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Capítulo 11

—Lastimosamente, no tenemos alcohol. Podríamos intentar conseguirlo, pero tardaríamos un poco.

Sakura soltó un largo suspiro mientras dejaba el vaso en la mesa. Se acostó sobre la cama y cerró sus ojos mientras murmuraba maldiciones. Había recordado casi todo lo de esa noche. Todo era culpa de su maldito ex-novio, el cual la había invitado—con mucha desvergüenza, cabe decir— a una disque exploración en el bosque con algunos compañeros de universidad. Ella aceptó solo por Ino, quien era su compañera de facultad y mejor amiga. Recordaba claramente las palabras de la rubia.

"No te pierdas las cosas buenas por el estúpido Sasori-pito-corto."

Y entonces fue. El caso es que terminó peleándose con Sasori y, debido al enojo, se fue corriendo sin rumbo alguno. Se perdió, claramente. Caminó sin saber a donde ir por lo menos unas dos horas. Estaba enojada y asustada, pues de noche ese bosque era aterrador. 

Y cuando Sakura no se lo pudo haber esperado, varios tigres la había perseguido; uno de ellos haciéndole una gran herida en el brazo. Y cuando mucho menos se lo esperó, varios hombre con capuchas oscuras la estaban persiguiendo. Algunos de ellos ensartaron sus dientes en su brazo; debilitándola más de lo que ya estaba por la herida. Y luego pum, alguien la había tacleado y golpeado contra el suelo; haciendo que perdiera la consciencia.

Y luego despertó donde Naruto.

—Ahora recuerdo todo. Maldita sea. 

Ni siquiera pensó que la habrían mordido esos vampiros. Su cuerpo dolía tanto que simplemente no sabía de donde provenía el dolor ni qué heridas tenía. Abrió sus ojos y observó a Itachi, el cual seguía viéndola en espera de que dijera algo.

—No pienso quedarme en un lugar en el que me quisieron matar. Mucho menos tengo planeado ser la "reina" de quien me quiso comer viva.

—Lo sé.

—¿Por qué me contaste lo del rey queriendo comerme? Yo no sabía quién había sido el que me tacleó. 

—Porque no quiero ocultarte nada de mi hermano. Después de todo, estarás con él durante mucho tiempo. Los humanos adoran la sinceridad, por lo que vi conveniente el contarte.

Sakura frunció sus labios y se acomodó en la cama bajo la mirada de Itachi. La chica solo observaba las facciones del príncipe. Ya pasado todo el shock, a su mente llegó el hecho de que había estado en frente de dos vampiros; seres mitológicos muy famosos. Sakura había visto muchas películas sobre ellos y leído muchas historias de amor. En todas, los vampiros era descritos de formas diferentes. Algunos eran seres horribles, otros bebedores compulsivos de sangre humana, otros chicos normales de secundaria, y así sucesivamente. Muchas versiones diferentes de esa raza tan nombrada en las películas de amor sobrenatural.

Pero ahora tenía en frente a uno.

Un vampiro de verdad.

Nada escrito por una persona que basaba su obra en suposiciones o historia. En frente suyo tenía a un verdadero vampiro, el cual era más amable de lo que pensó y más guapo de lo que imaginó. Su piel era blanca, pero no como el mismísimo color, sino más bien un tanto pálida. Sus ojos eran negros, nada que ver con los ojos rojos permanentes de las historias—aunque, pueden cambiar de color según vio en Sasuke—. Sus orejas eran puntiagudas; cosa que solo se nombraba en las historias de elfos. El cabello de Itachi era lacio, como en las historias, pero el de Sasuke no. El del rey era puntiagudo y levantado; todo lo contrario al peinado del famoso Conde Drácula. 

Sakura captó de reojo un movimiento. Desvió su verdosa mirada a Karin, quien tenía sus orejas de zorro moviéndose levemente. La mujer levantó su mirada del suelo y le habló a Itachi.

—Mi príncipe, hay que retirarnos.

—Sí, lo escuché.

