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16. El adiós

El año estaba por terminar en pocos días, y Damon no paraba de danzar de un lado a otro. Quería ameritar su felicidad a que le encantan las fiestas, pero cierto es, que le emocionaba que Ethan haya accedido a ir. Le gustaría saber qué le habrá dicho Angel para convencerlo, parecía ser muy importante para él. De algún modo, consiguió hacerle sentir un poco de envidia, cada vez que ellos se veían, Ethan no quería hacer otra cosa más que salir corriendo lo más lejos de él. Aunque no podía culparlo, Eiden era un asesino, no estaría bien que se codeara con alguien común y corriente.

Damon se levantó temprano ese día, lavó sus dientes, se dio una ducha, e intentó peinar su cabello con un mechón de lado. Era el peinado que más le gustaba, y el mismo que traía cuando conoció a Ethan y este le dijo que se veía bien. Quizás hizo bien en hacerle caso esa vez a su madre.

Trató de limpiar un poco la casa por la vergüenza que había pasado anoche. Eiden había notado que es un desobligado con las tareas. No es que no le guste hacerlo, pero era verdad cuando dijo que la mayor parte del tiempo está fuera.

Lo primero que hizo fue ir a visitar a Elai en su lujoso apartamento, quien ahora se dedicaba al ámbito de la tecnología, dejando el deporte como otra historia. Hacía dos temporadas de su retiro, pues después de que el gran número tres de la liga fuera tacleado con gran dureza, y dejado en el hospital, este decidió retirarse luego de una larga rehabilitación. Los doctores dijeron que podía volver, pero se dio cuenta que se había cansado de que lo golpearan., y prefería tener una vida más calmada. "Calmada", entre comillas, porque Damon a veces lo encontraba a punto de aventar el monitor por la ventana.

—¿Puedo entrar? —preguntó Damon desde la puerta, en visto de que no había señal de su hermano, ni por la sala, ni la cocina.

—Por favor, como si no tuvieras la llave —Elai interfirió en su campo de visión con un pans y una playera lisa, secándose el cabello.

—Espero no interrumpir nada —puso una cara de horror, teniendo en cuenta su mala suerte para encontrar a la gente en escenas comprometedoras.

—No. Sally ya se fue —Elai sonrió como si no fuera la gran cosa que no le haya contado a su hermano que tiene una novia.

—¿Ese es su nombre? ¿Y desde cuándo...

—Es reciente, por lo que ella no quiere que diga nada aún —se colocó los lentes redondos, caminando a la cocina en donde sacó una botella de la alacena y dos vasos. Damon se acercó, sentándose en la barra.

—¿Es serio?

—Claro que sí, yo siempre soy serio —Elai le lanzó una mirada ofendido.

Damon rio.

—Lo siento, es que cada vez que tienes pareja, cuando pensamos que te vas a comprometer, termina.

Elai se quedó callado, así que a Damon ya no le causó tanta gracia. Conocía a su hermano mejor que a sí mismo, era como su gemelo de otra madre.

—No es cierto —dejó caer los antebrazos en la superficie y Elai comenzó a sonreír.

—Ya sé, tampoco lo creo —de pronto volvió a ser el niño chismoso con el que se sentaba en las mañanas a juzgar a las personas—. Es que todo fue tan rápido, y no quería que pensaran que me estaba apresurando, pero ella es hermosa, e inteligente, y me hace sentir... —contuvo el aliento—. Simplemente lo tiene todo. Es la mujer de mi vida.

Damon sonrió orgulloso por su hermano.

—Pronto se los diré a todos, por favor no arruines la sorpresa —señaló.

Damon no sabía qué decir de lo feliz que estaba. Elai se sirvió un trago, y uno a él. Era demasiado temprano para beber, pero la situación ameritaba celebrar.

—¿Y tú en qué andas? —Elai levantó el vaso luego de pasarse el trago.

—¿Qué podría contarte que no sepas ya?

—Damian me dijo que el otro día te escuchó en el bar tocar.

Damon suavizó su expresión.

—¿Volviste a tocar? Eso es nuevo.

—Lo sé. —Damon sonrió—. Es que yo...conocí un chico y...

—Woah, woah —Elai lo detuvo antes de que saliera a relucir el Damon esperanzado e ilusionado—. No estás engañando a Mads, ¿no? Quiero decir, ella evidentemente nunca me ha agradado, pero no es razón para engañarla.

—No, no lo hago —Damon resopló, recargando la mejilla en su mano con una leve sonrisa—. Eiden y yo sólo somos amigos.

—¿Eiden? ¿Ese es su nombre?

—Sí. Curioso, ¿no? Después de todo lo que pasó con Ethan, creí que...

Elai volteó a verlo, e inmediatamente se calló. Su hermano nunca lo había juzgado por sus acciones, pero esto que sentía, no podía decírselo a nadie, ni siquiera había podido hablar consigo mismo. Una vez más, creía que estaba confundido.

—Ya debo irme —reiteró, levantándose del asiento—. Tengo guardia nocturna, así que...

—Literalmente eres el dueño del lugar, sabes que no tienes por qué hacerlo, ¿no?

—Lo sé, es solo que es fin de año, y los demás querían ir a sus casas.

—¿Pero entonces irás a la fiesta?

—No te preocupes. Estaré ahí.

