La beauté de sa corp
El hotel olía a viejo y a humedad, nada en su mobiliario había cambiado durante esos últimos 10 años o tal vez, si había cambiado.
Odette miró todo a su alrededor, la enorme entrada llena de lámparas y de decoraciones, frente a ella estaba el retrato de sus padres junto al abuelo, aquella pelirroja abrazando a su padre y Odette sonrió al verla, su padre jamás la había conocido;pero por tantas historias que su madre le contaba le llenaban de ilusión sl imaginar a su padre esperando a su primera hija.
— ¿ Cómo te fue en Paris? Preguntó el abuelo.
— très bien et ici? Le travail? *Muy bien y aquí el trabajo* — le pregunto casi ronroneando con su francés y el hombre sonrió.
— Hija, recuerda que mi francés esta oxidado por lo que tienes que esperar mis respuestas en español así que mientras estés aquí me hablas en español — le contesto riendo y Odette lo abrazo y continuó caminando sujeta de la cintura de su abuelo como una niña pequeña.
El día de hoy descansaría y mañana buscaría sus papeles para irse al día siguiente ¿Qué podía salir mal? Se preguntó sonriendo por la sensación melancólica de regresar a casa.
Mirando sorprendida a una chica en la recepción que se le hacia conocida, aquellos lentes grandes y cabello corto sin fleco, sabía quien era pero con esa expresión en su rostro no la recordaba.
— ¿Vainilla trabaja aquí? — pregunto sonriendo, aquél apoyó jocoso de la infancia, para ella era como la recordaba, como su vainilla.
— ¿Vainilla? Respondió el hombre confundido arrugando el rostro.
— Si... vainilla, bueno Sara Vanila— respondió entre risas y Horario recordó a la muchacha que trabaja en recepción.
— Si, allí esta, tiene trabajando aquí varios años. Pero no hablemos de eso ahora, tan solo mírate, mira esas ojeras, mi pequeña. Ve a la habitación que debes estar cansada. Dijo dándole palmadas en la cabeza y ella asintió.
Miro a la chica al otro lado de la entrada y esta ignorando a la pelirroja se acomodó los lentes y volvió a su trabajo.
— Era increíble como la mansión victoriana seguía igual— se dijo ella sacando su teléfono para tomarse una foto e ir actualizando su estado y siguió su camino al lado del abuelo mientras este habla de algún tema que a ella no le importaba mucho.
Subiendo al primer piso en la ala izquierda, Odette vio sorprendida que su abuelo la llevaba a la vieja habitación que en algún momento fue de su madre.
— Nadie ha tocado nada, tal como ella lo dejó... todo es para ti, los vestidos, las joyas.— dijo orgulloso abriendo la puerta y ella miro sorprendida todo, era cierto... Nadie había tocado nada.
— Abuelo, mamá murió en el 2000, esa ropa es antigua.
— ¿Pero puede ser como tu dices en tus post "jastach" trendy chic no? Preguntó pensando el término y ella sonrió y lo abrazó.
Odette se fijo en una especie de cuadro de casi dos metros, apartando la sábana curiosa vio quién era.
— Lo guarde aquí porque le estaba buscando un lugar en la mansión, tu madre amaba los retratos al igual que todas mujeres de la familia.
— Tranquilo abuelito, al menos puedo recordar como era. — Dijo mirando a la mujer de unos veinticinco, de ojos grises y labios delgados, parecía toda una doncella de cuentos cómo todos decían que era. Sonriendo Odette cubrió la pintura con la sabana blanca que se había caído y miró la habitación recordando su niñez.
Su abuelo se fue dejándola sola para que descansara.
— ¿Cómo deje ir todo esto? Se Pregunto al ver la enorme habitación con decoraciones barrocas en oro rosa y llena de cojines y un enorme ventanal con unas cortinas suaves que se ondeaban con una tranquilidad.
Había sido un vuelo de trece horas por lo cual su cuerpo estaba agotado, arrojándose en la cama y miró el mosquitero de su cama con corazones bordados y flores que le daban un aire infantil a la habitación.
