Capítulo 26 | Enfrentamientos
Hipo
En las últimas semanas mi vida se había convertido en un constante viaje, literal y emocionalmente. Merida se fue, ya no estaba en Berk, había desaparecido y yo me dediqué a buscarla por cada reino del mundo mágico. Mi corazón me decía que no me detuviera hasta encontrarla, pero mi cabeza sabía que no estaba ahí.
Unos días antes de iniciar mi búsqueda, el líder del consejo, Norte, fue a Berk; no parecía tener buenas noticias, pero sí noticias que nos sorprendieron.
- Las cosas vuelven a estar cómo antes, los mestizos no son bienvenidos en el mundo mágico. Y cualquiera que tenga un trato con ellos será un traidor de sangre. -
- ¡¿Qué?! -
Grité y mi padre también se alteró.
- ¿De donde vino esto, Nicholas? El consejo no tomó... -
- Yo... tomé la decisión. Es una ley que en realidad no cambió, ni siquiera con la situación de Merida. Ahora, simplemente, se aplicará por completo. -
La sala se quedó en silencio por un segundo; no sonaba a Norte para nada y yo no tenía idea de lo que pasaba.
- Esto es algo... es... por Merida ¿Verdad? -
No desvió la mirada, la sostuvo por completo a mí y yo no pude descifrarla.
- Mestizos peligrosos como Pitch Black y su linaje están fichados para ser atacados y capturados. Vivos o muertos. -
- Norte, esto es algo que el consejo debió decidir en conjunto. -
- Tengo la autoridad para tomar ciertas decisiones por nuestro mundo mágico. Y esa autoridad el consejo mismo me la dio, Estoico. -
Se escuchó como una advertencia y aunque mi padre apretó los puños ya no hizo más cuestionamientos.
- Después de todo lo que Merida hizo por nosotros. No puedo creer que tú, de entre todos los del consejo, le den la espalda. -
Norte tomó sus cosas, un abrigo y un costal enorme que me moría por saber que tenía dentro. Me vio directamente, estaba listo para hablar y luego irse.
- Lo que la joven Merida hizo fue demostrar el enorme potencial, poder y peligro que es su sangre. -
- Es ridículo, ella misma odia sus poderes y descendencia. -
Yo no me detuve, no me importaba que fuera el líder de todos.
- Si sabe algo de Merida, yo debo saberlo. -
- Lo único que debemos saber... -
Me habló seriamente, haciendo énfasis en "debemos"
- ... es que actualmente contamos con dos amuletos seguros. Lo que nos da una ventaja y tiempo sobre Black. Al menos lo será hasta que se complete la ultima parte. -
- ¿De qué hablas? -
Se dirigió hasta la puerta sin vernos para nada; su porte de líder fue obvio, pero antes de salir del gran salón habló una ultima vez.
- También, los portales al mundo humano están prohibidos y todos serán destruidos. -
Y se fue. Entonces comencé el viaje; no encontré ningún portal, todos habían sido destruidos, en ninguno de los reinos la encontré y nadie en esos reinos quiso ayudarme. La verdad creí que el jefe Benja incluso el Rey Frederic me dirían algo, pero no fue así. Entonces estuve atorado en Arendelle por varios días; no quería regresar a casa y confrontar a mi padre. Elsa me dio su hospitalidad.
- ¿Cuándo te irás? -
- Mañana, ese es el plan. Ya solo me falta ir a DunBroch. -
Suspiré un poco; si yo estaba mal no quería imaginarme como se encontraba el Rey Fergus.
- ¿Crees que ahí consigas información? -
- Es mi ultima esperanza, pero no lo creo. -
Me sonrió, no pudo ocultar la poca lastima de su rostro y quise cambiar el tema.
- ¿Tú cómo estás? Seguro que estas ultimas semanas no han sido fáciles para ti. -
Después de esas palabras Elsa se quitó la pequeña corona de la cabeza y soltó su cabello a su habitual trenza; más allá de soltarse el cabello pareció quitarse un pequeño peso de encima por unos minutos. Siendo la nueva Reina de Arendelle, después de la muerte de su padre, no podía darme una remota idea de lo que sufría.
- Todo está bien, al menos en el reino. Todo lo mantengo en su lugar, la ceremonia de mi padre salió bien. Ana y mi madre están a salvo y saliendo adelante. -
- Entiendo. Todo bien con el reino... ¿y contigo? -
Se recargó en un muro y solo vio por la ventana
- Si no quieres decirme... -
- Solo... -
Me interrumpió.