Damon llegó al local, saludando a todas, mientras ellas le devolvían el saludo sonrientes y él se colocaba el mandil, empezando a atender las órdenes, cuando apareció una visita inesperada.

Entrando al local con un porte recto y elegante, Adam se dirigió hacia la barra, observando los alrededores, cuando topó mirada con Damon.

—¿Tú nunca dejas de trabajar? —preguntó en tono amigable, disfrazado de altanería.

—Tú nunca dejas de meterte en mis asuntos. —Damon sonrió.

Ambos se agarraron las manos y chocaron los hombros.

—No sabía que estabas en la ciudad —dijo Damon—. Isabel no me comentó nada.

—Y no lo hará. Así es ella —Adam tomó asiento y Damon se limpió las manos con un trapo.

—¿Quién diría que las personas que más me odian en el mundo terminarían casándose?

—Ja, ja —Adam emitió una risa fingida.

—¿Y qué haces aquí?, ¿me extrañas? —preguntó Damon. Adoraba burlarse de Adam. Desde que ambos hicieron las paces, no es que su relación haya dejado de tener disputas, pero al menos ahora podían tolerarse cuando se veían. Entraron en razón, entendiendo que ambos querían a Ehan de la misma forma, y no deberían discutir eso, sino compartirlo. Adam culpó durante mucho tiempo a Damon por lo que le sucedió, nunca quiso que huyeran juntos, y cuando le pidió que se quedara y este eligió a Damon sobre él, se sintió herido, pero luego comprendió que Ethan en realidad no había elegido a ninguno de los dos, sino a sí mismo.

—Es fin de año. Isabel quería ver a sus padres. —resopló.

—¿Tú no? —Damon arqueó una ceja.

—No. Sabes lo de mi padre, además de él no hay nadie.

Damon apretó los labios. Su madre no era la mejor del mundo, pero al menos nunca se atrevió a tocarle un pelo.

—No seas ridículo —espetó, provocando que Adam se girara a él como si dijera "¿Quién te crees que eres?"—. Desde que te casaste con Isabel nos tienes a nosotros.

—Eso es... —Adam tragó saliva, cruzándose de brazos—. Como sea. Vine porque quería que prepararas un pastel.

Damon levantó las cejas.

—¿Entonces no viniste a verme?

—Me agradabas más cuando me odiabas... —murmuró.

Damon soltó una carcajada.

—Hoy tengo muchos pedidos por la fecha, pero creo que puedo hacerte un espacio.

La tarde la pasaron platicando entre los ratos libres que Damon tenía, recordando los viejos tiempos, exceptuando todo lo relacionado a Ethan. Era algo que ninguno se había atrevido a hablar desde lo sucedido con Ellie.

—Mads, ya llegué —Damon anunció, quitándose los zapatos. Ambos tenían casas separadas, pero usaban los fines de semana para pasar el día juntos. Había una mujer de pelo cobrizo que apenas se le veía la cabeza por encima del sillón. Damon se acercó para darle un beso, pero ella se apartó, haciendo que sus labios aterrizaran en su cabeza.

La mayoría de veces ella estaba molesta, pero a veces...la pasaban bien, y no pensaba abandonarla sólo por los problemas que tenían, no es lo que hacía. No huyó de Ethan al saber la verdad sobre su padre y su pasado, ¿por qué lo haría con ella?

—Otra vez llegaste tarde —susurró. Se veía más pequeña en el sillón.

—Lo siento, estaba muy lleno el lugar. Hay mucha gente por fin de año. ¿Sabías que...

—Estoy cansada de que siempre estés trabajando —se volvió hacia él con firmeza—, incluso en tus días libres, casi como si no quisieras estar en la casa.

Damon dejó caer los hombros. Estaba teniendo otro episodio.

La visitaba cuando podía, a veces salía antes del trabajo para ir a verla, pero ella no parecía recordar nada de eso.

—No es así, Mads.

—Ay, por favor —blanqueó los ojos—. Todo el tiempo estás haciéndote la víctima.

—No estoy victimizando nada. Acepto que me he equivocado, pero...

—Ya, y ahora es la parte en la que me culpas a mí.

—No, no, sólo quiero ayudarte.

—¿Ayudarme? ¿Y cómo se supone que haces eso, eh? —se cruzó de brazos, mirando con furia hacia la televisión.

—Oye... —suavizó el tono, tomando sus manos, en busca de una forma para disipar su enojo—. Mis padres vendrán para fin de año, ¿sí? Vamos a pasarla bien.

—No puedo —respondió, haciendo fruncir el ceño. Después, levantó el mentón con determinación—. ¿Me amas?

—¿Qué? Mads, yo...

—¡No, no es así, verdad?! Por eso durante todo el tiempo que llevamos juntos no has podido decirlo, y por más tiempo que pase, nunca lo harás.

—Podemos...

—No, no puedo, y tampoco tú. Estoy saliendo con alguien —confesó.

—¿Qué? —Damon sintió la garganta seca.

—Al menos él puede decirlo —tenía la voz entrecortada, lágrimas estaban a punto de saltar de sus ojos—. ¡No me mires así! Voy a casarme, y seré muy feliz.

Damon agachó la cabeza, y empezó a sonreír. Madelaine no entendió por qué.

