Capítulo 15 | Marcas
Advertencia de contenido
Merida
Jamás me había quejado de que hubiera un tiempo tranquilo, pero esas semanas enserio lo detesté, nada había pasado. En casa todo era tranquilidad, volvimos a una rutina; Raya se quedó con nosotros y decidimos no volver al mundo mágico. Con todo lo que Tadashi le había enseñado más sus propias habilidades, Eugene consiguió trabajo con el Sr. Callaghan, él mismo se lo ofreció. Rapunzel cuidó de Raya hasta que estuvo mejor y ambas decidieron vender postres en casa, solo que Raya tenía demasiado que aprender. Y yo en la cafetería me sentía rara, no estaba bien o mal, solo me había convertido en una especia de robot en el trabajo, solo haciendo lo que debía hacer sin mostrar interés o emoción.
- Mer. -
- ¿Sí? -
- Te buscan en la barra. -
- Enseguida salgo. -
Me había encargado de la bodega y las ordenes internas todo ese tiempo; le dije a Cass que no estaba bien como para atender clientes y ella lo entendió.
Salí a la barra y vi una mujer alta de cabello negro tes oscuras que portaba un traje ajustado y formal.
- ¿Señorita Merida?
- Así es ¿Y usted es? -
- Soy la profesora Granville de la Universidad de San Fransokyo. -
También estaba Hiro. No salía de su habitación, solo comía lo necesario y no lo había visto usar sus poderes, transformarse o construir algo en todo este tiempo.
- Entiendo... supongo que está aquí por la solicitud de Hiro y Tadashi. -
- Es correcto. Nos interesa mucho el perfil de los hermanos Hamada. Cuando presentaron su proyecto hace meses de inmediato fue de los seleccionados. Son jóvenes brillantes y con un gran futuro. -
"Futuro."
- Sí... lo sé. -
- El problema es que hace semanas enviamos correos y tratamos de llamar al Sr. Tadashi Hamada, pero no recibimos respuestas. No queremos creer que unos jóvenes tan prometedores ya no quieren ingresar. -
Tadashi había hablado conmigo, desde siempre él quiso algo mejor en el mundo para su hermano; Hiro es brillante, ambos lo eran. Y cuando notó que la ciencia humana era su pasión, le enseñó a Hiro y bien pudieron ser las siguientes mentes brillantes del siglo. Recuerdo que hicieron un gran viaje a la ciudad de San Fransokyo y presentaron un increíble experimento, pero no supimos cómo les había ido. Con la profesora ahí, solo confirmé lo que ya sabía, ellos eran brillantes.
La profesora me extendió dos sobres con el logo de la escuela, uno con cada nombre.
- Tienen un tiempo límite de inscripción. Si pudiera decirles. -
- Lo entiendo... -
Hablé aceptando los sobres. Temblé un poco al ver "Tadashi Hamada" en uno de ellos.
- ... pero, verá... hay una situación. -
No dejé de ver su nombre mientras hablaba con la profesora y le contaba todo lo que había pasado; la muerte de Tadashi, al menos la versión que hemos contado en el mundo humano. Que había muerto en un terrible accidente de tránsito. Me enojaba cada vez que contaba esa historia ya que no era cierta y yo sentí que le faltaba al respeto al valor de su muerte.
La profesora fue muy comprensiva. Dijo que pasaría el reporte de los hechos y que por la edad de Hiro podrían aceptarlo el siguiente año sin problema.
- Se lo agradezco. Haré todo lo posible para que asista. -
- Es una edad difícil y una situación difícil igual. No lo presiones y solo deja que se acerque. -
Agradecí su consejo y comprensión. Le serví un café de cortesía y se marchó.
Me quedé igual, con los sobres en las manos y viendo fijamente el nombre de Tadashi "¿Sería prudente decirle a Hiro? ¿El irse le hará bien o mal? ¿Aceptará? ¿Y si nos vamos todos?"
- Es bueno verte en la barra de nuevo. -
Levanté la vista hacia la persona que me habló.