Sakura no comprendió de lo que hablan. 

—Mi reina, debo retirarme. Sé que necesitará tiempo para asimilar todo, por lo que la dejaré sola. Cuando logre conseguir el alcohol se lo mandaré de inmediato.

La chica no pudo decir nada, pues tanto Itachi como Karin habían abandonado la habitación. Suspiró con alivio. Necesitaba pensar seriamente en todo lo que le había ocurrido. Y era mejor estar a solas.

—Mi príncipe, lamento mucho esto pero yo no-...

—Mejor ahórrate lo que vas a decir, Karin. Mi hermano está tan enojado contigo que estoy seguro de que te puede matar. Así que mejor ve por las buenas a esta reunión. No tengo nada en contra tuya y eres muy servicial, sin mencionar que eres de una raza de licántropo casi extinta. Tu muerte sería un desperdicio. 

Además, matar a Karin sería meterse en problemas con Naruto. Aunque, Itachi estaba seguro de que Sasuke era capaz de solucionar ese problema.

La pelirroja solo bajó sus orejas mientras se mordía el labio inferior. No quería asistir a la reunión que su rey acababa de anunciar. Sabía que trataría sobre la Sangre Dorada y Karin estaba más que segura de que perdería los estribos al escuchar a su amor hablar de esa chica. Simplemente no podía soportarlo. Sasuke era suyo, o así lo había sentido durante varios siglos. Su parte animal la hacía querer marcarlo.

Si Sasuke no fuera el rey, ella ya lo habría marcado sin su consentimiento. Su instinto animal la orillaba a dejar en claro que ese hombre le pertenecía. Siempre que estaba con el rey soltaba su olor y lo envolvía en él; esto para alejar a cualquiera que quisiera verlo con otros ojos. A Sasuke parecía no molestarle; es más, le importaba tan poco que incluso dejaba que la chica enrollara su cola en su pierna. El Uchiha encontraba otras cosas más importantes que la territorialidad de Karin, y ella pasaba más tranquila tras darle su olor, por lo que nada se perdía.

Pero ahora que había llegado la reina, ¿seguiría siendo igual?

—Vaya, vaya. La zorra apareció.— Escuchó al peliblanco al pasar las puertas de la sala principal del consejo.

—Tsk. Cállate maldito idiota. No estoy de humor para soportar tus estupideces.

—Ni yo de tu desobediencia. 

Un feo sentimiento se apoderó de la chica al escuchar la voz de su amor platónico. Estaba sentado de brazos cruzados en la mesa redonda del centro; observándola con su tan característica mirada fría e inexpresiva. Sabía a lo que se refería. Estaba segura de que su rey había escuchado lo que estaba por decirle a Itachi en el pasillo.

—Escúchame bien, Karin. No me importan tus sentimientos y nunca lo hicieron, ¿me oíste? Me importa muy poco el que fueras y seas tan territorial conmigo, ya que yo no le presto atención a lo inútil. Si quieres sigue esparciendo tu horrible olor en mi para que no te pongas irritante. Pero si tus sentimientos comienzan a intervenir en tu deber, créeme que tomaré represalias. Es imperdonable que actúes como una estúpida cachorra infantil solo por mi. Así que espero que nunca vuelvas a cuestionar ninguna orden mía y no pronuncies palabra alguna en contra de la reina, ¿quedó claro?

La licántropo se arrodilló ante su rey y soltó un "entendido, mi rey". Las lagrimas se acumularon en sus ojos y comenzaron a bajar lentamente por sus mejillas hasta tocar el suelo. Tembló levemente en un intento de apaciguar los sollozos que salían de su garganta; los cuales claramente escuchaban todos. 

Todos.

En ese castillo todo era perceptible, pues los vampiros tenían un oído muy fino. Todo aquel que pasara a unos 10 metros de ahí la escucharía. Agradecía internamente que solo los miembros de la realeza tuvieran un oído superior; llegando a escuchar incluso a kilómetros.

—Todos, tomen asiento. Vamos a empezar.— Habló Sasuke mientras observaba al resto de miembros.