—Espero que lo seas —habló con un hilo de voz, y después volvió a mirarla—. Desde que nos conocimos... es lo que siempre he querido.

Madelaine apretó los labios, apartando la mirada y más seria dijo:

—Sí, yo también.

Madelaine tomó sus cosas y se marchó, como las personas siempre hacían, huir de su vida. ¿Por qué parecía que la muerte de Ethan había puesto una maldición sobre él? Como un constante recordatorio que él dejó morir a Ethan, que fue su culpa lo que sucedió, y que no debería volver a sentirse feliz.

...

—Oye, anímate. Va a ser tu primer fin de año con Angel después de mucho —comentó Damon ante la imagen desplomada de Damian en la barra, con la mano en la mejilla y la cara de aburrimiento.

—Sí... —murmuró.

—¿Qué pasa ahora? —le quitó un cabello de la frente.

—Es lo que yo debería preguntar —volvió a su pose habitual—. Hace un rato dijiste que Madeleine terminó contigo, deberías estar devastado.

Damon sonrió.

—Ya lo estuve alguna vez. No quiero volver a estarlo.

Damian se puso de pie, mientras Damon le daba la espalda para limpiar los vasos de las repisas.

—Sabes que no es verdad —objetó—. Eres la persona más romántica que conozco, te adoran todas esas cosas, y tú y ella incluso tenían planes de casarse.

—Quizás el amor no es para mí —dijo—. Cuando planeas una cosa no significa que vaya a cumplirse.

—Pero...

—Damián, basta —se dio la vuelta. No levantó el tono, pero lucía lastimado—. Estoy cansado que la gente se compadezca de mí. Extraño a Ethan, todos los días lo hago, pero eso no va a traerlo de vuelta. Trato de vivir como puedo, porque sé que a él le habría gustado al menos tener esta oportunidad en su vida, pero ya no puedo permitir que continúe atormentandome. Por favor, no me mires así, no estoy regañándote. Solo quiero que sepas que estoy bien.

Al ver la expresión en su rostro como si todo lo hubiera dado por hecho y hubiera aceptado su realidad, Damian sintió ganas de llorar. Su hermano, el que siempre se esforzó en hacer feliz a todos, era el único que no podía serlo.

—Mira. Le hice unas galletas a Eiden

Damian suspiró. cayendo nuevamente en el asiento.

—Justo...no sé si le gusten, ya sabes, por eso de que no le gusta el dulce.

—Lo sé, pero estas no tienen azúcar —dijo Damon sin recomponer su ánimo, así que le metió una galleta a la boca. Damian se quejó sin poder emitir palabra.

—¿Y para qué...le hiciste unas galletas? —habló con dificultad, pasándose el bocado.

Damon bajó la mirada a la bandeja en sus manos.

—Ethan una vez me dijo que los niños de la hermandad suelen ser solitarios, por lo que seguramente no celebran las festividades, justo como él.

Damian apenado.

—Creo que no deberías darle nada. Tal vez lo hagas sentir mal.

—¿Cómo lo sabes? —levantó la ceja, tratando de leer a través de la postura recaída de su hermano, por lo que este se compuso.

—Hablo de que...¿qué tal si no te da nada?

—No quiero que me dé nada.

—Eso dices, pero todo mundo ama los regalos.

Damon rio.

—Y es verdad, pero que haya accedido a ir ya es algo.

—¿Puedes dejar de ser tan amable con él? ¿Te gusta o qué?

Ay no, esa mirada no.

—Debes estar bromeando.

Damon no respondió, no hacía falta, y lo mejor que podría hacer Damian, era quedarse callado. Damon no tenía problema en expresar sus sentimientos, pero tampoco significaba que externaría cada cosa que le pase. En verdad estaba triste por su rompimiento con Madelaine, pero también que el dolor lo siguiera, así que por este día, haría lo que fuera para olvidar lo que le sucedía.

...

El día de fin de año, Damon llegó a casa de Damian, encontrándose con ese chico castaño que parecía haber estado ahí parado ya un buen rato.

—¿Tocaste la puerta?

Ethan inclinó la mirada, como si fuera a encontrar las respuestas en el suelo.

—Angel se adelantó para hacer la cena, así que —encogió un hombro—. Bueno, vine solo, y por lo general no soy muy bueno en esto sin él.

Damon sonrió.

—Tranquilo, mi familia no muerde —le pegó el brazo contra el suyo.

Tocó el timbre y esperaron unos pocos segundos cuando la puerta se abrió, revelando a una fila de gente, casi como si hubieran estado esperando por ellos.

—Vamos, Eiden, no seas tímido —Damon le agarró la mano, llevándolo dentro.

Adam levantó una ceja, siendo el primero en acercarse. Mantenía los brazos cruzados como una forma de mantener la guardia alta.

—¿Él es tu novio? —preguntó, mirando a Ethan como si fuera la persona más extraña del mundo.

—No, ¿de qué hablas?

—Somos amigos —respondió, extendiéndole la mano, y cuando Ethan la tomó, sintió un pinchazo en el pecho, apartándola de inmediato.

Damon sonrió dulcemente porque finalmente lo había llamado su amigo.

—¿Qué?, ¿quién llegó? —una chica de estatura mediana se pasó por la gente, deteniéndose abruptamente al ver a Ethan.

