CAPÍTULO 2 - Plan de escape
Ya habían pasado tres semanas desde que habíamos regresado a Londres con los Wellyntong. Mi madre les había contado lo que pasó en el cementerio y que yo estaba ligada a la piedra, por lo que August aseguró que yo debía irme, en otras palabras, huir y escaparnos, porque era obvio que cuando Friggia se diera cuenta me buscaría hasta por debajo de la tierra.
Balthazar había estado de acuerdo, pero Gregory... él solo quería matar a Friggia tanto o más que yo.
Así que no me quedaba de otra más que confiar en el último vampiro que creía que confiaría. Él.
—Hey Gregory —lo saludé mientras entraba a la cocina. Él solo alzó los hombros en forma de saludo porque estaba demasiado ocupado con su bolsa de sangre.
Aún recordaba la reacción de Danny, Arthur y Emma al enterarse de que convivían con Sangre Oscuras y un vampiro completo. Tardaron algunos días en asimilarlo y aceptarlo—. Quiero proponerte algo —solté sin rodeos y se detuvo quitándosela de los labios antes de mirarme ceñudo.
—¿Qué quieres? —preguntó irritado.
—Huye conmigo —propuse y se sorprendió.
—¿Eh? —dijo confundido—. Scarlette eres atractiva, pero no salgo con las ex novias de mis hermanos —añadió y solté un bufido exasperada.
—No me refiero en el sentido romántico idiota —repliqué—, tú y yo nos vamos, les haremos creer que estaremos de un lugar a otro pero en realidad iremos por venganza —expliqué.
—Suena tentador querida, pero aunque te dejen ir por tu cuenta, algo que no creo que hagan, yo sería el último al que mandarían contigo.
—Entonces no hay que avisarles...
—Lo pensaré —dijo un rato después—. No, ya lo pensé —añadió en seguida—, y digo que si se trata de hacer sufrir a esa arpía, cuentas conmigo hermana.
—¿Ahora soy tu hermana? —inquirí aliviada de que aceptara.
—Desde el momento en el que Dwight te eligió, te adopté como tal —admitió antes de levantarse e irse dejándome con el recuerdo y el dolor de nuevo.
Llegué a mi habitación lista para empacar lo más relevante que podríamos necesitar: armas.
—¡Ni lo piensen! —exclamó Balthazar entrando y haciéndome pegar un salto.
—¿De qué diablos estás hablando? Sabes que se toca antes de entrar, ¿verdad? —espeté molesta pero me ignoró.
—Los escuché hablar a ti y a Gregory y no estoy de acuerdo —anunció y me maldije.
—Bueno, veo que ya no se puede tener privacidad.
—No los dejaré hacerlo —aseguró.
—¿Acaso no quieres vengar la muerte de tu hermano?
—Claro que quiero, pero no acepto sus métodos. Morirán.
—¿A ti qué te importa? La que toma la decisión sobre qué hacer con mi vida, soy yo Balthazar.
—Me importas Scarlette y tienes razón sobre tu venganza, pero esta vez no, te quedarás aquí aunque tenga que amarrarte a la cama —amenazó y me sorprendí. Jamás me había hablado así.
—Ni tú ni nadie pueden decirme qué hacer, y más vale que te vayas quitando ese enamoramiento que tienes conmigo por que es irritante —me quejé e hizo una mueca dolida pero no me importó, estaba muy furiosa.
—Pues veremos quién sale ganando —murmuró antes de salir dando un portazo.
Rápidamente comencé a tirar prendas dentro de una bolsa de lona que tenía, más bien, se la quité a mi hermana con discreción.
Agradecía que la casa era enorme, así no se escucharía mi discusión con el pelinegro, o al menos eso esperaba.
—¿Scarlette? —la voz de Danny me llamó del otro lado, escondí la bolsa de bajo de la cama y me apresuré a abrir.
—¿Qué sucede? —quise saber y miré su vestimenta negra de combate.