- ... nuestra peor angustia al fin cayó en mis hombros y es cansado. Nunca nos gustó ser los primogénitos, pero ahora ya no lo soy. Ya soy la Reina y no tengo tiempo para quejarme. -
Entonces los papeles cambiaron y fui yo quien la vio con un poco de lastima. Dejé mi maleta y me acerqué a ella tomando su mano.
- Elsa. Sí, tienes razón, eres la Reina. Pero claro que puedes quejarte, al menos conmigo. Somos amigos, Elsa y no hay nadie en este mundo que me entienda mejor que tú... déjame, entonces entenderte. -
- Hipo... -
- Eres mi mejor amiga, Elsa. -
Me sonrió y me dejó abrazarla. Parece que no había hablado con nadie sobre cómo se sentía; el dolor de su padre y no permitía que alguien ayudara con el reino.
Me tomé la libertad de hablar con Ana igual y acordamos estar con Elsa cuando nos necesitara; en ese momento nos pareció buena idea que un "descanso" merecido era lo mejor. Le pedí que me acompañara a DunBroch así que ambos nos encontrábamos en el castillo de piedra gigante del reino en la sala de trono esperando a los Reyes.
- ¿No crees que quede algún portal al mundo humano por aquí? -
- Si lo hay, aun no lo encuentro y de verdad que he buscado. -
- ¿Y crees que los Reyes tengan algo de información? Norte de verdad no dio explicaciones, ni a mí como Reina de Arendelle. -
- Entiendo eso y todos los líderes me lo han dicho, pero... quiero creer que el Rey Fergus está tan preocupado o desesperado como yo y... tal vez, solo tal vez, sabe algo. -
Terminando de decir eso las puertas del gran salón se abrieron y los Reyes de DunBroch entraron.
- ¿A que debemos el placer de su visita, joven Haddock y princesa... perdón, Reina Elsa? -
La Reina Elinor siempre contaba con un porte perfecto e impecable, con su esposo acompañándola son la viva imagen de perfección peligrosa.
- Perdone la sorpresa de nuestra visita, Reina Elsa. -
No me dio una buena expresión y el Rey Fergus tampoco, no sabía si no me querían ahí o de verdad no les agradó nuestra visita. La Reina se sentó en su trono y el Rey Fergus empezó con la conversación.
- Sé a que vienes, muchacho. Otros lideres ya me lo han dicho; solo contaba los días para cuando aparecerías aquí. -
- ¿Sabe algo de ella? ¿Dónde está? ¿Cómo está? -
Sé que soné desesperado, pero lo estaba. El Rey intercambió miradas con su esposa y supe la respuesta.
- No sé nada de Merida. Desapareció de Berk, tus tierras, muchacho y sigues buscando fuera ¿Es ilógico, no crees? -
Sabía que me mentía y no solo la desesperación salió de mí, sino también la furia.
- De verdad creí que usted no me ocultaría nada ¡¿Por qué nadie me dice nada de ella?! ¡Al menos deberían admitir en mi cara que me traicionó! ¡O dejar que ella me de la cara y decírmelo! -
- Mucho cuidado con tus palabras, joven Haddock. No puede venir a mi reino a gritar y comportarse de esa manera. -
Ignoré a la Reina Elinor, no me importaba la escena que hacía, había llegado hasta ese punto y no me detendría.
- Nadie sabe nada de Merida Black o de su linaje; en mi reino como en todo el mundo mágico los mestizos no son bienvenidos. Cada portal a diferentes mundos ha sido eliminado y no tenemos información para darte. -
Las palabras de las Reinas solo se iban con el viento ya que las expresiones del Rey hablaban por si solas. Bajaba la cabeza, apretaba los labios y los puños, él mismo no podía guardar la mentira; pero decidí seguir su juego. Si en serio Merida era una traidora y él lo sabía, no debería molestarse.
- Bien... entonces no tengo nada mas que decir. Supongo que ambos fuimos traicionados por ella. -
Furia en su rostro.
- Al final, es una mestiza y nieta de Black. -
Dolor.
- ¿Qué podía esperar de una bastarda mágica? -
Apretó los puños y me acerqué, aun de lejos, sentí la preocupación de Elsa y yo también tuve miedo, pero fue un riesgo que quise correr.
- Aun así... de verdad creí que a usted le importaba Merida. -
Ya no aguantó más; el Rey me sujetó con fuerza de mi armadura y me levantó cómo un pez escuálido y parlanchín, me acercó a su rostro que reflejaba mucha furia y seguro que el mío terror.
- Y yo creí que, al amarla de verdad como tanto prometías... nunca te atreverías a dudar de ella, sin importar que. -
Sostuve sus manos y pelear fue inútil, pues ni siquiera tocaba el suelo.
- Fergus... basta. -
La Reina me salvó el cuello, aun así, el Rey tardó en soltarme y su mirada de odio era lo único que me había ganado.
- Quiero que salgan del castillo y de mi reino ahora. -
- Reina Elinor, por favor. Solo queremos... -
- Quieren venganza, aclarar dudas o tal vez satisfacer simple curiosidad y no es mi problema. Además, entre nosotras, Reina Elsa. Esto es algo que no debería estar haciendo. -
Me coloqué a lado de mi amiga ganando, para ambos, unas miradas que de verdad nos decían que ya nos fuéramos. Yo apretaba los puños y me iba a ir, pero Elsa dio un paso al frente con el mismo porte de la reina Elinor, no, con su propio porte y fuerza. La Reina de Arendelle.
- Tiene razón, Reina Elinor. Es algo que probablemente no debería hacer como Reina, pero esa decisión me corresponde a mí. Y las decisiones de no hacer algo, de guardar u ocultar problemas en lugar de enfrentarlos, son las que perjudicaron a todos ustedes como líderes. Incluso a mi padre. -
El intercambio de miradas fue intenso e incómodo, aun así, me quedé a su lado.
- Yo no voy a cometer los mismos errores que ustedes. -
La Reina de DunBroch iba a contestarle, pero Elsa no lo permitió y se dirigió a su esposo.
- Rey Fergus, queremos encontrar a Merida y hablar con ella de forma pacífica. Solo tenga en cuenta que, si lo hacemos sin su ayuda, nos atendemos a más problemas. -
Fue clara y directa. Tenía razón, encontraríamos a Merida y su familia por cualquier método y conociéndola podría haber un enfrentamiento aun sin quererlo.
Nos retiramos del castillo sin más que decir y observé al Rey bastante alarmado por nuestras palabras.
- Lamento que el viaje no durara tanto, quería que de verdad tuvieras un descanso. -
- No te preocupes, Hipo. La verdad es que sí me ayudó y... me encantó pelear un poco con la Reina Elinor. -
Lo dijo algo avergonzada, pero la entendía. Elsa fue la primera de nuestra generación al subir al trono y al fin puede haber cambios que nosotros queremos. Es cuestión de tiempo y esfuerzo, ella ya ha dado los primeros pasos; nos quedaba seguirla.
- Hipo... -
Volteé a ver a Elsa y seguí su mirada hasta una luz mágica que flotaba entre algunos árboles.
- Eso es una luz mágica de DunBroch. Un fuego Fauto. -
- Jamás había visto una. -
Me contestó Elsa. La luz mágica flotó hacía nosotros, nos rodeó y se alejó poco a poco.
- Quiere que la sigamos. -
Elsa asintió y eso hicimos. No caminamos mucho y seguíamos dentro del territorio de DunBroch.
- Ya habías visto luces mágicas antes. -
- Sí, algunas veces. Bueno, no tantas como eso suena, pero... sí. -
- ¿Te habían guiado a algo antes? -
- Al mundo humano, un portal. Me gustaría creer que a Merida. -
- Entiendo. -
Seguimos caminando hasta que los arboles se acabaron y unas enormes rocas en un circulo los sustituyeran. Admiré el lugar, nunca había estado ahí antes y por lo que vi Elsa tampoco.
- ¿Dónde estamos? -
- No tiene un nombre como tal, solo es el circulo de rocas de DunBroch. -
Ambos volteamos hacia la respuesta siguiendo la voz que la dijo. Detrás de una roca apareció una figura encapuchada, no muy alta y era una mujer. Sujeté mi espada y de las manos de Elsa salía vapor frio, pero a lo contrario que creí, la persona no se alejó ni se ocultó. Bajó su capucha y me tomó un minuto reaccionar, tratar de quitar imágenes en mi cabeza de quien no era. Tenía el cabello alborotado y rizado tanto como Merida, esa forma jamás podría olvidarla, pero el cabello era tan negro como las sombras de Black, lo cual me llevó al siguiente pensamiento que era Gothel, pero en definitiva esos ojos verdes reflejaban vida y no muerte como los otros grises que vi solo una vez. Suficiente para temerle.
- ¿Qué te parece, joven Haddock, si en lugar de verme demasiado y comprimir tu cabeza, solo me preguntas quien soy? -
Fruncí el ceño, sonó como una enorme burla. Ella sabía perfectamente quien soy y yo no podía pensar en una simple idea.
- ¿Y de que sirve preguntar? Puedes mentirle, pero creo que Hipo y yo nos imaginamos lo mismo. -
- ¿Ah sí? -
- Eres familiar de Merida y de Pitch Black. -
Contesté y ella sonrió; me dio un escalofrío en toda la espalda, tenía frente a mí una combinación de Merida y Gothel; de amor y miedo.
- Sí, así es. Mi nombre es Esmeralda, mucho gusto. -
- ¿Qué hace aquí y que quiere? -
No fui el único que se estaba hartando de su cinismo y comodidad; se comportaba como si nosotros no fuéramos ni la mínima amenaza para ella.
- En realidad, eso es lo que yo debería preguntar ¿Qué hacen ustedes aquí y que es lo que quieren? -
La luz mágica se colocó frente a nosotros y la mujer suavizó sus expresiones como si entendiera con solo ver al fantasmita flotante.
- Tú sabes dónde está Merida. -
Hablé al fin.
- ¿Y crees que te lo voy a decir? -
- También eres una mestiza ¿Verdad? -
Preguntó Elsa, la mujer la vio algo seria y contestó.
- ¿Van a correrme? ¿Atraparme?... ¿Asesinarme? -
Se burló un poco de nuevo.
- Ya tengo suficiente huyendo de todas partes. Aquí... no van a poder sacarme. Lo crean o no, este es mi hogar. -
Intercambiamos miradas, sonaba muy segura y la verdad no era algo que me interesara.
Me sentía en desventaja, incomodo y Elsa igual. Había algo en ella que no nos atrevíamos a atacar, pero tampoco sabía como continuar. Me daba algo de vergüenza verla a la cara y estaba ¿Mareado? ¿Incomodo? ¿Débil? Elsa sujetó mi mano y al observarla noté que se sentía igual que yo.
- ¿Qué... pasa...? -
Caímos al suelo, vi como Esmeralda se acercó, observé sus zapatos hasta que ya no vi nada.
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Un aroma a menta me despertó, era dulce; seguro no solo era menta, pero me dolía tanto la cabeza como para pensar más a fondo.
- Que bien, ya despertaste. -
Empecé a prestar atención y observar donde estaba; era una pequeña cabaña de madera bastante acogedora y hogareña de verdad. A lado mío estaba Elsa dormida, me aseguré que estuviera respirando y que estuviera bien.
- Ella dormirá un poco más, sus poderes la bloquean. -
Esmeralda estaba al otro lado de la cabaña sirviendo agua caliente en tasas.
- ¿Quieres té? -
- ¿Por qué nos trajiste aquí? Quiero creer que no nos harás daño. -
Bebió un poco de su tasa mientras me acerqué y senté frente a ella.
- No soy cómo todos piensan. Además... estás unido a Merida, si te hago daño le hago daño a ella. -
Y volvió a beber. Debo decir que sus palabras no fueron muy reconfortantes, pero al menos estábamos a salvo.
- Escuche, yo no le haría daño a Merida. De verdad quiero encontrarla. -
- Yo no tomo riesgos, joven Haddock. -
- Tiene mi marca, la encontraré o ella regresará a mi porque... -
- Se aman. Eso está claro. -
Empujó una pequeña tasa con té hacia mí ofreciendo que bebiera.
- Y ella te ama tanto que se alejó de ti para protegerte. -
- ¿De qué habla? -
Dejó su tasa y suspiró un poco.
- Quieran admitirlo o no, el mundo mágico y el consejo le deben mucho a Merida. Gracias a ella, dos de sus preciados amuletos están a salvo. -
- ¿Qué... ella los tiene? -
- No lo diré. Solo piensa en todas las cosas que están tranquilas y bien después de que se fue. -
Razoné sus palabras y a pesar del dolor, recordé y analicé. Era cierto, yo estaba enojado, pero no había pasado nada malo desde entonces; ningún ataque, robo o un simple avistamiento de Pitch Black "¿Por qué no me lo dijo? ¿Por qué se fue? Si estaba ayudando yo podía apoyarla."
