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2. Despertar de la oscuridad

Nuevamente está ese dolor en su pecho, ahogado con su propia sangre que no para de escurrirse de su pecho, atascando el aire en sus pulmones. Una inhalación, dos, pero ninguna es suficiente para recuperar el aliento. Su cuerpo se desvanece y pierde la visibilidad. El corazón se encoge y se hace añicos.

De pronto, Ethan abrió los ojos de golpe, mirando a su alrededor, comprobando que solo fue un sueño.

Cada mañana, se despierta con el dolor latente en su pecho de aquella herida de bala, reavivando su propia muerte una y otra vez, así ha sido desde que despertó. Arek dice que son secuelas del trauma, un evento que no pudo asimilar debido a su apresurado cautiverio y la caída en sueño gracias a esas dosis de lúpulo que le proporcionaban. Se repite a sí mismo que en cualquier momento lo superará, pero pierde el control mientras duerme.

Se pasó las manos por la cara, sentándose en la cama para despejar sus pensamientos, y se hizo a la idea que despertó una vez más en ese horrible lugar, atrapado en un laberinto de paredes de acero, en el que no daba el Sol. Esperaba que en cualquier momento una de esas pesadillas se hiciera realidad.

Suele levantarse temprano, salir a correr unas cuantas cuadras —siempre encubierto para mantener su identidad secreta— y va al gimnasio a hacer un par de repeticiones. Después regresa a desayunar, y sin mucho ánimo, ve televisión o lee por un rato, eso si Arek no lo requiere. Puede variar en sus actividades, pero al final, siempre sigue siendo el mismo día. Desde que está ahí, su vida se ha convertido en una película que repites una y otra vez. Y en cualquier momento, termina por aburrirte.

Llegó a casa, quitándose bruscamente el paño de tela que le cubría la mitad de la cara. Si pretendía no levantar sospechas, conseguía las miradas de la gente por ser el único loco en traer esa tela a la temperatura que estaban. Dejó las llaves en la mesa, aventando también las ropas negras que traía y se metió al baño. Antes habría mirado el espejo roto a su lado, atormentado por su reflejo. Ahora, ya nada tenía importancia.

Ethan salió de la ducha, secándose el cabello. Se vistió con cualquier prenda y se dejó caer en la cama de algodón orgánico. Al menos la cama era cómoda. Mirando el techo, percibió un vestigio de luz, sombras de luz que alumbraron el acero de manera fugaz.

Encendió el televisor, con la serie grabada. En estos cinco años, la había visto al menos seis veces, todas en diferentes idiomas. Quince temporadas en italiano, francés, ruso, portugés, español y mandarín le dejaron bastante aprendizaje.

—¿Estás viendo esa serie otra vez?

Ethan no tuvo que voltear para saber que se trataba de Angel; conocía perfectamente el sonido de sus pasos sobre el mármol y la tranquilidad de su respiración, era incluso aterrador todo lo que sabía, pero es lo que pasa cuando vives únicamente con una persona y desarrollas tus sentidos. Angel entró al cuarto, dejando su chaqueta en el perchero

—Podrías decirle a Arek que al menos nos ponga internet —Ethan optaba por referirse a él casualmente, pues en la hermandad cuando se le llama a alguien por su apellido, es señal de respeto.

—Él cree que es peligroso —respondió Angel, provocando una sonrisa irónica en el rostro de Ethan.

—¿Para él, o para nosotros?

Angel guardó silencio por un instante. No podría defender lo indefendible, y mientras Arek continuara haciendo de las suyas, sería imposible que Ethan cambiara su percepción de él. Pero él no lo conoció, al menos no como Angel lo hizo, nunca vio al niño ingenuo y desapegado de una infancia. Para Ethan solo existía el monstruo, para Angel, alguien a quien su destino fue marcado desde antes de su nacimiento por generaciones atrás.

