15. Lo que me recuerda a ti
Hubo doble actualización esta semana, así que si no has leído el capítulo anterior, ve y hazlooo >0<
Cuando Angel despertó, lo primero por lo que preguntó fue por Damian. Ethan le contó que estaba bien, y que él y Damon lograron salir, exceptuando la parte en la que casi amenazaba a Arek con su propia vida con tal de ayudarlos, además de la visita inesperada al Vínculo. Con la mención de Damon, Angel le preguntó cómo se sentía, pero él seguía dando las mismas respuestas, como que estaba bien, que no importaba, que le alegraba que fuera feliz, y un millón de etcéteras. Angel decidió tragárselo porque no le haría bien a ninguno.
—¿Sabes qué me alegraría? —una sonrisa traviesa se curvó en los labios de Angel.
—¿Ver a Damian? —Ethan estrechó los ojos.
—También —concordó— Pero justo ahora, se me antoja un pastel. He tenido que comer cosas asquerosas desde que estoy en esta camilla.
Ethan frunció el ceño aborrecido.
—No sé qué estás intentando, pero...
—Por favor —rogó, dando un salto en la cama—. Escucha, solo quiero que vayas a ver a Damon, y le digas que le diga a Damian que estoy bien.
—Creí que estaba enojado.
—Así era, pero nos besamos y...
Mientras Angel parecía avanzar cada vez más con Damian, él no daba más que pasos en reversa con Damon. Cada acción, cada palabra, lo alejaban más. Que sí, que él era el único que corría del otro, pero lo suyo no era tan maravilloso y formidable como lo que Angel tenía con Damian. Fueron años en los que todo estuvo roto, ¿cómo podría reconstruirlo?
—En fin, como sea —Angel volvió en sí al perderse en sus palabras mientras contaba todo lo sucedido en el bosque días atrás—. Por favor, Ethan. Arek no me dejará moverme de esta cama hasta que no esté al cien.
Ethan suspiró.
—Le aprendiste la manipulación también.
—No, es disuasión —aclaró.
—¿Así le llama Arek ahora?
Angel se rio.
—Vamos. ¿Lo harás?
Ethan al ver el entusiasmo con el que Angel se manejaba todos los días, le hizo querer solo por un momento lo mismo.
—Creo que tengo el día libre...
♧♧♧
Ethan suspiró resignado, no tenía idea de que cara ponerle a Damon luego de que descubriera que trabaja para Arek, que fingiera sentirse mal por tener que matar a ese hombre que los atacó. Aunque en realidad lo hacía, Damon no podría creerlo si pertenecía a la hermandad.
Adentro, Ethan miró a los lados, pero no había señal del pelinegro. Entonces se acercó a la barra y le preguntó a una de las chicas que atendían a los clientes.
—Disculpa, ¿está Damon?
Ella se giró sorprendida.
—¿Damon? Ah, no, creo que hoy es su día libre. ¿Quién lo busca? —lo miró como si tratase de reconocerlo.
—No, no importa —contestó atropelladamente, caminando con apuro a la puerta, cuando a través del cristal distinguió su mirada, igual de confundida.
—¿Eiden? —Damon parpadeó. Tenía bolsas de mandado en las manos, se veía desastroso. Por la mente de Ethan atravesó una escena similar, pero en sus manos había cuadernos—. Estás...estás bien. Creí que Arek...
Ethan frunció el ceño, volviendo a la realidad.
—¿Arek? ¿No estás molesto?
—¿Qué? No —contestó apresuradamente, dejando las bolsas en el suelo—. Damian me explicó lo que Angel le contó sobre ti.
—¿Sobre mí?
—Sí, ah...que eres como él. Que seguir a Arek no fue tu elección.
¿Y ya? ¿Eso era todo? ¿Él no lo vería diferente? ¿No diría otra cosa además de "está bien"?
Ethan pensó que quizás era como la primera vez, cuando le reveló la muerte de aquel hombre con el propósito de proteger a Ellie, pero esa historia le pertenecía a Ethan. Eiden no era más que un desconocido al que le había tenido lástima.
—Entiendo... —respondió, sintiéndose repentinamente incómodo—. Yo vine porque...Angel sólo quería asegurarse que Damian supiera que está bien —se dispuso a irse, cuando Damon bloqueó su camino.
—De hecho —estaba sonriendo, aun después de todo. Ethan no tenía idea de lo que Angel dijo sobre él, pero no podía ser tan bueno, ¿o sí?—. Damian quiere que Angel vaya a su casa en cuanto se recupere. Dijo que también podías venir. En realidad yo también quiero.
Ethan se quedó pasmado por lo último.
—Yo...hace mucho tiempo desde la última vez que fui a una reunión —dijo.
—Está bien, yo tampoco tengo demasiados amigos.
«El Damon que conocía solía tenerlos»
—Puedes decir que no, es sólo que...sería lindo que fueras.
Ethan no estaba seguro de qué responder, Angel diría que sí sin dudarlo, y también le insistiría para ir.
—Yo...
♧♧♧
—Eres genial, Ethan —Angel le apretó los hombros con el brazo frente a la casa—. No habría dicho que sí si tú no lo hubieras hecho.
Ethan se limitó a sonreír No quería ser un obstáculo para Angel, el pobre tenía con un amigo demente y ua relación imposible. La puerta se abrió con Damian al otro lado, arqueando una ceja.
—¿Cuántas vidas te quedan? —preguntó.
—Las suficientes —Angel dio un paso dentro, lo tomó de las mejillas y lo besó, hasta que un tosido los interrumpió. Ambos se apartaron y Damon trataba de no reírse mientras la expresión de Ethan era indescifrable.
—Empiezo a creer que invitarme fue mera formalidad —dijo Damon, acercándose a su hermano.
—Claro que lo fue —contestó Damian.
Angel miró a Ethan, quien interpretó su mirada como la de alguien que deseaba pasar tiempo a solas con su novio, pero que también lo lamentaba.
—Creo que deberíamos dejarlos solos. ¿Te gustaría ir a mi casa? —Damon se situó al lado de Ethan, chocándole el hombro.
—Eh...
Angel le lanzó una mirada significativa y no tuvo de otra más que aceptar. Ya se cuestionaría más tarde si había sido lo correcto.
♧♧♧
—Lamento el desorden. Trabajo todo el día, así que limpio más la cafetería que mi casa —Damon entró quitándose la chaqueta y dejando los zapatos. Por otro lado, Ethan se detuvo en el umbral de la puerta. ¿Era correcto? Probablemente no. ¿Seguro? Nadie que estuviera cerca de él lo estaría. Estaba arrepintiéndose, hasta que Damon le hizo un gesto con la cabeza para que entrara—. ¿Todo bien?
Finalmente, puso un pie dentro. El entorno era tan desconocido como extraño, se sentía lejano. ¿En qué momento dejaron de ser los chicos de preparatoria? Ahora Damon tenía un trabajo y una casa, una novia...Él se sentía como alguien que no creció, como si el tiempo que estuvo dormido no hubiera pasado. Continuaba siendo el mismo chico torpe y descuidado cuando de relaciones personales se trata.
Damon lo invitó a sentarse en lo que iba a la cocina por unas cervezas, tiempo que Ethan aprovechó para explorar el departamento; las paredes eran blancas, la decoración simple, casi inexistente, apenas había muebles, y estos eran de colores apagados, como el sofá en el que estaba sentado de un gris aburrido. No fue como imaginó que viviría Damon, quizás se debía a que vivía más en su trabajo que en la casa. El Damon de ahora sonreía, tal vez debido a que su trabajo lo requería, pero algo en él no era como lo recordaba, como las olas moviéndose en sus ojos, la marea que traía la calma. Probablemente estaba siendo quisquilloso, él creció, evidentemente no sería el mismo niño ingenuo por siempre. De cualquier modo, no pudo evitar compararlo, y por un momento, lo extrañó. No a el Damon que lo invitó a su casa y con quien tomaría unas cervezas, sino al niño entusiasmado que le pidió enseñarle a tocar el piano. Era claro que ambos eran personas diferentes.
—Oye, lamento lo del otro día —se disculpó Damon con la botella entre las manos, sentándose en el sillón de enfrente. Luego, le extendió una cerveza.
—Está bien, realmente no importa —Ethan recibió la bebida. No sabía a qué se refería con exactitud.
—No sabía que tú y Angel... —sacudió la cabeza—. Como sea, creí que no iba a volver a verte luego de lo que pasó, tengo malas experiencias persiguiendo a las personas —rio, pero no parecía divertido. Después fijó la mirada en él, con una sonrisa más suave, más sincera—. Pero me alegra que hayas ido a la cafetería.
Ethan intentó rehuir de lo que sintió su corazón, pero al final se encontró sonriendo también.
