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4. Encuentro

Cuando Arek mencionó el paradero de Yarros, Ethan se quedó callado. Angel creyó que continuaba molesto, pero en cuanto Arek terminó de explicar el plan, Ethan salió de la sala sin explicación alguna.

—Lamento lo de tu ojo. Era lindo —dijo Angel, encontrando a Ethan sentado en el suelo de la azotea con las piernas colgando del edificio. Debía dejar de ir ahí si esperaba evitar hablar con Angel.

—Está bien. ¿De todos modos para qué quería ver?

Angel rio en voz baja, enredando las piernas en forma de mariposa para sentarse a su lado. Al mirarlo de lado, no consiguió ver la expresión en su otro ojo por el parche negro que tapaba el que estaba a la vista.

—Debí saber que Arek nos arrastraría a una trampa —Angel chistó, apartando la mirada, el color ámbar se tornó vidrioso—. Todo es mi culpa, si no hubiéramos ido ahí, nosotros...tú...

—No es tu culpa —Ethan interrumpió. Giró la cabeza, atrapando la mirada de Angel, él notó algo extraño, quizás era un efecto de la luna ejerciendo sobre ellos o la oscuridad de la noche encubriendo los verdaderos detalles, pero pudo apreciar los párpados de Ethan arrugarse levemente, como si estuviera sonriendo—. Tranquilo, no tienes que hacerte responsable de todo lo que sucede.

Angel siempre se hizo cargo de todo. Era lo que conocía.

—Sabía en lo que me metía cuando accedí —continuó Ethan, volviendo al frente—. Además, ya no tengo nada que perder.

Angel sonrió sin mucha emoción.

—Aun me tienes a mí.

Ethan le sonrió de vuelta, diciéndose a sí mismo que debía estar agradecido, y aun así, no pudo evitar pensar que él no era su hogar, su familia, su música. Esas cosas jamás las recuperaría.

♧♧♧

Al día siguiente, Angel, Ethan y Arek se alistaron, tapando brazos y rostros, sus bocas eran cubiertas por una mascarilla de tela y llevaban gabardinas que les llegaban a las pantorrillas muy al estilo de los 80 's, acompañadas de gorras. Incluso para el frío, parecían una extraña imitación de aquella época.

Se dispusieron rumbo a un bar en el centro de la ciudad para advertirle a Yarros, y durante el camino ninguno habló. Arek iba al volante, con la mirada gris fija en el frente mientras Angel observaba a través de la ventana las luces de la ciudad nocturna, brillantes y despampanantes. Por otro lado, Ethan mantuvo sus ojos en la figura de Arek, asegurándose que no intentara otra estupidez como la vez pasada. Angel percibió la hostilidad en sus ojos e Ethan le dejó creer que continuaba molesto con Arek para ocultar la verdadera razón de su molestia. Sin embargo, cuando llegaron al lugar, su mirada perdida y absorta a las afueras del bar lo delató. Pudo sentir los ojos de Angel clavarse en su expresión, una mirada que a pesar de ser disimulada, recorrió cada detalle de su rostro.

Ethan contempló por unos segundos más el local de estilo rústico antes de volver a la realidad, manteniendo una parte de su atención en el bar.

—Él suele frecuentar este lugar —rompió el silencio en el que se mantenían albergados.

Angel se giró hacia él. Por un momento no comprendió a quién se refería, pero en su mirada chisporroteante pudo descifrarlo. ¿El mismo Ethan que dijo no querer saber nada de Damon, era el mismo que era consciente de los lugares que él visitaba?

—Está a unas cuadras de su repostería —siguió.

Angel abrió la boca e Ethan lo frenó antes de que pudiera siquiera decir algo.

—No quiero verlo.

Porque cuando lo haga será muy difícil de soportar.

Angel guardó silencio, mientras Arek intervenía entre ambos.

—Recuerden que lo importante es salvar a Yarros. No quiero distracciones —las últimas palabras tuvieron un tono sugerente.