—Emma, Rachel y yo iremos a entrenar afuera, ¿quieres venir? —avisó abriendo una botella de agua para darle un sorbo.
—Ahora no —respondí y asintió lentamente.
—Bien, en ese caso vendré al rato, podríamos ver alguna película —propuso y fingí una sonrisa.
—Claro —mentí y me sonrió antes de irse.
Quince minutos después la puerta se abrió de nuevo.
—¿Bueno que aquí no me pueden dejar tranquila por un minuto? —exhalé antes de girarme pero ahora era Gregory quien estaba ahí.
—¿Se lo dijiste a Balthazar? —reclamó molesto y gruñí.
—No, él nos escuchó.
—En ese caso no podremos irnos, no a menos que tu madre o August vayan contigo y si es así no dejarán que te acerques a Friggia, tendremos que buscar otro momento.
—¿Cuándo? —exigí impaciente.
—Pronto, pero no esta noche —dijo antes de dejarme sola con la bolsa de lona a un lado.
No, no y no. No me quedaría aquí otro día más, era insoportable.
Así que yo me iría, con o sin él.
.
.
.
Decidí que me iría en la noche así que no me negué a ver una película en la habitación de Danny, ni siquiera sabía de qué trataba no estaba poniendo atención. Solo que era de suspenso.
Meditaba nostálgica sobre los ratos que pasé junto a Honor de la misma manera y estuve a punto de apagar la televisión.
—No entiendo de qué trata —admití sobándome las sienes y Danny sonrió a medias.
—Yo tampoco —concordó—. Creo que hay demasiadas cosas en nuestras cabezas que no nos dejan concentrarnos en algo tan vano —susurró y asentí abrazando mis piernas.
—Demasiadas preocupaciones —apoyé y nos quedamos un rato en silencio.
—Gregory... Los Wellyntong —se corrigió pero lo noté, aunque no dije nada para no incomodarla—, ¿Crees que vuelvan a ser los mismos?
—No lo sé —respondí sincera—. Esperemos que sí, algún día...
* * *
Cuando estuve segura de que todos dormían, bueno, todos menos August, me levanté silenciosa, no podía dejar que él me atrapara.
Llevaba lo necesario al menos, ropa, dinero que conseguí como un préstamo involuntario de mi madre (sí, lo robé) y armas: estacas y cuchillos.
Agradecí mentalmente que la habitación tuviera una ventana y el balcón, tres pisos más arriba, pero no sería tan difícil.
Me sujeté con una soga antes de saltar hacia abajo y fui descendiendo con los pies brincando en la pared.
Sonreí cuando toqué el suelo e iba a echar a correr por el bosque en busca de la carretera hasta que unas manos me agarraron por detrás.
Yo solo forcejeé con mi atacante, pero era más fuerte, así que fui arrastrada hacia los árboles.
Cuando por fin me soltó unos metros más adentro me sacudí con brusquedad y me paralicé por la sorpresa de verlo frente a mí.
—¿Balthazar? ¿Pero qué crees que haces? —solté furiosa.
—Me aseguraba de que no correrías o golpearías si me veías —explicó.
—¿Por qué me arrastraste hasta aquí?
—Comprendí que eres una chica muy tozuda, y si no te vas hoy, será otro día. Así que preferí que te fueras conmigo que sola.
—¿Así que me ayudarás? —pregunté más calmada.
—Aunque no estoy del todo de acuerdo, te ayudaré y haré lo que me pidas —confirmó y me sentí más aliviada.
—Gracias —susurré sincera y asintió.
—¿Ahora qué?
—Tenemos que ir a la ciudad, a la casa de Friggia —anuncié y se tensó.
—¿Crees que siga ahí?
—No lo sé, pero hay que averiguarlo, ¿estás conmigo? —pregunté al verlo tan inseguro y suspiró.
—Siempre —respondió e ignoré la intensidad de sus palabras.
Creo que en este momento prefería a Gregory.
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