La mesa, al ser redonda, hacía que todo estuvieran en una buena posición. Todos se sentaban de tal forma que hacía alusión a una estrella; siendo Sasuke el que estaba en el centro al ser el rey. A su izquierda estaba Itachi y a su derecha Karin, quien tenía al otro lado a Juugo y por último quedaba Suigetsu. La chica se tuvo que tragar todo su lamento para poder iniciar con la reunión; levantándose del suelo bajo la mirada burlona de Suigetsu. Cuando se sentó, de forma casi inevitable desprendió su olor y lo dirigió a Sasuke; este estando por completo inexpresivo. Eso la tranquilizó un poco.

—Como ya sabrán, la Sangre Dorada finalmente está con nosotros. Así que, debemos comenzar de inmediato con los preparativos para la luna roja.

—¿Todavía no sabes cuando será?— Preguntó Itachi.

—No, todavía no, pero es cuestión de tiempo. Debemos preparar todo por si la luna roja termina siendo justo mañana o incluso hoy. No se sabe lo que nuestra Diosa decidirá.

La luna roja era el evento más grande que se da en el reino vampírico. En dicho evento, el monarca se une a su Sangre Dorada bajo la luna teñida de rojo; siendo los ojos rojizos de la Diosa celestial del bosque. Luego de la unificación, en el mismo día, se realiza la boda real y, a posterioridad, la procreación de los futuros herederos; la cual puede tardar mucho. 

Los monarcas no suelen regir por mucho tiempo. Máximo rigen por tres mil o cuatro mil años; todo depende de cuando aparezca la Sangre Dorada.

—Por el momento, debemos de poner todo en orden. Los vampiros siguen un poco perturbados por nuestra reina.— Itachi se recostó en su silla mientras se cruzaba de brazos.

—Todavía no comprendo por qué reaccionaron de esa forma. Incluso usted reaccionó mal, su majestad.

Sasuke bajó la cabeza ante lo dicho por Juugo. Nunca se perdonaría el hecho de que casi asesina a su futura reina; a alguien tan importante para el reino. Pasó toda la semana regañándose así mismo por la estupidez que casi cometía.

—Aunque fue un poco extraño. Según lo noté, solo los vampiros jóvenes reaccionaron de forma violenta ante ella; más específicamente, ante el olor de su sangre.

—Eso es algo que también noté. Al parecer su sangre solo enloquecía a los menores de 5000 años; razón por la cual afectó a Sasuke y a Suigetsu.

El peliblanco infló sus mejillas y frunció su ceño. No le gustaba recordar como casi asesinaba a su futura reina, y mucho menos le gustaba que le recordaran eso en frente de Sasuke; quien se ponía histérico cada que le mencionaban que alguien quiso tocar a su Sangre Dorada.

—Por lo que sé, los licántropos tienen una misma fijación en ella. Cuando fui a traerla a donde Naruto, todo era un completo caos.

—¿Qué ocurrió?— Le prestó atención a su hermano mientras reposaba sus codos en la mesa; juntando sus manos bajo su barbilla.

—Al parecer la sangre de nuestra reina es especial. Tiene un gran efecto en los licántropos; no importa la raza que sea. Según me informó Tsunade, el ingerir una mínima gota de su sangre hacía que los sentidos de los licántropos enloquecieran. Sus cuerpos se volvían más grandes y sus mentes se perdían; centrándose solo en seguir ingiriendo la sangre de la reina. Al parecer es como una droga para ellos; un dopaje mortalmente bueno. Por eso los tigres la perseguían. De alguna forma se enteraron de su beneficio y comenzaron a cazarla para tenerla como una herramienta; una fuente de poder infinita. Incluso, por lo que pude oler al verla por primera vez...— Itachi observó de reojo a su hermano; esperando que no pierda los estribos por lo que estaba por decir.—... alguien quiso marcarla. 

La mesa se llenó de grietas luego de que Sasuke apretara su puño con fuerza. Un aura oscura se desprendía de su ser mientras sus ojos mostraban el sharingan resplandeciente. Suigetsu se irguió en su asiento mientras la seriedad lo invadía y Juugo se notó levemente alterado. 

Si Sakura era marcada, Sasuke iba a destruir a toda la raza de aquel licántropo responsable. Y eso, ya representaba un problema mayor que involucraba al rey del bosque mítico; Sasuke no tenía ningún derecho a eliminar a una raza entera, es ilegal. Solo el rey del bosque tiene el derecho. Si el Uchiha hacía tal acto, toda la raza vampírica sería masacrada y renacida.

Todas las razas tenían una sola ley en común. 

"Está prohibido, sobre todas las cosas, la masacre de toda una raza o la mayoría de esta."

Mantener la paz en un bosque con muchos entes sobrenaturales no es algo fácil, por lo que es necesario tener una regla de oro que tenga de refuerzo una amenaza. 

Si extingues esa raza, la tuya es la siguiente.

—Repite lo que acabas de decir.

—Sakura-sama casi es marcada por uno de los licántropos tigres que le daban caza. Pero tranquilízate, hermano. Al parecer, el tigre que mataste fue el responsable. La mordió en el cuello, pero no logró completar el lazo. Solo la dejó con su olor impregnado por un tiempo. Logré quitárselo.— El monarca chasqueó su lengua con enojo.

—Su majestad, por favor no se altere. Ya cobró venganza. No planee ninguna locura.

—Juugo tiene razón. A menos de que quieras que nos eliminen, no hagas nada estúpido. Ella ya está aquí, en una pieza por lo menos. Ya mataste al idiota que casi la marca, así que todo está bien. Asunto resuelto.

Ante las palabras de Suigetsu, Sasuke soltó un suspiro profundo; utilizando todo su autocontrol. Su seriedad volvió de inmediato; como si no le hubiera afectado en nada.

—Regresando al tema, es necesario prepararnos para la luna roja. Será de una manera diferente. No podemos arriesgar a la reina, por lo que será en un lugar alejado. Los vampiros podrán verla solo de lejos. Todo aquel que se acerque más de 40 metros a ella, será trasladado al calabozo y permanecerá ahí hasta el siguiente siglo por desacato de ordenes. Suigetsu, tú te encargaras de poner orden junto con Juugo y los pocos guardias que no perdieron los estribos. Itachi, tú te encargaras de adecuar el lugar y mandar las invitaciones cuando se te de la orden. Además, necesito que encuentres un nuevo espacio en el cual podamos realizar la ceremonia. No podemos utilizar el mismo. No es adecuado para esta ocasión. 

Los tres hombres asintieron sin decir nada. Sasuke volteó a ver a la pelirroja, la cual se puso tensa al sentir la mirada del rey sobre ella.

—Karin, tú solo controla tu sed de sangre y celos. No quiero que le gruñas a mi futura esposa ni que la hagas sentir incómoda. No le hagas sentir miedo, tristeza o cualquier sentimiento que le haga mal. Si me llego a enterar de que le pasa algo y tú estás involucrada, no me contendré y le haré un favor a este mundo al eliminarte. Si ella quiere algo, se lo darás. Acata todo lo que te diga sin importar qué sea. Esto será una prueba de que ya dejaste de ser una estúpida cachorra infantil y de que puedes separar los sentimiento de tu deber. ¿Te quedó claro?

—Sí, su majestad.

—Pero, ¿acaso Karin no se ve afectada por la sangre de la reina?

—Aparentemente no. Supongo que solo se alteraría al probar la sangre de ella. E intuyo que el olerla solo puede hacer que tenga pensamientos homicidas involuntarios.— Karin tragó duro. Eso explicaba sus pensamientos asesinos contra la pelirrosa.— Aunque claro, Karin no es estúpida y sabrá contenerse por su bien.— La sonrisa del príncipe hizo que la mujer temblara levemente.

—Bueno, daré por terminada esta reunión. Karin, ve con las mucamas y ordénales preparar la mejor comida. Diles que la cocine bien. Si llego a sentir siquiera un poco de sangre en la carne o si está cruda, sus cabezas rodaran y yo mismo las cocinaré. También, diles que consigan más agua potable.

—Hablando de eso. Nuestra reina quiere alcohol.

—¿Alcohol?— Arqueó la ceja intrigado.

—Sí. Si no estoy mal, los humanos toman varias bebidas alcohólicas como modo de relajación. Creo que le caerá bien luego de toda la información recibida. Además, este tipo de bebida relaja los músculos, por lo que no causará alboroto alguno ni gritará. 

—Eso es algo bueno. Nuestros oídos son más sensibles que los de ella. Nos destrozaría los tímpanos en un santiamén.

—Bueno. Entonces, Juugo, encárgate de ir a la aldea humana más cercana y traer un poco de ese dichoso alcohol. 

—Entendido, su majestad.

—Bien. Todos, retírense.

Ninguno dijo nada. Solo se levantaron, hicieron una reverencia y luego se fueron. Pero antes de que saliera por la puerta, Sasuke detuvo a Itachi.

—Por cierto. Le contaste acerca de que intenté comerla, ¿verdad?

—Oh, me escuchaste. Sí, así fue. ¿Hay algún problema?

—Ella me odiará.

—Sí, tienes razón, pero la honestidad es uno de los requisitos primordiales en un matrimonio humano estable.

—Nosotros no tendremos un matrimonio humano.

—Pero si quieres que sea estable. ¿O acaso quieres que tu esposa te odie y se aleje de ti por los próximos milenios? Eso no suena bonito. 

—No necesito que me ame o algo similar. Si es una mujer madura, sabrá disimular ante nuestros súbditos.

Itachi se acercó a su hermano con una sonrisa leve mientras tomaba asiento a su lado.

—¿Y cuando tengan que procrear? ¿Crees que sería mejor el que ella te amara o el que te odiara? 

—Me sigue dando igual. Es su deber como reina el dar herederos. No se puede resistir. 

—Bueno, pero podrías hacerla sentir cómoda por lo menos.

—Se sentirá cómoda.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Porque soy su rey. Si yo le digo que se sienta cómoda, ella se sentirá así. No está a discusión.

—Hmm. Bueno, supongo que por lo menos puedes hacer que ella vea ilusiones mientras lo hacen o algo similar.

—¿Ilusiones? ¿Y qué tipo de ilusiones serían?

—Como que está en realidad con su novio. Así por lo menos sería más agradable para ella.

—¿No... vio?

—Sí. Al parecer ella tiene novio. Leí sus pensamientos y al parecer estaba rezando con que él llegara a rescatarla de alguna manera.

Itachi tuvo que contener su risa al ver la cara oscura de su hermano. Disfrutaba de verlo enojado y celoso. Claro que había leído los pensamientos de Sakura, pero estos se reducían a insultar a su ex novio una y otra vez.

Claro que a Itachi solo se le olvidó agregar el "ex".

—No debe de ser fácil tener que alejarse de su amor. Seguramente ella está sufriendo internamente mientras te maldice. Aunque claro, podrías hacer que esto cambie si te involucras con ella y-...

—No me interesa.— Sasuke se levantó de golpe de su asiento y se fue sin decir nada más; golpeando fuertemente el suelo por el que pasaba. 

Su furia era palpable. No podía imaginar a su futura reina con otra persona. Es decir, ella nació solo para estar con él. No tiene que andarse fijando en nadie más. 

¿Qué la meta en una ilusión cuando tengan que procrear? Y una mierda. Ella lo tendría que ver a él, le gustara o no. Era mejor que dejara de hacerse ilusiones con volver a ver a su maldito novio. Ella ya no pertenecía al mundo humano. Toda su vida ahí ya no significaba nada, por lo tanto, su novio importaba una completa mierda.

¿Qué estuvo con él antes de venir aquí? ¡Pues qué lastima! Ahora ella pertenecía al reino vampírico.

Le pertenecía a él.

Continuará...

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