Las miradas de Ethan y Ellie se encontraron, ella dejó de sonreír sin apartarle la mirada. Angel notó la extrañeza e impresión con la que se miraban, por lo que intervino.

—¿Y? ¿Quién tiene hambre?

Se hizo el ruido cuando todos hablaron, dispersándose por la casa, pero Ellie continuaba sin apartar la vista del chico nuevo. Ethan notó la acechante mirada de su hermana. Por momentos, le dirigía la mirada, y esta apartaba la vista inmediatamente. Tratando de alejarse de los ojos extrospectivos, caminó al pie de la escalera cuando se chocó con alguien. Al levantar la cabeza, Adam estaba mirándolo con una expresión de duda y desafío.

—¿Eres de aquí? —los ojos de Adam viajaron por todo su cuerpo. ¿Por qué todo mundo se empeñaba en hacerlo sentir incómodo? Ser el chico nuevo nunca se sintió tan odioso.

—No. Me mudé hace un par de años —¿cuántos? No lo diría.

Adam asintió en aprobación cruzándose de brazos. Se había vuelto alguien imponente, diferente al niño frágil que conoció.

—¿Cómo conociste a Damon? —preguntó.

—Creí que él te lo diría, es tu amigo —mencionó en voz baja, sacándole una risa a Adam.

—Pero quiero saber qué opinas tú.

Ethan estrechó los ojos. ¿Acaso lo estaba probando? Si no lo conociera, diría que las preguntas tienen una doble intención.

—¿Por qué te lo diría? —preguntó pretenciosamente. No quería ser grosero, pero si caía en su juego, lo pondría en un punto del que no podría salir.

Adam lo contempló por un instante. Ni siquiera podía descifrar lo que estaba pensando. La expresión seria, y los ojos castaños a pesar del parche...

Abrió más los ojos.

No...

—¿Todo bien? —le preguntó Ethan. Adam apretaba los dientes, desviando la mirada, y con un movimiento de su gabardina se marchó murmurando sin que Ethan lograra entenderlo.

Ethan miró a los lados, asegurándose de que no hubiera nadie prestando atención y subió las escaleras. Apenas podía estar cerca de Damon sin perder el equilibrio, ahora no era sólo él, sino también Ellie, y Adam. ¿Cómo sobreviviría la noche?

Escapó a la azotea, liberando una bocanada de aire. El viento le acarició el rostro, y más tranquilo, se sujetó de la baranda, intentando respirar el aire de la fría noche.

—Creí que te habías ido.

Pegó un brinco, volteándose. Damon estaba sonriendo desde el marco de la puerta. Dio un paso afuera, aminorando los nervios de Ethan, aunque las manos aún le temblaban de frío.

De más cerca, Damon notó su nariz rojiza y sus ojos brillantes.

—Dudo que todo el mundo me esté buscando —Ethan arqueó una ceja con incredulidad.

—No. Yo... Yo era quien te buscaba —confesó Damon.

Ethan relajó los músculos, enderezándose.

—¿Por qué? —preguntó.

Damon miró por un instante al costado, volviendo la mirada.

—Hay algo que quiero decirte —mencionó—. Sé que no es de tu incumbencia, pero quiero que lo sepas.

Ethan frunció el ceño, asustándose. Apretó fuerte la barandilla.

—Mi novia terminó conmigo —confesó, y al ver la expresión de Ethan, añadió:—. Descuida, no tienes que sentirte mal. He gastado mucho tiempo sintiéndome mal por las cosas que me pasan —suspiró, encogiendo los hombros, volviéndose a la barra de metal—. Es ridículo, ¿no? —miró al frente, y las estrellas le brillaron en los ojos.

—¿Qué cosa? —preguntó Ethan.

—Esto —se volvió a Ethan, quien frunció el ceño por el comentario—. No, no hablo de ti. Me refiero a que apenas nos conocemos, y tengo el valor de contarte lo que me pasa.

—Me gusta escucharte.

—Lo sé. —Damon sonrió cabizbajo.

Tenía sentido, Ethan no entendía cómo era capaz de decírselo, él no podía hacerlo sin que las ganas de huir se apoderaran de él. En cuanto a su novia, se sentía confundido; se veían tan adorables frente al local cuando ella corrió a abrazarlo. No le alegraba que hayan terminado, a fin de cuentas, él no haría nada para regresar con él. Lo único que le importaba era su felicidad, y él parecía más una persona positiva tratando de mantener a raya las emociones negativas. En cualquier momento estas iban a absorberlo.

Recordó cuando Angel le contó lo que había sido de Damon, lo que en verdad había pasado, y no la fantasía inútil. Terminó confesando en qué estado lo encontró después de buscarlo: un Damon que no mostraba interés por los demás, apartado del mundo. No podía ni imaginar cómo sería si volviera a ese estado; le dolería verlo así

—Lo siento —fue lo único que se le ocurrió decir. Damon lo miró, y seguido sonrió.

—¿Por qué te disculpas? —Cambió de posición. Ahora estaba parado dándole la cara y él tenía que inclinar la nuca para verlo.

Por no hacer nada.

Por estar aquí.

Por mentirte.

—Por todo —dijo—. Me refiero a tu relación, y eso.

Damon sonrió complaciente.

—Jamás podría culparte por nada.

Ethan lo miró nuevamente. Eran las palabras que había querido escuchar durante mucho tiempo. De pronto su corazón se sintió a salvo.

Le quitó algo del cabello, y no entendió hasta que vio una hoja en su mano.

—Hace mucho viento afuera —dijo Damon—. ¿Por qué no entramos?

Le agarró la playera de la espalda, y Damon lo miró sin entender.

—No. Qué-quedémonos aquí.... —las mejillas le ardían y apretaba cada vez más la tela—. El clima es bueno.

¿El clima es bueno? ¿En serio Ethan? Basta, era demasiado tarde para arrepentirse.

—¿Y desde cuándo conoces a Ellie? —preguntó Ethan, a lo que Damon alzó una ceja. Era lo más inteligente que se le había ocurrido preguntar con tal de ignorar su tonta reacción.

—Así que sí quieres conocerme —respondió divertido y sugerente.

—Curiosidad —dijo Ethan—. Pero no respondiste mi pregunta.

—Y lo haré, pero tienes que responder la mía también.

Ethan estrechó los ojos.

—Bien.

—¿En serio? —levantó las cejas.

—Sí. Ya sabes lo peor de mí, ¿qué más podrías preguntar?

Analizó su respuesta y después empezó.

—Bueno, ella y yo... —se detuvo un momento a escudriñarlo—. ¿Juzgas?

—¿Qué tanto?

—Lo suficiente como para pensar que es raro involucrarse con la hermana de tu exnovio.

El corazón de Ethan se detuvo. Pero no estaba molesto, no podía estarlo, no cuando él había hecho cosas peores. Eso sólo significa que hubo alguien para hacerle compañía a su pequeña hermana cuando él no pudo cuidarla.

—Déjame explicar —dijo Damon antes de que Ethan pudiera hablar—. Al principio cuando nos conocimos fui grosero con ella —se llevó la mano a la nuca—. Y me arrepiento, pero no quería lastimarla. Pensé que sería mejor si ella no sabía nada de Ethan, nada de mí, pero ella fue muy insistente, así que terminamos siendo amigos. Y después vino lo demás. Ambos estábamos dolidos por la muerte de Ethan, nos sentíamos solos, y los únicos que nos entendían aparte de nosotros mismos, era el otro, así que terminamos por creer que sentíamos algo. Estar cerca del otro nos hacía sentir más cerca de Ethan, pues compartíamos recuerdos, sentimientos, pero al final...vino la realidad. Ninguno era Ethan. Ella dejó de verme como el recuerdo más cercano a su hermano y yo aprendí a verla como ella misma, alguien a quien apreciaba y quería, pero no la amaba. Cuando nos dimos cuenta terminamos. Ahora somos amigos, y pues, como ves ella tiene una hermosa familia. Y yo...bueno... —apretó los labios—. Suficiente. Ahora te toca.

Ethan frunció el ceño, pestañeando para disipar sus pensamientos.

—Está bien. ¿Qué quieres saber?

—¿Por qué no me dijiste que tocabas el piano?

Ethan se paralizó.

—¿Que...?

—Conocías la canción mejor que yo —siguió.

Es porque es mi canción.

—Y eso es imposible, porque nadie la conoce más que yo y Ellie.

La canción que escribí para ti.

—Yo...solo te seguí —Ethan estaba desviando la mirada. ¿Y si Damon lo había descubierto, si sabía que era él y solo esperaba que confesara? Volvió a mirarlo, y este estaba sonriendo.

—Eres muy bueno en ello, entonces.

Ethan sintió que algo se liberaba en su pecho. Damon nunca fue bueno para interpretar a las personas.

—¿Sabes una cosa? —Damon dio un paso más cerca de él, mientras esperaba expectante lo que estaba por decir. Era más alto, pero se veía pequeño debido a la postura avergonzada que tomó. Por un momento le recordó al Damon que conoció—. Sé que es raro que lo diga, pero cuando estoy contigo me siento como cuando tenía diecisiete. Sé que es ridículo.

—No, es...Yo he tenido diecisiete por mucho tiempo —dijo demasiado bajo como para oírlo.

—¿Qué? —Damon frunció el ceño.

—Nada. Es solo que... —Ethan sonrió—. Nada.

Ethan le miró los labios, pensando en lo que dijo hace un rato. Damon dio otro paso, y él retrocedió al instante, sintiendo miedo, podía sentir lo que Damon quería, porque muy en el fondo, él también lo deseaba.

—Eiden, me...

—No —interrumpió—. Acabas de terminar una relación, y yo no...

Estaba alejándose, y Damon sólo podía mirar el movimiento de sus labios. ¿A quién le sonaba todo esto?

Una vez dejó ir a Ethan en la misma situación, y se arrepintió por días. No quería esperar más tiempo para arrepentirse de nuevo.

Sujetó sus mejillas, haciendo que volviera en sí y le robó un beso. Atrapó su boca en un suave tacto, y Ethan se tensó al instante; intentó apartarse, pero pronto se dio cuenta que no era lo que quería, también lo necesitaba cerca, el rose de sus cuerpos, y las caricias, llegando a lugares de su corazón que él no se había atrevido a tocar. El beso se volvió más hambriento, urgente, ambos se deseaban como no habían deseado a nadie desde que se separaron. Ethan podía entenderlo, porque era él: Damon, pero para Damon, se trataba de alguien completamente diferente, significa que Damon se estaba enamorando de nuevo, por fin lo estaba dejando atrás, y eso a Ethan le dolió, pero tenía que aceptar que nunca volvería con Damon como Ethan Ackerman, y la vida de este sujeto, Eiden, no estaba tan mal.