- Jack... que... que sorpresa. -
- Sí, lo sé. Lamento la ausencia. Aunque había venido en los últimos días, pero no estabas aquí atendiendo. -
Hubo un silencio incómodo en el cual guardé los sobres en mi delantal. Hace mucho que no veía a Jack y en ese punto ya era diferente.
- Am... ¿Me das lo de siempre? -
Agité un poco la cabeza para despejarme. Técnicamente no estaba en la barra atendiendo pedidos, pero decidí darle su chocolate y dona con chispas.
- Aquí tienes. -
Puse unas cosas en su lugar y estaba a punto de regresar a la bodega.
- Hipo me dijo lo de Tadashi. -
Pero sus palabras me detuvieron y regresé frente a Jack.
- Lo lamento. -
No le respondí. Como le había dicho Raya, ya no quería escuchar esas palabras.
- Me lo dijo y lamento si... -
- Honestamente, Jack... estoy cansada de las disculpas. -
- Lo entiendo, pero iba a disculparme por no venir a la ceremonia. -
- No te disculpes. No tenías por qué. -
- Me hubiera gustado acompañarte. Eres mi amiga. -
- No te he visto en meses, amigo. Jamás se me ocurrió que estarías en la ceremonia. -
Bebió algo incomodo su chocolate, cerré los ojos y respiré profundamente; la verdad había estado haciendo eso con muchas personas, contestar mal o compartir mi mal humor. Obviamente yo no estaba bien y mi humor menos.
- Perdón, Jack... yo... -
- No, tienes razón de hecho. Solo he... estado ocupado. -
Lo vi algo raro, levanté una ceja y por suerte él me sonrió.
- Bien... y también algo molesto. -
- Sí, ya lo suponía. -
Cómo me quedé platicando en la barra, varios clientes me hicieron pedidos y comencé a prepararlos.
- Te habías tardado en venir y hablar conmigo, Jack. -
- ¿Sabías que vendría? -
- Tarde o temprano. Aquí tiene. -
- Gracias, Merida. -
Y un cliente se fue.
- ¿Vienes a hablar de Hipo? -
Se atragantó un poco con la dona, lo cual me dio gracia.
- Que directa. -
- ¿Si o no? -
- Pues en realidad no. -
Crucé los brazos e intercambiamos miradas.
- ¿Qué? No quiero saber sobre lo que hacen mi hermano y su novia. Dioses no. -
Hice otros pedidos y pude ver a Cass sonriéndome, seguro le agradó que volviera a tratar con las personas.
- La verdad, lo único que me interesa es que lo has hecho muy feliz. -
Le sonreí.
- Y él a mí, créelo. Solo que... -
- Por eso estoy aquí. Lo has evitado estas semanas y está preocupado por ti. Dijo que no estabas nada bien. -
- Lo de Tadashi va a quedar en mi demasiado tiempo y... no quería que Hipo se preocupara. -
- Se preocupa más al no verte y está alterado. -
Me sentí mal por eso, estaba tan ocupada pensando en todo y en todos menos en Hipo. No tenía justificación; si a él le hubiera pasado algo similar, yo también querría apoyarlo y estar ahí.
- Sé lo que es perder a alguien importante, Mer. Y es algo con lo que vas a cargar toda tu vida, pero ellos ya no están y puedes perder a los que siguen contigo. -
Esa frase fue como un pequeño curita a mi alma rota. Le sonreí de forma honesta y con felicidad, algo que no había hecho en semanas.
- Gracias, Jack. Yo... -
- Me voy. Por cierto... si yo fuera tú, me daría prisa en mi trabajo de hoy. -
Esas palabras me hicieron verlo raro.
- Te veré pronto, rojita. -
Terminó todo lo que le había servido y salió sin nada más que decir. Al recoger su tasa vi una pequeña nota a lado del dinero y otra gran sonrisa ocupó mi rostro cuando la abrí leyendo que era una nota de Hipo.
Continué trabajado hasta tarde y mi hora de salida. Pasé rápido a casa por unas cosas que la nota decía que iba a necesitar además de avisarle a Rapunzel que pasaría la noche fuera o que llegaría muy tarde. Tenía todo listo, antes de irme pasé a la habitación, toqué la puerta, pero nadie respondió así que abrí.