—Sí, yo también me alegro —contestó tan bajo, que Damon apenas pudo oírlo. Al darse cuenta de su cometido, Ethan quiso retractarse inmediatamente— Quiero decir...
Damon comenzó a reír por la expresión apenada en su acompañante, quien se encogía en su lugar con las mejillas ardiendo. Ethan hizo un amago de risa, que pronto se convirtió en una carcajada clara y suave. Él estaba riéndose, genuinamente lo hizo, y a Damon le maravilló poder verlo.
Su sonrisa se desvaneció gradualmente al notar un mueble cubierto con una sábana tras él, excepto que este no era un mueble.
—Ah, es un piano —respondió Damon, volteando—. Solía tocar, pero ya no lo hago, más que en mi mente. En realidad...no se me ocurre nada desde hace mucho tiempo. Aunque a veces lo hago en el bar, pero es la misma canción de siempre.
Ethan se quedó en silencio y Damon arqueó una ceja.
—¿Quieres escuchar algo?
No encontró las palabras para responder.
—Estoy un poco oxidado, así que... —se puso de pie, rodeando el instrumento y dejó caer su peso en el banco con una exhalación. Con el sonar de la primera tecla, Ethan sintió un cosquilleo, pero no era agradable, era como un martillo intentando derribar una pared. Cada golpe más fuerte que el anterior, persistiendo hasta quebrantar el muro.
Las notas danzaban en las teclas de manera tortuosa, retumbando y clavándose en su corazón como un millón de agujas. Y luego, no quiso escuchar más.
—Lo siento, te dije que no era muy bueno —Damon se rascó la nuca.
Ethan alzó la vista, escapando de sus pensamientos y volviendo la atención hacia Damon.
—¿Qué? —parpadeó, aclarando su mente.
Damon estaba de pie frente a él, observándolo como si fuera un completo extraño. En realidad, lo era.
—¿Que no soy muy bueno? —repitió Damon dudando e Ethan se dio cuenta que estaba confundiéndolo.
—No, no es eso. No está mal —le dedicó una pequeña sonrisa, aminorando sus dudas.
Damon volvió a sonreír con más entusiasmo.
—¿Quieres que te enseñe? —preguntó.
Ethan no tuvo tiempo de protestar, pues Damon ya estaba llevándolo a sentarse en el banco. El contacto de las teclas con las yemas de sus dedos se sintió extraño, había olvidado lo que la música hacía con él, ni siquiera podía recordar cómo se hacía, como si sus dedos hubieran estado dormidos también. Damon lo guió a través de las teclas, moviendo sus dedos y acariciando, no parecía tener ningún otro tipo de intención. De reojo lo atrapó riéndose, y fue tan hermoso como la primera vez. Damon tocaba mejor que antes, pero su esencia seguía ahí, una que parecía ser reanimada cuando Ethan estaba cerca. Él también creyó haber dejado al Damon inexperto atrás, pero siempre estuvo ahí, esperando a que Ethan volviera, que regresara para tocar una última canción.
Al terminar sus miradas se conectaron, en simultáneo a la escena de ambos siendo adolescentes, cuando se encontraron en aquel salón & Ethan le enseñó a tocar, cuando las posibilidades del mundo parecían infinitas, ambos atrapados en la realidad que Damon construyó para Ethan, una en la que pudiera ser él mismo sin esconderse, una en la que estaba a salvo, en su eternidad.
—Es... —Damon se quedó sin palabras, pensando en que lo que sentía era incorrecto, que no se había sentido de esa forma desde que Ethan murió, pero ya una vez se había equivocado al ver a Ellie como su reemplazo, no lo haría con Eiden—. Sé que no soy tan bueno enseñando, pero... —sonrió—. Bueno, Ethan lo era.
Eiden frunció el ceño.
—Él era de quien te hablé el otro día —explicó Damon—. Empezamos siendo amigos porque le pedí que me enseñara a tocar el piano. Ahora que lo pienso fue la peor excusa —rio e Ethan se dio cuenta , en realidad cualquiera lo haría, el brillo que sus ojos tenían al hablar sobre él...
Él aún ama a Ethan.
Damon se levantó, dejando a Ethan con la mente confusa, como siempre hacía de sus pensamientos un tornado.
La canción que toqué el día que te conocí, siempre fue tuya incluso antes de conocerte, y las lecciones de música, solo una excusa para estar más tiempo contigo, aunque fueron un desastre, nunca olvidaré cómo te reíste. Me gusta tanto la vida contigo que no me imagino una sin ti.
