20. Eres buena, dulce y buena
Haakon, otra vez ese nombre, aquel sujeto de mirada fría e intimidante. ¿Por qué la quería? ¿Qué tenía ella de especial para perseguirla por tantos años? La intriga la estaba carcomiendo desde dentro, quería saber todo de una vez por todas, esperaba ansiosa poder prepararse para ello, enfrentar el problema. Pero muy en el fondo, sabía que lo único que harán sus padres es ser aún más reservados. El miedo que vio reflejado en sus rostros habló por sí solo, si deseaba obtener más información debía permanecer sigilosa y escuchar, por parte de ellos no lo conseguiría. No de forma voluntaria.
—Sabemos quiénes son los que se encargan de realizar los experimentos —dijo aquella primera voz muy cerca de su ubicación—, uno de nuestros informantes está dentro, nos mantiene al tanto de todo lo que hacen...
Ahogó un grito de sorpresa tapando su boca con la mano, esperando no haber levantado ningún tipo de sospechas. Estaba demasiado cerca de ella, justo a un lado del final de las escaleras oculto tras la pared que separaba esta con la sala. Con lentitud, se levantó y caminó de regreso a su habitación, quería saber más sobre los experimentos que vio en sus visiones, pero no debía arriesgarse a ser vista.
Los cuchicheos continuaron por un rato más, media hora para ser precisos. Al detenerse, sabía que había llegado el momento de saber quiénes salían de su casa, con quienes habían hablado aparte de la señora Nieves. Sin embargo, al tiempo que escuchó la puerta principal cerrarse, pasos subían las escaleras directo a su habitación. Rápido, se acostó en la cama, respiró para parecer calmada y profundamente dormida.
Con un suave chirrido, su puerta se abre y cierra para luego sentir una presión a su lado. Escuchaba sollozos ahogados, su madre lloraba desconsoladamente mientras acariciaba su frente y mejillas. Apartaba mechones de cabello de su rostro, tal y como hacia cuando de niña la consolaba al despertarse de una pesadilla.
—Mi niña —susurró en medio de sollozos—, todo estará bien. Mami te ama, y papi jamás dejará que te hagan daño.
Su dolor era tan grande que Naomi sintió encoger su propio corazón, deseaba poder abrazarla y consolarla como lo hacia ella, pero sabía que si despertaba habría demasiadas preguntas y todo empeoraría.
—Eres buena, mi pequeña Naomi —sollozó—, dulce y buena.
Le dio un suave beso en la frente dejando caer algunas de sus lágrimas sobre su cabello, se levantó con cuidado y salió de la habitación. Cualquier sentimiento de molestia hacia ellos por ocultarle la verdad se esfumó, de alguna forma sabía que eso lo hacían para protegerla, porque la querían de verdad y no pretendían hacerla sufrir. Detestaba ver a su madre de esa manera, pero no podía hacer más nada para que se sintiera mejor. No sin delatarse a sí misma.
Despertó con un leve dolor de cabeza, se duchó y tomó una pastilla para tranquilizar el palpitar de su cerebro que iba en aumento. Bajó a desayunar encontrando a su madre tranquila y fresca como una lechuga, preparaba el desayuno mientras escuchaba música suave y a bajo volumen en la radio. Podía aparentar estar bien, pero Naomi sabía que estaba demasiado nerviosa.
—¡Buenos días, mamá! —saludó Naomi aparentando no saber ni notar nada.
—¡Buenos...! —se interrumpió al verle el semblante a su hija, con gesto serio la miró fijamente— ¿Por qué me da la impresión que no dormiste toda la noche?
Con expresión inocente le devolvía la mirada a su madre, el dolor de cabeza no era solo por falta de sueño, sus temores y pesadillas lo acentuaban.
—Si dormí, es solo que desperté con dolor de cabeza —aseguró con firmeza—. Por raro que parezca dormí temprano, creo que es por eso.
—Hazte la graciosa —le riñó.
Félix bajó al poco tiempo y desayunaron los tres con tranquilidad, como si nada extraordinario hubiese ocurrido tan solo esa misma madrugada. Terminada la comida, se despidieron de ella con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla.
—Cuídate —susurró Félix.
—Siempre —susurró Naomi de vuelta.