- ¿Hiro? ¿Estás aquí? -
Cuando entré vi una charola de comida casi sin tocar, luego a Hiro en su cama, sentado y solo viendo a la ventana.
- Hola. -
No me respondió.
- Yo... saldré esta noche. Quería avisarte. -
- De acuerdo. -
Quise decirle ya que ha estado durmiendo conmigo o con Rapunzel en las noches; Raps me dijo que tenía pesadillas. Recogí la charola para llevarla abajo.
- Le diré a las chicas que te suban algún postre para cenar. -
- Gracias. -
Antes de salir vi la parte del cuarto de Tadashi, me cuestioné si sería bueno sacar sus cosas y que Hiro tenga por completo el cuarto ¿Le afectaría más? ¿O le ayudaría? Luego vi el poster de San Fransokyo y saqué los sobres de mi mochila.
- Vino una profesora de la Universidad de San Fransokyo. -
Fue ligero, pero vi que movió la cabeza, se interesó.
- Habló conmigo. Tú y Tad ganaron la beca para ir y estudiar allá. -
Frunció las cejas.
- Yo... le dije a la maestra de la situación y... por tu edad, dejarán abierta la inscripción para el próximo año, respetando tu beca. Para que puedas ir... si eso quieres. -
- Tendría que pensarlo. -
- Claro... tienes razón. Dejaré los sobres aquí. -
Vi el escritorio y tomé una pluma.
- Me voy. Descansa, Hiro. -
- Descansa, Mer. -
Cerré la puerta. Solo esperé que se interesara por el sobre. "Él ya no están y puedes perder a los que siguen contigo." Le había escrito.
-----
Llegué frente a la cafetería de nuevo pues ahí vería a Hipo, aunque ya estaba cerrado. No tardó mucho, me abrazó por la espalda.
- Hola, princesa. -
- Hola, Hipo. -
Sostuve sus brazos y su mejilla estaba pegada a la mía.
- ¿Lista para irnos? -
- Sí, pero... ¿A dónde? -
- Es sorpresa. -
Dicho eso sacó un pañuelo y me vendó los ojos. Me quitó mi mochila para cargarla y empezar a caminar, por suerte con las manos unidas. Me tropezaba un poco y reía, no supe cuánto caminamos, solo estaba concentrada en no caerme.
- Hipo... ¡Ya! Quiero ver, por favor ¿A dónde vamos? -
- No, Merida. Es sorpresa. -
Siguió burlándose y reímos, hasta que pisé algo que se rompió; fue una rama, mis sentidos se pusieron alerta; olía a pino y algo de tierra mojada, además de que escuché algunas aves.
- No... espera. -
Detuve el paso.
- Merida... -
- No, el bosque no. -
Lo empujé y me quité la venda de los ojos, estaba agitada. Todo ese tiempo, todos nosotros habíamos evitado el bosque. Yo me repetí que era por nuestra seguridad, pero la verdad era que tenía miedo del bosque y no había querido volver ahí.
- No... no voy al bosque. Lo siento. -
- Hey, tranquila. Merida... espera ¿Qué pasa? -
Sostuvo mi muñeca y me detuvo de irme. Seguro tenía mala cara, yo sentí que estaba a punto de llorar.
- Merida... -
Me acercó y sujetó mi rostro.
- ¿Qué te pasa? -
- No quiero estar aquí. No puedo... por favor. -
- Dime que pasa ¿Qué cambió? ¿Qué...? -
Observé como unía los puntos, al menos lo intentaba. Estaba muy vulnerable e Hipo en serio me conocía muy bien; acarició mis mejillas limpiando las lágrimas que caían
- ¿Es... es por Tadashi? -
Bajé la mirada y apreté los ojos.
- Merida. -
Me envolvió con sus brazos y yo solo me aferré a él como en la noche de la ceremonia.
- ¿Quieres contarme? -
Iba a negarme, apreté los puños y escondí más la cara en su pecho, pero luego pensé en la visita de Jack temprano, lo que me dijo de Hipo y como estaba preocupado por mí. Dejé de temblar y decidí verlo de frente.