"mami era demasiado cursi" pensó sonriendo. Quitándose los zapatos y desabrochándose el vestido en la cama, escuchó un pequeño ruido de como una perla caerse, sin darse importancia se siguió despojando de la ropa acostada. Su silueta delgada era algo que le gustaba en ocasiones y no se podía negar aquellos pechos firmes y trasero levantado... sin nombrar que lo que mas amaba era que no tenía mucho vello por lo que con una pinza podía quitar uno que otro vellito atrevido que salía en su pubis.
Lo único que odiaba de ella era esa horrorosa mancha en al costado de su costilla, la denominaba "la marca del Diablo" ya que por mas laser que recibiera, siempre estaba alli: Presente como una sombra.
Apartando la ropa interior de la cama, fue al baño y se recostó en la tina para relajarse, aquél lugar de sus recuerdos estaban presentes. Melancólica se arrastró luego de secarse el agua, a tirarse en la cama desnuda.
Esta era una costumbre que no perdía en las tardes de verano. Pero la puerta se abrió y rápidamente cubriéndose con la sabana, vio a la tímida chica cubrirse los lentes.
— Lo siento no vi nada...vuelvo después..— respondió tartamudeando.
— Tranquila, pasa.— Dijo ella sonriendo.
La muchacha cerro la puerta y con los ojos cubiertos temblando nerviosa de quedo parada en la entrada.
— Tu abuelo me dijo que podía subir a saludarte pero no se si me reconozcas yo...
— Tranquila vainilla, por lo vistos sigues siendo tan vainilla como siempre,— se burló — quítate la mano de la cara.. lo mismo que tengo yo lo tienes tu.
— Pero...— se quejó avergonazada.
— Vamos vainilla, ¿ acaso olvidabas que nos bañábamos juntas? ¿O te olvidaste de cuando las tres jugábamos en las bañeras del hotel, Linda, tu y yo.‐ dijo ella sonriendo, la muchacha apartó las manos y aunque no fijaba la mirada, logro ver aquella chica desnuda que se quitaba las sábanas lo suficientemente para decir que en su pierna tenía una pequeña peca.
— Éramos niñas y ...
— Somos mujeres ¿ no has ido a baños comunitarios? Ah cierto en este lugar no hay...— dijo ella yendo a buscar su maleta, que estaba en la sala de estar.
Pero, aunque la otra chica no quería observarla, sus ojos se posaban ante las aureolas rosadas levantadas por el frío de esos pechos que rebotaban al caminar, a diferencia de los de ella, que apenas si sus pezones sobresalían de su cuerpo, observaba la pelvis de Odette sin rastros de vello, que la hacia sentirse acomplejada ya que debía rasurarse siempre ¿Celos? Sí, estaba celosa y mientras ella se apartaba su cabello dejaba ver aquella espalda cubierta de pecas y la característica " peca" que ambas compartían.
— ¿Aún la tienes? Preguntó ella sorprendida, ya que siendo tan presumida su amiga, seguramente había ido al dermatólogo y la muchacha sonrió.
— Así que si me estas viendo el cuerpo? Preguntó con picardía ya que aquella peca estaba muy cerca del costado de su cadera, mientras sacaba algo de ropa interior.
— Yo no...
— Es chiste, no te ofendas. Dijo riéndose mientras se sentaba para colocarse la panty de encaje— intente de todo: laser, miel... incluso pensé en cortarme ese pedazo de piel... pero allí esta... — dijo sonriendo mientras levantaba la pierna y dejando ver aquella parte de su cuerpo, cosa que curiosa Sara inclinó su mirada, sintiendo una punzada de celos.
¿Incluso hasta allí era hermosa? Pensó mirando los pequeños labios carnosos de color rosado, cualquier hombre o mujer de seguro quería hundir sus dedos en aquel apretado y "apetitoso" espacio. En definitiva para Sara, Odette Cane la chica mas envidiable y perfecta del pueblo, había regresada.
— Estoy tan cansada, no me quiero vestir. ‐ arrojó la pequeña tanga al aire y cayó muy cerca de Sara — Ven siéntate aquí a mi lado,— dijo Odette levantándose un poco de la cama y ella la miro incómoda.
— Hablamos llego entonces — se levanto incómoda
— ¿Me tienes miedo acaso? Vamos Sara, somos primas te extrañe mucho. — la llamó sonriendo y la muchacha giró los ojos y se sentó a su lado de mala gana sin verla.
