19. Tratos y nuevos comienzos
A Arek siempre le gustó la soledad, era a lo que estaba acostumbrado, a formar parte de la sombras como una presencia acechante en la vida de los demás. Pensó que en realidad nunca nadie se había interesado por su vida. Su padre siempre estaba tras él como un recordatorio constante de su deber, puesto que las acciones de Stefan siempre fueron las suyas, sin tener la oportunidad de tener sus propios errores y aciertos. A nadie le interesaba Arek Basset, el segundogénito que asesinaba en silencio, la mano derecha de su futuro líder y el limpia desastres, el que seguía a su hermano a todas partes, el que debía actuar como Stefan lo haría, pensar como él lo haría, predecir sus gestos, anticipar sus acciones, sólo un simple acompañante.
Arek se condujo por el asfalto inestable, ganándose miradas de resentimiento al pasar. Mujeres y hombres recogían sus pertenencias, buscando entre los escombros. El aire estaba cubierto por una neblina espesa y opaca, consecuencia del fuego. Más cerca de la residencia principal, ubicó de espaldas a Niko, quien traía una camiseta de manga corta, marcándole los músculos de la espalda.
Esperó a que terminara la conversación con el hombre que le explicaba algo mientras le mostraba un plano. Al notarlo el hombre tartamudeó, tiñendo terror en sus ojos. Niko miró atrás, para pasarlo por alto e ignorarlo, poniendo nuevamente su atención en los papeles. El hombre se esforzó por continuar explicando, pero preso del miedo, no coordinaba correctamente las palabras.
Niko exasperado, exhaló profundamente, volviéndose a él.
—¿Hay alguna razón por la que tengas la osadía de venir aquí luego de lo que hiciste?
—Muchas, en realidad.
Niko sonrió sin gracia.
—Tu actitud de mocoso condescendiente empieza a cansarme, así que será mejor que te vayas por tu cuenta, antes de que me desquite contigo.
—No me importa. Hazlo —respondió.
—¿No sabes aceptar un no, cierto?
—A no ser que yo lo diga, no.
Niko se tocó el puente de la nariz. El hombre había comenzado a alejarse antes de quedar en medio de una pelea que nadie podría detener.
—Tienes suerte de que nadie muriera, o sino ya no estarías aquí.
—Bien, entonces volvamos al cuartel.
Niko soltó una risa seca.
—No. Estoy harto. No me importa qué hagas o lo que digas. Y si te molesta que sea una amenaza, bien, no voy a molestarte más, ya no intentaré hacerte daño. Sólo lárgate de aquí y déjame reconstruir mi vida. Estoy dispuesto a olvidar todo lo que hiciste, a dejarte ir sin un rasguño, pero por el amor de Dios, sal de mi vida.
Arek miró el establo por un instante, y volviendo a él, dijo:
—No me importaría tener un par de rasguños.
Niko se quedó sin palabras por un momento. ¿Era su forma de disculparse? Imposible.
—¿Y qué ganas con eso?
No podía decirle que en realidad necesitaba su ayuda, ya que Angel había decidido que estaba mejor sin él, y Ethan en esa posición era más inútil que él cuando aprendió a caminar.
—Voy a ayudarte —dijo—. Enviaré gente para que reconstruyan.
Niko chasqueó la lengua, negando con la cabeza.
—La última vez que intentaste ayudar mira lo que pasó.
—No puedes ir a la guerra sin esperar que nadie salga herido —contraatacó.
—Entonces ahora es mi culpa —contempló por un instante sus palabras antes de lamerse los labios—. Tienes razón. Fue mi culpa por no haber terminado contigo o con tu familia en cuanto pude.
—Stefan está muerto, ¿y qué cambió? ¿El mundo es un lugar mejor? ¿Quieres culparme por la muerte de tus padres? Adelante. ¿Por la destrucción de este lugar? Bien. Pero no me culpes por tus tontos sentimientos. Yo no pisotee tu corazón.
Niko mantuvo la frente en alto a pesar de que un brillo cruzó su mirada por un momento.
—¿Así es como intentas persuadirme? Porque no creo que esté funcionando.
