Antes de ser una Sangre Oscura.
—¿Y qué pasó con él? ¿Te dejó al ver lo que eras?
—No, me convertí después de que lo mataron, lo hice por venganza y me salió muy bien. Ahora soy muy poderosa y lo seré más en cuánto te tenga de mi lado.
Cuando terminó de hablar, dos vampiros llegaron por atrás, me tomaron de los brazos y me empujaron hacia adelante para después caer de rodillas frente a ella.
—No te dolerá, lo prometo.
Su nariz en mi cuello me causaba eacalofríos y no era agradable.
Me estaba arrepintiendo, pero no me podía echar para atrás. Además, no lo hacía solamente por mí, también por August, Balthazar y Gregory.
Ellos no se merecían nada de lo que ocurrió.
—Tres veces beberé y...
—Dos hermana, Dwight ya la había mordido antes —le interrumpió Radrick. ¿Qué ya me había mordido antes? Pero... No, sinceramente a estas alturas, eso ya no me importaba.
—Bueno, entonces disfrutaré tomando las que quedan —se corrigió antes de acariciar mi piel con la punta de sus colmillos—. Y ahora tu madre no podrá impedir nada.
Dolió, no podía negarlo. Era como si te clavaran miles de agujas a la vez, antes de absorber tu energía vital.
No sé porqué en algunos libros de romance vampírico decían que no dolía y que te acostumbrabas.
¡Y un cuerno! La verdad es que se sentía como el infierno.
Me sentía en llamas, como si me estuvieran quemando por dentro.
Quería resistir pero no lo logré y grité a todo pulmón.
—¡Detente! —grité con lágrimas—. Duele... —susurré y se apartó sonriendo.
—Solo una más —dijo relamiéndose los labios cubiertos de mi líquido carmesí y me volvió a morder.
Grité de nuevo, hasta que estuve demasiado débil para seguir haciéndolo. Ella me había robado demasiada sangre y me sentía seca por dentro y fuera.
Era como si necesitara beber algo para calmar éste ardor que tenía mi cuerpo magullado.
Después no sé exactamente lo que pasó.
Sólo que caí de espaldas al suelo, una vez que Friggia terminó conmigo.
No podía mover ni un dedo, no quería hacerlo tampoco.
Mi cuerpo pesaba como toneladas y yo no podía con él, simplemente no podía ya.
Éste era mi fin, o al menos así es como yo me sentía en esos momentos.
Dwight estará bien, lo estoy haciendo por él y su familia, me recordaba una y otra vez para impedir que mis ojos se cerraran.
Mi cuello estaba húmedo y pegajoso, era un asco.
—Abre la boca preciosa —escuché una voz como si estuviera a kilómetros de distancia, entre abrí los ojos para ver a Radrick frente a mí con la copa en mis labios.
No sabía lo que era, pero no tenía sed, ni hambre, no quería nada.
Giré mi rostro para evadir el olor que emanaba, un olor peculiar que al principio no me resultó agradable, pero después fue como su hubiera conquistado mis fosas nasales.
Busqué la copa de nuevo hasta que mis labios chocaron con ella y los abrí dispuesta a tomar lo que sea que estuviera allí.
—Eso es, hasta el fondo —dijo él satisfecho al ver como bebía todo.
No era agua, eso era seguro. Era un líquido espeso y caliente, un poco viscoso y me dio náuseas al principio, pero después fue como si estuviera bebiendo la cosa más deliciosa del mundo.
Sabía como todos mis a alimentos favoritos juntos y mejor que eso, de hecho, jamás había probado algo tan delicioso en mi vida entera.
Al momento que resbalaba por mi garganta, era como un bálsamo a mi tortura de sequedad.
Sin embargo cuando se acabó, fue como una locura apoderándose de mi mente que me hizo abrir los ojos de golpe y lanzar a Radrick contra la pared de enfrente.
—Más —ordené pero enseguida me callé, esa no era mi voz. Parecía más bien el rugido de un animal salvaje.
Como si algo más hablara por mí.
—Quisiera darte mucho más, pero ahora eso no es posible. Dañaría la etapa de transformación —respondió Friggia y me desesperé, necesitaba más de ese líquido, mi garganta comenzaba a arder como los mil demonios.
—¡Dame más! —grité furiosa y sonrió antes de darme un fuerte golpe en el mentón que lanzó hacia atrás con fuerza.
—Cuida tu tono. A partir de ahora no podrás portarte altanera conmigo.
Quería golpearla, pero en seguida Oklinazz se puso frente a mí diciendo unas palabras que no entendía nada.
Quise moverme pero era como si estuviera congelada, de pronto sacó una daga reluciente y se hincó junto a mí.
Lo miré con odio pero eso cambió a temor en cuánto él levantó sus brazos hacia arriba empuñando la daga.
Me mataría, todo éste tiempo tenían planeado matarme.
Quise quitarme o defenderme pero fracasé y sólo me quedó mirar como él bajaba la daga directo a mi corazón.
El dolor que sentí a continuación, ni siquiera podría explicarlo, no se comparó cuando Friggia me mordió.
No, esto era mil veces peor.
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