- ¿Pero... por qué ella...? -
- Merida no quería tener que preguntarte si la escogerías a ella o a Berk y tu familia. No lo hizo porque sabe mejor que nadie lo que una familia rota se siente. -
"Tadashi" pensé. Fue la primera vez, después de mucho tiempo que de verdad sentí la culpa de su muerte. Escuché unos pasos atrás; Elsa se levantó, estaba algo desorientada igual que yo cuando desperté.
- Bien. Supongo que es momento que se vayan. -
Se levantó junto con las tasas, incluyendo las que nunca toqué. Observé a Elsa y le sonreí dejándole claro que todo estaba bien, estábamos a salvo. Me levanté y nos colocamos lado a lado, volvía observar toda la cabaña; debíamos seguir en el bosque de DunBroch. Por mucha magia que Esmeralda tenga no la creí capaz de movernos a los dos en una larga distancia.
- ¿Qué pasa, Hipo? -
- Nada, ella... -
- Pide que se vayan. Te dije lo que sé y lo que debías saber, ahora deben irse. -
- Espera. No, de verdad necesito encontrarla. -
- Admítelo. Has sabido donde está, pero jamás te atreviste a ir. Y cuando destruyeron los portales, fue muy tarde. -
- Pero... -
- Esto es lo ultimo que te digo y porque ella me lo pidió. -
- ¿Qué cosa? -
- No la busques, no la vas a encontrar. Ya no está. -
La puerta de la cabaña detrás de nosotros se abrió.
- ¡No, espera! -
- Adiós, jóvenes. -
No estoy seguro que fue lo que nos empujó afuera, pero cuando me levanté dispuesto a correr de vuelta, la cabaña ya no estaba y Elsa y yo estábamos en el circulo de piedras de nuevo.
- ¡No puede ser! -
- ¿Cómo lo hizo? -
La pregunta de Elsa quedó en el aire pues no pudimos entender lo que había pasado.
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Regresé rendido a casa, nadie sabía cuándo iba a volver así que cuando lo hice fue una sorpresa para todo el pueblo. De hecho, lo que hice fue ir directo a mi taller a armar o crear cualquier cosa que se me cruzara en la cabeza. Nadie me interrumpió durante días y una noche en la madrugada, mientras seguía golpeando un hacha con el martillo, Eret entró al taller y no tenía una buena expresión.
- Hipo. -
- ¿Qué pasa? -
- Te... ¿Qué... que estás haciendo? -
- Se llama hacha ¿No la conoces? -
- ¿Desde cuando haces hachas? -
Era una pregunta valida; de todas las armas vikingas que existen, las hachas eran mis menos favoritas. Siempre he creído que es un arma violenta que nos conecta con ese mito del pasado de vikingos que asesinaban dragones; sin embargo, ahí estaba construyendo una, solo por la ira que sentía.
- ¿Qué importa desde cuándo? -
- ¿Vas a usarla? -
- No lo sé. -
- Hipo... ¿Qué estás haciendo? -
- Ya te lo dije. -
Me quitó el martillo de las manos y ambos nos vimos con enojo.
- ¿Qué demonios estás haciendo contigo? No puedes sumirte en la furia y tristeza porque no conseguiste lo que querías. -
- ¿Qué demonios sabes tú, Eret? -
- Lo que sé es que nadie de aquí tiene el valor de decirte que has sido un verdadero dolor de alas estas semanas. Y ni siquiera te importa, no comes, no duermes, solo haces que nos preocupemos por ti. -
- ¿Y debo agradecerte a ti por decírmelo? -
Lanzó el martillo a una pared golpeándola con fuerza.
- Si quieres estar enojado, bien. Adelante. Solo piensa a quien perjudicas. -
- No te atrevas a hablarme así, soy tu... -
- Amigo. -
Me interrumpió y me sostuvo la mirada.
- Por eso te lo digo ¿Estás enojado contigo? Nadie tiene la culpa ¿Estás enojado con Merida? Bien, ya se fue. -
Eso me hizo apretar los puños y dientes, pero no hable y él continuó.
- Y si estás enojado con la situación ¿Qué demonios estás haciendo para cambiarla? Porque si yo fuera tú, ya habría salido de nuevo de este maldito lugar para buscarla, en lugar de estar aquí pudriéndome en mi enojo. -
Creí que habían sido sus ultimas porque se alejó furioso, pero antes de salir habló una ultima vez.
- Tu padre te busca, no sé si está en su cabaña o en el gran salón. Encuéntralo. -
Con eso ultimo salió y me dejó un desastre en el taller y en mi cabeza.