Se marcharon dejándola sola a cargo de los trastes y advirtiéndole el no llegar tarde a la escuela. Salió con gesto pensante, sacó su bicicleta y casi que por inercia se dirigió caminando al andén. Era tanto su ensimismamiento que no notó los primeros llamados, hasta tal punto de verse obligado a posicionarse justo en frente de ella, provocando que chocara con él.
—¡Lo siento! —exclamó con un grito ahogado de sorpresa— En serio, no te vi.
—¿Te sientes bien? —indagó con notoria preocupación.
Delante de ella y aún en su bicicleta, Luke la miraba extrañado por su comportamiento.
—Estoy bien, solo distraída —contestó encogiéndose de hombros.
—No tengo dudas al respecto —comentó con seriedad—, te llamé tres veces y no me escuchabas.
—Es que...
—Además —interrumpió su réplica—, llevas dos cuadras caminando... mientras llevas tu bicicleta en las manos.
Desconcertada, miró a su alrededor. Luke no exageraba ni lo más minino, tal vez suavizó un poco la situación. En realidad, había pasado más de tres cuadras llevando su bicicleta de la mano, en vez de montarla como se esperaba sucediera.
—Ok... Esto ya es otro nivel —susurró Naomi.
—Naomi —dijo Luke tomándola de la barbilla— ¿Pasó algo?
No podía negar que deseaba hablar con alguien al respecto, siempre quiso poder tener con quien desahogar sus desgracias y mala suerte, pero sabía que no podía ser con cualquiera sin que la tomaran por loca. En otras circunstancias, se hubiese atrevido a contarle algo a Luke, maquillando algunos detalles demasiado fantasiosos para la mente de cualquier humano.
Sabía que él era de fiar, no por nada lo estaba considerando su mejor amigo, pero de todas formas la aparición de la señora Nieves en su casa anoche no le daba muy buena espina. No quería que por accidente Luke comentara algo con ella y, a su vez, les dijera a sus padres, se armaría la bronca de su vida.
—Nada fuera de lo normal —contestó por fin, subiéndose a su bicicleta— ¿Nos vamos?
—Naomi, es en serio —insistió impidiendo que avanzara—, estas demasiado distraída, más de lo normal y eso es raro incluso para ti. ¿Pasó algo? Sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad?
Su expresión preocupada y sus palabras le sacaron una sonrisa dulce, se le hizo muy conmovedor que le dijera aquello.
—No es nada, no te preocupes —acarició su mejilla—, pero gracias, sé que puedo confiar en ti.
—¿Segura?
—Sí, ahora vámonos —insistió esta vez Naomi—, algo malo pasará si no llegamos a tiempo a clases.
—¿Qué cosa? —preguntó serio.
—Me castigarán.
—¡Naomi! —exclamó Luke con frustración— Esto es serio.
—Ahora todo es serio, Jeimmy 2.0 —replicó entre risas forzadas.
Empezaron su viaje juntos continuando con la reprimenda por aquel mal chiste, saliendo Naomi a la defensiva con más bromas y risas. Poco a poco fue dejando a un lado su preocupación, sintiendo que el dolor de cabeza mitigaba hasta desaparecer. Llegaron a la escuela, aparcaron sus bicicletas y se dirigieron a sus salones de clases. De lejos, Naomi pudo observar un par de rostros preocupados mirándola con intensidad. Desde la sala de profesores, Peter y Jeimmy habían desviado toda su atención al verla llegar. No era raro que ambos se preocuparan por ella, pero en estas circunstancias y sin ningún motivo aparente, le era muy extraño que los tres estén en la misma actitud.
En el salón de clases, Bruno y Grace los esperaban sonrientes mientras charlaban ajenos a su llegada.
—Buenos días —saludó Grace sonriente— ¿Cómo está mi ship favorito?
—¿Tú qué? —indagó Luke sin entender.
Naomi, quién sí había entendido la referencia, miraba ceñuda a su amiga mientras que esta con inocencia fingida sonreía ampliamente.
—Grace, cariño —dijo Naomi con reproche.
— ¿Sí?
—Calladita te ves más bonita, ¿Sabes? —replicó ceñuda.
—Sigo sin entender —anunció Luke.
—Estás mejor así, créeme —afirmó Bruno—, yo sigo con traumas.
La sonora risa burlona de Grace llamó la atención de sus amigos, uniéndose a su carcajada al escuchar las réplicas de Luke, quien al parecer era el único sin entender el chiste. Se vieron interrumpidos por la llegada de su tutora, quien se acomodó en su lugar para iniciar la clase.
