10. Confusiones
Un bulto se removió bajo la sábana. Angel le llenó la cara de besos a Damian mientras este se quejaba y reía al mismo tiempo. Sacaron la cabeza de las cobijas, exponiéndose a un día soleado; la habitación era embargada por la luz que entraba por la ventana y Angel sonrió con los ojos iluminados, acariciando las mejillas del pequeño de los Lerman.
—Basta —renegó Damian entre risas, apartando el rostro de Angel con una mano en su cara. Finalmente, endureció su expresión—. Quiero saber qué pasó estos años —pestañeó, preguntando lo que temía.
—Agh... —Angel se pasó la mano por la nuca—. No...no es algo de lo que pueda hablar.
Damian frunció el ceño, sintiéndose ofendido.
—¿Y por qué no? ¿Qué sería tan malo que no puedes decirlo?
El momento en el que Angel desvió la mirada, entendió que Damon tenía razón, que todo sería demasiado difícil para afrontar. Al principio, no le importaba quién fuera cuando lo encontrara, pero ahora que finalmente ocurrió, comenzaba a sentir el peso de su posible su confesión.
—Estuviste con Arek, ¿no es así? —habló bajo, susurrando y deseando que fuera mentira. El silencio fue la respuesta, así que poniéndose de pie y alzando el tono, protestó—. ¿Qué te retiene a él? Creí que lo habías dejado atrás.
Los ojos le centelleaban de molestia, pero era apenas el principio.
—No es tan fácil —dijo Angel, poniéndose la playera, después el pantalón y los zapatos—. No puedo simplemente irme.
—¿Por qué? —exigió, pero no obtuvo respuesta.
Angel no quería volver a verlo molesto, ver la decepción en sus ojos, no como la última vez.
—Alguien está asesinando a las personas —comenzó a explicar—. Al principio pensamos que quería deshacerse de la Hermandad, pero también mata a los del Credo. Y Arek quiere encontrarlo, detener esta matanza.
No era toda la verdad, pero esperaba que con eso fuera suficiente.
—¿Y qué tiene que ver contigo? —preguntó él—. La última vez que intentaste ayudar el afectado fuiste tú, ¿por qué no puedes pensar en ti? Si continúas...podrías morir. Y esta vez en serio.
—Pero si no lo hago igual van a matarme.
—Entonces si obtendrás el mismo resultado, ¿por qué prefieres arriesgarte a vivir al menos un poco?
—Lo hago —un paso—, en este mismo instante. Contigo.
Damian movió la cabeza.
—No me siento de la misma forma —tenía la voz ronca.
Angel intentó acercarse, pero él se apartó.
Antes, de haber tenido esa conversación, Angel habría insistido, elegiría a Damian sin dudar, pero ese era el problema, el hoy y el ahora, le decía que se fuera, que no debía involucrarse más.
Así que obedeció a lo que el destino tenía para él.
♧♧♧
Angel no estaba escuchando. Ethan y Niko hablaban, pero en ese momento, no le importaba nada, no mientras dejó de esa forma a Damian; huir nunca fue lo suyo. ¿Era lo que Arek le había orillado a hacer, o lo que se negaba a aceptar que quería? Nunca entendió el poder que Arek tenía sobre él. Hasta ahora.
—Dice que lleguemos temprano, y él es el primero en llegar tarde —la voz de Niko lo trajo de vuelta a la realidad. Frunció el ceño, sin encontrar a Arek alrededor.
—Es porque nuestro tiempo no importa a diferencia del suyo —dijo Ethan tranquilamente.
—Bueno, se cancela la reunión —Niko dio un aplauso, comenzando a alejarse mientras Ethan le seguía.
—No. —Declaró Angel—. Debemos esperar. él podría estar...
—¿En peligro? —preguntó Niko, enarcando una ceja—. Quien esté cerca de él es quien debería cuidarse.
Ethan miró por un instante a su compañero, volviendo a mirar a Angel. Algo en su mirada decía que coincidía con él, y aquello lo enfadó.