- Fue... en el bosque. Donde todo pasó... y... donde lo perdí. -
Mi voz estaba destrozada, yo misma la escuchaba.
- No... no he vuelto desde entonces. -
Creo que supuso muchas cosas y gracias a los dioses no preguntó nada, solo volvió a abrazarme hasta desahogarme por un buen rato.
- Lamento... lamento si estas semanas te alejé y te preocupaste por mí. Yo... yo solo... es que... -
- No tienes que disculparte por eso. Yo lo entiendo. Pero sí... estaba preocupado por ti, Merida. Igual ahora. -
Me abracé a mí misma, desviando la mirada. Creí saber a dónde iba con esto.
- ¿Vas a dejar al bosque para siempre? -
Volví a verlo, luego nuestro alrededor; los árboles, la tierra, todos los animales.
- No... no quiero hacerlo. Pero... -
- Detente ahí. -
Me interrumpió.
- Trata de no agregar un pero... -
Acarició mis brazos y me ayudó a calmarme. Respiré hondo y exhalé.
- No quieres hacerlo... entonces no lo hagas. Estoy seguro que Tadashi no hubiera querido eso. -
"Mente en blanco" Pensaba en blanco, cerré los ojos y mi respiración se calmó; bajé las defensas, debía hacerlo, debía continuar, agradecer lo que tenía, pensar en los demás, en mí y no olvidar a Tadashi, pero no detenerme por él.
- ¿Merida? -
- ¿Sí? -
- ¿Quieres continuar? -
Respiré hondo y asentí.
- Sí... de acuerdo. -
Volvió a ponerme la venda, pero esa vez se colgó mejor mi mochila y sus brazos me rodearon hasta levantarme. Me cargó el resto del viaje y lo agradecí, pude recargarme en su pecho y escuchar su corazón manteniéndome en calma todo el viaje incluso cuando sentí magia a mi alrededor.
Aunque tenía los ojos vendados, supe que estaba oscuro por completo, ya era de noche. Le iba a preguntar cuanto faltaba, no quería seguir siendo una carga, pero no tuve que hacerlo. Se detuvo y con cuidado bajó mis pies al suelo. El ambiente se sentía algo húmedo y escuché agua caer, sentí las manos de Hipo en la venda, cuando la quitó al fin pude observar donde estábamos. Era un hermoso lago azul y brillante, con una pequeña cascada "Jamás había visto esto ¿Dónde estamos?" pensé, pero no me importó mucho. Yo estaba maravillada con el lugar.
- Hipo... esto es... increíble. -
Volvió a abrazarme desde atrás, rodeándome por completo con sus brazos. Me daba algo de risa la diferencia de altura que teníamos.
- Me alegra que te guste. Es un lugar muy especial. -
- ¿Ah sí? -
- Sí... aquí... aquí mis padres se conocieron, tuvieron su primera cita... se unieron en amor y más... y se comprometieron también. Para la familia es como un lugar sagrado. -
Me quité sus brazos y volteé a verlo.
- ¿Qué? -
- Tú... ¿Vas a pedirme matrimonio? -
El color rojo subió por toda su cara, se alteró un poco.
- No... Merida, no. Bueno no está en mis planes... ahora, pero... digo... -
Me empecé a reír y burlar de él.
- Tranquilo, Hipo. Era una broma. -
Bajó su mirada hasta mí y comenzó a reír igual.
- Que simpática eh... -
- Fue divertido, admítelo. -
Seguí riéndome hasta que se quitó su playera, luego sus botas y el pantalón.
- Hipo... ¿Qué... que haces? -
Se acercó a mí ya solo con un pequeño short puesto.
- ¿Trajiste la ropa extra que te escribí en la nota? -
Me sujetó fuerte de la cadera y mi seguridad bajó un poco, estaba hipnotizada.
- Sí... lo hice. -
Sonrió, algo egocéntrico, debo decir.
- Bien... -
Levantó mi playera sin ninguna pena hasta quitármela, se abalanzó a mi besándome con pasión y entre besos me dio órdenes.