—Estoy...haciendo mi mejor esfuerzo —Arek gruñó.
Una sonrisa se formó en los labios de Niko.
—Al menos es gracioso verte intentarlo.
—¿Eso es un sí? —lo miró con intensidad, como si estuviera muriendo por dentro.
—¿Sabes una cosa? A veces pedir perdón no es suficiente. Tienes que ganártelo.
Arek mostró los dientes en una mueca.
—Sé claro —espetó.
—Digo que si quieres mi ayuda, tendrás que ayudarme, pero con tus propias manos.
Arek frunció el ceño.
—Espero que seas un buen burro de carga.
Arek iba a protestar cuando no pudo tolerar más la presencia tras él que le empujaba la pierna.
—¿Qué quieres? —Arek se dio la vuelta harto sin poder contener su asombro al ver al perrito que acariciaba su cabeza contra su pierna—. Es...
—Sí —Niko afirmó lo que suponía—. Tiene catorce años. Parece que aún te recuerda.
Arek se agachó sin importarle ensuciarse y acarició el pelaje rubio y encanecido de Beberly, quien le daba lengüetazos ensimismada.
Niko no entendía cómo el chico que adoraba a aquel perro pudo ser el mismo que asesinó a esas gallinas.
—Me la llevaré —Arek se reincorporó.
—¿Qué? No puedes hacerlo. La señora Strabouls aún vive.
—No importa. Se la compraré. A Vladis le encantará.
Niko frunció el ceño.
—¿Vladis?
Arek lo miró con exasperación.
—¿Mi perro?
Claro. ¿Cómo iba a saber que el idiota tenía un perro?
—De todas formas, no creo que la señora Strabouls esté de acuerdo.
—Aquí apenas si comen. Sólo mírala. Le haré un favor.
—Los seres vivos no son simplemente cosas que puedes comprar.
—No muchos animales tienen la opción de elegir dónde vivir. Lo mismo con los humanos.
Niko abrió la boca, y la cerró al instante. Maldición, ¿por qué él no pensó en eso?
—Siempre tienes algo qué refutar, ¿eh?
Compartieron una leve sonrisa cuando unos pasos rápidos y decididos removieron la tierra del asfalto.
—Niko —llamó Sandra con voz férrea. Tenía el pelo negro suelto y una blusa entallada del mismo color, dejando a la vista la quemadura que se extendía a lo largo de su brazo. Detuvo el paso un momento, dejando suficiente espacio entre ella y ellos para tomar impulso y clavarle un puñetazo a Arek, quien lo esquivó con facilidad.
Niko no tenía idea idea si Arek golpeaba chicas, pero por su expresión de ofensa, prefería no averiguarlo.
—¿Qué fue eso? —preguntó Niko, poniéndose frente a ella.
—Eso mismo debería preguntarte. ¿Qué hace él aquí? —bramó.
—Vino a ayudar.
—Dudo que su familia nos haya ayudado alguna vez. Ahora quítate. No me iré de aquí hasta darle al menos un golpe.
Niko atrapó su puño en su siguiente movimiento.
—Ya le di una paliza, creéme. Y no sería justo golpear a alguien que no puede defenderse —le echó un vistazo a Arek, quien parecía decirle "¿Quieres ponerme a prueba?"—. Si hace algo que no deba solo dilo, y yo mismo lo golpearé.
Arek alzó una ceja.
—¿Desde cuándo tienes ese derecho?
—Cállate.
¿Lo había callado? Bien. No podía ponerse muy exigente en la situación que estaba.
—Bueno, y si dices que está aquí para ayudar, ¿por qué no va con la señora Strabouls y recoge las maderas de su casa derrumbada? —reclamó como si fuera culpa suya. Sí que lo era, pero no había sido su intención. Optó por mantener el silencio, eso siempre le había resultado bien, y caminó a la casa de al lado sin vacilación. Estaba acostumbrado a seguir órdenes, claro no de una persona cualquiera, pero no podía quejarse mucho. Debía fingir un poco de simpatía por la situación de Niko por un rato, y tan pronto como pudiera lo tomaría y se lo llevaría muy lejos antes de volver a pisar este lugar.
