23. ¿Es tan malo saber la verdad?
Los últimos 20 minutos se habían ido en
comentarios sobre la serie que veían en la Tv mientras comían pizza, tirados en el suelo con la espalda apoyada en el sofá. Los primeros capítulos de Sabrina ya habían pasado por lo que estaban un poco perdidos en la historia, de todas formas, no fue impedimento para continuar viéndola.
—Aun no entiendo —dijo Luke—, si ella es una bruja, ¿Por qué no quiso hacer el bautismo oscuro?
—Según lo que sé ella no es del todo bruja, su papá lo fue y su mamá era humana —explicó Naomi—, es una mestiza, por eso nadie la quiere en su mundo.
Una pizca de resentimiento se escapó en el tono de su voz, por más que quisiera creer que es solo ciencia ficción no podía evitar pensar que tenía un toque de realidad, siempre y cuando el guionista se haya basado en su vida.
—¿Y eso por qué es malo? —inquirió sin entender.
—Porque está prohibido ese tipo de relaciones —continuó ella—, además, si se deja bautizar tendría que dejar atrás toda su vida de humana, y a todos los que conoció en ella.
—Terrible decisión —expresó Luke.
Terminaron de comer y continuaron viendo aquel episodio mientras reposaban el estómago. Los comentarios continuaron, pero esta vez las risas no faltaron. Naomi esperaba no dejarse llevar por las emociones que la embargaban estos días, su evidente distracción había llamado demasiado la atención y era lo que menos quería en esos momentos. Debía despejar su mente y tranquilizarse, el equilibrio era un método para poder desviar aquellas visiones. Estando alterada solo le daba vía libre para controlarla, como la noche anterior.
—¿Desde cuándo se han mudado? —preguntó Luke desviando la atención de la tv a ella.
—Desde que tenía unos cinco años más o menos —contestó pensativa— ¿Por?
—No te gusta, ¿Verdad?
—Lo detesto.
—¿Por eso me rechazabas? —indagó con calma.
—Exactamente —suspiró con resignación—, veo innecesario relacionarme si a final de año igual me iré.
—¿Aún lo piensas?
—La verdad —centró su atención en un punto fijo del suelo, no quería que viera en sus ojos lo que de verdad estaba sintiendo—, ya no lo sé. Bueno, sigo creyendo que esto es un error que pagaré bien caro cuando llegue el día de la mudanza, pero igual no quiero dejar de hacerlo.
—Es peor si lo haces —comentó Luke sin quitar sus ojos de ella—, nunca es bueno estar solo tanto tiempo, eso termina por dañar tu corazón de forma irreparable.
—Hablas como mi mamá —expreso Naomi con una risa triste—, me dijo algo parecido.
—¿Crees que se equivoca?
—Solo creo que... —hizo una pausa reteniendo el nudo en su garganta— no sabe de verdad como me siento con ello. Odio las despedidas, detesto el tener que volver a ser la nueva del salón, pero sé que es un mal necesario.
—¿Por qué lo dices?
Naomi se reñía internamente por ese desliz, no podía revelar más información de la que ya se le había escapado. Hablar de ello con Luke le sentía bien, pero no debía decir cosas que puedan revelar su verdadera naturaleza. Tenía que controlarse, retener esos impulsos emocionales que la embargaban.
—¿Por qué tantas preguntas? —replicó curiosa.
—Porque quiero entenderte y saber cómo ayudarte —contestó con una tierna mirada—, no me gusta verte tan decaída, me gustas más cuando sonríes.
Sus palabras eran una gran medicina para su dolor, es como si supiese que decir en el momento indicado, como si la conociera más de lo que ella misma creía. Correspondió a su mirada con una sonrisa, una triste que reflejaba el deseo de ver cumplidos sus buenos deseos.
—Ojalá pudieras —contestó—, pero dudo mucho que eso suceda.
—¿En serio lo crees tan imposible?
—No lo creo —contestó mirándolo fijamente a los ojos convencida de sus palabras—, lo sé.