Y así, los tres se adentraron al bar, golpeando la puerta de madera. Adentro todo era ruido y risas, música y hombres festejando, demasiado ruido como para apenas escucharse entre ellos, por lo que Arek les entregó un dispositivo auditivo que les permitiría comunicarse. Acordaron dispersarse, así que Arek siguió su camino por el lado derecho, perdiéndose en la bola de ebrios.

Angel estudió el lugar en busca del sujeto que mencionaron, pero entre tantos hombres entre las mesas y la barra era difícil ubicarlo. Se acercó a un hombre sentado en la barra que platicaba con el barman para preguntar. Si Yarros frecuentaba este lugar, significa que alguien más que también lo hiciera debía conocerlo.

—Disculpa, ¿de casualidad cono... —Las palabras se quedaron atascadas en su garganta y la mano que estuvo por tocar el hombro del hombre se quedó suspendida en el aire.

Una sonrisa resplandecía en el rostro del desconocido, brillante, vivaz, joven. Las mejillas ligeramente rojas como dos manzanas a causa del alcohol y los ojos azules abrillantados. El gesto radiante no tardó en convertirse en un ceño fruncido al presenciar la perplejidad de Angel.

¿En serio tenía a Damon enfrente, o ya se había dado los suficientes golpes en la cabeza como para alucinar?

—Ah...nada, lo siento —Angel retrocedió lo más rápido que pudo. Ethan no podía enterarse de esto, si sabía que estaba aquí...Arek dijo que nada de distracciones. ¿Pero y si...? No, debía mantenerse al margen de la situación.

Cuando miró por encima de la multitud, Ethan no se encontraba en donde lo había visto antes. En cambio, lo encontró charlando con unos hombres. Al llegar ahí, estos se marcharon mientras Ethan les agradecía.

—¿Quiénes eran? —preguntó, posicionándose a su lado.

—Parece que alguien es bastante famoso por aquí —contestó, girándose hacia él—. ¿Y adivina qué? No solo él, el lugar también es bastante concurrido por otros asesinos —Ethan tenía una sonrisa en los labios, pero no era en absoluto de felicidad.

—Eso quiere decir que...

—Así es, van a capturarlos a todos.

—Entonces debemos avisarle a Arek, y encontrar a Yarros —Ethan atrapó su muñeca antes de que pudiera siquiera dar un paso.

—¿No me escuchaste? Este bar está infestado de asesinos —farfulló—. Lo que significa que el encapuchado lo exterminará como a una plaga. Es punto muerto, Angel.

—Tenemos que sacar a la gente de aquí.

—Son asesinos, ¿por qué salvarlos? Si lo hacemos probablemente caigamos con ellos.

—Es lo que hacemos —debatió—. Para eso Arek nos quería aquí.

—¿Y qué? No podemos salvarlos de todas formas. Quizás lo que hace el encapuchado es lo mejor, y solo deberíamos esperar a que llegue por nosotros.

Angel sacudió el brazo, soltándose del agarre.

—¿Qué te pasa? Es como si cada vez que sientes la muerte cerca, tú...solo la pasaras por alto.

Ethan inhaló hondo y dejó escapar un suspiro. No es que fuera negativo, pero no encontraba razón alguna para ayudar a quienes habían hecho de su vida un tormento.

—Si hay alguien que puede hacer la diferencia es él —continuó, suavizando la mirada. Angel era vulnerable a quienes pedían compasión—. ¿No ves que solo somos un obstáculo para que la erradicación de las organizaciones se culmine?

—Eso no significa que todos merezcan la muerte —aseveró Angel—. Algunos son personas como tú, como yo, gente que quiere proteger a su familia, o que por el contrario fueron arrebatados a la fuerza de su hogar.

—Demonios, Angel...

¿Por qué continuaba siendo un idiota y al mismo tiempo no podía odiarlo? Quizás porque era la única persona que hacía que despertar no fuera tan malo.

—Los estoy vigilando. —la voz de Arek se hizo presente a través de los dispositivos auditivos—. Atrévanse a cuestionar la misión o naufragar, y lo pagarán —las palabras salieron con una suavidad peligrosa.

—¿Por cuánto tiempo llevamos pagando la cuenta? —susurró Ethan a regañadientes.