Ethan le apretó la playera de los costados, y sus caderas pegaron contra la baranda. Damon presionaba contra él su pantalón abultado y Ethan contrajo el rostro para retener un jadeo.

—Oigan, faltan cinco minutos para...

A Ethan se le heló la sangre y se apartaron tan rápido como pudieron, escondiendo su estado de afectación sin mucho éxito. Tenía las manos puestas en la baranda mientras trataba de recuperar el aliento y Damon se reía en voz baja, tapándose la boca.

Angel los miraba con una sonrisa pícara, y Damian a su lado trataba de contener la expresión de asco. No es que ver a su hermano casi comerse con alguien fuera su escena favorita. Suficiente había tenido desde que lo escuchó con Ethan en la casa.

—Bueno, creo que algunos ya empezaron a comer.

Damian le soltó un codazo, lanzándole una mirada de amenaza, como si se preguntara "¿En serio?"

—Ya. —Angel chasqueó la lengua e involuntariamente una sonrisa volvió a formarse en su boca—. Sólo queríamos decirles que la cena ya está lista.

Damian rodó los ojos y se llevó a Angel arrastrando. El silencio se instaló en la azotea, pero no tardaron demasiado en empezar a reír. Cuando se acercaron otra vez, Damon tenía los ojos chispeantes, y eran hermosos. Ethan le quitó el mechón de pelo que le había caído en la frente sin dejar de sonreír.

Ethan se quedó con la sensación del beso. Por otra parte Damon estaba angustiado, asustado. Tragó saliva, sumiéndose en sus ojos nuez, dándose cuenta que no tenía más remedio. Entonces le rodeó la cintura, atrayéndolo hacia él de un tirón. Lo besó con más pasión, y Ethan no pudo evitar sentirse contagiado por su entusiasmo. Lo dejaba hacer el trabajo, lamiendo y succionando sus labios. Damon era más grande, y por ende, experimentado, no sabía si podría seguirle el paso.

—Será mejor que volvamos —le puso la mano en el pecho. Probablemente habría llegado a más de no ser porque había más personas abajo.— Angel es capaz de volver a venir.

Damon volvió a reírse, esa tan encantadora y contagiosa risa que tanto le encantaba.

...

Cuando ambos llegaron abajo, todos estaban desplazándose de un lado a otro. Ethan iba a ayudar, hasta que Damon lo detuvo y fue en su lugar, no sin antes guiñarle un ojo.

—Oye, Eiden, ¿quieres sentarte a mi lado? —la voz vino de su costado.

Ellie estaba sonriendo, con la misma ternura de cuando era niña—. Angel nos contó que eres algo solitario.

De inmediato buscó a su amigo entre las personas en la cocina, quien se limitó a encogerse de hombros.

—Mi hermano solía ser igual. No me gustaría que volviera a sentirse igual, así que por eso trato de siempre incluir a todos.

Había extrañado a su hermana menor, era algo que nunca se había negado, por lo que tomó asiento a su lado. Después se preguntó por Elijah, se suponía que era una cena familiar.

—¿Tus...padres no vinieron? —tragó saliva.

—Ah no. Mi madre murió hace unos años, así que... —a pesar de la pérdida, sonreía mientras lo decía—. Y mi padre está en una cena laboral. Es el jefe, así que no puede abandonarla.

Ellie se volvió a quien le extendía un tupper con la ensalada, mientras ella le agradecía, le dijo algo y la hizo reír.

Ethan comenzó a sonreír.

La mesa estaba repleta de comida y bebidas, murmullos y risas, de vida...

Damon, quien estaba sentado frente a él, le sonrió, inclinándose y masticando su bocado. Angel le servía el plato a Damian hasta más no poder, mientras él se cruzaba de brazos enfurruñado por la burla de su padre, a su lado Jaden haciéndole mimos a Anne quien no podía inclinarse por la comida. Adam le decía algo a Isabel al oído cuando comían, y Ellie...Ella lucía tan feliz con su bebé y Livard que le hablaba al pequeño. Luego estaba él, que después de mucho tiempo, fue feliz.

...

Luego de la cena, todo mundo se dispersó, recogiendo o yendo a la sala de star.

Ethan buscó a Damon entre los demás para sentarse a su lado, pero no había rastros de él. Sonó su teléfono en el bolsillo y lo revisó, leyendo con más atención el mensaje. Subió rápidamente las escaleras en su búsqueda y se detuvo antes de entrar a la terraza. Escuchó al otro lado de la habitación una conversación indistinta, por lo que se acercó para oír con más claridad.

—¿Ese chico que te gusta? —era la voz de Adam.

Damon rio como si se burlara de él.

—Por favor, no voy a hablar de eso contigo.

—No —Adam le sujetó la muñeca para detenerlo de irse, tornando su semblante serio—. Dímelo.

—¿Por qué quieres saberlo? —Damon giró la cabeza cansado.