—En ese caso, si es imposible que puedan quedarse más tiempo me veré obligado a contarte algo —comentó sonriente— ¿Recuerdas que nosotros tampoco viviremos acá por mucho tiempo?
—Su dichoso castigo, sí lo recuerdo —contestó pensativa.
—Bueno, tal vez alguien pueda sugerir una muy bonita ciudad un poco alejada de aquí —explicó con inocencia—, muy lejos la verdad, y no sé, de pronto allá vuelvas a tener de vecinos a tres fastidiosos chicos que te acosan casi todos los días.
—Luke, el único que me acosa eres tú —refutó Naomi con obviedad.
—Pues sí, ¿No?
Soltó una carcajada más por la expresión en su rostro que por el comentario, sintió liberar un gran peso sobre sus hombros con cada risa que brotaba de su boca. Nunca lo había pensado de esa manera, pero de ser así podría seguir viéndolos a ellos tres por un año más.
—¿Estás hablando en serio? —preguntó Naomi con una pizca de esperanza en sus ojos.
—Más que en serio —contestó Luke mirándola fijamente, necesitaba que creyera en sus palabras—, todo lo que te he dicho hasta ahora desde ese primer día que hablamos es en serio, de verdad quiero que seamos amigos por el tiempo que sea posible, aunque sea solo un año o dos si se puede.
—¿Qué pasará cuando me vaya? —indagó Naomi con tristeza y rabia en su corazón— ¿Cuándo se acabe el tiempo y deba volver a mudarme? Si sabes que jamás volveremos a vernos, ¿verdad?
—Si eso llega a pasar —dijo acariciando sus mejillas con dulzura—, te juro que buscaré la forma de encontrarte, aunque tenga que ir a la luna. Eso si de verdad quieres seguir aguantando mi acoso, mis chistes malos y mucho bullying. ¿Qué dices? ¿Somos amigos?
No pudo evitarlo, sus ojos se humedecieron ante aquellas palabras. Sin duda alguna creía en él, en todo lo que dijo y esperaba que de verdad cumpliera esa promesa. No podía hablar, sentía que si llegaba a pronunciar una sola silaba ese nudo en su garganta se liberaría y rompería a llorar. Con un enorme esfuerzo, se tragó sus lágrimas y retuvo las almacenadas en sus ojos.
—Luke —dijo en medio de un susurro entre cortado—, eres mi mejor amigo.
Con una enorme sonrisa en su rostro, Luke tomó a Naomi por la cintura atrayéndola así mismo. Con su rostro apoyado sobre su musculoso pecho, Naomi sollozaba en silencio dejando salir algunas lágrimas. Se sentía extrañamente feliz, mucho más ligera y con nuevas esperanzas creciendo en su interior. Sabía que tal vez se arrepienta de eso, pero por el momento solo disfrutaría de aquellas sensaciones y de él también. Aprovecharía cada momento como si fuese el último.
—Presumiré esto con el baboso de Bruno —comentó Luke en tono divertido.
—Ya vas tú —se carcajeó Naomi.
—Entonces, como soy tu mejor amigo y no puedes retractarte de ello, tengo derecho a saber algo —dijo con seriedad.
—Cuanto atrevimiento —replicó con fingida indignación—, no pierdes una oportunidad para andar de chismoso, ¿verdad?
—De eso vivo, acostúmbrate
—Será.
—¿Qué te tiene tan pensativa últimamente? —indagó mirándola con intensidad.
Suspiró con frustración, sospechaba que iría por ese camino una vez más, pero aún y con todas las recientes revelaciones no creía adecuado revelar los verdaderos motivos.
—Pensaba en cosas... la mudanza, por ejemplo —mintió—, en Grace, en el pasado, en Ciro y en...
—¿Quién es Ciro? ¿En qué más? —inquirió lleno de curiosidad.
