CAPÍTULO 3 - Huyendo también
Era completamente de día cuando llegamos a la ciudad.
Balthazar no había dicho mucho y no necesitaba que lo hiciera, el ambiente ya era suficientemente tenso.
Él había corrido desde el bosque hasta aquí, conmigo encima. Pero claro, como era un chupasangre, no había fuerza humana que pudiera con él, según Balthazar. Al menos agradecí no haber caminado en ningún instante.
Caminamos sobre las aceras llenas de gente y turistas. Él no sabía hacia qué dirección ir, por lo que a partir de ahí me tuvo que seguir.
Tomamos un taxi después de que Balthazar se deshizo de su teléfono, nos podrían rastrear, había dicho.
Y lo último que necesitaba era a mi madre y a mi hermana deteniéndome antes de hacer algo.
Guié al conductor por las extrañamente conocidas calles y sentí un estremecimiento cuando pasamos por el Palacio de Westminster.
Mentiría si dijera que Deverus había desistido en buscarnos, nosotros solo tratábamos de permanecer ocultos para evitar un enfrentamiento y perder a alguien más, sería insoportable.
Por suerte llegamos a la gran mansión sin complicaciones pero se veía solitaria, como si Friggia y todos hubieran decidido irse.
Sólo rogaba que no fuera así, porque si no, mi plan no podría llevarse a acabo.
—Espera —me dijo Balthazar tomándome del brazo mientras nos encontrábamos fuera de las grandes puertas listos para colarnos dentro—. ¿Estás segura? —preguntó con la octava frase que había dicho desde que salimos del bosque. No era muy conversador y eso estaba bien para mí. Muy bien.
—Sé una cosa y eso es no quedarme sin hacer nada. Así que sí, estoy segura —afirmé y asintió no muy convencido—. Pero antes... —dije abriendo la bolsa de lona, saqué una ballesta y se la di—. La necesitarás.
Él apretó la mandíbula pero no dijo nada y se la colgó a la espalda.
Levanté los brazos para trepar por la gran reja pero me decidí por algo más estúpido, tocar el timbre.
¿Razón? Seguro ya sabían que estábamos aquí por su gran oído, así que ¿para qué gastar energías en algo que no sería necesario?
Sin embargo nadie salió, ni distinguí movimiento adentro.
—Se han ido —murmuró él a mi lado.
—Bien, pues echemos un vistazo —avisé para ahora sí trepar.
No me costó mucho pero de todos modos tardé más que Balthazar que ya me estaba esperando con mirada vigilante del otro lado.
Así que bufé y lo dejé atrás, pero terminó por llegar antes y me abrió la puerta (que claramente no estaba cerrada con llave), cómo un caballero, que en estos momentos eso llegaba a resultar ridículo por lo que no pude evitar reírme por lo bajo.
—¿De verdad estás riéndote? —inquirió con el ceño fruncido.
—Practicas tus clases de etiqueta y modales todo el tiempo —observé.
—No veo nada de malo en comportarse adecuadamente frente a una dama —se excusó y rodé los ojos.
—Sí pero da la casualidad de que no es el momento.
—¿Prefieres que me comporte como Gregory?
—Pues sería más sencillo de sobrellevarte —susurré.
—Me encantaría actuar sarcástico y arrogante pero no es educado —respondió.
—Bueno entonces cállate y ve a revisar el piso de arriba, yo revisaré este —ordené y asintió.
—De acuerdo —habló antes de irse escaleras arriba.
Suspiré antes de andar hacia la oficina en dónde nos había recibido Friggia a Dwight y a mí la última vez. Pero esa sí estaba cerrada, no me importó porque me saqué un broche de mi cabello y maniobré con la cerradura durante cinco segundos antes de que cediera.
Había practicado mucho en la escuela, para salirme de detención por ejemplo, la profesora que nos cuidaba siempre se dormía así que yo siempre terminaba escapando.
Escuela... Jamás creí que pudiera llegar a decir esto pero de verdad la extrañaba, ahí no había vampiros sádicos cazándote por una estúpida piedra, ni asesinaban a tus casi novios.
Todo estaba en su lugar como la última vez. Paredes de color marfil, aquél cuadro de un paisaje extraño a la derecha, un gran librero que abarcaba toda la pared y el escritorio pero sin la portátil encima.
Me acerqué al escritorio para buscar algo entre los papeles y me senté en el suelo para revisar el último cajón.
Escuché la puerta abrirse pero no me giré y seguí buscando.
—¿Encontraste algo? —pregunté distraída.
—Oh cazadora, ya lo creo que sí. —Esa voz me dejó petrificada y me levanté antes de volverme lentamente hacia su procedencia.
Lo sabía, sabía que era él.
¿Dónde diablos estaba Balthazar?
* * *
(Narrador omnisciente)
Danny estaba entre el revoloteo de toda la mansión.
—¿Pero a dónde pudo haber ido? —escuchó que Anabell decía molesta.
—La conozco y podría asegurar de que fue a la ciudad —dijo esta vez Rachel—, solo que no la entiendo, ¿Para qué? —agregó frustrada mientras se agarraba la cabeza con las manos por lo que Arthur la abrazó por detrás para tranquilizarla.
— Seguramente se fue con Balthazar. Aunque ya le llamé y no responde. Es obvio que tiró su teléfono y eso, nunca augura nada bueno... —informó August.
Danny no estaba poniendo mucha atención en los demás, solo en Gregory, que se mantenía apartado de todos ellos escuchándolos hablar.
Entonces ella vio como Gregory apretaba la mandíbula y de repente salió molesto de la habitación.