—Eres muy ruda con él —comentó Niko, y después le dedicó una sonrisa cómplice, que acompañaron con un choque de manos.
—Sigo sin entender qué quiere de ti.
—Cree que puede ponerme de su lado.
Sandra rio.
—Debe ser idiota entonces.
Niko volvió a sonreír.
—Lo es.
♧♧♧
Ethan dejó escapar un suspiro en cuanto cerró la puerta, pegando la espalda en la madera. Se pasó las manos por la cara, retirando el maquillaje para intentar ocultar sus heridas. Damon no lo habría dejado ir de otro modo si sabía que mentía. Esculcó en su bolsillo, rozando el trozo de papel con las yemas. Aferró los dedos a la fotografía. Él mismo se había encargado de destruir ese recuerdo, con las mismas manos que cometieron crímenes atroces en el pasado, las mismas manos manchadas de sangre.
—¿Eres nuevo? Nunca te había visto.
Aquella voz lo sobresaltó. Buscó en la habitación sin dar con nadie, cuando una figura salió de la oscuridad. Era más pequeño de lo que imaginaba, y al ver sus ojos, pudo ver a Arek en él.
—Eres el hermano de Arek...
El pequeño frunció el ceño.
—¿Por qué me conoces y yo a ti no? —enarcó una ceja.
Ethan recompuso su postura. No podía decirle que odiaba a su hermano, y había pensando en un sinfín de diferentes formas de matarlo.
—Soy compañero de Arek —respondió.
Alisster se tocó el mentón, rebuscando en sus recuerdos.
—Conozco a su pelotón, pero no te recuerdo.
Ethan sonrió comprensivo. Era como un pequeño Arek, pero sin los cuernos.
—Nuestras circunstancias son distintas. Lo conocí cuando era niño.
El pequeño puso una expresión lastimera, como si entendiera lo que significaba.
—Ya entiendo ... .Así que eres uno de ellos.
—¿De ellos? —Ethan frunció el ceño.
—Los niños que mi papá secuestra. Saquea sus casas, y los aparta de su familia.
Ethan se quedó inmóvil. Era muy pequeño para tener que afrontar esa realidad, pero era un Basset después de todo. Probablemente algún día se convertiría en el hombre que era su padre. Decidido a ignorar ese hecho, se acercó y preguntó:
—Dime, ¿cómo te llamas?
Ahí estaba ese ceño fruncido otra vez.
—¿Cómo sé que eres de fiar?
—No lo sé. ¿Cómo puedo probarlo?
El pequeño se cruzó de brazos.
—¿Quién es el de la foto? —señaló el trozo arrugado en su mano. Ethan no se dio cuenta que se aferraba a él hasta ahora—. Parece ser importante.
Ethan tenía problemas al hablar sobre sus sentimientos, pero él era un niño, uno muy agradable, que casi olvida que es un Basset.
—Es mi novio —dijo—. Bueno, al menos lo era.
—¿Y qué le pasó?
—Le rompí el corazón.
Alisster escudriñó la decadencia en el humor de Ethan.
—El tuyo también está roto...
Ethan cruzó mirada con él. Luego, le arrancó una pequeña sonrisa aquel comentario inocente y a la vez hiriente. Por un momento pensó en Ellie.
—Y dime qué haces aquí. Pensé que era mi habitación.
Lestrange decidió que de ahora en adelante se quedaría con ellos en la casa, así se aseguraría que no escapara de sus garras. Y que por el contrario, si lo intentaba, no dudaría en desgarrarle hasta el corazón. Podía romper el corazón de Damon, sí, pero prefería eso a verlo muerto.
—El personal acomodó este cuarto, así que me preguntaba por qué. ¿Vas a vivir con nosotros?
Ethan asintió.
—Genial. No recibimos demasiadas visitas. Soy Alisster, por cierto.
—Ethan —le devolvió el saludo. Era alguien muy amable para ser un Basset. ¿Arek siquiera alguna vez fue una pizca de lo que él era?