Angel se acercó cuidadosamente, Ethan iba a protestar hasta que Angel le hizo una seña de silencio. Sabía que Arek los observaba mientras tomaba del vino, dándole vuelta al líquido rojo en la copa.

—Escucha —empezó Angel a susurrar—. Damon está aquí.

Ethan se paralizó.

Su corazón se encogió como si fuera aplastado por un sinfín de cuchillas enterradas en su pecho.

—¿Por qué él... —tartamudeó, sintiendo el mundo venirse cuesta abajo.

—Tranquilo. —Angel le acarició los brazos—. Sé que no quieres salvar a esta gente, pero muy probablemente muchos sean inocentes como Damon.

Ethan frunció el ceño. La sensación en su pecho fue abrasadora, como si las olas hubieran arrasado con sus pensamientos anteriores.

—Pero por favor, ayúdame. Busquemos a Yarros, saquemos a quienes podamos, y vayámonos de aquí.

Ethan tragó grueso. ¿Cuándo se volvió tan inhumano? Odiaba a Arek por eso, ¿cómo podía responderle con la misma actitud?

Suspiró, cerrando los ojos, cobrando una actitud más tranquila.

—Escuché que es el dueño del lugar —mencionó Ethan—. A veces trabaja en la barra, pero no es seguro verlo.

Una sonrisa se extendió en los labios de Angel.

—¿Estás listo para sacar tus dotes actorales?

Ethan frunció el ceño. Esa sonrisa no podía significar algo bueno.

♧♧♧

—¡Deme otra! —Angel azotó el tarro sobre la barra, derramando un poco del líquido y la espuma que se desbordaba de la boquilla. Llevaba un rato soltando altanerías y molestando a otros clientes, por lo que algunos se alejaron de la barra.

—Oye tú, creo que tu amigo ya está un poco ebrio —bramó ceñudo el hombre de al lado, el de los tatuajes en el brazo y las cejas pobladas, mientras su acompañante de cráneo rapado solo observaba irritado.

—¡¿De veras?! —expresó Ethan en tono melodramático—. Dios, lo siento, no lo había notado. Como pueden ver, soy ciego.

Ambos hombres mantuvieron sus rostros imperturbables, hasta el hartazgo de la situación.

—Sí, pudimos notarlo —el cráneo rapado torció la boca—. ¿Por qué no mejor te lo llevas?

—¿En estas condiciones? —Ethan parpadeó, aparentando inocencia—. Pero nuestro auto está allá afuera, y ninguno puede manejar. Ya saben, ciego y ebrio no es una buena combinación.

—Pues tomen un taxi, yo qué sé.

Ethan arrugó el ceño.

—No queremos, pero gracias —Ethan sonrió ampliamente de lado a lado. No hacía falta ser muy listo para darse cuenta que la sonrisa era falsa, de esas que buscan picarte hasta la médula.

Angel rio bajito.

—¿Viste las caras de idiotas que pusieron? —murmuró e Ethan le hizo coro a la burla.

—¿Disculpa? —el de los tatuajes se puso de pie de golpe, arrastrando las patas del banco.

Angel imitó su acto, tambaleándose y esbozó una sonrisa. Dios, en otra vida debió haber sido actor.

—No te enojes princesa, pero no eres nadie para echarme. Si tanto te molesta mi presencia, ¿por qué no vas a otro lado?

El párpado del hombre brincó de furia.

—Nunca te había visto por aquí, ¿quién te crees que eres?

—Nadie, como tú, como todos aquí, solo un hombre que quiere divertirse. ¿Sabes qué? —le palmeó el hombro, sacando un gruñido del hombre—. Tengo una idea, ¿por qué no traemos al dueño? Él decidirá quién se va y quién se queda.

El hombre chistó, echando la cabeza para atrás.

—¿Crees que lo molestaré por una estupidez como esta? —se mofó.

Lo conoce.

Angel le echó un vistazo rápido a Ethan antes de volver a su posición de ebrio.

—Tienes razón, entonces estará bastante molesto cuando sepa el problema que provocamos.