—Buenos días, jóvenes —saludó—, según el director les debo dar varias noticias. La primera es que a partir de esta semana y hasta el fin de año, las reuniones de tutoría quedan asignadas para los jueves a primera hora.
Varias caras largas y desanimadas se observaron entre los estudiantes, comentando con desgana al estar en desacuerdo con tal noticia.
—¿De qué me perdí? —susurró Naomi intrigada sin entender la situación.
—Tutoría era lo único que hacía más corta la clase de Geometría —explicó en susurros—, o eso escuché entre las quejas.
—No hay tarea para mañana —dijo Naomi— ¿Verdad?
—No sé.
—Ya valimos.
—Silencio jóvenes —las réplicas cesaron de momento—, la segunda noticia es... ¿Aún falta alguien por inscribirse en los clubes? Recuerden que hasta hoy tiene plazo para hacerlo, de lo contrario habrá consecuencias. Las reuniones también cambiaron de horario, serán los lunes, miércoles y viernes a partir de hoy a la misma hora de siempre. No falten.
Algunas voces celebraban el tener que pasar más tiempo en aquellos grupos artísticos, mientras que otros se lamentaban por la misma razón. Naomi estaba en el segundo grupo, aquello le restaba tiempo para su entrenamiento e investigación. Le hacía sentir algo molesta, al fin tenía información de verdad relevante y no veía como sacar el tiempo para hacer sus propias conclusiones. Necesitaba hacerlo a solas y sin ningún tipo de interrupción, no quería tener que dar explicaciones por sus delirios fantasiosos.
Se centró en la clase, tratando de prestar toda la atención que podía sin tener demasiado éxito. Le era difícil sacar de su cabeza aquella conversación, algunas de sus sospechas habrían cobrado sentido y sus temores se confirmaron. Aquella ultima visión eran, por desgracia, cien por ciento verídica; las hadas y demás criaturas mágicas habrían sido secuestradas para usarlas como conejitos de india en crueles experimentos, pero aún no entendía del todo que era lo que hacían. Pudo y estuvo a punto de escucharlo, pero aquella persona la sorprendió tanto que decidió retirarse. ¿En qué momento había cambiado su posición?
No escuchó los pasos moverse por la sala ni mucho menos tan cerca de ella, e incluso pudo haberla visto si hubiese dado tan solo un par de pasos más, y de haber sido así las consecuencias hubiesen sido grandes. Pero, por otro lado, deseaba que hubiese pasado. Aquellas voces la tenían intrigada, no las reconoció por el bajo volumen en el que hablaban, pero intuía que debía conocerlos. Sus palabras dejaron en claro que siempre la estaban vigilando, aquellas dos personas la seguían donde quiera que vaya.
Desde su llegada a Betania sospechaba que la estaban siguiendo, pero por más que trataba de saber quién era, ocultaba su energía de ella. No lo había visto hasta el momento y nunca se le había acercado, aunque suponía que había sido alguno de ellos quien la salvara ese día en el bosque después de su encuentro con aquella criatura. Sin embargo, nunca imaginó que fuesen dos y que sus padres tuviesen conocimiento de ello. De cierta forma, ese pequeño detalle era el que la mantenía con la mente en otro lado, y le dolía.
El timbre sonó liberándolos de las dos primeras horas de clases, las caras de alivio y aburrimiento destacaban entre el tumulto de estudiantes. La tercera era la que tanto esperaban, en especial las chicas. No porque era una forma de adelantar el receso de mitad de jornada, sino por el atractivo ayudante del profesor de educación física.
—Buenos días, jóvenes —saludó enérgicamente el profesor—, la mañana de hoy no quiero vagos ni distracciones de ningún tipo. ¿Escucharon bien, señoritas?
—Sí señor —contestaron con desgana.
—El señor Beltrán está aquí para asistirme en la clase —continuó en tono amenazante—, no para seguirle los caprichos a ustedes, así que al a partir de hoy empezaré con las suspensiones. El que caiga no solo tiene cero, también se le llamará al acudiente. ¿Entendido?
—Sí señor —contestaron con miedo.
Naomi miraba complacida los rostros decaídos y asustados de sus compañeras, mientras que los chicos permanecían impasibles e incluso algunos sonreían ante tal amenaza. Se le hacía de verdad graciosa la reacción de las niñas frente a la situación, porque sin duda alguna, a ella le parecía absurdo su comportamiento ante ellos, no solo con Jeimmy sino con Luke y Peter. No negaría que era irresistible caer ante sus encantos, pero no veía necesario mostrase tan desesperada y atolondrada para llamar su atención.
—¿Te parece gracioso? —indagó Grace a su lado.
—¿A ti no? —Naomi devolvió la pregunta con diversión en su voz.
—Para qué negarlo, ¿verdad?
Ambas soltaron una pequeña risa suavizada y disimulada con la palma de sus manos, tratando de no llamar la atención malhumorada de su maestro de deportes. Este, en compañía de su auxiliar, acomodaba la red de voleibol para iniciar la clase. Por un momento sintió el peso de su mirada seria riñéndola por algo que ni ella misma sabía, aunque sospechaba el motivo.
—¡Aguafiestas! —susurró en su dirección esperando entendiera el mensaje.
Frunció aún más el ceño al leer sus labios, aumentando la risa burlona en ella. El sonido chirriante del silbato atrajo la atención dispersa de los 37 estudiantes, formaron un semicírculo frente al profesor para escuchar las indicaciones.
—Bueno muchachos, para los que no conocen... —expresó con sarcasmo señalando la red detrás de él— esto es una red de voleibol, deporte en el cual se realizará un campeonato intercurso a final de año.
Mientras el profesor explicaba el «Gran evento», Naomi percibió movimientos por el rabillo del ojo. Detrás de ellos, al fondo de la cancha estaban Luke y Jeimmy hablando con seriedad. Ambos trataban de disimular, pero la preocupación en sus rostros delataba la gravedad del asunto.
—Antes de esto, ustedes mismos usarán estas clases para aprender y formar su equipo —explicaba el profesor—, tengan en cuenta que después de registrarse no podrán hacer cambios. No escucharé a nadie decir que porque no está en el equipo no participa, me dejan esas excusas en otro lado, aquí todos juegan.
Después de unas últimas palabras, Luke suspira con frustración y escucha con atención a su hermano mayor. Este, al percatarse de la mirada de Naomi fija en él, trató suavizar la expresión de su rostro en vano. Con una ceja enarcada y ojos entornados lo observaba haciendo mil preguntas, pero con gesto indiferente él solo se encogió de hombros.
—Antes de empezar, haremos el respectivo calentamiento —anunció el profesor—, sería maravilloso si ustedes mismos se aprenden la rutina, no siempre me tendrán aquí diciéndoles que hacer.
—Gracias a Dios —susurraron Luke y Grace a su lado.
Se sobresaltó un poco al escuchar su voz, no se dio cuenta del momento en que llegó junto a ella. Seguía serio y sin muchos ánimos, pero Naomi estaba dispuesta a conseguir algo de información al respecto, ese comportamiento en ellos le empezaba a sacar de quicio.
—Luke, cariño mío —susurró con una amplia sonrisa— ¿Qué te tiene tan preocupado?
Este le dedicó una de sus miradas de reproche, sabiendo que esa sonrisa en su rostro indicaba que quería algo.
—¿Qué quieres, Naomi del Cristo? —indagó ceñudo.
—No tengo segundo nombre, pero gracias por el intento —exclamó con falsa indignación—. Y no quiero nada, solo saber por qué estas así. A veces me preocupas.
—Aja, eso o solo quieres saber de qué hablábamos Jeimmy y yo —dijo con gesto de obviedad— ¿Me equivoco?
—Bueno... —expresó con inocencia— si eso hace parte de tu preocupación, entonces sí.
—Buen intento —pellizcó con suavidad una de sus mejillas—, pero no te diré nada, chismosa.
—No me vuelvo a preocupar por ti —exclamó ofendida, retomando su atención a la clase.
Con una sonrisa de burla en su rostro, Luke se alejó de Naomi. Al igual que los demás estudiantes, tomaron distancias uno del otro para tener mayor comodidad al hacer el ejercicio. Empezaron con movimientos sencillos y suaves, ejercitando articulaciones desde las superiores hasta las inferiores.
—Mantengan el equilibrio, son solo diez segundos de pie —gritaba el profesor caminando entre los estudiantes—, por cada uno que caiga son diez segundos más sin cambio.
Se encontraban apoyados sobre una sola pierna, mientras la otra la mantenían flexionada hacia atrás con la punta del talón pegada al glúteo. Muchos trastabillaban, pero lograban mantener la postura.
—Cambio —anunció con un silbatazo.
Naomi se había mantenido, pero al cambiar el punto de apoyo a la pierna izquierda empezó a trastabillar a cada segundo. No era la única, muchos estaba en la misma situación que ella, menos Luke. Este se encontraba totalmente apacible y estático, su equilibrio era perfecto. Aprovechó el momento para mirar con burla a Naomi, quien le devolvía el gesto con ojos llenos de amenazas.
—Manténganse, son solo diez segundos —exigía el profesor—. Un borracho tiene más equilibrio que ustedes, pónganse las pilas.
Algunas risas ahogadas se escucharon entre los estudiantes, mientras otros trataban de no parecer tan molestos como estaban ante tal comentario. Terminaron con algunas vueltas a la cancha, dos a trote y una caminando.
—Bien, busquen una pareja para el siguiente ejercicio —anunció el profesor—, alguien va quedar libre por ser un número impar, así que el señor Beltrán entrará en esta actividad.
Los rostros de la mayoría de las chicas se iluminaron con esperanzas, siendo acalladas por la mirada seria llena de reproche de su profesor.
—Agarren una pelota por pareja y se colocan una frente a la otra —exigió para luego hacer sonar su silbato.
Naomi vio como todos buscaban a su compañero, habiendo elegido Grace a Bruno. Luke se dirigía decidido a ella esperando poder hacer equipo. Sin embargo, no contó con la autoritaria presencia de su hermano mayor, quien con una sola mirada le hizo cambiar de dirección no sin antes dedicarle un gesto lleno de reproche.
—¿Puedo saber que fue eso? —indagó Naomi de brazos cruzados.
—Necesito hablar contigo —contestó ofreciéndole la pelota en son de paz.
—Presten atención, señores, en el receso hablan todo lo que quieran —gritó el profesor.
Explicó brevemente el ejercicio a realizar, tomando como ejemplo a la pareja que más llamaba la atención. Por segunda vez, Naomi había atraído las miradas celosas de sus compañeras por estar con el chico guapo.
—¿Quieres hablar? Está bien, hablemos —dijo Naomi lanzando la pelota según las indicaciones, golpeando con las manos empuñadas— ¿Sobre qué hablaban tú y Luke hace un rato?
—Problema familiares —contestó con indiferencia—, ya sabes, por eso del castigo y demás.
—Con más fuerza, para eso tragan tanta chuchería en el receso —exigió el profesor.
Con mirada seria, Naomi cumplió con la solicitud de su maestro golpeando con fuerza la pelota haciendo que rebotara de las manos de Jeimmy. El balón fue a parar un par de metros lejos de ellos, atrayendo la atención de algunos curiosos a su alrededor, en especial la de Luke quien miraba intrigado la escena.
—¿Estás molesta? —preguntó Jeimmy con una sonrisa de incredulidad.
—Solo digo que, cuando me preguntes algo y yo responda con el mismo tono burlón que acabas de usar conmigo... —decía con fingida indiferencia— no me regañes, estaré siguiendo tu ejemplo.
—Bien —suspiró resignado—, de verdad eres caprichosa.
—Solo cuando es necesario.
—Estábamos hablando de un pequeño problema que hay en casa —contestó Jeimmy—, ayer llamaron nuestros padres, uno de sus sobrinos se involucró en una pelea y terminó en el hospital.
—¿Por eso ha estado preocupado todo el día? —inquirió señalando con la mirada a Luke, quien aun manipulando el balón no quitaba su atención de ellos.
—Exactamente, son bastante cercanos —comentó.
—¿Pero está bien?
—Vivirá, a menos que mi tía lo asesine después que salga de la clínica —se encogió de hombros—. Pero ese no es el tema, ¿ya saciaste tu curiosidad?
—Algo así —dijo con indiferencia— ¿Sobre qué quieres hablar?
—Quiero saber más sobre tu sonambulismo —exigió.
—Cambio —anunció el profesor.
Explicó nuevamente el siguiente ejercicio de la misma manera que el anterior, momento que Naomi aprovechó para recordar las limitadas explicaciones que le había dado hace tiempo. No pretendía contradecir sus propias palabras, esperaba que por fin dejara de preguntar al respecto y si eso implicaba darle una explicación completa, estaba dispuesta a hacerlo de una buena vez.
—Ni creas que he olvidado que me debes una explicación —lanzó la pelota lo más alto que pudo—, puedes empezar.
Con un gran salto, Naomi logró alcanzar el balón golpeándolo con fuerza para que su compañero la atrapara.
—¡Buen salto, Nosborn! —exclamó el profesor— Por fin veo algo bueno.
—Tu trampolín sirve de algo después de todo —comentó divertido.
—Cállate y continúa —exigió Naomi entre risas.
Continuaron con los lanzamientos y las atrapadas por parte de Naomi, dejando de lado por un momento la conversación pendiente. La atención del maestro se había centrado en ellos, y lo que menos querían era un regaño por parte de este.
—Cambio —sonó el silbato.
Explicó un nuevo ejercicio, el cual consistía en pasar la pelota del uno al otro sin ninguna interrupción, como es una especie de juego entre los dos. Mientras más tiempo la mantenían, mucho mejor.
—¿No se supone que el solo sonambulismo era algo demasiado fantasioso para ti? —preguntó Naomi con sarcasmo— ¿Por qué creerme ahora?
—Porque te vi —contestó con semblante serio y preocupado—, y en serio me asusté al verte ir directo a las escaleras sin siquiera saber lo que estabas haciendo.
Dejó caer la pelota muy por detrás de ella por la misma sorpresa que sus palabras le generaron, ocultando su amplia sonrisa de emoción mientras iba a por el balón. Al regresar, su semblante era pensativo, tratando de mitigar ese cosquilleo en su estómago. Su gesto al decir aquello la había conmovido, se le hizo demasiado tierno el verlo de es amanera, tan temeroso de su seguridad.
—Pues... —carraspeó camuflando el temblor en su voz causado por los nervios— nunca había pasado de esa manera, ¿sabes? Siempre salía caminando, muchas veces descalza otras con un zapato diferente en cada pie.
—Es en serio —replicó Jeimmy—, no tomes tu seguridad como una broma.
—Estoy hablando en serio —afirmó—, es la primera vez que salgo a manejar bicicleta dormida, ni siquiera sabía que eso era mínimamente posible.
—Está bien —suspiró relajándose un poco—, empecemos desde el principio, ¿Cuándo inició?
Con disimulo, Naomi relataba sus primeras experiencias sonámbula sin quitar sus ojos de la pelota. Esta rebotaba de sus manos a las de Jeimmy sin cesar, obligándolos a moverse de un lado a otro para no romper la continuidad del ejercicio.
—La primera vez fue a los nueve años, no le preste mucha atención porque solo fui al baño —explicaba casi entre susurros, procurando no ser escuchada por el profesor—, creí que era algo normal, pero continuó y cada vez iba más lejos.
Omitía detalles que delataban su verdadera naturaleza, como aquel día en que llegó al parque en medio de una emboscada por parte de los sabuesos infernales.
—Aún no sé porque sucede, tal vez sea solo un trastorno del sueño —argumentó Naomi con convicción—, he leído bastante sobre el tema.
Era cierto, durante un largo año estuvo sumida en una profunda investigación sobre la naturaleza del sonambulismo, pero ella sabía que su caso era diferente a todos. Tenía más que claro que sus episodios se debían a algo mucho más allá de cualquier entendimiento. No era solo caminar dormida, era lo que creía estar viendo mientras lo hacía.
Kaled no solo invadía su cabeza estando despierta, llevándola por oscuras visiones con mensajes tenebrosos y confusos. Él también invadía sus sueños guiándola a través de lugares en apariencia hermosos y felices, haciéndole creer que ese es su verdadero hogar, donde pertenece y puede ser ella misma sin necesidad de ocultarse de los demás por temor a ser rechazada. Allí, todos son como ella.
—Cambio —sonó el timbre—, dejen los balones a un lado, practicaremos el saque.
—Aún tengo preguntas —advirtió Jeimmy—, pero será después.
Se alejó con rapidez para seguir con su trabajo, ayudó al profesor a apilar todos los balones en una canasta para usar solo uno. Escucharon con atención las indicaciones colocándose todos en las gradas para esperar su turno, vieron la demostración que hizo tanto el profesor como Jeimmy y fueron llamando a uno por uno. De un lado de la red estaría el estudiante para realizar el saque y del otro lado estaría el auxiliar atento para atrapar la pelota.