De pronto, Alisster se apartó sorprendido y corrió al mueble de la esquina.
—Estás herido —dijo, esculcando en los cajones—. Si vas a estar aquí, necesitarás mucho de esto.
Ethan lo siguió, mirando el cajón atiborrado de utensilios farmacéuticos.
—Todos tenemos uno. Suelo curar las heridas de Arek cuando se lastima, aunque siempre trata de ocultarlas.
El niño roció alcohol en un algodón y se lo acercó a la mejilla. Ethan cerró el ojo al sentir el ardor. Tan pronto como Lestrange lo liberó, fue a buscar a Damon, que no pensó en el dolor. La única razón por la que había regresado es que a diferencia de antes, esta vez le colocaron un rastreador en el brazo. Sabía lo que le convenía, y huir definitivamente no era una opción.
Alisster repasó en todas sus heridas; el moretón en el pómulo que empezaba a cobrar un tono morado y las múltiples cortadas en los brazos y el cuerpo, aunque estas últimas no se las dejó ver. No necesitaba horrorizar a un niño, sin importar que estuviera familiarizado por lo que veía en su hermano.
Intentó mantener la distancia con aquel niño, pero cualquier pequeño siempre le recordaría a Ellie sin importar qué tanto creciera.
♧♧♧
—Lo estás haciendo mal.
Arek se limpió el sudor de la frente. Era la cuarta vez en el día que Niko le llamaba la atención. Siguió sus pasos al pie de la letra, y aun así, nada parecía tenerlo contento. Comenzaba a pensar si en verdad era malo para la agricultura, o Niko lo obligaría a quedar tan mal hasta arrastrarse por el fango.
—¿Por qué no te quitas esa ropa? Sólo mírate. Estamos a veintitrés grados y pareces un camarón en caldo —le reclamó.
Arek le lanzó una mirada molesta, desenterrando el rabo de la zanahoria.
—No entiendo por qué hago esto. Pude ayudar con la carpintería.
Niko dejó escapar una risa, colocándose de cuclillas a lado suyo.
—Bromeas. No dudo que seas bueno para usar un martillo, pero no en una madera.
—No es muy diferente —murmuró—. Son flancos.
Niko estrechó los ojos. Probablemente ese comentario había estado de más, pero era normal para él. Creció con pláticas de asesinatos durante la comida.
—Muy bien, deja eso —Niko hizo un ademán con la mano, tomando la charola con las zanahorias—. Esas son todas por hoy —se levantó, caminando en dirección a su casa. Arek lo siguió sin entender. Tenía los zapatos manchados de tierra que tuvo que sacudirlos antes de entrar.
Niko dejó la bandeja en la barra de la cocina, y Arek la exploró. No la había admirado hasta ahora, era más espaciosa de lo que recordaba; la cocineta se extendía en forma de L, al frente con una ventana que daba al patio trasero, y en el medio se ubicaba una gran mesa de madera. Todo se veía bastante viejo, Arek se preguntó por qué no lo había reemplazado luego del incendio.
—Es linda, ¿no es así? —preguntó Niko mientras lavaba las verduras en el fregadero, sintiendo los profundos ojos de Arek en su espalda.
—La madera es vieja y frágil, podría caerte encima.
—¿Y el problema?
Arek caminó, mirando más de cerca las verduras extendidas en la barra. Tomó una papa y el cuchillo. Niko lo miró con una ceja arqueada.
—¿Qué estás haciendo?
—No comeré nada cocinado por ti —mencionó, picando la papa en trozos.
—Parece que sí sabes usar el cuchillo de otra forma.
Estaba por decir uno de sus comentarios incómodos y extraños que perturbaban a las personas, pero se tragó sus palabras. Por otro lado, Niko no se negó, debía cocinar para la gente del pueblo, así que por un momento, dejaría su orgullo de lado y haría esto con Arek, de quién no pensaba que tuviera tales dones. Se ahorró los elogios, seguía siendo el mismo imbécil que lo obligó a seguirlo, pero no podía negar su potencial pese a ciertos detalles que se le escapaban. Niko aprendió a cocinar gracias a sus padres, pues eran de los que pensaban que ya fuera mujer u hombre, debía conocer de todo un poco, así siempre estaría un paso más adelante y podría con cualquiera que lo pusiera a prueba. Se encargaba de las labores de la casa, el mantenimiento, así como el cuidado de los animales, la cosecha y el riego. Pero Arek...¿quién le había enseñado?
Al caer la noche, los habitantes del pueblo se reunieron en la casa. Estar entre tanta gente lo incomodó, por lo que buscó con rapidez la salida, sentándose en uno de los escalones del porche. En este sitio las estrellas eran más brillantes y claras en el vasto cielo, haciéndole compañía a la luna. Beverly se acercó a hacerle compañía que él recibió con gusto, y también la inesperada presencia de alguien más. Los escalones crujieron ante los pasos pesados.
—Más vale que la sueltes antes de irte —Niko se sentó con una pierna más abierta que otra.
—Tal vez no está tan mal en este lugar —dijo, acunando la cara de Beverly en sus manos, quien movía la cola con emoción—. Pero si sucede algo, dímelo, y vendré por ella.
Niko estrechó los ojos. Era él, el mismo niño que tomó a la gallina con sumo cuidado y un atisbo de nervios, pero también el mismo que las asesinó a todas sin piedad.
Abrió la boca cuando las pisadas apresuradas de un pequeño le ganaron la palabra.
—Arek, ¿ya te vas? —Leo era el nombre del pequeño que le agradeció por las medicinas para su madre. Lo miraba con los ojos engrandecidos, verdes y brillantes. Arek respondió con una expresión confusa, sin entender por qué alguien le hablaba con tanta cercanía—. Si no tienes a donde ir, le diré a mamá si puedes quedarte con nosotros.
Niko atrapó el brazo del pequeño antes de que echara a correr.
—Ey, Leo. Arek tiene una casa, de hecho demasiado grande —mencionó, por no decir que le desagradaba a horrores la idea de que Arek durmiera bajo el mismo techo que una mujer viuda y un niño que apenas comprendía la situación.
La emoción en el rostro de Leo cayó como un telón.
—Pero Niko...ya es tarde.
—Sí, y tú deberías estar durmiendo. Más vale que vayas ahora o le diré a tu madre que te escapaste para venir aquí.
Leo apretó los labios. Conocía a la señora Lindsay desde que era un niño, cuando recientemente se había casado con uno de los mineros, quien murió en el desastre de aquel día. La pobre había pasado por lo mismo dos veces, no podía permitirse que hirieran a su hijo también, y juntarse con Arek no le traería nada bueno.
—Sé que puedo convencerla. Vamos, Niko, ¿y si me acompañas? Mira, Beverly tampoco quiere que se vaya —rio, señalando a la perra traidora que se le restregaba en el cuerpo como si su aroma fuera lo más asombroso. Es increíble que hasta el perro estuviera jugando en su contra.
—Okey, mira. No creo que a tu madre le parezca dejar entrar a su casa a un desconocido, además será muy repentino y probablemente no tenga el sitio adecuado, así que...Arek se quedará en mi casa, ¿sí?
Los ojos de Leo se iluminaron. Dios, en la mañana se odiaría por esta decisión. Corrección, ya empezaba a lamentarse.
—¿De veras? Eres genial, Niko —se lanzó a sus brazos en un gesto rápido y se fue corriendo mientras sacudía la mano—. ¡Nos vemos mañana Arek!
Niko observó a Leo alejarse con una mirada contemplativa.
—¿Por qué lo hiciste? —Arek siseó.
—A ese niño le das esperanzas —respondió, sin despegar la mirada del frente—. No seré yo quien se las arrebate. Así que más te vale cuidar lo que dices o haces.
—Dar esperanzas no es lo mío.
—Pues tendrás que intentarlo, o te romperé la nariz.