— Acomódate que me dará tortícolis—. Dijo ella empujándola dejándola caer hacia atrás, ambas frente a frente Odette sonrió triunfante colocándose de lado.
— ¿Cómo están todos? No hablaste conmigo en todo este tiempo... pensé que éramos amiga— dijo con tristeza tanteando el abdomen de la muchacha, frente a ella la pelinegra de cabello corto por los hombros, la miraba con aquella mirada triste, Odette la observaba y actualizaba la imagen que tenía de ella, memorizando sus rasgos mientras acariciaba sus mejillas. De labios grandes y no tan rojos como los de Odette, era de una belleza normal.
— Están bien.. solo...
— ¿Has visto a ... digo.. — la interrumpió rápidamente y se detuvo.
— ¿Menta? Briam esta bien... esta estudiando fuera del pueblo, pero regresó... él... se ira de nuevo a estudiar administración.— Sara había leído la mente de su prima, era obvio que la primera persona por la cual preguntara hubiera sido su pareja de laboratorio, el gordito que siempre estaba con ellas en la heladería del hotel, y que con inocencia Odette lo había apodado Menta ya que era el sabor que siempre ordenaba.
— Entiendo... ¿Por qué nadie me escribió?
— Tienes una nueva vida, una amistad del pasado no es necesario — se quejo con seriedad y Odette la miró enrojeciéndose de la impotencia.
— No digas eso, no hubo un momento que no pensará en ustedes — respondió en voz baja y se acercó para abrazándola, nerviosa, sintiendo la piel desnuda suave sobre ella y como la muchacha se frotaba casi en su cuerpo, Sara no sabia si corresponderle y abrazarla o no, olía distinto a como recordaba, esa chica frente a ella era toda una mujer experimentada y de mundo, era distinta a aquella pueblerina que sentía como sus lentes se empañaban.
— ¿Y linda? — levantó la mirada curiosa.
— Igual que siempre.— respondió rápidamente.
— ¿Recuerdas cuando nos bañábamos juntas que Linda preguntaba como blanquearse los pezones? Pregunto riéndose y Sara sonrió.
— Eran los viejos tiempos, eso cambio Odette — Dijo con melancolía.
— No lo veo tan viejo... Tu sigues casi igual a como te deje cuando me fui, no crecieron mucho — Dijo riéndose apretando el sujetador de la chica. Avergonzada Sara se aparto y Odette sonrió con picardía.
— ¡No se vale!. No me toques así Odette, no somos niñas ya.— respondió cubriéndose los pechos.
— Por lo visto sigues igual prima. Dijo riéndose.
— ¿Tienes novio? Pregunto Sara curiosa y la pelirroja negó.
— Nadie atara esta vagina... mientras la tenga alli disfrutare del sexo con quien sea — dijo riéndose y Sara se sonrojo completamente
— Ya veo... yo ¿Podemos continuar después? Estas desnuda y tengo que ir a casa..— se quejó levantándose y desde la cama Odette la volvió a empujar a ella cayendo su mano en el pecho de la pelirroja y esta la quitó horrizada haciendo que Odette se riera a carcajadas.
— Sigues siendo vainilla, — dijo sonriendo y la muchacha giro los ojos. Parándose rápidamente dejo a la pelirroja en la cama con los cabellos cubriéndole su cuerpo. Si había alguien que incluso así se viera increíble como un retrato renacentista, para Sara, la modelo ideal era Odette.
....
Dejándola sola y aburrida Odette entro en las sabanas y se acostó, mañana tendría que buscar sus papeles y mientras mas rápido dormía, mas rápido seria mañana... pero no contaba que se quedaría dormida inmediatamente.
.....
Los pasillos de ese hotel muchas veces podían parecer interminables, con tantas historias y leyendas sobre el pueblo y el hotel que allí funcionaba, en la casa de los antepasados de la Familia Cane, todo el pueblo relataba que la familia entera tenía una extraña maldición y todos asumían que era ese era el motivo de su interminable fuente de dinero.
Durante varias generaciones siempre existía un chivo expiatorio y Todos pasaban de amar a la familia Cane a odiarla en tan solo unos años.
Pero las desgracias de aquel pueblo no eran culpa de aquél excéntrico hotel...
Si no, un misterio que encerraba aquél pueblo pesquero.
.....
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