—Porque desde que Ethan murió te he visto saltar de relación en relación sin tener éxito. Sólo mírate.

—¿Ahora te importa? —preguntó—. Te fuiste e hiciste una vida, y ahora vienes aquí a presumir lo maravillosa que es, que tú sí pudiste lograr lo que yo no.

—No estoy presumiendo nada —Adam se sintió ofendido—. Lo digo porque Ethan no habría querido verte así.

—¿Y tú sabes lo que quería? Fuiste el primero en no apoyarlo en su decisión cuando quería irse.

Adam sintió como si le aplastaran el corazón.

—Ahg, yo... —Damon miró a otro lado apenado—. Lo siento, no es lo que quería decir es que...Sí, tienes razón, Y estoy celoso, porque tu vida es perfecta.

—No lo es.

—Claro que sí. Tienes una familia, ¿cómo podría no serlo? Y este chico, sí, me gusta. No quiero ilusionarme, pero en verdad quiero que funcione —Damon se quebraba en cada palabra, y aunque había dejado atrás al niño llorón que todos dejaron solo, una parte de él aún sufría por lo sucedido.

Adam no sabía qué responder. Era cierto que tenía a sus hermanos, y a sus padres, a sus amigos, pero todos ellos habían formado una vida aparte de él.

—Lo siento —consiguió decir Adam.

—No lo sientas —murmuró.

—Sí, lo siento, porque mereces ser feliz, y yo... sólo pienso en Ethan. A veces olvido que nunca va a volver, y nunca podré disculparme con él —tenía los ojos cristalinos.

Ethan se tocó el corazón, aferrando su mano a su pecho.

—Ethan no estaba molesto —dijo Damon.

—Lo sé —susurró—, pero no merecía que lo tratara de esa forma.

Ethan quiso salir de su escondite y decirle que no había nada qué perdonar porque nunca estuvo molesto, que había sido el amigo que siempre quiso, y en partes sentía que no merecía.

—Mejor volvamos abajo —dijo Damon—. Si tardamos pensarán que estamos peleando.

—Mentira no sería.

Adam fue el primero en salir, e Ethan se pegó a la pared. No tuvo tanta suerte después, pues Damon sí lo vio.

—¿Eiden? ¿Qué haces aquí?

—Buscaba el baño —Ethan no quería mirarlo, no después de lo que había escuchado. Esto sólo había confirmado sus sospechas de que fue su culpa todo lo que pasó. Abandonó a quienes quería justo como hicieron con él. Él nunca quiso ser esa persona. Sin darse cuenta, se había convertido en quien más odiaba.

—Está al otro lado del pasillo, dando vuelta a la derecha.

Como si se tratase de un robot, Ethan se dio la vuelta perdido entre sus pensamientos.

—Oye —Damon lo llamó, haciéndole detener el paso—. ¿Todo bien?

Damon creyó que estaba así por el beso, y que tal vez se había equivocado. Debió pensar en lo que Eiden sentiría. Pero algo en él creyó que era mutuo. Quizás se había confundido.

Trabajosamente, Ethan formó una sonrisa.

—Sí.

—Oye, espera —Damon atrapó su mano. —. ¿Es por el beso? Porque...

—No lo digas por favor —susurró, desviando la mirada. Ethan prefería marcharse y dejarlo como estaba, en lugar de arruinar el bello momento que tuvieron hace un rato, pero Damon se empeñaba en hablar.

—Al menos dame una buena razón para no hacerlo.

Lo miró con los ojos brillosos.

—Porque no te merezco.

Damon abrió la boca.

—Y nunca lo haré —continuó.

—¿Y cómo lo sabes? —Damon dio un paso más cerca.

—Porque voy a irme y te dejaré, es lo que hago. No funcionará.

—Entonces iré contigo.

Ethan sacudió la cabeza.

—Solo escucha lo que dices. Las veces que has huido lo has perdido todo.

—Igual que tú.

Ethan enmudeció. Él no...

Damon le rogó con la mirada que se quedara, al menos esta vez.

—Tú no... —estaba retrocediendo cuando Damon sujetó su muñeca con más desesperación.

—Por favor.

Entonces Ethan reaccionó, soltándose de un tirón.

—Tú no sabes nada de mí —farfulló.

—Eiden, por...

—No —lo cortó. La máscara de oscuridad volvía a cubrirle el rostro—. Crees que me conoces, pero no es así. Apenas te he visto, y dos veces han sido porque estabas en peligro, ni siquiera hablamos realmente. Te crees lo que Angel dice de mí, pero ese no soy yo. Y tú... con toda esta gente que me tratan como si...

Como si creyeran que soy él.

Ethan apretó los puños y al notarlo Damon le sujetó la mano a la altura de su pecho.

—Me gustas —le dijo entonces—. Me gusta cuando te ríes, y también cuando no lo haces. Tus expresiones de incomprensión y de sorpresa, cuando tratas de tocar el piano y cuando tratas de seguir los pasos en una canción. Cuando me miras...Es la cosa más maravillosa que me pasa en el día.

Ethan abrió la boca.

—No quiero hacerte responsable de lo que siento —interrumpió—. Solo deja que me gustes y ya, no interaré nada contigo si no quieres, pero no huyas.

Ethan apretó los dientes. Damon se esforzaba en retenerlo, como él en liberarse, y al final lo hizo.