♧♧♧
Angel buscó tras los pasos de Rogers a alguien en quien pudiera confiar. La última vez que se vieron le propinó una buena paliza, no sabía cómo acercarse sin salir lastimado. ¿Cómo le explicaría al hombre que le enseñó a seguir el buen camino del Credo, que se había desviado y caído en las redes de la Hermandad? Era un traidor, pero, para Rogers era algo más; el niño que él presentó como prometedor, no había sido más que un juguete de los Basset. No dudaba que le haya alegrado su muerte.
Tecleó un número en la pantalla con los dedos temblorosos. Era su número, lo recordaba tan bien porque, una vez le dijo que de necesitar algo, él siempre estaría ahí sin importar que ya no formara parte del Credo. Siempre sería su compañero.
Se llevó el teléfono a la oreja mientras se mordía el labio por defraudar a ese compañero. Sonó cuatro veces cuando atendió.
—¿Hola?
La garganta se le cerró.
—¿Hola? —un suspiro—. Hopkins, si eres tú, más vale que no sea otra de tus bromas. Estoy trabajando.
—No—susurró, quedando el silencio en la línea.
—¿Quién habla? —demandó Rogers.
—Angel... —respondió en un hilo de voz, pero no obtuvo respuesta. Probablemente Rogers ya estaba avisándole al credo y no tardarían demasiado en llegar por él.
—No bromees, niño. Angel está muerto —empezaba a escucharse molesto, ¿pero por qué? ¿Por la pérdida de su compañero? No, tal vez por su traición.
—Hablo en serio —siguió con la voz baja—. Soy Angel. Nos conocimos en un callejón, cuando me acorralaste por conocer a Arek y te pedí que me llevaras contigo. Al principio el Credo no estaba seguro de involucrarme, pero tú confiaste en mí, les dijiste que no los decepcionaría. Y lo hice, yo... —tragó—. También pensaba que estaba muerto, pero Arek me salvó, y sé que no le debo nada por eso pero...No puedo evitarlo, soy un idiota.
Rogers endureció el tono.
—Sí, lo eres. Pero lo lamentas, es lo importante.
Angel se quedó sin palabras.
—¿No estás...
—¿Dónde estás? —preguntó, desvaneciendo sus dudas.
—¿No le dirás a nadie?
Rogers exhaló.
—Niño, no puedo ayudarte si no me dices dónde estás.
—Lo haré, pero tengo que estar seguro de que no dirás nada hasta que yo lo haga.
Rogers soltó una risotada.
—¿Desde cuándo me condicionas? ¿Quién te enseñó eso?
—Creo que he cambiado —sonrió un poco—. Por favor —repitió.
Rogers guardó silencio antes de responder.
—Dime qué quieres entonces.
—Necesito que me ayudes a rescatar a alguien. A cambio...les serviré como carnada para atraer a Lestrange.
♧♧♧
Cuando despertó, Arek se sintió extremadamente molesto por la luz. No acostumbraba a abrir las cortinas a no ser que fuera necesario, y mayormente lo hacía cuando no estaba en casa. En aquel cuarto desgastado y poco cuidado, ni siquiera había cortinas. Desdeñó la habitación, poniéndose los zapatos, y salió del cuarto sin molestarse en arreglarse. Dudaba que alguien aquí además de Niko intentara atacarlo, pero más valía ser precavido. Distinguió unas voces a la distancia, no logró reconocerlas hasta que llegó al final de la escalera.
—No puedo creer que lo dejaras quedarse. Es un fastidio —rechistó una mujer, cuya voz no reconoció.
—Ya sé, pero Leo fue muy insistente —ese era Niko.
—Y tú...¿simplemente aceptaste?
Su visión periférica le permitió ver que con quien hablaba se trataba de la chica que antes había intentado golpearlo.
—Leo estaba emocionado. Debiste verlo. No lo veía así desde que su padre murió.
—Imaginé que dirías algo así —bufó—. Eres el único dispuesto a tolerar a las personas que te hicieron daño con tal de ayudar a los tuyos.
Antes de escuchar lo que Niko respondería, Arek bajó el último escalón, atrapando a Niko con una tostada a medio comer y Sandra con una rebanada de pan en la mano y un cuchillo en la otra.
—Es una pena, despertaste —Niko lo miró de pies a cabeza con aburrimiento—. Hubiera sido lindo que sufrieras un paro cardiaco.