Angel se sentó en el pie de la cama, buscando un acercamiento más íntimo al corazón de Ethan, uno que no había conseguido tocar durante años. Trataba de hacerle ver las cosas buenas que aún le esperaban afuera, pero Ethan se negaba a verlas, manteniendo su postura aguda y mordaz, ajena a los sentimientos.

—De cualquier forma, si nos dejara ir, ¿a dónde irías? —preguntó.

Ethan se encogió de hombros, sin despegar la vista de la pantalla.

—A cualquier parte. Quizás ahora me moriría en serio —murmuró. Su tono fue áspero y peligroso, doloroso.

—¿No volverías con tu familia? Con...

—Nadie está esperándome —interrumpió—. Y no, no lo haría. Quedó en el pasado.

Al principio, Angel creía que Ethan mentía, que trataba de mantenerse al margen de la situación y dejar los sentimentalismos a un lado para la verdadera pelea, pero Ethan había dejado de luchar consigo mismo hace mucho, con lo que sentía. Consiguió erradicar al Ethan del pasado, al niño perdido que buscaba un hogar y que se sintió en casa cuando conoció al chico de ojos azules. Nadie salvó a ese niño, como a muchos otros, y aquella imagen no era más que un recuerdo, uno que no se sentía parte de él.

—Bien. Entonces te propongo algo —declaró Angel, poniéndose de pie. Ethan frunció el ceño sin entender—. Ayudemos a Arek con sus planes y salgamos de aquí.

Ethan quiso reírse, pero habría sido una burla para Angel. No podía culparlo por tener esperanzas, después de todo, creció con el credo, así que no conocía la maldad de la hermandad.

—Por favor, hemos matado por él durante años, ¿en serio aun crees que nos dejará ir?

—Te equivocas —Angel afirmó su postura. Realmente estaba convencido de que podían confiar en ese demente. Ethan lo miró incrédulo—. Estamos aquí porque si descubren que estamos vivos nos perseguirán por todas partes.

—Dios, a veces olvido que eres menor que yo —Ethan se tocó el puente de la nariz—. Escucha Angel, él no es tu amigo, y mucho menos quiere ayudarte. Pero te hace ver que es así para no perderte.

—¿Y qué hay de ti? —exclamó, sintiéndose extrañamente herido—. Él sabe que no tiene ningún control sobre ti.

—Sí tiene uno —respondió, dándole la espalda—. Pero aunque quisiera manipularme, no se lo permitiría. Simplemente no lo usa porque sabe que sin importar lo que diga haré lo que yo quiera.

—De cualquier forma, no tenemos otra opción —explicó Angel. Se rindió ante la idea de que huir sería un buen método de persuasión, Ethan no estaba interesado. Tenía que conseguir a toda costa aunque sea un pequeño vestigio de esperanza en él—. Escucha, si él cree que estamos de su lado, podremos distraerlo y huiremos.

Huir. ¿Cuántas veces había escuchado esa palabra?

Ethan no trataba de entenderlo, pero lo entendía, era alguien que quería volver a su hogar, con quienes amaba, y a veces estaba tan cansado como para llevarle la contra, y era innegable que apreciaba a ese niño, con todo y sus ilusiones e ideas estúpidas, pero si no lo ayudaba a seguir soñando, ¿qué más haría?

—Está bien. Lo haré.

Una sonrisa se dibujó en los labios de Angel, suave y pausada.

—Pero con una condición —aclaró—. No pienso ser su perro faldero esta vez.

—Eso es... —su boca se arqueó.

—Promételo.

—Está bien. Si te trata de esa manera, yo mismo lo golpearé.

Una pequeña sonrisa se tiño en los labios de Ethan. En algún lugar recóndito de su corazón, en el que no se atrevía a buscar, aún recordaba a su pequeña hermana, y la paz de esa sonrisa inocente.

♧♧♧

—Para ser multimillonario, no parece que tuvieras mucho presupuesto para esto —comentó Angel, mirando el cuartel; una pequeña lámpara apenas alumbraba el centro, donde se encontraba una mesa de centro redonda y la luz no llegaba a los rincones. En realidad, la decoración no era de lo más llamativa. Arek prefería mantener un perfil bajo y tener un lugar que pudiera destruir fácilmente si lo descubrían. Los planes hasta ahora los habían hecho en el túnel de su oficina, pero no siempre podrían esconderse ahí, necesitaban otro lugar donde almacenar la evidencia.

—Por el momento nos esconderemos aquí —respondió—. Mañana tengo que ir a otro lado, por lo que no podré ayudarles, así que les dejaré toda la documentación —tomó los papeles esparcidos en la mesa, uniéndolos en una sola pila.

Ethan sabía perfectamente lo que sucedía, pero su actitud condescendiente que daba por hecho que lo obedecerían solo porque sí, lo exasperaba, como si se mereciera su servicio simplemente por salvarlos, aunque para para él fuera una condena más que una salvación.

—¿No hablas? —inquirió Arek, mirando a Ethan. Pudo sentir su penetrante mirada clavada en su espalda.

—¿Mi opinión importa? —respondió.

Ethan estaba cansado de protestar, y el silencio era su mejor respuesta.

Arek se enderezó, afirmando su postura.

—He seguido sus pasos. Los lugares de los crímenes tienen lugar en sitios diferentes, algunos demasiado lejos de otros como para que pueda llegar tan rápido.

—¿Dices que podría tratarse de varias personas? —preguntó Angel, cruzándose de brazos, marcando los bíceps en su pecho.

—Eso, o es demasiado listo que inventó una máquina de teletransportación —comentó Ethan sin intención de burlarse de Angel, pero le gustaba irritar a Arek, quien pasó por alto su comentario.

—Pero si es así, no tendría sentido —continuó Angel—. Todas las muertes parecen tener el mismo toque.

El entrecejo de Arek se arrugó ligeramente.

—Eso no importa ahora. Si logramos capturar al menos a uno, lo haremos hablar.

—¿Y cómo sabremos dónde encontrarlo? —preguntó Angel.

—Él dejó una carta en el saco de mi hermano cuando lo asesinaron —contó, razón suficiente para que ambos lo miraran—. Creo que esperaba deshacerse de mí primero. Gracias a Vladis pude rastrear su aroma.

Ethan frunció el ceño.

—¿Quién es Vladis? —preguntó.

—Su perro —Angel respondió por él. Genial, el idiota tenía un perro. Como si él no fuera lo suficientemente animal.

—Los sabuesos son buenos para olfatear, y las huellas también cuentan como evidencia. Quizás nosotros no podemos verlas, pero ellos pueden seguirlas.

Angel giró a ver Ethan, quien le correspondió la mirada y exhaló profundamente antes de responder.

—Bien. Dinos qué hacer.

♧♧♧

La oscuridad envolvía la azotea, apenas iluminada por la pálida luz de la luna que se filtraba entre las nubes. Los pensamientos de Angel vagaban como los ruidos urbanos de la ciudad, parado al borde del edificio.

Ethan estaba a su lado, silencioso como siempre. Su presencia era un recordatorio constante de las consecuencias de sus acciones.

Se volvió hacia él, buscando alguna respuesta en sus ojos tranquilos. Pero solo encontró más preguntas, más dudas que lo consumían desde adentro. No sabía si era lo correcto, o siquiera si saldrían vivos para contarlo, pero pondría su vida en las manos de Ethan, como alguna vez lo hizo, y la vida de él estaría en las suyas, así que debía mostrarle que podía confiar en él.

—Hay algo que no te he dicho. —Angel interrumpió el silencio. Una sombra cubrió su rostro avergonzado. Esperaba que Ethan no pudiera apreciar ese detalle—. Pero Arek y yo... —se lamió los labios sin saber cómo seguir—. La razón por la que me cuesta tanto decirle que no, es porque antes solíamos ser amigos. Pero fue hace mucho, ya...ya no creo siquiera que esa haya sido una verdadera amistad. Yo era muy pequeño e ingenuo, y él era la única persona con la que había hablado aparte de mi madre y mi hermano. Pensé que nos entendíamos porque éramos solitarios. Y ahora ya lo entiendo todo, créeme que sí. Sé que no tiene buenas intenciones, y por supuesto que estoy de tu lado, porque confío en ti.

Ya había dicho demasiado, y podría haber dicho más si no fuera porque tuvo que detenerse a recuperar el aliento. Un incómodo silencio se instaló en el ambiente y creyó ser incapaz de mirar a Ethan, pero tenía que enfrentarlo. Seguramente ahora creía que era la peor persona e igual de repugnante que Arek. Era de esperarse que prefiriera retirarse del plan, antes que tener que trabajar con ambos.

—Ya lo sabía —mencionó.

Los ojos de Angel se abrieron, grandes y asombrados. Cuando giró a ver a Ethan, este tenía una expresión seria en su rostro, las luces de la ciudad le daban un brillo especial a su mirada apagada. Lo miró de soslayo y sonrió sutilmente, como esas pequeñas y sinceras sonrisas que solo Ethan sabía dar; lo único sincero en este mundo regido por mentiras.

—¿Qué? Espera, ¿cómo?

Ethan se inclinó hacia enfrente. Le resultó tierna la ingenuidad de Angel.

—Claramente no tenía idea de qué tipo de relación tenía, pero me di cuenta cuando sugerí que lo matáramos y te negaste.

Una mueca de horror se dibujó en el rostro de Angel.

—Oye, no te juzgo. Alguna vez también me involucré con alguien altamente cuestionable.

—¿Eran amigos?

—No. Nos odiábamos —sus ojos se arrugaron de júbilo—. O al menos yo lo odiaba. Por eso lo besé para romper la tensión.

—¿Eso es una sugerencia? —Angel se quedó pasmado. No se imaginaba besando a nadie que no fuera Damian. Quizás antes lo habría hecho, pero estaba seguro que después de estar con él, no querría compartir ese contacto con nadie más.

—Espero que no, sería desagradable.

Era mentira. Incluso Ethan que lo odiaba, no podía negar el evidente atractivo de Arek, como ese cabello rubio pálido y cómo le caía en la frente, manteniendo el misterio en su mirada gélida y gris. Pero seguro sería como besar a una víbora, una muy corrosiva y venenosa, capaz de chuparte el alma.

Angel soltó una risotada, sonando lo bastante fuerte en el silencio nocturno.

—Gracias —encogió un hombro—. Sé que no tienes otra opción, y además lo odias, pero aprecio lo que haces.

—No puedo vivir enojado contigo —dijo—. Literalmente eres lo más cercano que tengo al contacto humano. Y Arek no cuenta —aclaró antes de que Angel pudiera intervenir. Sacudió los hombros, teniendo un escalofrío—. Él no es humano.

—Quizás. Pero alguna vez lo fue.

Mientras tanto, en alguna parte del cuartel, Arek contemplaba los archivos del caso, rechinando los dientes a labios apretados, sintiendo una fuerte corriente recorrer sus venas, subiendo por su cuello, marcando las venas en la piel pálida y llegando hasta encenderse en su rostro. Levantó la mirada. Sus ojos eran de un envolvente azul eléctrico brillando en desafío. El aura que emanaba era tan oscura como peligrosa, tan podrida como su alma, dispuesta a arrasar con todo a su paso con tal de cumplir su objetivo, sin importar a quién tuviera que utilizar en el camino. 

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Yyyy? Qué creen? No se me desesperen que ya aparecerán a quienes quieren ver

Si me siguen en ig sabrán cómo me he sentido, no voy a abandonar la historia aunque a veces lo he pensando, pero ya saben, el síndrome del impostor que nos pasa 😭

En fin, me gustaría saber si les ha gustado la historia hasta ahorita, porque luego me dejan hablando sola ah. Voy a matar a Ethan otra vez eh.

Nah, no cierto. O sí? 😶

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