- Quítate los zapatos. -
Lo hice.
- Desabrocha tu pantalón. -
Obedecí. Él se encargó de quitármelo y no dejamos de besarnos; me sujetó fuerte de la cintura hasta cargarme y yo envolví mis piernas a su torso.
- Merida. -
Bajó a mi cuello y en serio me tenía a su merced.
- Hipo. -
- Sujétame fuerte. -
- ¿Qué? -
Sin ningún aviso se lanzó al lago conmigo en sus brazos. No lo solté a pesar del impacto; el agua estaba deliciosa no voy a negarlo, pero vaya que me espanté. Sentí sus brazos apretándome contra él cuando salimos a la superficie.
- ¿Estás bien, Merida? -
Lo empujé, pero no me soltó. Solo se burló.
- Fue divertido, admítelo. -
Repitió mis palabras con risa. Todo mi cabello estaba en mi cara y seguía sostenida a él, tosí un poco y me ayudó a quitar el cabello de la cara.
- Oye... oye... perdón ¿En serio estás bien? -
Colocó mi cabello atrás de las orejas. Le sonreí y sujeté sus hombros para recargarme en él hundiéndolo en el agua.
- ¡Alcánzame si puedes! -
Me alejé nadando por todo el lago. De verdad era hermoso, tan azul, parecía un brillo mágico.
- ¡Oye! ¡¿A dónde vas?! -
Hipo me alcanzó y me sujetó de la cintura.
- ¡Suéltame, jugador tramposo! -
- ¡Mira quién lo dice! -
Estuvimos jugando de esa forma por bastante tiempo, hasta que me pidió seguirlo. Nadamos hasta pasar la cascada; pude ponerme de pie y admirar el lugar. Adentro en esa pequeña cueva era aún más hermoso, parecía que había diamantes en el techo, las gotas caían y parecían estrellas brillantes, el agua era aún más azul, no lo creía posible, pero era cierto.
Sentí una conexión rara con ese lugar, como si de verdad estuviera vivo y me permitiera estar ahí. Sentí la mano de Hipo, entrelazó nuestros dedos y con cuidado llegamos donde había suelo plano, podías sentarte en la orilla y seguir con los pies dentro del agua. Es un lugar perfecto.
- Esto en serio es hermoso, Hipo. -
Apreté su mano y lo vi.
- Gracias. -
- Es mi lugar favorito en el mundo. Aquí siempre estoy cuando me siento mal o triste. -
Me regresó la sonrisa y limpió una pequeña lágrima de mi rostro.
- Supuse que lo necesitabas.
Me acerqué y lo besé, acaricié su rostro y no nos detuvimos. Siempre disfruto cuando estamos juntos.
Acarició mi rostro, moví mis labios hasta que en algún punto abrimos espacio para más; su lengua entró y tomó el control cómo usualmente lo hace. Soltó mi mano para sujetar mi rostro por completo, pasé mi cabello atrás mientras Hipo bajó de la orilla y de pie frente a mí se colocó entre mis piernas sujetando mi cintura, lo envolví con mis piernas y jalé su cuello para que volviera a besarme. Sus manos me estaban volviendo loca tocando toda mi espalda prácticamente desnuda, ya que solo me había quedado con mi ropa interior puesta; no me podía concentrar muy bien en nada, solo en sus manos y en nosotros, no tardó en bajar sus besos por mi cuello, nuca, pecho "Dioses... me va a volver loca"
Una de sus manos separó mis piernas, luego mi ropa la hizo aun lado y sentí como empezó a tocarme.
- Hipo... -
- ¿Me detengo? -
- No... dioses, no. -
Sonrió y continuó. El agua a veces llegaba a la misma orilla y se mezclaba con su tacto, era delicioso.
Me quité el top y no tardó en devorar mi pecho de nuevo, jamás me había sentido así antes, eso era especial, la diferencia fue sentir amor.