—Ciro era mi amigo, un hermoso perro inglés negro —explicó Naomi cambiando algunos detalles—, lo encontré siendo un cachorro cuando tenía seis años, desde entonces vivió con nosotros. Me acompañaba a todas partes, siempre jugaba conmigo, me cuidaba y era bastante celoso. Lo amé como no tienes idea.
Y lo seguía haciendo, a pesar de haber pasado meses desde su partida, y de la misma manera seguía doliendo tanto como ese día.
—¿Qué le pasó?
—Lo perdí el año pasado —contestó distraída, recordando el peor error de su vida—, pude haber hecho algo diferente, pero ellos me tomaron por sorpresa. No me dio tiempo de reaccionar...
Se detuvo en secó, una vez más estuvo a punto de decir algo que no debía. «Ya basta Naomi, deja la estupidez o terminaras diciendo algo indebido» se riñó mentalmente.
—¿Ellos quienes? —un dejé de preocupación se escapó en el tono de su voz.
—Ladrones —mintió—, se metieron a la casa a medianoche a robar y justo bajé por agua, ellos me atacaron y Ciro me defendió. Por salvar mi vida lo asesinaron a él.
—Lo siento mucho —expresó Luke—, ojalá pudiera agradecer y compensar su sacrificio, de no ser por él, tal vez no estuvieses aquí conmigo en este momento.
—Tal vez —murmuró Naomi.
—Bueno —dijo Luke levantándose y estirando los músculos—, es hora de dejar la vagancia. ¿Seguimos?
—¿No quieres ver una película mejor? —sugirió con pereza.
—No, muévete —exigió.
A regañadientes y quejándose con gestos de flojera absoluta, se levantó con la ayuda de Luke quien la jaló de las manos quedando muy cerca uno del otro.
—¿Seguro, segurito, seguro? —insistió quejosa.
—Sí, ya deja la flojera —pellizco sus mejillas con suavidad—, hay que bajar las calorías de la pizza.
—¡No me simpatizas! —se quejó acariciando sus mejillas adoloridas y coloradas.
—¡Delicada!
Volvieron colocar el video de aquella canción elegida para su acto de apertura, era una canción bastante llamativa y con una coreografía muy enérgica. Retomaron el baile desde el inicio, repasando y modificando los pasos que ya Luke se sabía.
Con cada movimiento que hacían Luke se acercaba de forma descarada a Naomi, tomándola por la cintura y besando su mejilla cada que tenía oportunidad. Sin embargo y a pesar de saber que no estaba del todo bien, ella se dejaba llevar por el momento. Estaba riendo a carcajadas, haciendo una de las actividades que más le gustaba, bailar; pero además de eso, él estaba coqueteándole y esta vez le parecía que iba en serio.
Tenía más que claro que había una alta probabilidad de que Luke se haya acercado a ella por algo más que una amistad, lo sospechó desde el inicio con sus extrañas formas de llegar a ella y su insistencia en hablar. Pero esperaba que solo lo estuviese confundiendo con amabilidad, o que solo fuese su personalidad extrovertida. Pero ya no pensaba igual, sus palabras, acciones y esa forma de mirarla le decía todo lo contrario.
Sí lo quería, pero no estaba segura de que fuese de esa manera y no quería darle falsas esperanzas de ser así. Ella sabía a la perfección que había alguien más rondando por su cabeza y corazón, Jeimmy. No quería herir a nadie, lo que menos deseaba era causar conflicto entre ambos hermanos o romper sus corazones. Debía pararlo, antes que sea demasiado tarde.
—¿Qué demonios está pasando aquí? —indagó Jeimmy furioso.
Ninguno de los dos lo escuchó entrar, no sintieron su llegada de ninguna forma posible por el volumen de sus risas y de la música. Había llegado en uno de los peores momentos, Luke abrazaba a Naomi por la cintura acercándola a su cuerpo mientras buscaba su cuello.
—¿Alguno piensa responder? —volvió a preguntar con fría calma sin moverse de su lugar.