No encontré a mi padre en el gran salón, no lo vi en el pueblo y solo quedaba mi casa. Cuando entré estaba discutiendo con Jack; hubo gritos y enojos, no presté atención, solo entré y el silenció llegó cuando me vieron.
- ¿Dónde estabas? -
Me reclamó Jack y le di una expresión que gritaba "¿En serio no sabes dónde?" así que lo ignoré.
- Eret me dijo que me buscabas, papá. -
- ¿Qué? Yo no... -
- Yo te buscaba. Tengo noticias de otros reinos que... -
- Silencio, Jack. He dicho que yo tomaré estos asuntos en mis manos. -
- Esto es grave, papá. Hipo debe saberlo y todos podemos... -
- ¡No! -
- Estoico, por favor. -
Fue demasiado raro, jamás habían discutido así mi padre y Jack; ellos por lo normal son los que siempre estaban de acuerdo.
- Alto ¿Qué está pasando? -
A pesar de la mirada de advertencia de mi padre, Jack habló.
- Vieron a dos mestizos huir de DunBroch y de Corona, por la descripción podrían ser Ryder y Merida. -
- ¿Estás seguro? -
- No, por eso quiero investigar más. -
Nuestro padre se sentó rendido en su sillón frente a la chimenea.
- También... encontraron a Frigga cerca de la frontera de Overland. -
- ¿Overland? Papá, nos dijiste que ella y Sofi se fueron a otro pueblo de Berk al sur. -
No nos respondió, movía las manos nervioso y enojado.
- Al parecer no fue cierto... -
Dijo Jack y sonó como un reclamo a mi padre, nos estaba ocultando decisiones, información y noticias de Berk desde hace tiempo. No creí que eso igual.
- ... nadie sabía donde estaban. Investigando más supe que Frigga estaba en Overland, al parecer vigilada y protegida por guardias de ese reino. -
- ¿Protegida? ¿Por qué razón? ¿La encontraron dragones? ¿Qué dijo? -
La situación era alarmante y me preocupó más que mis preguntas solo generaron silencio.
- ¡Jack! ¿Qué pasó?... por los dioses. -
Dio un enorme respiro.
- Sofi no estaba con Frigga. Nadie sabe donde esta la pequeña y Frigga... fue encontrada sin vida. -
Vi a mi padre "¿En serio no me iba a decir algo como eso?" No dijo nada, no a nosotros. Susurró algo a mamá y ella salió de la cabaña. Luego, nuestro padre nos confrontó.
- Escúchenme bien. Yo me haré cargo de esto y no quiero enterarme que alguno de ustedes interfiere y me desobedece. -
- Papá, podemos... -
- ¡No, Jack! Es mi decisión final. -
Jack apretó los puños y no dijo nada más, igual que yo.
- Viajaré a Overland. Norte y yo nos haremos cargo. -
Fue lo ultimo que dijo y se fue. Entonces Jack me gritó.
- ¡Creí que ibas a apoyarme más! ¡¿Qué te pasa?! Es la niña que Merida adoraba. Desaparece cuando ella se fue y ahora esto ¡¿Por qué no te importa más?! -
- ¿Quién dice que no?... estoy pensando y haciendo un plan, a diferencia tuya que solo gritas. -
Se calmó un poco y me vio algo intrigado.
- ¿En que piensas? -
- En que Sofi está con Merida... podría apostarlo. -
- Pero no la encontraste y ya no hay portales. -
- No... pero se pueden crear nuevos. -
- ¿Quieres crear un portal al mundo humano? ¿Al menos sabes cómo? -
Negué con la cabeza. Llevé mi mano a un bolsillo de mi armadura para sacar una pequeña cuchara de té que guardé por días.
- Pero sé donde podría conseguir la información para crear uno. -
Como lo dije antes, estamos en el camino hacia el fin ¿Qué les parece? Les dije que nos leeriamos pronto. | Estén al pendiente de mis estados, lo que comparto no sólo son avisos, puede haber Easter Eggs por ahí ;] | Bienvenid@s a tod@s los nuevos que han votado en diferentes FanFics de este humilde perfil. Les doy las gracias y espero les guste este FanDom | No olviden votar y comentar. Recuerden que la paz antes de la tormenta es la que más me gusta. Y amo las tormentas de rayos y caóticos 7u7 | Nos leemos en la siguiente actualización. Lucy fuera ♡
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