—Ayúdenme...idiotas —escucharon de repente. Giraron al sonido proveniente del dispositivo auditivo en la mesa. Arek gruñía y forcejeaba.
—¿Dónde estás? —preguntó Angel deprisa, tomando el aparato.
—El...centro —habló detenidamente. El centro era un lugar muy grande, y con demasiada gente como para exponerse de esa forma, Arek no haría un espectáculo en medio de toda la gente.
Los tres escalaron por los techos como una forma de encontrarlo con más facilidad. El sol ardía, calentando las azoteas, la brisa no era más que una masa invisible de calor. Sus respiraciones agitadas, la ropa sofocando el cuerpo. Y en algún punto, Angel ubicó dos siluetas combatiendo. Apresuró el paso. Derraparon en el suelo terroso.
Ethan fue el primero en acercarse, hasta que una persona emergiendo del sentido contrario lo derribó. Se golpeó la espalda, recuperándose rápidamente. Apartó al hombre, pateando su estómago con sus pies, pero más personas los embistieron.
—Abajo —le dijo Niko a Angel, soltando un golpe por encima de su cabeza. Miró al hombre en el suelo, volviendo a la expresión de autosuficiencia en Niko. No le dio tiempo de burlarse cuando se dirigió un puño en su dirección, que esquivó, agarrando la mano y haciendo que el hombre guñera de dolor—. De espaldas...eso es jugar sucio.
Angel ubicó a Ethan, quien peleaba con una chica, hasta que un hombre lo sujetó de los brazos por la retaguardia, dejándole el paso libre a la mujer para golpearle el estómago.
—Yo lo ayudaré —gruñó Niko, intentando empujar al hombre que arremetía su fuerza contra él hasta tocarle la cara—, ve con él.
Arek trataba de alejar el cuchillo que le rozaba la nariz con la mujer sobre él, empuñando el filo.
—Oye —llamó Angel, tirando del gorro de la sudadera con suficiente fuerza que la hizo caer de espaldas.
Arek extendió los brazos con el cuchillo en mano, soltando una bocanada pesada. Angel le extendió una mano, pero fue demasiado pronto para tomarse un descanso. La mujer le pateó la cadera. Detuvo su próximo movimiento con el antebrazo, dando oportunidad a que la mujer le diera un golpe con la otra pierna en la costilla. Agarró su muñeca, jalándola hacia él hasta intervenirla. Le dobló el brazo por detrás de la espalda, pegando su abdomen contra la baranda de la azotea.
—Eres el encapuchado, ¿no es así? —farfulló, sus labios rozando su mejilla.
Se formó una sonrisa torcida en los labios de la mujer.
—¿Eso te dijo él? —respondió en tono dulzón, la gorra de la sudadera se le había caído, revelando un perfil fino con expresión ruda—. Debí suponerlo. Eres un traidor, Angel Jasser.
Se le heló la sangre.
—¿Cómo lo... —el agarre titubeó.
—¿Cómo lo sé? —preguntó, mofándose—. ¿Quién no lo hace? Nadie pensaría que estarías vivo, y aparte trabajando para el enemigo. Todos tenían razón cuando Rogers insistió en incluirte en el pelotón, no eres más que su perro guardián.
Angel la azotó. Estaba harto de que la gente se dirigiera a él de esa forma, como un cachorro sin identidad propia que buscaba con desesperación complacer a su amo.
—No soy un traidor —enseñó los dientes detrás de un gruñido—. Quiero ayudar.
Ella levantó las cejas burlonamente.
—¿Y cómo se supone que lo haces, eh? ¿Lamiéndole las botas a Arek Bassett? No sé si lo sabes, pero no es lo que hacemos.
Su coraje incrementó en gran medida, pero no con ella, sino con él mismo. Tal vez tenía razón, incluso Damian lo pensaba.
—Solo coopera con nosotros, por favor. Él va a matarte —pronunció con terror palpable en sus palabras.