Terminado el ejercicio, continuaron con los estudiantes que tuvieron algún tipo de falla al momento de realizar la actividad, hasta que sonó el timbre para el receso iluminando los rostros de todos los presentes, incluso el del profesor.
—No corran, practiquen en casa y nos vemos la próxima clase —anunció para luego irse sin mirar atrás.
—¡Qué agradable sujeto! —exclamó Luke sarcástico— ¿Siempre ha sido así?
—Desde que tengo memoria —contestó Bruno con un suspiro—, pero antes era peor.
—Sí, bueno, ¿Quién tiene hambre? —dijo Naomi.
Recogieron sus cosas para dirigirse a la cafetería, ser los primeros en salir tenía muchas ventajas, una de ellas era evitar hacer la larga fila que se formaba con todos los estudiantes aglomerados esperando comprar su merienda.
—¿Estás bien? —un susurro en su oído y una suave caricia rodeando su cintura detrás de ella la sorprendió.
Luke la abrazó por la espalda apoyando la barbilla en su hombro, un gesto que hasta el momento nunca había hecho y que le causó cierto estremecimiento interno.
—Estoy bien, no te preocupes —susurró girando su rostro para mirarlo a los ojos—, deberían dejar de preocuparse tanto, tampoco me estoy muriendo.
—Si no te hubiese alcanzado, llegas caminando a la escuela teniendo la bicicleta en tus manos —recalcó Luke.
—Sí, bueno, efecto desafortunado del sueño —mintió.
—¿Cómo? ¿No dormiste anoche? —indagó con cierta alarma en su voz.
—Más bien lo contrario —explicó con calma—, por razones desconocidas me acosté temprano, dormí de más, amanecí con dolor de cabeza y creo que la pastilla me dejó en la luna, por eso casi te atropello.
—¿Pero ya se te quitó el dolor? —preguntó dulzura.
—Sí, burlarme de ti esta mañana funcionó —aseguró con gesto inocente—, santo remedio.
Con una mirada de reproche, Luke reforzó el abrazo pegándola más a su cuerpo mientras le reñía entre susurros por burlarse de su mayor. Replicas entrecortadas por la risa salían de la boca de Naomi sin surtir efecto, las cosquillas en su cuello continuaron hasta llegar al frente de la fila.
Naomi compró sus dulces pese a la reprimenda de Luke por consumir tanta comida chatarra, mientras él se limitó a comprar una bebida y galletas. Regresaron a su lugar predilecto, el jardín. Allí retomaron sus conversaciones pendientes, el tema del club al que se inscribirían era el principal debido al plazo limitado de tiempo que tenían para decidir.
—Si no te inscribes en el de música, ni pintura —dijo Grace— ¿A cuál ingresarás?
—Si por mi fuera, elegiría vagancia avanzada sin dudar ni quejarme —comentó Naomi con desgana.
—Yo también quiero, ¿Dónde firmo? —expresó Bruno divertido.
—El de teatro les vendría bien, par de dramáticos —añadió Grace—. Ya es en serio, hasta hoy tienen plazo.
—Pues a mí la verdad me da igual —contestó Luke con indiferencia.
—¡Excelente ayuda! —se burló Bruno.
Con una mueca de reproche, Luke expresó su disgusto ante tal comentario hacia él mostrando su dedo corazón.
—Bruno tiene razón —reclamó Naomi—, gracias por tu colaboración.
—Lo dije con todo el cariño del mundo —recitó Luke con gesto seductor—, a donde vayas te seguiré.
—Me voy a tirar de un puente, ¿vienes?
—Hasta el infinito y más allá —expresó dramáticamente.
—Y el psicópata soy yo —añadió Bruno con sarcasmo provocando risas y reclamos.
—Ya decídete mujer —exigió Grace insistente—, o morirás antes de mitad de año.
—Ya que —exclamó con un suspiro— ¿Danza? No veo otra posible opción.
—Danza será —concluyó Luke.
La hora final está por llegar, mis pulguitas!
Estamos en recta final
Tienen alguna hipótesis?
La pregunta par el final será:
¿Que rayos es un mestizo y de dónde vienen las habilidades de Naomi?
Leo sus respuestas a ver quiénes atinan.
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