Arek lo ignoró. Empezaba a acostumbrarse a los comentarios malsonantes de Niko.
—Vamos, come algo —lo instó Sandra—. Porque...Sí comes, ¿no? ¿O te tomas muy en serio eso de no sentir nada?
—Así estoy bien —siguió el camino a la puerta hasta que Niko atrapó su hombro.
—Ey, hoy haremos cargamento. Será mejor que comas algo.
Arek se soltó con desdén. Estaba acostumbrado a lo que la gente decía de él, pero no dejaba de ser molesto. A veces desearía cortarles la lengua y cerrarles la boca, pero su buena postura se lo impedía.
—Me adelantaré.
Sin demasiada complicación, Niko lo soltó. No era su padre para obligarlo a comer. A diferencia de que este, en realidad le había enseñado a acallar el hambre.
En el establo, Arek contempló a los caballos, y cuando nadie veía, le acarició la crin castaña a uno de ellos. El animal enterró su mirada oscura en su visitante, navegando en el profundo abismo de sus ojos gélidos, como una forma de comunicarse el uno con el otro.
—No te acerques demasiado —advirtió Niko, rompiendo el contacto—. Ataca
Arek frunció el ceño.
—No el caballo. Tú.
Arek apartó la mirada con impaciencia. Si Niko buscaba molestarlo, lo estaba consiguiendo. Notando que logró su cometido, Niko se acercó a acariciar al caballo.
—Se llama Gia. Mi madre era italiana —explicó, percibiendo la curiosidad de Arek—. Siempre quiso una hija con ese nombre. No la tuvo, así que...nombró al caballo. Qué sorpresa, ¿no?
—¿Entonces por qué tienes un nombre griego?
—Mi padre era griego —contó.
Arek se mantuvo en silencio como si no lo esperara.
—¿Qué hay de ti? ¿El legado Basset siempre ha sido como lo conoces?
Arek lo pensó antes de responder. ¿Qué tan seguro era contarle? No había riesgo, sus antepasados estaban muertos después de todo.
—Los Basset pertenecían a la familia real en Blint del siglo XV, cuando Alysander Basset tomó el trono. En ese entonces, su primo, Edlyn de Blint, era el legítimo heredero al trono, hasta que fue acusado de traición.
Quiere decir que si los Basset nunca hubieran llegado al poder, no habría una lucha indiscriminada entre la Hermandad y el Credo. Ninguno de los dos existiría.
Niko dejó el tema de lado. No necesitaba saber cómo los Basset se han aprovechado de la gente desde hace siglos. Ayudaron con el cargamento del nuevo material de construcción que llegó, limitándose a hacer el trabajo. En una ocasión, Leo fue a visitarlos, brincando y agitando las manos entre los bultos de cemento, mientras hablaba incesantemente. Su madre lo llamó para regañarlo, y Arek lo miró con templanza mientras corría a los brazos de la mujer. Después más niños llegaron, reuniéndose en el patio, y Arek recordó aquellas tardes en las que él sólo se sentaba a observar, justo como ahora.
Niko jugó con los pequeños un rato, mientras él continuaba con el cargamento, hasta terminar con el último saco de cemento. Sin avisar, se limpió un poco y se fue.
♧♧♧
—Y este, es mi libro favorito —Alisster dejó caer un tocho en las piernas de Ethan—. Ballenas: La guía definitiva.
Escaneó el cuarto un instante; Alisster había terminado por emocionarse demasiado cuando Ethan le preguntó por sus pasatiempos, que sacó todo en el librero. No había visto a un niño sonreír tanto desde Angel.
—Esos fueron demasiados libros. Creo que perdí la cuenta en el quinto.
Alisster rio.
—Lo siento. Arek es el único que me escucha cuando hablo de ello.
Ethan dejó el libro grueso sobre la cama, sentándose más cómodamente.
—¿No tienes amigos?
—No. Solo sirvientes.
Ethan contuvo un suspiro en expresión de pena. Cuando se encargara de Arek, no quería ni pensar lo que sería de Alisster. Aunque quería darse por vencido, aún había alguien allá afuera que lo necesitaba.