Continuó y continuó hasta que me hizo sentir magia, de forma literal. Cada fibra de mi cuerpo sintió como mis poderes recorrieron toda mi piel. Mi mente dijo "Peligro" pero yo quise más. Con lentitud se separó un poco, se quitó el short que le quedaba puesto y por fin estuvo desnudo ante mí; yo me quité mi última prenda y volvió a acercarse, pero no lo dejé. Bajé al agua, quedamos frente a frente y decidí besarlo, tomaría el control. Acaricié sus brazos y giramos, luego su torso lo toqué para empujarlo y él terminó sentado en la orilla frente a mí. Me observó de arriba abajo, amé como me miraba, extendió los brazos, acarició mi cadera y me acercó, trató de levantarse, pero volví a empujar sus hombros haciendo que se sentara; yo me incliné a besarlo, fue mi turno de tocarlo, bajé mi mano por todo su torso hasta que lo sentí y en cada momento me hizo saber que le gustaba.
- Merida... ah... por los dioses. -
Besé su cuello y seguí, seguí, hasta que me detuvo. Al vernos directamente a los ojos pensamos lo mismo. Apretó mi cintura, me acerqué para sentarme a horcadas sobre él.
- ¿Quieres...? -
- Deja de preguntar. -
Lo interrumpí pues en serio quería hacerlo, quería seguir. Sonreímos y entró en mí, nos unimos. No pude creer lo que había esperado para hacerlo; más allá del placer, en serio algo se movió en mi magia, era seductor, excitante, hermoso y perfecto. En algún punto nos aferramos el uno al otro, recargué una mano al suelo mientras con la otra me aferraba a él. Hipo apretaba mi espalda con fuerza y tenía su rostro en mi cuello.
- Merida... yo... -
- Continua... por favor... -
Sé que no estaba seguro, pero quería hacerlo sentir bien, que supiera que él me hacía sentir bien y no debía preocuparse. Acaricié su cabello y mantuvo su boca en mi cuello hasta que la magia volvió.
Mi mano en la roca me sostuvo hasta que pude recuperar el aliento. Vi las paredes y me preocupé un poco; algo de arena negra estaba adherida ahí como una telaraña. Seguí las líneas y daban hasta mi mano. "Ay no." Estaba sensible e Hipo seguía en mí. Me moví lento para respirar y absorber la arena.
- ¿Te lastimé? -
- ¿Cómo dices? -
Respondí.
- ¿Te lastimé, Merida? -
Nos vimos directo a los ojos y sujetó mi rostro, parecía preocupado.
- Háblame ¿Te las...? -
- No. No, tranquilo. Estoy bien. -
Se relajó de inmediato. Sutilmente yo lo observé y también me calmé cuando vi que no le había hecho daño, mis poderes casi se salen de control gracias al éxtasis. Nos sonreímos y unimos nuestras frentes; con cuidado me separé para que ambos volviéramos al agua. Estaba aferrada a él con brazos y piernas, disfrutando de nuestros cuerpos desnudos, él olía mi cuello y me rodeaba con sus brazos, solo estábamos flotando, disfrutando del momento pues no sabía a que hora nos iríamos. Y eso, había sido lo más perfecto que alguna vez tuve en mi vida.
Sentí como movió mi cabello aun lado y algo me ardió un poco en la espalda.
- ¿Te duele? -
- Algo... ¿Qué es? -
- Una herida. -
Supuse que era una herida de la ultima batalla con los dragones, seguro con el agua y las rocas se había vuelto a abrir. Al menos no había puesto atención en la cicatriz de mi brazo.
- Seguro me raspé con algo en el lago. No me duele mucho, tranquilo. -
Lo besé y seguimos flotando.
- Te amo, Hipo.
Susurré y apretó más mi cintura.
- Yo te amo, Merida. -
Hola a todos. Como están? | Siempre he dicho que no soy escritora. Estoy aprendiendo poco a poco a escribir diferentes escenarios. Espero les haya gustado este. | ¡Ya estoy de vacaciones! ¡Wuju! Tendré más tiempo de escribir y la verdad tengo unas ideas en la cabeza que en serio me encantan. | No olviden votar y comentar todo lo que quieran. Los leo 7u7 | Hasta la próxima amiguitos. Lucy fuera ♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro