11. Recuerdos que se desvanecen en la nieve
—¿Qué estás haciendo?
Angel trastabilló en la puerta al oír la voz de Ethan, adoptando una posición firme rápidamente.
—¿Qué haces aquí? —preguntó directamente.
Ethan arqueó una ceja.
—Nunca te ha molestado que entre. ¿Qué sucede? —dejó el libro en mano, poniéndose de pie. Arek no le regalaba tantos libros como a Angel, por lo que se veía en la necesidad de usurpar su apartamento.
—¿Por qué piensas que sucede algo?
Ethan toqueteó la figura de león a su lado.
—Has estado molesto con Arek. Lo entiendo porque yo siempre lo estoy, pero tú... —alargó esto último y añadió:—. Además de distraído. No eres así.
Angel sin poder contenerse más, soltó una bocanada de aire, rindiéndose ante lo inevitable. Ethan era suspicaz, y aunque le mintiera lo notaría. No tenía sentido mentir cuando al final de todo, lo sabría.
—¿Recuerdas cuando fui a la exposición de Damian?
Ethan frunció el ceño, entendiendo, o quizás confundido, pero algo no olía bien.
—Bueno...fui, y todo estuvo bien, pero después —se encogió de hombros, deseando volverse pequeño y desaparecer. De cierto modo le avergonzaba poner a todos en riesgo con sus acciones, principalmente por demostrar esa debilidad, su familia siempre fue la suya, y Dios, cómo detestaba escuchar la voz de Arek en su cabeza, repitiéndole que las debilidades eran un estorbo. Se mordió el labio inferior apenas un poco, para después aceptarlo sin más—. Volví con Damian.
Ethan abrió más los ojos.
—Sí, sé que es irresponsable, insensato, y lo más tonto que pude hacer... —antes de que pudiera seguir, Ethan se había acercado a acariciarle el hombro. Levantó la vista, encontrando una suave expresión en cada rasgo del rostro de su amigo.
—Sí, lo es, pero es lo que diría Arek —hizo una pausa—. No me molesta, en realidad ni siquiera entiendo por qué habría de hacerlo. Arek no puede apartarte de tu familia y esperar que lo aceptes solo porque le tienes aprecio. —No era como él, no como alguien a quien le quitaron todo, obligándolo a aceptar una realidad que nunca pidió; el servirle a Arek...era lo único que tenía.
—¿Crees que es lo correcto? —preguntó.
—Nunca hemos hecho lo correcto —sonrió, reforzando su agarre—. ¿Por qué habría de importar ahora?
Ethan nunca quiso lo correcto, solo el bien para su familia, sin importar las circunstancias. No esperaba ser el bueno, el malo, en realidad le daba bastante igual cómo lo percibiera el mundo. Sabía que quienes pensaban en el bien, eran quienes más hacían daño, pues mantener el equilibrio no es humanamente posible, al menos no para él, no para alguien que creció siendo un criminal. De dónde venía, haciendo el bien no era como se conseguían las cosas.
—Gracias —fue lo único que pudo decir—. Ojalá te escucharas a ti mismo.
Ethan apartó la mano con un cambio de semblante, más distante, más él. Angel sin intención de generar más estragos en su mente, optó callarse, llevándose la sorpresa de que Ethan quería hablarlo, sin evitarlo como las otras veces.
—Me encontré con Damon. Cuando fui a la cafetería —confesó sin afectación, pero Angel sabía que no era más que él hablando, lo que realmente sentía nunca lo demostraría, así que solo escuchó. Ethan notó a su amigo intentando leer su expresión, por lo que suspiró, sonriendo—. Estoy bien, de hecho fue amable y hablamos un poco, pero...Creo que tenías razón.
Angel frunció el ceño. ¿En serio dijo que tenía razón?
—¿Sí? ¿Exactamente en qué parte? —levantó la ceja.
—Cuando dijiste que él no estaba mejor sin mí —todo sonaba impropio de él, teniendo en cuenta su posición anterior. Ethan inclinó la cabeza con una sonrisa en sus labios, y al alzarla, Angel permaneció quieto al notar los ojos vidriosos—. Soy yo el que está mejor sin él —soltó con la voz entrecortada.
Damon lo hacía quien no quería ser, el chico débil que estropeaba todo a su paso, el que resultaba un estorbo para los demás, el que mató hace años, y odiaba esa parte de él.
Angel lo atrajo a sus brazos. No recordaba cuándo fue la última vez que consoló a alguien, e Ethan no lloraba, pero su silencio era doloroso; el peor de todos, el que te carcome por dentro, dejándote vacío, hueco. Justo lo que Arek quería. Esperando, que Angel pronto lo sintiera de la misma forma.
♧♧♧
Arek contempló la pared mientras esperaba. La chica tras él había dejado de quejarse y patalear desde hace un buen rato, no tenía sentido, estaba tan atrapada como él en aquel lugar.
Ella gruñó en un intento por llamar su atención, clavando la mirada en su espalda, deseando acabar con su vida.
—¿Vamos a empezar con las preguntas o a quién demonios estamos esperando? —graznó, haciendo un gesto violento con la cabeza.
Arek tuvo la decencia de mirarla, pero este fue apenas un segundo.
—Tú no haces las preguntas aquí.
—E igual respondiste —ella sonrió con sorna. La mirada en Arek se volvió más sombría, los párpados cayéndole sobre los ojos con pesadez. No era alguien que reaccionara a las provocaciones, por lo usual, prefería mantener el silencio y demostrar su calma como indicio de control en la situación.
Se acercó un pasó, sosteniendo la firmeza en su voz mientras observaba con frialdad la imagen de la chica amarrada, quien a pesar de estar indefensa, no lucía como tal.
—Sabes algo del encapuchado, ¿no es así?
Fue suficiente una pregunta, el silencio continuo, y una sonrisa por su parte lo que le costó para que Arek le cortara la garganta. Esperaba que los demás llegaran en cualquier momento, y por fortuna no sucedió, ya que de haberlo hecho, lo habrían detenido. Arruinarían el plan nuevamente, y él no podía permitirse otro error. Tal vez no estaba cerca de encontrar al encapuchado, pero tampoco podía permitir que otro lo hiciera antes que él, ni siquiera su padre, a quien le había estado ocultando la verdad las últimas semanas, excusándose con que su ausencia en casa se debía a cacerías que realizaba. Claro, Lestrange no se tragó ninguna de esas palabras, pero no lo había cuestionado, así que significaba que lo que hiciera no era de su importancia.
La mujer se retorció en el suelo, ahogándose con su propia sangre, la cual no dejaba de brotar a borbotones, manchando el suelo de piedra.
Ni siquiera iba a esforzarse en esconderla; de haber llegado antes, Angel habría podido salvarla, pero no lo hizo. Fue su culpa.
Los pensamientos se perdieron en el charco a sus pies, alzando la mirada cuando escuchó unos pasos.
Angel estaba ahí de pie junto a Ethan, mirándolo como el monstruo que era; lucía horrorizado, sin poder mirar más que no fuera él. Los rasgos de su rostro se marcaban con violencia, las arrugas de perturbación bajo sus ojos, el ceño fruncido.
Arek sacó un paño blanco del saco, dándole una sacudida antes de limpiar la navaja. Angel permaneció estático, no podía moverse, no podía hacer nada.
Ethan se arrodilló junto a la mujer que luchaba contra su propia sangre, abriendo la boca en un intento de emitir palabra. Le desató las muñecas e inmediatamente atrapó su cuello para detener el sangrado, las lágrimas se arremolinaban en sus ojos azules, que en ese momento fueron más claros y brillantes como dos cristales. Él le agarró la nuca, atrayéndola a sus piernas para recostar su cabeza.
—Ayú...dame... —las palabras salieron ahogadas de su garganta.
Ethan tragó saliva. No podía hacerlo, pero podía hacerla sentir cómoda.
Había visto mucha gente morir a lo largo de su vida, y nunca dejaría de ser doloroso. Cada muerte le recordaba al primer hombre que asesinó.
El filo con el que antes la chica había mirado a Arek, se transformó en una mueca de júbilo cuando Ethan le acarició la frente, peinándole el cabello hacia atrás. Moriría y ni siquiera supo su nombre.
Cuando la mirada se apagó, y las manos se deslizaron cayendo al suelo, Ethan volvió a la realidad, una en la que Angel continuaba helado mirando a Arek. Atisbó cómo se contrajeron sus manos en puños, secundado de una determinación feroz, dando zancadas grandes hasta Arek, atrapando el cuello de su camisa.
—¿Por qué lo hiciste? —le exigió, pero este no parecía dispuesto a responder—. ¿Siquiera le diste la oportunidad de defenderse?
Arek lo miró, apartándolo de un manotazo sutil.
—No hay honor en lo que hacemos —su tono fue gélido—. Te lo dije antes, no son diferentes a nosotros. Ninguno merece piedad.
Y con esas palabras, fue suficiente para destruir a Angel. Quizás le había hecho un favor asesinándola en su lugar, lo que lo hacía sentir con más culpa. Él pudo ayudarla...
Arek salió de la habitación, dejando los cimientos de las creencias de Angel derrumbarse, pero no sin Ethan quien le sostuvo los brazos. Lo entendía más de lo que le gustaría.
♧♧♧
—¿De qué me perdí? —Niko llegó a la barandilla de la terraza junto a Ethan luego de dejar a Angel en su casa. Pensó en quedarse, pero no quiso hablar, siquiera podía mirarlo, como si estuviera avergonzado por las acciones de Arek; se culpaba de no haber podido salvar a Arek. Se preguntaba qué hubiera sido de él de haberle ofrecido vivir con él, su madre y su hermano, crecer con una familia.
—Por suerte, todo —respondió a secas. Niko rio.
—Por el rastro de sangre en el suelo, imagino que nada bueno —tomó la misma postura que Ethan con los brazos cruzados sobre la baranda—. ¿La asesinó?
Ethan no pudo responder, las palabras simplemente no salieron, limitándose a asentir.
—Es una pena —Niko se lamió los labios—. Era una buena chica, con una larga vida por delante.
Ethan frunció el ceño, incorporándose mientras lo miraba confundido.
—¿Cómo dices? ¿La conocías o...
—No —respondió con simpleza—. Pero cuando Arek me pidió escoltara hablamos un poco, me contó sobre su familia, sus sueños, y esas cosas. Ya sabes, los que tienen los chicos de su edad.
Niko se expresaba de forma casual como si le restara importancia, pero en esa indiferencia, Ethan alcanzó a ver a alguien que sintió pena por su muerte, él también la sentía.
—Estaba ayudando a su abuela a pagar su casa —susurró siendo más intímo. El aire le movió algunos mechones de pelo, cubriendo la mirada melancólica, hasta que movió los hombros, disipando aquel sentimiento—. Bueno, supongo que un lindo entierro no le vendría mal —anunció ahora más animado.
—¿Y qué hay sobre lo que dijo Arek de ser discretos?
Niko sonrió, inclinándose.
—Como si a alguien le importara lo que él dice. No le pertenezco, estoy aquí porque quiero, podría irme en cualquier momento.
—¿Entonces qué hay de tu gente? —Ethan lo detuvo con una pregunta.
—Puedo arreglármelas —respondió—. He cuidado de ellos desde que tengo memoria. Arek sólo es...un entretenimiento.
Mientras se alejaba, Ethan pensó en el juego del que sólo habían sido peones hasta ahora. Quizás debería ser más como Niko y aprender a jugar.
♧♧♧
Ethan tenía las manos pegadas a las piernas, preparado para mover sus piezas. Lo único que le faltaba era la valentía suficiente para acercarse. Se encontraba parado a unos pies de distancia de la casa de Ellie. La nieve caída cubría el techo en un manto y en el porche se aglomeraba impidiendo el paso. Era una linda casa, se sentía cálida y hogareña, como el hogar que se pasaron toda la vida intentando construir. Al menos Ellie había conseguido lograr ese sueño por los dos.
De un momento a otro, perdió la cuenta de cuánto tiempo estuvo ahí, mirando a través de los cristales a su hermana pasearse con un bebé en brazos, cuando un joven alto de cabello rubio se acercó y le dio un beso en la mejilla mientras el pequeño daba pataditas.
Involuntariamente comenzó a sonreír.
De pronto, la figura de un hombre caminando a la casa lo paralizó. Se veía viejo, quizás cansado, pero Elijah no había perdido su porte. Sostenía unas bolsas de compras, dejándolas en la entrada para abrir la puerta. A Ethan casi se le sale llamarle "papá", pero tan pronto tuvo ese pensamiento, se arrepintió de inmediato de haberlo tenido. Comenzó a retroceder, y el hombre giró al oírlo, pero cuando volteó él ya no estaba.
Ethan corrió con tal desesperación que el aire se escapaba de su boca formando olas de humo, la chamarra le apretaba y lo sofocaba al mismo tiempo. Ni siquiera miraba a dónde iba, sólo que tenía que alejarse lo más lejos posible. Entre los callejones se asomaban las sombras de su pasado, sus propios demonios tomando forma, amenazando con consumirlo.
Un instante en el que miró atrás, al volver se chocó contra alguien, haciendo que contuviera el aliento de golpe. La nariz fría y rojiza, la piel pálida, los labios rosados, y unos ojos azules que expresaban confusión fue lo que vio al detenerse.
El momento fue atrapado en un fragmento de segundo, un segundo eterno en el que no pudo omitir ni escuchar nada. Damon movía la boca, pero Ethan estaba tan atónito que no le prestaba atención.
—Sí, creo que es eso. —Fue lo que escuchó cuando volvió en sí. Damon sonrió ante su perplejidad—. ¿Ibas al bar? —le preguntó, Ethan parpadeó—. Ah...el otro día te vi —se apresuró a explicar—. Iba a saludarte, pero saliste antes de que pudiera hacerlo.
—Yo... —no tuvo voz para responder, las palabras se quedaban atascadas en su garganta. Estaba atrapado en un callejón sin salida, ¿lo peor? Que él mismo se puso ahí.
—¿Qué tal si entramos? —Damon ladeó la cabeza hacia el bar detrás. ¿Por qué sus pies lo llevaron ahí entre tantos lugares en la ciudad?— Hace frío aquí afuera. Mírate, te estás congelando —se rió suave, ameritando su falta de reacción a una cuestión de baja temperatura.
Ethan no tenía por qué seguirlo, sin embargo, se encontró caminando tras él cuando se alejó.
Al entrar, el entorno se sintió cálido, ahora inclusive provocando calor. La gente bailaba animada en la pista, que tuvieron que esquivarlos hasta llegar a la barra. Lucio no estaba esa noche, lo cual resultó ser un alivio, aunque ni siquiera tenía idea de por qué le preocupaba.
Damon le dijo algo al barman, pero no estaba escuchando, hasta que ambos lo miraron directamente.
—Ah...¿qué? —pestañeó, saliendo del transe.
—¿Qué vas a ordenar? —le preguntó Damon.
—Una...una cerveza está bien —respondió por decir algo. En ese estado, realmente no le haría bien beber. Estaba dudando, el corazón le latía tan rápido que apenas podía controlarlo y por momentos se detenía.
El barman asintió en respuesta y se giró a preparar las bebidas. Damon pidió un vodka, así que llegó rápido.
—¿Eres de por aquí? —le preguntó, pero él no podía contarle nada que lo delatara o lo pusiera en evidencia.
—No de aquí —respondió en su lugar, aunque no era del todo mentira.
—Yo crecí aquí, así que conozco a muchas personas. Desde que soy niño son los mismos lugares, la misma gente...
—¿Te aburre? —preguntó Ethan. El comentario fue inocente, pero cualquier otro lo habría tomado como ofensa para alguien a quien apenas conoce. Quizás por eso le intrigaba, no había sentido tanta curiosidad por alguien desde que conoció a Ethan, y ese chico parecía huir todo el tiempo tal como solía hacerlo él.
—Bueno...no, a veces.
Ethan inclinó la mirada sin saber qué más decir.
—¿Cuál es tu nombre? —Damon se inclinó, buscando el contacto visual con Ethan. Las olas en sus orbes volvían a arrastrarlo de vuelta a la marea.
—Eiden —respondió lo primero que vino a su mente. Damon sonrió, por lo que comenzó a sentir sus mejillas calentarse. Enfocó su visión en el tarro alrededor de sus manos, las manos las tenía heladas, las mejillas rojas, y la gorra de peluche salpicada con algunos puntos de nieve.
—Yo soy Damon.
"Soy Damon . Mi madre me obliga a peinarme, pero al final del día siempre termina despeinado".
El agarre se volvió más fuerte.
"Me alegra que te guste, gracias"
Apretó los dientes, pasando saliva.
"A veces toco aquí cuando todos se van, aunque no soy muy bueno"
Lágrimas que se obligaba a retener se acumularon en sus ojos.
"¿Te importaría enseñarme a tocar"
Ethan apretó los párpados, deseando desaparecer esos recuerdos.
—Oye, Ethan...
Abrió los ojos de golpe.
—¿Qué? —Cuando miró a Damon, este lucía preocupado.
—¿Estás bien? —le puso una mano en el hombro con el ceño afligido.
Iba escapar una lágrima de sus ojos, pero la contuvo.
—Lo siento...Creo que bebí demasiado —se puso de pie tan rápido que Damon apenas tuvo tiempo de pagar antes de seguirlo. Cuando estuvo afuera, el aire le golpeó la cara, secando las lágrimas. Por un momento se sintió mareado, deteniéndose para recuperar la estabilidad. Quería culpar al alcohol, pero apenas tomó unos tragos, no tenía necesidad de embriagarse para sentir el mundo venirse cuesta abajo.
Sintió una respiración pesada a su espalda. Apretó los puños, mirando sus pies.
—¿Por qué me sigues? —siseó.
—¿Perdón? —Damon no entendió.
Ethan quería gritarle, le enojaba que se empeñara tanto en hablarle cuando él solo quería desaparecer, pero así era Damon, la clase de tipo que quiere hacer sentir incluidos a todos; le molestó la idea de que le tuviera lástima, quizás siempre se la tuvo.
—Insistes demasiado en hablar conmigo... —murmuró, volviéndose a él—, ¿por qué?
No deseaba entablar conversación con él, no cuando no podía contarle nada, cuando cada día era más difícil mirarlo, mirarlo y no ser el reflejo en sus ojos, ser la sombra tras él, porque solo así era la única forma de mantenerlo a salvo.
Damon pestañeó confundido.
—No entiendo —inclinó las cejas. De alguna forma, le hería que él pensara que tenía algún tipo de intención negativa. Casi le recordó a Ethan cuando lo alejaba, a excepción que este nunca fue tan mordaz. Pero él no sabía que era él, Ethan no lo habría herido, al menos de forma intencional.
—Sí, te ayudé alguna vez, pero no significó nada... —Ethan lucía apenado al decirlo, ni siquiera era capaz de mirarlo, y hablando más bajo añadió: —. No quiero ser tu amigo...
"Eso fue porque tienes amigos idiotas. Y yo...yo no quiero ser uno de esos amigos"
Damon inclinó la mirada dolido.
—Lo siento. —Respondió—. No pretendía hacerte sentir incómodo. Es solo que...me recordaste a alguien que solía ser solitario, y pensé que te sentías igual.
Ethan estaba arrepentido, pero ya era tarde. Damon lo miró por unos segundos más antes de marcharse y perderse entre las oscuras calles con la nieve cayendo y su figura desvaneciéndose.
Y por primera vez, Ethan no tuvo el impulso de seguirlo. No tenía sentido tratar de recuperar algo que pertenecía a otra persona. Ya lo había perdido hace mucho tiempo.
————
Oigan, con lo último no quiero decir que Damon fuera suyo, sino que se corazón ya no le pertenece pues
Qué tal? Ethan y Damon están tan cerca y a la vez tan lejos 😩 Juro que hago lo que puedo, pero Ethan no coopera
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