Nadie le puso atención sin embargo, estaban muy ocupados hablando sobre la huida del Wellyntong y de Scarlette. Así que no dudó en seguirlo por detrás hasta su dormitorio.
Vaciló antes de abrir la puerta pero terminó por hacerlo.
Adentro él se encontraba guardando algunas pertenencias y cosas por el estilo, lo suficiente para que Danny entendiera que también se iba.
—Lo siento pero no creo haberte dado el permiso para entrar aquí —replicó él sin siquiera mirarla.
—¿Qué estás haciendo Gregory? —exigió enfadada ignorándolo.
—Nada que te importe. Ahora si me permites —soltó caminando hacia la puerta y la abrió para Danny—. Largo.
—No —dijo con firmeza mientras cruzaba los brazos y él alzó las cejas.
—¿No?
—No —repitió.
—Bien, en ese caso te sacaré yo mismo —avisó antes de tomarla por le brazo pero ella le dio la vuelta cayendo encima de él.
—No te soltaré hasta que me digas porqué haces esto.
—Tú no me ordenas nada rizada —advirtió antes de girar, levantarla encima suyo, caminar hacia la cama y caer sobre ella, ahora los papeles habían cambiado.
—Entonces gritaré que quieres irte también, tú decides —amenazó y él sonrió con amargura.
—Claro hazlo, dudo que te hagan mucho caso.
—Probemos. —Con eso él saltó quitándose y dejándola libre.
—Vamos Danielle, vete ya —dijo con voz cansada y arrastrando todo su nombre por cada letra.
—Por favor Gregory, sé que te duele la muerte de tu hermano y entiendo que no quieras perder a otro pero piensa antes de actuar.
—Tú no entiendes nada —escupió cerca de su rostro y ella retrocedió.
—Planeas irte para ir a buscarlos, ¿no es así? —adivinó y él resopló.
—Ellos se fueron y me dejaron. ¡Esos malditos me dejaron! Y no voy a permitir que luchen solos, no. Tal vez no me llevaron pero yo los encontraré, no me quedaré aquí —espetó regresando a su cama para guardar las cosas que faltaban—. Debí imaginar que Scarlette no me haría caso y se iría por su cuenta, a veces la subestimo...
—¿Sabías que se iba a ir?
—Yo me iba a ir con ella. Pero claro, prefirió irse con mi estúpido hermano —gruñó cerrando el cierre de la mochila negra y se la colgó a los hombros.
—No espera... —ella corrió y lo detuvo antes de que saltara por la ventana—. Llévame contigo —pidió y él se rió.
—Qué graciosa rizada. Ahora suéltame que no tengo tiempo para bromear.
—Por favor, te ayudaré y te irá mejor si vamos juntos.
—¿Sabes? Lo último que necesito es cuidar de ti, así que no me molestes más —dijo irritado.
—Bueno si no me llevas contigo también me iré por mi cuenta y sola...
—¿Y crees que me importa lo que te pase? Por mí mátate si prefieres —la calló.
—A ti no te importo, pero conozco algunas personas que sí y se molestarán contigo —amenazó y él bufó.
—Se cabrearán más si te llevo a una misión suicida.
—Por favor Gregory. Scarlette también es mi amiga... —rogó sin saber qué más decirle y él resopló al fin.
—Rápido —dijo entre dientes un rato después y ella se lanzó a su habitación para recoger algunas cosas. No tardó mucho pero cuando regresó parecía que él quería explotar de la desesperación.
A Danny le agradaba menos que él esa situación, pero no dejaría a Scarlette sola.
—Vamos sube a mi espalda —indicó él pero ella se rehusó.
—No, ¿para qué?
—Bien, si quieres saltar treinta metros tú misma, por mí está bien. —Con eso ella brincó a su ancha espalda y cuando él la sujetó de los muslos dio un respingo.
—Aparta tus manos de ahí —se quejó.
—Tranquila, no me gusta más que a ti... o tal vez sí —dijo seductor por primera vez dándole un apretón y Danny pudo ver un atisbo del antiguo Gregory.
Él saltó con fluidez y ella sólo cerró los ojos sintiendo cómo el aire golpeaba su rostro. Gregory corrió hacia el bosque y cuando estuvo lo suficientemente lejos se detuvo.
—Listo, ya puedes bajarte —murmuró y ella obedeció.
—¿Cuánto tiempo nos llevará llegar a la ciudad? —preguntó mientras lo seguía por detrás.
—Son varios kilómetros, así que mejor no preguntes y camina.
Cuando ella escuchó kilómetros se alarmó.
—¿No sería mejor si me cargas y corres hasta llegar? Después de todo eres un vampiro —soltó y él se carcajeó.
—Lo soy, pero lo que no soy ni seré nunca es tu transporte linda. Además tú me obligaste a traerte así que te aguantas... sirve que bajas esos kilos de más —comentó y ella rechinó los dientes.
—¡No estoy gorda! —replicó indignada.
—Claro —se burló y a partir de ahí decidió ignorarlo, algo que no le salió muy bien.
—Eres molesto —masculló.
—Y tú muy agradable —dijo él con sarcasmo.
—Hablas demasiado —se quejó.
—Sólo cuándo los demás no hablan nada. Hay que rellenar el hueco ya sabes —respondió y Danny se le adelantó para no tener que verlo.
Sin embargo ya se estaba cansando y él había dicho kilómetros, sin duda ese viaje sería muy largo y agotador.
Pero no se rendiría, aunque eso significara tener que pasar tiempo con él y eso no era nada tentador.
Al menos para ella...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro