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Capítulo 1

—¿Dónde... estoy?

No entendía en donde estaba. Su cabeza le martillaba fuertemente. Lentamente se sentó en lo que era una cama muy cómoda. Sus ojos le ardían y todo su cuerpo le dolía, pero más que nada el área de la nuca. Se sobó y se dio cuenta que tenía una venda, no solo en el área adolorida, sino también en la cabeza y en los brazos. La chica no recordaba nada. Sus últimos recuerdos se enfocaban en ella escapando de la casa de su tonto novio—actualmente, ex-novio—. Observó su alrededor con mucha confusión. Estaba en una habitación casi vacía. Salvo la cama en la que estaba sentada, solo podía observar una mesa pequeña, una silla, un florero y una puerta de color café oscuro. 

Se levantó de la cama mientras su cuerpo gritaba. No había ninguna ventada, solo un conducto de ventilación en el techo. ¿Cómo llegó ahí? ¿Quién la trajo a ese lugar? ¿Y si la secuestraron?

Oh, mierda. Solo esperaba no tener que usar ese conducto de ventilación como en las películas.

Sus sentidos se pusieron en alerta al escuchar pasos. Eran ligeros y delicados, por lo que apenas y pudo escucharlos. Retrocedió un poco al ver como la manija de la puerta se movía de forma lenta. Rápidamente, buscó algo con lo qué protegerse, por si acaso era algún secuestrador o violador en potencia.

—Estás despierta.

La suave voz femenina fue un desconcierto para ella. Sus ojos se agrandaron al ver a una mujer, alrededor de sus 30s, parada en frente suyo. La mujer tenía el cabello oscuro y largo. Su piel era blanca, y sus ojos eran, extrañamente, de un tono lila muy hermoso. Iba vestida con una yukata de color morado y un obi anaranjado. La parte del pecho y el abdomen estaba abierta, por lo que se podían apreciar de forma clara los grandes pechos de la chica; siendo cubiertos lo necesario para que no se viera el pezón. La mujer poseía una cara amable y tranquila.

—¿Cómo te sientes?— Se acercó a la pelirrosa con una sonrisa.— ¿Ya estás mejor?

—¿Q-Quién eres?

—Yo soy Hinata Uzumaki.

—U-Un gusto, Hinata. Yo soy-...

—Sé quien eres, Sakura Haruno.— Cerró ambos ojos mientras se ponía en frente de la pelirrosa.

—¿Cómo sabes mi nombre? Espera...

¿Acaso esa mujer la acosó y luego la secuestró?

—No te acosé ni nada por el estilo, si es lo que piensas.— ¿Acaso le leyó la mente o algo similar?— Con el debido tiempo, sabrás el por qué sé tu nombre. Por el momento, descansa. Tus heridas necesitan sanar.

Hinata estaba loca si creía que iba a hacerle caso. No tenía la más mínima idea de donde diablos estaba, ni qué demonios había pasado, ni quien mierda era, en sí, la persona que estaba en frente suyo. Solo un confiado en extremo se relajaría.

—No tienes que preocuparte. No te haré daño. Aquí solo estamos yo y mis hijos. 

¡Aún peor! ¿Y si fueron sus hijos—cuyas edades podían ser de 15 0 16 años, tal vez— quienes la trajeron? 

Sakura estaba por decir algo cuando, de la nada, notó algo de reojo. Volteó a ver a la izquierda y vio algo correr con una gran velocidad; fue tanta que no pudo ver qué era. Volteó a la derecha de inmediato, pero, nuevamente, no logró ver qué era. Miró de reojo a Hinata, quien parecía muy tranquila; como si no hubiera visto nada.

¿Acaso estaba alucinando o algo similar?

Entrecerró sus ojos con cautela.

—¡Que cabello más bonito!

Una voz, muy infantil y suave, se escuchó a sus espaldas. Sakura se dio la vuelta de forma inmediata, pero no encontró a nadie. 

Mierda. ¿Ahora escuchaba voces?

—¡Tu piel es muy suave!

Otra voz, infantil y un poco fuerte, se escuchó en sus pies. Su piel se erizó al sentir algo rozar su tobillo. Sakura volteó a ver hacia abajo, pero no vio nada. La Haruno comenzaba a asustarse seriamente. Observó a Hinata, quien seguía teniendo una cara tranquila y de felicidad.

De la nada, Sakura sintió como algo se subía a su espalda. Se tensó de inmediato al sentir como algo peludo se posaba en su cuello, mientras algo—de igual forma peludo— se enrollaba desde su cintura hasta su vientre. Unas pequeñas garras fue lo único que pudo ver de reojo. Estaba a punto de gritar, pero sintió como algo se metía por debajo de su yukata—la cuál no se había dado cuenta que llevaba puesta hasta ese momento— y subía por sus piernas hasta aparecer entre sus pechos. 

Ahí lo vio.

Un zorrito de color amarillo y ojos lila se encontraba observándola fijamente. 

—Tus ojos son verdes. Son muy bellos.— La suave e infantil voz que había escuchado con anterioridad, provenía de aquel animal.

El maldito zorro estaba hablando.

—¡¡AAAAAAAH!!

El grito ensordecedor de Sakura se escuchó a 10 kilómetros a la redonda. Retrocedió de golpe y cayó en la cama; observando como lo que estaba en su espalda saltaba a su lado. Era otro zorro, muy similar al que tenía en su pecho, con ojos azules. El zorrito que tenía entre sus pechos salió y la observó fijamente. 

Sakura, simplemente estaba desconcertada.

—¿¡QUÉ MIERDA!?

—¡Niños! Dejen en paz a Sakura-san.— Hinata se acercó con el ceño ligeramente fruncido y con las manos en las caderas.

—Perdón, madre.— Dijeron ambos zorritos mientras bajaban las orejas.

—¿¡¡MADRE!!?—Exclamó con sorpresa y horror.

—Vengan aquí. Ahora.— Ordenó la oji lila de forma autoritaria.

Ambos animales se bajaron de la cama y se colocaron a la derecha de Hinata.

—Lo siento mucho, Sakura-san. Mis hijos son muy curiosos.

Sakura quería creer que Hinata se refería a ellos como "hijos" solo por cariño. Quería pensar que en realidad los había adoptado, pero los ojos de uno de los zorritos la hacía dudar; pues eran exactamente iguales a los de Hinata.

¿Tal vez era una gran coincidencia? 

Pero, ¿de dónde diablos sacó Hinata zorros que pueden HABLAR? La joven chica se sentó en la cama con una mirada de horror; una mirada que se intensificó más al ver como los zorros pasaban de ser animales a humanos; a niños de unos 8 o 9 años. Su boca se abrió de forma inconsciente y retrocedió hasta chocar con la pared; tomando de paso la almohada de la cama como escudo.

—¿Qué demonios son ellos? ¿Quién eres tú?

—Sé que es una situación confusa, pero no tengas miedo. Ellos no te harán nada. Yo tampoco te haré nada.— Hinata se acercó con lentitud a Sakura. Ella solo se pegó más a la pared; ignorando el dolor de sus heridas.

—¿¡Cómo quieres que me calme!? ¡Acabo de ver como dos zorros, después de hablar, se transforman en humanos! ¡Zorros que te llamaron madre! 

Mierda, ¿acaso la había secuestrado una acosadora zoofílica? 

Jodido asco.

—Sí, suena muy mal, pero son mitad humanos y-...

—¡¡Porque eres su madre!! ¡¡Eso es biológicamente y genéticamente imposible!!

Hinata mostró una sonrisa muy incómoda. No sabía como explicarle la situación. Y todo empeoró cuando, por la puerta, se asomó otro animal; un pequeño lobo de pelaje grisáceo.

—Madre, ¿ocurre algo?— Dijo el lobo mientras observaba a la mujer de morado.

—¿¡Un lobo!? ¡¡Óyeme!! ¿¡Qué mierda contigo!?

Sakura ya comenzaba a mostrarse furiosa. Ella era una gran amante de los animales, por lo que sus deducciones la ponían muy enojada. ¿Cómo pudo siquiera pensar en acercarse a un animalito teniendo ese pensamiento podrido? Nunca lo pensó de una mujer que se miraba tan amable e inocente. Sakura se levantó de la cama mientras apretaba los puños; lista para golpear a la mujer que tenía en frente. Su miedo y confusión se habían ido al carajo. Ahora la ira la controlaba.

—E-Espera, Sakura-san. Déjame explicarte todo. N-No es lo que tú piensas.— Hinata se mostraba muy nerviosa y alterada.

Sakura se acercó de forma amenazante a la azabache; ignorando por completo los que decía Hinata, pero un fuerte gruñido la hizo retroceder de inmediato. En frente suyo, de una forma muy rápida, se había posicionado el lobo gris en modo de defensa. Mostraba sus filosos dientes en modo de advertencia mientras soltaba gruñidos constantes.

—Atrévete a tocar a mi madre y lo lamentarás, humana rosada.

Sakura retrocedió más por precaución. El lobo se notaba muy enojado. Además, vio como ambos niños se había transformado en zorros; colocándose en posición de defensa. El de ojos azules con el ceño fruncido y mostrando sus dientes, mientras que el de ojos lila solo fruncía su ceño.

—¿Me podrías dejar hablar?— Habló Hinata con mucha calma.

Sakura, viendo que los animales no la dejaría hacer ningún movimiento, se sentó en la cama. No tenía ninguna otra opción.

—Tienes cinco minutos. Cinco. Si se pasa de eso, te ignoraré por completo.

Porque no podía golpearla teniendo a sus supuestos hijos cuidándola. Escuchó a Hinata soltar un suspiro cansado.

—Ellos, son mis hijos biológicos. Yo los di a luz.—La mirada asesina de Sakura hizo que se apresurara a decir la siguiente parte.— Pero no lo... hice con un zorro o un lobo. Ellos son híbridos, engendrados por una especie de licántropo.

—¿Licántropo?— Enarcó una ceja con confusión.

—Sí. Mi esposo es como un licántropo, solo que en versión zorro y él puede transformarse a voluntad. 

—¿Cómo un cambia formas?

—Similar. Aunque los cambia formas son otra raza diferente.

Sakura solo la vio con diversión. ¿De verdad creía que se comería toda esa mentira? ¿Licántropos? ¡Vaya mierda de excusa! Reprimió una risa, pero no por mucho, ya que terminó riendo a carcajadas.

—¡¡Jajajaja!! ¡Que graciosa eres, Hinatas! ¿Licántropos zorros? ¡Por favor! Creo que se te olvidó agregar a los vampiros. ¡Oh! También a los licántropos tigre, los leones, los linces, los conejos e inclusive los malditos patos. Si vas a hacer una historia ficticia, por lo menos ponle emoción.— Su tono de voz estaba plagado de burla y sarcasmo.

Pero Hinata solo la observó fijamente. Sakura, por su lado, siguió riendo fuertemente; tocándose el estomago debido a que comenzaba a dolerle. Su risa se fue apagando al ver la seriedad con la que Hinata la observaba. La pelirrosa dejó de reír y observó a los animales que la seguían viendo con amenaza y en modo defensivo. Sakura estaba por decir lo mentirosa que era Hinata, pero el sonido de una puerta siendo abierta la detuvo.

—¡Ya volví!— Una voz profunda y ronca se escuchó en algún lado de la casa. 

Los zorritos dejaron de estar en guardia y sonrieron al escuchar esa voz.

—¡Llegó papá!— Exclamó el zorrito de ojos azules con felicidad. 

Mierda. El maldito padre había llegado.

—Idiotas.— Murmuró el lobo al ver como los dos zorros se iban corriendo a saludar a su padre; dejando a su madre con aquella extraña que la quiso atacar. 

Él no era tan idiota como sus hermanos menores.

Sakura comenzó a temblar levemente. De forma inconsciente, comenzó a creer que lo que Hinata había dicho era verdad. ¿Y si un gigante licántropo zorro aparecía en la habitación? ¿Y si Hinata le decía que quiso atacarla? 

Mierda. No se arrepentiría de nada.

Unas grandes pisadas se aproximaban a donde se encontraban, haciendo temblar a Sakura levemente. Tras unos segundos, una gran sombra se hizo visible seguido de un gran hombre.

Oh. Santa mierda.

El hombre medía, por lo mínimo, 1,95. Su cabello era rubio, tal y como el de los dos zorritos. Sus ojos eran azules, tal y como uno de los niños. Y oh mierda, tenía orejas de zorro en su cabeza, sin mencionar de los bigotes en sus mejillas; los cuales, los dos niños zorros también tenían. El hombre se miraba muy sonriente mientras cargaba a sus dos hijos.

—Ya volví, cariño.— El hombre rubio sonrió mientras le hablaba a Hinata.

—Bienvenido, Naruto-kun.

—Oh, veo que has despertado.— Observó a Sakura con una sonrisa en donde dejaba ver sus colmillos.

Sakura se quedó estática. Sin habla. Completamente congelada en su lugar. 

Jodida existencia.

Maldita vida.

Sasori maldito hijo de puta.

Qué estúpida soy por no escapar.

Eso y mucho más, era lo que Sakura decía en su cabeza tras ver a Naruto. 

—¡Padre! ¡Esa humana rosada quiso atacar a mamá!— Exclamó el lobo mientras volteaba a ver a Naruto.

A Sakura se le salió el alma ante esas palabras. 

Definitivamente, estaba muerta.

Y seguía sin arrepentirse de lo que quiso hacer. 

En su defensa, nunca hubiera creído la existencia de los licántropos.

Y pues un mitad zorro y mitad humano era algo un poco...

—Oh, ¿en serio?

Una corriente eléctrica recorrió su espina dorsal al escuchar como la voz de Naruto se había vuelto más profunda de lo que era antes. Dejó a sus dos hijos en el suelo y luego se acercó al lobo. Se arrodilló ante él y, para sorpresa de Sakura, acarició su cabeza.

—Pero tú la protegiste, ¿verdad, Kawaki?

—¡Sí! ¡Yo siempre protegeré a mamá cuando tú no estés!

—¡Muy bien hecho!

El lobo, mostrando gran felicidad, comenzó a transformarse en un niño de, aproximadamente, 13 años. Sakura notó que el niño tenía el cabello negro y los ojos grises. Naruto, luego de acariciar la cabeza de su hijo, se levantó y se acercó a Sakura. La diferencia de altura era muy notoria. Sakura medía 1,60. 35 malditos centímetros era lo que los diferenciaba. Era más que una regla. Comenzó a temblar de forma inevitable. Naruto tenía una gran presencia. Imponía respeto.

—Me alegro que estés despierta. Ahora, te explicaré que haremos contigo.— Dijo mientras mostraba sus dientes en una gran sonrisa.

Su voz había sido seria, áspera. Oh joder. Comenzó a atar cabos en su cabeza. La había secuestrado una familia de licántropos carnívoros. Además, el maldito de 1,95 le mostraba sus dientes como diciendo "prepárate para lo que se viene". Y al tenerlo más cerca, Sakura notó como los colmillos de Naruto tenían una tonalidad rojiza.

Esos maniáticos se la iban a comer.

¿¡Cómo demonios llegó a esa situación!?

¿Cómo... ?

¿¡Cómo!?

¿¡CÓMO!?

Sin poder aguantar más, Sakura se desmayó en el suelo.

Naruto la observó sin palabras.

—Mierda... creo que la maté.— Soltó tras unos minutos con mucha alteración.

—¿Nos la podemos comer?— Preguntó Kawaki; provocando una gran felicidad en sus hermanos menores ante la idea.

—No, niños. Ella no se puede comer.— Habló Hinata mientras acariciaba la cabeza del azabache.

—¿Por qué no?— Preguntó el rubio de ojos azules.

—Porque ella no es comestible, Boruto.

—¿Está descompuesta?— Preguntó el oji lila.

—No, Haru. No está descompuesta. Es solo que...— El propósito principal de su estadía aquí es porque tiene que vivir...— Pensó Naruto mientras una gota de sudor bajaba por su sien.— ¿Ahora qué le diré a Itachi? ¿¡Qué le diré a Sasuke!?

Los pensamientos nerviosos de Naruto se vieron interrumpidos cuando un ruido, muy suave, provino de algún lugar de la casa. Sus orejas lo captaron de inmediato. Soltó un pequeño "ya vuelvo" y luego salió de la habitación. Recorrió un largo pasillo y llegó a la cocina. Observó como, desde una ventana de cristal, un cuervo de ojos rojos golpeaba levemente el material con su pico. 

Naruto se congeló al saber de quien se trataba.

Se acercó a la ventana y la abrió para poder dejar entrar al cuervo.

—¿Cómo está?— Habló el animal con una voz ronca, pero un poco distorsionada.

—Ella está bien. No tienes que preocuparte jeje.— Intentó sonar tranquilo, pero no resultó muy bien.

—Hmm. Te escuchas nervioso. ¿Seguro que está todo bien?

—Claro que está todo bien. ¿Por qué no lo estaría? No tienes que preocuparte por ella. Nadie se atrevería a entrar a mi territorio, y mucho menos a mi casa. Nadie la va a atacar. Ni siquiera los vampiros. Mis mejores muchachos se encargan de detenerlos.

—Lamento eso.

—No te preocupes. Comprendo muy bien la sed de sangre de los vampiros. Aunque esta sed sea un tanto extraña.

—De igual forma, me veo en la obligación de disculparme. Te estamos ocasionando muchos problemas. Esto no incumbe a tu manada, pero de igual forma nos estas ayudando. 

—No me vengas con eso. Somos amigos, después de todo. Además, estoy pagando una gran deuda que le debo a tu hermano. Solo dile al tonto de Sasuke que se recomponga rápido. Por muy segura que la tenga, no es fácil mantener a una humana, que no sea mi esposa, por esta área.— Decidió no mencionar el hecho de que no estaba segura ni con él mismo.

—Sí. Solo necesito que la tengas contigo una semana. Máximo dos. No será fácil el tenerla en el castillo, por lo que debemos proteger todo el lugar. Sabes lo importante que es para los Uchiha.

—Sé lo importante que será para Sasuke.

—Sabes lo importante que será para el tonto de mi hermano menor.— Esa oración la había dicho con un poco de gracia.— Bueno, creo que ya es todo. Muchas gracias por cuidarla, Naruto. Nos veremos dentro de unos días.

—Sí. Nos vemos, Itachi.

Seguidamente, el animal emprendió vuelo. Naruto solo observó como el ave se confundía con la oscuridad de la noche. Tras volar por unas cuatro horas, llegó a un gran castillo de tonos grisáceos. Sobrevoló una gran reja de metal negro y se aproximó a una ventana que yacía en lo más alto del castillo. Entró por dicha ventana y se colocó en una silla. La luz de la luna entraba lo suficiente como para poder observar una cama enorme con mantas de seda roja. En la silla, un hombre de cabello negro yacía sentado de piernas cruzadas. Observó al cuervo por unos escasos segundos y luego lo tomó por el cuello.

El animal comenzó a graznar mientras batía sus alas con fuerza; intentando escapar del agarre del azabache. Segundos después, el hombre mordió el cuello del cuervo. Mediante pasaba el tiempo, el cuervo dejaba de moverse y comenzaba a secarse de apoco. Cuando no quedaba nada, el azabache botó la carne del animal al suelo. Dos agujeros sobresalían de su cuello.

—Fue repentino y rápido, pero ya no se puede hacer nada más. Esa chica será un gran cambio para el reino. Aunque... puedo apostar que incluso para el mundo mítico. 

Los ojos del hombre, brillando en la oscuridad, eran de un tono rojizo. Sonrió levemente; mostrando su dentadura y, a su vez, unos colmillos afilados llenos de sangre. Sus facciones se colocaron serias de la nada. 

Presentía que se avecinaban grandes cosas. Tanto buenas como malas.

Continuará...

Perdón si está feo, hago todo lo que puedo 😔

Todo dibujo que salga en esta historia, será de mi autoría—tal y como decía en la descripción—y podrán notarlo al ver lo feos que son jajaja. Algunas cosas me saldrán horribles por el hecho de que se me dificulta mucho el dibujarlos y, más que nada, colorearlos, así que pido perdón por eso.

Ahora, me piro vampiro~

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