Ella hizo un gesto con la cabeza, apartando un mechón de cabello que le tapaba la cara.
—¿El niño bonito o el vagabundo a su lado?
—Cualquiera de los dos. Por Favor, solo no hagas nada.
Las manos le empezaron a sudar. Aflojó el agarre en sus muñecas, y se apartó. Ella levantó las manos como rendición, girándose lentamente.
Ella sonrió al ver a Arek.
—¿Cómo está tu hermano, Bassett?
Y le disparó.
Pasó tan rápido que Angel ni siquiera vio de dónde sacó la pistola.
La mujer, con el pecho perforado y la sonrisa sin desvanecerse de su rostro, retrocedió, chocando con la baranda, tirando su cuerpo cuesta abajo. El impacto que hizo su cuerpo contra un auto activó la alarma. Angel se ahogó en su propio llanto, mirando abajo. La sangre escurría de su cráneo, expandiéndose por el capó del auto.
—La mataste... —susurró.
—Iba a matarte de todas formas.
Apretó los barrotes, tornando sus nudillos blancos.
—No, no lo haría —farfulló.
—¿Qué? ¿Le dijiste que la dejarías ir si cooperaba? ¿Y luego qué? Iría al Credo, les diría a todos que estás vivo y en cuestión de días vendrían por ti.
—No puedes saberlo —lo encaró. Tenía los ojos rojos e iluminados.
—Claro que lo sé —su tono fue cruel, tanto que dolía—. Porque para ellos no eres nadie más que un maldito traidor. Te usarían como carne de cañón para atraer a la Hermandad, hacer que mi padre te mate. ¿Es lo que quieres?
—No es diferente a ti —difirió—. Cuando esta misión se termine es lo que nos harás. Al menos a ellos habría podido ayudarlos, entregarme para que terminen con esta estúpida organización.
—Olvidas de qué lado estás ahora —Arek alzó el mentón.
—No, no lo he olvidado —respondió acercándose, haciendo notar los pocos centímetros de diferencia de altura entre ambos—. Ansío el día en que detengan a esos idiotas
Arek no cedió, manteniendo la mirada fría.
—¿Entonces qué haces aquí?
Angel tragó saliva, viendo derrumbarse la imagen que tenía de ese niño que fue su amigo. Suave y herido, respondió:
—La única razón por la que estoy aquí es por ti.
Pestañeó ante la resequedad en los ojos. Ethan y Niko observaban, y el ambiente se instaló en un silencio denso.
Después, Angel decidió romperlo, hablando más calmado.
—Pensé...que podrías redimirte. Que por fin decidirías quién querías ser fuera de esto.
—Este es quien soy, Angel —dijo sin culpa, sin emoción, sin chispa en sus ojos, como un enorme hueco sin fondo. La humanidad de Arek no había sido más que una ilusión.
—Es lo que me temo —susurró, dirigiéndose a la chica que Ethan logró amarrar, puesto que los otros habían escapado. Ethan lo siguió.
—¿Sabes? —Niko habló de pronto mientras veían a Angel e Ethan conversar con la chica, quien se negaba a hablar—. Al principio no entendía cómo alguien como tú logró tener a alguien como él a su lado —Arek no lo miró. Se acercó a su oreja, rozando la piel con sus labios—. Sigo sin entenderlo. Me parece que nadie podría quererte a menos que lo orilles.
Arek se guardó las ganas de responderle, en cambio, se marchó, haciendo sonreír a Niko.
Así que Arek Bassett sí tiene debilidades...
♧♧♧
—Será hipócrita de mi parte ya que no lo tolero, pero Arek tiene razón —le dijo Ethan mientras caminaban. Angel frunció los labios, guardando dentro todo lo que quería salir, pero que se arrepentiría después de decir—. ¿Acaso quieres entregarte? ¿Ese es tu plan?
—¿Y cuál sería el problema?
Ethan apaciguó su expresión.
—No lo habría. Si es lo que quieres...te ayudaría.
De pronto la ira se esfumó, permitiéndole pensar con más claridad. No. No era lo que quería. Por fin se había encontrado con Damian, y lo último que hicieron fue pelear, no podían terminar así las cosas.
—Está bien, solo estoy molesto —respondió—. Sé que está hablando mi instinto de venganza, hasta yo sé que es lo más estúpido. Solo quisiera que a veces no fueran tan...Bassett.
Ethan sonrió.
—Creo que tendría que volver a nacer. Jamás cambiarás lo que es, y él no te cambiará a ti. Simplemente sigamos como hasta ahora.
Angel volvió a mirar a Arek. Caminaba adelante junto a Niko quien sonreía y agarraba a la chica de las manos, obligándola a caminar.
Tenía un mal presentimiento.
♧♧♧
—Señor, con su permiso para reportar las caídas de los últimos días —el hombre bien vestido se adentró en la habitación, parándose a la esquina de esta rígido. Sacó una libreta y empezó a leer una lista de nombres pertenecientes a la Hermandad. Lestrange se hartó en algún punto, levantando la palma para hacerlo detenerse, con la mirada en la vista de un cielo nublado y nubes espesas, arremolinándose, aproximando una tormenta.
—Llama a Arek —ordenó.
El hombre tragó duro, haciendo a Lestrange girar en vista de su silencio.
—¿Qué sucede?
—Es que él...no ha regresado.
Lestrange volvió la vista a la ventana. La pupila se contrajo, iluminando el gris con la luz opaca.
♧♧♧
Arek se quitó los zapatos de piso al entrar a la habitación, deshaciéndose del abrigo empapado, dejando a la vista la clavícula por el botón roto.
—No deberías estar aquí —mencionó ante la presencia en su cama, la cual se removió bajo la cobija.
—No quería estar solo con papá en casa —las mejillas de Alisster se inflaron al hablar, la piel blanca tiñéndose de carmesí, mientras el rayo en la ventana a su espalda iluminaba su silueta.
Arek se acercó, haciendo su figura más clara, y sentándose en el pie de la cama elegante, de sábanas rojas y la madera café con detalles tallados en esta.
—Sé que papá quiere enviarme lejos —contó el pequeño, aferrando los dedos a la tela—. De ti, de...
Arek lo interrumpió.
—¿Por qué dices eso?
—No tienes que fingir, Arek. Papá tiene un plan para cada uno. El de Stefan...
Otra interrupción.
—Stefan está muerto.
Alisster se irguió en su sitio.
—No quiero que termines así —susurró como si se tratase de un secreto, enredando los brazos alrededor de sus piernas, y Arek suavizó su expresión frente a la imagen de su pequeño hermano. Tenía apenas doce años, la edad que él tenía cuando su padre lo condenó a ser el protector de Stefan. Creyó que Alisster tendría el mismo destino ahora que él tomara el mando, pero ahora su padre iba a enviarlo lejos, deconstruirlo, sino es que deshacerse de él, fuera de cualquier protección que él pudiera darle.
—Ey —lo llamó, y Alisster levantó la mirada—. No debes tener miedo. El miedo nos paraliza y es peligroso, incluso más que la valentía.
Su hermano pestañeó con aflicción, y al mismo tiempo ingenuidad.
—¿Crees que Stefan...tuvo miedo cuando murió?
Arek enmudeció. El corazón le palpitó rápido, mientras imágenes sangrientas se arremolinaban en su mente, como un remolino difuso. Apartó al instante aquella escena.
—No lo sé.
————
Los comentarios son vida, y yo la necesito para terminar esta novela. Muchas gracias por los comentarios en el cap pasado <3 Me hicieron muy feliz 🥺
Sé que fue corto, pero estamos preparándonos para el siguiente 😈
Qué harían en el lugar de Angel? Será que tendrá que elegir entre Damian y Arek? 🤭
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