—¿Entonces esta es la habitación de Arek?
Ethan observó el cuarto oscuro, las cortinas eran de un rojo vivo que impedían la filtración de la luz, y los muebles de un negro carbón. Toda la casa en sí era lúgubre, pero específicamente aquí resultaba aterrador.
—A veces lo es. Cuando no está durmiendo en la celda.
Ethan frunció el ceño.
—¿La celda?
—El otro lugar de Arek. Papá lo metía ahí todas las noches.
—¿Cómo castigo?
—No. Dice que era una enseñanza. Pero no lo hace desde que Stefan murió.
Ethan recapacitó por un instante, pero era imposible sentirse mal por él. Se había encargado que su vida fuera una miseria en los últimos cinco años, un momento no lo haría redimirse.
De pronto, retrocedió como instinto al reconocer pisadas acercarse a la habitación, ubicando a Alisster tras él. La manija se movió por unos segundos cuando un Arek sorprendido abrió la puerta. Al mirar más abajo, su ceño se frunció. Caminó rápido, propinándole un empujón para nada amigable a Ethan y tomó a su hermano bajo su protección.
—¿Qué haces aquí? —le lanzó una mirada centellante.
—Estábamos esperándote —contestó Alisster en su lugar, tomándolo por sorpresa.
—Sí. ¿Desde cuándo no soy bienvenido? —cuestionó Ethan de forma pretenciosa.
Arek apretó los dientes en un intento por calmarse.
—¿Acaso mi padre te echó afuera de mi habitación?
Alisster se salió de la barrera que era su hermano mayor y se colocó entre ambos.
—Yo lo invité —dijo él, ganado una mirada de desconcierto por parte de su hermano—. No va hacerme daño, ni siquiera quiere estar aquí.
Arek evaluó la presencia de Ethan sin disimular su disgusto, pero finalmente cedió. Si Alisster se había fiado de él, era por la misma razón por la que él había pensado en que valía la pena salvarlo.
—Así que mi padre te recogió de nuevo —dijo ya más calmado mientras Alisster acomodaba los libros que sacó.
—Yo no lo llamaría así. Prácticamente me obligó —respondió Ethan.
—¿Y con qué te amenazó? ¿Angel? —recorrió la mesa con los dedos, y alzó la mirada para decir:— ¿Damon?, ¿Tu hermana? —Arek sonrió al ver que estaba en lo correcto –. Ese es tu problema, te importan tantas cosas, y tantas personas, que es fácil convencerte.
—¿Y qué hay de ti? Me salvaste para ti, y ahora le pertenezco a tu padre. Nunca tendrás nada que sea tuyo. Así como recibías las sobras de Stefan.
Arek lo miró a través de las pestañas.
—Te salvé por Angel, no por mí.
—Eso quiere decir que te importa.
—No. Quiere decir que la única forma en la que iba a ayudarme era si te tenía a ti. No eres muy listo después de todo, y no entiendo qué vio mi padre en ti.
—Tal vez le agrado más que tú.
Arek rechistó.
—O tal vez ve algo en ti que yo no tengo. Quizás eres...peor que yo.
Ethan tembló ante ese hecho. Lo decía solo para asustarlo, ¿pero y si...tenía razón?
—Debes aceptarlo. Ahora eres parte de la Hermandad.
Ethan sonrió sin gracia.
—¿No lo era cuando estaba contigo?
Arek dio un paso más cerca y contestó:
—Yo no soy la Hermandad.
___________
AHHHHHHH! Se vieneeeee
Estoy muy emocionada por este arco. Ahora he aquí mis preguntas:
Qué pasará ahora que todos están separados? Se van a morir?! 🤯
Qué será de Ethan ahora que pertenece a la hermandad? Arek logrará convencer a Niko? Y Angel qué onda? Ya sabemos que está todo menso 😭
Y para más interacción, estaría padre que ustedes me hicieran sus preguntas (claro que no tengan spoiler)
Muchas gracias por el amor al capítulo anterior, aunque nadie quedó feliz jajaja
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