Estaba en el umbral de la entrada con los brazos cruzados sobre el pecho, mirando de forma amenazante a ambos, en especial a Luke. A regañadientes, este se desprendió del cuerpo de Naomi sosteniendo de forma retadora la mirada de su hermano mayor.
—Estábamos ensayando una coreografía para el club de la escuela —contestó Naomi sintiendo la tensión en el aire.
—Solo estábamos bailando —dijo Luke con seriedad.
—¿Solo eso? —preguntó Jeimmy incrédulo e irónico— ¿Seguro?
—Sí, Jeimmy —contestó Naomi empezando a molestarse por su actitud—, solo era eso, ¿Hay algún problema?
—Es mejor que vayas a casa —susurró Luke a su oído—, yo hablo con él.
—Pero...
—No te preocupes —le interrumpió con una sonrisa para calmarla—, no es nada que no se pueda solucionar.
—Bien —suspiró resignada—, me voy.
Se alejó de Luke caminando hacia Jeimmy sin quitar su molesta mirada de él, pasando a su lado sin mediar palabra. Antes de seguir avanzando, regresó su atención a ambos chicos.
—Cuidado con lo que hacen, los dos —advirtió Naomi—, y lo digo en serio.
Salió de aquella casa con un sinsabor en la boca, era preciso eso lo que quería evitar, ser la culpable de las discusiones entre ellos dos. Necesitaba la ayuda de Peter, no se le ocurría quien más podría interceder y calmar a esos dos. Había llegado a la sala de su casa, pero su intranquilidad no la dejaba pensar con claridad. Caminaba con desespero de un lado a otro, buscó su teléfono celular para marcarle o enviar un texto, pero este no contestó.
(N) Hola Peter, soy Naomi. Necesito tu ayuda con un pequeño problema en tu casa. ¿Estás ocupado?
Aún se sentía angustiada, la culpa por no haber detenido todo eso la estaba carcomiendo desde dentro. Seguía caminando en círculos con la cabeza enredada, ni siquiera sentir los bordes irregulares de la piedra en su collar la tranquilizaba. Necesitaba hacer algo ya, no podía esperar a Peter. Salió decidida de regreso a la casa de sus vecinos y se alarmó al escuchar gritos provenir desde dentro, pero ya estando en la puerta se detuvo en seco.
—... No me hables de las reglas, no precisamente tú —recriminaba Luke molesto— ¿O es que crees que no nos dimos cuenta? Hasta Peter lo ve, eres demasiado obvio.
—No sé de qué hablas —contestó Jeimmy indiferente.
—No te hagas el idiota conmigo, Jeimmy —replicó Luke en tono gélido—, ambos sabemos perfectamente de que hablo. La regla número uno, la principal y que tú mismo creaste la rompiste. No me vengas con tu falsa autoridad a decirme que fallé cuando tú lo hiciste incluso antes que yo, ¿O me equivoco?
El silencio reinó en el lugar, nadie decía nada ni emitía ninguna clase de sonido. Naomi permanecía en la puerta con la mano en el pestillo, lista para abrirla, pero sin atreverse a entrar. Aquella discusión no solo se estaba saliendo de control, también era demasiado confusa.
—¿Crees que fue intencional? —indagó Jeimmy con dolor en su voz— Tú lo has dicho, yo mismo hice esa regla. ¿Para que la haría si la iba a romper en cuestión de nada? Ni siquiera tiene sentido.
—No lo sé, explícame —comentó Luke sarcástico— ¿Por qué me reclamas por algo que ambos hemos hecho? No seas tan hipócrita.
—¿Qué más quieres que haga? —exclamó Jeimmy furioso— ¿Dejarte seguir tu juego sabiendo que puedes lastimarla?
—Solo sigo tu ejemplo, hermanito —enfatizó con ironía—, no creas que no te he visto, ¿La ves que entraste a su cuarto por la venta, por ejemplo? Agradece que solo fui yo quien lo vio. No sabes las ganas que tenía de romperte la cara, ¿qué hiciste estando ahí?
—¡Ya basta! —suplicó Jeimmy— Esto no debe seguir.
Se escuchó un suspiro largo y lleno de frustración.
—No fue planeado, nunca quise que esto pasara —continuó Jeimmy—, yo mismo hice esa regla para protegerla, ya ha sufrido demasiado para que alguno de nosotros le causara más dolor... Traté de evitarlo, en serio lo intenté, pero...
—Te entiendo —suspiró Luke con un gruñido de rabia—, pero debemos evitarlo a toda costa, o esto terminará muy mal.
—Solo... centrémonos en el verdadero objetivo —exigió Jeimmy recuperando su tono autoritario—, no desperdiciemos todo el trabajo y el esfuerzo de los demás por un capricho nuestro, no si queremos protegerla de verdad.
—Entendido —contestó Luke.
—Y procura, ¿Quieres? —recalcó Jeimmy amenazante.
—Querrás decir «procuremos», ¿no? —añadió Luke— Eso debe ir para ambos.
Pasos apresurados se escucharon dentro de la casa, alguien bajaba las escaleras corriendo. Asustada, regresó a su casa esperando nadie descubriera que estuvo allí escuchando toda aquella discusión. Nada de lo que dijeron tenía sentido alguno, no sabía de qué rayos estaban hablando.
Entró con rapidez, cerrando con cuidado para no hacer ruido que pudiera advertirles de su reciente llegada, apoyó la espalda sobre la puerta para descansar y calmar su acelerada respiración.
—¿Qué... demonios... fue eso? —susurró entre jadeos.
Se dirigió a su habitación, necesitaba pensar con calma y serenidad sobre aquello. Era demasiada información que procesar; aquella reunión de sus padres con la señora Nieves, la discusión de ellos, el hecho de tener dos personas vigilándola constantemente, esos mestizos cada vez más cerca. Puede que no entendiera mucho del asunto, pero de algo si estaba segura, este era solo el inicio de la verdadera pesadilla.
El ruido de llaves en la entrada de su casa le indicaron la llegada de sus padres, tenía que aparentar por el momento si no quería recibir miles de preguntas que prefería ahorrarse. Por el momento solo se limitaría a cenar con ellos, conversar como es costumbre y regresar a su habitación a dormir, si el revuelo en su cabeza se lo permitía esa noche.
—Buenas —saludó Naomi sonriente— ¿Cómo les fue en el trabajo?
—Hola nena —saludó Félix con un abrazo—, nos fue bien, aburrido como siempre.
—Hola cariño —respondió Nilsa con un beso en la mejilla— ¿Qué haces aquí tan temprano?
—Nos dejaron salir temprano hoy —se encogió de hombros— ¿Qué trajeron para cenar?
—¡Adivina! —exclamó Nilsa sonriente.
—Ensalada —contestó Naomi desanimada—, si elegiste tú es pura verdura.
—Pues fíjate que sí, traje ensalada... —dijo Nilsa con semblante ofendido— de papa y pollo del KFC.
—¡Aleluya! —exclamó Naomi como una plegaria al cielo.
Repartieron la comida y se sentaron a comer con tranquilidad, las charlas de los acontecimientos del día no se hicieron esperar. Para sus padres, Naomi había llegado a casa después de salir de clases. Omitió por completo aquella visita a la casa de enfrente, no quería martirizarse la cabeza en presencia de ellos. Sin embargo, un mensaje de texto llegó de improviso distrayendo su atención.
(P) Hola Naomi, no te preocupes por nada, este par de pendejos ya arreglaron sea cual sea el problema que tenían. Gracias por avisarme.
Lo leyó atenta una y otra vez, no sabía si contestar preguntando qué había pasado o como lo habían solucionado. No era solo cuestión de curiosidad, quería entender lo que estaba sucediendo y deseaba estar malinterpretando la situación. Prefería mil veces eso a estar en lo cierto.
—Naomi guarda eso —advirtió Félix—, estamos comiendo.
—Lo siento, era Grace preguntando por algo de la escuela —se apresuró a decir—, más luego le contesto.
Trató de concentrarse en el presente, en lo que tenía enfrente y sucedía a su alrededor, pero se le estaba haciendo muy difícil después de leer ese mensaje. La ansiedad era un arma de doble fijo para ella, la movía a hacer cosas que en algunas ocasiones arreglaba la situación, pero en otras terminaba por empeorarla. En esta ocasión, no estaba segura cuál de los dos efectos tendría, pero por lo menos esperaba poder sacar algo de información real. La necesitaba y tenía derecho a saber.
—¿Puedo preguntar algo? —inquirió Naomi tanteando terreno, pero muy nerviosa.
Automáticamente ambos centraron por completo su atención en ella, notó cierto nerviosismo en su madre y preocupación en el semblante de su padre.
—Claro, ¿sobre qué? —se aventuró Nilsa.
—Algo que escuché el año pasado —mintió—, una de las hadas que siempre me buscada dijo algo que no llegué a entender, sobre mestizos.
Ante la sola mención de esa palabra ambos se sorprendieron sobremanera, dedicándose miradas de soslayo en un intento por comunicarse y tomar una decisión.
—Creo que... —continuó al ver la indecisión de sus padres— ya estoy lo bastante grande para saber la verdad, ¿No creen?
—Lo sabemos cariño —contestó Nilsa con un suspiro de resignación—, si quieres saber te diremos.
—Los mestizos son niños mitad hechiceros mitad humanos, como tú —explicaba Félix—, solo que no son muy aceptados por el gremio mágico al no ser raza pura como ellos. Hubo un tiempo en que se les torturaba y asesinaba sin descanso, los humanos conocen esa época como la gran cacería de brujas.
—¿Es por eso que nos persiguen a donde quiera que vayamos? —indagó Naomi.
—Sí, es por eso —agregó Nilsa con rapidez—. Tu padre fue expulsado del gremio, por eso nos persiguen a todas partes.
—¿Hay más como yo? —inquirió con cautela, esperando ver alguna reacción diferente en sus padres.
—No lo sabemos —contestó Nilsa mirando de soslayo a su esposo—, no tenemos ningún tipo de contacto con otro hechicero, es una de las medidas que hemos tomado para poder... escapar.
Los gestos y movimientos de su madre al contestar le dejaban muchas dudas a Naomi, retorcía las manos con nerviosismo, parpadeaba de forma excesiva y desviaba entre veces su atención a Félix en un intento por comunicarse con él. Además, su padre también estaba igual de ansioso. Mantenía la mirada perdida en un punto lejano mientras ella hablaba, al contestar las preguntas tampoco la miraba a los ojos y estaba sudando demasiado. Se dio cuenta muy a su pesar que ambos le estaban mintiendo.
—¿Y la marca de nacimiento? —insistió Naomi a pesar de saber que mentían.
—Es de familia, tu abuelo la tenía en el brazo derecho —aseguró Félix entre titubeos, mirando un punto fijo detrás de ella—, igual que otros miembros de la familia.
—Pero tú no la tienes —comentó Naomi revelando su punto de quiebre.
—No todos la heredan —añadió con rapidez.
—Ok —susurró dolida, levantándose de su asiento con expresión de derrota—, iré a dormir, hasta mañana.
—Hasta mañana, cariño —contestaron los dos al unísono.
Decepcionada de todo se dirigía a su habitación, le dolía toda esa situación. Que sus padres le mintieran de esa forma era de verdad molesto, pero más que causarle coraje sentía una presión fuerte en su pecho. No sabía por qué seguían insistiendo en mentir, pero creía que debían tener alguna razón de peso. Una idea descabellada y demasiado arriesgada se le ocurrió, una última pregunta que delataría si de verdad le mentían se le cruzó por la cabeza.
Se detuvo en el umbral de la entrada al comedor, se giró para mirarlos a la cara una vez más y preguntó:
—¿Quién es Haakon?
Sus dudas se confirmaron inmediatamente, la expresión de genuino pánico en el rostro de su madre la delató.
—Nunca lo habíamos escuchado —contestó Félix saliendo de su consternación— ¿Cierto, Nilsa?
—Claro, no sé quién es —respondió está recuperando la compostura— ¿Dónde escuchaste ese nombre?
—No recuerdo —se encogió de hombros indiferente—, en alguna parte de tantas donde hemos estado, seguramente.
Se despidió con un movimiento de manos y se marchó directo a su cuarto, allí en la oscuridad y soledad de sus cuatro paredes dejó salir las primeras lágrimas. Ellos sabían a la perfección de quien estaba hablando, incluso escuchó ese nombre durante la conversación a media noche en su sala, pero aun así prefirieron ocultar la verdad. ¿Eran tan malo que ella supiese la verdad detrás de toda su desgracia?
Entre sollozos silenciosos buscó su teléfono celular, un mensaje a Luke podría ayudarla a calmarse. No le diría nada, pero por lo menos hablar con él la haría reír en vez de llorar.
(N) Hola Luke, ¿cómo va todo por allá? Sigues con vida ¿verdad?
Espero pacientemente acostada en su cama, pero no recibió respuesta alguna. No les dio demasiadas vueltas a las posibles razones, solo podría imaginarse que estaba ocupado. Se alejó de aquel aparato y cambió, esperaba que al estar más cómoda podría conciliar mejor el sueño. Solo quería despejar su mente, estaba demasiado cansada y harta de todo, prefería estar desconectada del mundo y poder descansar por fin.
En momentos como estos era cuando más sentía el peso de la ausencia de Ciro, solo él era capaz de calmar sus pesares con su sola presencia. Solía acurrucarse junto a ella cuando la veía llorar, lamía de su rostro las lágrimas que recorrían sus mejillas e incluso la abrazaba para que dejara de llorar. Siempre fue su mejor amigo, más que una simple mascota lo consideraba parte de su familia, pero ya no estaba y nunca volvería.
Colocó sus audífonos y reprodujo su playlist favorita, pretendía dormir escuchando las voces de los cantantes que tanto le gustaban mientras tarareaba entre susurros entrecortados. Poco a poco la pesadez del sueño le llegó dejándose llevar por el frio de la inconsciencia, reconociendo muy a su pesar aquella sensación que debía evitar a toda costa. En las condiciones en que se encontraba le fue difícil resistirse a ella, por más que trato despertar en ese preciso momento, no pudo lograrlo.
Se encontraba otra vez en aquel lugar, Fedrá. Estaba de pie junto a un valle de flores y algunos árboles frutales, un campo de pasto verde daba entrada a un espeso bosque de enormes árboles. Llevaba puesto el mismo vestido que aquella vez, como si este fuese solo la continuación de aquella visión.
—No puedes resistirte a mí —un susurró a su lado la sobresaltó, era él—, estamos más conectados de lo que crees.
—¿Por qué estoy aquí? —preguntó Naomi molesta.
—Porque debes ver algo —contestó con una sonrisa ladeada—, sé que te va a gustar.
La tomó de la mano, esta vez mucho más suave que la vez anterior. Caminaban con tranquilidad a través de aquel bosque, subiendo una colina un poco inclinada hasta llegar a la cima de esta. Allí, en lo más alto de aquella montaña, se extendía un campo de rosas de un color rojo intenso, una especie de valle ensangrentado lleno de espinas venenosas.
—¿Qué es esto? —indagó Naomi asustada.
Se veían como simples flores, pero ella sentía una energía intensa y sofocante refulgir de su interior.
—Un campo de flores —contestó con inocencia— ¿No te parecen hermosas?
—No son solo flores y lo sabes, ¿O no, Kaled? —insistió mirándolo con reproche.
—Sabía que estuviste aquí por tu propia cuenta —comentó mientras se acercaba a ella acariciando sus mejillas—, incluso sabes mi nombre.
—Demasiado secretismo para un nombre tan común, de todas formas, no desvíes el tema —replicó nerviosa ante su cercanía— ¿Qué quieres?
—Sabes que quiero —contestó con seducción, causando un estremecimiento desagradable dentro de ella—, te quiero a ti solo para mí.
Con un movimiento rápido, la envolvió en sus brazos apretándola contra su cuerpo, mantenía una mano sobre su cintura y la otra en su rostro. En sus ojos vio un destello verde que le quitó el aliento, se sentía lenta, no podía moverse por sí misma como si su voluntad hubiese sido anulada por completo.
—No hay nada que puedas hacer para evitarlo, tú y yo seremos uno solo más pronto de lo que crees —susurró Kaled acercando su rostro peligrosamente al de ella.
De un momento a otro una extraña neblina oscura los envolvió, un intenso mareo la obligo a cerrar sus ojos. Al abrirlos se encontraban en otro lugar, era la colina por la cual había llegado después de seguir aquel carruaje. La vista de todo Fedrá era increíble desde allí, diferente a lo que había visto ese día en su visión. Era colorido, pacífico y lleno de luz. Un paraíso.
Kaled se posicionó detrás de ella sin dejar de rodear su cintura, ocultó su rostro en el espacio de su cuello aspirando su olor. Con suaves caricias, recorría su piel hasta plantar un beso en su mejilla. Quería huir, desprenderse de su agarre y salir corriendo de ese lugar, pero por más que trataba de hacerlo seguía sin poder moverse.
—Todo este lugar será nuestro —susurraba Kaled—, yo seré su rey dentro de poco, y quiero que tú seas mi reina. No quiero a más nadie que no seas tú, Naomi.
—¡Naomi! —un susurro ahogado y lejano resonó dentro de su cabeza.
—Solo sígueme y todo será como debió ser siempre —concluyó Kaled.
Se posicionó frente a ella sonriente, acariciando sus manos guiándola hacia el barranco. Con cada paso que daba alejándose de ella, más se acercaba al oscuro vacío, sus pies llegaron al límite lanzando tierra y piedras que sonaron al desprenderse del suelo y caer.
—Ven conmigo, nada malo pasará —susurró dando dos pasos más hacia atrás, pero no cayó.
Extrañamente, sus pies se mantenían firmes flotando en el aire, como si debajo de él hubiese alguna superficie invisible a sus ojos. Seguía retrocediendo paso a paso, llamándola cada vez con más insistencia.
—Solo debes venir conmigo, Naomi —insistía—, todos tus problemas acabarán, no más mentiras y engaños. Acá lo sabrás todo.
—¡Naomi, despierta!
Una vez más escuchó aquella voz, esta vez era más un grito que un susurro. Su pesadez se disipó un poco, recuperando el control de sus acciones.
—No lo haré —susurró con voz temblorosa por el esfuerzo de desprenderse de su control.
Otra vez el mareo la envolvió, pero esta ocasión con mayor fuerza, se vio a sí misma tambaleante y agitada caminando sobre una baranda gruesa metálica. Sus pies descalzos sentían como punzadas gélidas el frio metal, la fuerte brisa le hacía trastabillar obligándola a arrodillarse y apoyarse en sus manos para no caer. Con una sensación de miedo se dio cuenta donde estaba, en medio de una barandilla que unía un extremo de un puente en reparación con el otro.
En medio de ambos extremos no había nada más que vacío, aproximadamente unos 20 metros la separaban del suelo. Era solo una pequeña sección del puente con unos 7 metros de largo, pero que significaba en esos momentos la diferencia entre la vida y la muerte. El viento resonaba sobre sus oídos, el martilleo constante de su corazón tampoco la dejaba escuchar bien, sin embargo, pudo captarlo con claridad.
—¡Naomi! —a sus espaldas, Jeimmy la llamaba a gritos desesperados.
Estos celos me hacen daño me enloquecen....
Sorry tenía que hacerlo
En otras noticias....
¿Cómo debió ser siempre?
Leo sus teorías.
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