Damon regresó, tenía una sonrisa en el rostro y un papel en la mano que le extendió.
—Es el único recuerdo que tengo de él.
Ethan miró la fotografía de los adolescentes sonriendo mientras se abrazaban. Recordó cuando se tomaron aquella foto, fue la primera vez que Damon fue a su casa formalmente, y también la primera vez que se tomó una fotografía. Él había perdido la suya, conservándola en la confusión de su mente, pero Damon tenía el recuerdo real.
—Pero siempre hablo de mí, ¿qué hay de ti? —Damon se sentó a su lado.
Ethan se perdió por un instante, compartían recuerdos, pero era como si estos fueran diferentes en la mente de cada uno. Para Ethan eran un error, el más grande que pudo cometer, mientras Damon lo veía como la experiencia más grande de su juventud.
—No recuerdo mucho de mi adolescencia, a decir verdad —las palabras fueron un susurro—. También conocí a alguien, pero él...creo que ya es feliz con alguien más. No lo conozco muy bien ahora. Ni siquiera estoy seguro si lo nuestro hubiera funcionado.
—¿Te dejó ir? —preguntó Damon con cierta pena.
Ethan lo miró.
—No. Fui yo quien lo hice —respondió con los ojos brillantes. Damon separó los labios como si pudiera ver más allá de sus ojos.
Después, arrepentido, Ethan desvió la mirada.
Damon no sabía qué responder, y dudaba que Ethan deseara continuar con el tema.
—Creo que se hizo un poco tarde. —Dijo—. Puedes quedarte a dormir si quieres.
Ethan de inmediato se negó, disponiéndose a la entrada.
—Está bien, regresaré a mi casa.
—Te acompaño —Damon estaba tomando su abrigo cuando Ethan lo detuvo en la puerta.
Él sonreía, era ajeno y a la vez familiar.
—No. Por ahora...ya han sido suficientes accidentes en los que nos hemos involucrado.
Damon lo miró sin entender e Ethan se dio la vuelta.
Accidente.
Es lo que era.
—Por favor —Damon le sujetó la muñeca—. No me gustaría que te pase algo.
Cada vez era más difícil rechazarlo, y eso era lo que Ethan más temía. Esperaba que no llegara el punto en el que le fuera imposible apartarse. Damon siempre fue el reflejo de la vida que él habría deseado tener, quizás por eso se sentía tan seguro a su lado. Damon era lo que Ethan solo podía alcanzar en sueños, y aunque nunca se lo cuestionó, tal vez su mayor anhelo siempre fue hacer feliz a Damon, cuidarlo, formar una familia con él. Quería construir todo aquello que el pequeño Ethan deseaba con esfuerzo y dedicación, esperando algún día cumplirlo.
Al conocer a Damon, vio en él la encarnación de sus sueños y, lo más importante, que quería compartirlos con él. Pero en la realidad no había tiempo para soñar; debía mantenerse despierto, con los ojos bien abiertos y su objetivo claro: ayudar a Angel. ¿Pero había algo más? Desde que tiene memoria, su vida ha sido una misión constante de salvación y protección hacia los que ama, ¿pero qué hay de él? ¿Existe algo que realmente quiera para sí mismo? Tal vez no, y por eso se deja guiar por los deseos de los demás.
Ethan siempre se ha dicho que su felicidad radica en la felicidad de su familia, ¿pero es así? Cumplió su cometido de mantener a Ellie a salvo, ahora ella tenía una familia y era feliz, ¿entonces por qué no se sentía completamente satisfecho? Lo logró, ¿qué más quería? ¿Había algo más que desear?
No tenía una vida propia, nunca la tuvo. Cada uno de sus días siempre estuvo dirigido por su amor a Ellie y a su madre, y después llegó Damon. Damon le enseñó a disfrutar de la vida, pero con el tiempo Ethan había olvidado el significado, ni siquiera recordaba cómo hacerlo. Desde que despertó, la vida de Ethan, aquel que había entregado su vida por su hermana y encontrado en la música una salvación, no parecía ser suya. Era como si todos esos recuerdos no le pertenecieran, como si los hubieran enterrado cuando su hermana lloró frente a su lápida, cuando llevaron flores al cementerio y se quedó allí.
Entonces accedió. Eiden apenas comenzaba a vivir.
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Volví con otro capítulo, que espero hayan disfrutado. Sé que llevo capítulos atrás diciéndolo, pero ya se viene lo que están esperando
Qué creen que le pase a Damon? Creen que se está volviendo a enamorar -.-
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