—Lo siento —dijo—. Yo...ya no quiero escucharte.

Ethan salió de la terraza, descendiendo las escaleras rápidamente. La desesperación le nublaba el juicio; no sabía exactamente qué estaba diciendo, pero sentía una necesidad abrumadora de huir, de dejar esa vida atrás. Pasó por la sala donde Angel reía con los demás. Cuando Angel lo vio pasar, su expresión cambió de alegría a preocupación y se disculpó apresuradamente, tomando su chaqueta y pidiéndole a Damian que no lo siguiera.

—¡Ethan! —gritó Angel, apresurando el paso. —¡Ethan!

Por favor vuelve adentro.

Por favor vuelve adentro.

Angel sujetó su mano. Ethan se detuvo, su respiración estaba agitada y su mirada vacía.

—Ey, ¿qué pasa? —preguntó con suavidad, tratando de recuperar el aliento—. Creí que Damon y tú...

—Esto no se trata de Damon —interrumpió Ethan.

—¿Que no...?

—¡Solo mira dónde estamos! —Ethan lo encaró, sus ojos chisporroteando con rabia—. Pasamos la noche como si no pasara nada a nuestro alrededor, como si no supiéramos que Arek en cualquier momento va a deshacerse de nosotros.

Angel ladeó la cabeza, confundido y herido.

—Arek no...

—Para ti todo es tan fácil. Arek ni siquiera va a tocarte un pelo; sólo estás ahí porque tú quieres. Podrías irte en cualquier momento y a él ni siquiera va a importarle. Damian te esperó a pesar de todo lo que hiciste, tu hermano igual. Tú y yo no somos iguales.

Todo se tornó oscuro, rompiendo el recuerdo de esos niños que querían volver a su hogar, y en el camino se encontraron, como si nunca hubiera pasado.

—Pero tú dijiste...

—¡Ya sé lo que dije! —Ethan alzó la voz—. Y mentí. Es lo que hago. Yo no crecí en el credo, a mí no me enseñaron a ver por el bien de los demás, ni a sentir empatía. Mi padre me lanzó a los lobos, tú ni siquiera conociste al tuyo, pero al menos tu madre te amaba. La mía ni siquiera fue a buscarme.

El dolor que sentía Ethan era evidente, pero las palabras eran afiladas, cortantes. Angel sintió un peso abrumador en el pecho. No podía creer que Ethan estuviera diciendo eso, no podía creer que él pensara que Angel no entendía su sufrimiento.

—Ya... ya sé, pero Ethan... Nos tienes a nosotros —dijo Angel, su voz se quebraba mientras intentaba mantenerse firme.

Ethan negó con la cabeza.

—Esta es tu vida, Angel. No la mía.

Las lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos. Él le había dado esperanzas, le había salvado la vida, y ahora sentía que todo se desmoronaba.

—Entre tú y yo, sabemos que Arek te elegirá, y cuando lo haga, yo no tendré a nadie que me proteja.

—No. No lo dejaré hacerte daño —Angel intentó tocarle el antebrazo, pero él se hizo a un lado. Entonces percibió algo diferente en su mirada, algo hueco y oscuro, a donde había intentado que no llegara.

—Ya lo hizo —susurró.

Ethan se alejó, y si en algo era bueno, era siguiendo a la gente. No iba a dejarlo escapar de esta forma, no sin intentarlo.

—No. No. ¡Oye! —le gritó, pero él no se detuvo—. ¡Dijimos que estábamos juntos en esto!

Ethan se pasó el dorso por la nariz, con los ojos enrojecidos y la nariz mocosa sin alejarse.

—Ya me cansé de seguirte.

Las palabras de Ethan cayeron como un balde de agua fría. El entendimiento le llegó como una punzada en el corazón: algo había cambiado, y lo había perdido por completo.

Entre más se alejaba, las lágrimas de Ethan comenzaron a correr con más desesperación. Se sintió atrapado, perdido, deseando refugiarse en lo que conocía, en su madre, en Elijah.

No. Ethan, basta. Estás solo. Estás solo...

De repente, una presión en su garganta lo hizo jadear. Sus pies se despegaron del suelo, y un quejido se escapó de sus labios. La espalda le chocó contra el duro ladrillo de la pared, y un dolor punzante se extendió por su cuerpo. Entre la penumbra, unos dientes brillaron, tenía la visión distorsionada por sus lágrimas.

—Hola, príncipe —dijo una voz fría y calculadora.

Riz...

—Por tu mirada veo que me recuerdas —la figura se inclinó hacia él, revelando unos ojos tan oscuros que era imposible distinguir la pupila. La luz titiló arriba, creando sombras inquietantes—. Lestrange estará muy feliz de verte.

————

Volví! Estoy viva! (más que el romance en esta historia)

Como podrán ver, este capítulo fue muy largo, por lo que tardé.

Ahora por si no lo recuerdan, Riz es el chico que molestaba a Ethan cuando estaba en la hermandad <3

Finalmente obtuvimos el primer beso de Ethan y Damon, pero a qué costo? Así que cuidado con lo que desean

Y qué esta pasando doctor García? Ahora todos se pelean con todos. Cuéntenme qué les ha parecido  

PD: Me perdí tanto en la situación, que me olvidé que era fin de año.

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