Él frunció el ceño sin comprender, hasta que el puño de Angel se enterró en su cara. Checó su nariz ensangrentada y gruñó antes de irse sobre Angel. Ethan recibió al del craneo rapado, comenzando un intercambio de golpes y palabras sueltas. Las personas alrededor abuchearon en nombre de "los encapuchados". Parece que nadie estaba de su lado.

Un movimiento en falso, llevó a Angel a tropezarse con el banco cuando intentó esquivar el golpe. El hombre alcanzó a sujetarlo del cuello de la gabardina y lo atrajo hacia él, propinándole puño tras puño, oscureciendo la vista de Angel.

—¿Creíste que te saldrías con la tuya? —masculló a dientes afilados, la blancura en estos se había teñido de rojo—. Es lo que piensan los mocosos como tú.

Ethan trató de detener los golpes del hombre que arremetía contra él, y al echarle un vistazo a Angel, se desconcentró, ganándose un fuerte golpe en la cara que lo tiró al suelo.

Angel tenía la compasión que enseñaban en el Credo, no conocía la crueldad e insensibilidad con la que la Hermandad te obligaba a ser, así que jamás ganaría una de esas batallas.

El hombre hizo de todo por mantener a Ethan en el suelo, apretando su cuerpo entre sus piernas.

—No es tan gracioso ahora, eh.

—¿De qué hablas? No puedo parar de sonreír —Ethan le apretó un ojo, sacándole un grito desgarrador. Tomó su cabeza y la estampó contra la madera de la barra.

Corrió hacia Angel, hasta que una fuerza impresionante atrapó el cuello de su gabardina por la parte trasera, sintió cómo sus pies se despegaban del suelo. Al mirar atrás, un hombre el doble de grande que ambos y corpulento los sostenía. Era él. Poseía a Angel en la otra mano, quien miraba perdido la atmósfera, la sangre le escurría de la cabeza y un pómulo estaba hinchado.

—Ustedes dos, vengan conmigo —susurró el hombre arrastrando las palabras, profundas y escalofriantes. Ethan pudo percibir su aliento cálido rosándole la nuca.

Arrastró a ambos a la parte trasera del bar, golpeando la puerta con su pie y los arrojó al suelo nevado como si fueran bolsas de basura, se resbalaron, pero lograron mantenerse.

—Más vale que no vuelva a ver sus estúpidas caras por aquí —señaló Yarros acusatoriamente. Era diferente al de la foto, los años habían hecho lo suyo, haciéndolo lucir más viejo.

Angel se limpió el labio ensangrentado en un movimiento rápido.

—Toda esa gente que está allá dentro, muchos son asesinos, ¿no es cierto? Al igual que tú.

Yarros se mofó, fuerte y estridente.

—Creo que se te pasaron los tragos, niño. Mejor salgan de aquí antes de que...

—¿Nos mates? —preguntó Ethan sin vacilaciones. Oh, a Yarros no le agradaba ese tono—. Porque creéme, no serías el primero ni el último en intentarlo.

El hombre apretó los puños con fuerza, dando un paso. Ethan levantó la mano en un gesto para detenerlo.

—No queremos pelear —dijo—. Sabemos quién eres, y también que en cualquier momento, habrá una masacre en este lugar.

—¿Y cómo estás tan seguro? —suavizó el tono, hablándole como si fuera un niño idiota.

—El encapuchado —contestó. Un nervio brincó en la quijada tensa de Yarros—. Por tu expresión parece que lo conoces. Bueno, vendrá por ti y por todos los asesinos que refugias aquí.

Yarros meditó la idea por un instante. Sin embargo, estalló a carcajadas, haciendo que Ethan y Angel compartieran una mirada confundida.

—¿Y esperan que les crea? ¿A unos traidores?

¿Cómo lo...

—Sí, ¿creyeron que no me daría cuenta? —extendió los brazos a los lados—. ¿Que podrían venir aquí sin que los reconociera? Pudo haber sido cualquier otro y no tendría ni puta idea, pero ustedes son... —lamió sus labios de forma obscena—. Digamos conocidos, y no tienen la mejor fama, a decir verdad. Sería una lástima que la Hermandad se enterara que sus tesoritos no están muertos, ¿no es así? Bueno, váyanse, y cerraré la boca.

—¿Por qué lo harías? —preguntó Angel con recelo.

—Estoy viejo, cansado. No tengo energía para lidiar con los asuntos sucios de la Hermandad. Durante muchos años limpié sus desastres, ¿y saben qué obtuve? —se alzó el pantalón de la pierna izquierda, revelando una prótesis metálica en el pie—. Así es, como imaginarán nada bueno.

—Entonces no le eres fiel a Lestrange —murmuró Angel.

—Ja, ese cretino. Nadie lo es. Cualquiera está esperando que se despiste para ocupar su lugar.

—¿Es lo que hacías? —preguntó Ethan.

—No, pero esperaba que alguien más lo hiciera, y poder ver morir a ese bastardo —sonrió.

—¿Entonces por qué no nos crees? —inquirió Angel—. ¿Por qué habríamos de engañarte?

—Mm, quizás por lo que ya mencioné antes. Tu traicionaste al credo aliándote con él, y tú a la hermandad.

—Escúchalos, dicen la verdad —una voz entre la tiniebla se manifestó. Cuando giraron, Arek caminaba hacia ellos a paso tranquilo con las manos metidas en los bolsillos de su larga gabardina. ¿En dónde se había metido?

Yarros abrió los ojos ligeramente, pero pronto su expresión de sorpresa se convirtió en una de gracia.

—¿En serio estás involucrado con estos dos, Arek? Si tu padre se entera que osas a cuestionar su autoridad...

—No me importa lo que él piensa —interfirió—. Mis métodos son efectivos, y quiero salvar a nuestra gente tanto como él.

Yarros dejó escapar un suspiro.

—E imagino que lo que quieres es que los ayude a derrotarlo —movió la mano en círculos en el aire.

Arek asintió. Su mirada era firme y sin dudas. Ambos mantuvieron un contacto visual, que hizo sentir a Ethan y Angel que estaban de más ahí. Los ojos grises de Yarros, aunque más pequeños, eran muy similares a la mirada afilada de Arek.

—Bien. Los ayudaré —exclamó—. Pero tengo algunas condiciones.

—Adelante —Arek hizo un gesto con la cabeza.

Yarros extendió la mano hacia la puerta, invitándolos a pasar.

—Pero aquí no —mencionó.

Los tres lo siguieron, sin esperar que al entrar, Arek sería el único al que dejaría atravesar la puerta de su oficina.

—Ustedes esperen afuera —Yarros les dedicó una leve sonrisa antes de cerrar la puerta.

Como perros.

—¿Y así quieres que confiemos en él? —Ethan se cruzó de brazos—. Ni siquiera nos incluye en sus secretitos.

—No te digo que confíes en él, confía en mí.

—Lo hago, pero a veces... —gruñó—. Olvídalo.

—Oye, ya que estamos aquí, vamos a tomar una cerveza —Angel esbozó una sonrisa.

Ethan musitó por lo bajo "Bien" a regañadientes, dejándose llevar por el fuerte agarre de Angel en sus hombros.

Pero aquel momento no duró demasiado. Disparos sonaron con estrépito, rompiendo las ventanas y atravesando la puerta, la cual fue derrumbada, dando pie a un grupo, en su mayoría hombres, vestidos con ropas negras y las caras cubiertas con mascarillas. Angel arrastró a Ethan atrás de la barra, mientras los clientes hacían lo mismo, cubriéndose bajo las mesas, algunos ya inertes en el suelo.

—Son demasiados —susurró Ethan—. No podremos con ellos.

—Esperemos aquí y cuando podamos vayamos por Yarros y Arek. Pero es verdad que no podremos salir ilesos —desplazó la mirada por el grupo que se abría paso en el lugar, escudriñando a la gente. El hombre de en medio parecía ser el líder, y si se trataba del encapuchado, debían ir a por él, pero no hoy. Sería un suicidio.

—No queremos herir a los inocentes —su voz se alzó con autoridad y al mismo tiempo sonando suave, inspirando confianza, un tono que no era típico de la hermandad—. Pero aquí hay muchas personas que sí lo harían, así que los revisaremos, y aquellos que sean inocentes, los dejaremos ir.

Traían armas, sin embargo no intimidaban a nadie con ellas. Ethan consideró nuevamente dejarle camino libre al encapuchado; dejaría que exterminen a los culpables y después seguiría él, así de fácil. Todo acabaría. ¿Pero qué había de Angel? En verdad quería ayudar a Arek, y aunque era consciente que lo hacía con el fin de volver a ver a Damian, había una pequeña posibilidad de que nada bueno saliera de eso, ¿pero quién era él para quitarle esa oportunidad? Y aún estaba Damon. Demonios. ¿Siquiera debía preocuparse por él? Quizás esos tipos lo salvarían.

—Atrás —le indicó Ethan, ladeando la cabeza. En cuclillas se arrastraron por la barra en forma en u que conducía a la puerta trasera.

Angel estiró el brazo fuera, hasta que una bala salió disparada hacia el techo.

Para cuando se detuvieron a mirar, un hombre forcejeaba con otro, tratando de arrebatarle el arma.

—¡Alto! —el líder del pelotón les apuntó.

El hombre le dio la vuelta al otro, enredando su brazo tras su espalda. El arma cayó y fue suficiente para que los rehenes salieran disparados a atacar.

Ethan no se habría arriesgado a salir a esa masacre si no fuera porque Damon estaba ahí. Angel fue tras él, cuando un hombre lo derribó. La gente empezó a correr por el lugar, se golpeaban unos a otros, el ruido de los golpes era audible en el ambiente.

Ethan miró a todas partes.

Damon.

Rostros ensangrentados

Damon

Huesos tronando.

—¡Agh!

Giró sobre sus talones a donde vino el gruñido y captó a Damon bajo el agarre de un hombre casi del mismo calibre que él. ¿Por qué todos lucían como bestias?

Ethan echó a correr. Damon le soltó un puñetazo al sujeto y le dio la vuelta a la situación, girando por el asfalto, hasta ser él quien acorralaba al otro.

Una mano tiró del brazo de Ethan, él se volvió clavando su puño en la cara de quien quiera que fuera. Se detuvo abruptamente. Cuando volvió a mirar, el hombre le apuntaba con un arma a Damon, quien levantó las manos, dándose por vencido. Respiraba con irregularidad, un mechón negro caía sobre su frente y el labio le sangraba. Ethan rodeó la escena y ensartó un codazo en el rostro del sujeto, quien soltó el fusil y cayó inconsciente al suelo. El golpe no fue lo suficientemente fuerte como para generarle una contusión, pero lo mantendría dormido un rato.

Ethan escapó antes de enfrentarse a Damon, hasta que él atrapó su muñeca. No podía huir de esto. No esta vez.

—Espera. —Su voz era pesada y agitada—. ¿Quién eres?

Ethan apretó los párpados con el corazón latiendo tan rápido que no tenía control sobre él. ¿Lo reconocería? Y si lo hacía, ¿qué le diría? ¿Se enfadaría con él, le reclamaría por haber desaparecido tantos años y dejarlo solo?, ¿siquiera le importaría? Pero más importante, ¿él aún lo amaba?

No tenía respuesta a ninguna de esas preguntas, y tampoco quería averiguarlo.

Giró, con la barbilla en el hombro y murmuró: —No importa.

Y tratando de mantener la estabilidad en su corazón, echó a correr. ¿Cómo pudo olvidar la delicadeza de voz?, ¿ la marea de sus ojos que lo hacía volverse loco? No, no quería recordar. Quería alejarlo lo más posible, no quería saber si le fue bien, sin él.

Entró al lugar nuevamente, y buscó desesperadamente a Angel. Tenía que salir de aquí.

Angel atrapó un jarrón de vidrio, vaciando su contenido y lo estrelló en la cabeza de su contrincante. El hombre parpadeó, aturdido por el impacto, iba a caerse sobre él, hasta que lo empujó a un lado. Sin embargo, antes de que Angel pudiera recuperarse, un fuerte agarre por el cuello de la camisa lo obligó a ponerse de pie, sus pies se arrastraron por el suelo cuando un hombre lo llevó consigo, finalmente para aventarlo, chocando su espalda contra la pared.

—¿Quién demonios eres? —escupió el hombre. Era el líder—. Nunca te vi por aquí. ¿Y por qué te vistes así? —frunció el ceño, echándole un vistazo rápido.

Angel torció la boca en una sonrisa burlona.

—Me gusta estar a la moda —respondió, sin perder la gracia pese a su estado malherido. Apenas podía mantenerse en pie, ¿en serio vencería a este tipo, quien parecía estar más fresco que él por las mañanas?

Pero tenía que proteger a Yarros, y ya había perdido mucho tiempo aquí. Arek iba a estar muy molesto. No, molesto sería poco, incendiaría el mundo si fuera capaz.

—Sólo mírate, ¿seguro podrás pelear?

Angel descansaba las manos en las rodillas, la sangre resbalaba por su boca y la piel brillaba de sudor. Sería tan sencillo darse por vencido ahora, justo como Ethan le dijo. Quizás si le hubiera hecho caso, no estaría en esta situación.

—Sólo necesito un momento —una sonrisa vacilante se formó en sus labios.

Movió las articulaciones de los dedos, recompuso su postura, la espalda recta haciendo tronar los huesos y preparó una posición defensiva, dispuesto a atacar a ese sujeto con todo lo que tenía, pero...

No.

Los ojos de Angel se abrieron desmesuradamente.

Tartamudeó, en busca de las palabras, pero antes de que pudiera hablar, el hombre dio un paso decidido hacia él, clavando la punta del fusil en su estómago. Angel cayó de rodillas, escupiendo saliva.

—No...no puede ser —susurró, moviendo los ojos en la sangre esparcida en el suelo. Era su sangre.

Se llevó la mano al pecho para calmar el dolor. No podía. No estaba respirando. Necesitaba aire.

Era Rogers.

Ese hombre era...

La punta del arma en su mentón le obligó a alzar la mirada.

—Parece que eres solo un niño —ladeó la cabeza. Eso le dijo la última vez.

Sus ojos se cruzaron por un instante. Él lo reconoció, o tal vez no.

Angel no podía asimilarlo. No podía...solo matarlo. Pero si no lo hacía, ¿él lo haría? ¿Sería capaz? No, no es lo que el Credo hace. No fue lo que le enseñó.

Debía sacarlo, salvarlo, decirle la verdad.

No. Sería demasiado riesgoso para él. Si la Hermandad descubre que está vivo y además alguien lo sabía, seguro vendrán por él.

—Lo siento —Angel se levantó a trompicones—. Pero debo ganar esta pelea.

♧♧♧

—¡Arek, sal de aquí! —gritó Yarros en cuanto un golpe derribó la puerta. Se levantaron tan rápido que las sillas cayeron.

Arek corrió a la ventana, los ojos del intruso lo siguieron. Yarros arremetió contra él. Lo golpeó tan fuerte y rápido que apenas pudo ver sus movimientos, sin embargo cuando creyó que lo tenía ganado, el hombre desenfundó una pistola.

—Arek... —gruñó Yarros, mirando a Arek mientras forcejeaba.

Y entonces el arma se disparó.

♧♧♧

Ethan encontró a Angel gateando, intentando sostenerse de la barra. El alboroto se había calmado, al menos podrían moverse por el lugar sin ser derribados, pues los demás estaban demasiado absortos en sus propias peleas como para fijarse en ellos.

—Maldición —Ethan llevó el brazo de Angel alrededor de sus hombros para que pudiera apoyarse.

—Y eso que sólo tomé una, eh —Angel no perdió la oportunidad para burlarse.

—Deja de bromear. Parece que te arrastraron por todo el piso.

En realidad lo hicieron, Rogers se encargó de trapear el suelo de vidrios rotos con su rostro. No terminó bien obviamente. Angel podía estar muy bien entrenado, pero por algo Rogers era el líder del escuadrón, su escuadrón. Seguro estaría tan decepcionado de él si lo viera ahora, bueno, claramente lo vio, pero ya saben a qué me refiero.

—Hay que encontrar a Yarros, ¿sabes dónde está? —preguntó Ethan, poniendo a Angel en una silla.

—No los vi desde que nos excluyeron de su conversación. ¿Seguirán en la habitación?

Ethan sonrió con ironía.

—Seguro, los creo tan cobardes como para quedarse ahí.

De pronto lograron escuchar el estruendo de un disparo. Nadie había disparado hasta ahora. Ethan y Angel intercambiaron miradas antes de salir disparados a la escena. Ethan alcanzó la perilla de la puerta, pero esta se abrió de un golpe.

Ambos retrocedieron. La cara de Arek era cubierta por sangre, demasiada en realidad, mientras sostenía una pistola. Angel buscó la herida. No era suya.

Ethan miró por encima de su hombro; el cuerpo de Yarros y otro hombre yacían en el suelo de la habitación.

No podían descifrar lo que Arek sentía, si es que sentía algo. Él había querido salvar a ese hombre, ¿pero por qué? Claro todo era un plan para evitar la extinción de la Hermandad, pero ese hombre ya no le pertenecía. Quizás Arek confiaba en él, ¿pero podía él confiar en alguien? Confiaba en ellos, se lo dijo a Angel, pero porque estaban obligados a obedecerlo, conocía sus debilidades y podría arruinarlos si así lo quisiera. ¿Entonces qué tenía de diferente con Yarros?

Ninguno discutió el asunto y llevaron a rastras el cuerpo de Yarros por la puerta trasera, pero era demasiado pesado incluso para ellos. Se detuvieron un momento a descansar. La sangre manchaba la nieve, dejarían rastro...

—Arek, hay que cargarlo —le dijo Angel, pero él no le prestaba atención. Tenía la mirada en el cielo, su piel era más pálida por la nevada.

Angel suspiró, lanzándole una mirada a Ethan para que continuaran.

—No —espetó Arek, haciendo que ambos se quedaran quietos.

Hay que ponerlo cómodo.

—No llegaremos lejos. Está muerto —el tono frío volvió a formar parte de él.

—Arek...

—¡Dije que lo dejen! —gritó Arek. Sus mejillas cobraron color. Aire frío escapaba de su boca mientras respiraba.

¿Necesitaba ser consolado? Tal vez. O quizás estaba molesto porque su plan no había resultado. La situación era incierta para Angel e Ethan.

La mirada de Arek vaciló un instante, apagando la furia que antes se había encendido en sus ojos. Podría significar un remordimiento en el fondo de Arek, pero no podían saberlo. Sería capaz de fingirlo incluso para manipularlos.

Sin embargo, aquel momento no duró demasiado, y la llama volvió a avivarse, recuperando su porte característico, el imperturbable y hermético.

—Vámonos. La policía no tardará en llegar —se dio la vuelta, caminando lejos de la escena.

Por primera vez, se encontraron con alguien de la hermandad dispuesto a ayudarlos, alguien que, a pesar de su pasado, se arrepentía, alguien que no estaba del todo corrompido, que buscaba una vida mejor que todo esto. Quizás Ethan estaba equivocado. No todos eran tan malos. Pero no significa que por ello sean mejores. Rápidamente apartó ese pensamiento.

No podían dejarse llevar por un pequeño momento de sentimentalismo. Aunque era innegable que solo se tenían el uno al otro, y si no confiaban, estaban perdidos. 

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Ehhh, los re engañé con ese título verdad jajaja. En mi defensa, no sabía qué título poner

Este capítulo tardó más de lo esperado porque pues era muy largo y ya no quiero entregarles cualquier cosa como en las historias pasadas

Si quieren que Ethan y Damon, Angel y Damian se vayan luego luego a los besos, déjenme decirles que van a requerir de mucha paciencia. En serio, estoy igual, pero hay varias cosas que desarrollar

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